Evita y (don) Ernesto cap.3

Evita se sincera con Ernesto...y después se dejan llevar por la pasión hasta que llama Paco, el cual no sospecha que la sesión de sexo telefónico con Eva es más real de lo que piensa

Evita y (don) Ernesto cap.3

Eva se levantó al día siguiente con algo de resaca, pero a pesar del alcohol que bebió durante la cena podía recordar perfectamente lo ocurrido… se estremecía al recordarlo. Paco se había ido ya a trabajar, sin hacer ruido, ya que no llegó a notar su ausencia. Al moverse por la habitación notaba su cuerpo menos entumecido de lo que esperaba, y después de ducharse notaba  ya una sensación de vigor, una energía renovada que parecía recargar sus baterías instantáneamente, al calor de los nacientes rayos de sol

Se puso un tanga amarillo y un traje playero blanco finito y que le quedaba entallado marcando sus formas, pero sin llegar a ceñirse exageradamente a su silueta. Al mirarse al espejo se percató de que transparentaba un poquito, pero a fin de cuentas estaban en Ibiza a punto de comenzar la temporada de verano, así que ir medio desnuda no era algo que fueran a censurarle

En el comedor vio sentado a Ernesto, desayunando con Martín. Ya apuraban su café

  • Buenos días, señores—saludó con una sonrisa radiante—Parece que hoy tenemos un día estupendo también, ¿verdad?

Los dos estaban tan enfrascados en su conversación que no repararon en su llegada. La miraron como quien ve una aparición, pero rápidamente recompusieron el gesto y balbuceando un saludo la invitaron a sentarse, “si es que no había quedado con nadie para desayunar”

  • Bueno, es difícil rechazar una invitación viniendo de caballeros tan apuestos. No sabía que os conocíais, por cierto
  • Martín y yo nos conocemos de venir aquí varios años…aunque también me lleva algunos negocios…si tienes algún dinero te lo recomiendo, es un agente de inversiones fabuloso
  • Y además soy muy discreto—Interrumpió—Nunca revelo ningún dato ni…encuentros con mis clientes. O con quien sea. Todo muy secreto.
  • Calla, Martín, que Eva va a pensar que eres cura y quieres que se confiese, jaja—dijo Ernesto, palmeándole sonoramente la espalda
  • Bueno, no lo conozco tanto como tú, Ernesto—dijo Eva sonriendo—pero cuando nos hemos…encontrado no me ha parecido que diera ese perfil, jajaja

Martín rió la gracia, pero su risa se mezclaba con una mirada de apuro. Parecía hacerse pequeño por momentos.

  • Pues…yo ya me voy, ¿eh? Quedamos en lo dicho, Ernesto. Te dejo en muy, pero que muy buena compañía, jeje—Se levantó con prisa—Eva, siempre es un placer verte—Le besó la mano antes de marcharse, en un gesto más sincero que teatral.

Ambos miraron a Martín marcharse durante unos segundos. Después se miraron a los ojos sin hablar, sonriendo levemente, como si intentaran reconocerse de nuevo después de mucho tiempo sin verse.

  • Bien…Evita….Evita…la verdad es que, después de lo de ayer, no tenía claro si iba a verte de nuevo—Dijo Ernesto, sopesando las palabras que decía—La situación se nos fue un poco de las manos ¿no crees? La verdad es que podría echarle la culpa al vino y a los gin tonics, o a la droga dura que estoy consumiendo, quiero decir tu…encanto personal—Eva le dejaba hablar, respetando sus silencios—Lo que me pide el cuerpo es disculparme, porque lo cierto es que nunca había llegado tan lejos en una situación así…y en cualquier caso, no sé si esperas realmente una disculpa, ya que en el fondo, creo que todo era como…algo así como una coreografía en un baile ensayado…aunque por mi parte, más bien improvisado, no sé si me entiendes.
  • La verdad es que te explicas muy bien—Eva le miró a los ojos, invitándole a continuar
  • Bueno, dime…¿Qué ha pasado con Paco?
  • Eva respiró profundamente antes de hablar—Paco y yo hablamos después… antes de dormir, pero no ha hecho las maletas para abandonarme, si es a eso a lo que te refieres…me gustaría compartir algo contigo, pero me va a llevar tiempo contártelo. ¿Tienes planes para esta mañana?

