Everything Has Changed Cap. 12
- ¿Qué...? ¿Cómo que estás por aquí? - abrazó al sujeto, siendo correspondida - Hace siglos que no te veía. - Resopló impresionada - No me lo creo ¡Jajaja!
Hola a todos. Gracias por sus correos, mensajes y valoraciones junto a sus comentarios :) , me gusta leerlos y saber que les ha gustado el relato. Como siempre les invito a seguirlo haciendo, muchas gracias y los dejo con la lectura.
Al día siguienteErika y Sebastian
Terminó de secar el último plato y se echó el morado flequillo hacia atrás.
Aunque aquello fuese lo más normal del mundo, lavar los platos, el hacerlo con Sebastian le resultaba tremendamente romántico. Se sentía estúpida al pensar en aquello... Era como una colegiala con su primer amor.
Sin embargo, no sabía si llamarlo amor, aún no estaba del todo segura de haber dejado olvidados sus sentimientos hacia Christian, pero por lo menos sabía que con el chico era con la persona que mejor se encontraba.
Dentro de media hora voy a tener que irme. - le murmuró al oído, atrapando su cintura por detrás, rodeándola cariñosamente con sus brazos - No puedo llegar tarde a mi turno.
¿Y por qué no llamas y dices que estás enfermo? - ronroneó apoyando una mano sobre las suyas, mientras que con la otra acariciaba una de sus mejillas. - Eres malo. Me vas a dejar sola.
Sabes que eso no puedo hacerlo, Erika. No se lo creería nadie.- besó su mejilla - Todo el mundo sabe que estamos juntos y que yo falte al trabajo el día que tú tienes libre sería demasiado sospechoso...y Christian no es tonto.
Bueno... - acercó los labios a su cuello, dándole pequeños besos - El ser amigos del jefe nos hace tener privilegios, ¿no crees? Christian no va a enfadarse porque un día prefieras quedarte conmigo que ir a trabajar... Además, ayer hablé con él, y tiene otras cosas más importantes de las que preocuparse, te lo aseguro.
¿Sabes que eres demasiado calculadora? Siempre consigues lo que quieres. - habló volteándola y besando sus labios con ternura - Al final me vas a pervertir.
Mm... - sonrió maliciosa, correspondiendo al beso - Pensaba que ya lo había hecho...lo de pervertirte.
Je je...y, ¿qué le ha pasado ésta vez al jefe? Seguro que es por Mauricio, ¿verdad? - acarició su espalda con ternura.
Mm, bueno, algo así...pero no hablemos de ellos ahora.- bajó su mano hasta el broche de su vaquero - tenemos algo más interesante que hacer.
Christian
Se talló los ojos, bostezando exageradamente.
¡Mierda! Otra vez tenía ese sabor tan desagradable en la boca, junto a aquel dolor de cabeza signo identificativo de una buena resaca. ¿Es que nunca aprendía? La última vez se juró a si mismo que no volvería a beber. Pero parecía ser que la noche anterior debió hacer caso omiso de sus propias palabras.
Apartó las sábanas de su cuerpo, suspirando, quedando sentado al filo del colchón. Fue entonces cuando un fuerte pinchazo consiguió que se estremeciera de dolor, tocándose la zona afectada. Además de darse cuenta de que había dormido con tan sólo los boxer puestos...algo que nunca hacía, aún estando borracho.
Se levantó, más para que el dolor cesara que por otra cosa, maldiciendo en voz baja. Pero aún así, unos leves pinchazos seguían arremetiendo en su trasero. ¿Qué demonios hizo anoche para levantarse en ese estado? No recordaba nada. Aunque tampoco se esforzó por hacerlo, no tenía fuerzas ni ganas para ponerse a pensar en aquel instante.
- mmm... joder, como duele esto. - murmuró acercándose a la cocina - Necesito un café. - habló, abriendo uno de los pequeños armarios y sacando el bote del café, para luego coger la cafetera y llenarla con el agua y el cereal. La puso en el fuego, sin ganas apenas - Ayer...ayer me fui... ¿a dónde fui? - se preguntó, apoyando la frente sobre la encimera - Me peleé con Mauricio, eso lo recuerdo...pero después... - cerró los ojos, esforzándose por recordar, le bastaba con que fuera una tontería - ¡Mierda! Si que debí beber demasiado si no recuerdo nada.
Decidió ponerse algo más de ropa, una camiseta aunque fuera, pero el teléfono del ático comenzó a sonar. Refunfuñó, a causa del dolor de cabeza que le producía aquel sonido, y se acercó hasta el sillón, descolgándolo.
