Everything Has Changed Cap. 4

- Por las malas. - contestó retándole, pensando que aquello eran tan sólo palabras. - De acuerdo, tú lo has querido.

Hola a todos. Muchas gracias por sus comentarios, correos y valoraciones en el capítulo anterior y sus observaciones junto a sus sugerencias y opiniones :) . Bueno aquí los dejo con otro capítulo y que lo disfruten. Gracias.


Días después, Christian

Con un rotulador negro, tachó enérgicamente con una cruz aquel recuadro del calendario.

3 de diciembre. Tan sólo quedaba un día.

Las chicas, Erika y Yeisi, habían organizado una pequeña salida a la montaña, dado que Mauricio, a causa de un trabajo, debía viajar con todo el equipo hasta allí. Y claro, aprovechando que tan sólo trabajaría durante unas horas y caía en fin de semana, decidieron arrastrar a los demás con él. Eso sí, antes tuvieron que convencer a Christina para que les diera los días libres...y les costó varias horas de ruegos.

Estaba feliz. El pasar unos días con sus amigos y con él le resultaba interesante. Se lo pasaría lo mejor que pudiese, y además, así estaría cerca de su primo. Aprovecharía cada momento.

Su relación avanzaba a pasos muy lentos, pero algo era. No en el sentido amoroso, sino en la amistad se refería. El moreno hablaba más, dejaba ver su forma de reaccionar y de ser, y de vez en cuando se dejaba abrazar...contadas veces.

Ya había hablado con su madre sobre Mauricio. Le explicó el por qué se había comportado tan maliciosamente cuando le vio, y sus causas. Christina se sorprendió bastante, ni siquiera se dio cuenta de que su primo le trataba así...y no le creyó cuando intentó contárselo. Pero, al fin, le comprendía y le creía; y ahora estaba contenta de que su relación mejorase.

Se estiró sobre el asiento, descansando las piernas sobre el escritorio. Estaba cansado de repasar cuentas.

Necesitaba un respiro.

La puerta se abrió enérgicamente, dejando paso a una alegre Erika.

  • ¿Qué tal nos hemos levantado hoy? - sonrió, sentándose en la silla de enfrente.

  • Como siempre, bien. Oye, ¿no tendrás un cigarrito por ahí? - curioseó lastimero.

  • Mm sí. Pero nene, ¿no dijiste que no lo volverías a probar? Por lo de la garganta y eso... - la chica de pelo morado le miró con sorna.

  • Si... bueno, por uno no me pasará nada.

  • No quiero.

  • ¿Cómo que no? ¡Serás mala persona! Venga, dame uno, que sé que tienes. - le reclamó seriamente.

  • Si tener tengo... pero no quiero que fumes. Tu voz empeorará y luego me vendrás llorando porque ya no podrás grabar la maqueta.

  • Si sólo es uno ¡por faaaa!

  • Si digo que no es que no, y punto.

Christian la miró desafiante, tanteando el terreno. A los pocos segundos, se lanzó literalmente a por ella, quedando tumbado sobre la mesa y tirando al suelo todos los papeles que en ella había. Alargó los brazos, haciéndole cosquillas a su amiga, que reía sonoramente mientras intentaba apartarle. Pataleaba encima de la silla, pero ni con ésas conseguía deshacerse de Christian.

Al final se dio por vencida.

  • ¡Jajajajajaja! Chris para ¡jaja!... d-de acuerdo, te lo daré ¡Jajajajaja! Pero suéltame... - cedió entre risas.

  • Así me gusta. - sonrió maliciosamente. Se enderezó, colocando en su sitio su ropa y todo el estropicio que había organizado... y todo por un simple cigarro.

Lo encendió, y dio la primera calada lleno de satisfacción.

  • Ésta te la guardo, nene. Mm... ¿Qué es eso? - se fijó en el calendario que acababa de volver a dejar sobre el escritorio.

  • ¿Esto? - lo señaló - Un calendario.

  • A ver - tendió su mano solicitándolo - Pero qué tenemos aquí...has tachado los días que faltaban, je je, qué mono eres cuando quieres... - comentó infantilmente.

  • ¿Y?

  • Nada, nada. Yo no he dicho nada, no me vayas a morder, je je - rió entre dientes.

  • ....