Se fueron a una cala que Eva quería conocer y que no estaba lejos del hotel. Hablaron de temas triviales por el camino, hasta que llegaron a un lugar recogido, cerca de un bosquecito de pinos, y al que se accedía por una senda tortuosa. No había nadie más en ese momento.

  • Hoy no sólo me vas a ver desnuda por fuera, Ernesto—dijo, mientras se despojaba de la poca ropa que llevaba. Su figura delgada contrastaba con el culito respingón casi desnudo  que emergía desafiando la gravedad—voy a contarte algo que me gustaría no supiera nadie más ¿De acuerdo?... ¿Puedo confiar en ti?—Ernesto asintió—
  • Paco y yo nos conocemos desde los 12 años, cuando empezamos en el Instituto…éramos unos críos—sonrió al recordarlo—Y siempre tuvimos conexión, aunque no empezamos a salir hasta los 16…hemos compartido muchas cosas en muchos aspectos…sería largo de contar, pero en esencia vinimos aquí aprovechando la ocasión para intentar…poner algo más de picante en nuestra vida sexual…me estoy escuchando y, visto lo pasado parece una idea chocante—alzó la vista al cielo—Hemos estado visitando a un sexólogo, porque  hay veces que necesito sexo a todas horas…a todas horas… me encuentro desbordada por la energía y hago cosas de las que me he llegado a arrepentir…en lo referente al sexo, nos animó a probar cosas nuevas, a experimentar con fantasías…y que todo lo que estuviera acordado, si no causaba daño físico o moral o psicológico, era aceptable
  • La verdad es que me cuadra más con lo que pasó ayer. Él lo sabe y está de acuerdo, como suponía—Respondió  Ernesto
  • No es tan sencillo…verás…empezamos a buscar en Madrid situaciones con más morbo, como disfrazarnos y hacer roles distintos…eso hacía que estuviéramos más compenetrados…pero pronto se nos quedó corto—Eva titubeaba—Fuimos subiendo hasta meternos en situaciones de exhibicionismo puro…y más. Te voy a contar alguna—tragó saliva y pensó unos segundos—
  • A los dos nos fue excitando cada vez más el recrear situaciones sexuales en público… al principio nos íbamos a otra ciudad, yo me vestía con una indumentaria superprovocativa, normalmente una minifalda muy, muy cortita… y él iba unos metros detrás mirando la reacción de los hombres, que a veces me paraban pensando que era una puta…lógico,  es que iba pidiendo guerra. Pero llegamos a más…a meternos en el metro en hora punta, yo me ponía delante de algún hombre que me apeteciera, y Paco a mi lado me sobaba el culo descaradamente por debajo de la minifalda, para que lo viera y tomara la iniciativa de tocarme también… Paco a veces les animaba con la mirada, le encantaba ver desde muy cerca cómo me magreaban el trasero o me restregaban su paquete …yo me ponía supercachonda ya desde que salíamos de casa, y al notar las manos o el bulto de un desconocido sobre mi culito o mi sexo ya empezaba a correrme…algunas veces los otros viajeros se daban cuenta, pero afortunadamente no pasaron de hacer gestos, o de envidia o de indignación, según los casos…luego nos metíamos en cualquier sitio, a veces los lavabos de una cafetería, y follábamos como locos con una pasión que no teníamos de ninguna otra manera…
  • Eva respiró profundamente—Una vez, volviendo de madrugada, me senté en el autobús nocturno al final del todo, al lado de un hombre de unos 45 años, canoso pero superatractivo, nos  miró y nos caló al instante…había dejado un sitio libre al lado de la ventana, y yo le pedí que me dejara sentarme…al pasar alcé mi culito al máximo, y seguro que tuvo un primer plano de mis nalgas, mi falda era muy cortita y noté su aliento cálido en mi trasero... me preguntó lo típico, de dónde venía, cómo me llamaba, si vivía por allí…yo le sonreía y ponía mi mano en su pierna, le tocaba mucho mientras hablaba…Paco estaba de pie a nuestro lado, en silencio

