Everything Has Changed Cap. 9

Sex sex love sex.

Hola chicos. Gracias por sus mensajes en Facebook y sus correos, gracias. Ya vi que ni comentan y valoran por aquí los relatos (como sucedió con el anterior), nada les cuesta dejar su valoración en cada cosa que lean aquí, es una forma de dar su opinión de si les gusto lo que leen de cada persona. Bueno, está en ustedes si quieren hacerlo. Sin más que decir, los dejo con un nuevo capítulo.

Christian.

Arrancó la hoja del calendario, dejando a la vista la que debería estar desde hace días en su lugar.

Enero.

Se sentó cansadamente en la silla del despacho, recostándose sobre el respaldo y cruzándose de brazos. Suspiró pesadamente. Había estado más de dos semanas encerrado en aquella habitación hospitalaria, y el ajetreo de un día dirigiendo el hotel le dejaba hecho polvo. Pero en el fondo era lo que necesitaba, ya que estar de nuevo allí significaba que su madre ya estaba de vuelta en casa y que se recuperaría totalmente del accidente. Sólo veía un “punto negro” en todo aquello...tres días sin ver a Mauricio. Él no pensaba dejar a su madre sola mientras tuviera que recuperarse, sin embargo, no cayó en la cuenta de que la mujer era más cabezota que él mismo, y que no aceptaría la “invitación” de pasar con él y con Mauricio esos días en el ático. Así que sólo pudo hacer una cosa: volver a su casa, hecho que le conllevó a no ver al moreno. Bueno, no tenía otra opción, primero de todo estaba la salud de su madre y luego.

Estiró las manos, cogiendo el teléfono del despacho. Pulsó un botón rojo, el cual le comunicaba inmediatamente con Recepción; debía hablar con Erika.

La de pelo rojo no tardó más de cinco minutos en llegar, abriendo la puerta con nerviosismo y sentándose frente a él.

-¿pasa algo, Chris? - cuestionó algo avergonzada, aún sin saber por qué. - ¿Por qué me mandaste llamar?

  • Bueno, la verdad es que me han llegado algunas quejas, pero no tienen importancia - le sonrió - Era sólo una excusa para hablar contigo, y para disculp...

  • ¿Cómo? - le interrumpió - ¿Qué es eso de que tienes quejas?

Christian la miró sorprendido. Parecía más interesada en las quejas que en su disculpa.

Se tapó parcialmente el rostro con una mano, riendo bajito. Volvió a mirarla.

-Verás, algunos clientes se le quejaron a Mauricio de que a una empleada con el “pelo rojo” se le había visto varias veces dejar de lado su trabajo para... ¿cómo decirlo para que no suene mal? Em...hacerse cariñitos con otro empleado, si. Y me parece que se referían a ti, eres la única con el pelo así.

  • P-pero... - balbuceó al verse descubierta por el rubio. Lo cierto era que no esperaba que se fuera a enterar de lo “suyo” de esa manera, y menos de que su primera conversación después del viaje y de lo del accidente fuera a coger ese rumbo.

  • A mí eso me da igual, Erika. No me importa en absoluto el que te beses con quien quieras, pero la clientela es la clientela, así que les pido que se aguanten un poco, o hacen alguna escapadita a los vestuarios - bromeó con suspicacia - Eso sí, no se queden allí todo el día.

  • E-err...yo...lo siento si te he dado problemas, - agachó la cabeza - no me di cuenta.

  • ¡HE! No tienes por qué pedir disculpas, ya te he dicho que a mí no me importa que lo hagas, pero piensa que esto es un hotel y, como en muchos otros sitios, hay gente algo...conservadora. Sólo es eso, tranquila.

  • Si...lo entiendo. - habló casi en un susurro. No entendía por qué pero se sentía mal: molesta consigo misma.

  • Ya dejemos el tema, ¿de acuerdo? Oye...y, ése chico, no será…

  • Sebastian.

  • ¡Lo sabía! - exclamó - ¿Y desde cuándo? Te lo tenías bien escondido, ¿eh?

  • Pues...desde hace una semana...más o menos. - respondió ya mirándole a la cara.

  • ¡Me alegro muchísimo! - comentó alegremente, levantándose del asiento y apoyándose en la mesa, frente a la de ojos marrones - La verdad es que no me lo hubiera imaginado nunca...sólo lo supe gracias a nuestros queridos clientes chismosos, je je. ¿Estás...enamorada de él?

