Everything Has Changed Cap. 7

- ¡Le voy a matar! ¡Suélteme! ¡No pienso quedarme de brazos cruzados, joder! - bramaba revolviéndose, pretendiendo que aquel hombre soltara el agarre. - ¡Suelte le he dicho!

Hola a todos. Gracias por esas felicitaciones y buenos deseos llegados a mí por correos y comentario. Muchas gracias, cada 1 de ellos son valorados y apreciados. Les deseo un feliz año nuevo, espero hayan disfrutado la navidad y arranquen el año con pié derecho y buenas energías :D . Sin más los dejo con este nuevo capítulo, espero lo disfruten. Gracias por leer :D No se les olvide valorar, comentar, o escribirme al correo como lo han hecho.

Christian.

Bueno, esa noche no había transcurrido como pensó en su momento. Después de compartir aquel beso, creyó que podría aclarar las cosas con su primo, entender qué podría significar para él todo aquello y cómo seguiría su relación. Pero el encontrarse a Yeisi en el supermercado le desbarató parcialmente los planes. La chica, con todo el “Tupe” del mundo, se auto-invitó a cenar con ellos. No sabía por qué lo hizo, si supuestamente entendió que estaban juntos... ¿Es que no se dio cuenta que quizás necesitaban un tiempo a solas? ¡Grrr!

En fin, tuvo que aguantarse unas horas, que se le hicieron eternas. Tampoco iba a decir nada con ella delante, así que durante la cena intentó desconectar su mente de todos esos pensamientos y disfrutar del momento. O por lo menos intentarlo.

  • ¿Y te acuerdas de cuando fuimos al parque de atracciones? Cuando me caí al agua... madre mía, que vergüenza ¡Jajaja! - rió la castaña. Ya llevaba casi una hora recordando “batallitas” de ella y Mauricio juntos. Christian comenzaba a desesperarse.

  • ¿A dónde vas? - susurró el moreno agarrándole de la muñeca, al ver que se levantaba de la mesa.

  • Sólo voy a fumarme un cigarro a la terraza, enseguida vuelvo. - le explicó calmadamente, pero con un gesto alterado. El moreno se preocupó, aunque no lo pareciera. Parecía agobiado.

  • ¿Le pasa algo, Mau? - curioseó Yeisi con voz baja, por si el otro pudiera escucharla, señalándole con los ojos.

  • No lo sé.

  • Ha pasado algo entre ustedes, ¿verdad? - el moreno no respondió, pero a la chica no le hacía falta, le conocía más que nadie. - Deberías hablar con él, no sé, se le ve algo... confundido. - comentó apoyando el rostro en su mano. Suspirando.

  • ¿Tú... crees?

  • Si. Yo no sé qué ha pasado, pero ha tenido un efecto extraño en él. No es bueno que tengan éstos altibajos en su relación, sea la que sea, porque así no avanzan nada de nada. ¿Entiendes? - sonrió.

Mientras tanto, Christian, apoyado en el borde de la barandilla del balcón, fumaba inquieto.

Volvía a su mente una y otra vez esa escena. Mauricio correspondiéndole. Él disfrutando de ese instante mágico y dejándose llevar. Pero se sentía confundido... Su primo no le había parado, sino todo lo contrario, había llevado aquello a más. Aunque fuera el que paró el beso, más bien por falta de aire, no se negó en ningún momento.

Entonces, ¿eso significaba que quería estar con él? ¿O sólo lo hizo por no desilusionarle?

Tiró la colilla encendida al vacío, sin importarle en dónde cayera ni que estuviera a la mitad. Eso era insignificante para él, había otras cosas más importantes en su cabeza. El ruido de la puerta corredera le sobresaltó. Giró el rostro para ver qué o quién era. Suspiró.

  • ¿Qué haces aquí? ¿Y Yeisi? - preguntó siguiendo con la mirada a su primo, que se colocaba en la misma posición que él.

  • Ya se ha ido. Me ha dicho que te llamaría. - habló mirando el paisaje nocturno de la ciudad, dejando que el sutil viento le enredara los cabellos.

  • Ap... - no supo qué más decir. Estaba demasiado nervioso y su corazón no le ayudaba en absoluto a relajarse.

  • ¿Quieres que hablemos? - le preguntó mirándole por fin, clavándole aquellos ojos negros.

  • ¿D-de qué? - las piernas le comenzaron a temblar.

  • De lo que quieras.

