Everything Has Changed Cap. 11
Todos somos un poco Sadomasoquitas
Hola a todos. Muchas gracias por sus correos y mensajes que me hacen llegar personalmente. También quería agradecerles que también volvieran los comentarios y valoraciones con el capítulo anterior hechos aqui en la pagina, puede que a muchos les parezca poco, pero es agradable saber que lo hacen ya que esta es la ventana donde compartimos un poco de nosotros y así ustedes lo lleguen a ver :) . Espero sigan así y muchas gracias. Sin mas los dejo con la lectura.
Christian.
Caminaba rápidamente por las calles de la ciudad, arremetiendo a golpes contra toda papelera o farola que se interpusiera en su camino, consiguiendo que las pocas personas que caminaban a ésas horas le miraran sorprendidas. Estaba furioso, cabreado y adolorido. Si, pudiese parecer que su enfado era por una simple tontería, pero en el fondo lo que le molestó no fue el hecho de pensar que Mauricio se acostara con otro, sino el no saber si estaba con David sólo por entretenimiento hasta que consiguiera acostarse con él. Bueno, ni siquiera sabía explicarse él mismo.
Pero lo que más le dolía en ése momento era haber visto a Mauricio con esa expresión en el rostro. Sentía miedo... Miedo de volver a pasar por lo mismo y de que el moreno se excediera. ¡Mierda! Esto se le estaba yendo de las manos y no sabía cómo solucionarlo. Y para colmo, sólo llevaban unos días juntos. Bueno, lo que se dice juntos... Las circunstancias no habían sido muy favorables para su relación, así que tampoco estaba seguro de que lo suyo fuera algo serio.
Dobló una esquina, llegando por fin a su destino.
La rabia le estaba llevando a hacer algo de lo que al día siguiente se arrepentiría, pero en ese momento era lo que necesitaba. Además, ¿él qué iba a saber?.
Entró saludando al “puerta”, sin siquiera pagar entrada. Algo bueno tendría llevarse bien con los jefes ¿no? El pub estaba a rebosar de gente, algo normal a ésas horas, aunque a él eso no le importaba en absoluto, lo único en lo que pensaba era en pillar a ese cabrón de Ken. Buscó hueco entre la maraña de gente, apartándola, dirigiéndose con una fría mirada hasta la barra. Sabía que estaría allí. Seguía teniendo el mismo horario que cuando estaban juntos. No se escaparía.
Con las dos manos abiertas, golpeó la oscura barra, consiguiendo que los tres camareros pusieran su vista hacia él, junto con algunos clientes.
¡¿Dónde está Ken?! - bramó observándoles, sin pestañear ni una sola vez.
mmm... - balbuceó un camarero que aparentaba no tener más de dieciocho años - Ken está allí.- señaló una mesa repleta de chicas.
El rubio divisó enseguida al chico; como siempre...ligando con mujeres para luego dejarlas con las ganas.
Aspiró profundamente, apretando los puños. Esto se iba a poner feo. Pero pensaba hacerlo, no le importaba estar en un sitio tan lleno de gente y menos sabiendo que en cuanto la cosa se pusiera “peligrosa”, los de seguridad le pararían. En fin, había ido para eso, y lo haría.
Volvió a sumergirse entre la gente, sin quitarle la vista de encima a su ex. Cuando estuvo lo bastante cerca de él, apoyó una mano en su hombro, volteándole. Y sin darle siquiera tiempo a verle a la cara, le estampó un sonoro puñetazo en la nariz, tirándole de culo al suelo. Las mujeres de la mesa le miraron espantadas, sin saber qué hacer...o si ayudar al camarero. Optaron por no meterse entre medias, a saber cómo terminaría todo eso.
Ken murmuró algo inteligible, tapándose la nariz ensangrentada. Aún no sabía ni quién ni por qué de aquello, así que, con algo de temor por recibir otro golpe, alzó lentamente el rostro. Christian...je, no era la primera vez que le golpeaba, pero ésta sí que no tenía motivo...o eso pensaba. Se intentó levantar, pero irremediablemente, se sintió apresado de repente por el peso del rubio, quien llevado por la rabia, se había sentado en su estómago con una pierna a cada lado, y le agarraba del cuello de la camisa.
¡¿Qué coño crees que estás haciendo, Christian?! - inquirió molesto, sujetándole de las muñecas.
¿Tú qué crees? Pegarte. ¿O es que no lo has notado? - respondió sarcásticamente, apretando cada vez más la tela entre sus dedos.
¡Joder! ¡No me refiero a eso! - arrugó la nariz, mirando a su alrededor, fijándose en las caras de espanto de algunas personas - ¡¿Se puede saber por qué me has pegado?! ¡Estás loco!
Si no tuvieras una boca como la que tienes te ahorrarías todo esto, ¿sabes? - el otro le miró confundido, como si aún no hubiera caído en la cuenta de lo que le quería decir.
No sé de qué me hablas, de verdad. Pero no creo que sea como para romperme la nariz. - volvió a sobarse las fosas nasales con una mano, sin dejar de apretar la muñeca del rubio.
¿Ah no? mmm, puede que sea cierto... - imitó un gesto pensativo - quizás tenga que romperte algo más.
¡Eh! ¡Eh! ¡Tranquilo hombre! - no estaba dispuesto a volver a casa con algo más magullado. Sabía perfectamente que a golpes no conseguiría ganar a su ex.- ¿Por qué no me dices la causa de todo esto antes de golpearme de nuevo? ¿Eh? A lo mejor podemos arreglarlo de otra manera ¿no te parece? - habló con una sonrisa forzada.
Christian le miró unos instantes, sin decir nada. Pensaba qué sería mejor hacer...pegarle de nuevo o hablarlo...Difícil elección, y más cuando se sentía tan furioso.