  • Qué bien, ¿no? Mañana ya nos vamos... qué ganas tengo de irme. Ya necesitaba yo unas buenas vacaciones, aunque sean de tan sólo dos días... al final, ¿en qué coche vamos? ¿En el tuyo o en el mío?

  • A mí me es igual, aunque con el mío se va más rápido - sonrió - El tuyo es gasolina y tiene ocho años, le cuesta coger velocidad, je je.

  • ¿Tienes algo que objetar de mi precioso Auto gris? - preguntó levantando una ceja.

  • Si, que es muyyy viejo.

  • Bueno, más vale viejo conocido que nuevo por conocer... - se quedó pensativa - ¿Se decía así?

  • ¡Jajajaja! Más vale bueno conocido que malo por conocer... creo.

  • Pues eso mismo ¡Jajaja!


Mauricio

  • ¿Comes bien hijo? - preguntó tristemente.

  • Si.

  • ¿Y... dónde estás durmiendo?

  • En un hotel.

-  Y el trabajo, ¿qué tal te va?

  • No me puedo quejar.

  • Te echo de menos. ¿Estás seguro de lo que has hecho? ¿No quieres volver? Sólo tienes que pedirle disculpas a tu padre...

  • No. - contestó fríamente.

  • ¿Podré verte?

  • Si.

  • ¿Cuándo?

  • El martes tengo el día libre.

  • Gracias Mauricio - comenzó a sollozar.


Llegando al sitio vacacional

Era sábado y ya estaban allí.

El lugar, salpicado de blanca nieve, era precioso.

El pueblo, con las estructuras de estilo gótico prácticamente, era bastante pequeño, pero acogedor y tranquilo. A unos dos kilómetros se encontraba la estación de esquí, y el hotel donde se alojarían se hallaba justo en la plaza central del lugar, así que no tendrían ningún problema para desplazarse. Además, habían venido en dos coches, para que a la vuelta no fueran los cinco apretados en uno sólo.

Dejaron los automóviles en el aparcamiento, y después de pasar por información, subieron cada uno a su respectiva habitación. Christian se enfadó con las chicas, ya que habían sido las encargadas de pedir las estancias y le obligaron a compartirla con Mauricio, solos. A Sebastian le tocó meterse con ellas, pobrecillo, lo que le esperaba...

En el fondo su enfado no era tal, se lo agradecía, pero fue algo muy...llamativo diría él. En fin, sólo serían dos días y, en el ático era lo mismo...casi, porque las camas en éste caso estaban separadas solo por un metro.

Definitivamente, tenía que dejar de pensar en ese tipo de cosas.

Más tarde, decidieron dar una vuelta por el pueblo, para conocerlo y hacer alguna que otra “foto recordatorio” del momento. Erika y Yeisi no paraban de decir tonterías y de reírse a carcajadas, corriendo por las calles y subiéndose a las fuentes. En cambio, Sebastian y Christian intentaban que la gente del lugar no les ligase con aquellas dos locas, avergonzados.

Cuando las chicas se cansaron de hacer de “niñas pequeñas”, se dirigieron a la cafetería del hotel, para poder tomar algo calentito y esperar a Mauricio, que les avisó de que en unos minutos estaría allí.

  • La próxima vez no vengo. Si lo sé me quedo en casa. ¿Es que no os da vergüenza hacer esas cosas por la calle? - debatió el de gafas sorbiendo de su café.

  • No, - aclaró la castaña con una sonrisa de oreja a oreja - tenemos el derecho de divertirnos como queramos.

  • Vamos Sebas, - Erika, sentada a su lado, le agarró del cuello apoyando la cabeza en su hombro, - que no te dé vergüenza...- ronroneó - Si en el fondo te gustaría hacerlo a ti también, pero claro, eres un chico responsable y no te daría muy buena imagen.

  • Eso no tiene nada que ver - la apartó - Bueno, ¿qué hay preparado para hoy? Además de hacer el tonto por las calles y llamar la atención.

  • Yo quiero ir a esquiar un ratito...frrr - tiritó el rubio calentándose las manos con el asa de su taza, frotándolas – Ustedes no se...

  • Esperemos a Mauricio antes de hacer planes, que aún no sabemos cuándo le sueltan, je je - rió su amiga.

  • Como quieran, pero yo no me quedo sin ir a esquiar. - precisó Christian embutido en su Chocolate. Era demasiado friolero, y con aquel gorro negro y la bufanda tapándole prácticamente hasta la boca parecía un muñeco de nieve. - Voy al baño, ahora vengo.