  • Em...Mm, bueno...je je... - balbuceó.

Mauricio, al ver lo nervioso que se encontraba, decidió abrazarle. Le tomó por sorpresa, pero seguramente que se lo agradecería.

Si, se podría decir que sólo se conocían de hacía unos meses, pero era lo suficiente como para saber la forma en la que se sentía el rubio, y eso era lo que necesitaba... Estaba seguro.

Sintió que con algo de inseguridad, pero con fuerza, las manos de Mauricio aferraban la tela de su jersey, rodeando su espalda; y como hundía el rostro en su cuello.

  • Se siente bien... - musitó el más bajo, aspirando el embriagante aroma de su compañero.

  • Si... - habló lentamente el otro, acariciando las hebras doradas que caían por su cuello.

  • Mau...

  • Dime.

  • ¿tú no... tienes miedo? - le preguntó sin alzar el rostro avergonzado.

  • ¿Miedo? ¿De qué?

  • De lo que sientes... - comentó con temor a su respuesta.

  • ...no. Sólo tengo miedo de hacerte daño... Y tú, ¿tienes miedo? - le apretó más contra sí.

  • Si, mucho. Tengo miedo de que todo esto se me vaya de las manos... tengo miedo de mí, y de lo que pueda llegar a hacer... y tengo miedo de que tú no sientas lo mismo que yo. - se sinceró nerviosamente. O se lo decía ahora o no se vería capaz de hacerlo nunca.

  • Y... ¿qué es lo que sientes tú?

Christian abrió los ojos atónito, los cuales habían permanecido cerrados hasta ése momento.

-.yo...creo que te quiero. Ni siquiera yo sé por qué mis sentimientos han cambiado de la noche a la mañana...quizás sea porque ya no me tratas como cuando éramos pequeños, eres más...dulce. O simplemente porque era mi destino...enamorarme de ti.

  • ¿No te importa el que seamos primos? - intentó cambiar un poco de tema, sólo un poco. El oírle decir aquello le asustaba.

  • Al principio sí...me atemorizaba el sentir esto por mi primo. Pero el día que estuve en las aguas termales, alguien me dijo que si se quiere de verdad, no importa nada ni nadie...y creo que tenía toda la razón. - respondió separándose levemente del cuerpo del moreno, aún con la cabeza gacha. - Quiero estar contigo. Que piensen los demás que estamos equivocados no es mi problema, me es igual...la única persona de la que necesito saber si le parece bien nuestra relación eres tú.

  • Antes dijiste que yo fui el que comenzó todo esto. - dijo con una media sonrisa el moreno, alzándole por el mentón el rostro, con una mano.

  • ¿Y eso qué significa? - inquirió confuso.

  • ¿Qué crees?

  • No sé... ¿qué lo iniciaste porque querías llegar...a esto? - le clavó sus grises iris, dejando de temblar notablemente.

Mauricio sonrió abiertamente al fin. Sin responder.

La misma mano que llevó al mentón del otro hacía unos segundos, la guió lentamente a la fría mejilla del más bajo, acariciándola. La subió unos centímetros, hasta apartar parte del flequillo rebelde que le tapaba parcialmente los ojos. Esos ojos llenos de miedo y pasión a la vez...

Christian sintió ese repentino escalofrío ya típico en esa situación tan cercana. Agarró aquella mano por inercia, entrelazando sus dedos y besando el dorso de ella, rozando sus labios con aquella fina piel, entrecerrando los ojos.

  • Me encantan tus manos...grandes, largas... - las miró - Me gusta que me toquen.

  • ¿En serio?

  • Si.- susurró con deseo - Pero me gustaría que me tocasen más. - se estaba dejando llevar de nuevo, si, pero era lo que quería, lo que necesitaba... Deseaba acostarse con él, por muy prematuro que pareciese. En esa situación podría saber si de verdad su primo quería estar con él o sólo era algo pasajero.

Encaminó las dos manos del moreno hasta debajo de su sudadera, en la espalda desnuda, incitándole a que le tocara. Dándole a entender lo que tanto ambicionaba. El más alto lo entendió a la primera y, aún sin tener una expresión definida en su rostro, acarició aquella extensión con dulzura, mientras acercaba sus labios a los ajenos. Christian ronroneó infantilmente, rodeando su cuello con los brazos, sus dedos se enredaban con los negros cabellos.