Sus ojos se abrieron sobremanera. Sintió como su corazón palpitaba cada vez más deprisa, temblequeándole todas sus extremidades incontrolablemente. ¿Qué era lo que sentía? ¿Estaba enamorada de Sebastian? ¿De verdad tenía aquellos sentimientos o seguía manteniéndolos por Christian?

Estaba confundida, demasiado. Aún no había conseguido descifrar lo que en su mente daba vueltas incesantemente, pero estaba segura de una cosa: lo que necesitaba.

  • No... No lo sé. Sólo sé que quiero y necesito estar con él, a su lado. Porque... - tragó saliva - yo, verás...Chris, tengo algo que decirte.

  • ¿Mm? - la observó desconcertado - Pues habla, te escucho.

  • Yo...llevaba años enamorada de ti. - el rubio cambió su expresión preocupada pero serena por una de sorpresa - Desde que nos conocimos... - el chico hizo un intento de replicarle, sin embargo, la más baja le tapó la boca suavemente - Déjame terminar, ¿vale? - Christian asintió - Me fui enamorando de ti poco a poco, ni siquiera me di cuenta, pero de la noche a la mañana me encontré pensando en ti como en algo más que un amigo. Fui una estúpida por no darme cuenta de que nunca llegaríamos a nada, jeje. El día que me dijiste que eras gay, me rompiste el corazón, pero no tuviste la culpa - acarició cariñosamente la mejilla de su amigo - Sólo yo la tuve, por no deshacerme de ésos sentimientos en ese instante. Pero bueno, lo hecho, hecho está... Lo he pasado mal durante éstos años, pero en el fondo me alegro de ello, porque sin ésos sentimientos no habría llegado a tenerte tanto cariño, ni a llegar a tener una relación con Sebastian.

  • Lo siento mucho, Erika.

  • No pasa nada. ¿Sabes? El día ése que te fuiste sin contar con nosotros, en la montaña, no pude aguantar más...y se lo conté todo a Sebastian. Me ayudó mucho, me comprendió y me consoló, y eso nunca lo olvidaré. Le invité a la reunión de antiguos alumnos, más por el miedo de encontrarme contigo a solas que por otra cosa...pero no apareciste, je je. Al día siguiente me encontré en la cama con él, no sabía por qué...y me sentía fatal. Le dije cosas que no se merecía oír. Me sentía dolida y confundida, se me había juntado lo de Christina y lo nuestro y mi mente era un hervidero de sentimientos...No sé cómo no me mandó a la mierda entonces.

  • Pero nena, lo importante es que están juntos, ¿no?

  • Sí.

  • Pues ya sabes. - sonrió enlazando sus manos - No le des más vueltas a eso. Lo que tenga que ser será, y si sigues así no ayudarás nada, ¿entiendes?

  • Si...gracias, Chris. Pensé que quizás si te lo contaba te sentaría mal.

  • ¡No seas boba! ¿Cómo me voy a enfadar por algo así? Más bien me siento alagado por tus sentimientos y por ver que por fin has tenido el valor suficiente para contármelo todo. De veras. Además, te has disculpado más que yo, ¡Jajaja! Y yo que pretendía pedirte perdón por haberme comportado tan mal.

  • Je je, no te preocupes. - rió - Eso ya está olvidado. Por cierto, ¿qué tal está Christina? Aún no he ido a verla.

  • Bueno, quejándose todo el día porque no la dejo levantarse de la cama, ya sabes cómo es. Si hasta se ha roto la escayola de la pierna de tanto arrancarla, ¡Jajaja!

  • Me imagino, je je...Y... ¿con Mauricio? Hace mucho que no hablo contigo y no sé si han tenido algún avance...Aunque Yeisi está segura de que ya.

Suspiró.

– Ésta Yeisi... - A estas chicas no se les escapaba nada. - Bueno, algo hay.

  • ¿mmm?

  • Avances, avances...si, hemos tenido, pero aún no estoy muy seguro de que Mauricio quiera algo serio...no sé si me entiendes.

  • Si. Pero, ¿no hablaste con él?

  • mmm...pues no. No he tenido tiempo...justo cuando parecía que íbamos a hacer algo - se sonrojó solo de recordarlo - me llamaron del hospital...y bueno, he estado todos los días allí, así que.

  • ¿Y ahora? Tienes tiempo.

  • Pero cuando yo voy a casa él aún no ha vuelto de trabajar.

  • Pues vaya...eso tendremos que arreglarlo, je je. - comentó sonriendo maliciosamente.