“¿Quieres sentarte aquí con tu novio?” Me dijo…yo le respondí que gracias, que Paco tenía una herida en la pierna, y que no quería que se quedase de pie…y dado que no podía sentarme en las piernas de mi novio…si no le importaba que me sentara en las suyas…la verdad es que soy buena improvisando…

  • Así que me levanté, él se sentó debajo, y yo acomodé los cachetes de mi culito dejando en medio su paquete, que ya se notaba pidiendo guerra…me comenzó a tocar empezando por la rodilla, fue subiendo hasta mis braguitas y notando que yo lo invitaba abriendo las piernas, comenzó a meterme los dedos en el coño y a pellizcar mi clítoris… mirando a Paco, le dijo “Te gusta mirar, ¿eh? ahí estás bien, así nos sirves de parapeto”. Me levantó un poco y me acomodó sobre su sexo,  se la había sacado hábilmente y notaba su polla palpitando en mi vulva, tan sólo separándonos una fina braguita encharcada…pero la retiró en seguida con sus dedos y comenzó a afilar su sable en mi rajita, adelante y atrás aprovechando el traqueteo del autobús…estaba super encendida, yo agarraba con una mano la barra de la silla delantera con fuerza y cerraba los ojos y con la otra le pajeaba frotándole el glande, deleitándome con la polla palpitante que se restregaba por mis hinchados y sensibles labios menores y con sus dedos castigando mi clítoris…mi rajita no dejaba de soltar flujo embadurnando totalmente su polla, y en ese momento no me habría importado que me empalara delante de Paco…empecé a correrme y poco después él eyaculó en mi mano… me giré para que viera cómo lamía de entre mis dedos su semen espeso y me lo tragaba como un néctar delicioso…

La voz de Eva delataba que se excitaba mucho recordando la historia…tenía los pezones hinchados y el tanga húmedo de sus jugos

  • Aparentemente nadie se dio cuenta o no le importaba—Prosiguió—Nos fuimos sin mediar palabra, y aquella noche y el día siguiente no paramos de follar, le dije a Paco que me diera caña por todos mis agujeros…y ¡vaya si lo aprovechó!  Tengo grabada a fuego en mi mente su cara de vicio mientras me enculaba hasta los huevos, el traqueteo del somier contra la pared y el orgasmo bestial que tuvimos culminando la mejor noche de sexo hasta entonces.

Eva bebió un poco de agua.  Había sacado bronceador y se lo estaba extendiendo por el cuerpo, dándole un espectacular brillo dorado a su piel bajo los rayos del sol. Ernesto esperó en silencio a que continuara su relato, deleitándose con la visión de Eva, arrodillada con las piernas bien abiertas mientras sobaba sus pechos brillantes repartiendo la crema solar…sus ojos le miraban intensamente y sus pezones se mostraban erguidos, desafiantes…