-De acuerdo. Te lo diré. Aunque me parece que no deberías olvidar con quién y de qué hablas, ¿no crees? A lo mejor es que anoche hablaste de más.- terminó de decir antes de que el “puerta” al que hacía unos minutos saludó le agarrara por la espalda intentando separarle.
¡Eh! Santos, no...¡No hace falta que le pares! - miró al hombre duramente, intentando hacerle saber que él solo podría salir del embrollo - Esto es entre él y yo, ¿vale? - el tipo, después de pensarlo unos segundos, decidió hacerle caso, pero eso sí, no pensaba moverse de allí hasta que no cesaran - ¿Anoche? - frunció el ceño, pensativo, mirando de nuevo al rubio - ¿No me digas que todo esto es por lo que le dije a ése grandulón? ¡Jajaja! - se rió, sin darse cuenta de que cada minuto que pasaba la mirada del otro se contraía más - Vamos, Chris, no seas tonto. Sólo le dije la verdad...además, ¿no me vendrás ahora diciendo que es mentira? Todos sabemos que eres así, asúmelo.
¿Y cómo se supone que soy? ¿Eh, Inteligente? - le preguntó apretando aún más las manos sobre su cuello.
Mm… - se quejó ante la presión ejercida - Pues eso...que te gusta estar una noche con un tío y a la siguiente con otro...Cuando estuviste conmigo...me pusiste los cuernos, ¿no lo recuerdas?...Todo el mundo lo sabe en éste sitio...coff! Coff!
Cabrón... - murmuró enfadado - ¡Pero eso no significa que siga haciéndolo!
¡Cl-claro que no! ¡Joder, Chris, yo sólo le dije lo que pensaba! Si al tipo le cayó tan mal, peor para él; yo no tengo la culpa de eso. Si no hubiera sido yo, habría sido otro...y lo sabes perfectamente. - al escuchar éstas palabras, el gesto del de ojos grises se relajó, como si comprendiera lo que le decía.
Si, tenía toda la razón...por mucho que le jodiese. Él mismo sabía el tipo de reputación que se había ganado a pulso todos estos años. El jugar con la gente de esa forma no era un buen augurio, ni para él ni para nadie. Y lo escogió, por mucho que le pesase, porque desde que Mauricio desapareció, era la única manera de desahogarse que encontró. Igualmente, era joven, y quería aprovechar el tiempo. Sin embargo, con ésa actitud no conseguiría mantener ninguna relación seria, y eso lo supo en cuanto el moreno le besó por primera vez, así que ya había decidido cambiar y desde entonces no se acostó con nadie más. ¿Es que eso no contaba o qué?
Rendido ante sus propios pensamientos, soltó el agarre, levantándose y alargando una mano para ayudar al otro a enderezarse.
- Ken, lo siento...no tenía por qué pegarte. Soy un idiota, tienes razón. - se apresuró a disculparse, echo un tremendo lío. Si en ése momento el otro le hubiera pegado, seguramente se hubiera quedado quieto.
El más alto se dejó ayudar, con una sonrisa victoriosa en el rostro. Había conseguido lo que quería, y ahora tenía a su ex en la palma de su mano.
- No te preocupes, hombre. Ya te la devolveré, je je je. - bromeó guiñándole el ojo - ¡Bueno, aquí no hay nada más que ver, vamos, cada uno a su sitio! - habló dispersando a la gente que se agolpó en su momento alrededor, y con un gesto de la mano también le señaló al “puerta” que ya no hacía falta su presencia. - Venga, ven, te invito a unas copas, ¿qué te parece? Y así me cuentas qué te ha pasado para llegar a esto ¡Mierda! ¡Joder! ¡Cómo duele! - se quejó palpando la zona adolorida y sustrayendo un pañuelo de su bolsillo. Para llevarlo hasta donde resbalaba la sangre.
El rubio le miró apenado, siguiendo sus pasos hasta la barra.
Ken, de veras que lo siento... ¿te duele mucho?
Tranquilo, Esto no es nada comparado con lo de la otra vez, ¿no te acuerdas? ¡Jajaja! Ahora me río, pero te habría matado...la pobre enfermera que me atendió tenía cara de espanto cuando me vio entrar. - comentó sosegadamente, pasando dentro de la barra, aún con el pañuelo apretándole la nariz.
Je je...de eso ya ni me acordaba... - habló con una media sonrisa - Bueno, tu no fuiste el único que salió mal parado ésa vez...Además, tú te lo buscaste por pendejo.
¿Ah sí? ¿Yo me lo busqué? ¡Jajaja! Pero si tú fuiste el que me pegó primero. - le sirvió una copa bastante más cargada de lo normal - Toma, esto lo paga la casa.
A, gracias, pero no hacía falta... Y sí, yo fui el que golpeó primero, pero fue porque tú no parabas de decir estupideces. - sostuvo el vaso entre sus manos, oliendo su contenido - Joder, esto sí que está cargado, ¿no?
Je je, sí, pero pruébalo, está muy bueno. - tenía que conseguirlo, así Christian no volvería a rechazarle como otras tantas veces. Además, iba a aprovechar el momento, ¿por qué no? - Y no, dejemos el tema ya, que fue cuando aún estábamos en nuestro último año ¡Jajaja! - rió falsamente, siguiendo con su plan al milímetro.
Era extraño, sí. Acababa de pegarle y ahora estaba como si nada. Pero tampoco tenía ganas como para ponerse a pensar en ello, lo único que necesitaba era despejar su mente todo el tiempo posible y seguir con su vida. Lo había decidido, ¿no? ¿Para qué seguir comiéndose la cabeza por Mauricio? Si sólo conseguía pasarlo mal.
¿Chris? - preguntó una fina voz detrás suya, apoyando su mano en el hombro del chico.
¿mmm? - volteó a mirarla, era Yeisi. Se asustó, ¿habría visto todo? ¡Perfecto! Seguro que se lo contaría a Mauricio - Ho-hola, Yeisi. ¿Cómo tú aquí?
