Excitadas y sin fuerza de voluntad.3ª parte

Marisa y su hija Marga se levantan excitadas, ambas desean conseguir de Jorge el hijo de Marisa la leche que calme sus instintos.

Tercera parte de la saga “Excitadas y sin voluntad” se recomienda leer los anteriores.

Aquella mañan de lunes Jorge se levantó a las 8 como todos los días, en pijama salió al salón para desayunar. El joven adolescente lucía su habitual erección matutina claramente visible por aquel hermoso bulto en el pantalón de su pijama. Su madre y su hermana sentadas en el sofá recibían on-line su descarga diaria de hormonas para luchar contra “La Plaga” que había afectado a todas las mujeres del planeta hacía algo más de un año.

El desayuno de Jorge estaba preparado sobre la mesa, se sentó a tomarlo mientras observaba como ellas terminaban la descarga.

Marisa su madre vestida ya para ir a trabajar terminó la primera su descarga de compuesto hormonal. A sus 47 años era toda una MILF, alta, rubia de gran melena rizada, delgada, pechos pequeños pero firmes, siempre elegante, toda una señora. Esa mañana llevaba un vestido corto verde, veraniego, cremallera a la espalda del cuello a la cintura,  escote redondo no muy exagerado pero en el que se marcaban aquellos pezones grandes y puntiagudos que destacaban en unas tetas pequeñas pero firmes como treinta años atrás. Por supuesto sin faltar sus inseparables medias negras y aquellos zapatos verdes de tacón de aguja conjuntados con su vestido.

Estaba preciosa, Jorge la miraba sentado a la mesa esperando que ella diese el primer paso, como siempre, para ir a buscar “su calmante”. La necesidad de recibir semen masculino dos veces al día para contrarrestar los efectos secundarios de las hormonas. Se manifestaban en una excitación desbordante que se incrementaba exponencialmente a partir de las 12 horas de recibir semen por última vez al mismo tiempo que se sufría una pérdida del control de la voluntad.

Marisa miró su reloj digital que controlaba el tiempo faltante para superar las doce horas y entrar en la fase denominada fuera de ciclo en la que comenzaba a sufrir los efectos secundarios, quince minutos, era el tiempo que le quedaba. Se levantó y se dirigió hacia su hijo. cariñosa se inclinó y  se pegó a su espalda mientras lo abrazaba.

Jorge continuó bebiendo el vaso de leche mientras notaba los pechos de su madre frotándose en su espalda y una mano de ella buscando la entrepierna de su pantalón hasta alcanzar el bulto de su paquete que comenzó a acariciar sobre el pijama.

-Hijo yo también necesito mi leche mmm veo que estas a punto, hoy tengo algo de prisa ¿te importa si tomo mi biberón mientras tú desayunas?

-Quítate el vestido mamá, ya sabes que me gusta verte mientras lo haces-

-Claro hijo, ayúdame a bajar la cremallera- pidió Marisa poniéndose al lado de Jorge y dándose la vuelta. Jorge bajó la cremallera y ella deslizó los tirantes de los hombros dejando que el vestido cayera al suelo. No llevaba nada debajo, ni sujetador, ni bragas, tan solo sus medias negras altas al muslo.

Jorge echó la silla hacia atrás dejando espacio entre la mesa. Las manos del chico cogieron a su madre por la cintura para descender a continuación y acariciar sus nalgas, grandes, duras, redondas, un culo macizo. Ella permaneció de espaldas, separó un poco las piernas y se dejó hacer. Necesitaba mantenerlo excitado, dispuesto a donar su leche, el preciado semen tan buscado en la actualidad por todas las mujeres del planeta.

-Sigues teniendo un culazo mamá, me encanta acariciarlo. Últimamente solo me la chupas, siempre vas con prisas. Te estas volviendo un poco egoísta.- se quejó Jorge mientras su mano derecha se metía entre los muslos de su madre buscando su sexo.

Marisa noto aquella mano acariciando su coño, un par de dedos de su hijo que entraban en su vagina comprobando que estaba mojada, bien lubricada. Su hijo tenía razón últimamente intentaba obtener la leche de su hijo con una mamada rápida, se sentía extraña sabiendo que en su casa era su hijo quien se ocupaba de dársela en lugar de su marido que hacía muchos meses que ni la tocaba.

-Hijo, tengo que ir a trabajar, mamá te la chupa bien rico, como te gusta y mañana o a la noche si quieres lo hacemos con mas tiempo- se excusó Marisa dándose la vuelta y arrodillándose para ponerse entre las piernas de su hijo.

