Excitadas y sin fuerza de voluntad.2ª parte
Marisa y su hija Marga sufren las consecuencias de un compuesto hormonal que provoca una excitación incontrolable al mismo tiempo que una disminución en la pérdida de voluntad.
Continuación del relato “Excitadas y sin fuerza de voluntad”, se recomienda leer el anterior a los que no lo hayan hecho para poder seguir la trama y conocer los personajes.
Ha pasado un año, desde el inicio del tratamiento con hormonas a las mujeres en edad reproductiva, para contener “La Gran Plaga”. El tratamiento parece ser efectivo contra La Plaga y a frenado en seco el fallecimiento de mujeres, salvo casos excepcionales.
Por otra parte la sociedad está teniendo que asumir a cambio las consecuencias secundarias del suministro masivo y diario de un complejo hormonal que produce un aumento exponencial de la excitación femenina paralelamente que afecta a las zonas del cerebro que regulan la fuerza de voluntad y capacidad de decidir por uno mismo.
Estos efectos secundarios solamente se pueden contrarrestar con el efecto relajante y desinhibidor del semen masculino, que permite normalizar los niveles de excitación al tiempo que se recuperan las capacidades individuales de decisión y voluntad propia.
Durante todo este año las investigaciones tan sólo han conseguido estabilizar el compuesto hormonal para que los efectos secundarios se manifiestan regularmente a las 12 horas de la ingesta, a esos dos períodos diarios se les denominan “ciclos”. Todas las personas llevan un implante neuronal que permite la conexión directa a la red global de internet. Gracias a esta conexión neuronal las mujeres reciben su dosis diaria de hormonas on-line vía internet, al mismo tiempo se activa un reloj digital de cuenta atrás visible en la muñeca de cada mujer que indica el tiempo que le falta para recibir su nueva dosis hormonal diaria y el tiempo recomendado para recibir la dosis de semen denominada “calmante” que evite se dispare el grado de excitación y se vuelva incontrolable.
Los nuevos avances han permitido estabilizar a nivel global la necesidad de “calmante” dos veces al día. Cumpliendolo regularmente las mujeres pueden llevar una vida “relativamente normal”. Si por cualquier motivo “el calmante” no se administra cada 12 horas el grado de excitación aumenta a gran velocidad al mismo tiempo que en paralelo desaparece la fuerza de voluntad, convirtiendo durante ese período de tiempo a las mujeres en hembras ansiosas de sexo, carentes de voluntad, que acatan sin discusión órdenes directas, claras y sencillas. Se transforman en meros robots de carne y hueso deseosos de copular, a esa fase la sociedad la denomina “objetos”.
La administración a establecido por todas partes los llamados “centros de donantes”, donde varones voluntarios acuden para suministrar su semen a las hembras, el denominado “calmante”, dos veces al día “ciclos”. A esos “centros de donantes” acuden mujeres que en su círculo cercano no disponen de hombres que les faciliten sus dos dosis diarias de “calmante”.
El semen se ha convertido en un bien preciado, la necesidad que tienen de él, dos veces al día, todas las mujeres hacen que no todas puedan conseguirlo. Aún para las que disponen de pareja estable y activa sexualmente, les resulta complicado obtener las dos dosis diarias de “calmante” de forma constante. El entorno de familiares, amigos y conocidos mas cercano suele ser el más utilizado para obtener la dosis. La sociedad ha llegado a asumir como “normal” que los donantes sean familiares directos, padres, hijos, hermanos, cuñados, tíos, suegros, o varones próximos como vecinos, compañeros de trabajo, conocidos en general.
El componente ético y moral del sexo ha desaparecido, prima la obtención del preciado “calmante” por eso se ha convertido en algo normal que en cualquier reunión de tipo familiar, social o de trabajo una hembra necesitada de “calmante” se ofrezca o solicite voluntarios. Habitualmente una felación es la forma mas fácil y sencilla de obtenerlo pero cada día los voluntarios escasean más por la alta demanda. Las exigencias para donar cada vez son mayores, en muchos casos los hombres ya no se conforman con donar solo por obtener sexo, habitualmente piden otro tipo de compensaciones, monetarias o de otro tipo.
Las que peor lo tienen son las hembras menos agraciadas físicamente, les resulta mucho mas complicado conseguir “donantes”, tienen que comprarlos u ofrecer otro tipo de cosas que les puedan interesar. En algunos casos se llega a verdaderos casos de esclavitud por la dependencia del “calmante”.
La administración ahora admite que en los llamados “centros de donantes”, los voluntarios puedan escoger entre las demandantes, como cualquier mercado es cuestión de oferta y demanda. Ahora mismo la demanda supera la oferta en muchos lugares. Una mujer que no encuentra un “donante” cuando completa su ciclo de 12 horas si no dispone de una red familiar o de amistad cercana corre grave riesgo de caer en manos de la mafias que proliferan por doquier. En esos casos su acelerada pérdida de voluntad unida a la rápida excitación de su organismo hacen que fácilmente sean captadas por desaprensivos que se aprovechan de ellas hasta límites difícilmente entendibles.
De algún modo el sexo se ha convertido en una adicción para todas las mujeres que necesitan conseguir sus dos dosis diarias de esperma.
La administración intenta normalizar la situación, fomentando que la mayoría de las mujeres continúen en sus puestos de trabajo, centros de formación o actividades cotidianas. Muchas, sin embargo, permanecen recluidas en sus casas donde su entorno familiar o de amistad las provee del “calmante” diario.
Todo el mundo va mirando las muñecas de las mujeres que se encuentran a su paso, concretamente sus relojes digitales, donde grandes números fosforitos marcan el tiempo restante para final del ciclo. Si una mujer toma “calmante” antes de final de ciclo comienza desde ese momento un nuevo ciclo de 12 horas, por eso en muchos casos se anticipan a la hora prevista ante la falta de seguridad de obtenerlo en su momento.
Físicamente la ingesta masiva de hormonas también ha tenido sus consecuencias en las mujeres tras el primer el año de tratamiento, los rasgos femeninos se están acentuando, caderas mas anchas, aumento del vello púbico, pechos mas grandes, especialmente en las mujeres mas jóvenes, cada día es más frecuente ver adolescentes que acaban de tener su primera regla con pechos que superan con creces una talla 100 de sujetador.
Para evitar los embarazos no deseados a todas las mujeres en edad fértil se les ha colocado un dispositivo similar al Diu de tal modo que la mujer decide en que momento desea ser fecundada.
A pesar de todas estas matizaciones que condicionan la vida diaria, la gente intenta llevar una vida “normal”. La gran mayoría de las mujeres han vuelto a sus trabajos y quehaceres diarios, la posibilidad de saber actualmente la hora exacta del final de cada ciclo de doce horas hace que cada mujer pueda ajustar sus horarios para decidir dónde encontrarse en el momento de necesitar una “donación”. Para ello la administración obliga a las empresas a tener una flexibilidad total en el horario de trabajo de las mujeres para que cada una pueda decidir en que momento finalizar o paralizar su jornada laboral si necesita “un calmante”.
