Everything Has Changed Cap. 6

Apoyó las manos de nuevo en el suelo, arrastrándose a cuatro patas. Se paró justo a pocos centímetros de la boca de Mauricio, colocando ambas piernas y brazos a los lados de su cuerpo, quedando parcialmente encima de él. El moreno le miró con confusión. Sentía la respiración del otro acariciándole

Hola espero estén bien. Gracias por los correos y valoraciones que hacen en cada capítulo y por sus felicitaciones, de verdad que estas significan mucho para mí. Gracias también por los comentarios acerca de volver por sus críticas constructivas y que me sacan una sonrisa al ser corregido con algún error o simplemente dándome su opinión. Aprovecho para responder aquí a 3 personas que me comentaron al respecto acerca de que la historia avanzaba de manera muy lenta, y lo que quería decirles es que esto es un relato lleno de vivencias reales, donde más de la mitad de los momentos escritos sucedieron en la vida real y quise hacerla de esta manera porque quería contar una historia en torno a los personajes que salen en ella y no solo enfocarme en la pareja principal (aunque la historia existe gracias a ellos :D). También me gusta escribir y notar los pequeños detalles del inicio de las relaciones, me gusta mostrar y hacerle ver a las personas que con cosas que a nosotros hoy en día nos pueden parecer simples, son en realidad cosas y momentos muy hermosos que hay que saber valorar y apreciar.

Bueno, sin más los dejo con otro capítulo. Espero lo disfruten.

Si todavía no has leído los anteriores y quieres hacerlo, pasa por mi perfil (http://todorelatos.com/perfil/1439125/) y allí los encontraras.


Dos días después.

Esa sensación...

Amor, ternura, cariño, afecto, apego... No sabría definirlo.

Quizás una mezcla de todas ellas. Quién sabe. Lo único que tenía seguro era que había sido real.

No, no lo soñó. Y se alegraba por ello. Aunque, el no haber podido reaccionar en ese momento lo lamentaba.

Tenía que haberle preguntado el porqué de ése beso; si significaba algo... para su primo, claro, porque para él todo era muy evidente.

En fin, tendría que esperar.

Salió del alto edificio con cansancio. Se quitó la chaqueta del traje y desató parcialmente la corbata. Le agobiaba aquella presión en el cuello, además, nunca se sintió a gusto vistiendo de esa manera. Pero ir con unos vaqueros a una junta de accionistas no era lo apropiado. Su madre solía encargarse de aquellos “encuentros”, pero ésta vez le hizo caso y fue él, así se familiarizaría con el negocio que algún día dirigiría.

Pensó. A lo mejor aquello no iba mucho con él. Nunca se sabe... quizás le esperaba otro tipo de vida. Ojalá... y no porque no le gustara el hotel, para nada, sólo era que sus metas eran otras muy diferentes.

Condujo su coche hasta unas calles más abajo del hotel. Bajó justo delante de la emisora donde trabajaba Mauricio.

Era martes. Hacía casi dos días que no le veía, y no iba a dejar las cosas así. Quería “dialogar” con él y que le explicara el porqué de sus actos. Estaba decidido al cien por cien, de ése día no pasaría sin saberlo todo, o bueno, casi todo.

Se adentró en la edificación, con paso inseguro. Divisó a una chica detrás de un mostrador, seguramente fuese algo parecido a “información”. Se acercó.

  • Perdone, ¿me podría decir dónde puedo encontrar a Mauricio Hudson? - preguntó lo más cortésmente que supo.

-¿sabe de qué trabaja? Es que así me facilitaría la búsqueda. No sabe el lío que tengo en este ordenador. - confesó con una sonrisa, señalando el aparato.

  • Por supuesto. Me parece que trabaja como camarógrafo.

  • Mm, veamos. - disertó tecleando concentrada.

  • Clara, no hace falta que busques. Mauricio no está. - interrumpió Yessica apoyándose en la repisa. La chica asintió, y viendo el panorama de miradas algo reticentes entre esos dos, decidió apartarse.

  • Adiós. - se despidió Christian con molestia. Mira que tenía mala suerte, encontrarse con esa. No necesitaba ni quería verla, así que, ¿por qué quedarse allí? Avanzó hasta la salida con apremio, sin embargo, justo al cruzar por aquellas puertas de cristal, la estridente voz de la morena le paró.