-No soy una vaca que ordeñes cuando te apetezca. Yo decido a quién le doy mi leche y como se la doy. Si ahora no tienes tiempo podrías haber venido a mi cama a despertarme, lo primero de todo, sabes que me gusta cuando te metes en mi cama, me despiertas con una mamada y luego me montás.- dijo quejoso Jorge mientras sus manos acariciaban las tetas de su madre, presionando aquellos pezones puntiagudos, duros, hasta que su madre soltó un quejido

-Ahhh me haces daño hijo. Sabes que no me gusta ir a tu cuarto hasta que tu padre se va de casa, a él le incomodan estas cosas estando presente.- dijo Marisa cogiendose los pezones doloridos con sus manos aprovechando que Jorge los había soltado.

-¿le incomodan? ¿Y porque no te folla él? lo lógico es que te diera su leche. Las cosas tienen que cambiar mamá, si quieres mi leche será como yo quiera, cuando yo quiera o pídesela a quien quieras a mí me da igual.

Marisa miró su reloj, le quedaban tres minutos para entrar en fin de ciclo y sabía perfectamente las consecuencias si iba a trabajar en ese estado, sus empleados de la oficina podrían hacer lo que quisieran con ella sin poder evitarlo.

Marga una vez recibida su descarga de hormonas, permanecía sentada en el sofá, callada observaba a su madre y su hermano. Había desayunado nada más levantarse y llevaba puesto su uniforme, esperaba a su hermano, solían ir juntos todas las mañanas a clase. Miró su reloj a ella le faltaban siete minutos para entrar en fin de ciclo. Últimamente su hermano la llevaba directamente al centro de voluntarios que había en el colegio donde varios profesores y bastantes alumnos eran donantes. Allí obtenía su dosis de “calmante” matutina.

-¿Que ocurre mamá? ¿Vas a ir a trabajar pasada de ciclo? Igual es que prefieres que te la metan todos tus empleados esta mañana, ¿es eso? Me parece que te está gustando que te obliguen a comportarte como una guarra.-

-Hijo por favor, no digas esas cosas. Dame tu leche, como tu quieras, metemela donde mas te guste pero no dejes que vaya al trabajo pasada de ciclo, por favor hijo, por favor…-decía Marisa mientras su reloj se ponía  en rojo y marcaba el doble 00

-Mamá ven, siéntate encima mío, móntate en mi polla.- ordenó Jorge sacándose la verga fuera del pantalón del pijama y apartando la silla de la mesa para dejar sitio.

Marisa se sentó a horcajadas sobre su hijo cogiendo su verga con la mano que introdujo en su coño al sentarse con mucha facilidad.  Las manos de Jorge la cogieron por la cintura mientras ella se abrazaba a su hijo, la mirada perdida, distante, indicaba claramente que ya estaba fuera de ciclo y obedecía sin control de su voluntad.

-Mmm que gusto| cada día me gusta más metertela mamá. Pero hoy no vas a conseguir mi leche, una nueva mañana complaciendo a tus empleados hará que estés mas dispuesta, seguro que mañana viernes primero a mi cama para conseguir lo que te hace falta. Se que tu cabecita recuerda todo lo que ocurre cuando estas fuera de ciclo, nunca hablais de ello pero sois conscientes de lo que pasa, dice papá que es como si estuvieras encerrada en un cuerpo que no puedes controlar, otros lo manejan pero tu ves, sientes y recuerdas todo. Uhmm que rico, mas deprisa, sube y baja mas rápido mamá. mmm mmm, asi, asi, mmm como me gusta que seas tu la que me monte. Para, para! estoy a punto, no quiero correrme, levántate!-

Marisa obedeció, se levantó sacando la verga de su hijo de aquel coño empapado deseoso de ser follado, jadeando todavía, aquella respiración agitada que hacía que sus tetas se movieran de arriba abajo acompasando los jadeos.

-Me parece que hoy prefiero darle el regalo a mi hermana. Espero que a la noche o mañana estés mas complaciente. Ponte el vestido y vete a trabajar.- ordenó Jorge viendo como su madre ya fuera de ciclo obedecía sin pestañear.

-¿Tu también estas fuera de ciclo hermanita? Ven aquí-

-Me faltan tres minutos- dijo Marga levantándose del sofá para ponerse delante de su hermano. Vestía el uniforme escolar, falda verde y roja de cuadritos con una blusa blanca abotonada delante, calcetines blancos, zapatos negros planos.