  • Al día siguiente convenimos que ése iba a ser nuestro límite…y así fue hasta llegar aquí, empecé a notar unos subidones que me ponían supersalida, y  entonces apareciste tú…y ya conoces el resto. Bueno, todo no…Paco no sabe todo lo que ha pasado. Cree que sólo te he puesto caliente…Él piensa que ayer hicimos uno de nuestros numeritos, y que tú te la sacaste y que sólo me la restregabas por la entrepierna a saco…pero no pude resistirme…y mientras me la clavabas hasta el fondo, yo le susurraba “Tengo su polla caliente entre mis muslos, amor, no sé si voy a aguantar mucho más”…Él estaba superexcitado, y de hecho, aunque te sorprenda, luego tuvimos sexo…se corrió enseguida en mi boca, y otra vez nada más metérmela…y yo aún me quedé caliente y con ganitas de más
  • Bueno—Dijo Ernesto—creía que él  lo sabía…pero honestamente, lo que tengáis entre vosotros y cómo queráis vivir vuestra sexualidad, es sólo asunto nuestro. No sé qué pensaría si se enterase de lo que ha pasado realmente…
  • Prefiero no contarlo. He ido muy lejos y…yo tampoco  sé lo que pasaría. El caso es que…no me siento culpable y no cambiaría nada de lo que ha pasado…pero yo no quiero dejarlo con él…es una sensación extraña, porque a veces creo que él me ha empujado a todo esto un poco, no sé…pero por otro lado…
  • Ya…tenéis un camino juntos recorrido ¿Verdad?—Eva asintió, mirando al suelo
  • Gracias por saber escucharme...la verdad es que necesitaba contarlo. ¿Me das un poco de bronceador en la espalda, amor?—invitó Eva, con su dulce voz—

Ernesto se puso un chorro generoso en las manos y lo comenzó a extender por los hombros, y a medida que resbalaban los goterones por su zona lumbar los repartía con firmeza…le encantaba tocar su piel joven turgente, morena y brillante por el bronceador…sus hermosos glúteos emergían como una delicia que hacía la boca agua, y sin pedir permiso comenzó a amasarlos con sus manos aceitosas, sobando sin contemplaciones cada nalga y su ano rosita…de repente, sintió la mano de Eva acariciando su polla, que ya alcanzaba su máximo esplendor

  • Vaya tela, Ernesto…llevamos dos días sin parar y sigues presentando el arma a punto…me encanta tu potencia sexual, hay hombres mucho más jóvenes…como mi Paco… que en esto no te llegan ni a la altura de los zapatos
  • La verdad es que tengo un nivel de testosterona muy alto, siempre ha sido así, y por eso yo, como tú, también disfruto y necesito de mucho sexo…y contigo además, es una pasada

Eva sonrió mirándole por encima del hombro, ya empezaba a ronronear con las caricias de sus manos en su entrepierna

  • Mira, Eva…yo no quiero complicarte la vida. Te aseguro que estaba preocupado por lo que pasó, pero por ti, por lo que iba a ser de tu relación, yo me dejé llevar y no debí hacerlo…A ver, tengo una edad y está claro que, por mucho que estemos viviendo esto juntos, por mucho que nos encante y que piense que me ha tocado la lotería en forma de diosa griega bajada del Olimpo para hacerme feliz, sé que esto durará estos pocos días, a lo sumo…yo ya pensaba que había terminado, así que otro día contigo es un regalo—Ernesto miró a Eva a los ojos, y le besó en el cuello dulcemente—Yo ya estoy feliz de estar aquí contigo, bajo el sol y la brisa, compartiendo la toalla y el aroma de tu piel porque… además de tu físico espectacular, estos días he  descubierto que eres una persona muy vital, optimista, muy divertida…tu sentido del humor es muy inteligente, tienes sensibilidad para escuchar y comprender a los demás, eres empática y …tienes un corazón enorme, Evita. Hoy me he levantado pensando que habría vendido mi alma al diablo porque me hiciera al menos unos años más joven, los suficientes para conquistarte, los necesarios para atraer a mi lado a la mujer más maravillosa de este planeta…

Eva giró el rostro hasta rozar sus labios con los de Ernesto. Tenía las pupilas muy dilatadas y  lo miraba con sus felinos ojos azules cargados de emoción…

  • Eres un amor, Ernesto—le susurró Eva, con ternura

Empezó a darle besitos pequeñitos, dulces, cariñosos. Los besos se hicieron más intensos, más profundo, más sostenidos…y así estuvieron durante largos minutos, saboreándose con intensidad, Eva le agarraba la cabeza  con una mano y lo pajeaba con la otra, sentía su barriga sudorosa pegada en su espalda y sus manos amasándole las tetas y pellizcado sus sensibles pezones…ya estaban de nuevo juntando y restregando sus cuerpos con la misma lujuria, pero con mucho más sentimiento, con un deseo y una pasión distinta, recreándose en cada caricia y explorando cada rincón, para cartografiarlo con cuidado, para disfrutarlo con intensidad.

