Everything Has Changed Cap. 16

- Oye...Mau... - sonó entrecortado, su respiración comenzaba a acelerarse considerablemente - ¿y si entra...alguien? - Pues que entre. - respondió separándose momentáneamente y mirándole con picardía - ¿Acaso importa?

Hola a todos. Disculpen el hecho de no haber subido el capítulo antes pero e tenido algunos problemas los últimos días y se me han complicado las cosas. Gracias por los comentarios, mensajes, correos y valoraciones, de verdad que son apreciados. Espero lo sigan haciendo y sin más que decir aquí los dejo con la lectura.


Christian y Erika

  • ¡¿CÓMO?! - exclamó incrédula, apoyando ambas manos en el escritorio y mirándole fijamente. - Pe-pero...no me lo puedo creer. ¿Desde entonces qué no...?

  • Pero tú sabes Erika… Yo nunca antes había amado a alguien… bueno solo aquella vez en la secundaria pero esa no cuenta, esta es mi primera relación donde pierdo los estribos porque nunca había sentido por otro chico lo que siento por Mauricio, y me da miedo que esto sea para bien o para mal - el rubio se sentía algo avergonzado de haberle contado aquello. Sin embargo, necesitaba hablarlo con alguien, y quién mejor que su mejor amiga... En parte se arrepentía.

  • No...  No sé qué decirte, nene, de veras. - su cuerpo se relajó al ver la expresión triste que portaba Christian ante aquella afirmación, apoyando su espalda en el asiento y cruzándose de brazos - ¿No le has dicho nada a Mauricio?

  • No. No me atrevo. - encendió un cigarrillo. Últimamente fumaba más de lo habitual, y aunque supiera que no le hacía nada bien, era incapaz de dejarlo. - No quiero que piense lo que no es.

  • Bueno, tampoco es algo tan trascendental. A cualquiera le puede pasar, son épocas... No te obsesiones con esto, que nos conocemos, y seguro que al final terminarás diciendo o haciendo cualquier tontería.

  • Me alegra que tengas esa imagen de mí, Erika. - ironizó clavándole la mirada.

  • ¡Ey! Ahora no te me enfades ¿ok? Sólo digo la verdad. Por si no lo recuerdas, le forzaste a que te dijera “Te quiero” y eso en una pareja no es muy normal. Quizás por eso.

  • Ya lo sé. Hice mal. Pero no creo...bueno, no quiero creer que sea por eso. - susurró pensativo, aplastando en el cenicero el cigarro a medio terminar. - Mierda.

  • Mira, yo no puedo decirte lo que debes hacer, tienes que pensar por ti mismo. Sólo te diré lo que yo pienso. - suspiró antes de seguir hablando. - Sinceramente, si a mí me pasara, no me lo tomaría tan en serio como tú lo haces. Aún así, intentaría sacarle el tema, indirectamente, y dejaría de lado los pensamientos   ”celosos” del tipo “David”, ¿entiendes? Seguro que hay una explicación, siempre la hay.

  • Hm, es muy fácil decirlo.

                      • *  * *

Yeisi y David

Aunque ya hubieran pasado varios días desde que se enteró de aquello, no era capaz de reprimir esa “mala leche” que llevaba consigo desde entonces. Le resultaba extraña, y en cierto punto decepcionante, la forma de actuar que tuvo su amigo con Christian. Vale que estuviera herido por el “abandono” de Mauricio y que fuera demasiado doloroso el saber que era feliz con otra persona, pero para llegar hasta ese extremo...NO.

Aún después de haberse explayado durante horas, sin dejar nada en el tintero, expresando su hiriente punto de vista, no estaba del todo satisfecha. Y ese rostro que contemplaba, lleno de culpa, tampoco la haría ceder en sus intentos de entender la situación.

  • Si, si me parece estupendo el que te sientas usado, pero igualmente, eso no te disculpa de nada. Y menos de haberle hecho daño a Christian.

  • Lo sé. - murmuró con la cabeza gacha.

  • Hm... - la castaña suspiró, vencida - Entiendo cómo te sientes, pero te has comportado como un verdadero idiota David. Si querías vengarte, ésta ha sido la peor manera que podías usar. Además, - levantó el rostro del más alto, mirándole con un gesto lleno de sinceridad - sé que te va a doler escuchar esto...pero Mauricio no volverá contigo por mucho que lo intentes.