  • Erika, ¿en qué estás pensando?


Mauricio.

Terminó de ajustar el visor en la lente. ¿Por qué, siempre cuando algún patoso rompía algo, era su cámara?

Suspiró cansadamente, sentándose de mala manera en una de las tablas del cuarto. Por fin había terminado. Le llevó unas horas reajustar todo, y más escuchar a aquella presentadora de pacotilla chillar por el retraso mínimo que conllevaba buscar otra cámara de repuesto. Ojalá le cambiaran de estudio un día de ésos.

Escuchó como la puerta se abría, rechinando. Pensaba que sería su jefe, para ver si habría terminado de arreglarla, pero la suerte no estaba de su parte.

  • Mauricio, ¿qué haces aquí? - preguntó inocentemente enredando un mechón de su cabello en su dedo.

  • Eso mismo me preguntaba yo. - contestó seriamente, levantándose del improvisado asiento.

  • ¡Qué rancio estás hoy! - exclamó gesticulando exageradamente - Eso es que tienes mal de amores ¡Jajaja!

  • .... - el moreno se abstuvo de responder, porque como lo hiciera hablaría más de lo debido, y eso no era típico de él.

  • ¡He! Era broma - sonrió siguiéndole hasta la puerta - No te vayas, hombre.

  • Mi horario terminó hace más de una hora.

  • Bueno, mejor para mí. Vine a ver si te apetecía acompañarme a tomar algo. Como amigos, ¿eh? - alzó la manos ridículamente - Que ya le prometí al rubito que no intentaría nada contigo, je je.

  • ¿Cómo? - volteó a mirarla, mientras se colocaba la manga de la chaqueta.

  • ¿No lo sabías? Hablé con Christian y le dije que no volvería a tirarte los tejos. Porque, honestamente, no creo que caigas ya en uno de mis truquitos de ligar. Qué pena. - se lamentó - Bueno, ¿qué dices? Iremos Irene y yo solas a un PUB del centro, anda, ¡vente!

  • mmm- quedó pensativo. La verdad es que en casa no haría nada. Desde que Christian no estaba se aburría considerablemente y por salir un rato no ocurriría nada malo, ¿no? - De acuerdo, pero sólo un rato.

  • ¡Bien! ¡Vamos! - habló alegremente agarrándole del brazo y llevándose a rastras.


Christina.

  • ¿Y cómo estás? Siento no haber ido a verte, Christina, pero...

  • Lo sé, tranquila, no hace falta que me pidas disculpas. Estoy bien, Christian me cuida mucho, quizás demasiado, je je, pero lo hace muy bien.

  • Me alegro... Mañana si puedo me pasaré a verte, ¿de acuerdo?

  • Como quieras, pero no te sientas obligada.

  • Tranquila, no es una obligación para mí. Es algo que quiero hacer...además, me gustaría ver a Mauricio de nuevo.

  • Bueno, vale, te tomo la palabra, je je. Pero Mauricio no está aquí, se quedó en el hotel por si ocurriera alguna urgencia, ya sabes.

  • No hay problema, iré a verle después de ti. Oye...Christina, y... ¿qué hay de lo de Christian y Mauricio?

  • mmm...pues no estoy muy segura, pero Mariana, deberías aceptarlo, no creo que tarden mucho si no ha pasado algo ya. Y mi hermano también debería saberlo.

  • ¡No! No quiero decirle nada...ya sabes cómo se pondría...no podría volver a vivir de nuevo todo aquello.

  • Pues si no lo haces tú, lo haré yo misma. Así de paso volvería a ver a ese cabezota, y a mí no hay quien me grite, ¡Jajaja!

  • ¿Estás...segura?

  • Claro que sí. Ya es hora de que las cosas se aclaren.


Mauricio.

Acababa de recordar el por qué no iba nunca a esa clase de sitios. El ruido.

Y es que aunque fuera de lo más normal del mundo en un sitio como ése el tener la música a tope y la gente casi gritando por todo el local, él no era una persona que aguantara demasiado todo aquello. Pero un día era un día.

Bebió de su copa una vez más, ya casi estaba en sus restos, y miró a su alrededor. Todo ese gentío bailando de tal manera que pareciese que no les importaba nada más que pasarlo bien, disfrutar.

Como aquellas dos, que no paraban de cuchichear sobre éste o aquel, apoyadas, como él, en la barra. Suspiró.