¿Si?
Señor Hudson, acaba de llamar el empleado Sebastian Castillo, por lo visto no le es posible venir a trabajar hoy. - contestó cortésmente la chica de recepción - Me ha dicho que no se encuentra bien y que irá al médico.
Si claro, je je. - rió bajito, al saber perfectamente el por qué no iría al hotel... Erika le habría incitado a ello.
¿Ocurre algo, señor? - cuestionó la chica al escucharle reír y pronunciar esas palabras.
Eh, no, no. Gracias por avisarme. - detuvo su risa, poniéndose serio - Hoy no bajaré al despacho, si hay algún problema sólo llámenme ¿de acuerdo? - no pensaba moverse de allí. Por lo menos no hasta que el dolor de cabeza y el del otro lado menguaran perceptiblemente.
Lo que usted diga señor. - ya iba a dar por zanjada la conversación, pero cuando estuvo a punto de volver a dejar el inalámbrico sobre el sillón, era el único sitio del que luego se recordaba, la puerta del ático se abrió.
Se quedó estático, con una mano apoyada en el respaldo y con la otra estirada hacia abajo sujetando el teléfono. En cuestión de segundos, se dio cuenta que la única persona que podría abrir la puerta del lugar era Mauricio, ya que su madre era muy improbable que fuera a ésas horas, y su primo no estaba allí antes. Alzó el rostro, dubitativo. Sabía que si se encontraba con el otro la conversación algo alterada de la noche anterior volvería a comenzar. Y sí, sus cavilaciones no fueron equivocadas.
Como si estuviera en una película, en la que de pronto te hacen visualizar los flashbacks de los personajes para poder entender mejor la historia, su mente comenzó a inundarse de imágenes sin sentido aparente...de frases hirientes...de palabras algo sugestivas... Dejó resbalar el aparato entre sus dedos, rebotando sobre el sillón y cayendo ruidosamente al suelo, cuando las figuras y las situaciones que se estaban reviviendo en su mente comenzaban a tener algo de criterio.
Las piernas le temblaron, fallándole y haciéndole caer de culo al suelo, detrás del sillón.
¡mierda! - gruñó al sentir de nuevo un fuerte dolor en sus nalgas, volviendo a la realidad.
¿Estás bien? - preguntó preocupado el moreno, cerrando la puerta y acercándose rápidamente hasta él - ¿Te pasa algo Christian? - se agachó frente al rubio, tomándole del hombro.
Christian le apartó de un manotazo. Fue una reacción instantánea, ni siquiera la pensó. Empezaba a comprender todo lo que la noche anterior había pasado, y no le gustaba nada...
- E-estoy...bien. No hace falta que te preocupes por mí. - habló sin mirarle a la cara, intentando levantarse dificultosamente. El otro quiso ayudarle, pero lo único que consiguió fue un nuevo golpe. - Puedo levantarme solo ¿sabes? - precisó pasando de largo y dirigiéndose a su armario a por unos pantalones.
Mientras se colocaba unos shorts azules, el moreno entró en el cuarto de baño, consiguiendo con aquel gesto que el corazón de Christian frenara ese golpeteo violento momentáneamente.
- ¿Y ahora qué? - murmuró para sí, sin saber qué hacer ni dónde meterse. Bueno, lo mejor sería irse de allí hasta que su primo se fuera a trabajar. No iba a permanecer en el mismo “encuadre” que el otro, vaya a saber qué pasaría.
Se acercó nuevamente al sillón, para recoger el teléfono que había dejado caer unos minutos antes, y entonces fue cuando algo llamó su atención. Una mancha roja justo delante de la puerta; pequeña, pero extraña. Alargó un dedo, palpándola y acercándose el índice a la nariz, quizá fuera tomate o algo por el estilo. Olió
Mm... Esto es... ¿sangre? ¿Pero qué coño...? - comentó algo alarmado. ¿De dónde salía aquello? Y lo más importante, ¿de quién? Se miró a sí mismo, por si a lo mejor era suya y ni se había dado cuenta, pero no. Pensó de nuevo. La mancha estaba al lado de la puerta, y el que acababa de pasar por allí era... - ¡Mauricio! - gritó aporreando el aseo - Aquí hay sangre, ¿es tuya? - la verdad es que estaba preocupado, aunque quisiera negarlo.