Unas pequeñas lágrimas terminaron por salir de su escondite, resbalando tristemente por aquellas mejillas.

Y Yeisi se conmovió.

Se conmovió de su amigo, de su dolor y de su disculpa disfrazada con ese llanto. A ella también le dolía todo aquello, pero por el simple hecho de ser su amiga, se vio en la necesidad de inmiscuirse en algo que en un principio no pensó...ni quiso.

Sin importarle la gente a su alrededor, que les observaban curiosos ante la enternecedora escena, se sentó a su lado y le abrazó, logrando no sólo la sorpresa en los rostros de los demás clientes de aquel céntrico bar, sino también en el del peli-rojo.

  • Lo siento...lo siento mucho... - sollozó abrazándose a ella con fuerza, enterrando el rostro en su cuello - Yo no quise...no era mi intención...no lo pensé.

  • Sshhh, ya lo sé, cariño. - intentó calmarle, acariciando suavemente sus cabellos - Es normal que te sintieras así, pero debes comprender que esa reacción que tuviste no fue la más apropiada. - se separó ligeramente de su cuerpo, limpiando los restos de lágrimas con sus suaves dedos, sonriéndole tiernamente - Deberías hablar con Mauricio y Christian de todo esto y disculparte con ellos.

  • Pe-pero...no puedo. - más que a una afirmación, a la más baja le sonó a súplica.

  • David - su mirada se enfrió - DEBES hacerlo.

          • *   * *  * *

Yeisi

Después de hablar con David, Yeisi se quedó en el bar observando el periódico distraída. Cuando Entra un chico en  y se le queda viendo, al sentirse observada, levanta la mirada, encontrándose con un chico de cabello castaño, este se le acerca y Yeisi se sonroja

-Hola hermosa – dice el chico

-Hola, ¿nos conocemos? – pregunta simulando no importarle

-Sí, ¿Ya no te acuerdas de mí? – Pregunta el chico

-No, ¿Por qué tendría que acordarme? – Pregunta confundida

-Soy yo, Pablo, Éramos compañeros de clase en la secundaria

-Ah ya recordé – Dice ella con una sonrisa

-Que bueno, porque quiero pedirte una cita desde que estamos esa época – dice el con una sonrisa sincera

-Jajajaja ¿Enserio? pero si yo no he sabido nada de ti en todo este tiempo, prácticamente somos desconocidos – Dice Totalmente sonrojada

-Jajaja no te preocupes, todo lo que quieras saber de mi, te lo voy a decir en nuestra cita, así como tú me contaras que á sido de tu vida – dice el dándole un beso en la mejilla

-mm ok, acepto – Dice ella, no pensándolo mucho, quizás este era el destino planteándole un nuevo futuro

                    • *  * * *

Christian

Agradecía el tenerle allí luego de aquel penoso día. No quería estar sólo, como todos los anteriores días al llegar a casa.

Su sola presencia le comenzaba a relajar, y aunque fuera increíble, no le confundía...no. Sabía perfectamente lo que sentía por él y lo que sentía por Mauricio, aunque últimamente...a éste último parecía no quedarle claro, o eso pensaba el rubio.

Desde que comenzara a trabajar para la productora discográfica de Santiago, como compositor (lo que él quiso desde un principio), su amigo iba a visitarle casi todos los días al hotel con la excusa de recuperar la “amistad perdida”. Sin embargo, las pocas veces que coincidía con el moreno, éste le miraba de una forma muy extraña, rara en él, ya que no era asiduo a exteriorizar sus sentimientos. Y eso le preocupaba....aunque no era lo único.

Su mente era un hervidero de pensamientos negativos.

Primero, y lo que extrañamente le inquietaba más, era el hecho de que Mauricio no le tocaba. Ya le había dicho Erika que no se impacientara por algo así, que seguro que tendría una explicación coherente, pero le era imposible dejar de pensar en ello. Desde aquella mañana en casa de su madre, la cual les “cortó el rollo”, no habían vuelto a “intimar”, y eso que el de ojos grisáceos lo intentaba cada noche... Pero ni con esas. Su primo siempre se las ingeniaba para deshacerse de él, inventándose noche tras noche una excusa diferente, y eso le comenzaba a alterar sobremanera.... ¿Por qué no quería acostarse con él? ¿Por qué ni siquiera era capaz de responder sus besos de la misma forma en que lo hacía antes? ¿Se habría cansado de él después de aquella “pelea” en el trabajo de Mauricio? ¿Acaso había vuelto a verse con David? O... ¿estaría pensando en que él mismo tenía algo con Santiago? ¡Arrrghhh! Era desesperante esa situación.