Primero fue un pequeño beso, pero seguidamente, el moreno le lamió inconscientemente los finos labios, para luego adentrarse gradualmente en su boca.

Otra vez se estaban besando de aquella forma, sin inhibiciones. No se lo podía creer aún. Llevaba días soñando con aquello...días “comiéndose la cabeza” por sus sentimientos...días de lágrimas y malestar... Para que en unos segundos todo cambiara por unas emociones indescriptibles.

Sin darse cuenta, entre tanto que los besos seguían sin cesar, había terminado chocando con sus muslos en la mesa de la terraza, sin embargo, no fue un obstáculo para su “hacer”. Sin separarse casi ni un centímetro del cuerpo del otro, se las apañó para sentarse en el tablero, apoyando una de las manos en su pecho y otra en el filo del pantalón. Estaba dispuesto a seguir con aquello, fuera donde fuera, pero no contaba con eso...

El móvil comenzó a sonarle en el bolsillo trasero del vaquero.

  • ¿No lo vas a... coger? - suspiró sobre su boca el más alto.

  • No. - negó desabrochándole los pantalones con apremio.

  • ¿Y si es importante? - le miró más serio que otras veces.

  • De acuerdo. Lo cogeré... - masculló moviéndose lo justo como para hacerse con el dichoso aparato.


Erika y Sebastian.

Abrió los ojos lentamente, con un pequeño escozor por la falta de reposo y, por la fuerte luz del sol que se adentraba por entre las cortinas.

Enfocó a su alrededor, sorprendiéndose a sí misma por no reconocer el lugar. El sitio estaba bastante vacío, amueblado sobriamente y con un aroma a lavanda envolviéndolo todo.

Se enderezó bruscamente en la cama, dándose cuenta de que no llevaba nada de ropa bajo las sábanas; simplemente desnuda. No se atrevía a mirar a su lado, por temor, quizás no viera algo agradable...quién sabe. Intentó tranquilizarse, respirando pausada y progresivamente, enfocando sus marrones ojos en el techo de aquella habitación.

Como hubiera hecho una locura de las suyas no se lo perdonaría en la vida.

Por fin acumuló el temple necesario como para voltear su rostro. ¡Mierda! Eso sí que no se lo esperaba... ¿Estaba loca o qué? Bueno, anoche las copas fueron demasiadas...aunque acostarse con él...

  • Soy idiota... - se dijo a sí misma, tapándose el rostro. - Una verdadera idiota.

Se levantó lo más sigilosamente que pudo, buscando su ropa tirada en el suelo.

En silencio, fue vistiéndose. Al colocarse aquel vestido negro de la noche anterior, el estómago se le revolvió. Apestaba a alcohol... Vaya imagen que daría frente a sus antiguas compañeras de clase.

Terminó por ponerse los zapatos y el abrigo, dispuesta a salir por la puerta, pero justo cuando estaba a punto de abrirla, el timbre sonó. Se quedó estática, mirando a todos lados, sin saber qué hacer. ¿Y si se despertaba?

  • ¿Quién llamará a éstas horas? - se oyó la voz del chico, y después el sonido de sus pasos acercándose. Erika no sabía si correr de allí o esperar a que sucediera lo que tuviese que suceder. Pero aunque hubiera querido, ni siquiera le habría dado tiempo. - ¿E-Eri...ka? - balbuceó el otro, solamente con los calzoncillos puestos, como si se acabara de dar cuenta de lo que esa noche había pasado entre ellos.

Con el gesto lleno de confusión, decidió abrir la puerta antes de todo, al escuchar que la persona al otro lado de la puerta no cesaba de llamar.

  • Hombre, hasta que me abres, lindo... ¿Estabas durmiendo? - habló su amiga con preocupación. Mientras, Erika se quedó tras la puerta, para que aquella chica no la viera, demasiado vergonzoso.

En el Hospital.

Corrieron por los pasillos, aún estando prohibido, escuchando como algunas enfermeras les avisaban de que parasen. Erika hasta se había quitado los tacones, para correr más deprisa, quería llegar lo antes posible.

Doblaron una de las tantas esquinas, para luego parar en seco, al divisar al moreno sentado en una de las sillas, con la cabeza gacha.

  • Mau, ¿cómo está? - exclamó un tanto alterada la castaña, agachándose frente a él y agarrándole de los brazos con fuerza.

  • No lo sé, aún no ha salido Christian. Lleva más de dos horas allí metido. - contestó fríamente, alzando la vista y mirándoles con detenimiento.