  • ¡He! ¡Christian! ¡Espera un momento! - corrió tras él, hasta poder alcanzarle y agarrarle de la camisa blanca, deteniendo sus pasos - No corras tanto. Tengo que hablar contigo.

  • Pero yo no. Así que te agradecería que quitases tus asquerosas manos de mí y que me dejases seguir, aunque con sólo verte me has estropeado el día... del todo. - gruñó apartándola.

  • Tranquilo. No me vengas a la defensiva, ¿de acuerdo? Sólo quiero hablar, pacíficamente - alzó la mano, en un intento de hacerle saber que aquella conversación no sería del todo “molesta”.

  • ¿Y por qué debería de quedarme y escuchar la sarta de tonterías que vas a contarme?

  • Jeje, pues...no lo sé. Pero no pierdes nada si te quedas un ratito, ¿no? - sonrió de lado.

  • Si, pierdo mi PRECIOSO tiempo.

  • Vamos... Sólo serán unos minutitos de nada. - a Christian le pareció que la actitud de la chica era demasiado… amistosa. Mal presagio.

  • Rápido. - aceptó con desgana. Más por curiosidad que por otra cosa. - Te escucho.

  • ¡Muy bien! - ésta vez sonrió abiertamente - Bueno, primero, quería pedirte disculpas.

  • ¿Mm? - el rubio la miró incrédulo.

  • Si, eso. Pienso que te debo una disculpa por cómo me comporté el fin de semana pasado... Me parece que me sobrepasé besando a Mauricio.

  • Je, tú puedes besar a quién te venga en gana. Yo no soy un obstáculo para nada ni nadie, ¿entendido? - vale, si, se estaba haciendo el duro. Pero ni siquiera en ésa situación iba a dejarse pisar por ella. Así era él, muy orgulloso. Demasiado.

  • Como tú quieras, aún así quiero pedirte perdón.

  • Tú sabrás.- comentó con un gesto de desinterés - Y lo siguiente que querías decirme, ¿qué es?

  • Muy fácil, que no pienso meterme en la relación que hay entre ustedes dos.

  • ¡Jajaja! ¿Me tengo que sentir alagado? O quizás, ¿aliviado? - preguntó sin tapujos.

  • No, nada de eso. - enlazó sus manos detrás de la espalda, acunándose infantilmente - Lo que pasa es que me he dado cuenta de que no tengo nada que hacer con Mauricio. Si no fuera así, ten por seguro que no te dejaría llevártelo. - habló, guiñándole el ojo.

  • Ja...ja...ja... - rió falsamente - ¿Sabes? Eres demasiado graciosa para mi gusto. Pero ya que estamos, y te veo en plan “buena persona”, - ridiculizó - te agradecería que también te olvidaras de Yeisi. Me parece que la actitud que llevas con ella es demasiado... infantil. O quizás, para ser más claros... una actitud soberanamente estúpida e hipócrita.

  • Eh, ¡No! - negó - Eso me será imposible, guapo. La enana y yo siempre nos hemos tratado así, y eso no creo que cambie nunca. - sonrió de nuevo - Encantada de hablar contigo, Christian. Ya nos veremos.

Christian ni siquiera intentó seguir con aquella conversación. Le resultaba pretenciosa. Así que decidió imitar a la morena, y alejarse del lugar. Ése día comenzaba insólitamente. ¿Qué más le esperaría? No quería ni pensarlo.


Erika y Sebastian.

Miró fijamente aquellas tarjetas, sujetándolas entre sus dedos. Suspiró pesadamente.

No era el momento más apropiado para ir a un sitio así. Su ánimo estaba por los suelos, y permanecer entre tanta gente con una falsa sonrisa en los labios no la esperanzaba en absoluto.

Guardó los papeles en el sobre azul y lo dejó de nuevo sobre el banco, a su lado. Observó los vestuarios con pesadez. Demasiado “blancos” para su gusto. Demasiado “alegres” para su estado anímico.

Demasiado... deprimente.

La puerta se abrió, haciéndola saltar en el asiento.