¿Qué pasa? ¿Por qué ese ruido? - preguntó como en otro mundo el más alto, abriendo la puerta y encontrándose de bruces con su primo.
Hay san-sangre... - se quedó a medio terminar la frase, observando algo perplejo el rostro del otro. - ¿Qué...qué te ha pasado en la...? - Quiso acercar su mano, pero a medio camino se echó para atrás, entendiendo la situación - ¿Con quién te has pegado? - preguntó serio, agarrando la puerta para que no la cerrara a media conversación - ¿No habrás...?
Con nadie. - alegó inexpresivo.
¿Cómo que con nadie? - alzó una ceja sin creerle - No creas que soy tonto, Mauricio. Mírate, tienes la ceja echa un asco y... - bajó la mirada - la herida de tu mano se ha abierto. - levantó la susodicha entre sus dedos, mirándola con atención, para luego soltarla con delicadeza y dirigir su mirada desafiante al moreno - Siéntate, te curaré éste estropicio. Y no quiero quejas. - le empujó hacia fuera, entrando al cuarto a por el botiquín, saliendo unos segundos después. - Eres idiota, de veras... - se sentó a su lado, sobre la cama, con las piernas flexionadas bajo su trasero. Aunque pareciera incómodo, así no le dolería tanto la zona - ¿Por qué lo has hecho?
¿El qué? - le cuestionó haciéndose el tonto. No se sentía muy a gusto con su primo después de lo de la noche anterior.
Joder... - farfulló empapando un algodón con agua oxigenada - Pegarte, ¿qué va a ser? - lo apoyó lo más suave que pudo sobre la herida de la ceja, aún así su primo se quejó levemente debido al escozor - Lo siento, pero si no hubieras hecho semejante tontería no te dolería.
Si, tienes razón, ha sido una tontería. - le habló mirando al suelo.
Si, si, no me vale con que me lleves la razón. Con eso no te vas a librar de contarme por qué y con quién. - lo cierto era que su curiosidad le podía, aún en un momento así. - Vamos, no te quedes callado.
Mauricio le miró fijamente unos segundos, antes de comenzar a hablar. Estaba seguro de que ese momento tendría que aprovecharlo para aclarar las cosas entre ellos, sino ya se podría olvidar de su relación.
Fui a ver a ése camarero. Quería pegarle, y lo hice, sólo eso.
¿Y se puede saber por qué? ¿Qué pasa? ¿Qué vas pegando a las personas solo porque te apetece? - apretó un poco el algodón sobre su ceja, a conciencia. No tenía sentido lo que acababa de decirle. Si por lo menos le diera una excusa.
No, claro que no. - alzó la mano dañada hasta agarrarle de su muñeca, cesando las curas. - Lo hice porque no me pareció bien como te trató ayer. - Christian se quedó callado, sin quitarle la mirada ni un segundo - Aunque yo también me merecía lo mío, y me lo llevé. - le habló taciturno.- Incluso te dejé esto. - alargó la misma mano hasta su cuello, rozando sobre unas pequeñas marcas hechas en su piel.
Eres idiota. - fue lo único que pudo decir ante aquello. Por una parte se sintió alagado de que lo hubiera hecho por él, pero el oírle decir que él también se lo merecía, y tocándole de esa manera, volvió a recordarle la noche anterior...y lo que hicieron en el baño del local.
Se separó del roce, tirando el algodón y extrayendo una esparadrapo de la caja, acomodándolo sobre la zona ya curada. Después de eso, cogió otro algodón empapándolo y le alzó los nudillos, curándolos.
Tenías que haberte curado esto ayer. ¿A quién se le ocurre dejarlo así? Lo tienes fatal.
Eso no importa ahora, Chris. - arrugó el ceño, eso sí que le estaba doliendo de verdad. - Tenemos que hablar...sobre lo de anoche. No intentes distraerme.
El rubio se maldijo mentalmente. Le había pillado; no deseaba recordar aquello, y menos hablarlo. Aún así, tampoco iba a conseguir sentirse mejor negando lo evidente, ¿no?
No quiero distraerte, pero, ¿piensas que sea necesario hablar de esto? - desenvolvió unas vendas, y comenzó a ponérselas alrededor de la mano, sin mirarle a la cara - No sé tú...pero para mí no es agradable.