Aunque aún le quedaba otra preocupación más, la segunda...Jhoan. Y es que ése mismo día había tenido que ir a declarar para el juicio que se estaba cometiendo a causa de lo de su madre, y lo había pasado bastante mal en aquel lugar.

  • Chris, ¿me estás escuchando? - la melodiosa voz del castaño le sacó de su ensimismamiento, y enseguida esbozó una de sus mejores sonrisas. No quería preocuparle.

  • Lo siento, estaba pensando. ¿Qué me decías?

  • Hm... - su amigo suspiró, dejando aquellos papeles que sujetaba entre sus manos encima de la mesa de mezclas. - Últimamente estás como en otro mundo. No puedes seguir así, ¿te pasa algo?

  • Errr, no, no, ¡qué va! - se apresuró a contestar - Sólo que estoy algo distraído, ya me conoces, je je... - rió nerviosamente, levantándose del asiento - Voy a por una cerveza, ¿quieres algo?

  • Mmmh, bueno, tráeme una a mí también - contestó no muy convencido de que le dijera la verdad.

Christian se acercó hasta la nevera con un severo temblequeo en sus manos, ya que al darse cuenta que su preocupación no pasó desapercibida por Santiago, sus nervios se dispararon. Si su amigo se había dado cuenta, quizás Mauricio también lo haría...y entonces tendría que darle explicaciones, algo que no deseaba hacer.

  • ¡Auch! ¡MIERDA! - la aguda exclamación del rubio sobresaltó al otro chico, quien se acercó hasta donde estaba, mirándole con el ceño fruncido.

  • ¿Se puede saber qué coño te pasa, torpe? - protestó observando como el otro se sobaba el dedo índice, clara señal de que se habría hecho daño al abrir uno de los botellines de cerveza con el abridor.

  • Nada...solo se me resbaló y me hice un pequeño corte. Tampoco es para que te pongas así.

  • No me refiero a esto. - le agarró la mano adolorida y la puso debajo del chorro del agua fría - Algo pasa en esa cabezota tuya, no me lo niegues. Me da igual que no quieras contármelo, pero si sigues así, terminarás mal. - aseveró mirándole secamente.

Christian bajó la vista apenado.

Santiago tenía razón, si, pero ni siquiera él se veía capaz de afrontar sus propios pensamientos.

  • Siento preocuparte. No era mi intención.

  • Mira Christian, te voy a hablar como amigo y como jefe tuyo que soy. - alzó su mano cortada, sujetándola entra las suyas - No es bueno que te pases todo el día pensando en tus problemas, sean los que sean, porque al final lo único que conseguirás será hacerte más daño a ti mismo y...el trabajo tampoco puedes dejarlo de lado, no después de lo que te ha costado conseguirlo. Así que ya puedes ponerte a solucionarlos o... - al de ojos Azules no le dio tiempo a terminar la frase, ya que el sonido de la puerta principal les hizo voltear a ver de quién se trataba, dejándoles algo sorprendidos.

Mauricio quedó quieto con la puerta a medio cerrar un instante, observando la situación. Y allí estaba, ese amigo de su primo, con una de sus manos entrelazada entre las suyas, uno frente al otro...mala posición, si. Y más desde su perspectiva.

Cerró la puerta sonoramente, desviando la vista y dirigiéndose hasta la cama, tirando encima la mochila sin aparentar interés en los otros dos.

  • Vo-voy a por una...Curita. - balbuceó el rubio separándose del castaño y despareciendo por la puerta del baño estrepitosamente.

Santiago suspiró ante la escena. Vaya que eran celosos esos chicos...por algo eran familia.

Recogió sus cosas y se puso el abrigo lo más rápido que pudo, con la intención de salir de allí antes de que sucediera algo que complicase más las cosas. Al dirigirse hacia la puerta, se cruzó con el moreno, quien le miraba de reojo con un gesto demasiado serio.