En cualquier caso la teoría es una cosa y la realidad en muchos casos es muy distinta, dado que muchas mujeres desconocen quién puede ser su donante cuando finalice el próximo ciclo de doce horas. No todas disponen de una pareja y un círculo familiar o de amistad que garantice su ración de “calmante” cada doce horas. Es muy frecuente que las que tienen pareja, con suerte el donante sea la pareja en uno de los dos ciclos diarios, pero también es muy habitual que esa persona no sea capaz de “donar calmante” en el segundo ciclo diario. La promiscuidad ha dejado de ser mal vista socialmente ahora es una necesidad asumida por todo el mundo.
Nuestros protagonistas de la historia han establecido unas rutinas en su vida diaria que les permita adaptarse a la nueva realidad social.
Agustín el padre de Juan continúa instalado en casa de su hijo, lo que en principio iban a ser unos días dadas las circunstancias actuales han hecho que sea un pilar básico en la vida familiar. No tanto por su capacidad física ya mermada a sus 70 años, sino por su capacidad de organización y dirección, como militar retirado sigue llevando la batuta en la familia de su hijo.
Hoy domingo aprovechando que Juan no trabaja ha reunido a toda la familia en el salón de casa, son las 8 de la mañana, Marisa, su nuera y Marga, su nieta, acaban de administrarse on-line su dosis diaria de hormonas. A su vez les corresponde el final del ciclo de 12 horas y la necesidad de tomar “su calmante” (el semen necesario para contrarrestar el aumento de excitación y la pérdida de voluntad que ocurre en paralelo). Agustín fué quien decidió que el mejor horario para las dos mujeres eran las 8 de la mañana y 8 de la tarde para administrarles “calmante”, eso les permitiría ir relajadas y con plenas capacidades mentales al trabajo o los estudios respectivamente.
Jorge, el hijo de la familia, por su juventud y potencia sexual lleva todo el año donando dos veces diarias “calmante” a su madre o hermana indistintamente, en función de las indicaciones de su abuelo que es quien planifica diariamente la asignación de donantes. Agustín viejo zorro experimentado a conseguido la colaboración de varias personas que aseguren “calmante” diario para su nuera y su nieta, entre ellos su otro hijo Carlos, el hermano de Juan y los dos jovencitos vecinos, amigos de su nieto Jorge.
Juan, el padre de familia, excelente investigador pero nulo como semental ha preferido todo el año escabullirse del problema delegando en su padre que se encargue de solventarlo. El, que conoce mejor que nadie el problema, parece negar la realidad en su propia casa, intenta no ver lo que ocurre cada día, dándole la espalda a su familia, impotente, incapaz de donar “calmante” ni un solo día a su mujer, avergonzado de si mismo, rehuye el tema y se evade a la menor ocasión. Pero aquella mañana Agustín después de todo un año está dispuesto a poner las cosas claras, sentados en la gran mesa del salón están Agustín, su hijo Juan, su nuera Marisa y sus nietos Marga y Jorge.
El viejo Agustín toma la palabra -Hijo, llevas todo el año escondiéndote del problema que hay en tu propia casa, ya es hora de que lo afrontes. Las cosas son como son, y mientras Tú, entre otros, no encontréis una solución tenemos que convivir con esto. Tu mujer y tu hija necesitan semen dos veces al día igual que todas las mujeres de este maldito planeta. Tu hijo cumple por ti y por él, ya no puede hacer mas, demasiado que se esfuerza para estar a la altura dos veces al día, yo solo puedo muy puntualmente. Tú no ayudas en nada y tengo que conseguir dos voluntarios todos los días y cada vez es más difícil conseguirlo, me parece que no eres consciente de ello.-
El tono de cabreo del viejo era mas que patente, Juan no resistía la mirada de su padre, avergonzado, sabiéndose impotente. -Padre, soy consciente del problema, pero yo físicamente no soy capaz, no puedo, me avergüenza reconocerlo pero es así. ¿Que quieres que haga?-
-Tu hermano Carlos nos ayudaba hasta ahora, pero ya se ha cansado, dice que le miras con desprecio, que nunca se lo has pedido, que no se lo agradeces. Tienes que hablar con él, tragarte tu orgullo y pedirle perdón, pedirle su ayuda, le necesitamos, tu mujer y tu hija le necesitan- dijo Agustín con un tono de voz que demostraba su evidente cabreo.
-Tienes razón padre, lo haré, se me sigue haciendo muy duro todo esto- decía Juan a punto de echarse a llorar como solía hacer siempre que se planteaba este tema.
-No llores joder|. Eres un hombre hecho y derecho, tienes que ser consciente de la realidad, tu más que nadie, quiero que le llames hoy mismo, |Ahora| o serás tú quien este con tu mujer y tu hija cuando empiecen a gemir necesitando su “calmante”.
A Juan no le quedó mas remedio que coger su móvil y llamar a su hermano, disculparse, pedir perdón y pedirle su ayuda. -Ya está padre, vendrá hoy mismo-
-Bien, eso nos ayuda, pero no nos garantiza que tu hermano pueda “donar calmante” todos los días, están los chavales amigos de Jorge, los vecinos, pero su madre los reclama también cada día, la mayoría de las veces no les dejan venir a casa. ¿Alguna sugerencia de donante? necesitamos alternativas.-dijo Agustín mirando uno a uno a todos los presentes.
-En clase nos han dado una alternativa para conseguir donantes entre los profesores y alumnos, pero para eso necesito que papá firme la autorización- Dijo Marga, la hija
-Eso sería una excelente solución que nos ayudaría mucho. ¿Por que no la has firmado ya Juan?
-No creí que fuese necesario si lo solucionamos en casa. No me gusta que extraños hagan esas cosas con mi hija.- respondió Juan
-|Despierta hijo| el mundo actual es así, se acabaron los prejuicios y las mojigaterías con relación al sexo, conseguir semen es una necesidad vital para las mujeres en estos momentos. Trae esa autorización para que la firme tu padre Marga, hoy quiero soluciones no palabras vacías- ordenó Agustín.
Marga se levantó para ir a su cuarto a buscar el documento que firmó su padre autorizando que el colegio proporcionará donantes entre los profesores y alumnos.
-En la empresa también hay un grupo de donantes para las empleadas, también hay que solicitar formar parte del programa, intentamos frenar el continuo abandono de los puestos de trabajo- explicó Marisa
-Bien, apúntate Marisa, tu no necesitas la autorización de tu marido, esto no es algo puntual, ni pasajero, es una necesidad diaria, tenéis que mentalizaros todos. Tu hijo no puede soportar mucho mas tiempo la presión de este año, le costará su salud por muy joven que sea.- Dijo Agustín viendo como su nuera asentía con la cabeza.
