Excursioncilla a la cueva

Este es mi primer relato. Un grandullón distraído y una chica de moral floja se conocen y aunque a primera vista parece que se entienden, la realidad no siempre es así...

Buenas, este es mi primer relato, el cual hago en tono de humor. Espero que les guste

Hola, me llamo Antonio y tengo 27 años, obviamente estos no son ni mi nombre ni mi edad reales, por lo que voy a contar.

De mi aspecto físico siempre he sido en plan "grandullón": 1'90, espalda amplia, brazos robustos, mentón prominente... vamos, en plan jugador de rugby, lo que a diferencia de estos, mi mente es bastante simple. No me malinterpretéis, no es que sea bobo, simplemente soy un poco... lento. Amigo de mis amigos y demás, pero en cuanto a chicas se refiere... no es que las coja al vuelo.

Bueno, de mí ya está bien de hablar, ahora voy a hablar de la otra parte...

Jesulina, nombre ficticio, (¿EN SERIO?) es lo que llamaríamos una "tía buena" mide 1'65, pechos prominentes, culito respingón... creo que ya me seguís. En cuanto a personalidad es todo lo opuesto a mí, es muy echada p'alante, con mucho carácter. Y según pude comprobar con el paso del tiempo, una golfa de cuidado, por eso se había ganado cierta rePUTAción en el barrio.

No hacía mucho que nos conocíamos, pero comenzamos a frecuentar el mismo gimnasio. Ella en la zona de spinning y yo en la de musculación (obviamente), y poco a poco íbamos hablando de temas banales.

  • Vaya músculos, sí que eres fuerte!

  • Si, gracias, entreno duro.

  • No estarás así de proporcionado por todo, no?

  • Bueno, intento no saltarme los ejercicios de piernas.

  • ...

  • ...

Otro día

  • Y tu... debes calzar bien, no?- Decía, mientras me miraba de arriba abajo

  • Bueno, un 46, lo normal con esta altura.

  • ...

  • ...

  • Bueno, nos vamos viendo.

  • Claro!

Como veis... no las cazo al vuelo.

Se ve que poco a poco le iba picando la curiosidad en cuanto a mi paquete, ya que siempre intentaba mirarme esa zona. Yo por mi parte me perdía en ese cuerpo escultural e intentaba no perderme detalle, pero como mi mente siempre iba unos segundos después de mi cabeza, siempre me pillaba "in fraganti" y me soltaba alguna broma para destensar el ambiente.

El último día que coincidimos en el gimnasio ella vino tan alegremente y me dijo:

  • Oye... tú debes tener mucho aguante, no?

  • Bueno, lo que has visto siempre y un poco más que me guardo para mi

  • Un día me lo podrías mostrar... todo, no?

  • Claro, un día que tengamos tiempo y coincidamos te puedo mostrar mi capacidad, decía mientras marcaba orgulloso mis músculos, al más puro estilo "Gastón" de la Bella y la Bestia

  • si... claro, te iré diciendo cosas- decía mientras no apartaba la vista de mi bulto.

Al acabar la sesión de musculación, de camino a la taquilla, Jesulina se aproximó a mí contoneándose mientras se secaba con una toalla sus atributos, yo me quedé embobado mirando esa espectacular imagen hasta que se acercó a mí y me dijo:

  • Eh, grandullón, los ojos están un poco más arriba.

  • Eh?, ah, no no no, me he quedado... pensando en una cosa.

  • Si, ya...- decía mientras sonreía pícaramente. - he pensado en lo que hablamos antes... y he pensado que podríamos ir de excursión este fin de semana. Yo tengo vacaciones y conozco un sendero por la montaña que nos puede ir de perlas... para comprobar tu capacidad.

Mientras decía todo esto se había ido acercando a mí y me acariciaba los bíceps, hinchados después de la sesión.

  • Claro - le contesté - podemos salir por la mañana y comer por ahí, yo me encargo de la comida. Le dije con una sonrisa de oreja a oreja mientras intentaba memorizar las gotas de sudor que caían por su escote. Todo eso me serviría de material para la ducha.

El día de autos.

Habíamos quedado en un parking al pie de la montaña, que era lugar común como punto de encuentro para iniciar las excursiones por las montañas y por las noches para los escarceos amorosos. Yo llegué antes que ella, preparado para una larga caminata, había llevado una barra/bocata de chorizo y un poco de fruta (me había olvidado de comprar más cosas), esperando que no se quedase con hambre.

