Evita y Don Ernesto
De vacaciones en Ibiza con mi novio me dejo seducir por un hombre encantador 40 años mayor que yo
Evita y Don Ernesto 1
Me llamo Eva, pero todos me llaman Evita, porque tengo cara de niña, aunque ya tengo 21 años. Soy más bien delgadita, con unas tetas bien proporcionadas y de pezones pequeños pero muy prominentes cuando me excito (mi novio me dice que parezco un miura jaja) y de estatura media. Lo mejor de mi (dicen) es que tengo unas piernas delgadas y bien torneadas por muchos años de ballet clásico, que terminan en un culito redondito y bien puesto (por ser objetiva diré que gané el concurso Miss culo brasileño en una competición en tanga en una conocida discoteca) y una carita de nena inocente, con pequitas, ojos azules que enamoran y pelo rubio liso y largo… soy una chica muy llamativa, en todos los aspectos. Llevo ya con Paco, mi novio, casi cinco años, y aunque somos felices juntos en el aspecto sexual estamos cayendo un poco en la rutina, así que últimamente estábamos intentando meter un “poco de picante” en la cama. Somos de Madrid, él trabaja como ingeniero y yo como empleada en una tienda de ropa joven.
Esta historia comenzó el año pasado, concretamente a mediados de junio. A Paco le había salido un trabajo, en el que se tendría que trasladar a Ibiza, ya que su empresa sería la encargada de instalar todo el material de una nueva empresa con sede allí, siendo aproximadamente 10 días los que debería de estar. Me preguntó si podría acompañarle porque los horarios serian cómodos, saliendo a las 5 de la tarde, así que podrían ser como unas pequeñas "vacaciones" para ambos. Yo lo consulte en mi trabajo, y como tenia días acumulados pues no hubo problema.
Así que el día 20 de junio nos fuimos para Ibiza, a iniciar los 10 días que cambiarían mi vida. Previamente me dí unos baños de rayos UVA para ir morenita y que el sol no me quemara tanto, y nos hospedamos en la zona sur, ya que encontramos un hotel muy bien de calidad y de precio, y además para mí me venía fenomenal, ya que estaba en una zona tranquila, con algunos jubilados en aquellas fechas, y así podría pasar todo el día tirada en la playa. Aunque el trabajo de Paco no era lejos , ese día al llegar, alquilamos un coche a cargo de la empresa, y nos acomodamos en el hotel. Estaba genial, con camas cómodas, piscinas, spa con baño turco, sauna, jacuzzi,… en fin muy bien. Ese día, tras llegar, dimos un paseo, cenamos, y luego por la noche en la habitación, echamos un polvo con muchas ganas, en el que no llegué al orgasmo, porque Paco se corrió pronto y se quedó dormido al instante por el cansancio, dejándome con un calentón impresionante… he de decir que no es raro en nosotros, ya que soy mucho más activa sexualmente que él, y no puede seguirme el ritmo, el pobre.
Al día siguiente ya empezaba su trabajo, se iba a las 8 de la mañana y regresaría sobre las 5 de la tarde. Así que después de pegarme una ducha y desayunar, me encaminé hacia la playa. Era pequeñita, y se veía poca gente y había zonas vacías. En una de ellas me puse yo, cerca del agua. Había llevado un bikini naranja, y aunque suelo hacer top-less, me lo había llevado entero, ya que no conocía la zona, pero me dejé las tetas al aire. Me dí cuenta tras un rato que la playa era nudista, ya que (obviamente) se veía mucha gente desnuda. Yo nunca había practicado el nudismo integral, pero era una cosa que no me preocupaba. Y ahí, estaba yo, tumbada en mi toalla, pasando un día guay, cuando no sé por qué, me fijé en un par de hombres que iban paseando por la orilla, desnudos y bastante mayores. Uno de ellos, tenía una pedazo de polla… preciosa, larga, gruesa, con dos pelotas que le colgaban, enormes. El otro, tenía también una verga muy bonita, más corta y con dos huevos normalitos. Los dos llevaban los cojones depilados, y estaban muy morenos. La verdad, no sé cómo me había fijado en ellos, pero así fue. Ellos al pasar, cuchichearon, y me dedicaron una leve sonrisa. Yo, pese a que ahora digo que a simple vista podrían ser "mis abuelos", note algo jamás antes había notado, una especie de cosquilleo. Yo soy huérfana de padre desde pequeña y he salido con hombres hasta 20 años mayores que yo, así que considero que no tengo prejuicios con la edad, así que sentir algo por gente tan mayor me resultó muy raro, pero no le di más importancia y seguí tomando el sol. Ya avanzada la tarde, y cuando ya me disponía a irme, regresaban los dos de su paseo, y mientras me ponía mi vestido camisero para irme hacia el hotel, me volvieron a dedicar otras sonrisas y yo volví a notar otra vez algo en mi interior. Volví al hotel, me di una ducha, y me quedé pensando mientras andaba por la habitación