  • ¡He! Mauricio, ¡alegra ésa cara! - le dijo la morena, acercándose a su cuerpo. - Que no estamos en un funeral.

  • ¿Ah no? - habló sarcásticamente.

  • No sé cómo pretendes divertirte con esa cara.

  • Es que no lo pretendo. Sólo es que no tenía nada mejor que hacer.

  • ¿Y Christian? ¿No estás con él? O ¿es que han peleado?

  • Eso no te incumbe. - contestó seriamente, mirando hacia otro lado.

  • mmm...algo pasa...pero bueno, si no quieres contármelo... - sonrió disimulando su molestia. Ella quería que se lo contase, era demasiado entrometida para quedarse sin saberlo, pero ya se le ocurriría algo para sonsacárselo.

Un camarero, alto, con el pelo teñido de negro llegando a azul y de complexión fuerte, se acercó sinuosamente hasta Irene, besándola en ambas mejillas. No conseguía entender muy bien de lo que hablaban, pero en un momento dado, distinguió una palabra.. Chris. Se le quedó mirando desconfiadamente, quizás se equivocó, pero si estaba en lo cierto no le había hecho gracia aquello. A saber de lo que hablarían.

No pasaron más de tres minutos cuando la chica les presentó. Y aquello solamente consiguió que a Mauricio tampoco le cayera en gracia Irene y que volviera a casa con un enfado y una rabia contenida enorme.

  • Mauricio, éste es Ken, un amigo. - habló la chica, mientras que se apretaban las manos entre ellos, un tanto fuerte.

  • Encantado, Mauricio. Por lo que sé eres el nuevo ligue de Christian...je je, la verdad es que no eres su tipo. - comentó como quien no quiere la cosa, mofándose con su tono de voz y mirándole de arriba a abajo. - Pero bueno, disfrútalo mientras puedas.

  • ¿mmm? - se sorprendió de sí mismo. En otro momento hubiera contestado, pero no le salían las palabras. Cada día se sentía más raro, era como si su interior estuviera cambiando de nuevo, sin pedirle permiso.

  • Ken, ¿a qué viene eso? - le preguntó Yessica algo desconcertada, ni ella sabía de qué iba todo eso. Acababa de conocerle al igual que Mauricio, aunque Irene le comentó algo de que tuvo una relación con Christian.

  • Nada, sólo quiero asegurarme de que éste grandulón sepa en dónde se ha metido. Porque salir con Christian no es tarea fácil, ¿sabes? Es un inseguro que cambia de parecer cada dos por tres. - comenzó a hablar mirando al más alto con desagrado - No sabe lo que quiere. Un día está enamorado de ti y al otro te deja porque no le das lo que necesita. Al principio todo es bonito, le encanta acostarse contigo, le gusta que tengas detalles con él...pero enseguida se cansa. No te sorprendas cuando llegue el día en el que te dirá que no le haces feliz, que no eres lo que busca, porque eso lo hace con todos. Y no soy el único que lo piensa, aquí hay muchos chicos que lo corroborarían, je je... No es un santo.

  • Te estás pasando, Ken. Deja d...

  • Déjalo, Yessica. - le interrumpió el moreno, apoyando una mano en su hombro - Puede que no sea un santo, pero me parece que tú eres el típico ex vengativo, y ya he tenido bastante. - miró al peli-negro, con su característico gesto serio.

  • ¿Vengativo? ¡Jajaja! - rió despreciativamente - ¿Quién no lo sería después de estar con él? Ya me vendrás diciendo que tenía razón cuando te deje tirado.

  • No lo creo. Deberías conocer a la persona antes de hablar de ésa manera. Siento que envidies mi situación. - alzó una ceja, desafiante. Ya estaba harto de que le salieran de todos lados ex parejas del rubio intentando joderles. - No me merece la pena seguir con ésta conversación. - el otro le contempló con molestia - Yessica, me voy. Ya nos veremos. - se despidió de la chica solamente, dejando con la palabra en la boca a los tres, y saliendo de aquel lugar con algo de rabia. Parecía que la vida de su primo no había sido tan de color de rosa como quería pintarla.


Christian.

Abrió la puerta con cansancio. Ese día había acabado algo tarde, pero igualmente, su madre seguía despierta.

Subió las largas escaleras hasta el segundo piso, deshaciéndose del abrigo y las zapatillas en el camino, escuchando como el hombre de las noticias hablaba sobre no sé qué político. Corrió las puertas correderas de la habitación, esperando encontrarse con su madre tumbada en la cama y viendo la televisión, pero en lugar de eso, el cuarto estaba vacío.