Sí, creo que es necesario. Si lo dejamos pasar será peor, para los dos. - le respondió, ayudándole con el vendaje - Quiero disculparme contigo. Por haberme dejado llevar de esa forma tan...brusca. No sé lo que se me pasó por la cabeza para llegar a tratarte así. - al ver que su primo había acabado de curarle, apoyó su mano sana sobre la del otro, no queriendo que se alejara de él - Pero verte allí con ese...y saber que estabas así porque te había drogado me sentó como un tiro.
Respiró profundamente, intentando tranquilizarse.
Mau... - fijó la vista en sus manos - yo no sé qué pensar, de veras. No recuerdo muy bien lo que pasó, sin embargo tengo la sensación de que lo de ayer no fue muy romántico...ni “suave”. No...No estoy diciendo que me violaras ni nada por el estilo... - notó que sus ojos se aguaran - pero me siento mal...sucio...y no sé ni siquiera cómo mirarte.
Lo siento mucho.
Mira, sé que me equivoqué con lo de David. Soy un terco, sólo pensaba en mí, e igual que me pudo molestar el enterarme de que antes de venir aquí te acostabas con él, a ti te podría haber sentado de la misma manera o peor el saber cómo soy... - una lágrima resbaló por su mejilla, cayendo sobre sus pantalones - Yo...yo he intentado cambiar por ti...no... No he vuelto a acostarme con nadie más desde que apareciste...Me he esforzado, de veras, pero...no creo que lo llegue a conseguir... - deslizó una de sus manos por el agarre del moreno, limpiándose las lágrimas. - E incluso me aguanté por no decirle cualquier burrada a tu padre.
David no tiene nada que ver con esto. - acarició su cara, alzándosela para que le mirara a los ojos - Esto es entre tú y yo. Y me es igual que te acostaras con muchos tíos antes. Lo que me importa es el ahora, y con tan sólo que lo intentes me es suficiente. - su gesto se suavizó, delineando una dócil sonrisa - Y si no lo consigues...no me enfadaré, porque igual que tú intentarás cambiar en ése aspecto, yo intentaré hacerlo por mi cuenta. No puedo volver a dejarme llevar por mis impulsos y hacerte daño...Nunca.
Mauricio, esto es demasiado extraño. No... - se apartó de la caricia, enderezándose y quedando de pie al lado del otro - no estoy seguro de querer volver a estar contigo y...necesito tiempo para pensar en todo esto antes de que hablemos más profundamente.
El moreno bajó la mirada.
Le entendía, claro que sí, pero igualmente se sentía bajo de moral. Estaba frustrado por todo aquello. Nunca imaginó que las cosas llegaran a ser tan difíciles de un día para otro. Pero bueno, tampoco podía hacer mucho más de lo que estaba haciendo.
- Lo sé. No te quiero presionar, tómate tu tiempo. - se levantó también, besando sus cabellos con ternura y saliendo del ático - Estaré en la cafetería. Si necesitas algo, ya sabes.
Momentos después, Christian
¡Mierda! Lo que le faltaba.
Torpemente, se vistió lo más rápido posible, bajando por el ascensor mientras maldecía en voz baja. Joder, no salía de una que ya estaba metido en otra. Corrió, aún sintiendo aquel ya leve dolor, gracias a un calmante, en el trasero.
Pensaba bajar directamente al aparcamiento, pero al pasar junto a la cafetería y recordar que Mauricio estaba allí, le hizo cambiar de parecer. Él también tenía derecho de saber aquello, ¿no? Era de la familia, y que en ése momento no tuvieran una muy buena “relación“ no tenía nada que ver.
Entró como un torbellino en el lugar, buscando con la mirada a su primo. Cuando le tuvo a la vista, alzó una mano y le nombró en voz alta, llamando su atención. Éste, aunque al principio le había mirado con algo de sorpresa y desconcierto, se acercó hasta él, esperando escuchar algo coherente de su parte por aquella actuación.
Me acaba de llamar tu madre y...bueno, ye te contaré por el camino - se le notaba demasiado nervioso al hablar, incluso le faltaba el aire - ¿Vienes? - le preguntó, sin darse cuenta en ése momento de que el más alto hacía meses que no veía a su padre por aquel...incidente.
Pero, ¿a dónde vamos? - curioseó con semblante preocupado. - ¿Ha pasado algo?
Bueno...pasar, pasar...lo que se dice pasar.... - frunció el ceño, no tenía tiempo de andarse dando explicaciones en ese instante preciso - Mira, Mauricio, no hay tiempo. Voy a tu casa, ¿quieres venir o no?
Yeisi
Suspiró.