El pobre Jorge estaba teniendo que tomar vitaminas, había perdido mucho peso, el médico dijo que tenía que cesar o reducir drásticamente su actividad como donante al menos durante unos días para recuperarse, sufría anemia.
-¿Alguna otra sugerencia?, Ninguna?, bien hijo hoy serás tú quien se encargue de buscar ayuda para tu mujer y tu hija, es la mejor manera de que seas consciente de la realidad. Ni tu hijo Jorge ni yo te vamos a ayudar hoy. Marisa y Marga han completado su ciclo, pronto necesitaran “calmante”. Hoy dependen de ti, decide y actúa- dijo tajante Agustín cansado que su hijo escurriera el bulto.
-Pero padre yo….no se que puedo hacer- decía Juan angustiado
-Es sencillo hijo, o lo haces tu o buscas quien lo haga yo llevo un año buscando soluciones hoy te toca a tí- Dijo el viejo Agustín cogiendo a su nieto Jorge para llevárselo de allí, necesitaba que su hijo se enfrentará de una vez con la realidad.
Juan se quedo a solas con su mujer y su hija, aquella situación le superaba, cuando comenzó a ver como las dos mujeres comenzaban a gemir y se retorcían en la silla empezó a angustiarse, tenía que hacer algo, ¿pero qué?.
Juan cogió el teléfono y llamó de nuevo a su hermano Carlos.. No quería recurrir a él, pero no tenía muchas mas alternativas. Carlos era su polo opuesto , vividor, holgazán, bebedor y mujeriego. Por contra tenía un físico envidiable moreno, alto, fuerte, con don de gentes, nada que ver con el apocado ratón de laboratorio, de físico enclenque que era Juan.
Juan le explicó la situación, Carlos no vivía muy lejos de casa de su hermano, era algo mayor que él, tenía 56 años y se había quedado viudo con la maldita Plaga.
-Esta bien hermano, ya te dije antes que contaras conmigo, iré ahora-
Apenas 30 minutos después Carlos llamaba a la puerta, Juan se levantó para abrirle.
-Están en el salón, hace casi dos horas que han superado el ciclo, están muy excitadas las dos, no sabía que hacer- dijo Juan a su hermano al verle nada mas abrir la puerta.
-Joder ya sabes lo que hay que hacer, necesitan polla, una buena corrida que las relaje o como decís los pijos para disfrazar las palabras “necesitan calmante”- dijo Carlos con malos modos, harto de la mojigatería de su hermano.
-Sabes que no me acostumbro a esta situación, es superior a mí. Ve al salón y haz lo que tengas que hacer cuanto antes, es domingo y quería ir a misa con mi mujer y mi hija. Yo prefiero esperar en el dormitorio, no me gusta ver estas cosas.- Dijo Juan, intentando escurrir el bulto una vez mas.
-No me toques los huevos hermanito, tu mujer y tu hija llevan un año comiendo pollas o follando un par de veces al día como todas las mujeres de este planeta, entérate de una puta vez. Y pon de tu parte como hacen todos los hombres del mundo con sus familias, ven conmigo, hoy lo vas a ver quieras o no quieras- dijo Carlos en un tono que obligó a Juan a bajar la cabeza y seguir a su hermano al salón.
Los dos hombres entraron en el salón, Marisa y Marga permanecían sentadas junto a la mesa. La mirada perdida de ambas y su respiración agitada eran claros signos de que ambas habían superado el ciclo de las 12 horas. Las dos vestidas con sendos vestidos discretos de verano, arregladas para salir al oficio religioso de los domingos.
-Miralas, parecen dos santurronas. Te crees que por rezar mas Dios evitará que tengan la necesidad de follar que les pide su cuerpo? Deberías saber que la mayoría de beatas que acuden a la iglesia los curas las hacen esperarse hasta que sobrepasan su ciclo para follarlas a su antojo, algunas son retenidas varios ciclos teniendo que someterse a todo tipo de vejaciones por los beatones asiduos que tanto veneras.-
-Eso que dices no son mas que insidias, injurias, ningún representante de Dios haría esas cosas con mujeres que han perdido su voluntad- dijo Juan molesto por las groserías y perversiones que la sucia boca de su hermano soltaba por despecho según su forma de entender las cosas.
-Jajaja infeliz, necesitas ver para creer, está bien, haré que lo veas para que salgas de tu letargo.- Dijo Carlos, al tiempo que indicaba a su cuñada y sobrina la ropa que quería que se pusieran para salir de casa. Aquel domingo irían a misa pero no después del “calmante”, sino antes.
Unos minutos después regresaba Marisa al salón, vestida con una minifalda negra, extremadamente corta, con bastante vuelo, medias negras altas al muslo, zapatos de tacón negros y una blusa negra semitransparente que dejaba ver bastante nítido un sujetador de encaje negro que apenas cubría aquellos pechos firmes, pequeños, dos conos puntiagudos tan tiesos que parecían artificiales. El sujetador los cubría por la parte inferior dejando los pezones puntiagudos a la vista clavándose en la fina gasa de la blusa.
-¿No pretenderás que mi mujer salga vestida así de casa?- dijo Juan a verla mirando a su hermano.
-Claro que si, no tenemos que salir del edificio, la capilla que yo recuerde esta en la planta 50, quiero que veas cómo tratan hoy en día a las beatas como tu mujer en las iglesias. Pero si lo prefieres me voy y tú te encargas de darles a las dos lo que necesitan.- Dijo en tono sarcástico Carlos a su hermano.
-Date la vuelta Marisa y súbete la falda- ordenó a continuación Carlos viendo como Marisa se ponía de espaldas a ellos y sus manos levantaban la falda mostrando aquellas medias altas al muslo, no llevaba nada más, sus nalgas desnudas se mostraban por completo.
-No lleva bragas, eres un cerdo..- protestó Juan
-Tu mujer necesita que se la metan y se corran, ¿para qué necesita llevar bragas?. De verdad sigues sin entender cual es el objetivo que tiene que conseguir?, Dilo joder, dilo, verbalizalo, te hace falta escucharte a ti mismo, hermano, DILO|- insistió Carlos a su hermano.
-Necesita que se corran dentro de ella, conseguir esperma que actúe de antídoto de las hormonas- respondió Juan
-Eso es hermanito, eso es, repitelo las veces que haga falta, tu mujer y tu hija necesitan una buena corrida dentro de su cuerpo, eso es lo que necesitan, ¿no es así?
-Si, asi es. -Confirmó Juan
Poco después entraba en el salón Marga, la hija de Juan, vestía una faldita de cuadros típica de los uniformes escolares, zapatos planos de puntera redonda y calcetines blancos, un blusa blanca que dejaba bien claro que no llevaba nada debajo por la forma en la que le botaban las tetas a cada paso que daba.
-Estás loco, cómo eres capaz de pedirle a mi hija que se vista así?
La gordita Marga permanecía inmóvil, de pie, frente a los dos hombres, con la mirada perdida, mordiendo sus labios, juntando las rodillas, se notaba como su grado de excitación iba en aumento a medida que pasaba el tiempo.