  • Ya se ha vuelto a levantar. - masculló caminando por el pasillo, mirando a través de todas las puertas de la casa.

No consiguió encontrarla. Ya se temía lo peor...que hubiera salido a la calle con el coche a saber por qué, pero una leve risita proveniente de la planta baja le llamó la atención. Bajó de nuevo, rápidamente, las escaleras. Y al llegar hasta allí se quedó algo perplejo.

  • Lo que me faltaba...- suspiró - Yeisi, ¿qué haces aquí?

  • ¡Hola guapo! Vaya bienvenida que me das ¡Jajaja! - rió volteándose en la silla, mirándole. - Solo pasaba por aquí...y me dije, pues vamos a hacerle una visita a Christina, que se sentirá muy sola, ¿verdad? - habló mirando a la mujer con cara de perrito abandonado.

  • Si...No seas malo, Chris, sólo vino a verme. Además, así podrás tomarte un descansito - le guiñó el ojo.

¡Aaaarrgh! Como odiaba cuando su madre se comportaba así.

Entornó los ojos, suspirando de nuevo. No se sentía con las fuerzas suficientes como para contradecirlas. Se dejó caer en uno de los sillones de la habitación, quedando casi tumbado en toda su extensión.

  • De acuerdo, hagan lo que quieran. No pienso decirles nada, pero eso sí, no voy a ser yo quien recoja todo. Ya habían dejado la televisión encendida y unos cuantos envoltorios de chocolates en el suelo, ya saben - las informó gesticulando pesadamente.

  • No te preocupes, ya lo recogeré yo cuando me vaya - Yeisi le sonrió - Pero por si no te has dado cuenta, te damos la noche libre. - sonrió maliciosa.

  • ¿Y eso qué quiere decir?

-¿estás dormido o qué? No te enteras, nene... Eso quiere decir que te vayas a ver a Mauricio.

  • ¿Cómo? - se enderezó sobre los cojines.

  • Erika me llamó diciéndome que Mau y tu llevan días sin verse, y bueno, decidí darte un descansito viniendo a cuidar de tu madre, je je... ¿Aún no lo entiendes? - el rubio se sonrojó al instante.

  • Vamos, Chris, no me vengas con que tienes vergüenza a éstas alturas y vete. - comentó su madre astutamente.

  • D-de acuerdo - balbuceó poniéndose en pie e intentando disimular el apremio que sostenía. - ¡Gracias! - gritó antes de cerrar la puerta principal y salir corriendo hasta el coche.

Recorrió las calles con rapidez, sin pensar en que sobrepasaba el límite de velocidad. En lo único que pensaba en ese instante era en verle, en abrazarle, en besarle...


Christian y Mauricio.

No tardó ni media hora en llegar. Aparcó el coche malamente en su plaza de garaje, subiendo nerviosamente en el ascensor hasta la última planta. Abrió la puerta casi a trompicones. Lo que vio no era lo esperado.

Todo estaba a oscuras, pero aún así consiguió divisar a su primo, gracias a las luces de la ciudad que penetraban juguetonamente por la cristalera de la terraza. Dormía.

Suspiró. Tanta prisa en llegar para que Mauricio estuviera durmiendo... Rió entre dientes, era un tonto.

Se acercó sigilosamente hasta la cama, deshaciéndose de los zapatos y del abrigo, tirándolos al suelo.

Se tumbó junto al moreno, como él, de lado, para poder observarle cara a cara. Parecía tan tranquilo así, sin ese aire serio que siempre le acompañaba... Estiró una mano hasta posarla suavemente sobre la mejilla del otro, rozándola, acariciándola...

  • No sabes cuánto he deseado estar así contigo...aunque no es como lo imaginé...del todo, je je. - habló para sí. - Soy un tonto, pensaba que cuando llegase te encontraría sentado en el sillón leyendo un libro de los tuyos, como tantas otras veces, pero mira la hora que es... No sé en qué estaría pensando... Te he echado de menos éstos días. - besó sus labios lentamente, intentando no despertarle - ¿mmm? Hueles a alcohol... ¿qué habrás estado haciendo? - le miró con deseo y con celos, quizás se aburrió de esperarle y....

  • Nada de lo que tenga que avergonzarme. - susurró encima de sus labios, abriendo lentamente aquellos ojos negros casi imperceptibles entre esa oscuridad.

