Evitando la tragedia(2)
Maya, Pearl y Phoenix han llegado al templo Hazakura, no saben nada de lo que se está tramando pero el abogado parece que escucha los gritos del pasado...
27 de Febrero 6:30, Por carreteras nevadas
Un coche con las cadenas puestas se abre camino por la helada carretera, el sol se empieza a asomar por las montañas pero su luz no es suficiente como para alumbrar el asfalto.
El coche lo conducía un joven trajeado, a su lado dormía una adolescente que vestía igual que la niña pequeña que dormía en el asiento de atrás.
Nick, ¿falta mucho? – Preguntó la joven desperezándose.
Aún puedes dormir un rato más, así que aprovecha. – Le respondió sin dejar de mirar a la carretera.
Entonces el joven abogado sintió como la mano de su compañera se posaba en su entrepierna, éste no pudo evitar estremecerse al sentir las caricias de su copilota.
Maya, estate quieta. – Decía el abogado nervioso. – Esto puede ser peligroso.
Deja de decir tonterías Nick. – decía mientras bajaba la cremallera. – Será divertido.
La joven metió su mano dentro del pantalón de su compañero y sacó a la luz el flácido miembro. Las dos manos de la médium comenzaron a acariciarlo y éste no tardó en reaccionar poniéndose cada vez más duro hasta acabar mirando al techo del coche.
- Nick, no decías que no querías. – Decía su compañera riéndose. - Tu amiguito no dice lo mismo.
El abogado sin dejar de mirar a la carretera agarró de la nuca a su compañera y la dirigió a su entrepierna. Maya sonrió al ver hacia donde se dirigía su cabeza. Abrió la boca, ansiosa por sentir el caliente miembro de su compañero en su interior. Ese momento no se hizo esperar. La polla del abogado comenzó a abrirse paso hacia la garganta hasta entrar por completo, Phoenix soltó la mano de la nuca de su amiga y le dejó trabajar a ella.
Maya no tardó en actuar, le encantaba hacerlo, agarró con una mano el duro miembro y comenzó a masturbarlo lentamente mientras besaba el rojo capullo del abogado. La respiración de éste se había agitado, Maya se estaba calentando, le ponía a mil excitar a los hombres y más como lo estaba haciendo. Se tragó el capullo y comenzó a hacer círculos con su lengua, Phoenix lanzó un gemido, no pudo evitarlo, Maya era una experta en el arte de chupar.
Los gemidos de Phoenix calentaban más y más a la médium que comenzó a tragar cada vez más y más rápido el miembro de su compañero. Movía la cabeza con velocidad, el miembro entraba y salía lleno de saliva, hasta que en un momento el rabo de Phoenix desapareció completamente.
Una mano bajó desde el volante a la cabeza de Maya y se la acarició, el abogado sentía el calor de tener todo su miembro en la boca de su compañera. Maya continuaba a lo suyo, el ritmo con el que movía la cabeza era frenético, el miembro del abogado entra y salía a gran velocidad. Phoenix no podía más, su respiración estaba muy agitada era cuestión de tiempo que acabara explotando...
- Maya, aquí viene. - Dijo el abogado entre gemidos.
La médium se metió el rabo entero en la boca como acto reflejo y éste comenzó a disparar varios chorros de esperma contra la garganta de la joven que no dejaba de tragar, le encantaba el contacto de la leche caliente con su garganta además del toque salado que tenía el de su compañero.
- Dios Maya, eres un ángel. – Dijo Phoenix totalmente complacido.
La médium continuó un par de minutos más jugando con el ya flácido miembro del abogado en su boca. Cuando se lo sacó este estaba totalmente limpio, Maya se había tragado hasta la última gota de esperma que había salido de aquel rabo, lo guardó de nuevo en el pantalón y se incorporó en su asiento. Pasados unos minutos llegaron al templo Hazakura.