desnuda en lo que había pasado. Esa tarde noche, después de cenar con Paco, el cual estaba muy contento ya que el trabajo era muy llevadero, fuimos al bar del Hotel a tomarnos algo. Estaba tocando una orquesta, los guiris y los españoles bailaban en la pista, nos sentamos en una mesa, y vi a uno de los dos señores de la playa en la barra, el de la polla preciosa y grande. Me sonrió a lo lejos y le devolví la sonrisa…en ese momento noté una excitación brusca y desconocida para mí...imaginé que eran las ganas acumuladas y luego pensé “qué coincidencia, se alojan donde nosotros. Igual son majos”. Esa noche, nada más llegar a la habitación estaba tan caliente que le pedí a Paco que me follara ya mismo… primero me hizo una comida de coño espectacular (en eso no tiene igual) y luego me folló bien follada... tuve dos orgasmos intensos…no quise confesarle que mientras me corría estaba fantaseando con la polla del señor mayor taladrándome el coño. Nunca me han gustado tan mayores, pero la fantasía con ese señor y su enorme polla me excitaba un montón. Me dormí pensando en lo extraña que es la mente.
A la mañana siguiente después de desayunar, subí a la habitación y antes de irme a la playa me maquillé, y me puse a depilarme. La verdad es que me sentía diferente. Otras veces, aparte de las piernas e ingles, me depilaba sólo tipo ingles brasileñas, pero esa mañana me depilé enterita. Y además, en vez de la braga del bikini, busqué un tanga de color verde brillante que tenía, y que pese a ser ropa interior, era de licra y se asemejaba a un tanga de baño, y me lo puse para la playa. Antes de salir Me miré el culo en el espejo sólo con el tanga y le envié la foto por whatsapp a Paco diciendo: “Esto te espera luego¿cómo estoy cariño?” me contestó enseguida: “para empinársela a un muerto”. Sonreí y noté que hoy me sentía diferente…y un poco nerviosa. Ese día, me puse más o menos donde el día anterior, pero tirando un poquito hacia donde ayer estaban los dos señores. Y puse mi toalla, me desprendí del vestido, y me quede en tanga, lo que nunca había hecho en la playa. Me di un par de chapuzones, y tras un rato, estando sentada en la toalla, observe a uno de los señores del día anterior paseando por la orilla. Era el que me sonrió por la noche, y el de la polla más grande. Estaba como ayer, dando un paseo. En ese momento, lo que sentí, ya fue algo más que hormigueo. Noté que el coño se me había humedecido. ¡Increíble! Yo que tenía un novio fantástico, que jamás había pensado en nada que no fuese estar con él,.. Y allí estaba, mirándole la polla a un viejo que podía ser mi abuelo y además mojándome por la entrepierna. Al regresar, vi que venía hacia mí, y conscientemente me levanté y me giré como si mirase algo detrás, pero en realidad lo que quería es que al acercarse disfrutara de la visión de mi culito prominente en tanga. Se detuvo a mi derecha, me saludó y me hizo algunas preguntas triviales sobre el hotel. Me senté y quedó a escasos centímetros de mí ese pedazo de polla, con una cabezota morada increíble. El señor mayor me dijo que si podía ponerle crema solar en la espalda, que él no llegaba. Le dije que sí, que cómo no, y se sentó a mi lado en la arena. El corazón me iba a mil por hora, tenía la boca seca y los pezones como misiles cuando empecé a extenderle la crema por la espalda. Comenzó una agradable conversación, presentándonos ambos. Me dijo que se llamaba Ernesto, médico de profesión, que tenía 60 años, que era de Madrid también, que su amigo se llamaba Álvaro y tenía 58 años, que a veces por la mañana tenía que ir a cosas de negocios, que él estaba divorciado, que todos los años venían un mes o mes y medio aquí a "relajarse", qué siempre iban al Hotel ése,… En fin, una charla muy agradable. Yo le comente que había venido con mi novio y que nos quedaba una semana más…. Pero de cuando en cuando no podía evitar mirarle esa enoooorme polla que le colgaba a la altura de la arena, y sobre todo ese par de cojonazos morenos y sin pelo. Y yo creo que él lo notaba, o al menos habría visto la humedad de mi tanga, porque yo ya notaba que los flujos del coño me resbalaban por los muslos… estaba inusualmente cachonda, porque aunque normalmente lubrico bien, nunca había sido mi flujo tan copioso, estaba cachonda hasta el punto de no poder evitar clavarle intencionadamente los pitones en la espalda mientras terminaba de embadurnarle de protector solar por los brazos…él se percataba porque ya comenzaba con las conversaciones picaronas, como qué chica tan joven y guapa, que qué bien me quedaba el tanga en mi figura, que era una suerte el poderme ver una semana más y que me tenía que pagar el ayuntamiento por adornar la playa.