Christian casi se asustó. No pensaba que el otro estuviera despierto y menos que le estuviera escuchando.

  • ¿T-te desperté?

  • mmm no conseguía dormir. ¿Y qué haces tú aquí a estas horas? ¿Y tu madre? - habló sin alejarse ni un milímetro de su boca.

  • E... Yeisi está con ella...y aproveché para venir a verte... - de nuevo el corazón le palpitaba sin cesar y una sensación de vacío en el estómago se hacía realidad. - Pero quizás deba irme, es muy tarde.

  • ¿Eso es lo que quieres? - el rubio le miró perturbado ante aquellas palabras.

  • Lo que quiero...es a ti. - habló sin pensar. Pero al darse cuenta de lo que de su boca había salido, se enderezó entre las sábanas, recogiendo del suelo sus cosas y andando en dirección a la puerta. Se sentía avergonzado. Aquello había sonado como una proposición demasiado directa.

  • Espera. - le pidió su primo, asiendo fuertemente su mano y tirándole literalmente sobre la cama de nuevo. El abrigo y las zapatillas volvieron al suelo, mientras que Christian se encontró de repente arrinconado contra el lecho, con el moreno encima suya y sus brazos, cada uno a un lado de su cara. Sentía el calor que emanaba del colchón y del cuerpo del otro, envolviéndole cálidamente. Aún así, un temor se apoderó de él.

  • ¿Q-qué haces? Mauricio... ¿en qué piensas? - el cuerpo le temblaba nerviosamente, seguramente por lo que se avecinaba. Aunque fuera algo que desease desde hace tiempo, el hacer el amor con alguien por el cual sentía tantas emociones le daba pánico.

  • Yo también te eché de menos. Y aunque huela a alcohol, no he hecho nada malo. - musitó rozando sus labios con el oído del rubio, lamiéndole el lóbulo y el pendiente.

  • ¿D-dónde...has estado? - sentía algo de celos al pensar en él en algún tugurio de pacotilla bebiendo con alguna o algún aprovechado.

  • Eso no tiene importancia, ni siquiera yo quiero recordarlo. - dijo sin separarse de él, besando la parte alta de su cuello.

  • ¿Ha pasado algo?

  • No te preocupes de eso ahora. - terminó de decirle separándose y mirándole a pocos centímetros de su cara.

No supo qué más decir, solamente consiguió sostenerle la mirada, en la misma posición. Mirándose fijamente, tanteando.

Se sentía desvanecer. Sabía perfectamente lo que ocurriría y un escalofrío le recorrió el cuerpo de arriba a abajo. El tiempo se detuvo, regalándoles un momento del que no se olvidarían en la vida.

Christian pensó. Si tenía que suceder, sucedería, pero él no pensaba ser del todo “pasivo”. Así que, sin incertidumbre y con un arrojo inmenso, rompió el poco espacio que separaba sus labios. Otra vez, el característico aroma de la colonia de su primo le inundó los sentidos, mientras rozaba su boca buscándole. Mordió levemente el labio inferior, gimiendo ahogadamente, acariciando su cuello con ambas manos de forma inquieta.

La expresión de Mauricio cambió, desprendiendo deseo y amor por ella. Lo que sintió en ese instante fue algo indescriptible. Por fin, aunque no hubiera sido con palabras, estaba convencido de que su primo sentía lo mismo por él. El moreno hurgó en su boca, premeditadamente, lentamente...introdujo su lengua jugueteando con la suya, provocándole a más. Se acariciaron mutuamente, con sus lenguas y con sus manos, queriendo que el momento culminante llegara lo antes posible. Jadearon al unísono, por la fuerza de aquel beso, sabiendo que comenzaban a relajarse en aquella situación.

Los brazos del más alto rodearon su cintura ciñéndole más a su cuerpo, arqueando su espalda. Le arrastró diestramente por la cama, hasta colocarle la cabeza sobre la almohada. La mezcla era cada vez más profunda y ansiosa, no pensaban aguantar mucho más.

Christian cortó el beso a causa de la falta de aire, pero enseguida besó poco a poco sus labios, hablando entre jadeos.

  • No me lo puedo creer...No pensaba estar contigo de ésta forma...Es un sueño.