-¿A ti que te apetece más hermanita? Yo o en el colegio?- preguntó Jorge sin dejar de mirarla

-Lo que tu quieras hermano, en el colegio hay muchos donantes, casi todos los chicos quieren, no hay problemas.

-Personalmente prefiero cuando no estas fuera de ciclo, esa mirada perdida que se os queda me pone nervioso.

-Puedes hacerlo por detrás hermano, asi no me ves la cara y sabes que me gusta mucho

-No, arrodíllate, sacate las tetas, chupamela! Termina el trabajo que ha dejado mamá a medias, estoy a punto.- pidió Jorge viendo como su hermana se abría la blusa y sacaba los pechos fuera del sostén.

-Cada día tienes las tetas mas gordas Marga, yo creo que te siguen creciendo

-Si, es verdad, he aumentado una talla de suje- respondió Marga al tiempo que su cara quedaba sin expresión, su marcador digital de la muñeca se puso en rojo señalando el doble 00

-Joder! vaya putada! odio cuando se os pone esa cara. Venga chupa! termina el trabajo.- ordenó Jorge molesto por no haber llegado a tiempo de que su hermana llegase al final de ciclo.

La chica obedeció y comenzó a mamar con ganas. Su boca tragaba la verga de su hermano de principio a fín acomodándola en su boca, babeando, en aquel año Marga se había convertido en una auténtica experta en mamadas. Sus tetas se restregaban entre los muslos de hermano mientras su cabeza subía y  bajaba a buen ritmo.

-Muy bien hijo. Hoy le tocaba a tu hermana? No habíamos quedado que le darías “calmante” a tu madre por las mañanas?- se escuchó la voz del abuelo Agustín que se había levantado y les miraba de pie a su espalda.

-Mi madre estaba ya pasada de ciclo abuelo. En su oficina no le faltan voluntarios.- respondió Jorge sorprendido por la entrada repentina de su abuelo en el salón justo en el momento en el que estaba a punto de correrse.

Las manos de Jorge se agarraron a la cabeza de su hermana cuando creyó que no podía aguantar más, le gustaba sentir su verga metida por completo en la boquita de Marga que babeaba sobre el pijama de su hermano contándole respirar.

-Ya me viene hermana! Trágatela toda! mmm toma leche, toma!- decía Jorge soltando un generoso chorro de esperma en la boca de Marga que se esforzaba por tragarlo todo y relamer después la verga de su hermano hasta la última gota.

-Tengo la sensación que cada día que pasa las mujeres se vuelven mas ansiosas cuando están fuera de ciclo- dijo el abuelo viendo las ganas con las que su nieta ralamía la verga de su nieto.

El efecto del semen en el cuerpo de las mujeres era casi milagroso, prácticamente instantáneo, en el momento que su cuerpo lo asimilaba los efectos secundarios del complejo hormonal desaparecián. Su semblante volvía a ser normal, recuperaban la voluntad y el control de sus actos, descendían vertiginosamente los niveles de excitación, en definitiva volvían a sentirse personas normales.

-¿Te encuentras bien hija?- pregunto amable Agustín

-Perfectamente abuelo- dijo Marga mientras se colocaba las tetas de nuevo dentro del sostén y se abotonaba la blusa.

Después de un año de asumir las consecuencias y efectos secundarios del consumo masivo de hormonas la práctica del sexo se había trivializado, nadie le daba importancia a escenas como la que acababa de ocurrir. Era igual que beber cuando se tiene sed o comer cuando se tiene hambre, sin riesgo de embarazos no deseados al llevar todas las mujeres un dispositivo de control similar al Diu y sin riesgo de enfermedades por contagio sexual, erradicadas hacía mucho tiempo, el sexo era puro acto fisiológico de placer o necesidad según el momento.

Los hombres tras una primera fase que se aprovechaban de la ocasión de disfrutar de hembras  excitadas artificialmente y sin control de su voluntad comenzaban a desear más las situaciones en las que ellas lo hacían consciente y voluntariamente.

La reacción de Jorge con su madre no era una excepción, se estaba generalizando, no se trataba solo de disfrutar de una hembra incapaz de negarse a cualquier petición era mucho mas estimulante para la mayoría de los hombres hacerlo cuando ella participaba activa y voluntariamente.

