Evita y don ernesto 2

Cada día estoy más morbosa...hoy se la he chupado a James Bond, Ernesto me ha dedeado delante de mi novio y luego me ha follado bien follada mientras mirábamos con mi churri los fuegos artificiales...y aún no se ha enterado de que es mi cornudín

Evita y Don Ernesto cap.2

Después de la maravillosa sesión de sexo con Ernesto, me encontraba como si estuviera en otro planeta…mientras me untaba la cremita en mis agujeritos, me llegó un whatsapp de Paco diciéndose que tenía que retrasarse, porque había habido problemas en la instalación de nosequé…así que decidí ir de compras al mercadillo que hay por la tarde en el paseo marítimo…me sentía distinta y quería que se notara también por fuera, quería renovar mi vestuario.

Tenía un pantalón corto blanco ajustadito que ya me hacía un culo increíble, pero hoy me parecía muy casto… así que con la tijera lo recorté hasta que se me vieran u poco los glúteos asomar por debajo…no había llevado nada igual desde los 13 años. Me puse un top ajustado sin sujetador que realzaba mis tetas y unas sandalias de tacón de esparto, y allí me fui contoneándome como en una pasarela.

De normal los hombres ya se giran para mirarme, pero esa tarde creo que iba a batir mi récord…todo lo que compré tenía tan poca tela que a la vuelta parecía que no llevaba peso: tanguitas de todos los colores, mini-shorts, falditas, medias de rejilla… a quien más le compré fue a Amed, un subsahariano que ya había visto en la playa, muy simpático y oscurito

  • ¿Cómo estás Amed? ¿Qué has traído esta tarde para mí?
  • Para las chicas guapas todo queda bien, y además hago precio especial, mira esto…

Estuve un ratito bromeando con él y le sorprendí mirándome un par de veces, cuando me agachaba a ver alguna cosita…sus ojos brillantes en mi trasero volvían a hacer que notara ese cosquilleo delicioso en mi entrepierna…no sabía qué me estaba pasando, pero me gustaba.

Volví al Hotel para ir al spa y elegí un bikini con tanga que acababa de comprar…el color fucsia resaltaba el moreno que ya tenía, y el sujetador sin relleno se pegaba a mis pechos como una segunda piel…seguro que a algún abuelito le daría un infarto, y ayer me hubiera puesto otra cosa más discreta, pero como digo, hoy me sentía diferente, estaba muy excitable y me apetecía mostrarme y experimentar cosas nuevas

Como suponía, había jubilados, pero poquitos. Me quité el albornoz entre las brumas del recinto y el murmullo desapareció un instante… al girarme todos aparentaron no haberme mirado y me sumergí en la piscina con jacuzzi con tumbonas sumergidas al lado de una pareja no tan mayor, él todavía era guapo, al estilo de uno de los actores que hacían de James Bond … Había hablado con él en la piscina porque me atrajo desde el principio, el pobre  llevaba un bañador Speedo horrible pero marcaba un buen paquete. Hoy  tenía la mirada triste, hasta que me vio bajar las escalerillas y acercarme.. Me encanto su sonrisa al verme y mis pezones le dieron la bienvenida alzándose como resortes. Me dí cuenta de que tenía una vida sin alicientes, así que mientras fingía escuchar atentamente a su mujer, me fui girando hacia su tumbona y fui acariciando su pecho, aprovechando la intimidad de las burbujas… de la sorpresa su cara pasó al deseo, especialmente cuando empezaba a sobar su pene, que ya sabía que era de buen calibre, sobre el bañador. Al ver que había consentimiento tácito, seguí haciendo de Dora la exploradora por dentro de su Speedo y encontré una dureza que respondía a mis caricias.

  • ¿Y a usted, Martín, le gusta venir al spa, más que a su mujer?—pregunté casualmente, con mi mano pajeándole con decisión
  • Ehhh…no había venido mucho, pero creo que voy a repetir más, Eva…
  • ¡Seguro que sí! Hay un placer oculto en estos sitios que no puede perderse…yo estaré encantada de ayudarle a descubrirlo cada vez que coincidamos

Con la otra mano ya le masajeaba sus pelotas y su perineo, así que lo tenía a puntito…

  • Yo ya me voy, Martín, me he cansao de burbujas de éstas. ¿Te vienes?
  • Ahora voy, me quedo un poco más—dijo con voz ronca
  • Yo salgo enseguida, señora Rosario…me quedo con su marido, a ver si le cambio esa cara de aburrido que tiene, contándole unos chistes, jaja

Esperé que se fuera a las duchas, y después redoblé mis caricias sobre su polla y sus huevos

  • Qué polla tan grande tienes, Martín—le susuré al oído—¿quieres que sigamos jugando un poquito?