Bueno, ¿qué crees? Divirtiéndome un rato, je je...Aunque cuando te he visto entrar como un torbellino y...bueno, pegarle, me has dejado a cuadros. - respondió algo nerviosa, sentándose en un taburete al lado del rubio.
Je...je, me dejé llevar... - comentó rascándose el cuello avergonzado - Pero no te preocupes, fue una tontería. - dio el último trago a la copa, pidiéndole otra a Ken con una simple mueca de su rostro. - Estás muy guapa. - más bien lo dijo para distraerla que por hacerle un cumplido, pero es que no quería que siguiera la conversación por ese lado.
Eh, gracias, eres la primera persona que me lo dice, je je... - sonrió ya más relajada - Por cierto, ¿y Mauricio?
Vale, hubiera sido mejor haber seguido hablando sobre lo de Ken.
Pues no lo sé. - respondió tajante, mientras que el otro chico escuchaba atentamente cada palabra - Estará en casa, supongo. - volvió a darle un sorbo a la copa, la segunda, y los efectos ya los estaba notando.
¿Ha pasado algo nene? - curioseó observándole atentamente - Ya te dije una vez que si tienen problemas, que puedes contar conmigo.
Lo sé, Yeisi. Pero es que no quiero hablar de eso. Ya se ha terminado, - Ken sonrió maliciosamente al escuchar esto - así que no hay por qué darle más vueltas al asunto, ¿de acuerdo?
P-pero...- balbuceó incrédula - ¿cómo que se ha terminado? Chris, no puedes decirme eso y dejarme a medias, ¿qué ha pasado? ¿Os habéis peleado?
Ya te lo he dicho, no quiero hablar de ello. Mira, Yeisi - la miró fijamente a los ojos, intentando transmitirle tranquilidad - lo nuestro no puede ser, ¿comprendes? Nunca conseguiremos que nuestra relación salga bien, así que no hay razón para que sigamos juntos. Sólo eso. - le dolía decir aquello, cada vez más. Pero sabía que era lo mejor. Para los dos.
- * * * *
Mauricio.
Después de secarse parcialmente el pelo, dejó caer la toalla sobre la cama. Aún estaba sin hacer, a Christian no le debió de dar tiempo esa mañana a hacerla... Recordó el momento en el que por fin consiguieron estar de acuerdo en algo. Pero parecía que lo suyo no iba a ser fácil. Eso sí conseguían arreglar todo lo que acababa de pasar.
Si, debió haberle contado todo, y no su padre. Eso sólo había conseguido estropear su relación. Pero Christian tampoco tenía que haberse puesto de esa manera...Si él hubiese hecho lo mismo con los comentarios de ese camarero, Christian no se habría ido tan “de rositas“.
Justo cuando acababa de terminar de colocarse la camiseta roja y los pantalones negros que siempre usaba para dormir, unos golpecitos provenientes de la puerta le desistieron de descansar. Abrió la puerta, pensando que sería cualquier empleado con alguna duda o similar, pero no, era su tía, y si iba allí a esas horas era por algo en concreto. No quería ni pensarlo. Después de dejarla pasar y preguntarle si deseaba tomar algo, la respuesta fue negativa, se sentó junto a ella, esperando escuchar cualquier cosa.
¿Y Christian? ¿Todavía no ha vuelto? - preguntó algo alterada la mujer.
Si, pero se fue hace unas horas. - no pensaba contarle nada de lo sucedido. No quería preocuparla, ya que el problema era de ellos y a su tía no tenía por qué meterla en el ajo.
Ah...Y ¿le encontraste extraño o malhumorado quizás?
Je, si ella supiera.
¿Por?
Bueno... - desvió la mirada un instante, como insegura - es que vio a tu padre; y el reencuentro no fue muy...caluroso, je...Ya sabes cómo es, y por lo que sé no entabló una conversación muy amena que digamos con Chris.
Lo sé. - suspiró, recostándose en el respaldo.
¿Te dijo algo?
Si, algo me comentó. Pero tranquila, Tía, no pasa nada. - intentó que la mujer no se alterara. Sabía perfectamente lo que había pasado, aunque su primo no le hubiera dicho mucho, se lo imaginaba. Pero igualmente, no quería preocuparla.
No lo creo. Ricardo es mi hermano, y le conozco demasiado como para no preocuparme, ¿sabes? Tu madre me llamó en cuanto Christian salió de su casa, y me contó por encima lo sucedido, pero me puedo jugar el cuello a que tu padre habló más de la cuenta y de no muy buenas maneras. Y sabiendo cómo es Christian, le habrá sentado como una patada.
Mauricio se le quedó mirando. No sabía ya si seguir fingiendo que no sabía nada o hablar francamente con su tía. Por un lado quería contárselo, desahogarse, pero por otro lado...seguía siendo un asunto de ellos dos y de nadie más. Le dio gracias a Dios cuando su móvil comenzó a sonar.
Perdona. - se disculpó con la mujer, levantándose y alejándose unos metros de ella, para poder hablar más tranquilamente. - Dime. - ordenó descolgando el móvil.
Mau, ¿dónde estás? - la voz de Yeisi se escuchaba bastante mal, a causa de la sonora música de fondo.
En el hotel. - aún no se acostumbraba a llamarle casa a ese lugar.
Pues mueve tu culo y ven aquí.
¿Para qué? ¿Acaso has mirado la hora que es?
Si, la he mirado, y son las dos y media de la madrugada. Pero si no vienes ya, quizás te arrepientas.
Yeisi, sin rodeos.
Vale. Estoy en el pub ése de al lado del cine, joder, no me acuerdo de cómo se llama...Bueno, sabes cuál es, ¿no?
Sí. - asintió sin ganas, a saber lo que querría ahora su amiga.