-¿Loco yo?, eres un hipócrita hermano. Tu me pides que les de “calmante” a tu mujer y tu hija porque no eres capaz de pedirme que necesitas que me las folle para que consigan las dosis de leche diaria que les hace falta. ¿Como te piensas que les doy mi leche? ¿rezando?. Llevo un año jodiendome a tu mujer y tu hija para que ahora me salgas con estas idioteces?. Subete la falda Marga y ábrete la blusa, quiero que tu padre te vea bien.- ordenó Carlos
Marga obedeció al instante, desabotono la blusa dejando a la vista aquellas dos tetazas mucho mayores que las de su madre y levantó su falda sujetándola con las dos manos mostrando que no llevaba bragas para que los dos hombres pudiesen ver perfectamente aquel coño peludo.
-¿Cuánto hace que no ves a tu hija en pelotas? Mira como le han crecido las tetas este año por culpa de tu compuesto hormonal, fíjate en ese coño que hace un año parecía rasurado por completo y ahora poblado con esa mata de pelo que parece un felpudo de los años 70. Tienes que ver las cubanas que hace con esas tetas, espléndidas, lo que ha aprendido esta chiquilla en este año, la chupa de maravilla y le encanta que le follen el culo, personalmente es lo que hago siempre que me pide “su calmante”. ¿Que te piensas, que la leche se la damos en biberón?. Te aseguro que se la sabe trabajar muy bien, deberías probarla en lugar de hacerte el digno y pedirle a otros que cumplan lo que tu no haces por hipócrita.- recriminaba Carlos a su hermano que se sentía avergonzado de escuchar todo lo que le decía su hermano.
La cruda realidad se le hacía muy difícil de asumir a Juan, ver a su mujer y su hija vestidas así, expuestas, dispuestas a recibir los favores del primer donante que se lo pidiese, de la forma que les dijeran, ansiosas de sexo, sin voluntad. Juan se sentía responsable de todo aquello al no haber podido conseguir una vacuna o compuesto que obligase a comportarse a las mujeres como “objetos”.
-Te doy a escoger hermanito, jodete a tu hija ahora, delante de mí, que yo lo vea, dale tu leche, “su calmante” y se quedará en casa feliz y relajada, no necesitará que nadie lo haga por tí. En caso contrario cállate, observa y se consciente de la realidad de una puta vez hermano.
-Juan seguía sin reaccionar, incapaz de hacer lo que le pedía su hermano, en voz baja no dejaba de repetir “no puedo hacerlo… no puedo hacerlo”
-Esta bien hermano, entonces vas a tener que ver lo que ocurre cuando tu no cumples tus deberes con las hembras de tu casa. Abróchate la blusa Marga y baja la falda, nos vamos a misa.-Dijo Carlos haciendo que las dos mujeres y su hermano le siguieran al rellano para coger el ascensor.
Minutos después entraban los cuatro en la capilla de la planta 50, un sacerdote oficiaba el servicio, media docena de confesionarios abiertos ante los cuales había colas de fieles dispuestos a confesar sus pecados. Una treintena de filas de bancos semivacios en los que apenas había un centenar de fieles. Con todo muchos mas de los que había antes de la plaga a este tipo de oficios religiosos de los domingos. Estaba claro que para muchos fieles la iglesia era un refugio donde pedir y esperar una solución a toda aquella locura que se había convertido la sociedad del momento.
Carlos miró los dos relojes digitales que ambas mujeres llevaban en sus muñecas, unos números rojos fosforitos brillaban intermitentes con las cifras 00 parpadeando. Señal inequívoca que ambas habían cumplido su ciclo y necesitaban donantes para conseguir el ansiado “calmante”.
-Hermanito tu quedate junto a mí y observa- pidió Carlos a su hermano antes de dirigirse a las dos mujeres.
-Vosotras dos quiero que caminéis por el pasillo central, despacio, hasta que alcanceis la altura de los reclinatorios laterales que hay frente al altar, arrodillaos en ellos y rezad lo que sepais- ordenó Carlos a su cuñada y su sobrina.
Marisa y su hija obedecieron, las dos mujeres comenzaron a caminar por el pasillo central ante las miradas de todos los fieles que había en los bancos, todos se fijaban en las dos pulseras con los números 00 parpadeando en rojo. Aquel indicador tan visible de que ambas necesitaban “calmante” para apagar su excitación sexual y su falta de voluntad para negarse a cualquier petición unido al atractivo de ambas mujeres, su ropa provocativa, su mirada perdida, ni uno solo de los presentes pudo evitar que su mirada las siguiese hasta que ambas se arrodillaron juntas en los reclinatorios dispuestos frente al altar.
Distintos hombres de varias filas de bancos abandonaron los sitios donde estaban para acercarse a las dos mujeres, algunos estaban solos en la capilla otros acompañados de sus esposas o familias actuaron del mismo modo. Todos parecían querer “ayudar a dos necesitadas” , pero también sabían todos que aquellas dos mujeres con el reloj en rojo harían cualquier cosa que se les pidiese, fuese lo que fuese y esa motivación era realmente la que les hacía ser tan voluntariosos.
El sacerdote que oficiaba junto al altar era testigo directo de todo aquello, rápidamente llamó al sacristán para decirle algo al oído. El sacristán era un hombre maduro que rondaría los 50 años, bajito, regordete, con poco pelo, realmente un hombre poco agraciado físicamente, que se apresuró a dirigirse hacia las dos mujeres, colocándose delante de ellas.
-Hermanas seguidme a la sacristía.- dijo escuetamente a las dos
Las dos mujeres se levantaron y siguieron al sacristán. A pocos metros tras ellas un grupo de hombres las seguía también, con ellos iban Juan y su hermano Carlos.
El sacristán aceleró el paso intentando que no les alcanzaran, se apresuró en entrar en la sacristía y pedir a las dos mujeres que esperaban dentro, cuando las creyó seguras salió a la puerta donde se agolpaban el grupo de hombres que pretendían entrar también.
-Sacristán déjanos pasar, hemos visto que las dos mujeres están fuera de ciclo, queremos disfrutarlas también- dijo uno de los hombres
-Hermanos no podéis entrar en la sacristía, cuando venga el párroco decidirá lo que corresponda- dijo por toda explicación cerrando la puerta tras él.
“Jodido sacristán, el párroco las quiere para él solo” dijo cabreado uno de los que se había quedado con las puertas en las narices. Juan que estaba junto a él escuchó el comentario.
“Tranquilo, los curas no se correrán dentro, cuando las disfruten nos las pasarán como hacen siempre.”, apunto otro de los que estaban en la puerta.
“¿Creeis que serán madre e hija?, la jovencita esta gordita pero tiene unas tetazas tremendas, me encantaría follarmela mientras le come el coño a su madre.”-dijo otro que estaba junto a Carlos y este no pudo evitar responder.