  • Sshh... - le acalló, subiendo lentamente sus manos por su abdomen - No hables. - enredó la tela entre sus manos, pasándola suavemente por el cuello y el rostro del otro, deshaciéndose por fin de ella. Bajó lánguidamente por su cuello, mordisqueando, besando y lamiendo para poder volver a probar el dulce sabor de su piel. Percibió cómo las manos del otro se enredaban entre sus cabellos, desorganizándolos y quitándole la coleta, le prefería con el pelo suelto...para luego bajar de nuevo hasta sus brazos, apretándolos dolorosamente, mientras se mordía los labios provocadoramente.

Siguió besando y lamiendo, bajando por su pecho, hasta pararse en sus pezones, acariciándolos y succionándolos con deseo. Pero su quehacer se vio interrumpido por los suaves dedos de su acompañante, que le elevaron el rostro hasta él.

  • Eres hermoso...y pensar que hace unos años ni siquiera te quería tener cerca. - susurró besándole de nuevo y acariciando su rostro.

Mauricio sólo le miró con cariño, para luego seguir acariciándole su pecho y su estómago, parando un momento en su ombligo. Era la primera vez que veía un cuerpo así de perfecto bajo sus brazos, temblando y transmitiéndole aquel calor característico mezclado con nerviosismo. Tomó aquella extensión con sus labios, recorriendo cada rincón con antojo, escuchando los pequeños gemidos de Christian inundar la espaciosa habitación. Cada vez se sentía más excitado.

Se quitó la camiseta que llevaba, tirándola sobre las sábanas, admirando los ojos entrecerrados del otro.

Elevó sus manos, acariciando el torso de aquel que quería que le protegiera toda su vida.

  • Mauricio...te quiero... - susurró necesitado, bajando una de sus manos hasta su costado, repasando con un dedo el largo tatuaje de su piel - No sabía que tuvieras esto.....es precioso.

  • ¿Te gusta? - le preguntó mirando el dibujo, de estilo étnico, que bajaba por debajo de sus bóxer. - Me lo hice hace unos tres años...dolió.

El chico no dijo nada, simplemente se enderezó, y con un movimiento rápido, cambió de posición, quedando sentado sobre la piernas del otro. Con la misma mano, siguió palpando su piel, mientras que con la otra desabrochaba los botones de su pantalón.

  • Espero que esto no me llegue a doler tanto como a ti hacértelo. - ronroneó bajándose los pantalones y tirándolos dios sabe dónde junto con sus bóxer rojos.

El más alto le arrastró de nuevo hasta tenerle a su merced. Dibujó una fina línea con su lengua a través de sus abdominales, terminando en su miembro. Christian comenzó a gemir de nuevo, agarrando las sábanas entre sus dedos con fuerza, y echando hacia atrás el rostro avergonzado. Con lujuria emprendió la labor de lamer y succionar la punta, mimando al mismo tiempo sus testículos. Primero besó la extensión, lamiendo de arriba abajo, mirándole a la cara. Volvía a entrecerrar los ojos, esforzándose por no gemir demasiado fuerte,, y eso le enloquecía cada vez más. Así que sin más preámbulos, introdujo el pene entero en su boca, bajando y subiendo, sin cesar ni un instante.

  • M-Mauricio...aaah...si-sigue...aaaaah...nggg...- suplicó con un gesto de angustia el rubio. Mauricio le hizo caso, y poco a poco aceleró el movimiento de sus labios.

Cuando no pudo más, ya que la excitación era demasiado grande en su cuerpo, encorvó notablemente la espalda, estremeciéndose y gimiendo mientras eyaculaba por fin entre los labios del otro.

  • Ups...perdona, no podía más. - rió limpiándole con los dedos, para luego lamerlos lascivamente. Mauricio le dio un pequeño beso, que hubiera sido más largo si no le hubiera cortado el “rollo” la fina voz de Christian. - Quítate eso. - siseó tironeando de la tela - Es nuestro último obstáculo. - sonrió, ayudándole a deshacerse de los bóxer. Y echo esto, tumbó a su primo a su lado, quedando parcialmente sobre él.

Mientras que los dedos del moreno se acercaban a su entrada, decidió ayudarle con su erección, deslizando sus dedos por las ingles y los muslos de éste. Eso sí, sin dejar de mirarle directamente a los ojos, queriendo guardar en su recuerdo todo aquello. Se hizo de rogar, tanteando la piel de alrededor, jugueteando y observando detenidamente los gestos del otro, que intentaba contenerse para no gemir ante las caricias.

Decidió no dejar que pasara más tiempo, enlazando sus dedos con el miembro erecto del más alto, masajeándolo y preparándolo para lo que se avecinaba.