Menos mal, era Sebastian. Se sintió aliviada de que fuera él y no otra persona. En ése momento era al único al que le apetecía ver, y no a cualquier otro compañero de trabajo, porque el chico le había demostrado que lo suyo era amistad. Le agradecía el haberla ayudado y animado en su peor momento. No cualquiera haría eso con tan sólo unos meses de conocerse.

El rubio, al verla, le sonrió e inmediatamente se acercó hasta su taquilla, abriéndola y sacando una camisa blanca.

  • ¿Qué te ha pasado? - curioseó la chica al verle cambiarse de atuendo.

  • Nada, un niño se chocó conmigo y me tiró todo el café encima.- suspiró pesadamente, enseñándole la camisa manchada de marrón.

  • ¿No será aquel niño pelirrojo que anda correteando todo el día por el hotel, verdad? -Sebastian asintió - Jeje, no sabes la que me lía a mí cuando voy a dejar las toallas o subo a dejarles algo...me tira todo, juega con mi falda, se me sube encima...pffff!! Es un trasto.

El rubio suspiró nuevamente, ahora observando a la chica sentada, que conversaba intentando disimular su estado.

Su rostro se ensombreció parcialmente, denotando tristeza y pena. Le dolía verla así, pero ya no sabía qué hacer para alegrarla. Se le habían agotado todas las ideas...

Cuando hubo terminado con su quehacer, se sentó al lado de la de pelo rojo, cogiendo entre sus dedos aquel sobre, curioseándolo.

  • ¿Y esto? - preguntó señalando el papel.

  • ¿Eso? Pues nada. Una invitación, nada más. - Erika intentaba no darle importancia.

  • Una invitación, ¿para qué?

  • Es una tontería. - comentó despreocupada quitándoselo de las manos con apremio.

  • Nada de eso, ahora mismo me vas a decir qué es. - le ordenó seriamente - O si no, sufrirás las consecuencias - sonrió maliciosamente.

  • ... - bajó la mirada - es para... una reunión de antiguos alumnos de secundaria. Pero no pienso ir.

  • ¿Y por qué?

  • Porque no me siento bien. No tengo ganas de volver a ver a mis compañeras de instituto...seguro que comenzarán a alardear de lo bien que les va la vida y me sentiré como una mierda.

  • De verdad, a veces pienso que no tienes nada de autoestima. - entornó los ojos - Deberías ir, así te entretendrás aunque sea unas horas y te olvidarás de lo mal que te sientes.

  • ¿Tú crees? - le miró con aflicción, jugueteando con el sobre entre sus finas y largas manos.

  • Claro, y si alguien comienza a “alardear” tú no tienes de qué avergonzarte. Tu vida es igual o más buena que cualquier otra, ¿entiendes? Ahora lo ves todo negativo, pero créeme, muchos te envidiarían.

  • Siempre me dices las palabras justas para subirme el ánimo, ¿sabes? No sé como lo haces.- por fin sonrió con firmeza.

  • Bueno, eso es sólo cosa de practica - bromeó.

  • Jajaja Cómo eres. - rió algo nerviosa - Oye... ¿te apetecería...venir conmigo? Puedo llevar acompañante, y si vienes conmigo me sentiré mucho más segura.

  • Eh... - Sebastian se sonrojó, y en un intento de que no se lo notara, se levantó bruscamente del asiento, y caminando hacia la puerta, habló - Si me lo pides así...iré.

  • Gracias - susurró la chica antes de que el otro cerrara la puerta de los vestuarios.


Christian.

Después del extraño encuentro con Yessica, decidió despejarse un poco la mente e ir a dar una vuelta al Centro Comercial de la ciudad. Allí podía relajarse escuchando música, tomando algo, curioseando entre las secciones de libros, CD’s y DVD’s, comiendo. En conclusión, no se agobiaba y su mente se tranquilizaba. Quizás sonara chocante el ir a un sitio tan lleno de gente para relajarse, pero todo en su vida era insólito, ¿por qué cambiarlo?

Estuvo unas horas en el lugar, y más por cansancio que por otra cosa, resolvió volver al hotel. Eso sí, antes de hacerlo, se pasó por la tienda de música, en dónde decidió comprarse una nueva guitarra. ¿Por qué no? Hacía años que quería cambiarla, la suya estaba demasiado vieja, y además, un capricho de vez en cuando no le venía mal...y más después de esos agitados meses.