-Si lo son, yo las conozco- apuntó Carlos
-Ufff si son madre e hija de verdad son las mejores, si te corres primero en la madre y recupera la consciencia, sigue haciendo lo que le digas, hasta que le das la leche a la hija porque sabe como nadie lo que le hace falta a su cría.- respondió el anterior a Carlos.
-¿Suelen tardar mucho los curas?- preguntó Carlos de nuevo.
-Depende de cuantos curas haya, yo solo he visto al sacristán, imagino que vendrá el párroco también. Pero yo no me pienso mover de aquí, estas dos son de las que merecen la pena.- le respondió el mismo de antes a Carlos.
-¿Empiezas a darte cuenta hermanito? Esto es lo que ocurre cada día en tu querida Iglesia. Lo mismo que pasa que en cualquier lugar de este jodido planeta. Las mujeres son usadas como muñecas, hombres ansiosos de encontrarlas fuera de ciclo para hacer realidad las sucias fantasías que tienen en la cabeza. Cada día que pasa estoy mas convencido que todo esto es responsabilidad de la administración que nos gobierna. Han eliminado de un plumazo a las hembras prescindibles, las mayores, las que suponen mayor coste en cuidados y pensiones. Y por otra parte han convertido en esclavas a las demás, meros “objetos” para los hombres. ¿No te das cuenta?, vivimos en una sociedad asquerosamente machista que ha decidido prescindir de la competencia que representaban las mujeres.
-Estas loco, ¿cómo puedes pensar esas cosas?- replicó Juan que no aceptaba los planteamientos de su hermano.
-Hermanito, no solo estas ciego, sino que ayudas con tus conocimientos a que quienes nos gobiernan lleven a cabo su plan. Nos mienten a la cara, nos engañan ofreciéndonos el caramelo envenenado de fornicar con cualquier hembra, dispuesta, caliente, sin voluntad, sin alma. ¿Crees que se detendrán esclavizando sólo a las mujeres?. No, hermanito, no, cuando asumamos su esclavitud comenzará la nuestra, no tardarán en querer que la mayoría de los hombres seamos también muñecos a sus órdenes. Desarrollarán otra plaga parecida que elimine a los viejos, los no productivos, los que suponen coste. Y los demás todos al servicio de unos pocos poderosos, de las élites, el mundo es demasiado complicado de gestionar si la gente tiene voluntad, iniciativa, la conciencia es peligrosa para el poder. Es mas fácil si nos convierten en meros robots y si encima lo hacemos voluntariamente, pensando que es por nuestro propio bien, estamos encantados. ¿Acaso no es lo que les ocurre ahora a las mujeres?. En apenas unos meses las hembras de este planeta han admitido como mal menor ser usadas al antojo de cualquiera para conseguir el semen de los hombres, ¿no te parece una paradoja?. Conseguir semen, |que ironía|, ese es el único objetivo diario de cualquier mujer de este planeta en estos momentos. Ni reivindicaciones, ni feminismo, ni aspiraciones, tan solo un foco en la vida, hacer lo que sea a cambio de la corrida de un hombre. Se están burlando de nosotros hermanito, nos tratan como a niños y nos tragamos el anzuelo, para cuando nos demos cuenta todos seremos sus esclavos. Y tú hermanito, les estas ayudando a conseguirlo. Han eliminado 1.200 millones de mujeres de un plumazo, harán lo mismo con los hombres, el planeta está superpoblado, están eliminando lo prescindible, lo costoso. Y lo peor de todo convertirán a los que queden en seres sin voluntad. Ese es el futuro que nos espera como no reaccionemos a tiempo-
-Todo eso son fantasías tuyas Carlos. Yo vivo cada día intentando encontrar una solución al problema. Si fuese como dices nuestras instrucciones serían otras.- replicó Juan que se sentía incómodo ante aquellas dudas de su hermano que planteaba una supuesta conspiración del poder.
Dentro de la sacristía el sacristán sabía perfectamente lo que tenía que hacer. En primer lugar las hizo arrodillarse en unos reclinatorios muy bajos, donde parecían estar mas bien colocadas a cuatro patas, ya que los brazos se apoyaban muy bajo, la separación entre las rodillas y los brazos era la suficiente para que tuvieran que estirar el cuerpo, el culo levantado en pompa, las piernas separadas. El propio sacristán se encargó de levantar las faldas y echarlas sobre las espaldas de ambas, dejando sendas nalgas completamente desnudas. El sacristán sabía perfectamente que aquellos pantallas rojas, en las muñecas de las dos, parpadeando en rojo con los dos 00 indicaban que podía pedirles cualquier cosa al estar fuera de ciclo.
-¿Sois parientes? ¿Madre e hija quizás?- preguntó el hombre dirigiéndose a Marisa
Ella asintió con la cabeza.mientras el sacristán comenzaba a rellenar un completo cuestionario, nombre, edad, domicilio, parientes, ocupación, etc, etc.
El sacristán sabía que disponía de unos minutos hasta que llegase el párroco, oficiante del servicio religioso que había comenzado apenas llegaban las mujeres. Sonrió al comprobar que Marga asistía a clases en el edificio y que su profesor de religión era el párroco.
-“Don Clemente seguro que se alegra de verte en la sacristía Marga. Eres una jovencita muy guapa”- le dijo cuando se dió cuenta mientras se colocaba a la espalda de la chica entre sus piernas.
-Seguro que a mamá no le importa que te la meta un poquito primero a tí, este chochito peludo necesita polla mmmm- el sacristán quería aprovechar antes de la llegada del párroco, luego sería difícil poder disfrutarlas. Tenía el tiempo suficiente para metérsela un poquito a cada una con mucho cuidado de no correrse, eso no se lo perdonarían. Cogiéndose la verga con la mano la dirigió a la entrada del coñito de Marga que la recibió ansiosa cuando comenzó a follarla arrodillado a su espalda.
-Mmm que coñito mas rico, estas chorreando putita, se nota que tenías ganas, probemos el culito un poco antes de metersela a tu mami- con habilidad y rapidez volvió a coger la verga con la mano y apunto al ojete de Marga que lo acogió con la misma facilidad, completamente dilatado por la excitación.
-Mmm que estrechito pero que bien entra… |que gusto| últimamente vienen muy pocas mujeres pasadas de ciclo como vosotras y estoy un poco harto de esas beatonas habituales que vienen aquí porque no hay Dios que se las folle en la calle.- las manos ansiosas del maduro sacristán aprovechaban para manosear las tetazas de Marga mientras la enculaba.
-Uhmm vaya tetorras tiene tu hija Marisa, voy a tener que visitarla en clase con Don Clemente. me alegra mucho saber que tu papá a firmado esta mañana la autorización para participar en el programa de voluntarios. Uhmm yo también estoy en ese programa, no me podía perder la ocasión de disfrutar de jovencitas como tú, mmm mm que rico- El sacristán se contuvo, estaba apunto de correrse, la saco apresurado intentando controlar la corrida y esperando que le diese tiempo de metérsela un poco a la madre de Marga.