  • No te pierdas - bromeó Yeisi dejándole pasar.

  • Mm, parece que ya se le ha pasado el cabreo de compartir habitación con su primito ¡Jajaja! Que malas somos - comentó maliciosa Erika.

  • No sé por qué se empeñan en emparejarles, chicas.

  • Porque hacen una linda parejita. Además, Sebas, si no les damos un buen empujón éstos dos nunca llegarán a nada. - le explicó la más baja.

  • Si, pero cualquier tipo de relación, la que sea, debe avanzar por su cuenta, sin ayudas ni empujones. Si Siguen metiendo las narices en todo eso quizás lo empeoréis o conseguiréis que alguno de los dos se sienta incómodo con la situación.

  • Nene, no seas malo - lloriqueó Erika.

  • No soy malo, soy objetivo. Sólo he dicho lo que pienso.

  • En parte tiene razón, Erika, lo mejor será que dejemos que las cosas sucedan como deben. Hombre, si podemos darles una ayudita, lo haremos sin pensarlo.

  • Eso es, yo te apoyo Yeisi - sonrió la chica.

  • Jum... no tienen remedio. - suspiró.

  • Ya lo sabemos - le guiñó - ¡Mierda! - maldijo mirando hacia otro lado.

  • ¿Qué pasa, Yeisi? – curioseó Sebastian.

  • Se acerca una de las personas que más odio en este mundo... a prepararse, porque se dirige directa a nosotros.

Los otros dos desviaron la mirada hasta observar a aquella chica de sinuosas curvas y cabello oscuro que se acercaba hipócritamente a ellos. Con una sonrisa pintada en su rostro, apoyó la mano derecha en su cadera, intentando demostrar lo superior que creía ser.

  • Hombre, qué grata sorpresa. Qué raro verte cerca de Mauricio, ¿no te cansas de perseguirle, Yeisi? - comentó Yessica.

  • Mm no, porque da el caso de que aquí la única que persigue a alguien eres tú. - Erika y Sebastian contemplaban la escena algo sorprendidos.

  • Te equivocas, yo estoy aquí por trabajo. Si lo has olvidado, comparto mi horario laboral con Mauricio. No como otras...

  • Claro que no me he olvidado, como hacerlo... - descansó el rostro en su mano - si siempre estás pegada a él.

  • ¿Es envidia lo que percibo? - rió.

  • No. Yo no tengo por qué tenerte envidia por algo tan insignificante. La que parece estar celosa eres tú, bonita de cara, cada vez que ves a Mauricio cerca de mí sacas las garras.

  • ¿Te crees que voy a tragarme eso de que son pareja? ¡Jaja! Ya me han dicho que eso es mentira.

  • Yo no he dicho nada de eso. Si tú misma creíste que yo intentaba hacerte ver que salíamos juntos, allá tú. - Yeisi ya empezaba a ponerse nerviosa de seguir con aquella estúpida conversación. Pero no iba a dejarla quedar por encima de ella. Eso nunca.

  • ¿Ah sí? ¿Y qué me dices de esos abrazos y esos besos que le das? Y de cuando van cogidos de la mano, bueno, cuando TÚ le coges de la mano, jaja, no sé cómo se deja. - se burló.

  • Pues verás, en una amistad tan CERCANA como la nuestra esas cosas son de lo más normal. Además, si fuera como tú dices, y yo soy la que le agarra, si él no quisiera me apartaría...como te lo hace a ti muchas veces. Los celos son muy malos, ¿lo sabías?

La morena la miró furiosa, apretando el puño con fuerza.

  • Nunca podrás estar con alguien como él. Tu físico no te lo permite. - bramó - ¿O es que ya no te acuerdas de cuando Carlos te rechazó? Prefería salir con alguien más interesante y guapa, y yo fui la escogida.

Eso sí que le había “tocado” la fibra sensible. Aquella vez se sintió despreciada y odiada, tanto que estuvo encerrada en su casa un largo tiempo sin salir. Siempre se había sentido acomplejada por su físico, no por creerse fea, sino por no tener un cuerpo diez, pero Mauricio la quería tal y como era, aunque fueran solo como amigos. Ella sabía que con Mauricio no llegaría nunca a tener nada, pero no por esa causa.