Pues me he encontrado con Christian, y…
No es de mi incumbencia. - interrumpió, mirando de refilón a Christina, que intentaba oír su conversación disimuladamente.
¡No me vengas con ésas! Mira, me da absolutamente igual lo que les haya pasado, ni siquiera quiero que me lo cuentes, ¿vale? Lo único que quiero es que te muevas de allí y vengas, joder, que no te cuesta nada. Christian no sabe lo que hace y parece que se ha pasado con las copas. Y como comprenderás, a mí no me va a hacer ni puto caso...Ya he intentado llevármelo, pero me ha mandado a tomar por culo y para colmo...Bueno, ya lo verás cuando vengas.
Que no se te olvide respirar mientras hablas. - estuvo a punto de colgar el teléfono, pero en el fondo no era lo que quería.
¡Eh! ¡Mauricio! ¡Es enserio, y no cuelgues, maldita sea!
Tranquila, ¿de acuerdo? No hace falta gritar para decir las cosas.
Me da igual. Grito si quiero, y te quiero ver aquí enseguida. No me valen las excusas. - y ésta vez la que colgó fue ella. Si no lo hacía tenía por seguro que su amigo intentaría hacerla desistir, y eso no era lo que quería conseguir.
Suspiró resignado. Como siempre, Yeisi conseguía que hiciera lo que ella quisiera.
En fin, a lo mejor sí que Christian no estaba “obrando bien”. Y tampoco quería que terminara haciendo una tontería...y menos sabiendo que ese chico de la noche anterior trabajaba allí.
Dejó el teléfono sobre la improvisada encimera, mirando a su tía, quien no le quitaba la vista de encima.
Tía, lo siento, pero tengo que salir un momento.
¿Ha pasado algo? - preguntó algo preocupada después de escuchar los gritos de Yeisi por el aparato, aunque no había conseguido entenderla. Menos mal.
No. - respondió seriamente, mientras que se cambiaba de ropa.
Pero, Yeisi parecía algo alterada.
Eh... - eso le pilló de improviso. No se imaginaba que su tía tuviera tan buen oído - Ella es así, no es nada.- terminó de colocarse la primera chaqueta que cogió. La verdad es que aunque lo negara, intentaba darse toda la prisa del mundo.
- * * *
Christian.
No sabía por qué lo había hecho, pero le daba igual.
En ese momento nada le importaba, ni siquiera Mauricio. En lo único que pensaba era en pasarlo bien, y su cuerpo estremecido le pedía algo más que bailar... De repente, sintió que su cuerpo ardía, una sensación de deseo incontrolable inundó su interior, haciéndole cometer, quizás, una locura. Tampoco entendía el por qué, pero su mente no estaba como para razonar en ese instante, así que sin pensárselo un segundo, arrastró a su ex a la pista.
El calor seguía emanando de su cuerpo, consiguiendo que su cabeza no funcionara como debía. Sentía como su cadera se frotaba contra la del otro, en un baile casi sensual. La música acompañaba sus movimientos, como si de una bailarina sensual se tratara. Rodeó el cuello del otro con sus brazos desnudos, ya que el jersey quedó olvidado sobre la barra del local. Parecía que estuviera drogado; casi ni conseguía mantener los ojos abiertos.
Arqueaba la espalda, dejándose sujetar por las manos del chico, a través de su cintura. Echó la cabeza hacia atrás, sintiendo después de interminables segundos, como una lengua ávida surcaba su cuello, haciéndole estremecer aún más si era posible. A pesar de ello, no le separó, sino que quería que aquello siguiera. Más por despecho que por deseo, pero que igualmente era algo que le comenzaba a enloquecer.
Besó y lamió incesantemente el cuello del rubio, bajando perceptiblemente por sus clavículas. Esto comenzaba a salir como había esperado, y le encantaba. Le tenía totalmente a su merced, sus gemidos lo confirmaban, y haría lo que quisiera. La verdad es que llevaba meses queriendo hacerlo, pero cuando apareció ese grandullón, las cosas se le pusieron algo más difíciles...y ahora, después de su “ruptura”, era el mejor momento.
Introdujo sus manos bajo la camiseta, acariciando la piel bajo ella y, rozando sus dedos con los pezones del chico. Observó su rostro, marcado por el deseo, mordiéndole la oreja.
Estás caliente. - le susurró lascivamente, con una sonrisa de medio lado.
Pues...haz algo...para remediarlo... - habló entre gemidos, acercando sus cuerpos aún más. No le importaba que la gente de su alrededor les mirara curiosos, bueno, la verdad es que tampoco se daba mucha cuenta de ello.
Siguió percibiendo aquel calor recorrer su cuerpo, cada vez era más agudo, hasta que notó que la sangre le recorría sólo un punto concreto de su anatomía. Volvió a rozar compulsivamente su miembro contra el muslo del más alto, excitándose, respirando agitadamente.
- ¿Y qué es lo que quieres que haga? - murmuró nuevamente, bajando una de sus manos hasta la cremallera de su pantalón. La abrió, introduciendo sus dedos por el hueco, y acariciando sobre la tela de la ropa interior el acalorado pene del de ojos grises. - Vamos, dilo.
Christian se quedó por unos segundos sin hacer nada, sin mover ni un centímetro de su cuerpo, consiguiendo que el otro cesara con las caricias. Pensó. ¿Qué es lo que estaba haciendo? Se estaba dejando llevar...pero...ahora no tenía nadie por el que parar, ¿no? Podía hacer lo que quisiera y con quien le apeteciera. Así que, ¿por qué cesar algo de lo que estaba disfrutando?
- Quiero... - deslizó una de sus manos por el pecho del otro, por encima de la tela, bajando hasta apoyar la palma encima del miembro de éste - que me folles...sin parar.
El chico rió bajo, entrecerrando los ojos, y moviendo la mano aún más sobre la tela.