Miró el reloj, estaba a punto de finalizar la misa, no pudo aguantarse las ganas de montar un poco a Marisa, así que se levantó y cambió de montura repitiendo la escena anterior ahora con la madre.
-Uhmm Uhmm que ricas estais las dos…- decía mientras se follaba a Marisa cuando entró en la sacristía Don Clemente, el párroco.
-Cosme por favor,, ¿no te puedes aguantar un poco?, deja a la mujer, no te vayas a correr y prepara la cámara para comenzar la grabación-
Don Clemente, el párroco, era un hombre jóven sobre los 35 años, alto, moreno de poco pelo, extremadamente delgado, huesudo, gafas grandes de culo de vaso, pinta de mortadelo con sotana por su gran nariz aguileña. Comenzó a leer el cuestionario que había escrito el sacristán, -si ya me acuerdo de ti Marga estas en el aula C y de ti también Marisa, viniste hace unos meses a pedirme consejo sobre cómo actuar en estos tiempos de tribulación en relación con la educación de tu hija y los placeres carnales. También recuerdo de veros acudir al servicio de los domingos acompañadas del padre de familia. Me pareció verlo a la entrada de la sacristía cuando llegue- comentaba el párroco.
Aquellos dos hombres parecían Don Quijote y Sancho Panza, el contraste entre los dos era total. tanto físicamente como en el reparto de roles.
Cosme, el sacristán, colocaba la cámara de vídeo en el trípode mientras escuchaba los comentarios de Don Clemente. -Quizás las trajo el padre de Marga, algunos fieles cuando sus mujeres están fuera de ciclo intentan que sea la oración sea quien se encargue de calmar sus instintos-
-Puede que tengas razón Cosme, no es ninguna tontería lo que acabas de decir. Imagina que el marido de Marisa es quien las ha traído porque él no puede atenderlas, demasiada necesidad de “calmante” en estos tiempos de penuria que vivimos. Quizás sea un devoto creyente de los que piensan que la oración puede calmarlas. Creo que deberíamos hablar con él, si fuese como imaginamos nos vendría bien tener un devoto marido y padre que nos encomendara a su mujer e hija cuando estén fuera de ciclo. Tenemos muchos fieles generosos en sus donaciones cuando les hacemos partícipes de hembras como estas. Ya he visto que hay algunos en la puerta.-
El párroco decidido a comprobar si sus deducciones eran correctas salió de la Sacristía con la esperanza de encontrar al marido de Marisa entre los hombres que esperaban a la puerta. -Cubre sus nalgas Cosme, voy a ver si está fuera el padre.-
-¿Sois alguno el esposo de Marisa?- preguntó Don Clemente entreabriendo la puerta
Juan que esperaba junto a su hermano Carlos y media docena de hombres más levantó la mano. -Si, soy yo- dijo
El párroco invitó a pasar a Juan a la antesala de la sacristía, Carlos intentó pasar con él pero no le dejó. -Solo el esposo- dijo el párroco
-Pero soy su hermano. Yo he traído a mi cuñada y mi sobrina- protestó Carlos que no quería ser excluido.
-Lo siento. Solo el esposo. Todos los demás marchaos a vuestras casas, no hay nada aquí para vosotros.- El tono firme del párroco no dejaba lugar a discusión, todos se fueron marchando menos Carlos que decidió esperar a su hermano. La puerta de la sacristía se cerró cuando Juan pasó dentro.
-Usted dirá padre.- dijo Juan curioso por saber que le tenía que decir el cura.
-Hijo hemos tenido que resguardar a tu mujer y tu hija, están fuera de ciclo, las mujeres en esa fase corren riesgo de caer en malas manos. Quiero saber si las has traído voluntaria y conscientemente a la iglesia?. -
-Si padre, así lo hice, por recomendación de mi hermano.- respondió Juan
-Entiendo que es la persona que estaba contigo fuera, ¿no?. ¿Confías en él?, imagino que le habrás pedido su ayuda como donante.
-Así es padre. Le pedí su ayuda los últimos meses, pero a medida que avanza el tiempo se hace mas complicado solo con la ayuda de la familia, el me recomendó venir aquí.
-Bien hijo, la iglesia está para ayudar a sus fieles. No debes hacer caso a las mentiras y difamaciones que escucharás en estos tiempos. Marga y Marisa están rezando en la sacristía, la oración y la fé pueden calmar sus instintos. ¿Quieres verlas?-
-Si padre, me encantaría.
-Sígueme hijo- dijo el párroco encaminandose hacia la parte interior de la sacristía donde Marisa y Marga arrodilladas en los reclinatorios aparentemente rezaban concentradas con los ojos cerrados.
Juan pareció tranquilizarse al verlas en aquel estado de meditación, parecían en paz, en comunión con Dios.
-Hemos comprobado que la oración relaja a las personas de fé sin necesidad del placer de la carne. Pero se necesita tiempo, crear el hábito y la costumbre es muy importante y para eso es necesario tu colaboración como esposo y padre.-
-¿Que puedo hacer yo padre?- preguntó curioso Juan que siempre había sido un fiel devoto de la iglesia.
-Traerlas hijo, traerlas a la iglesia cuando estén necesitadas de la ayuda de Dios. Nosotros estamos para confortar a familias devotas como vosotros.
-Pero padre dada la frecuencia con la que necesitan ayuda a veces son horas intempestivas, la iglesia está cerrada en esos momentos, ¿que podemos hacer entonces?
-Hijo, las puertas de la iglesia están siempre abiertas para sus fieles. Te presento a Cosme, el sacristán, él te dará un número de teléfono para que le llaméis, vivimos todos en este mismo edificio. cada uno sirviendo a Dios de un modo diferente. Cosme se encargará de recogerlas y traerlas para que recen a Dios y las conforte en esos momentos. Pero ten en cuenta que la Iglesia no puede suplir siempre todas las necesidades de los hombres, tan sólo en los momentos en los que no encuentres alternativa deberás acudir a nosotros. Quizás pueda pasarme en algún momento por vuestra casa para rezar con ellas, especialmente con tu hija, por su juventud es la que más debe fortalecer su fé.
-Así lo haremos padre, me quita un gran peso de encima. Mi casa es la suya, puede venir cuando lo desee, será un placer recibir sus consejos. Mi hija también es mi mayor preocupación.
-Lo sé hijo, lo sé. Ahora quiero que vuelvas a tu casa, mientras ellas rezan evitando los pecados de la carne. Cuando su estado lo permita volverán a casa contigo.
El sacristán acompañó a Juan a la salida y le entregó una tarjeta con un número de móvil. -Para cuando necesiten nuestra ayuda- le dijo
Juan se despidió agradecido y salió de la Sacristía, su hermano le esperaba en la la puerta.