Las palabras no le salían. Se había bloqueado.

Pensó rápido qué podría contestarla, pero Christian se le adelantó, apareciendo justo detrás de Yessica.

  • Perdona...Mm, ¿cómo te llamas?

  • Yessica. - contestó melosamente, creyendo que aquel chico quería ligar con ella. - ¿Pasa algo, guapo?

  • Eso, Yessica. Pues verás, es que he oído que le decías a ésta chica - señaló a Yeisi - que nunca podrá estar con alguien como Mauricio y...

  • ¿Conoces a Mauricio? - interrumpió curiosa.

  • Si, es mi primo, pero no vuelvas a interrumpirme, ¿ok? - amenazó - A lo que iba, como te he oído decir eso; de muy mal gusto, por cierto; quería hacerte saber que prefiero que no vuelvas a “meterte” con MI novia, ¿de acuerdo? Porque si vuelves a hacerlo seré yo el que no se quede callado, ¿entendiste?  O ¿Necesitas que te lo explique de nuevo?

  • ¿N-novio de Yeisi? ¿Quieres que me lo crea? - sonó algo chulesca.

  • Me da igual que te lo creas o no, yo no necesito demostrar nada. Pero como sé el tipo de chica que eres y sé que si no te lo demuestro seguirás buscando como joder, lo haré. - le regaló una sonrisa de lo más cínica.

Apartando ridiculizada mente a la morena, se acercó a Yeisi, sentándose a su lado. La sonrió, intentando transmitirle tranquilidad, la chica estaba demasiado nerviosa y se percibía a leguas.

  • Tranquila, sólo va a ser un beso de nada. Además, recuerda que soy gay. - le susurró, guiñándole un ojo - Sé natural. ¿Ok?

La castaña asintió débilmente, algo más tranquila después de escuchar aquellas palabras. Claro que no significaría nada, y se lo agradecería toda la vida el ayudarla a deshacerse de esa...

Alzó su mano derecha, posándola en el cuello de la chica, acercándose lentamente. Sebastian y Erika no salían de su asombro... ¡Lo iba a hacer! Unió sus labios en una caricia suave, estrechando a Yeisi por la cintura con su mano libre, acercándola a él todo lo posible. Ella se limitó a responder a la caricia y descansó sus manos sobre su pecho, aún no se lo creía.

Christian, al pensar en lo que estaba haciendo, se dio cuenta de que si supuestamente eran novios, debían parecerlo. Y un simple beso como ése no valdría. Así que sin pensarlo ni un segundo más, se abrió paso con su lengua. La castaña se sorprendió, pero como bien le había dicho hacía un momento, se dejó llevar. Dios! Qué bien besaba ese chico, que pena que fuera gay...

Tras unos minutos, enlazados de una manera muy “calurosa”, se separaron, mirándose directamente a los ojos. Les había gustado, si, sin embargo ninguno de los dos sintió nada.

Christian volteó a mirar a Yessica, con una sonrisa pícara en los labios.

  • ¿Es suficiente? ¿O prefieres venirte con nosotros a la habitación? - preguntó ladinamente.

  • aah, no, no... - la morena se había quedado de piedra. Si, parecía que decía la verdad.

  • Pues si ya no tienes nada más que hacer por aquí, te agradecería que salieras de mi vista.

Furiosa, la chica se dispuso a irse de allí, era humillante. Pero eso no iba a dejarlo así, de ninguna manera. Ya pensaría en cómo vengarse.

Al darse la vuelta, se chocó con alguien.

Todos quedaron sorprendidos, y el que más, Christian.

  • ¡Ah! ¡Mauricio! ¿Ya habéis terminado? - inquirió Erika, intentando quitar tensión del ambiente. Quizás les había visto, y no era una buena noticia.

  • Aún no. Tengo un descanso de media hora. - contestó fríamente.

  • A... - no alzó a decir más.

  • Oye, Mauricio, ¿vienes conmigo a tomar algo calentito? - cuchicheó Yessica.

  • No, Mauricio se queda aquí. - advirtió malhumorada la más baja.

  • mmm, te puedes sentar aquí... - balbuceó el rubio, lleno de vergüenza - Yo...voy a salir un rato a tomar el aire. - forzó una sonrisa y salió literalmente del lugar.


Christian

Acurrucado en la manta, se acercó a la chimenea, arrastrándose por el suelo.