¿Sin parar? - sonrió - ¿Podrás aguantar?
Sabes que sí... - ronroneó. Quería hacerlo ya, no podría aguantar mucho en mitad de tanta gente. La incipiente erección se comenzaba a notar demasiado.- No es la primera vez que lo hacemos... ¿recuerdas? - rastreó con su mano por la tela, apoyando sus dedos en las nalgas del otro, delineando sus glúteos - Espero que sigas haciéndolo...igual de bien.
¿Lo dudas? Ese tipo de cosas no cambian tan fácilmente.- habló triunfante, ignorando la fría mirada que les observaba atentamente a unos pocos metros de ellos.
Christian apretó su mano perceptiblemente, lamiendo la comisura de los labios de Ken
- Ahora. - le ordenó, entreabriendo sus labios, respirando dificultosamente. - No aguanto más... vamos a algún sitio más tranquilo.
Sonrió maliciosamente por enésima vez, mordiendo el labio inferior del rubio, para después sacar las manos de su cuerpo, llevándole casi a rastras hasta el segundo piso del local. Miró a su alrededor, observando divertido a las demás parejas que allí se encontraban en sus “quehaceres”, notando la tenue luz, casi nula. El lugar perfecto para hacerlo.
Le guió hasta uno de los oscuros sillones, colocado en la esquina más alejada. Se sentó sobre él, tirando del rubio, colocándole sobre sus piernas.
No creo que sea la primera vez que vengas aquí....para esto. - comentó como si nada, delineándole el rostro con los dedos, besando suavemente sus labios - ¿Me equivoco?
Je je... - sabía perfectamente a lo que se refería, aun así no le molestó en absoluto. Él mismo acababa de asimilar que no podría cambiar nunca...allí mismo estaba la prueba. - acertaste... - movió las caderas, como si ya estuviera penetrándole, incitándole a seguir con lo que habían iniciado en la pista - pero ni siquiera recuerdo con cuántos...así que... ¿qué más da? - el alcohol le hacía decir tales cosas, sin percatarse de cómo sonaban dichas de aquel modo.
Claro que no tiene importancia...tú eres así, ¿no? - intentó que sus palabras no sonaran molestas, porque en el fondo le cabreaba todo aquello. Siempre le molestó que su ex fuera de esa forma, y se juró vengarse por ello, fuera como fuera. Y allí mismo tenía el momento propicio para hacerlo. Le conocía demasiado bien, y aunque le gustara ir de cama en cama, sabía que con el grandullón no era lo mismo...y eso no lo aguantaba; así que, cuando el rubio se diera cuenta al día siguiente de lo que había hecho, le destrozaría por completo. Un plan perfecto, ¿no? - No creas que me olvido. - esto lo dijo con el tono de voz más bajo, más para sí que para el chico.
No escuchó muy bien lo último, pero no le dio mayor trascendencia. Lo que quería lo iba a tener, y lo demás, ¿para qué pensar en ello? Sin miramientos de ningún tipo, se deshizo de la fina camiseta que portaba, tirándola Dios sabe dónde, ronroneando. Estiró las manos, agarrando las del otro, posándolas sobre sus abdominales.
- Calla. No hables más...sólo toca mi cuerpo. - y así lo hizo el castaño. Manoseó literalmente su piel, surcando cada hueco de su torso, trazando una línea con los dedos por todo su pecho. Masajeó tenazmente aquellos pezones, escuchando de nuevo los finos gemidos de su ex. Lo estaba consiguiendo...era suyo.
Por poco tiempo.
La camiseta que acababa de quitarse Christian, volvió a aparecer de la nada, cayendo sobre la cabeza de éste.
¿Qué demonios...? - se quejó visiblemente molesto, agarrándola con una mano, y apartándola fuertemente, sin dejarla caer. Primero miró a su acompañante, pero al ver su cara de “no entender nada”, volteó el rostro justo detrás de él. Arqueó las cejas, con una media sonrisa. ¡Perfecto! El que faltaba en el show.
Jaja... ¿qué pasa? ¿Me vas siguiendo o qué? - preguntó, sin moverse de encima de Ken.
Tenemos que hablar. - hizo caso omiso a sus preguntas. Notaba que su primo no estaba del todo lúcido, seguramente a causa del alcohol, pero además, había algo extraño en su gesto.
¡Jajaja! ¡Ésa ha sido buena! - rió sonoramente, mirando un segundos a su ex, moviendo levemente las caderas. Ni en ésa circunstancia podía parar de hacerlo, su cuerpo se movía solo y el calor de su cuerpo no desaparecía. - Por si no te has dado cuenta...mi amigo y yo - rodeó el cuello del otro, hundiendo una de sus manos entre sus cabellos - estamos muy ocupados...Puedes darte la vuelta e irte de dónde viniste...aquí no pintas nada. - le regaló una mirada desafiante, lamiendo la mejilla de Ken, sin quitarle la vista de encima.
Chris, estás demasiado borracho para saber lo que haces o lo que dices. Vamos. - le agarró del brazo, en un intento de levantarle de allí, pero entre la fuerza de éste y el que el castaño le ayudara, le resultó imposible.
Yo de aquí no me muevo...- deshizo el agarre bruscamente, colocando ésta vez su mano sobre el pecho del otro - lo estoy pasando muy bien con Ken, y no te voy a dejar estropearme la diversión... ¿Qué quieres? ¿Ver cómo follamos? Pervertido.
El moreno bajó la vista. Esto era más de lo que esperaba encontrar. Y aquellos movimientos incesantes de su primo sobre el camarero eran algo sospechosos.
De acuerdo. Si no quieres moverte, hablaremos aquí. No creo que te importe que él esté delante, ¿no? - preguntó señalando al atónito chico, que quedó algo sorprendido por aquella reacción. La primera vez que vio a ese grandulón no era tan...Hablador.