  • Pero, ¿qué ha pasado? ¿Está grave? - se preocupó Erika, casi a punto de llorar.

  • Ya he dicho que no sé nada. - gruñó levantándose - Tendremos que esperar como yo para saber algo. - se alejó unos metros de ellos, apoyándose con la espalda en la pared del pasillo.

  • Joder. - maldijo la de pelo rojo, apretando los puños, mientras que los otros dos se sentaban cabizbajos sin darse cuenta de sus palabras - No hace falta que me hables así, ¿de acuerdo? - se dirigió al moreno con enfado. - Vale que tú lleves más tiempo aquí esperando, pero por eso mismo pensaba que sabrías algo. Por una vez en tu vida podrías dejar de ser tan...evasivo, y trata bien a los demás. No creo que te cueste mucho. ¡Y no eres el único al que le puede afectar esto!

  • ¡Eh! Erika, tranquila. Él no tiene la cul...

  • ¡Cállate! - bramó interrumpiéndole - ¡Esto no tiene nada que ver contigo!

  • Puede que no, pero sé perfectamente por qué estás así...y no voy a dejarte pagarlo con Mauricio. - aclaró tenazmente Sebastian, enderezándose y colocándose entre ellos.

  • ¡¿Tú qué sabrás?!

  • Más de lo que me gustaría.- susurró.

  • Sebas, no hace falta que te metas. - le habló el más alto apoyando una mano en su hombro, como señalándole que él solito podría “lidiar” con aquello. Miró a la chica, la cual le comenzaba a contemplar desafiante - ¿Qué es lo que te pasa conmigo, Erika?

  • Muchas cosas, pero principalmente, le que me pasa es que me REVIENTA tu forma de ser, ¿sabes? Tan frío con todo el mundo, tan reticente a entablar cualquier relación con nadie...No sé cómo Yeisi ha podido aguantarte tantos años, ni cómo Christian ha podido enamorarse de alguien como tú.

  • ¿Eso es lo que te molesta? ¿Qué Christian esté enamorado de mí? - por primera vez en muchos años estaba dejando ver su lado... molesto. Pero todo lo que le estaba sucediendo en una sola madrugada era demasiado estresante.

  • Claro que sí. Porque por si no te has dado cuenta, - habló con un tono de voz más bajo, pero señalándole con el dedo índice, amenazante - lo único que has conseguido volviendo a su vida es hacerle daño. Y me molesta. Mucho.

Mauricio estaba a punto de replicarle, no pensaba dejar que esa chica le tratara así, de ninguna manera; sin embargo, la puerta que se situaba justo delante de ellos, se abrió repentinamente, dejando paso a un enfurecido Christian y a un policía que le agarraba del brazo intentando frenarle.

  • ¡Le voy a matar! ¡Suélteme! ¡No pienso quedarme de brazos cruzados, joder! - bramaba revolviéndose, pretendiendo que aquel hombre soltara el agarre. - ¡Suelte le he dicho!

Yeisi se levantó sobresaltada, entre tanto que Sebastian y Erika miraban la escena, atónitos, con la boca abierta. Mauricio no se lo pensó dos veces, y aún sin saber qué era lo que estaba sucediendo, se acercó hasta su primo, asiéndole de los dos brazos.

  • Chris, tranquilo. Estate quieto, ¿vale? - le dijo pausadamente, buscando su rostro para que le mirara a los ojos.

El más bajo, fuera de control, siguió revolviéndose, apretando los dientes con fuerza.

  • ¡Mau, no me pares! ¡Tengo que matarle! ¡Hijo de puta! ¡Cabrón! ¡Te mataré! - gritó éstas últimas palabras como si el culpable estuviera presente.

  • Suéltele, por favor, yo me ocupo. - le habló al policía, el cual, con algo de desconfianza hizo caso a sus palabras, alejándose del lugar, no sin antes dirigirse a ellos.

  • Que no salga de aquí, ¿de acuerdo? Más tarde volveré a ver si se han calmado los ánimos.

  • No se preocupe. - contestó la castaña, ya un poco más sosegada.

Mauricio volvió a mirar a su primo, que seguía algo alterado, moviendo sus brazos aún aferrados levemente. Soltó uno de los agarres, para levantar el rostro del otro.

  • Tranquilízate. - pidió casi en un susurro.

Christian se asustó.