Aparcaron cerca de la entrada, el paisaje estaba totalmente nevado y una mujer les esperaba en la entrada del templo. Maya y Pearl se bajaron a toda velocidad del coche y abrazaron a la sacerdotisa.
- Bienvenidas. – Dijo la sacerdotisa con una sonrisa de oreja a oreja.
Las muchachas estuvieron abrazándola durante un largo minuto hasta que el abogado llego donde ellas.
Buenos días. – Dijo dirigiéndose a la sacerdotisa.
Buenos días señor Wright, Maya me ha hablado mucho de usted. – La mujer no parada de sonreír. - ¿Pasamos dentro?
Todos entraron dentro y la sacerdotisa comenzó a enseñarles el templo completo. Phoenix se fijó en Bikini, era una señora que rondaría los 40, muy bajita y bastante rechoncha, vestía el traje típico del templo: un kimono a tonos violetas y blancos y una capucha protege-demonios en la cabeza.
El templo era bastante amplio, muchas habitaciones para invitados, un gran comedor y muchas salas para meditar y relajarse. Eran ya las 8 de la tarde y Bikini se fue a hacer la cena.
Maya y Pearl fueron a ayudar a la sacerdotisa con la comida, y allí fue donde conocieron a Elise Deuxnim (es la líder del clan Fey) estuvieron hablando con ella durante un largo tiempo.
Phoenix aprovechó para dar un paseo por el templo, había unas vistas muy bonitas por cada una de las ventanas. De pronto, se cruzó con una mujer; era preciosa, una cara muy dulce, llena de inocencia, vestía con el mismo kimono que la sacerdotisa Bikini y apenas se podían ver las curvas de su cuerpo. A Phoenix le vino un pensamiento a la cabeza, conocía a esa joven pero no la podía recordar. Cuando cruzaron el abogado intentó saludarla pero las palabras no le salieron después volvió a su cuarto y estuvo pensando hasta la hora de cenar.
Llegó la hora de cenar y todos se sentaron alrededor de la mesa, Phoenix volvió a encontrarse con la chica del pasillo. Bikini la había presentado como la sacerdotisa Iris, era como una hija para ella, se fue a vivir al templo muy joven y no tardó en acostumbrarse a la vida en Hazakura.
No tardaron mucho en comer y poco a poco los comensales se fueron dispersando: Maya, Iris y Bikini se fueron al “Templo Interior” ya que esa noche empezaría su entrenamiento y tenía que estar preparada. Elise era una famosa escritora de cuentos infantiles y Pearl no desaprovechó la ocasión para pasar una buena tarde con ella. Phoenix se había quedado solo de nuevo, se pasó la tarde caminando por los extensos terrenos del templo. Descubrió el templo interior, que estaba al otro lado del puente y también una pequeña chabola no muy lejos del puente, parecía abandonada. Al rato el abogado miró su reloj, eran más de las nueve, ya era hora de volver a la pagoda principal.
Todas estaban cenando cuando Phoenix llegó. Todas le miraron esperando una respuesta y Phoenix lo único que pudo decir es que se le había hecho tarde. Maya estaba muy emocionada, hoy empezaba su intenso entrenamiento, tendría que estar 48 horas en una sala helada meditando. El abogado apenas pudo hablar con ella ya que nada más sentarse en la mesa Bikini se la llevo al templo interior. No pasaron ni diez minutos cuando Pearl le propuso a Elise ir a su cuarto a leer. Y sin comerlo ni beberlo Phoenix se había quedado solo con Iris. Ésta estaba recogiendo la mesa y Phoenix se ofreció a ayudarla, en un par de minutos todo estaba recogido y la sacerdotisa comenzó a fregar los platos, el abogado estaba a un par de metros por detrás de ella. Intentaba vislumbrar la silueta que se escondía tras aquel kimono, Iris de vez en cuando giraba su cabeza para ver que estaba haciendo su invitado, siempre veía como Phoenix apartaba la mirada de su cuerpo. Cuando terminó de fregar se giró con velocidad, este movimiento pilló por sorpresa al abogado que en ese momento miraba a las caderas de la joven.