De pronto me asusté de mí misma y le dije que me iba a ir, que hoy estaba algo cansada y que iba a esperar a mi novio en la piscina del Hotel. “Buff, qué polvo le voy a echar a Paco en cuanto le vea”, pensé.
- Te importa que te acompañe?, estoy solo y también me apetece retirarme, ya tengo bastante por hoy
- Claro que no, Don Ernesto. Me encantará que me acompañe…
- Por favor, llámame Ernesto sólo…a fin de cuentas, hemos pasado un rato agradable casi desnudos, si eso no nos da confianza para tutearnos, dime qué más hemos de hacer, ricura!—Dijo esto último mirándome con deseo, mis pezones reaccionaron irguiéndose en su máximo esplendor, y su polla empezó a ponerse morcillona…no pude evitar mirarla, porque empezaba a tener un tamaño increíble. Ernesto sonrió al ver cómo mis ojos se abrían como platos.
Así que me puse mi vestido finito, el cogió su bañador y su toalla, y fuimos caminando hacia el hotel. Todo el camino fuimos conversando y yo me sentía embriagada por su voz, y supercachonda por el morbo del momento…era una situación nueva para mí. De vez en cuando haciendo alguna gracia, me pasaba la mano por la cintura, y yo le reía las gracias y le correspondía pasándole el brazo por el hombro y pegándome a él, rozando mis pechos con su cuerpo, del que me separaba tan sólo la fina tela de mi vestido. Era un conversador increíble, todo el camino me partía de risa con él, y poco a poco, por el buen rollo que me daba fui bajando la guardia y notándome extrañamente afectuosa y excitada
- Bueno, Don Ernesto…!pues lo he pasado genial¡ Me voy hacia la piscina, ya que tengo que esperar a mi Paco…un besito ¿vale?—dije esto, con voz de pena, le di un besito laaargo en la mejilla…y le abracé clavándole a través del vestido mis erguidos y desafiantes pezones en su pecho, manteniendo el contacto hasta que sus manos rodearon mi cintura haciendo que su pubis contactara con el mío…en ese momento noté un monstruo duro y caliente que cobraba vida, pero en vez de retirarme, seguí allí quietecita, cogiendo el cuello de su camisa como arreglándoselo, y pegando mi cuerpo al suyo mientras le miraba a los ojos como un gatito abandonado
- La verdad es que yo también lo estoy pasando bien…qué te parece si nos tomamos algo y seguimos charlando? Eso sí, como me llames otra vez Don Ernesto, pagas tú, jeje.—al decir esto me dio una suave palmadita por debajo del vestido en mi culito desnudo, apretando la mano un poquito antes de retirarla, lo que me provocó una corriente de placer en todo el cuerpo
- Jaja, de acuerdo, vamos…Ernesto—Le guiñé un ojo, coqueta, y contoneé mi culito en tanga delante de sus ojos hacia el bar… pero justo antes de entrar, me dijo:
- Espera, espera, Eva, te voy a invitar a un licor especial que he traído. Ven conmigo—dijo esto mientras ponía las manos en mis caderas, y pasaba distraídamente sus manos por debajo de las tiras laterales de mi tanga…me estaba calentando un montón y mi boca ya se entreabría al mirarle a los ojos.