-Que guapa te estas poniendo Marga, cada día estas mejor. Me pasa como a tu hermano, cuando te veo con esa sonrisa y esa naturalidad estas mucho mejor que cuando pierdes la consciencia- Dijo el abuelo viendo como su nieta se arreglaba para ir a clase, ya llegaban tarde, pero aquello no era problema, empresas, centros de trabajo o estudios eran muy flexibles con los horarios de las mujeres siendo consciente de cuál era su prioridad diaria.

-Gracias abuelo, hace muchos días que no eres mi donante, pensaba que ya no te gustaba- dijo Marga con una gran sonrisa

-Cariño sabes que me cuesta mucho. Soy un mal donante, pero tu consigues que me anime como nadie.. - dijo el abuelo que le encantaría recuperar la virilidad de antaño para poder disfrutar de su nieta.

Marga se dirigió hacia su abuelo para darle un abrazo, la verdad es que estaban muy unidos, seguían compartiendo tardes de pelis en el sofá, con su abuelo podía hablar de cosas mejor que con su padre que nunca estaba para ella, se sentía escuchada, querida.

-Abuelo esta tarde vemos una peli en el sofá, no me pondré braguitas ni suje para que me puedas acariciarme como te gusta. Sabes? siempre me ha gustado notar como se te ponía dura cuando lo hacías desde muy pequeña. Mira cómo se me han puesto los pezones de pensarlo!- las manos de Marga cogieron las de su abuelo para llevarlas a sus pechos, quería que notase aquellos pezones duros como se clavaban en su blusa.

-Mmm que delicia! ¿Estas excitada de verdad?- preguntó Agustín agradecido por la naturalidad que demostraba su nieta con el sexo.

-Claro que si abuelo! ¿Quieres refrotármela un poco por mi culito hasta que se ponga dura?, eso te gusta mucho,  ¿no?... si se pone dura podras meterla en mis agujeritos, veras que mojadita estoy ya.- decía Marga insinuante a su abuelo

-Que zorrita te has vuelto este año hija! Venga, vete a clase, no me lies que es tarde.- Cortó el abuelo viendo que aquello se le marchaba de las manos y tenía miedo de no estar a la altura.

-Es lo que tiene cuando te ves obligada a follar un mínimo de dos veces al día, al final te acabas acostumbrando o gustándote mucho como me pasa a mí jajajaja-  respondió Marga que aparentaba una madurez y soltura dignas de una persona adulta. Estaba claro que la sociedad había cambiado por completo consecuencia de la maldita Plaga.

Los dos hermanos salieron juntos de casa para dirigirse a clase, sin dar la mas mínima importancia a lo ocurrido en el salón, aquel tipo de situaciones eran las que tenían que vivir cada día si pretendían seguir adelante. Poco a poco la sociedad se estaba acostumbrando a las nuevas reglas, unas reglas impuestas, necesarias, forzadas por una situación desesperada pero que sobre todo las nuevas generaciones como Marga habían interiorizado como algo natural. Era mucho mas difícil de digerir para la generación de sus padres.

Marisa por su parte había llegado a la planta de sus oficinas, con la mirada perdida, al estar fuera de ciclo, pero las ideas claras de lo que tenía que hacer, se comportaría como un día normal sacando adelante su trabajo mientras nadie le ordenase un alto en sus quehaceres diarios.

Antes de entrar en la fase de fuera de ciclo sabía perfectamente que aquello sería difícil que ocurriese, mujer, jefa del departamento, un montón de hombres deseosos de ordenar cosas que jamás se atreverían en una situación normal. La excitación que crecía por momentos ansiando el deseado “calmante” masculino, su mente incapaz de negarse a cualquier petición, su voluntad anulada. Sería  complicado que fuese un día mas de trabajo, muy complicado.

Sus manos empujaron las puertas abatibles de entrada al departamento, el ruido de sus tacones al caminar hizo que se girasen los que allí estaban trabajando.

-Buenos días jefa- dijeron los primeros que se encontró en el pasillo, pero todos se fijaron primero en aquellos dígitos en rojo que parpadeaban en su reloj marcando el 00

-Alto jefa!- dijo uno de los que primero se dió cuenta de ese “pequeño detalle”, tan importante en aquella sociedad acostumbrada a mirar primero a la muñeca de las mujeres y luego a su cuerpo.

Marisa se frenó en seco, apenas había recorrido media docena de metros del largo pasillo que la llevaba a su despacho. Las miradas de los hombres se centraron en ella, al menos los más próximos a la entrada  que dejaron al instante lo que estaban haciendo.