-Hombre de poca fé, no quiero escuchar de nuevo tus insidias. Vámonos, están en buenas manos.- dijo Juan a su hermano.
-Como tu digas hermanito, creo que te equivocas. Espero que cuando te des cuenta no sea tarde.- respondió resignado Carlos que pensaba en el refrán “no hay peor ciego que el que no quiere ver”
Mientras en la sacristía Don Clemente estaba satisfecho, colocado de pie frente a Marga que seguía arrodillada en el reclinatorio se levantó la sotana dejando a la vista una verga erecta, grande y gruesa que comenzó a restregar por la cara de la chica. -Ahora hija mía, con el permiso de tu padre, vas a chupar con ganas mi santa polla mientras rezas. La fé ayuda pero los hombres tienen que poner de su parte para que funcione y esa es nuestra tarea. ¿verdad Cosme?-
-Claro padre, ¿puedo hacer lo propio con la madre?-
-Si Cosme, nuestra misión es ayudar a estas fieles tan necesitadas- autorizó el párroco, viendo como su sacristán sin pensarlo dos veces se colocó a su lado, se sacó la verga y puso a mamar a Marisa que abrió la boca para recibirla a la primera indicación.
-No te corras Cosme, que te veo muy ansioso- le recordó el sacerdote.
-Tranquilo padre, cuando lo desee cambiamos, me encanta la cara de golosa que pone la chiquilla.-
-Jajaja, es cierto, esta zorrita le pone muchas ganas. Mira que bien se la traga entera. Es un regalo de Dios que les haga crecer tanto las tetas a tan corta edad, creo que voy a tener que correrme en ellas.-
-Mmm mmm es cierto, menudas ubres tiene la chica. La mamá tampoco lo hace mal, |chupa Marisa, chupa con mas ganas| |fijate que bien lo hace tu hija|... menudo idiota el marido que se creyó eso de que sólo rezando se les pasaba la calentura jajaja- se burlaba el sacristán
-La Fe hijo, la fé es lo que cura, fé en que nosotros nos encargamos de contentarlas de algún modo, pero fé en definitiva. A fin de cuentas la Fé es tan solo creer en lo que no se ve.- explicaba el sacerdote.
Don Clemente hizo poner de pie a Marga, quitarse la blusa, dejar libres aquellas ubres jóvenes, grandes, macizas, caídas por el peso, pezones y areolas pequeños en comparación con los de su madre. La carita de niña inocente la hacía mas deseable en contraste con aquel cuerpo voluptuoso de mujer madura, completamente desarrollada. La mirada perdida le quitaba encanto, perdía naturalidad, pero era el precio a pagar a cambio de su sumisión, su obediencia ciega y la falta de voluntad.
La mano de Don Clemente se metió bajo la falda de Marga buscando su sexo, sus dedos se deslizaron en el abundante vello del coño de la chica, empapada, chorreando flujo por su excitación y sus ganas de ser montada.
-Has nacido para joder hija mía, tu cuerpo es puro vicio- dijo el sacerdote mientras su otra mano amasaba los senos de aquella jovencita que se ofrecía dispuesta a complacer cualquier petición.
El sacristán la miraba deseoso también mientras con sus manos agarraba la cabeza de Marisa tirando hacia su cuerpo para que no dejase de mamar. Aquella pecosa jovencita, gordita y tetona despertaba un morbo natural, simplemente distinta a su madre. No eran comparables, Marisa era el perfil de mujer madura, atractiva, delgada, piernas largas, tetas pequeñas, muy bien conservada, tal como iba vestida parecía una zorra de lujo.
-Me encantaría ver a la madre comerle el coño a la hija- dijo Cosme viendo como el cura disfrutaba manoseando a la joven Marga.
Don Clemente escuchó la sugerencia, miró a Marga fijamente a los ojos -túmbate boca arriba sobre esa mesa y ábrete bien de piernas- ordenó a la chica señalando una pequeña mesita de no mas de un metro de altura que había en un lado de la Sacristía.
Marga obedeció, se estiró sobre la mesa, la cabeza en un extremo de la mesa, los pies apoyados sobre el otro extremo, las piernas completamente abiertas, aquel coño peludo totalmente expuesto en el centro.
El sacristán se apartó por un momento de Marisa para ajustar el enfoque de la cámara de video ahora enfocando la mesa en la que estaba Marga.
-Ven Marisa- dijo el sacerdote acercándose a la madre y llevándola delante de las piernas de su hija.
-Quiero que le comas el coño a tu hija, inclínate y lámelo bien. Separa las piernas, ábrete las nalgas con las dos manos, apoya la cabeza en el coño de Marga y chupalo.- ordenó el cura
Marisa obedeció las indicaciones y comenzó a lamer el coño de Marga apoyando la cabeza entre sus muslos mientras separaba sus nalgas con las dos manos ofreciendo su ano completamente abierto.
-Uhmm así, así, muy bien Marisa, no apartes las manos, voy a follarte este culo de puta que tienes. |Como me gustan las madres tan zorras, buff|- dijo el cura lamiendo un par de dedos que introdujo en el ano de Marisa comprobando que estaba suficientemente lubricado, aquella hembra estaba chorreando por todos sus poros. Saco los dedos y presionó la verga en el ojete de Marisa que no opuso resistencia alguna acogiéndola por completo.
-Gloria divina este culo querido Cosme- dijo el sacerdote comenzando a follarlo con fuertes embestidas.
Cosme asentía con la cabeza, no dijo nada de que él ya lo había disfrutado antes y ahora con la polla en la mano se dirigió a la cabeza de Marga para hacer que la mamase mientras su madre le comía el coño.
-Uhmm que bien la chupa esta criatura. Me parece que estas dos nos van a dar muchas tardes de gloria, mmm, asi, asi, chupa bonita, chupa- se relamía Cosme viendo el ansia con el que Marga devoraba su polla.
El cura Clemente enculaba con fuerza a Marisa, aquella hembra lujuriosa poseída por el Demonio empeñada en hacerle caer en la tentación del pecado carnal. Para aquel misógino impenitente las mujeres eran las responsables de todos los males, habían sido castigadas por aquellas ansias de superar al hombre y considerar que podían estar a su altura.
-Es para lo que sirven querido Cosme, es para lo que sirven, Dios en su divina sabiduría las ha castigado con este estado de permanente excitación para poder complacer a los hombres y ponerlas en su lugar. Es voluntad del señor que las usemos a nuestro antojo.- decía convencido el sacerdote que se creía sus propias palabras.
Tras un buen rato de embestidas Don Clemente estaba sudando como un cerdo, agotado sacó la verga del culo de Marisa -Necesito un respiro- dijo a su sacristán.
-Puedo hacer que cambien el papel? Me gustaría ver a la hija comerle el coño a su madre- dijo el sacristán pensando en follarse de nuevo a la jovencita.
-Si Cosme, puedes hacer lo que quieras- resopló el cura agotado por el esfuerzo de la enculada.