El sólo recordar lo que vio la noche anterior la dejaba preocupada. Aún no sabía si lo habían arreglado o qué. Lo único que vio después de llamar a Mauricio fue al rubio dejándose manosear por ese tipo...y luego vio pasar a los dos primos como una bala por su lado, para desaparecer en los baños.
Se impacientaba. Quería enterarse de todo. Pero pensándolo bien, sería mejor no meterse en medio, por muchas ganas que tuviera. Además, por fuerza les iba a volver a ver...ella era la que se había quedado con el abrigo, el jersey y la camiseta de Christian, y querría recuperarla, ¿no?
Bueno, lo que tuviera que ser, sería...tampoco se iba a comer la cabeza por eso.
Un pitido algo estridente la sacó de sus pensamientos, informándola de que el tren llegaba a la estación. Se subió fatigosa, había dormido muy poco ésa noche, ya que después de llegar tarde del pub, tuvo que despertarse a las dos horas para ir con su madre a comprar un colchón nuevo. ¿Es que no podía ir sola? No! Imposible! Sin ella no podía elegirlo...Vaya excusa tan barata.
Se sentó en uno de los asientos, colocándose los audífonos del Ipod y apretando el botón de START. Comenzó a tararear suavemente la melodía, sin importarle el que los escasos pasajeros se la quedaran mirando. Ella era libre de hacer lo que le viniera en gana.
Pasaron tres estaciones nada más, cuando alguien se sentó a su lado, tocándole el hombro en señal de llamamiento. Dio un respingo, a causa del ensimismamiento que mantenía con aquella melodía, mirando a su derecha. Abrió los ojos exageradamente
¿Qué...? ¿Cómo que estás por aquí? - abrazó al sujeto, siendo correspondida - Hace siglos que no te veía. - Resopló impresionada - No me lo creo ¡Jajaja!
Tampoco exageres, linda. - rió el peli-rojo - Sólo han sido unos tres meses, nada más.
Si, bueno, pero eso para mí es mucho. - comentó divertida, guiñándole el ojo - Y... ¿qué tal...? - preguntó con un tono de voz algo especial, intentando que el otro entendiera por dónde iba aquello.
Je je,...bien. Dentro de lo que cabe, claro. - se rascó el cuello nervioso, sonrojándose levemente - Me está costando, pero al final tendré que aceptarlo, ¿no es así?
Si... - le sonrió cálidamente, agarrándole de la mano.
En fin, son cosas que pasan. Y yo ya sabía que esto pasaría desde hace años, así que, bueno, no hay por qué hacerle tanto drama. - forzó una sonrisa, igual que su amiga. Tampoco quería preocuparla. - ¿Y qué tal te va a ti y a Mauricio?
Mm bueno... - entornó los ojos - Mejor a mí que a él, la verdad, je je. Yo sigo en las mismas, pero feliz, y Mau...no está pasando por su mejor momento.
¿Y...eso? ¿Otra vez su padre? - la observó impaciente.
Mm no, no. Es por...Christian. - el chico cambio su mueca a una algo molesta - Las cosas parecían ir bien, pero de repente se complicaron, y mucho.
Ap...Lo siento por ellos. Pero, ¿ya están juntos? - arrugó las cejas.
Ahí erradica el problema. Ni siquiera saben eso, no hablan. Ya sabes cómo es Mauricio al principio, que no cuenta nada y le cuesta abrirse a los demás...pues Christian no está acostumbrado y ya te imaginarás lo que pasa.
Entonces no vale la pena que esté con él, creo yo. - desvió la mirada por una de las ventanillas del vagón, admirando los árboles pasar. - Si no puede entenderle ni esperarle, no le conviene.
No digas eso ¡DAVID! Tampoco hay que ser tan...radical. - le volteó el rostro con una mano, mirándole fríamente - Christian no tiene la culpa de lo que te pasa a ti, ¿ok? No la pagues con él.
El chico le devolvió la mirada pensativo
Si, tienes razón, perdona. - sonrió de medio lado, tranquilizándola - No sé lo que digo, je je...Necesito un descanso. Estos últimos meses han sido muy moviditos, en todos los sentidos.
¿Te parece que vayamos a tomar algo y así me cuentas? Y podemos volver a cotillear como en los viejos tiempos ¡Jajaja! ¿Qué dices? ¿Te apetece o no?
Mm por qué no Jajajajajaja
Hola de nuevo. Quería dejarlos un dato: David llego… y llego para quedarse. Espero que esto les guste, háganme saber su opinión. Gracias.