A esa hora ya se había ido todo el mundo a prepararse para la cena. Me dirigí a la escalera y salí contoneando mi culito  semidesnudo. Me paré de espaldas a Martín para escurrirme el pelo y que pudiera disfrutar de las vistas.

  • ¿No vienes conmigo, cariño?—Le sugerí sonriéndole

Martín salió de la piscina con precipitación y con la polla a reventar asomando por la cinturilla. Le agarré de la mano y le propuse ir al baño turco

  • Me duele un poquito aquí, en el hombro. ¿Me das un poquito de masaje, corazón?—Le dije con voz melosa

Ambos estábamos de pie, semiocultos por el vapor. Dí un paso atrás para acomodar mis glúteos sobre su polla, que seguía tan dura como la había dejado

  • No te importa que me apoye en ti, ¿verdad?—Uf, qué bien me estás tocando, Martín…me encanta lo que me haces

Martín hacía rato que frotaba el cipote en mi culito mientras masajeaba mi espalda…tomando la iniciativa me dijo

  • Creo que también necesitas un poco de masaje aquí, Evita—Me sacó las tetas del bikini y comenzó a pellizcarme los pezones
  • Ufff…sí… estaba deseándolo, pero me daba… vergüenza …mmmm…abusar de tu confianza…

Me giré para meterle la lengua en la boca y comencé a masturbarlo furiosamente. Cuando su polla empezaba a avisar de que la eyaculación era inminente, me puse de rodillas a chupársela con fruición... Dios, ¡Cómo me encantan las pollas grandes en la boca! No tardó ni un minuto en llenarme los carrillos, así que me  fui tragando su crema espesita más rápido que las uvas en Nochevieja. Me demoré limpiándole el glande con mi lengua y le dí unos besitos de despedida. Al ponerme en pie de nuevo, Martín era la imagen de la felicidad.

  • No quería que tus juguitos se perdieran por el suelo, cariño…espero que no te importe que sea tan golosa
  • Muchas gracias, Eva…eres maravillosa
  • De nada, cielo… ahora ya sabes que hay un placer oculto en estos sitios que no te puedes perder… y que yo estaré encantada de ayudarte a descubrirlo cada vez que coincidamos

Me despedí con un beso y me fui contoneando mi trasero… se hacía la hora de cenar y Martín no había hecho más que encender la hoguera.

Paco llegó al final para la cena, estaba un poco mosqueada con él por la tardanza, así que se mostró suave y complaciente conmigo toda la noche para no tener una discusión. Me puse un vestido negro palabra de honor que tenía una minifalda muy cortita, estilo tutú, que me recordaba mis años de bailarina… y unas medias de rejilla que se sujetaban con elástico al muslo terminando justo por debajo de la falda, pero si cruzaba las piernas o me movía un poquito se veía claramente, lo cual me encanta porque suele poner nerviosos a los hombres. Como había tirado todas mis bragas a la basura, lógicamente llevaba un tanguita negro nuevo con piedrecitas brillantes, muy mono. Cuando me ponía los zapatos de tacón, Paco exclamó:

  • Guau, cariño…estas impresionante… ¡nunca te había visto así!
  • ¿Te gusta, cielo? Pues a partir de ahora lo vas a ver más… hemos venido a disfrutar y quiero que veas la mercancía antes de catarla, jaja

Bajamos al comedor y ví a Ernesto y su amigo Álvaro, el de la playa del primer día, esperándonos en la barra. Le dije a Paco que había quedado con ellos y que ya se lo explicaría en la cena. Les presenté y empezamos a hablar los cuatro de nuestros trabajos mientras cenamos… Álvaro llevaba negocios tecnológicos entre otros, así que tuvo una charla muy animada toda la noche con mi novio. Ernesto nos contó que trabajaba como jefe de servicio en el Hospital de La Paz, en Madrid, y que cooperaba con Médicos sin Fronteras desde hacía 20 años. Mientras le escuchaba reparé que tenía unos ojos azules muy bonitos, llevaba además una camisa negra algo hippie y un pantalón de lino con chaqueta a juego…vestido se le veía más atractivo y su sonrisa me estaba derritiendo por dentro. Visto que Paco y Álvaro tenían tema de conversación para rato, Ernesto se sentó a mi lado.