El sacristán se encargó de que ambas mujeres intercambiaran sus posiciones, Marisa se tumbó sobre la mesa boca arriba y Marga fue colocada de pie frente a sus piernas haciendo que comenzase a lamer el coño a su madre. Cosme se puso tras la chica para volver a follarse aquel chochito peludo mientras sus manos se afanaban de nuevo en sobar aquellas tetazas que colgaban y se movían de lado a lado.
La visión de la escena pareció animar de nuevo al párroco que se acercó a la cara de Marisa restregándole su flácida verga por la cara.
-Abre la boca puta, chupala bien y déjala limpia, huele a tu culo de sucia perra- dijo con desprecio pero viendo como Marisa obedecía ciegamente la orden. Aquella ansiosa mamada de Marisa despertó de nuevo la verga del párroco que llenó su boca, le costaba esfuerzo tragarse entera aquella verga en su máximo esplendor.
-Maldita perra la chupa con tanta ansia que parece un chucho con un hueso, va ha conseguir que me vacíe en su boca- Dijo Don Clemente que no pudo resistir más aquella mamada, corriéndose en la boca de Marisa que tragó hasta la última gota, como si su vida dependiera de aquel líquido.
Apenas unos segundos después el semblante de Marisa cambió, su cabeza recuperó la consciencia, la voluntad, su memoria almacenaba todo lo ocurrido cuando estaba fuera de ciclo pero al mismo tiempo le recordaba la necesidad de hacer lo que había tenido que hacer, no se lo cuestionaba. En períodos de lucidez ninguna mujer hablaba de lo ocurrido en fases fuera de ciclo, lo recordaban, lo asumen como algo necesario, una obligación que no era conveniente compartir.
Marisa incorporó la cabeza para constatar que su hija era quien le estaba comiendo el coño con verdaderas ganas, su memoria lo recordaba pero ahora tenía la voluntad para decir que no, para seguir, era ella misma. Instintivamente se dejó hacer, no le dijo nada a su hija.
El Párroco la miraba curioso -se nota que es la primera vez que te recuperas de un ciclo en compañía de tu hija, tu mirada te delata. Se que no dirás nada, haras lo que se te diga hasta que tu hija obtenga lo que necesita, es lo que se llama instinto materno, protegerás a tu cría. Se que es el momento más duro para una madre, hacer lo que le digan con plena consciencia, por su propia voluntad, porque tú cría está presente y sabes mejor que nadie lo que le hace falta. No se lo vas a negar, ¿verdad que no Marisa?-
-No, claro que no- respondió Marisa viendo como el sacristán estaba follando a su hija mientras la chica seguía lamiendo su coño abierta de piernas sobre aquella mesa.
-Deja de lamer el coño a tu madre Marga y levanta la cabeza- ordenó Don Clemente, viendo como la chica obedecía al instante apoyando las manos en la mesa sin dejar de ser follada por el sacristán en ningún momento.
-Baja de la mesa Marisa, mientras tu hija obtiene lo que necesita-
Marisa bajó de la mesa, se quedó de pie frente al sacerdote, minifalda negra, medias negras altas al muslo, zapatos de tacón y aquella blusita negra semitransparente ceñida al cuerpo que dejaba ver un sostén que apenas cubría sus pechos dejando sus pezones fuera presionando sobre la fina gasa,
-Pareces una puta de lujo. ¿Te gusta vestir así?- preguntó el sacerdote
-Yo no escogí esta ropa- respondió escuetamente Marisa que había perdido la vergüenza después de encontrarse desnuda o con ropas mucho peores en muchas ocasiones al recuperarse del final de ciclo.
-Comprendo, imagino que estas harta de recuperar la voluntad viéndote desnuda o vestida con cualquier ropa indecente. Para mí este el momento que mas me gusta de todos, sabiendo que estas consciente y con total voluntad. De no estar tu hija aquí imagino que saldrías corriendo para volver a tu casa y recuperar tu aparente vida normal. Se que eres una mujer de buena posición, un puesto importante en una gran compañía, he estado hablando antes con tu marido, parece un buen hombre, devoto, creyente.-
-¿Que es lo que quiere?, denle a mi hija lo que necesita, quiero volver a mi casa.- dijo Marisa con voz cortante
-No me gusta esa actitud. No estas en posición de pedir nada. Cosme deja de follarte a esa zorrita|- ordenó al sacristán que paró en seco y sacó su verga del coño de Marga.
-Perdón, no quise ser grosera. Mi hija necesita mucho “su calmante”, haré lo quieran pero no la hagan sufrir mas, por favor, se lo pido por favor- dijo Marisa arrepentida de su actitud, algo en su interior le decía que su única prioridad era conseguir que su hija obtuviera cuanto antes lo que tanto necesitaba.
-Eso está mejor, una postura inteligente. Sabes? me encanta que una mujer me de lo que quiero cuando puede decir que no, es cuando realmente merece la pena.
-Pidame lo que quiera, se lo daré, le he dicho que haría cualquier cosa-
-Tu marido me ha invitado a vuestra casa, cuando quiera, literalmente me ha dicho que su casa es mi casa. Quiero poder ir a tu casa y que Tú hagas lo que te pida estando plenamente consciente sin necesidad de que estés fuera de ciclo. Odio esa mirada de idiotas que se os pone a las mujeres en esos momentos. Que seas tu misma quien me pida que te folle el culo como he hecho antes, muy rico por cierto mmm y bien engrasado, se nota que te lo joden con frecuencia. ¿Quienes lo hacen? los habituales, tus mayores donantes, dímelo, quiero saberlo.-
-Mi hijo, mi cuñado, mi suegro…- principalmente ellos
-Maldita perra salida, eres una degenerada, como todas las mujeres, ¿no te da verguenza que tu propio hijo te monte como si fueras una yegua? ¿no podrías conformarte con ordeñarle para beber su esencia?, no, claro que no, no te conformas con eso, dejas que use tu sucio culo para vaciarse en él, eres una guarra como todas las mujeres-
El resentimiento del cura hacia las mujeres era tan grande que su boca vomitaba insultos intentando humillarla sin querer asumir que palabras como esas hacía mucho tiempo que habían dejado de ser humillantes. Era una cuestión de supervivencia, una necesidad, una obligación, no un vicio y aquel cura degenerado parecía no darse cuenta. Marisa guardó silencio, aquel silencio que resonaba más que ningún grito, un silencio que reflejaba el auténtico desprecio que ella sentía por él.
-No has respondido. ¿Haras lo que te pido?
.Lo haré. Denle a mi hija lo que necesita y haré lo que me pide.- respondió convencida Marisa que en ese momento era incapaz de negar nada, no porque careciese de voluntad, al contrario, su cabeza conscientemente le recordaba que lo primero era su hija y su hija ahora necesitaba solo una cosa, que se corrieran en ella.
-Muy bien Cosme, puedes darle tu leche a la zorrita.
CONTINUARÁ
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