Pero más bien fue como si al verle a la cara, se diera cuenta de lo que estaba haciendo, y abrió desmesuradamente los ojos. Se quedó quieto, dejando caer su otra mano. Su mirada comenzó a aguarse, cediendo a lo que su cuerpo y sus sentimientos necesitaban. Lloró, aferrándose con los dedos a la tela del jersey del moreno, hundiendo la cara en su pecho.

  • ¿Por qué...? ¿Qué le ha hecho mi madre a él para que le haga esto...? Si quería hacerme daño lo ha conseguido... - sollozó - Le odio.... - su cuerpo no aguantaba más la presión, la confusión, la rabia, la impotencia...Fue cayendo poco a poco arrastrando consigo a su primo, quedando casi sentado en el suelo, con las piernas flexionadas.

Los otros tres miraban la escena conmocionados, sin entender del todo lo que sucedía.


Días después.

Habían pasado unos días desde aquello. Los ánimos estaban algo más calmados, pero en sí las cosas que ocurrieron en aquella noche no serían fáciles de olvidar, en todos los sentidos.

Erika y Sebastian no se habían vuelto a ver, por muy difícil de creer, pero aunque los dos iban a visitar a Christina al hospital, nunca coincidían. Por su parte, Christian no se movía de aquella habitación con olor a desinfectante ni un segundo, dejándole un aspecto algo demacrado. Y eso que Yeisi y Mauricio le acompañaban todo el tiempo posible, pero el moreno, aun habiendo pedido unos días libres en el trabajo, debía hacerse cargo parcialmente del hotel, y eso no le dejaba mucho tiempo.

Abrió lentamente la puerta blanca, por si su primo estuviera dormido. Ya eran las 12:00 pm. y no quería quitarle de descansar. Pero al revés de lo que pensaba, allí estaba Christian, sentado en una silla al lado de la cama, observando a su madre y agarrando entre sus dedos una de las frías e inertes manos de la mujer.

Cerró la puerta, intentando no asustarle, aquel lugar estaba demasiado silencioso.

  • ¿Qué tal está? - le preguntó suavemente, colocándose a su lado y apoyando una mano en su hombro.

  • Parece que está mejorando. - comentó flexionando el cuello, hasta poder sentir la piel de su mano acariciar su mejilla. - Hoy a estado a punto de levantarse porque decía que estaba aburrida, je je. - sonrió a medias, recordando aquello.

  • Eso es bueno. - murmuró mirando a su tía.

  • Mauricio.

  • ¿Qué? - le volvió a mirar.

  • Hoy voy a ir, me digas lo que me digas. - habló alzando el rostro y dejando descansar la mano de su madre sobre las sábanas.

  • ¿Y qué piensas hacer cuando estés allí? Además, es fin de año.- se preocupó. Christian era capaz de hacer una locura.

  • No lo sé. Pero ya que me ha jodido ésta noche no pienso dejarle de rositas - se levantó, colocándose el abrigo.

  • No vas a conseguir sentirte mejor haciéndolo, lo sabes.

  • Quizás sí... no lo sabré hasta que no le tenga enfrente. No puedo esperar al juicio, si sigo aguantándome terminaré pagándolo contigo... y eso no quiero que ocurra. Ya has aguantado bastante mis arrebatos.


Erika y Sebastian.

Aspiró profundamente. Era fin de año y ella trabajando.

Había decidido trabajar para olvidarse de todo, no se sentía con fuerzas de pasar la noche con su familia ni con nadie más...pero pensó que Sebastian no estaría en el hotel, y se equivocó. Ahora se arrepentía.

Siguió caminando por el largo pasillo, ausente. Por ello no vió venir a aquella persona, así que el hecho de que se chocaran no fue del todo extraño.

  • Auch...perdón. - se disculpó mirándole.

  • Erika...h-hola... ¿C-cómo es que estás...trabajando ésta noche? - balbuceó el rubio nervioso.

  • Bueno...no tenía nada mejor que hacer. - habló intentando que la conversación fuera lo más corta posible.

  • Ya veo...oye...me gustaría que habláramos sobre lo de la otra noche. - bajó la cabeza, asustado de la posible reacción de la chica.

  • ¿Crees que tengamos que aclararlo? - su voz sonó distante.

  • Sí.

Bueno, nos vemos en el próximo capítulo :D No se les olvide comentar y valorar cada relato. Todos esos detalles son valorados y apreciados.