- ¿Ir contigo, adónde?—le pregunté
- ¡A mi habitación, por supuesto!. Tengo a todo el asilo de ancianos dentro, ¡pero tú hazte la sorprendida…! ¡Es una fiesta sorpresa! –Sonreía mientras ponía el índice en sus labios, en señal de silencio.
- Jajaja, ¡pues si el regalo no vale la pena, me voy! que conste ¿eh?
Le seguí, con cara divertida…ahí estaba yo, una rubita cañón de 20 añitos, cubierta sólo por un tanga encharcado de fluído vaginal, un fino vestido camisero y los pezones amenazando con agujerearlo, entrando "a tomar algo” en la habitación de un hombre de 60 años, algo calvo, rechoncho y con un pollón de escándalo…que me estaba cautivando... “Eva, si entras en esa habitación, date por follada” me gritaba un angelito diminuto en mi hombro
Pero en ese momento no podía razonar…estaba muy cachonda y la personalidad del vejete me tenía secuestrada…entramos en la habitación, que era tipo suite, y mientras miraba de pie las vistas al mar, me trajo un licor dulce. Se puso detrás de mí, puso sus manos en mi cintura mientras me decía cosas graciosas, y mientras reía de repente volví a sentir ese monstruo de carne, caliente como una barra de acero recién fundida, buscar su lugar entre mis glúteos…yo me quedé otra vez quietecita, así que comenzó a darme besitos en el cuello, y al estremecerme con su lengua, fue subiendo sus dedos por mi tripita, acariciando la base de mis pechos suavemente hasta que mis gemidos me traicionaron…
- Don Ernesto…es que tengo novio…ummm… y no puedo hacerle esto
- Ya te dije que si me llamabas Don Ernesto lo ibas a tener que pagar—y empezó pegarme mordisquitos en la oreja, a acariciar con suavidad bajo el vestido mis sensibles pezones y a restregar su pollón en mi culito…la otra mano exploró bajo mi tanga y cuando empezó a acariciarme el clítoris, ya no pude resistirme más…busqué con mi mano su mástil y empecé a acariciarlo
- Joder qué polla se gasta…usted…Don Ernesto—dije, intentando hacer una broma llamándole de usted…pero me di cuenta que en ese momento su polla dió un respingo y que eso le ponía más cachondo, así que me metí de lleno en el papel de putita caliente—Don Ernesto, por favor no me haga daño con esa cosa tan graaaande…
- Seguro que es más grande que la de tu novio, eh Evita?—me dio la vuelta y comenzó a chuparme los pezones como si no hubiera un mañana
- Ahh…me encanta…mi Paco no la tiene ni la mitad de grande…ufff cómeme las tetas así, por favor-
- Has dicho antes que si no merecía la pena el regalo, te irías…Pero creo que te está gustando lo que tenía para ti, ¿eh, zorrita guapa?
- Mmmmmm siiiiiii…me encanta…estás súper bien dotado—le dije mientras comenzaba a acariciarle suavemente el cipote y los huevos, lo notaba tan duro y tan gordo entre mis deditos que no podía abarcarlo, y mi vagina estaba chorreando sólo con imaginarlo dentro de mí…entonces le besé en los labios con más pasión y ganas que los besos que nunca le he dado a mi novio…luego me quitó el vestido, se puso de rodillas delante de mí, me apartó el tanga y, abriéndome las piernas al máximo, comenzó a comerme el coño.
- Qué coñito más bonito tienes, tan cerradito y rosadito…estás bien hecha hasta el último detalle—y acto seguido su lengua se paseó por mi vulva, yo me moría de gusto, me retorcía, Ernesto me metía los dedos, mordisqueaba de vez en cuando el clítoris y tiraba de él. Comencé a correrme enseguida por la calentura que llevaba. Mientras me recuperaba, él se levanto, se quito el bañador y me dijo
- ¡Venga cariño, cómete el regalito de Don Ernesto!
- Buff no te lo vas a creer, pero… desde que lo vi no he podido quitarme este pollón de la cabeza—exclamé, mirándole a los ojos.