Las manos ajenas apretaban la piel de sus nalgas en un posesivo abrazo, acercándose lentamente a su entrada, gimiendo por fin ante las caricias del rubio. Acercó sus labios, besándose entre quejidos, respirando agitadamente. Por instinto comenzó a mover sus caderas, apremiando el paso de sus manos.

  • ¿Quieres que....siga? - le preguntó temeroso, refiriéndose a su entrada.

  • ¿Tú qué crees? - sonrió sacando la lengua para lamerle los labios. Mauricio alzó una mano hasta apoyarla en su nuca, apretándole contra su boca, enredando sus lenguas y así conseguir su atención en aquello, para que no le doliera demasiado.

Se sobresaltó ante el contacto, cuando el moreno introdujo un dedo masajeando la cavidad, acostumbrándolo. Pero siguió besándole, ahogando las lágrimas de dolor.

Repentinamente, sintió como su primo cortaba el beso, tumbándole sobre las sábanas cuan largo era, rompiendo la unión de su mano sobre la erección y colocándole las piernas sobre sus hombros.

  • ¿Estás cómodo? - cuestionó mirándole enrojecer.

  • Estando contigo siempre estaré cómodo. - hizo un esfuerzo al hablar, dado que intentaba hacer un esfuerzo para no llorar a causa de las leves punzadas que sentía en su zona sensible. Alargó sus brazos rodeándole por la espalda, hundiendo los dedos en su piel con fuerza al sentir cómo introducía dos dedos más.

Sintió la calidez de su entrada a través de los dedos. Y escucharle soltar aquellos gemiditos mezcla de deseo y dolor mientras se mordía los labios era algo exquisito de ver. Cuando sintió que era la hora, que ya estaba preparado, le previno con un gesto, consiguiendo del otro una pequeña sonrisa de asentimiento. Guió su miembro por la estrechez de su primo, intentando hacerle el menor daño posible.

Poco a poco, consiguió introducirlo enteramente, sintiendo como el abrazo de Christian se volvía más acérrimo, en un intento de apaciguar el deseo y el dolor que emanaban y se retorcían en todo su cuerpo.

Como si fuera una tortura, posando una mano en la cama como apoyo y la otra sobre el miembro aún erecto del rubio, comenzó a moverse lentamente, empujando y moviendo las caderas de una forma cristalina y rápida.

  • Nggg....n-no pares... - le pidió agudamente el rubio bajando una de sus manos hasta agarrar una de sus nalgas, haciendo presión para que su miembro se introducirá aún más en su agujero. - M-Mau...Mau....aahhh.

Con las pocas fuerzas que le quedaban, dado al cansancio que conllevaba de todo el día de trabajo, masajeó más rápidamente a Christian, jadeando casi inaudiblemente, pero lo justo como para que el otro se sintiera satisfecho. Seguía embistiéndole, agachándose de vez en cuando para probar aquellos labios rojos e hinchados después de tantos besos que compartieron. Aquello era simplemente fantástico. Nunca antes había sentido tantas emociones de una sola vez, y menos teniendo sexo. Bueno, eso no era sexo, era amor...por mucho que no quisiera demostrarlo.

Las embestidas eran cada vez más rápidas, más excitantes...no les quedaba mucho tiempo a los dos para explotar, ya que el ritmo impartido por ellos se volvió más fuerte y más sensual a cada momento. Limpió las incipientes lágrimas que surcaban las mejillas del rubio, sonriéndole amablemente.

Jadearon varios minutos más, terminando al unísono, uno dentro del otro, y el más bajo en la mano de su primo.

Se dejó caer pesadamente sobre las sábanas, cansado, pero complacido. Su primo había crecido, pero igualmente le seguía transmitiendo aquella inocencia de la que él se mofaba, pero en ése momento era algo que amaba de ese ser que respiraba pesadamente y con rapidez tumbado a su lado.

Una tenue luz proveniente de las farolas de la calle alumbraban el bello rostro del más bajo acentuando sus perfectas facciones. Volteó el estremecido cuerpo sobre las sábanas, dejándole de espaldas a él, besando la parte baja de su cuello y mordisqueando sus hombros.

  • Creo que debería contarte algo.

  • ¿Mm? - la respiración acelerada no le dejaba hablar.

  • Hay algo que deberías saber, Chris. - habló apesadumbrado, intentando que el rubio no llegara a mirarle a la cara.

Bueno, nos vemos en el próximo capítulo :)