  • Esto no ha acabado, cariño…hoy no—Añadió Eva, con su voz melosa, girándose de cara a él—

Ernesto mordía su cuello, sus hombros, sus pezones exquisitos y prominentes, acariciaba su espalda, descendiendo hasta agarrar con fuerza sus nalgas para atraerla hacia sí y juntar sus sexos inflamados, lo que aumentaba la  potente y  arrogante erección, y provocándole a Eva una cascada de flujo vaginal… Enseguida tumbó a Ernesto en la toalla y se sentó a horcajadas de manera que su coñito rosita ya barnizaba de flujo brillante y espeso su mástil carnoso,  en un movimiento adelante y atrás, adelante y atrás, al tiempo que sus lenguas se enlazaban con deseo y los tiesos pezones de Eva araban surcos de aceite en  el pecho de su amante

  • No sé cómo lo haces, cariño…pero me pones cachonda sólo con mirarme…y con esta polla maravillosa
  • El mérito es tuyo, Evita…desde que te ví supe que tenías que ser mía como fuera…

El glande contactó con su clítoris arrancándole un gemido…su manita de nena emergió entre sus muslos para agarrar con fuerza el tótem palpitante y empezó a restregar la puntita contra su apretada y húmeda vagina…y  ya pugnaba por entrar, ayudado por las manos de Ernesto, que estrujaban los glutéos de Eva hasta dejar la marca de los dedos…Eva gimió de placer, sintiendo cómo ese maravilloso cipote se encajaba y pugnaba por entrar en su interior.…cuando de repente, sonó su móvil

  • ¡Mierda! Ahora nooo…Es Paco, cariño…tengo que cogerlo para que no sospeche que hemos ido a más—Dijo Eva, contrariada--¿Sí? Hola cielo…estamos en la cala que te dije…es superchula, tenemos que venir…

Ernesto descendió hasta el monte de Venus de Eva, besándolo suavemente. Metió dos dedos en su vagina y comenzó a frotar su punto G mientras su lengua martirizaba su clítoris. Ella levantaba el pubis mientras se mordía los nudillos, escuchando a Paco con los  párpados muy apretados. Estaba otra vez fuera de sí, la excitación era enorme y Ernesto era… el campeón galáctico de los comedores de coños, le estaba subiendo una auténtica ola sísmica de placer. “Dios, qué corrida más buena” pensó…pero en esta ocasión, mientras se corría, un chorro transparente y abundante bañó la cara de Ernesto…por primera vez en su vida, Eva había eyaculado.

A Ernesto le dio el tiempo justo de cerrar los ojos antes de recibir la descarga. Siguió un ratito saboreando sus jugos, recreándose en limpiar su vagina rosada y pequeñita, en morder sus labios escondidos, pero le hizo un gesto de “Me las vas a pagar”

  • Ahora no se puede poner, Paco…pues porque…está…está… comiéndose un helado así, con la boca llena…

Ernesto le quitó el móvil a Eva, aprovechando su debilidad después del orgasmo, y le susurró “Te vas a enterar” con una sonrisa maliciosa

  • ¿Qué pasa, chaval?—Empezó a chuparle el coño a Eva de forma muy ruidosa, chapoteando—Mmmsíh, es que se me derrite si no me lo acabo. Todo genial, oye, tu chica ya sabes, es de las que se explayan—Siguió comiéndole el coño lo más ruidosamente que pudo—¡Joder qué cosa tan rica!