- Pues ahora no te lo vas a quitar de la boca, jeje
- Jajaja siiii estoy hambrienta…ñam
Y cogí aquel badajo, me lo metí en la boca y comencé a tragar. Ya la tenía como el acero, pero parecía no parar de crecer. Él me decía que cómo le gustaban las mamadas, mientras su rabo comenzaba a crecer dentro de mi boquita, y usando ya otro vocabulario que el amable al que me tenia acostumbrada, me decía que qué viciosa era, que qué diría el pichacorta de mi novio si me viera chupándosela a un viejo de 60 años… pero a mí ya no me importaba nada, solo chupar mientras le agarraba del culo con ambas manos y la empujaba hasta el final de mi esófago, y meterme en la boca aquellas dos bolas enormes que le colgaban. Me atragantaba y me caía la saliva por las tetas. Casi me había entrado toda, pero hasta para una mamona hambrienta como yo, esa era mucha polla. Respiré y dije, con voz de nena:
- Por favor, Don Ernesto…podría ayudarme a tragarme su enorme polla hasta el fondo, como hacen las niñas buenas? Sólo tiene que empujar con sus manos en mi nuca…
Guié sus manos hasta mi cogote, le agarré las nalgas, cogí aire, le miré a los ojos y vi una sonrisa de enorme satisfacción mientras me atraía la cabeza hacia él, su cipote me llegaba hasta el estómago y hundía mi naricita en su pubis…aguanté las arcadas y en las siguientes ya no tuvo que empujarme tan fuerte, sólo acompañaba el movimiento con su mano en mi nuca, mientras echaba atrás la cabeza
- La hostia, eres una chupona de primera…ajjj qué gusto, joder…uf, uf, sí sigues así me voy a correr, y quiero probar tu coñito rosadito… te voy a follar como a una perrita
- Tenga cuidado, Don Ernesto por favor…que la tiene muy grande y yo soy muy estrechita—puse voz de niña mimosa para calentarlo más, y funcióno, porque me tumbo de espaldas con el culo en pompa, me restregó su tranca arriba y abajo de mi rajita, y aunque empujaba como un toro y notaba su urgencia de clavármela hasta la empuñadura, a pesar de que estaba bien lubricada, me costaba adaptarme a tales dimensiones… me ensartó centímetro a centímetro porque mi vagina no daba para más
- ¡Joder qué coño tan prieto! Tu novio debe tenerla como un lápiz…Hostia ¡qué gusto me estás dando, zorrita!
- Mmmm ssssiiiii Don Ernesto…dámela toda…párteme en dos con tu polla, métemela hasta los huevos!!--¡¡¡Dios!!! cómo me daba el abuelo, que cacho pollón tenia metido en el coño. Empujaba como un condenado, y a la vez que me insultaba con palabras soeces, me puso a cuatro patas y siguió clavándomela hasta el fondo del útero, o donde sea que lleguen las pollas gigantes… era increíble cómo me atizaba un gordete de 60 años, gruñía, sus pelotas golpeaban mi perineo cada vez que me empotraba, empalándome hasta el fondo. Giré la cabeza y empecé a morrearle con desesperación, su saliva chorreaba en mi boca y yo la bebía extasiada, tenía la vagina cocida por el placer apretando al máximo la barra de carne caliente que me traspasaba, con lo que empecé a encadenar un orgasmo detrás de otro, creo que tuve lo menos 20 seguidos, cuando con Paco no había pasado nunca de dos… pero Paco a esas alturas ya se habría corrido, claro, y sin embargo este vejestorio seguía dándome sin parar… de repente noté un dedo gordo traspasando mi ano, lo cual me pone aún más perrita si cabe y me ayuda a correrme en plan metralleta, tenía el coño estrujando literalmente la polla de Ernesto cuando de repente, me la hundió hasta la empuñadura y me echó una copiosa corrida en el fondo del útero, en diez latigazos de leche caliente…ni se me ocurrió antes que se pusiera un condón, y en ese momento la verdad es que me dio igual, porque al inundarme el coño con su lava ardiente tuve el orgasmo más intenso de mi vida, mis músculos vaginales le apretaban tanto la polla que no pudo sacarla hasta que empezó a bajarle la erección. Quedamos los dos destrozados. Y ahí, una vez concluida la follada, ya le volvió su habitual lenguaje educado, diciéndome que bien lo había pasado, que era una chica fantástica y que mi culo valía un imperio. Yo me quedé que no me sostenían las piernas, mientras él no paraba de ayudarme masajeándome los glúteos…
Me fui a la ducha, cuando de repente entró diciéndome si podía ducharse conmigo. Sonriéndole le dije:
- Claro, cariño…pero sólo si me ayudas a enjabonarme…eso sí, sin dejarte ningún sitio—le dije, sensualmente
Empezó intentando distribuirme el jabón equitativamente, pero como sospechaba, al final sus manos me magreaban con ganas las tetas y el culo…al poco rato ya estábamos morreándonos con pasión, otra vez lo tenía a mi espalda con su polla dura restregándola entre los cachetes de mi culito, mientras una de sus manos pellizcaba mis pezones y la otra me dedeaba el clítoris.