¿Tengo algo? – Preguntó la joven sonriendo.
¿Co-como? – El abogado estaba confuso con aquella pregunta.
Como no dejas de mirarme, no se, a lo mejor tengo algo en el cuerpo y no me he dado cuenta.
Phoenix estaba muy avergonzado, no pudo hacer otra cosa que mirar al suelo. De pronto una mano le agarró la barbilla y le alzó la cabeza. Iris estaba en frente del abogado.
- Yo también te he echado de menos. – Le susurró.
Tras decir eso se fundió en un apasionado beso con el abogado. Phoenix estaba en shock, sentía la lengua de la sacerdotisa moverse junto a la de él, pero lo que más le sorprendía era lo que le acababa de decir, estaba claro que fuese quien fuese Iris, ella si se acordaba de él. Pero ya tendría tiempo para pensar, las hábiles manos de la joven ya le habían despojado de su chaqueta y poco a poco iban desabotonando la camisa del abogado que no se quedó atrás y también empezó a desnudar a su compañera de juegos. En un par de minutos ambos estaban en ropa interior, continuaban aquel tórrido beso, las manos del abogado exploraban cada centímetro del cuerpo de la sacerdotisa. Tenía la piel muy suave, Phoenix se llevó una gran sorpresa al posar sus manos en el trasero de la joven ya que no se esperaba que ésta llevase un fino tanga. El abogado comenzó a amasar aquella obra de arte y la sacerdotisa no tardó en comenzar a lanzar pequeños gemidos. Phoenix poco a poco fue arrimando su cuerpo al de Iris, él estaba durísimo, ella no tardó en descubrirlo al sentir el miembro de su pareja rozar contra su húmedo sexo. Ambos comenzaron a mover las caderas, sus sexos rozaban entre ellos haciendo que ambos se calentaran más y más. Phoenix no aguantó más, llevó su mano a la entrepierna de la joven y le arrancó el tanga, después se bajó el boxer que llevaba, estampó a la sacerdotisa contra la pared y tras elevarla un poco le introdujo su miembro hasta el fondo. Iris no pudo evitar gritar, el calor de su entrepierna aumentaba más y mas. Phoenix comenzó a mover la cadera rítmicamente haciendo que su polla entre y salga sin dificultad del coñito de Iris que en ese momento estaba encharcado, el abogado estaba sosteniendo a pulso a la joven y eso le ponía a mil. Iris no paraba de gemir, la dosis de rabo que le estaba dando el abogado le estaba encantando.
- Si señor Wright, sigue así, ¡sigue así! – Decía la sacerdotisa entre gemidos.
El abogado no paraba de embestir, parecía un robot programado para hacer esa tarea, entraba y salía a gran velocidad, no paraba de gemir, no podía creerse lo que estaba pasando. Esa mañana no pudo ni saludarla y ahora estaba follándosela, con lo inocente que parecía…
Al rato Phoenix bajó a Iris y la puso contra la encimera, le agarró de las caderas y volvió a metérsela hasta el fondo. La joven no paraba de gritar, le encantaba la brusquedad con la que el abogado se la estaba follando. Phoenix no podía dejar de mirar el culo que tenía delante; respingón, redondito y muy juguetón. El abogado mojó un dedo en saliva y empezó a moverlo en el ano de la joven. Ésta comenzó a gemir instintivamente.
Parece que ya te han estrenado la puerta trasera. – Dijo el abogado al ver la facilidad con la que se deslizaban sus dedos dentro.
Si te portas bien a lo mejor hasta te dejo meterla. – Decía Iris entre gemidos.