  • No imagines cosas que no son. Habla con él. - le susurró tranquilamente, asiéndole del brazo para detenerle. - Lo está pasando mal.

  • ¿Mmmmh? - el más alto deshizo el agarre bruscamente, sin embargo no se movió de allí - Yo no he dicho nada de “imaginar”. A lo mejor el que imagina eres tú.

  • Hm, - Santiago torció los labios en una sonrisa cínica - ya sé que no te caigo bien, ni tú a mí, pero a los dos nos importa ese loco y ninguno quiere que lo pase mal, ¿no es así? - el otro ni se dignó a responder - Sé un buen novio y ayúdale, no seas Niño. - y dicho esto, salió del ático, dejando al otro con unas ganas irrefrenables de pegarle un sonoro puñetazo en la boca. Igualmente, se contuvo.

Mientras se preparaba para cocinarse algo que llevarse al estómago, su apetito después de un día de trabajo era descomunal, escuchó unos débiles pasos que se acercaban a su figura. Christian.

Sintió como se quedaba quieto a su lado, pero a unos centímetros detrás del, y comenzaba a balbucear algo.

  • ¿Se ha ido?...Yo...bueno, verás...no es lo que piensas...nosotros solo...yo me corté...no estábamos haciendo nada....me dolía y Santiago...

  • ¿De qué hablas? - habló seriamente Mauricio, volteándole a ver. - Yo no te he pedido ninguna explicación.

  • Eh.... - la sorpresa de aquellas palabras dichas con aquel tono tan característico de su primo le dejaron sin saber qué decir. - Lo siento.

  • No hay nada que sentir. - su tono de voz era más alto a cada momento, se notaba su enfado - Y mírame a la cara cuando te hablo. - le ordenó alzándole el rostro con la mano.

  • S-sí....lo siento.

  • Deja de disculparte, ¿quieres? - exclamó apagando la vitro-cerámica, sabiendo a ciencia cierta que aquello solo acababa de empezar. - ¿Me vas a contar qué es lo que te pasa? - indagó cruzándose de brazos frente al rubio.

  • Eso me gustaría saber a mí. - le contestó con aire molesto.

A Mauricio seguían sorprendiéndole aquellos cambios de humor del más bajo, aún habiendo compartido casa tanto tiempo, le era incomprensible que su estado anímico tuviera esos giros de 180 grados de un momento a otro.

  • ¿Cómo dices?

  • El que se está comportando de una forma extraña aquí eres tú, Mauricio. - reclamó enfrentando su mirada oscura - Tú eres el único al que le pasa algo.

  • ¿A qué te refieres?

  • A que ya no quieres estar conmigo. - el moreno abrió los ojos sorprendido. Iba a replicarle, pero el otro enseguida siguió hablando - A que ya no quieres ni siquiera tocarme. Siempre te las apañas para deshacerte de mí cuando intento besarte o algo más. No te entiendo, de veras. Ahora parece que te a molestado ver a Santiago conmigo, no, miento, no es de ahora, es desde que le conociste, desde que le viste por primera vez aquí. Le miras con desprecio, como si pensaras que yo y él tenemos algo, como si nos hubiéramos acostado. Pues déjame decirte que no, que ni en un millón de años sería capaz de ponerte los cuernos, ¿me escuchas? ¡NUNCA! - hizo una pausa, respirando agitadamente y apretando los puños con fuerza. Mauricio tan sólo le miraba incrédulo. - ¿Es por eso que te da asco que te toque o qué? ¿Piensas que sigo acostándome con todos? ¿Piensas que sigo siendo un puto aún si tengo pareja? ¿No te dije que por ti cambiaría? ¿No crees en mí?

  • No tiene nada que ver con lo que dices.

  • Entonces, ¿qué? ¡Dime! - bramó sujetándole del cuello de la camiseta. - ¡No te quedes callado, sabes que es lo que más me molesta!

  • Yo no pienso que tú y Santiago se hayan acostado, de ninguna manera. - su rostro seguía impasible.

  • ¿Qué me quieres decir con eso?

  • No me cae bien, eso es verdad, pero de allí a que piense que están juntos hay un abismo, Christian.

  • Bueno, perfecto, ¿pero me vas a decir por qué estás tan distante conmigo o no? Me duele, ¿sabes? Me duele cuando me acerco a ti y me esquivas. Me duele pensar que ya no sientes lo mismo o que todo sea una mentira. Me duele pensar que puedas volver a estar con ése...con David.