-Subete la falda del vestido! Enséñanos el culo!- dijo otro que captó enseguida la idea de su compañero.

Como un robot las manos de Marisa cogieron el borde del vestido verde que llevaba y lo subieron  por su espalda hasta la cintura mostrando aquel culazo desnudo, las medias negras enfundadas hasta la parta alta de los muslos completamente a la vista.

-Jajaja chica lista! La Jefa viene hoy sin bragas a trabajar! Parece que  te toca hacer horas extra de puta sin cobrar,- dijo uno de los empleados

-Apuesto que si, jajaja hoy es de esos días que da gusto venir al curro, motivación de empleados creo que lo llaman!- añadió otro

-Desde luego que si, no hay nada mas motivador que La Jefa te la chupe en la oficina y se abra de piernas para que te la tires si te apetece jajaja-

-Sin embargo yo lo llamaría justicia. Que de vez en cuando le puedas dar por el culo a tu Jefa es un acto de justicia, todo el año te están jodiendo a tí- añadió el anterior

-Al baño Jefa! empecemos bien el día, que luego hay muchos moscones.- ordenó el otro

Marisa se dió la vuelta, los baños estaban fuera, justo antes de las puertas abatibles, salió de la sala por donde había entrado seguida por tres de sus empleados.

-Al general no, vamos al baño del personal de limpieza estaremos mas tranquilos- dijo uno de los tres.

Entraron los cuatro, era un cuarto amplio, vestuarios del personal de limpieza, taquillas, varias duchas, cabinas de aseo,  bancos para cambiarse la gente, uniformes colgados en alguna percha, no había nadie en ese momento, todo el mundo estaba en sus tareas, había comenzado la jornada.

-Quítate el vestido Jefa! Hoy te pondrás un uniforme que te sentará mucho mejor. Pero primero siéntate en ese banco, empezaremos por trabajarte la boca un poco- ordenó uno de los tres, de los más jóvenes del departamento, apenas unos 25 años, alto, fuerte, moreno, pelo corto, pinta de hipster (modernillo).

Marisa se quitó el vestido que llevaba quedándose solo con las medias y los tacones, no llevaba nada debajo. Aquellas tetas pequeñas, firmes, erguidas, de grandes areolas y pezones puntiagudos quedaron a la vista y varias manos se acercaron para manosearlas, impacientes, antes de que llegase a sentarse.

-Joder las tiene duras como una adolescente, que ricas mmm, debería ir siempre con las tetas al aire jajaja- dijo el mayor de los tres, un veterano cercano a los sesenta, canoso, de gafas y barriga cervecera.

El tercero no espero mas y con la polla en la mano se impacientaba por acercarla a la boca de su jefa,  era un gordito treintañero con una verga pequeña, diminuta, apenas unos 8 cm pero erecta y ansiosa de meterse en la boca de Marisa.

-Jajaja vaya birria de polla tienes tío, mejor que no te la vean en la oficina, le va a saber a poco a este zorrón- dijo el jovenzano que revisaba los uniformes colgados en las perchas.

Marisa comenzó a chupar aquel pene pequeño sentada en el banco mientras el viejo empleado suyo manoseaba su cuerpo colocado a su espalda, viendo como el gordito no tardaba en sacarla de la boca de Marisa por miedo a correrse antes de tiempo.

-Ten cuidado gordo! no te vayas a correr antes de tiempo y nos jodas la fiesta!- dijo el viejo que sacándose la verga ocupó el lugar de su compañero. La de este no era muy larga, bastante mas que la de su compañero eso si, pero bastante gruesa, tamaño vaso de tubo.

-Prueba con esta zorrón, esta si que es una verga de verdad! Veamos si te cabe en la boca.- decía orgulloso el viejo presionando en los labios de Marisa que se esforzaba por abrir la boca todo lo posible y que le cupiese entera.

Mientras tanto el joven del grupo no encontraba un uniforme que le gustase pero si unas tijeras sobre una taquilla y pensó en darle creatividad al asunto recortando uno de los uniformes -me encanta hacer de sastre jajajaja, veréis que uniforme mas chulo le hacemos a La Jefa para que luzca palmito hoy en la oficina.-

-¿Vas a llevarla a la oficina vestida con esos retales?- preguntó curioso el gordito

-Claro que si! Verás que contentos se ponen todos al ver a la Jefa vestida de criada enseñandolo todo jajajaja- rió burlándose el joven

El viejo había conseguido calzarle la verga por completo en la boca de Marisa que se esforzaba por asimilarla entera - Mirad que bien se la come esta puta! Traga mamona, traga!- decía el viejo encantado de ver a su Jefa mamando con aquellas ganas.