- Tu culito me tiene loco… cómo me gustaría follártelo, Evita—dijo, explorando mi ano con sus dedos
- Uf…no sé…la tiene muy grande para mi agujerito Don Ernesto…usted cree que me entraría toda ese pedazo de polla en un sitio tan estrechito?—le dije con voz mimosa, al tiempo que le agarraba su tranca y ensartaba su húmedo y duro glande en mi agujero pequeñito
- Eso es, zorrita…clávatela…así, así—
- Sabe, Don Ernesto…mi novio casi no me la ha metido nunca por el culito…sólo le dejo en ocasiones especiales…pero usted lo va a tener cuando quiera, no sé qué me está pasando que a este pollón no puedo decirle que no a nada…ufff
Abrí mucho los ojos porque al ir diciéndole todo esto con mi voz de zorrita, su polla parecía haberse duplicado de tamaño y estaba más dura que nunca….tenía el esfínter al límite, la verdad es que al principio duele, pero es una sensación que me encanta cuando estoy súper salida, así que comencé a apretar cuando el glande traspasaba mi arito, que es algo que a los tíos les lleva al Nirvana
- ¡Jodeeer Evita….joder joder joder qué culo tienes hijadeputa!—eso era lo menos guarro que me decía, al tiempo que yo me dedeaba el clítoris y él me pellizcaba los pezones sin compasión…yo lo veía tan caliente que me empecé a correr como una loca otra vez, con lo cual mis contracciones estaban estrangulando su polla casi continuamente
- ¡Hostia qué gusto, es el mejor polvo de mi vida! ¡Te voy a estar follando sin parar toda la semana, me importa un huevo tu novio, si quiere que mire, pero no voy a parar de taladrarte!
Yo estaba en estado de éxtasis, nunca había tenido tantos orgasmos con una polla en el culo, y menos de ese calibre, así que me dejé llevar por la pasión
- Si cariño…uhhh…este culo es todo tuyo…mi coño es tuyo…soy su putita Don Ernesto, para que esa polla me atraviese cuando usted quiera…ahhhhh…Fólleme y deme por el culo todos los días, delante del cornudo de mi novio… esta putita rubita va a querer su pollón a cualquier hora, en cualquier sitio me va a poder empalar con sólo mandarlo….siiiii
De repente, las embestidas se hicieron más profundas, los huevos me golpeaban en la vulva como pelotas de frontón y, a medida que hablaba para calentarlo aún más, el ritmo de penetración se hizo frenético… en pocos minutos Ernesto me empujó tan fuerte que me empotró contra el cabezal de la cama mientras se corría en mis intestinos… al notar los trallazos del hirviente y espeso semen en el recto, me corrí a la vez, con los ojos en blanco y la saliva goteando de mi boca, en otro de los orgasmos de intensidad sísmica de los que había gozado esa tarde
Nos quedamos recobrando la respiración durante unos minutos…luego nos abrazamos y nos besamos con pasión, con mimo, sin palabras, sólo pegando nuestros cuerpos y acariciándonos…
- Ernesto…
- Si…Evita?
- Ufff. Qué bien se ha portado Ernestito hoy—dije, acariciándole suavemente la polla. Creo que se merece un premio. Mañana vengo a dárselo, ¿vale?
Me puse el vestido, me despedí de Ernesto con un beso y de su amiguito con unas chupaditas, y me fui a mi habitación. Me tumbé en la cama y medité, porque tenía un mar de sentimientos en la cabeza y todos mis orificios irritados. Me acababa de follar un tío de 60 años, por todos mis agujeros, había sido con diferencia la mejor experiencia sexual de mi vida… y curiosamente no tenía mala conciencia por haberle puesto los cuernos a mi novio… Me daba un poco de pena, eso sí, porque hoy iba a decirle que me dolía la cabeza, que igual mañana estaría de humor.
Empecé a darme un masaje con una cremita en la vagina y el ano…porque aún quedaba una semana de vacaciones.