Aparcó el coche en su habitual estacionamiento, y tarareando alegremente la canción que acababa de escuchar en la radio, “It´s My Life” de Bon Jovi, subió en uno de los ascensores hasta la última planta.

Ya en la puerta, apartó la guitarra hasta su espalda, la cual llevaba colgada al hombro, y sacó las llaves. Al abrirla, se llevó una pequeña sorpresa, como ya era normal en su vida actual.

  • ¡Hola cariño! Qué pronto vuelves. - le saludó su madre, levantándose del sofá y dándole un beso en la mejilla - ¿Qué tal ha ido la reunión? Sigue queriendo vender su parte el señor Gonzales, ¿verdad?

  • Eh, bueno...aún no está seguro de hacerlo. Le han dado un plazo de dos semanas para que diga qué piensa hacer al final. - le explicó observando a aquella mujer de delgada figura, que sorbía café con una paciencia infinita, sentada justo frente a él.

  • Bueno, seguro que decidirá venderla. Pero bueno, ese no es el caso. - habló apartándose levemente de su hijo, haciendo señas con la mano - Chris, saluda a tu tía.

Vale. Esto sí que no se lo esperaba, y menos en ése momento. ¿Era de verdad la madre de Mauricio? Debía serlo, porque él no tenía más tías... asimismo, se parecía bastante al moreno. Si, había heredado la misma mirada fría y reservada.

Aún así, por mucho que el aspecto de la mujer fuera “gris”, se sorprendió sobremanera cuando se levantó, y con una sonrisa idéntica a la de su primo, le abrazó. No le dio tiempo a reaccionar, pero sintió la calidez de la caricia y eso lo agradeció.

  • Cuánto has crecido. - murmuró con una mezcla de tristeza y alegría la mujer, separándose de su cuerpo.

  • Jeje si. - rió inquieto rascándose la cabeza - Son muchos años, tía. Ya no soy un niño.

  • Si, quizás demasiados. - su rostro volvió a ser serio, pero enseguida recuperó la sonrisa - Pero bueno, todo a su tiempo. Por lo menos aquí estoy de nuevo; y a Mauricio hace ya unos meses que le tenéis aquí. Espero que no los haya molestado mucho.- unas lágrimas amenazaban por salir de su oscura mirada.

  • Mamá, no me llores, ¿de acuerdo? - interrumpió el susodicho abriendo la puerta y encontrándose con aquel panorama.

Christian se le quedó mirando embobado. ¡Dios! Cada día estaba más guapo.

Dejó una carpeta azul sobre la pequeña mesita que había justo detrás de ellos, junto con su cartera. Le dio un pequeño beso en la mejilla a su madre. Su primo se sorprendió de nuevo viendo aquel gesto de cariño, con algo de recelo también. A él nunca le había demostrado aquel “cariño”.

  • Nosotros nos vamos. Quieren estar solas, ¿no? - preguntó hablando por los dos, mirando a Christina.

  • Si, se lo agradeceríamos.

  • Volveremos dentro de dos horas. - indicó el rubio asiendo del antebrazo a su primo, sin darle tiempo a réplica, saliendo del luminoso ático.

  • ¡Eh! ¡Ni siquiera me ha dado tiempo a dejar la guitarra! Eres un bruto.- refunfuñó con aire de enfado, colocándose la manga de la chaqueta, que estaba algo arrugada gracias al afiance de hacía un momento. - ¿Y ahora qué se supone que voy a hacer? ¿Dónde leches voy a meterme estas dos horas?

  • ¿No quieres venir conmigo? - inquirió el moreno enredando su cabellera en una coleta baja, entrando en el ascensor.

  • Eeeh...- eso le había pillado desprevenido. ¿Era eso una especie de...cita? ¿Lo habría hecho para quedarse a solas con él? Extraño de veras. - Depende de a dónde vayamos. - comentó fingiendo algo de indiferencia.

  • Sólo a dar una vuelta. Aunque si quieres puedo llevarte a un sitio. - propuso fijando sus negros ojos en el más bajo, seriamente.

  • C-como quieras... - desvió la mirada - Hoy estás más hablador que otros días...es raro. No creo que me acostumbre a tu lado simpático.

                • *  * *   * *

Christina y Mariana.

-¿Tú crees que será bueno que estén tan...juntos?