Phoenix al oír eso se volvió como loco, comenzó a penetrar a la joven como un salvaje. Su polla entraba y salía a toda velocidad, se oía el chapoteo del flujo vaginal de la sacerdotisa. El abogado se abalanzó sobre ella y empezó a magrearle las tetas. Tenía unos pechos más bien pequeños pero uno se podía divertir con ellos. El abogado no paraba de pellizcarle los pezones que, a esas alturas, estaban durísimos. Mientras que sus pelotas no paraban de golpear contra el culo de la joven. Iris estaba en el cielo, su amante le había llevado al cielo a pollazos, vaya manera de follar a este paso no iba a tardar nada en correrse.
- Sigue así Phoenix, no pares. – Decía la joven entre gemidos. – Si, sigue así, me corro, me corroooo.
Tras ese grito el cuerpo de la joven se arqueó y una descarga recorrió todo su ser. Un intenso calor recorría cada milímetro de su cuerpo, había sido uno de los mejores orgasmos de su vida.
- Lo prometido es deuda. – Dijo la joven abriéndose las nalgas con las manos.
Phoenix se quedó paralizado al ver lo que tenía delante, un culo redondo y respingón totalmente abierto para su uso y disfrute. Con una mano embadurnó el ano de flujo vaginal, hizo lo mismo con su rabo aunque no era necesario ya que estaba encharcado. Colocó su miembro en la entrada y comenzó a introducirlo.
- Por favor señor Wright, sea cuidadoso. – Dijo la sacerdotisa susurrando.
El abogado comenzó a meterla lentamente, aquel agujero era mucho más prieto, Phoenix disfrutaba cada centímetro que iba avanzando. Su miembro se iba deslizando por aquella estrecha gruta hasta que finalmente entró por completo. Ambos lanzaron un gemido al unísono. Iris comenzó a mover sus caderas a un ritmo lento, el abogado siguió el consejo de su pareja y comenzó a mover sus caderas también. Iris comenzó a gritar de placer al sentir como el miembro de su compañero se movía en su interior, entraba y salía, entraba y salía… no había ninguna prisa los gemidos iban aumentando al igual que el ritmo de la penetración. La polla del abogado se abría paso al interior cada vez más y más rápido, las caderas de Iris estaban poseídas, se movían a gran velocidad para sentirla lo más profundo posible.
- Si, señor Wright, usted si que sabe.
Phoenix tenía las manos en las caderas de la joven y se la metía con fuerza. Se oía como las pelotas del abogado chocaban una y otra vez contra el cuerpo de la sacerdotisa, quería más, quería follarse ese culito durante toda la eternidad. Cada vez las embestidas eran más violentas y los gemidos de ambos cada vez más altos. Estaba claro lo que iba a suceder.
Señor Wright, aquí viene el segundo, no pare.
¿Quieres que te rellene el culo, sacerdotisa? – Preguntó Phoenix sin parar de moverse.
Siiii. – Gritó la joven mientras sentía su segundo orgasmo.
El abogado introdujo toda su polla en el interior de la joven y comenzó a descargar todo lo que tenía acumulado, estuvieron varios minutos disfrutando del orgasmo cuando la sacerdotisa se fijó en su reloj.
- Joder, ya son las diez y media. Tengo que tocar las campanas.
Lo que sucedió después fue muy rápido, en un abrir y cerrar de ojos la sacerdotisa se vistió y salió de la cocina, dejando al abogado desnudo. Poco a poco se fue incorporando y pasado un rato salió de la cocina más o menos presentable. Cuando salió al comedor se encontró con Larry Butz, su compañero de la infancia, sentado en una de las sillas de la pagoda principal.
Hombre Larry, ¿Qué haces tu aquí?
Hola Nick, no sabía que estabas aquí. – Dijo Larry algo confuso. – He venido por esto. – Dijo llevándose la mano al bolsillo.
Phoenix se sentó a su lado y vio como sacaba su compañero un folleto publicitario en el que aparecían Bikini e Iris promocionando los entrenamientos del templo Hazakura.
- ¿Te has fijado en ese bombón?- Decía señalando la foto de Iris. – He venido a pedirle una cita, madre mía, ¡Esta que se rompe!
Continuara...