Le devolvió el teléfono a Eva, se incorporó y puso su cipote candente junto a su naricilla. Cuando Eva estaba respondiendo, empezó a darle golpecitos con la polla en la cara, en la frente, en el mentón, en las mejillas, como si fuera una porra

  • Sí, Paco… !Ay! una mosca cojonera ¡A ver si se va de una vez!—No, te decía que no puedogggglm

Ernesto se vengaba incrustándole la verga en la garganta, y la dejó unos segundos, pero se retiró después, para dejarle respirar…Eva tosió ruidosamente por el atragantamiento

  • No, cielito, ya estoy mejor…es que se me ha metido en la boca…la mosca

Eva miró a Ernesto con gesto de reprobación, pero le agarró con fuerza de la tranca, la atrajo hacia sí y mirándole fijamente a los ojos, comenzó a chuparla suavemente, con cariño. De cuando en cuando la sacaba para hablar

  • Quedamos como siempre, Paco…sí, a eso de las 5 nos vemos—Empezó a chupar ruidosamente—Yo estoy con otro helado también, ya sabes, de éstos que me gustan tanto, sí…Espera, voy a coger una cosa, te paso a Ernesto.

Antes de que pudiera hablar, lo tumbó en la toalla, y empezó a chuparle el badajo por todas partes, ensalivándolo con fruición. Cuando ya lo tenía preparado, se puso a horcajadas y encajó el glande bulboso y morado en la entrada de su vagina “No puedo esperar” le susurraba a Ernesto,  dejándose caer poco a poco, respirando entrecortadamente mientras se clavaba con decisión  el palpitante mástil del hombre mayor.

Evita, la nena adolescente de 21 añitos, la rubita sexy de piel tostada brillante bajo el sol, mordía su labio inferior y apretaba sus párpados mientras  el ariete de un vejestorio  le barrenaba las entrañas pulgada a pulgada, coincidiendo con la relajación de los músculos de su pelvis…pero a Eva le excitaba tanto tener al teléfono al cornudo de su novio mientras otra polla la empalaba, que no lograba abrirse del todo, estaba a media asta, pero sin poder clavársela más.

  • Si…la verdad es que la cosa fluye con tu chica, y eso hace que estemos tan…compenetrados…sí…sí… bueno, tio, te paso con Eva otra vez. Yo es que estoy casi … que me voy a tener que ir ya…
  • Hola mi amoooor…Sí, dice que se va enseguida—Miraba a Ernesto con cara de vicio, y sin dejar de mirarle a los ojos, dijo—Te quiero hasta lo más profundo de mi ser

De repente, el candente falo se abrió camino unos centímetros más dentro del apretado coñito

  • Sí, mi amor—El auricular seguía en su oído, y miraba intensamente a Ernesto—Te quiero hasta lo más profundo de mi ser…

Al terminar la frase, la fuerza de la gravedad pudo hacer su trabajo y quedó ensartada sobre el semental, empalada hasta los huevos…un quejido apagado salió de su boca. Ernesto notaba las contracciones vaginales de Eva alrededor de su polla, su primer orgasmo le venía nada más se la encajaba hasta el fondo…su vagina le apretaba tanto al correrse que parecía que se la estrangulaba. Eva le clavaba las uñas con fuerza en el pecho al apoyarse en él, disfrutando de las oleadas de placer que le proporcionaba su dura y caliente polla incrustada totalmente…se podía oír a Paco en el teléfono preguntando qué pasaba mientras su cariñito se corría en silencio con el pollón de un viejo…cuando al fin se repuso, contestó

  • Hola cielito…sí…sí…pues no, estoy bien…pero igual es que uffff…mmm  que me he empachado, me siento así…como llena por dentro…

Eva mantuvo una mano en el pecho de Ernesto y con la otra sostenía el teléfono, y empezó a moverse despacito sobre su falo, una vez recuperada de su orgasmo, adelante y atrás, encajándose bien sobre su palpitante polla

  • Mira Paco, Ernesto se ha ido a pasear por la playa…ahora estamos solos tú y yo…Estoy aún cachonda de esta noche contigo ¿sabes?, me apetece que me digas cositas…