¿Por qué tiene que ser ahora? - dejó por fin la camiseta sobre el sillón - Déjanos terminar, ¿no? - lamió sus propios dedos, con una mirada lasciva. No se daba cuenta del daño que le propinaba al moreno con esas palabras y gestos, pero lo que sentía le hacía actuar así. E intuía que el calor de su cuerpo no era del todo...natural.
.... - suspiró. Comenzaba a enfadarse seriamente. Sin contar la vergüenza que estaba pasando al ver a Christian hacer y decir todo aquello. - No tengo tiempo para tonterías, Christian.
Es que esto no es una tontería. Es una necesidad humana, primo. - rió entre dientes, levantándose por fin de las piernas de Ken, y acercándose de forma sensual al moreno - ¿No me digas que tú nunca has tenido ganas de hacerlo solo por necesidad? - introdujo sus frías manos bajo la ropa del chico, arrastrándolas a través de su estómago, aproximando sus labios peligrosamente, pero sin llegar ni siquiera a rozarlos. Mauricio sintió un escalofrío, el cual no pasó desapercibido por el inquieto cuerpo del otro - Igual que tú te tirabas a David, yo me tiraba a otros...cada noche.- murmuró, respirando agitadamente.
Le asió de los hombros, separándose de las caricias que le comenzaba a propinar. Eso le cabreaba aún más si era posible.
Yo no me acostaba con David sólo por necesidad. - habló más serio que de costumbre, como si le doliera. - Y tú...no lo estás haciendo por eso, estás demasiado…
¿Excitado, quizás? - le interrumpió, deshaciendo el agarre y volviendo a acercarse a él. - Puede ser. Seguramente Ken me ha dado una ayudita, je je... ¿verdad? - miró al otro chico, que seguía sentado, impaciente.
¿mmm? - balbuceó confuso.
Vamos, Ken, no me mires así. Los dos sabemos que me has echado algo en una de las copas.
¿Qué...? ¿Cómo que te ha echado algo en la copa? - preguntó ya con un tono algo tosco, intentando que le mirara de nuevo a la cara.
Si...no sé qué será...pero me ha puesto súper cachondo...- ronroneó lamiendo su cuello, acariciando una de sus mejillas. - Y como comprenderás...no voy a quedarme con las ganas ésta noche. Además, como yo soy algo...promiscuo, no tendré problema en encontrar a alguien, ¿no? - susurró contra su oído.
Yo no he dicho que lo seas. - le dijo, ésta vez sin apartarle, pero sintiendo el mismo o más enfado que antes.
Pero... - introdujo de nuevo una mano bajo las prendas, rozando sus dedos por sobre el tatuaje. - lo piensas... - siguió lamiendo la extensión, subiendo peligrosamente hacia su boca, mientras apartaba sus cabellos hacia atrás. - Y no estás equivocado, es verdad...Como me dijo Jhoan...soy un puto de mierda.
¡Eso es mentira! ¡¿Cómo puedes pensar así?! - bramó, dándose cuenta de la situación, y apartándole por segunda vez de él.
¡Pero si es verdad! ¡Ahora no me vengas con que es mentira! - alzó la voz, consiguiendo que algunas personas de su alrededor fijaran la vista en ellos - Te lo puedo demostrar... - y dicho esto, se alejó del lugar, bajando de nuevo a la pista y acercándose a la cabina en la que el Dj ponía la música, diciéndole algo y consiguiendo que la canción casi no se escuchara por unos minutos. Salió de allí, subiéndose a la barra del local y gritando fuerte sobre ella, entretanto que la gente se quejaba - ¡Eh! ¡Eh! ¡Tranquilos! Sólo será un momento, ¿ok? - intentó calmarles, y de paso calmar a su propio cuerpo, que seguía ardiendo sin cesar - Muchos de ustedes me conocen, ¿no? Me gustaría que todos los que alguna vez hayan estado conmigo levante la mano. ¡Vamos, sin miedo! Sé que son unos cuantos, ¡Jajaja!
Mauricio se quedó perplejo ante tal reacción. ¿Es que estaba loco o qué? Subirse allí...y preguntar aquello...Totalmente denigrante para su gusto. ¿Qué pensaba solucionar con eso? Más bien conseguía que sus nervios casi estuvieran por explotar, más que nada. Cruzó la mirada con la del rubio, quien le contemplaba como triunfante, satisfecho. Volteó el rostro, esperando a que nadie levantara la mano, pero, eso parecía imposible. Entrecerró los ojos cuando divisó algunas manos levantarse, casi con timidez, y al final, eran más de las que imaginaba.
¡Muy bien! Veo que no se me puede olvidar fácilmente ¡Jajaja! - rió con ganas, orgulloso de conseguir lo que quería. - Una última cosa, ¿alguno ha llegado a estar más de una noche conmigo? - para disfrute de él mismo, todos bajaron la mano. Simple, no le había costado nada hacerle ver a su primo que sí era promiscuo, así que dicho y hecho, bajó de la barra haciéndole una señal al chico de la música para que volviera a ponerla, y subiendo al segundo piso.
¿Se puede saber a qué ha venido eso? - le preguntó el moreno seriamente, cuando le tuvo de nuevo al lado.
¿Y tú me lo preguntas? Era para que vieras que yo sí que soy un puto al que le gusta acostarse con cualquiera, y no como tú, que parece que con David era por amor. - aunque su tono de voz sonara sereno dentro de todo lo posible, le estaba doliendo decir aquello. Sin embargo, el alcohol y el afrodisíaco que le había puesto Ken en la bebida, no le hacían pensar mucho antes de hablar.
Lo mío con David no era por... - no pudo terminar la frase. Tampoco iba a mentir a éstas alturas, ¿no?