  • Te veo más guapo, Ernesto…la verdad es que arreglado ganas bastante
  • Gracias, Evita…lo cierto es que tú estás impresionante…bueno, tú siempre lo estás, la verdad. Ahora un poco más, si cabe
  • Pues hay veces que me veo por la mañana recién levantada y doy miedo… seguro que lo estás diciendo porque tienes la …¿remota esperanza de que algún día me acueste contigo?... ¿A que sí?—Sonreí
  • Jajaja… ¿qué esperanza podría tener un venerable anciano como yo, sin otras virtudes que…un pene descomunal?
  • Mmmm… Espera, espera…voy a sacar mi libreta de pretendientes con pollas gigantes—revolví el bolso para darle teatralidad—Vaya, está vacía—dije, con falsa pena
  • Así que quizá tenga una oportunidad, después  de todo… ¿Estas medias son de nylon? La verdad es que no me importa mucho, es que no sabía qué excusa poner para empezar a meterte mano

Miré a Paco y ví que había girado la silla y estaba de espaldas, hablando muy entretenido con Alfonso. Puse un poco el mantel para taparme, y le dije a Ernesto, muy suave y cerca de la oreja

  • ¿Y por qué no me dices tú qué te parece el tacto de mis braguitas?—Abrí las piernas, invitándole

Ernesto sonrió y comenzó a acariciarme poco a poco, las piernas, el pubis, llegando al final hasta dentro de mi tanguita de piedrecitas brillantes para frotar con dulzura mi botoncito mágico.

  • ¿Sabes, Evita? Me encanta que seas tan morbosa, y que quieras que te haga cositas delante de tu novio…seguro que  te pone aún más cachonda que él esté al lado, ¿verdad?
  • Mmmm…siiii
  • Eres una nena mala a la que le gusta jugar, ¿a que sí?

De repente Paco se giró, casi nos pilla con las manos en la masa, pero reaccionamos con naturalidad.

  • ¿Qué tal si nos tomamos una copa en la barra, ¿eh tortolitos?—Ernesto y yo nos miramos atónitos--¡Que es broma, hombre! Si Ernesto podría ser tu abuelo, jajaja

Paco y Álvaro estaban sentados en los taburetes altos, mientras que Ernesto y yo preferimos estar de pie, mirando hacia la barra. Empezó la música de pasodoble y todos se fueron a bailar, dejando un mar de mesas vacías entre nosotros y la pista de baile

  • Perdona Eva…¿de qué conocías a Ernesto?—preguntó Paco—Álvaro dice que no sabía quién eras
  • Pues nos vimos en la playa…bueno, ya sabía que estaba hospedado aquí como nosotros…y la verdad es que desde el principio Ernesto ha sabido…llegarme muy adentro—Tragué saliva—Ha sabido llenarme…llenar mis vacíos interiores…  con su cálido…con su enorme…y palpitante—Cerré los ojos--¡Dios! No sé cómo explicarlo
  • Se refiere a mi sentido del humor, jeje—Interrumpió Ernesto, y aprovechó para cogerme de la cintura, para luego pasar a masajearme el culo con disimulo, pero con muchas ganas. Yo pasé mi brazo por sus hombros, para disimular
  • Sí, claro, ¡eso es! No me salía…no sabes lo que me encannnta, lo que estoy disfrutando de su… maravilloso y…vibrante sentido del humor—Los dedos de Ernesto ya habían apartado mi tanguita y estaban explorando mi rajita hasta el fondo—Uuf, ¡es una pasada! No veas cómo me pongo cuando me toca de lleno, jaja
  • Y yo he de decir que Eva ha permitido que descargue en ella…todas mis preocupaciones. Ha sido un encuentro extraordinario, teniendo en cuenta que somos de distintas generaciones, ¿verdad?
  • Si, ¡es cierto! Y la verdad es que adoro tu confianza…que confíes en mí para vaciarte, quiero decir…para que deposites en mí todo lo que llevas dentro hasta la última gota
  • Muchas gracias, Eva…!eres un tesoro!. Tu novia, Paco, bueno seguramente tú lo sabes… Es de una manera que en seguida te das cuenta de los…recovecos en donde, de una manera o de otra, puedes verter todo lo que llevas acumulado dentro y necesitas sacar…y te aseguro que ella es la mejor que he conocido en eso—Abrí discretamente las piernas porque ya me dedeaba el clítoris sin compasión
  • De verdad, Ernesto…me estás tocando la fibra sensible, bribón. Y te voy a decir algo…ya sabes que en cualquier momento, en cualquier situación…yo voy a estar abierta para ti…tienes todas mis puertas abiertas, porque eres un amor