Acercó sus frías manos al calor del fuego, mientras escuchaba en su discman una canción de Madonna titulada “Frozen”, tarareándola suavemente. Estaba algo abatido, y en esos casos siempre se ponía las canciones más lentas y tristes que conocía. Era algo extraño, si.

Después de “ayudar” a Yeisi con esa chica, se sintió demasiado avergonzado como para quedarse allí. No podía estar delante de Mauricio pensando que les hubiese visto. Así que, luego de salir corriendo de la cafetería, había encaminado sus pasos hasta las pistas de esquí, desahogando su inquietud y rabia haciendo deporte.

Estuvo horas y horas esquiando, esperando no encontrarse con nadie, y tuvo suerte. Necesitaba estar solo, aunque aquellas vacaciones fueran para estar con sus amigos. No se arrepentía de haberlo hecho, claro que no, Yeisi era su amiga y le había ayudado de la mejor forma que pudo, en aquel momento y circunstancia. No significaba nada, y el escuchar a aquella chica despreciando a una persona que quería le había puesto algo nervioso.

Seguramente, la castaña, le había explicado a Mauricio el por qué de ese beso, pero no se sintió con fuerzas de volver al hotel. Sin embargo, ya entrada la noche volvió al hospedaje, era imposible quedarse más tiempo en la estación, era peligroso y estaba prohibido, así que no tuvo más remedio que volver.

Se restregó las manos una contra otra, intentando entrar en calor. Le daba igual estar sentado en el suelo en medio de la gran sala de estar del hotel, con toda esa gente alrededor. Había cogido frío en la montaña, y prefería estar allí que en su habitación. No quería encontrarse con su primo.

Cuando ya comenzaba a entrar en calor, Yeisi, con una de las sonrisas más sinceras que había visto, le pidió con un simple gesto de la mano que le dejara sitio entre las mantas. Así lo hizo, y ahora compartían la tela, los dos acurrucados delante de la hoguera.

  • ¿Dónde te habías metido? Parece que lo tuyo es desaparecer... - comentó preocupada, sin despegar la vista de las llamas.

  • Sólo fui a esquiar un rato - explicó suave, mirando alrededor, por si alguien más estuviera cerca.

  • Pero han sido más de seis horas. Podrías haber avisado. Sabes que Erika es una paranoica, y que con esas cosas se raya mucho, la pobre no ha querido casi moverse del hotel por si te había pasado algo.

  • Lo siento, pero necesitaba estar solo. - bajó la cabeza pensativo y, arrepentido.

  • Bueno, no te hagas drama. Me lo imaginaba... ¿fue por lo del beso? Si es por eso no tendrías que comerte la cabeza, se perfectamente por qué lo hiciste, además, ¿te crees que me iba a enamorar de un tipo como tú? ¡Jajaja! Tan excéntrico y raro... ¡qué va! Aunque si Yessica sigue pensando que somos pareja, mejor...- dijo rascándose la cabeza - Y por cierto, Mauricio sabe la situación que vivimos y no tiene por qué molestarse...y si, nos vio. Bah, no es celoso, te lo digo yo. - sonrió convencida.

  • Eres demasiado lista, ¿lo sabías? - rió algo desconcertado por aquellas palabras, dichas con aquella confianza y llaneza.

  • No eres el primero que me lo dice, je je... - le miró llena de candidez, para luego abrazarle fuertemente - Eres un chico muy extraño, pero de todas formas, me alegro de que seas tú. - le susurró mientras aún le estrechaba.

Paralizado por la sorpresa de aquella caricia y de las palabras que le había musitado, no consiguió decirle nada. Aún así, no tenía importancia, por lo menos ahora se sentía más relajado que antes, y se lo agradecía.

Con simplicidad, respondió a la unión, disfrutando.

A unos pocos metros de ellos, Yessica y una de sus compañeras de trabajo, les observaban curiosas.

La morena dejó la taza de café sobre la mesita que estaba justo delante de ella, recostándose en el sillón y cruzando sus largas piernas.

  • Jumm...No sé si creérmelo. - bufó.

  • ¿El qué? - preguntó confusa su compañera.

  • Que esos dos estén juntos. Yeisi nunca ha estado con nadie tan guapo, porque el chico está para mojar pan... - sonrió maliciosa - Quizás tenga que dejar de lado por el momento a Mauricio e intente atraparle a él. - pensó en voz alta, con un tono de voz socarrón.