  • Vuelves a decir tonterías. Yo sigo sintiendo lo mismo o más que antes por ti, no te estoy mintiendo ni he vuelto con David... ¿qué te hace pensar que sea por eso?

  • ¿Tú qué crees, ah? El que no nos hayamos vuelto a acostar, el que ya no me besas, el que ya no me tocas, el que me apartes cuando intento... - los largos dedos del moreno le taparon la boca sin dejarle seguir hablando, con un gesto severo en el rostro.

  • Siento haberte hecho daño con mi comportamiento, pero me asustaba volver a comportarme contigo como aquella noche en el Pub... No quería volver a tratarte de esa manera... Chris, me doy miedo a mí mismo.

Anonadado.

Esa era la palabra justa para explicar su estado en aquel momento. ¿Había sido por eso? ¿Mauricio temía hacerle daño? No... No se lo creía.

Dejó caer sus brazos a los lados, liberando al de ojos negros del agarre, sintiéndose un completo y verdadero idiota.

  • Somos patéticos. - susurró su primo con una sonrisa, acercándole a su cuerpo, rodeándole la cintura con un brazo - Ven, acércate. - le besó el cuello suavemente, estremeciéndole de arriba abajo, cosa que agradeció enormemente.

  • ¿Hay alguien? - preguntó una voz conocida para los dos, proveniente de la puerta, justo cuando sus labios estaban por rozarse.

Los dos primos se le quedaron mirando, uno sin expresión alguna, y el otro con molestia. Lo que le faltaba...justo ahora. ¿Qué pasaba? ¿Era el día de las interrupciones?

  • mm... ¿molesto? - preguntó el chico al verles abrazados y bastante juntos el uno del otro.

  • No, no, que va. - satirizó el de ojos grises, separándose de su pareja y caminando hacia él. - Si yo ya me iba.

  • E-espera Christian, - le detuvo casi en una súplica - quería hablar con ustedes....con los dos.

  • ¿Mmmh? ¿De qué?

  • Bueno...yo...quería disculparme por haberme comportado de aquella manera contigo....por haberte dicho esas cosas para que desconfiaras de Mauricio...y por hacerles daño a los dos con mis mentiras. - se le veía bastante nervioso y apenado, aún así, a Christian le hervía la sangre solo con verle.

  • ¿Eso es todo? - le preguntó alzando una ceja.

  • S-si...

  • Pues entonces me voy. - y sin mirarle, ni a su primo, salió del ático con bastante violencia.

David se quedó mirando el suelo, sin atreverse a mirar al que en un momento fuera su amante y amigo. Se sentía la peor persona del mundo, y comprendía la reacción de Christian, por mucho que le doliera.

  • ¿Qué te ha pasado para que llegues a esto? - la voz del moreno se escuchaba tranquila y expectante.

            • *  * * *

Mauricio

Sin llamar a la puerta, entró.

Después de que se fuera su primo tan estrepitosamente, decidió quedarse a hablar con David y arreglar de alguna manera todo lo que había ocasionado con su forma de actuar. Pero igualmente, su prioridad siempre sería aquel rubio que le volvía loco, en todos los sentidos.

Le vio allí sentado, en el sillón rojo del despacho, con las manos enredadas entre sus cabellos y con el cuerpo inclinado hacia delante. Seguramente estaría pensando en todo lo que acababan de hablar hacía apenas unos minutos.

Se acercó silenciosamente hasta él, quedando de rodillas enfrente suya. Suspiró antes de hablar

  • Lo siento.

Christian alzó el rostro sorprendido al escucharle, ya que se encontraba inmerso en sus pensamientos. Sus miradas se cruzaron unos segundos, sin parpadear, hasta que una leve sonrisa se apoderó de su delineado rostro.

  • Yo también lo siento. - habló acariciando el ahora tranquilo rostro de su amante, rozando levemente sus dedos con aquellos cabellos rebeldes que le caían por la mejilla. Abordó sus labios en un roce suave, embriagante, necesitado...y por fin pudo sentir como su primo le correspondía hambriento al beso.

  • No quiero volver a pelearme contigo por algo tan estúpido, Christian. - murmuró mordiendo su labio inferior.