Ernesto amasaba los glúteos redondos y prominentes de Eva mientras empujaba para hacer más profunda la penetración

  • Si, si, la verdad es que se la he visto…¡La tiene enorme, cari!, yo le he calentado sólo un poquito…así jugando y tal… y se le ha puesto tremenda…creo que se ha ido para masturbarse…

Eva se estaba encendiendo aún más con la conversación, miraba a  Ernesto con cara de vicio y empezaba a moverse sobre su polla cada vez con más ganas

  • Sí que me acuerdo…pero a mí me gusta tu polla amor, ya lo sabes…Bueno, si es sólo imaginación y te apetece…puff no creo que me entrara, la tiene supergruesa también…Uff, ya sabes lo buena que soy imaginando…Sí…¡Sí, amor,.. sigue!

Eva conectó la tecla manos libres y dejó el móvil sobre el pecho de Ernesto, se apoyó con ambas manos sobre él y comenzó a cabalgarle

  • …”Entonces imagina que te chupa los pezones, que ya estarían como balas”—iba diciendo Paco por teléfono--

Eva agarró sus tetas con decisión y las llevó a la boca de Ernesto. Cerró los ojos mientras Ernesto maltrataba sus erguidos pezones, mordiéndolos con los dientes o pellizcándolos entre los dedos

  • …Y entonces, te la clavaría poco a poco hasta los huevos, y tú gritarías como la zorra que eres…
  • Cariño, lo voy a representar ¿Vale?, ¡No me va a oír nadie!—¡Sí! ¡Sí! ¡Clávamela, joder!—Gritó Eva—

Ernesto la mantenía agarrada por los glúteos y comenzaba a meterle el estoque a un ritmo de crucero creciente. Su tranca brillaba al sol cuando salía del apretado coñito de Eva, empapado de sus jugos. Los dos estaban en un estado de frenesí sexual y follaban como dos animales

  • ¿Seguro? Vale…sigo: Con un dedo te iría preparando el culito, luego con dos, con tres, para tenerte lista para su polla gigante
  • Uffff síii…la quiero por detrás también, por favor…¡Quiero ese pollón rompiéndome el culo!

Eva estaba a punto de correrse otra vez, su cara se contraía en un gesto que parecía de dolor, pero que era la antesala del máximo placer…Ella saltaba sobre la pelvis de Ernesto, se apoyaba con ambas manos sobre él y había puesto una toalla para que no le delatara el ruido, así que comenzó un trote ligero haciendo que su polla saliera casi totalmente para dejarse caer y empalarse de golpe cada vez, hasta que se abandonó mientras los dedos de su amante le inspeccionaban la puerta trasera… oleadas de espasmos recorrían su vagina, su arito trasero, su cuerpo en general, hasta que se derrumbó y tapó el teléfono sin querer con una teta, mientras besaba a Ernesto con pasión sintiendo que el placer se expandía desde su clítoris hasta la punta de los dedos, como una onda expansiva…él no se había corrido, así que tenía la polla como una piedra candente, atravesando a Eva por dentro como si su coño fuera de mantequilla…después de morrearse un rato, recuperó el aliento, levantó el torso y volvieron a escuchar a Paco

  • …Entonces se pondría detrás de ti, y tú lo esperarías a cuatro patas, levantando ese culito maravilloso, ofreciéndoselo con cara de vicio…

Eva no perdió el compás, y mientras Ernesto se ponía crema bronceadora para lubricarse la tranca, ella ya estaba abriendo con sus manitas los cachetes del culo, dejando su ano rosita y cerradito listo para la embestida…Ernesto abrió con dificultad su esfínter y dejó caer aceite bronceador por dentro de su recto, al tiempo que lo lubricaba bien metiendo los dedos hasta los nudillos…Eva ronroneaba levantando su culito y arqueando al máximo la espalda, mirando de reojo  con la cara apoyada en la toalla

  • Uffff cariño…no puedo esperar más para tener su polla en mi culito—Dijo, poseída de lujuria y mirando a Ernesto a los ojos
  • Me encantaría verte ahora…te mueres de ganas de que te encule el abuelo, ¿Eh, zorrita?—Contestó Paco—
  • Sí, sí, quiero que ese… viejo asqueroso me la clave hasta los huevos, quiero su tripa sobre mi espalda y que con su tranca me rompa en dos…¡Por favor!