Nos miramos intensamente a los ojos, mientras mis contracciones vaginales aprisionaban sus dedos en un orgasmo maravilloso

  • Bueno…eh…no sé si os ha quedado clara la  metáfora—dijo Ernesto
  • Emmm creo que sí…Eva tenía un vacío interior… que Ernesto ha llenado… y Eva ha recibido como nadie lo mucho que Ernesto tenía que descargar ¿No es así? Pues eso es que os habéis acoplado a la perfección—Concluyó Paco
  • ¡Exacto! ¡Ay qué listo es mi chico! Ha sido y es un acople perfecto–Dije yo, muerta de risa por dentro
  • ¿Me concede este baile, señorita? Espero que no te importe, Paco, ya veo que tenéis mucho de qué hablar
  • No claro, además Eva es bailarina, así que vas sobre seguro

Paco se giró y continuó hablando…yo me levanté, con las mejillas sonrosadas y mi tanga descolocado, y salí a la pista de baile con Ernesto…como era lento, me pegué a él, sabiendo que poco a poco la anaconda iría saliendo de su guarida…le miraba intensamente a los ojos mientras su falo caliente y duro se recolocaba entre los dos poco a poco y me llegaba hasta el esternón…con discreción aparté su camisa y bajé un poco el elástico de su pantalón de lino, metí mi manita entre los dos y comencé a frotar con mi pulgar la base del glande, en ese puntito que vuelve locos a los tíos

  • Mmmm así que eres un nene malo que le gusta jugar, ¿no es así?—Le susurré al oído
  • No tanto como a tí…la conversación de antes con Paco te ha puesto más cachonda que nunca…te has corrido en mis dedos sin que apenas te tocara y tu coño parecía el lago Ness
  • Bufff…es verdad…me llega el flujo hasta los tobillos…y eso que las medias frenan lo suyo, jajaja
  • Hoy no te vas a dormir sin que te meta otra buena follada, ¿lo sabes, verdad?
  • Vaya…es exactamente lo que te iba a decir ahora, cielo…y ya sabes que tienes todos mis… recovecos jaja… a tu disposición, amor

“Señoras y señores, vamos a apagar las luces unos minutos para disfrutar mejor del castillo de fuegos artificiales. Pueden salir a la terraza si desean contemplarlos mejor”

Dicho esto, el salón se quedó en penumbra y todos salimos a la terraza. Había una ventana estrecha abierta que desde el comedor al exterior. De repente, tuve una idea. Me acerqué a Paco y le dije:

  • Cariño, aquí hay brisa y tengo algo de frío…¿Te importa si lo vemos desde ahí dentro?
  • No, por supuesto. Nos vamos dentro, ¿vale? Eva tiene frío—le dijo a ellos

Me cogió de la mano y antes de entrar, le hice un gesto a Ernesto de que nos siguiera. En el comedor no había nadie, quedaba una luz tenue, y la ventana, como había visto, daba para que se asomaran sólo dos personas, así que nos pusimos juntitos. Sabía que Ernesto estaba expectante, algo escondido, para que Paco no lo viera… me divertía el hecho de que no adivinaba lo que mi mente morbosa había ideado. Mirando cómo explotaban los primeros cohetes, levanté mi falda por detrás, incliné mi culito todo lo alto que puede una bailarina tan flexible como yo, pasé mi mano por debajo de las ingles y abrí mis labios vaginales con los dedos índice y corazón, dejando mi flor rosita para que la embistiera cualquier …pene monstruoso que pasara por allí

  • Uffffffff!
  • ¿Te pasa algo, cariño?
  • Hola, hola—dijo Ernesto con voz grave—Yo también he sentido la urgencia de…meterme en un sitio calentito, espere que no sea molestia
  • Ahhh…No, Ernesto—Dije con voz entrecortada—Tenerte… siempre es un placer… de los grandes