  • Yo tampoco. - habló sacando la lengua y acariciando con ella la comisura de sus labios - Por eso...prométeme que siempre confiarás en mí...sea lo que sea...Porque yo también lo haré.

  • De eso no te tiene que caber duda. Nunca. - admitió sin separarse de su boca, mientras posaba ambas manos en su cintura, acariciando por sobre la tela vaquera. - Te lo prometo.

Sentía el corazón palpitarle aceleradamente, junto a ese calor interno tan agradable que se apoderaba de su cuerpo.

  • Suena tan cursi.- sonrió peinando los negros cabellos del más alto, embobado con su visión. - Pero me gusta que suenes cursi. - bromeó besándole en los labios con ternura.

  • ¿Ah sí? - rió después de mucho tiempo sin hacerlo, rozando su boca con el cuello del rubio - ¿No serás de esos que lloran viendo Titanic, no? - besó aquella extensión, percibiendo como al otro se le erizaba el vello. - No aguantaría ver esa película.

  • ¡Jajaja! ¡Ni en broma! - exclamó percibiendo como el cuerpo del moreno se apoyaba cada vez más en el suyo - Odio esa película. - sentenció con una ligera sonrisa, aún sabiendo que el otro no la vería, ya que estaba más concentrado en besar y lamer su cuello que en mirarle.

  • Menos mal.

  • Oye...Mau... - sonó entrecortado, su respiración comenzaba a acelerarse considerablemente - ¿y si entra...alguien?

  • Pues que entre. - respondió separándose momentáneamente y mirándole con picardía - ¿Acaso importa?

No se dignó a decir ni una palabra, solamente negó con un leve rubor en las mejillas, pensando en qué pasaría si alguien les pillara en una situación como aquella...aunque, tampoco le importaba mucho. Él era el “jefe” y nadie podría reclamarle, además, podía hacer lo que le viniera en gana...era su Hotel, ¿no?

Su cuerpo temblequeaba innecesariamente. No era la primera vez que hacía esto, y menos con Mauricio, sin embargo, se sentía como todo lo contrario, y eso le encantaba.

Había sido un tonto al pensar que aquel ser que ahora le llenaba de besos y sensaciones indescriptibles no quisiera acostarse con él porque no sintiera lo mismo o porque fuera todo una burda mentira. Le estaba demostrando todo lo contrario con sus caricias, o con sus simples miradas llenas de deseo y amor.

Le quería.

Demasiado.

Hasta rozar la locura.

El aroma de sus colonias se mezclaba en el ambiente, junto al olor característico de las colillas del cenicero encima del escritorio, aún así, la situación conseguía que a aquellos dos amantes les pareciera que aquellos olores mezclados fueran la mejor fragancia para acompañarles...

Le separó de su cuello, buscando su boca. Mordió sutilmente cada uno de sus labios, comenzaba a gemir incontrolablemente, mientras con sus manos le iba arrastrando la camiseta negra por el abdomen y el pecho, acariciando a cada paso su piel tersa y firme.

Mauricio introdujo su lengua con apremio, jugueteando y acariciándose con la ajena, bailando al ritmo de sus propios cuerpos, que se frotaban deseosos de más. Rodeó su cintura con más fuerza, arqueándosela, arrastrando sus diestras manos por aquella caliente espalda.

La mezcla se volvía más ansiosa y terriblemente apetitosa para ambos. Los gemidos, las caricias, los estremecimientos, los besos...todo aquello lo disfrutaban como si fuera la última vez...o la primera.

  • ¿Vas a quitármela o seguirás arrugándola como un loco? - bromeó refiriéndose a la camiseta.

  • Grrr.- gruñó el de ojos grises subiendo sus manos junto a la prenda, hasta deshacerse de ella - Hablas poco...pero cuando lo haces... - se acercó a su cuello, para mordisquearle enérgicamente aquella zona, como venganza...aunque resultó todo lo contrario al saborear lo dulce de su piel bajo sus labios.

El moreno rió bajito, casi inaudiblemente, sorprendiéndose al notar como las manos de su primo ya se enroscaban en la cremallera de sus pantalones.

  • Todavía no. - objetó pícaramente, agarrando sendos brazos del rubio - No seas tan rápido. - musitó quitándole la camiseta y comenzando a acariciar la piel expuesta. Reparó en el fuerte agarre en sus brazos, rozando casi lo doloroso, pero sutilmente excitante, que su primo ejercía mordiéndose el labio inferior.