  • No lo sé. Pero si es lo que ellos quieren no debemos meternos. - dijo claramente a su cuñada.

  • Pero...él....

  • Si, de acuerdo, lo ha buscado desde hace tiempo...pero eso significa algo, y a mí me parece lo más normal del mundo. Además, ¿no te parece romántico? - sus ojos brillaron.

  • ...no lo sé. Aún así...Chris...

  • No te preocupes por Christian. Es lo bastante mayorcito como para saber lo que hace. Recuerda que es mi hijo, - sonrió - es fuerte.

  • Creo que ya...

  • Yo también lo creo. Yo también. - murmuró con una media sonrisa.


Christian y Mauricio.

  • ¡Wow! Esto es precioso. - exclamó pasmado ante aquel paisaje.

Era bellísimo.

Mauricio le había llevado a uno de esos lugares que nunca se olvidan. Se le grabaría en la retina aquel sitio. Y no sólo por la vista.

Era una colina a las afueras de la ciudad, en la cual había edificado un viejo parador abandonado, pero hermoso a la vez. Aún estando en ruinas, se distinguían bastante bien todas las zonas de la construcción; y la vista de toda la ciudad al atardecer era digna de plasmar en una foto. Otro día volvería y sacaría una instantánea, si, decidido.

Era invierno, pleno Diciembre, pero le dio igual, y se deshizo de la chaqueta, posándola en el capó del coche. Se tumbó en el pasto, observando maravillado aquel cielo despejado de nubes.

Mauricio se sentó a unos pocos centímetros de él.

  • ¿Cómo supiste de éste sitio? Me encanta.

  • Una vez me trajo mi madre. - habló sin mirarle, como con angustia.

  • Pues se lo agradeceré. Es perfecto para venir a componer, jeje.- aspiró profundamente el aire puro del ambiente - Oye, hablando de tu madre... ¿Cómo es que...?

  • Me llamó hace unos días y me dijo que quería verme. Sólo eso. - le interrumpió.

  • Ap... Pero... ¿tú no te fuiste de casa? No sé, sólo son conjeturas mías, pero me pareció entender que no tenías demasiada relación con tus padres...y parecía muy contenta de estar aquí... - volteó a mirarle. La tenue luz del atardecer afinaba aún más sus facciones, consiguiendo que la cara de Christian se sonrojara levemente.

  • El problema no es con mi madre.

  • Entonces...

  • Mi padre, sí.

  • Y... ¿qué pasó? ¿Por qué decidiste irte de casa y venir aquí?

  • Diferencia de opiniones. Él piensa de una manera y yo de otra, así que no tenía por qué quedarme en aquella casa. - contestó apoyando las palmas de las manos en la hierba, inclinándose levemente hacia atrás.

  • Pero... diferencia de opiniones, ¿sobre qué? - seguía curioseando el rubio, sin pensar en que quizás eso le resultaría algo incómodo de hablar para su primo.

  • ... - Mauricio ni siquiera abrió la boca. Sólo permaneció en silencio observando el paisaje.

  • ...Eh... jeje, perdona, no me doy cuenta de que soy demasiado Metiche...me lo han pegado las chicas. - rió infantilmente - No hace falta que me contestes si no quieres. Ya te dije que cuando quisieras me podrías contar todo lo que te preocupa... puedo esperar.

  • Lo sé. - le miró, sonriendo de una forma sutil.

Christian le devolvió la sonrisa, pero ésta era más abierta.

  • ¿Qué hora es? - le preguntó intentado cambiar de tema. Se estaba poniendo frenético.

  • Las siete.

  • Uf...cómo pasa el tiempo. - musitó, echándose el flequillo hacia atrás con una mano.

No sabía qué decir. Tenía los nervios “a flor de piel”. Ésa misma mañana tenía pensado hablar con él sobre lo de la otra noche en cuanto le viera, sin embargo, ahora no se atrevía. Le tenía tan cerca que su piel se erizaba sólo de pensarlo. ¿Por qué se sentía como un tonto? ¿Por qué cuando estaba con él desaparecía todo el aplomo y convicción que obtuvo en todos esos años que no se vieron? Mierda! Se sentía un estúpido. Un verdadero y completo estúpido.