En cuanto ella llegó me volví a quedar embobado, la vi acercarse con unos pantaloncitos cortos, unas botas de montaña y un top bien marcado, debajo se le intuía un bikini, rematado todo por unas gafas de sol y una gorra de la cual salía su larga melena como si fuera la cola de un caballo. Como a un caballo me estaba poniendo a mí.

  • Buenos días hombretón- dijo,- listo para la acción?

  • Buenos días, pues si, hoy vengo con las pilas a tope. Por cierto, espero que te guste el chorizo, porque te vas a hartar, jajaja! A mí me esperan un par de peras bien jugosas y un melocotón tierno y al parecer rico.

  • mmm... espero que sí, que para hoy vengo necesitada de... carne- me dijo mientras me daba un repaso por todos mis músculos.

Comenzamos la excursión y a media montaña me sugirió de coger un camino secundario que daba a una cueva que según ella no conocía nadie. Su "escondite secreto" lo llamaba. Cuanto más nos acercábamos mas se iba pegando a mí, mientras descuidadamente se cogía para evitar agujeros, saltar ramas... de vez en cuando me daba una palmada en el culo, mientras me daba ánimos para seguir adelante. Con esa premisa en mente comencé a acercarme más a ella. Ya puestos, teniendo cerca agua quien quiere pasar sed, no? Poco a poco me fui acercando más a ella, con la premisa de ayudarla, la atraía hacia mí y distraídamente le tocaba los pechos, que parecían más grandes por momentos, apoyaba mi mano en el costado de su pantalón... Todo muy distraídamente, como haciéndome el loco. A ella se ve que pareció gustarle la idea y no dijo nada.

Por fin llegamos a la cueva. No era muy grande pero sí que era profunda, bien oscura y con las paredes con salientes muy marcados. Un escalador se lo pasaría bomba allí dentro. Una vez llegamos, como hacía calor nos quedamos al resguardo de la cueva, donde hacia más fresquito, y ella aprovechó para beber agua al más puro estilo anuncio. Y digo anuncio porque se dejó caer unas cuantas gotas en el escote. Entre el agua fría y el frescor de la cueva, se le comenzaron a marcar los pezones, y yo no perdía detalle.

De pronto, una cantidad de agua mayor cayó sobre su camiseta y fue cuando alcé la vista y me topé con su mirada directa, seguida de una sonrisa muy picara.

  • Tu... no te cortes, eh? te gusta lo que ves?

  • Y... no me puede desagradar... jeje

Comencé a notar como mi miembro se despertaba del letargo, cosa que no pasó desapercibida por ella, que dijo:

  • La caminata me ha dado hambre... creo que ya es hora de ver ese chorizo que guardas ahí.

No me había dado tiempo de coger la mochila con la comida cuando me puso la mano sobre la hombría. Ahora todo comenzaba a tener sentido... menos mal que no dije nada y me limité a dejarme hacer.

Cada vez más deseosa, jesulina palpaba mi miembro por encima del pantalón, mientras este se despertaba y yo alucinaba por lo que parecía un día más prometedor de lo que me había figurado. Bajó la cremallera de mi pantalón y apartando la ropa interior, saco mi falo, que ya lucía bastante grande. Con los ojos como platos (ella) comenzó a intentar medir mi miembro, cosa difícil para esas manitas de muñeca.

Hecho esto, me miró a los ojos y se quitó el top y el bikini, dejando unos pechos firmes al aire.

  • Bueno, creo que ya es hora que comas las peras, no? decía mientras se acariciaba los pechos.

Con los ojos como platos (ahora yo) llevé una mano a uno de sus pechos y comencé a acariciar suavemente, alucinado de lo que me estaba pasando. Pero si esto solo pasa en las películas! A tomar por saco la fruta de la mochila.

Mientras me afanaba en amasar los pechos, ella no soltó en ningún momento mi paquete, cosa que agradecí, pues tenía una habilidad innata para moverlo. De repente ella se agachó y comenzó a darle besitos a mi falo, para seguidamente darle un lametón por todo el tronco y meterse el glande en la boca. Hay que ver con la jodía, con lo bajita que es, y la carita que tiene, hay que ver como traga. Pues sí que venía necesitada de carne, sí. En una de esas se la metió entera en la boca y yo no paraba de alucinar, ya que no sabía dónde lo guardaría.

Después de unos minutos chupando, consiguió sacársela de la boca y me dijo:

  • Que, vas a quedarte ahí quieto?

  • eh... no, no, no! dije, pensando en coger las riendas.

  • y no me vayas a venir con besitos castos que te crujo, vale?

  • ehmm... por quién me has tomado?, dije poniendo una cara desafiante.