Había pasado el brazo sobre los hombros de Paco, así que no podía girarse y ver cómo el falo palpitante de Ernesto me taladraba sin contemplaciones. Mis labios vaginales se metían hacia dentro por el grosor de su polla, en un anillo que estaba al límite de su elasticidad y que nos mataba a los dos de placer cada vez que su maravilloso y prominente glande lo traspasaba en sus vaivenes. Los fuegos artificiales comenzaban a estallar con más continuidad, y Ernesto aprovechaba cada explosión para meterme unos cuantos centímetros más de rabo bien calentito

  • ¡Ahhh!... ¡Ayyyy!... ¡Ohhh!... ¡Arrrg!
  • Joder, cariño…no sabía que te gustaban tanto los fuegos artificiales…tienes una cara que es un poema
  • ¡Siiiii!...!Me encanta!... Uf, lo adorooo
  • La verdad es que son una pasada, ¿verdad Ernesto?
  • Yo nunca he sentido nada igual antes, te lo juro

Con la otra mano agarraba el marco de la ventana hasta tener los dedos blancos…no podía evitar estremecerme con el monstruo de carne que me estaba empalando por detrás…me empujaba tan fuerte que ya estaba de puntillas sobre mis zapatos de tacón, y aún no había llegado a clavármela entera…siguió hundiéndomela sin piedad hasta los huevos, momento en el que explotó mi primer orgasmo

  • ¡Diosss dios qué bueno! ¡Si, si…así—Qué felicidad de tenerla dentro enterita, pensé para mi
  • Cariño, me estoy preocupando…nunca te había visto así
  • Estoy bien….bien….no te preocupes—Es que me siento…totalmente plena

Ernesto ya sabía a estas alturas que me encantaba cuando me empalaba de una vez hasta la empuñadura, porque era garantía de orgasmo inmediato. Y no uno cualquiera, sino uno de los buenos. Y éste era aún más intenso, como los que iban a llegar, por el morbo de la situación…Ernesto  dejó que me recuperara unos instantes, para comenzar un lento mete y saca que me estaba volviendo loca…mis labios vaginales se estiraban adentro y afuera acompañando a su bien lubricada tranca, y fue aumentando el ritmo de las penetraciones aprovechando que las explosiones ocultaban el sonido de su cadera al chocar con mi culito

  • Paco, bésame por favor, lo necesito—

Empecé a morrearme con mi novio, lo cual me ponía más cachonda, y también a Ernesto, porque su polla de repente parecía una roca y comenzó a clavármela como si fuera un pistón neumático…yo estaba en la gloria, encadenando un orgasmo tras otro, gritando sin control con la excusa del espectáculo pirotécnico, hasta que llegó el momento de la traca final, que dejé de besarle y ya no ví nada porque aunque miraba al cielo, tenía los ojos en blanco, mis pies habían perdido el contacto con el suelo y mi cuerpo literalmente pendía de un mástil candente que me perforaba hasta el útero a doscientas revoluciones por minuto…

Tuve un orgasmo de categoría olímpica…las contracciones de mis músculos vaginales apretaban su polla como si fuera una boa constrictor, y a los pocos segundos pude escuchar un gruñido gutural y sentir las convulsiones del cipote maravilloso que me había llevado hasta el cielo y me estaba inundando de esperma…no quería que la sacara nunca, quería esa polla para siempre dentro de mí

  • Cariño…ya sé que ha sido espectacular y todo eso…pero ¿de verdad estas bien? ¿Puedes ayudarla tú, Ernesto y cogerla bien por detrás?
  • La tengo bien cogida, no te preocupes, Paco…lo que creo es que se ha desmayado ¿Puedes ir a encender la luz, por favor?

Oía sus voces como a lo lejos, Ernesto sacó su pollón de mi almejita  cuando Paco se fue hacia el interruptor, y me dejó en una mesa…guardó la fiera en sus pantalones y me envolvió en el mantel con cariño

  • ¿Estás bien, princesa? Dime algo, por favor—Su voz sonaba preocupada
  • No te preocupes—dije, mientras volvía en mí—Es que creo que gusta un poquito que llenes mi vacío con todo lo que llevas dentro…