Se enderezó, quedando sentado con las piernas cruzadas y más o menos un metro más delante de su primo, dándole la espalda. Debía hacerlo. Debía decirlo. Quería hablarlo...

  • M-Mauricio...el otro día...tú... ¿P-por qué me...besaste? - balbuceó, mientras arrancaba nerviosamente el césped. No quería verle, ni tampoco escuchar una de las típicas respuestas vacilantes de su primo. Eso le dolería... mucho.

  • No lo sé.

¡Perfecto! Antes lo pensaba...antes lo hacía.

Aunque la verdad, se lo esperaba. Ya conocía demasiado bien la “nueva” forma de ser del moreno, y no debería ni siquiera sorprenderse por aquello. Pero era inevitable en el estado de nerviosismo en el que estaba.

  • ¿C-cómo que no lo sabes? - alzó la voz audiblemente, volteándose con un gesto de molestia - Pues si no lo sabes tú ya me dirás...

  • Sólo fue un beso de nada.

  • Je... - rió irónicamente, entrecerrando los ojos y moviendo la cabeza - Después me dirás que por qué me enfado y te digo ésas cosas... ¡¿Qué pasa?! ¡¿Que te estás tomando todo este asunto a broma o qué?! - bramó fuera de sí, levantándose.

  • No. - contestó regalándole una mirada desafiante.

  • ¡¿Entonces qué coño es lo que pretendes comportándote de ésta manera?!

Mauricio no contestó. De nuevo.

Solamente se quedó aguantándole la mirada al otro, como si se estuvieran tanteando mutuamente.

Los sentimientos se entremezclaban en su interior. Rabia, tristeza, dolor, impotencia.

Le dolía horrores esa forma de tratarle a veces, con indiferencia. Como si no le importara en absoluto su persona, era como cuando eran pequeños...se sentía despreciado. ¿Es que no había significado nada aquel beso? Él sabía lo que sentía, ¿y aún así lo besaba sin pretender que aquello importara en absoluto...? Eso era de cobardes, y él no era de ese tipo de personas. No.

Apretó los puños con fuerza, intentando no hablar de más o dejarse llevar por todo aquello. Comenzó a reírse sutilmente, cayendo de rodillas al suelo, con la cabeza agachada. A lo mejor aquella reacción pareciese digna de un loco, pero no podía contenerse...era eso o llorar como un imbécil enamorado. Y no iba a dejarse vencer por nada del mundo.

Apoyó las manos de nuevo en el suelo, arrastrándose a cuatro patas. Se paró justo a pocos centímetros de la boca de Mauricio, colocando ambas piernas y brazos a los lados de su cuerpo, quedando parcialmente encima de él. El moreno le miró con confusión. Sentía la respiración del otro acariciándole la nariz. ¡Dios! Deseaba tanto besarle.

El silencio les acompañaba juguetón, produciendo un ambiente algo cargado, pero incitando a más. Y eso es lo que pensaba hacer desde el principio. Si a Mauricio no le importaba lo más mínimo haberle dado un beso, no iba a quedarse con las ganas. De ninguna manera. Así que, con algo de miedo, pero con decisión, se deshizo completamente del espacio que les separaba.

No fue un suave roce como la otra noche, no. Ésta vez la caricia fue más brusca, llena de deseo reprimido. Christian se estaba dejando llevar por sus impulsos y por aquel cosquilleo incontrolable que emanaba de su estómago.

Fue dando pequeños besos, al principio, con diminutos lapsos de tiempo entre uno y otro. Saboreando los fríos labios de su primo. Suaves, delicados, afables.

  • ¿Qué...estás...haciendo? - preguntó el moreno, sin moverse ni un centímetro, dejándose besar.

  • Besarte. - dijo casi en un susurro.

  • No... Deberías hacerlo.

  • ¿Por qué? - inquirió con una pequeña sonrisa.

  • Porque somos... primos.

  • Los primos también...se besan... además, tú empezaste todo...esto. - jadeó lentamente.

Ya no aguantaba más.

Elevó una de sus manos, hasta poder enredar sus dedos con el largo cabello del otro, acercándole. Por fin se atrevió a llevar más allá aquella caricia. Buscó paso con su lengua, Mauricio se lo estaba poniendo difícil.

Después de varios intentos, consiguió lo que quería. Aquella cavidad se abrió dándole la bienvenida más cálida y húmeda que nunca imaginó.