-Ponte a cuatro patas sobre el banco Jefa!- ordenó el joven con ganas de disfrutarla también

Marisa sacó por un momento la verga que ocupaba su boca para colocarse sobre el banco del vestuario, el viejo reanudo la mamada al instante mientras que el joven ocupaba el espacio entre las piernas de Marisa presionando aquella verga larga y delgada en la entrada del culo de su jefa.

-Uhmm vamos a darle por el culo a la Jefa! vaya culazo tienes zorrón, que bien entra mmm!- decía el joven que sin mayores esfuerzos se la calzó hasta los huevos mientras su compañero le daba de mamar.

El gordito a un costado de Marisa le manoseaba las tetas con una mano mientras se pajeaba con la otra, estaba callado, no le gustaba que se metieran con el tamaño de aquella diminuta pollita.

Estuvieron un buen rato así, para luego cambiar la posición el viejo y el joven, esta vez el viejo apostó por joderle el coño a su Jefa mientras el otro la hacía chuparle la polla de arriba abajo dejándola lustrosa después de la enculada.

Cuando los tres estuvieron cansados de aquel juego se corrieron sobre el cuerpo de Marisa, espalda, nalgas y cara fueron los destinos de las corridas de los tres, las gotas de esperma se deslizaban por su cuerpo y caían al suelo

-Uhh que gustazo follarse a la Jefa, joder que ganas tenía- decía el joven que cogió el uniforme que había recortado antes para hacerselo poner a Marisa una vez que la hicieron limpiarse en el lavabo.

-Ponte esto- dijo el chaval

Era un uniforme de doncella del servicio de limpieza, recortado por abajo para convertirlo en una micro falda que dejaba a la vista prácticamente todo al minimo gesto si se inclinaba un poco.  Cogió de nuevo las tijeras y recortó ahora sobre el cuerpo de Marisa el uniforme en la parte del escote, haciendo un tremendo escote cuadrado que llegaba justo al borde de la altura de los pezones de Marisa.

-Mmm creo que será suficiente. Veamos, inclínate un poco hacia adelante- ordenó el joven

Marisa obedeció, la tela estaba cortada justo a la altura de los pezones, nada mas inclinarse las tetas quedaron completamente a la vista, dos conos firmes apuntando al suelo con aquellos pezones puntiagudos desafiantes.

-Quieta así!- ordenó de nuevo el joven moviéndose para ponerse a la espalda de Marisa y verla desde atrás, inclinada un poco hacia adelante el culo se mostraba por completo, la visión de aquel coño recortado, cuidado, de labios grandes brillantes por la humedad era perfecta.

-Uhmm perfecto. Ahora cuando entremos iras mesa por mesa de cada empleado inclinándose así, primero de frente, luego de espaldas y les preguntaras ¿Quieres algo? ¿Puedo hacer algo por ti?-

-Que cabronazo estas hecho- dijo el viejo mientras cogía un delantalito blanco que había sobre un carrito de la limpieza - Ten dale esto, el delantal blanco le sentará bien con ese vestido negro-

Tenía razón, aquel detalle le quedaba perfecto, opinaron los tres y volvieron al departamento donde Marisa se dirigió a la primera mesa ocupada por uno de sus empleados.

-¿Quieres algo? ¿Puedo hacer algo por ti?- preguntó Marisa a su empleado mientras se inclinaba delante de su mesa para que pudiese verle las tetas por completo

-Claro Jefa, claro!- respondió el primero

Uno tras otro los 9 empleados que quedaban en el departamento fueron satisfaciendo sus instintos con su Jefa, mamadas  bajo la mesa, follada sobre las mesas de sus empleados, enculada de pie apoyada sobre alguna otra, ninguno quiso regalarle su leche dentro, todos se corrieron fuera. Terminada la jornada volvió a su casa cubierta de semen con las misma ropa de criada, destrozada, igual que sus medias, terriblemente excitada, seguía fuera de ciclo, pero en su cabeza había una idea clara, conseguir que su hijo le diera su leche el próximo día antes de salir de casa para ir al trabajo.

CONTINUARA

A petición de muchos de vosotros hoy acorte el relato. Espero que así sea mas de vuestro agrado, pero no olvideis valorarlo en la Web para confirmar que es así.

Besitos para todos mis seguidores

MariaRuizRed