  • ¿Ehm? Pues creo que te va a ser difícil - comentó. Pero al ver la cara de desconcierto de la maquilladora, explicó el por qué de sus palabras. - Ese chico, que se llama Christian si no recuerdo mal, es gay.

  • ¿Qué? - abrió los ojos sorprendida.

  • Como lo oyes. Estuvo saliendo hace dos años más o menos con un conocido mío. No ha cambiado nada...le vi en la cafetería ésta mañana y me resultó familiar, y ahora he caído. Me lo presentaron, pero nuca tuvimos relación alguna. Así que creo que no lo conseguirás, a no ser que sea bisexual, lo cual descartaría.

  • Ya decía yo que era imposible que la niñata esa tuviera un novio así. - desvió la vista hasta los dos chicos, arrugando las cejas - Je, creía que me iba a engañar...y con un gay, ¡ja! Ésta va a saber lo que es bueno.

  • Yessica, me das miedo... ¿Qué vas a hacer?

  • Si ella supuestamente está con ese chico...no le importará que me lleve a Mauricio a mi cama, ¿no? - comentó con un gesto infantil.

  • ¿Vas a lanzarte de una vez? Je, te deseo suerte...

  • No hace falta. No necesito que la suerte esté conmigo. A Mauricio ya le tengo en la palma de mi mano, y de ésta noche no pasa... - ronroneó con la más mala de las intenciones.


En la Habitación de Christian

De nuevo habían organizado algo sin consultárselo.

Erika y Yeisi se habían presentado en su habitación, con algunas botellas, bolsas de comida y con Sebastian a rastras. Él que pensaba que podría relajarse a solas, ya que Mauricio no estaba, y las “niñas” siempre le aguaban la fiesta. En fin, tendría que aguantarse y no abrir la boca...

Sentadas en el sillón, bueno, más bien tumbadas sin dejar espacio para más personas, pusieron una de las tantas películas del canal de pago del hotel. Y para más suerte, la elegida fue  “Titanic”. Tuvo que abstenerse, pero a la media hora de film no soportó más, y se levantó para irse a la cocina. No le gustaba nada.

La cabeza comenzaba a dolerle horrores, y para más INRI, tendría que esperar a que ésas pesadas quisieran irse a dormir, así que optó por tomarse una de las tantas aspirinas que últimamente engullía. Justo cuando dejó el vaso en el pequeño fregadero, escuchó como la puerta se abría y se volvía a cerrar, el corazón le dio un vuelco...seguramente fuese Mauricio.

Se asomó lentamente por el resquicio de la puerta, pero no vió lo que esperaba, y le dolió. Aunque estuvieran de espaldas y casi no hubiera luz en la sala, consiguió distinguir a las dos figuras. Era Mauricio, sí, pero acompañado de esa chica, Yessica. El estómago se le revolvió, y más cuando observó detenidamente que la morena sujetaba a su primo del brazo, rozándose compulsivamente con él. ¡GRRR! Si por sí mismo fuera, hubiera salido y le habría dicho unas cuantas cosas a esa...tipeja. Pero su orgullo se lo impidió.

Al escuchar las palabras de ella, dirigidas a Erika, Yeisi y Sebastian, apretó los puños con fuerza. ¡La mataba! ¡Por Dios que la mataba!

  • Así que estáis aquí, je je, qué extraño verlos rondando cerca de Mauricio. - habló hipócritamente, acercando aún más si pudiera su cuerpo al de la otra - ¿Dónde te has dejado a tu noviecito, Yeisi?

  • Está en la cocina, para tu información. - le regaló una mirada llena de odio.

  • A, pues no le dejes mucho tiempo solo, no vaya a irse para la otra acera, ¡Jajaja! - rió - Bueno, nosotros nos vamos a la habitación. ¡Pasarlo bien! - y dejando a los otros tres boquiabiertos, tiró del moreno hasta introducirse los dos en la recámara.

Christian salió disparado de dónde estaba, quedando de pie justo delante de la televisión. Les miró, intentando comprender lo que acababa de suceder, pero ninguno habló.

No le dio tiempo a reaccionar, que un sonoro golpe llenó la habitación de al lado, resonando también en el cuarto en que se encontraban. Mecánicamente, Yeisi se enderezó, y seguida de Christian, se acercaron hasta la puerta, abriéndola.