¿Qué? ¿No puedes terminar de decir las cosas? ¡Jajaja! Mira, ¡me da igual David, me das igual tú y me da igual tu padre! ¡Sólo déjame terminar lo que he empezado! - gritó fuera de sí, acercándose al sillón donde seguía descansando el camarero.
El más alto, bajó la cabeza, como dolido. Apretó los puños con fuerza, intentando calmarse, todo esto se le había ido de las manos. Pero no lo consiguió. En ése momento perdió la noción del tiempo y de la realidad, dejándose llevar por la rabia contenida.
Amarró fuertemente el brazo de Christian, volteándolo, y mirándole con enfado en los ojos.
Si lo único que quieres es sexo, estoy dispuesto a dártelo. - habló tajante, seguro de lo que decía.
¿mmm? - primeramente, Christian le miró sin entender, para poco después reírse con sorna - ¡Jajaja! ¿Te estás oyendo? Vaya estupidez acabas de decir. ¿Cómo que estás dispuesto? ¿Qué pasa? ¿Qué lo que yo piense no cuenta o qué? - intentó zafarse del agarre, pero ésta vez no le fue fácil. - Que sea un puto no significa que no tenga prioridades.
Decide. Conmigo o con él. Sólo es sexo, ¿no? No te será difícil decidir entonces.
Como has dicho, sólo es sexo. Así que a mí me es igual. - habló sin estar en absoluto consciente del enfado de su primo, ni lo que acarrearían sus palabras. - Los dos son hombres, lo mismo me da.
El moreno cerró los ojos momentáneamente, aspirando fuertemente.
- Como tú quieras. - murmuró, antes de volver a mirarle y arrastrarle sin ningún cuidado por entre la gente que se amontonaba en la pista. Hizo caso omiso a las protestas de su primo, por la fuerza con la que le estaba tratando. Entró con él, en los baños del pub, ingresando en uno de los cubículos y empujando al otro dentro.
Volteó el cuerpo de Christian, dejándole de espaldas a él, y apretando con una mano su rostro contra la fría puerta del aseo. Cubrió su boca con la mano libre, al ver que intentaba decir Dios sabe qué. Se estaba dejando llevar...demasiado.
- No hagas ruido... - susurró en su oído - Esto es lo que querías, ¿no? Pues vamos a hacerlo.
Christian le miró algo asustado de sus palabras. Volvía a ser como antes, como hacía unas horas, cuando le gritó acorralándole. Fijó su vista en la mano derecha del otro, recordando aquel puñetazo que estampó en la pared. La tenía magullada, seguramente ni se la habría curado. En ése momento el miedo, la excitación y la borrachera se entremezclaron, confundiéndole aún más.
¿Estás de acuerdo o no? No quiero que grites. - musitó seriamente, apartando la mano de sus labios.
Si...estoy de acuerdo... - aunque estuviera asustado, quería hacerlo. Prefería que fuera Mauricio quien saciara ese deseo, antes que Ken. Aun así, la presión en su rostro no cesó, provocando que su respiración fuera más fuerte, asemejándose a unos leves gemidos. - hazlo.
Le acarició el rostro lentamente, con un solo dedo, delineando sus facciones
- Sé que para ti esto es un juego...pero puede que para mí no lo sea. Parece que no entiendes la situación, Chris. - rozó su pelo, deshaciendo por fin la presión en su cabeza, bajando esa misma mano por el cuello rígido del rubio. Éste, solamente le observaba de refilón, confuso. ¿Cómo podía estar diciendo esas cosas sin inmutarse siquiera? ¿Y por qué pensaba que era un juego? Él no dijo en ningún momento que aquello fuera algo parecido. Aunque, con ésa actitud...poco iba a transmitirle...solo deseo; negándose a sí mismo el incipiente dolor que le emanaba del pecho.
Siguió bajando la mano por su espalda, mientras que con la otra acariciaba los labios del más bajo; quien seguía jadeando incesantemente.
- Mi intención no es asustarte, ni hacerte daño...Pero tú mismo has conseguido que yo termine haciendo esto. - se agachó lo justo para poder llegar a besar su boca, mordiendo el labio inferior del chico.
Christian cerró los ojos, echando la cabeza hacia atrás, gracias al placer que sintió ante aquel contacto.
¿Que yo tengo la culpa? - jadeó, aún con algo de miedo - No digas tonterías. Si hubieras querido, te habrías marchado...y yo estaría ahora mismo con Ken... ¿No es así...? - el moreno no le dejó terminar, echándose contra su cuerpo y besándole profundamente, para luego lamer su cuello ávidamente - ¿Estás intentando callarme o...calentarme aún más? - le preguntó abriendo levemente los párpados.
Ninguna...de las dos. - balbuceó enredando sus dedos en el cabello de Christian, y así, tirar de él - Sólo estoy haciendo lo que tú querías. - subió hasta el mentón, lamiéndolo.
Le observó atentamente, con los ojos empañados a causa de la excitación. Parecía enfadado. Molesto. Sin embargo, ¿no debería molestarse él mismo por cómo le estaba tratando? Era ilógico.
- ¿No preferirías hacerlo con...David? - cuestionó maliciosamente.
Mauricio se separó, atrayéndolo por la nuca hasta él, besándolo de nuevo, empujando con fuerza su lengua, acariciando salvajemente el interior de la boca del rubio.
- Ahora eres tú el que dice estupideces... - sonrió de medio lado - No sé a qué viene...nombrarle ahora. - introdujo una mano dentro del pantalón ya desabrochado de su primo, sintiendo entre sus dedos como en unos minutos de nada su miembro había endurecido notablemente. ¡Dios! Ésa droga parecía ser más fuerte de lo que pensó.
Su primo gimió contra la puerta, apoyando sus manos contra ésta, moviendo las caderas en un intento de aumentar el roce
Sólo lo decía...porque puede que le eches...de menos...ah... - gimió, al notar que sus súplicas fueron escuchadas, y la mano del más alto comenzaba a moverse de abajo a arriba, masajeando su sexo, al mismo tiempo que acariciaba su pecho con una lujuria anormal en él.