Prosiguió besando y lamiendo, bajando por su pecho, parándose en lapsos imperceptibles sobre sus pezones, acariciándolos y succionándolos con suavidad.

Christian solamente se dejaba hacer, observándole con escepticismo y ternura, como le rozaba con los dedos el abdomen y el costado, jugueteando con su ombligo, haciendo círculos cada vez más grandes alrededor de él. Se escuchaba a sí mismo gemir cada vez más sonoramente, sin caer en la cuenta en qué lugar se encontraban...en ese momento no.

El nerviosismo era perceptible en su cuerpo, y más cuando sintió como su primo le alzaba las caderas con la intención de bajarle las últimas prendas que le quedaban puestas, aún así, le resultaba algo difícil conseguirlo.

-Chris, ayúdame. - le pidió señalando con la mirada la tela entre sus manos.

El rubio solo asintió con una media sonrisa, enderezándose lo justo como para facilitarle la acción al otro, quien no desaprovechó la ocasión y terminó tirando al suelo aquellos vaqueros desgastados junto a sus bóxers.

Se le quedó mirando fijamente, como grabando cada poro de su piel en su mente. El más bajo se sonrojó visiblemente ante su mirada.

  • No me mires así. - murmuró desviando la vista.

  • ¿Y cómo quieres que te mire? - le susurró cerca del oído - Te miro en la manera que te mereces...eres hermoso. - terminó diciendo mientras delineaba con su lengua los marcados abdominales de su primo.

  • Vuelves...- gimió al sentir como el juego que creó el moreno con su lengua terminaba en su miembro - ...a sonar cursi.

De reojo, entretanto que emprendía la ardua labor de lamer y succionar la punta de aquella extensión, vio como Christian apretaba entre sus manos el esponjoso sillón, inclinando débilmente hacia atrás el rostro.

Sus labios recorrieron cada rincón con antojo, sintiéndose a cada momento más excitado, mimando al tiempo sus testículos. Besó su piel, lamiendo de arriba abajo, entrecerrando los ojos, esforzándose por complacer a su amante, enloqueciéndole...y a él mismo.

-....Mau-Mau....para...aahhhh... - rogó angustiadamente al notar como el moreno se introducía enteramente el pene en la boca, bajando y subiendo con aquellos labios enrojecidos por el deseo.

El más alto siguió con aquello varios minutos más, notando que a su primo no le quedaba mucho por terminar, ya que sintió como sus finas manos apretaban entre sí sus largos cabellos, como intentando reprimir lo previsible. Ya parecía ser una costumbre en él el hacer aquello al sentirse excitado...y dio en el clavo. Cuando la agitación era ya demasiado grande en el cuerpo de Christian, se encorvó levemente, mientras se estremecía y gemía sin control, eyaculando dentro de la boca del otro.

  • Ah... - su respiración ahora parecía pausarse momentáneamente, al mismo tiempo que observaba lujurioso como el moreno se relamía los labios. - Levántate. - le ordenó besando sus labios y saboreando su propio semen en aquel juego de caricias.

Mauricio cumplió su petición, observando como él también se levantaba y comenzaba a desabrochar finalmente sus pantalones y así deshacerse de ellos.

  • Así luces mejor. - sonrió bajando las prendas. - Ahora te toca sentarte a ti. - murmuró señalándole el asiento, y sentándose a horcajadas sobre él.

Sin más preámbulos, los dos estaban demasiado excitados, los dedos de Mauricio se acercaron a su entrada, mientras que el rubio se concentraba en besarle lentamente el cuello, acariciándole las ingles con el propósito de encenderle aún más...si era posible. Las manos ajenas le apretaban la piel de sus nalgas en una posesiva y embriagante opresión, acercándose lentamente a su calurosa acogida, gimiendo suavemente ante las caricias de su amante.

Acercaron sus labios, besándose entre quejidos, respirando agitadamente, sonriendo entre beso y beso. Aquello era maravilloso...indescriptiblemente maravilloso.

Profundizó el beso al introducir uno de sus dedos para masajear la zona, acostumbrándole a la invasión. Los lamentos del más bajo se ahogaban en su boca, pero ésta vez no había ni lágrimas ni dolor...solo deseo y placer.