Sí, eso era lo que quería. Besarle, sentirle aunque fuera sólo por un momento...por una vez... No le importaba qué pasaría luego... En ese instante sólo pensaba en disfrutar de aquel momento lo más posible.

Parecía que el moreno ya no oponía resistencia y comenzaba a dejarse llevar por el torrente de emociones que emanaban del cuerpo de Christian. Cerró los ojos, al mismo tiempo que el otro. Sintió como la mano de Mauricio subía tenaz por su brazo, acariciándole suavemente. Siguió humedeciendo el beso, sólo separándose cuando le faltaba la respiración, pero enseguida volvía a aquel cálido y perfecto...roce.

El embriagante aroma del lugar mezclado con la dulce colonia de su primo comenzaba a llenarle, consiguiendo que su corazón se tranquilizara levemente, aún así, un nerviosismo considerable le abordaba. ¡Dios! Aquello era simplemente... inigualable. No cambiaría nada del mundo por perder todas esas emociones y sentimientos que se agolpaban por salir de su cuerpo.

Para sorpresa de Christian, el más alto agarró el cuello de su camisa, estirando de ella. Quedaron tumbados, el rubio encima, posponiendo el momento en el que tendrían que cesar con aquello.

Las manos del moreno se posaron lánguidas en la cintura de su primo, apretándole contra sí, mientras que éste, solamente podía seguir acariciando su pelo y ahora también la parte baja de su cuello. Su cuerpo comenzaba a sentirse relajado entre sus brazos. Sus lenguas seguían enredándose juguetonas.

Quería sentir su cuerpo. Quería disfrutar el momento. Quería...

Simplemente... LE QUERÍA.


Christian.

  • Anda, límpiate el pantalón, ¡Jajaja! La próxima vez que te revuelques ten más cuidado, ¡Jajaja!- rió señalándole los restos de hierba que descansaban sobre sus rodillas.

  • No te rías. - farfulló sacudiéndose la tela.

  • A saber lo que habrán hecho. - comentó como quien no quiere la cosa.

  • Eh... - su cara enrojeció de pronto - ¡Na-nada que te importe! ¡Mal pensada! - le regañó dándole un suave coscorrón. Pero ni con ésas, la chica siguió varios minutos más comentando maliciosamente. Así que Christian no tuvo otra que aguantar todo el camino hasta el hotel.

Exasperante.

Habían vuelto, después de varios minutos besándose en aquel inolvidable paraje...aún así, en todo el trayecto ninguno abrió la boca, solamente lo hizo el rubio al recordar de camino al hotel que debía comprar algunas cosillas. Decidió bajarse del coche, ir a comprar sólo, y que Mauricio se llevara el auto hasta su destino, estaban casi al lado. Así también podría aprovechar el tiempo y pensar en todo aquello. Pero por desgracia...se había encontrado con Yeisi, que ése día parecía estar más habladora que nunca.

Ya en la entrada de su “domicilio”, antes de que Christian pudiera abrir la puerta, la castaña le detuvo, agarrándole la mano en la que sostenía las llaves.

  • Oye, en serio, Chris. Me alegro un montón de que estén por fin juntos. - habló con una de las sonrisas más sinceras del mundo.

  • P-pero quién ha dicho que estemos...

  • ¡Ssshhh! - le acalló - Lo importante es que no se hagan daño, ¿de acuerdo? Y si Tienen algún problema, que sepas que puedes contar conmigo, ¿vale?

  • ...va...vale...gracias, Yeisi.

Hola chicos, espero que haya sido de su agrado la lectura y gracias por hacerlo de verdad. Disculpen, en el capítulo anterior iba a desearles feliz navidad y por como andaba demasiado apurado al momento se me olvido hacerlo, pero aprovecho ahora si no es demasiado tarde una feliz navidad y espero la hayan pasado bien. Ahora quería informarles que este es el último capítulo que subiré por este año, ya que la semana que viene por ocupaciones personales, no podré subir algún capitulo. Muchas gracias chicos por seguirme y seguir leyendo este relato en forma de historia  y espero que lo sigan haciendo. Sin más les deseo un feliz año nuevo, y que sus metas propuestas para este próximo año se cumplan. Cuídense, hasta el próximo año :D