Eva estaba desatada, Ernesto presionaba con su capullo hinchado en su esfínter, pero entraba con mucha dificultad a pesar de la lubricación. Con el ceño fruncido y la boca apretada…poco a poco se la fue calzando, con un suave vaivén que introducía un poquito más cada vez…Eva alzaba el culo al máximo para favorecer la penetración, lloraba de dolor por la hiperdilatación de su agujerito, pero en vez de pedirle que parara, le atraía hacia sí agarrándolo por la cadera, quería su enorme y pulsante pollón todo bien adentro, sentirse bien llena de polla y notar la calidez de su escroto tapándole la vulva…

  • …Y entonces te azotaría, como a ti te gusta, te daría bien fuerte, para que tu culo de furcia recibiera el castigo que merece…

Al escucharlo, Ernesto le palmeó el culo con ganas mientras la martilleaba hundiéndole el cipote hasta los huevos, y Eva puso los ojos en blanco “Paco voy a palmearme yo que lo necesito” gritaba. Ernesto ya le clavaba la tranca en toda su longitud y a pesar de que Eva  estaba corriéndose sin parar, le empezaba a arder el esfínter, así que frenó a Ernesto, lo hizo salir casi hasta sacar el glande, y comenzó a apretar con todas sus ganas en la puntita, haciéndole un vaivén maravilloso en la zona más sensible…Ernesto seguía palmeándole las nalgas sonoramente, lo cual provocaba que Eva cerrara el esfínter por el dolor apretando su hinchado miembro… giró la cabeza para mirar a Ernesto y descubrió por sus ojos que casi lo tenía ya listo, así que volvió a interpretar el papel que tanto le gustaba a él, con su suave y melosa voz de nena inocente:

  • Me va a dar mi lechita…Don Ernesto…he sido una niña muy buena…clávemela hasta los huevos en este culito respingón, pártamelo en dos, ¡por favor!...vacíe los cojones hasta la última gota en mi culito de zorrita…aquí me tiene toda abierta para usted siempre que quiera...este culito apretadito es todo suyo, soy su putita…métamela bien hasta dentro, inúndeme con su semen calentito de viejo verde mmmm

Ernesto volvió a empalar sin piedad a Eva, morreándola y estrujándole los pezones sin compasión… ella aguantaba el castigo tragándose su saliva y notando cómo su ano rosadito se había distendido al máximo y acompañaba en sus vaivenes dentro y fuera al candente falo, sintiendo que el placer se volvía a abrir paso como una erupción volcánica, dejándola con los ojos en blanco y mordíendose el labio inferior hasta sangrar.

  • ¡Diosss!... ¡Me corro!... ¡joder!...!Párteme en dos!... ¡Ábreme en canal con tu polla!...

Y mientras sentía los esfínteres en carne viva, la enorme tranca que la estaba empalando empezó a vibrar,  porque los huevos de Ernesto ya se vaciaban en su vientre, en espasmos continuos que los hacían subir rítmicamente hasta pegarse al perineo a medida que le inyectaban galón tras galón de semen caliente, espeso, en lo más profundo.

Ernesto se dejó caer sobre la espalda de Eva, y se quedaron un momento recuperándose, con las manos entrelazadas y el corazón aún latiendo desbocado, besándose con pasión. La dura barra de carne, clavada hasta la empuñadura en su culo, aún se movía suavemente para exprimir las últimas gotas de semen de sus testículos, mientras el mar, las gaviotas y la brisa les acompañaban con sus voces

  • Eva…!Eva! ¿Estás ahí? ¿Te ha gustado la fantasía, cariño?