Por inercia, los dos comenzaron a mover sus caderas, ayudándose mutuamente a incrementar la excitación de sus cuerpos.

  • Hazlo...ng...ya...- le rogó con esfuerzo al sentir ya dos dedos más introducirse en su cavidad, alargando sus brazos y rodeando su cuello, hundiendo al tiempo los dedos en su piel.

Sentía la calidez de su entrada a través de las yemas de sus dedos, escuchándole soltar gemidos que chocaban contra su piel. Cuando percibió que ya estaba lo suficientemente preparado, le previno con palabras suaves, logrando un agradecido y deseoso beso por parte del otro.

Guió el miembro con una de sus manos, por la estrechez de su propia entrada, intentando hacerlo lo menos doloroso posible. Lentamente, consiguió introducirlo enteramente, sintiendo como la ancha y larga mano de su primo le intentaba abarcar enteramente las nalgas.

Era una tortura, si...pero placentera.

Posó su mano libre sobre el miembro de Christian, que ya volvía a estar erecto. Sonrió interiormente, éste chico parecía insaciable...Comenzó a moverse al ritmo de su mano, empujando y masajeando al mismo tiempo, atormentándose a sí mismo y a su pareja.

  • Aahhh...si-sigue...más rápido... - le pidió ahogadamente el de ojos grisáceos, besándole el cabello y moviendo sus piernas, que ejercían como apoyo, más rápidamente, arriba y abajo...- Mau-Mau.

Masajeó más rápidamente al otro, jadeando ya en un tono quizás demasiado alto para el lugar en el que se encontraban, al notar que las fuerzas le comenzaban a abandonar.

El sudor se mezclaba con el del rubio, entre embestida y embestida, cada una más feroz que la otra, cada una más insaciable que la siguiente...sus lenguas también se enredaban hambrientamente, parando solo cuando el aire comenzaba a faltarles. El ritmo se volvió más fuerte al acercarse al límite de sus ya cansados cuerpos. Todo aquello era excitante y sensual...los gemidos, los besos, los movimientos cada vez más bruscos, las pieles rozándose, los cabellos húmedos por la transpiración...

Apasionante.

Jadearon sonoramente cuando sus cuerpos explotaron casi al unísono.

Respiraban dificultosamente, por el cansancio y el esfuerzo, pero también por el haber podido saciar el deseo de tantos días.

Christian dejó caer sus brazos a los lados, hundiendo el rostro en el cuello del moreno, aspirando el aún notable aroma a cerezas de sus cabellos. Por su lado, Mauricio le estrechó por la espalda, acercándole más a su cuerpo, satisfecho de haber podido hacerle el amor sin lastimarle. En ningún sentido.

No escucharon en qué momento se abrió la puerta, pero al escuchar aquella voz, los dos voltearon sorprendidos por la interrupción...y le agradecieron a Dios que fuera Erika y no cualquier empleada.

  • Eh...será mejor que venga más tarde, je je. - habló nerviosamente la chica al encontrarse con tamaña escena ante sus narices, cerrando la puerta.

  • ¡Jajajajajajajajajaja! - rió sonoramente el rubio, aún en los brazos de su primo, quien le miraba intrigado por la inminente carcajada. - ¿Le has visto la cara? ¡¡Jajajaja!! Pobre...estaba toda roja ¡jajaj!

              • *  * * *

David

Removió con la cucharilla, por enésima vez, aquel frío café. Ni siquiera sabía por qué se lo había pedido, no tenía ganas de beber nada...quizás solo por el hecho de poder sentarse en aquella tranquila cafetería y alejarse de la realidad aunque solo fuera un instante. Se sentía como una basura, aún después de haber pedido disculpas y haber hablado sin rodeos con Mauricio...pero la culpa y el desagrado hacia su propia persona eran difíciles de mitigar.

Estaba a punto de levantarse, ya cansado de reprenderse a sí mismo, e irse a su casa, cuando un hombre de más o menos su misma edad, vestido con un traje y de cabellos y ojos del mismo tono, se paró frente a su mesa.

  • ¿Está ocupado éste sitio? - le preguntó con una sincera sonrisa.

Ok chicos. Espero les haya gustado y háganme saber su opinión a través de comentarios, correos mensajes o valoraciones. Nos vemos en el próximo capítulo :)