La visión que obtuvieron, no fue del todo agradable, más bien...insufrible. Yessica, tumbada boca arriba en una de las camas, agarraba enérgicamente de la parte alta de la camiseta del otro, y Mauricio, apoyando las dos manos en la cama, encima suya. Se estaban besando. El rubio no reflexionó sobre nada, solo consiguió ver una de las lámparas tirada en el suelo antes de irse de aquel lugar, cerrando la salida sonoramente.

  • Zorra, zorra, zorra, zorra, zorra, zorra. - mascullaba mientras bajaba por las numerosas escaleras.

Aquello le había impactado de una forma descomunal.

No quería creerlo. Deseaba borrar esa escena de su memoria. Pero no podía.

Era real, lo había visto y le había dolido. Enormemente.

Salió al largo balcón de la planta baja del edificio, sin importarle su escueta indumentaria. En ese instante no sentía ni siquiera el frío invernal del ambiente. Con nerviosismo, sacó un paquete de cigarrillos que compró esa misma mañana, encendiendo uno y fumando con apremio innecesario.

Se puso a pensar. La verdad es que no tenía por qué pagar su frustración con Yessica, pero no lo conseguiría. Todas las culpas recaían en ella, no en Mauricio. Si, no era coherente por su parte, pero al sentirse tan despreciado era lo único que lograría calmarle de alguna manera, si la había.

No pasaron ni cinco minutos, cuando la puerta corredera de cristal que unía el exterior con el interior, se abrió apresuradamente. Volteó impresionado. Mauricio, apoyándose con las manos en sus rodillas, inclinado, respiraba agitadamente. Seguramente por haber corrido tras él.

  • No tengo nada que hablar contigo, así que has bajado para nada. Vuélvete. - expresó enojado el rubio, desviando la vista hasta la calle.

  • Entremos, aquí vas a coger un resfriado. - habló suavemente, intentando que entrara en razón.

  • No quiero. Vete. - sentenció.

  • Me es igual el que no quieras. No voy a dejarte aquí para que te hieles. - el tono de voz algo alterado del más alto le sorprendió. Raras veces salía de su imagen seria y sin emociones.

  • ¿Y qué más te da? Sube con tu chica, no deberías dejarla sola con Yeisi, quizás no salga viva de allí. - bromeó dolido, mirándole a la cara desafiante.

  • Me da, y mucho. Vamos. - le agarró del antebrazo, empujándole con dificultad, pero al ver que era algo imposible conseguirlo de aquella forma le amenazó.- Si no vienes por las buenas, vendrás por las malas, ¿qué prefieres?

  • Por las malas. - contestó retándole, pensando que aquello eran tan sólo palabras.

  • De acuerdo, tú lo has querido. - y dicho esto, se agachó hasta tener a mano las piernas de su primo, tirando de ellas hasta colgarle sobre su hombro.

Con la cara en su espalda, Christian comenzó a tironear del filo de los pantalones del moreno, gritando.

  • ¡Suéltame! ¡Mauricio, vamos, suelta! ¡Mierda! ¿Eres tonto o qué? ¡Me estás haciendo daño! - pataleó, pero no consiguió lo que se proponía. Hasta que no estuvieron dentro del hotel, no le soltó.

Al sentir sus pies de nuevo en el suelo, miró fijamente al de ojos negros, con rabia. Unas pequeñas lágrimas amenazaban por salir, y únicamente le salió el golpearle. Su mano paró fuertemente en el pecho del otro, obteniendo tan sólo empujarle unos centímetros atrás. Agachó la cabeza, apretando los dientes e intentando no dejar paso libre al llanto.

Mauricio, al verle en ese estado, dejó llevarse por lo que sentía. Sin darle tiempo a negarse, le abrazó protectoramente. Percibió que su primo ni siquiera movió un solo dedo para apartarle, se dejó hacer.

  • Me ha besado ella. Yo no hice nada. - se explicó por su propia voluntad - No quiero que pienses lo que no es, ¿de acuerdo?

Christian no pudo retener más las lágrimas.

Sollozó.

  • Te odio.

  • Al final me lo creeré si lo dices tantas veces.

Bueno, Gracias por leer otro capítulo :) . Recuerden valorar y comentar que les parece.  Hasta el próximo capítulo.