Si...le echo de menos. - contestó francamente, hundiendo momentáneamente el rostro en su cuello, aspirando el suave aroma del chico.
Entonces...... ¿por qué no vuelves...ah...con él? - inquirió amainando sus jadeos, al escuchar como alguien entraba en el baño contiguo - ¿Por qué...me estás......follando, si sabes que mañana....no querré volver...ah... a verte? - murmuró, sintiendo el roce de su mano acelerar a cada segundo - ¿No sería más...ahh...más fácil que lo hicieras con...él? - totalmente excitado, percibió como su sexo palpitaba entre los largos dedos del moreno, mientras que éste le sujetaba una de las muñecas bruscamente, apretando. Asió aquella mano, lamiendo las heridas, provocando al más alto.
Frunció el ceño, deshaciendo el agarre y bajándole los pantalones junto con el bóxer, sin relajar el vaivén de su cuerpo
- ¡Me estás hartando! ¡Sólo sabes decir y hacer estupideces! - le apretó el glande, consiguiendo que el rubio arqueara la espalda, encendido - Sigues sin entender nada. - le susurró al oído, bajando la mano por su espalda, introduciendo un dedo de forma intempestiva en su entrada.
Giró su rostro, mirando hacia arriba y a punto de llorar, gracias a la brusquedad de los movimientos y las palabras de su primo
Soy un estúpido...lo siento. - apretó un puño contra la fría puerta. Estaba sintiendo demasiado placer y eso no le ayudaba a seguir muy bien la conversación, aun así, no supo por qué se disculpaba.
Los dos lo somos. - le miró con angustia, pero incapaz de parar. No aguantaba más, se estaba volviendo loco. Pensar que Christian lo estaba haciendo sólo por aquel afrodisíaco y que seguramente, al siguiente día no recordaría nada, le cabreaba enormemente.
Introdujo otro dedo más, masajeándolo con rapidez. Pero no pasaron ni dos minutos cuando se bajó el pantalón, penetrándolo con fuerza, resoplando contra su nuca. El más bajo dejó resbalar unas finas lágrimas, jadeando audiblemente. Ya no le importaba que hubiera alguien más en los aseos, pero ésta vez el llanto fue a causa del dolor corporal más que del mental.
- Du.....duele... - se mordió el labio superior, sintiendo que no aguantaría mucho más si aquello seguía así - Ve...aah...ve más despacio.
Mauricio, escuchando aquello, salió repentinamente de él, volteándolo. Le miró a los ojos, lamiendo sus pezones, subiendo lentamente, hasta posar sus labios sobre los ajenos. Introdujo su lengua, ya demasiado excitado con aquella situación. Pero ya no podía pensar con claridad, sólo necesitaba...hacerlo suyo.
Entrecerró los ojos, gimiendo ahogadamente contra la boca del moreno, enredando sus brazos alrededor de su cuello. Sonrió, al final había conseguido lo que quería, aunque no con quien pensó en un principio.
Metió sus manos bajo las piernas del otro, levantándolo en brazos y colocándolo sobre su sexo. Empujó con no tanta fuerza ésta vez, pero introduciéndolo en su totalidad. Jadeó por primera vez en ésa noche, sin razonar en absoluto.
Agárrate......esto está hecho un asco. - habló apretándole las nalgas. Había comenzado forzándolo, pero parecía que Christian ya estaba más “debilitado”.
Ajá... - asintió, enredando todo lo que pudo las piernas alrededor de su cintura, mortificado por las lentas y “golpeantes” embestidas del más alto.
Pudo escuchar como el corazón del rubio traqueteaba contra su pecho. Movió su mano, confinándola nuevamente alrededor del miembro del otro, sin parar de masajearlo.
- Esto es una...locura. - susurró en su oído, entretanto que sentía que no se contendría mucho más tiempo. El orgasmo estaba cercano a su límite. Hundió el rostro en el cuello de Christian, mordiéndolo y aspirando dificultosamente.
Se estremeció. Aquello era terriblemente exquisito, y en el estado en el que se encontraba, le resultaba aún más excitante. Estrujó, cada vez que las embestidas eran más profundas y el roce más apresurado, los largos cabellos negros entre sus dedos, tironeando amargamente. Lo penetraba una y otra vez, sin alzar el rostro, pero escuchar sus casi inaudibles gemidos era suficiente para él.
- No aguantaré...mucho más. - sonrió sin ser visto, congestionado por el placer. Se movió apremiante, acariciando la base de su miembro, delicadamente, escuchando como cada segundo que pasaba los gemidos del otro eran más audibles...no cómo los suyos. Aun así, el chico no resistió más tiempo, ya que con tan sólo tres embestidas más, se corrió en su mano, salpicando también en su propio vientre.
Gimió en su boca, desesperado, inhalando con fuerza. Notando aún las ahora más lentas caricias en su entrada. Pero duraron pocos segundos más. El moreno se estremeció, derramándose en su interior, acompañándolo por unos leves espasmos. Por su parte, Christian alzó el rostro, fijando dificultosamente la vista en el techo. Abrió la boca desmesuradamente, intentando coger más aire de la que podía retener. De repente, todo a su alrededor se volvió pesadamente borroso, mareándole. Tenía sueño...y estaba demasiado cansado. Las fuerzas le abandonaban.
Percibió el desvanecimiento del rubio, gracias a que sus piernas se deslizaron rápidamente por sus caderas. ¡Mierda! ¡Lo que le faltaba!
Se subió los pantalones como pudo, sin dejar de agarrar el cuerpo del otro
- Mañana me odiarás por esto.- murmuró apenado mientras que lo vestía dificultosamente.
Gracias por leer y espero que lo hayan disfrutado. Nos vemos en el próximo capítulo :)