Con esa premisa la cogí por las caderas y en un rápido movimiento la alcé y tumbé en el suelo, con las piernas flexionadas. No tuve mucha dificultad para bajarle el pantalón y dejar al descubierto un tanga de los que a mí me gustan, de encaje negro, que es casi como no llevar nada. Al palparlo con el índice, pude comprobar que estaba húmedo y olía a hembra en celo. Lo saqué delicadamente, y comencé a besar un muslo, bajando poco a poco hacia la entrepierna, para luego subir por el otro muslo sin tocar el tesoro que escondían. Esto no supe si le gustaba, ya que no decía nada (estaría expectante). Debía estar volviéndose loca pero en el papel, ya que no hacia fuerza ni nada. Así que después de un par de pasadas más hundí mi cabeza entre esos dos muslos con tal de comerme el preciado melocotón (el de la mochila no... no hacia más que venirme a la mente). Su escondite sabía a gloria, a mujer, a dulce y a la vez salado por el sudor. Olía a todo lo bueno que cabe esperar de una situación así, y yo no paraba de ponerme más caliente. Después de un par de minutos así, decidí darle la vuelta y dejarla con el culo en pompa, para contemplar el espectáculo un momento antes de ponerme a la faena. Tenía un culo precioso, ni muy grande ni muy pequeño, con un ano rosadito que era como una flor y unos labios vaginales prietos y carnosos, brillantes de la saliva que hasta hacia unos minutos había estado dejando ahí.

Justo antes de comenzar a cabalgarla, se me ocurrió mirarle la cara (que también es importante), pues quería ver si tenía alguna queja o lo estaba disfrutando, ya que desde que la había tumbado no había dicho nada. Vale que yo tuviese un rol dominante, pero tampoco había que llevarlo hasta el extremo de que no dijera nada.

Al estirar la cabeza para verla, vi algo que me dejó patidifuso. La chica tenía toda la cara apoyada en el suelo con los ojos cerrados, y no es que la tuviera apoyada en plan "estoy lista", sino que le había quedado la boca abierta en una extraña pose, de haber arrastrado la cara hasta quedar así y no moverla más

  • jesulina... Jesulina??

No contestó. La sacudí un par de veces y no articuló palabra, estaba como dormida. Le empujé el culo hacia un lado y se dejó caer (estaba en pose de perrito pero con la cara). Alarmado la sacudí más, pero no contestó. Después de comprobar sus constantes vitales (estaba viva), me fijé en que podía haber pasado (con lo húmeda que estaba... no se podía haber dormido, ¡tan malo no era!).

Recordando que había pasado... caí en la cuenta que el hecho de haberla levantado para después tirarla al suelo, se debería haber dado un golpe y quedar KO. Menudo soy... más bruto que un arado!

Como ya podía dar la excursión por acabada, me vestí rápidamente y como pude le coloqué la ropa, cosa difícil ya que no es lo mismo vestirse uno mismo que vestir a otro, y si a eso le añadimos que estaba inconsciente y su ropa era más apretada de lo normal... me costó lo mío, por fuerte que sea. Una vez vestida y arreglada, la subí a mi espalda y comencé a caminar de vuelta al coche. A los pocos excursionistas que me cruzaba les decía que estaba bien, que le había dado un golpe de calor.

Ya en el parking se fue recuperando y se "despertó". No sabiendo que había pasado, intentó hacer memoria.

  • Estábamos en la cueva, y después de chupártela te dije que te tocaba a ti, no?

  • ehm... si.

  • Y después... no me acuerdo... no sé si me quedé dormida o qué, pero no me acuerdo...

  • mmm... dormida...- me quedé pensando. Por un lado no se había quedado dormida, sino que la había hecho quedarse dormida al más puro estilo terapia de choque, pero por otro lado...

  • No sé qué puede haber pasado, si acaso otro día probamos- le dije.

-uuu... me sabe mal...  es la primera vez que me pasa...

  • Tranquila, la verdad es que fue todo confuso...

Después de proponer de ir juntos en el mismo coche, cosa que rechazó porque tenía el suyo ahí aparcado, me fui a casa con la consiguiente carga de hombría, que no tardé en descargar junto al tanga que hábilmente me había guardado.

No sería la última vez que se entontrasen, pero eso ya es otra historia...

Esta es mi primer relato, después de años leyendo relatos, me pareció que era momento de aportar algo, aunque fuera en clave de humor. Espero mejorar para los proximos relatos a medida que me vayais poniendo consejos.

Agradeceré todos los comentarios/críticas que me queráis poner, a fin de mejorar. Si veo que este tipo de historia agrada quizás me aventure a repetir temática o personajes.

Un saludo,

redred