Ever mi chofer - VOL. 1 de 3
Ama de casa fiel, de clase y buenas curvas realiza las fantasías de su cornudo marido con el nuevo chofer de la casa y se vuelve adicta a los penes grandes.
Siempre he considerado que mi marido es un hombre interesante. De no haber sido así, habría pasado de él pues honestamente había tenido hombres más guapos hasta ese momento. Siempre he sabido que tiene un encanto especial. Por eso me sigue costando tanto compartirlo y entender como fue. Empiezo:
Nos casamos hace cuatro años, tiempo relativamente corto, será que lo siento así porque siempre disfrutamos nuestro tiempo juntos, con nuestros dos pequeños hijos; principalmente el tiempo que pasamos solos en la cama, él es muy atrevido (por no decir pervertido) y nuestro desempeño hasta este momento ha sido muy bueno! Cero monotonía. Poco a poco se fueron sumando algunos juguetes, primero discretos y luego fueron creciendo junto con las palabras y fantasías de mi marido.
Yo vengo de una familia muy educada y conservadora. Crecí con genuino apego a la moral de una provincia adinerada, pero al fin provincia. Tuve solo dos novios formales previos a mi esposo. Si acaso un par de hombres más que no significaron nada al final.
Por nuestro deberes profesionales y todas las tareas cotidianas del hogar y los hijos, decidimos contratar una sirvienta y un chofer. Ella ni fu ni fa, pero aún recuerdo el día que lo vi por primera vez: 1.90, moreno, atlético y disciplinado. Tipo militar. Para nada mi tipo, pero debo reconocer que una corriente eléctrica se apoderó de mi cuando me estrecho la mano. No pude concentrarme en nuestra presentación, estaba aturdida mirando a mi marido, tratando de entender si acaso las miles de fantasías que habíamos tenido, tenían algo que ver con la llegada de Ever. Tuve que disculparme para ir al baño, necesitaba desaparecer de ahí antes de que mi humedad se notara, pues andaba en unos leggins de color gris que son tan obvios como la cantidad de fluidos que dejé en la tanga.
Pasaron un par de días y mi marido no preguntaba nada de Ever y yo tampoco me atrevía a hacerlo. Por alguna razón me detenía, a pesar de tenernos toda la confianza del mundo. Pronto se me hizo la obsesión de querer saber si mi esposo tramaba algo. No estaba dispuesta a seguir saliendo con mi chofer a ningún lado sin saber si él estaba entendido con mi marido.
Esa noche me preparé para cenar con mi esposo y tener una noche de amor muy cachonda. Sabía que tenía que ser muy cuidadosa para conseguir mis respuestas, ya que Tommy es muy perspicaz. Sobra decir que pasamos una velada deliciosa y que llegado el momento más íntimo, me hizo el amor delicioso y yo le agradecí entre líneas la llegada de nuestro nuevo chofer, dejándolo penetrarme el culo por primera vez. Estaba muy excitada y él lo sabía por toda la crema que le dejé en rabo Esa noche, curiosamente no mencionó ninguna fantasía ni nada acerca de otro hombre. Cuando terminamos lo note y caí en la cuenta de que tenía algunos días así. Entonces me animé: Es tarde y tengo antojo de algo.. Deberíamos pedirle a Ever que nos traiga de cenar. El me miró inquisidor, por primera vez, con algo de celos en la mirada. – No estarás pensando que lo traiga hasta la cama, cierto? La verdad es que no supe que responder, me quede confundida y el sentenció… Mira amor, yo se que hemos hablado de muchas cosas, pero ha sido solo fantasías, recuerdas? Ever es el chofer de la casa, mantengámoslo fuera de esto, vale?
No pude ocultar mi molestia, pero comprendí que no había nada que discutir. Le aseguré que por supuesto nada que ver, y que incluso me parecía un poco corriente. Volvió a hacerme el amor, esta vez salvajemente como me gusta, agregando un consolador XXL a mi calientísima vagina, que daba espasmos con cada embestida de ese gigante mientras apretaba los ojos buscando a Ever.
Así estuve un par de meses, con la ingenuidad a flor de piel y los orgasmos más intensos en la oscuridad de mis fantasías cada vez que se la mamaba o cogía con mi esposo. En varios momentos se sorprendió con mi incremento de líbido pero no decía nada.
Una mañana, salimos todos a dejar a los niños y luego a Tommy al aeropuerto. Mi esposo saldría un par de días y yo no podía dejar de temblar de nervios. A estas alturas, Ever ya se había dado cuenta de mis intenciones (después me lo confesó) debido a mi nerviosismo con él, mis conversaciones sin sentido y las numerosas miradas a su bragueta que me llamaba tanto la atención… Mientras yo revisaba algunos pendientes con mi marido, noté que Ever me miraba las tetas por el retrovisor constantemente. Esa mañana venía preparada para una importante junta de mi trabajo y estrenaba el perfume que mi marido me regaló de aniversario. Nos despedimos breve pero efusivamente, y después se retiró apresurado. Hubo un silencio incómodo que Ever se animó a romper. ¿Por donde gusta que nos vayamos señora? Por la pista de cuota o la Ciudad? Sin pensarlo mucho respondí la pista, por lógica es más rápido pero caí en la cuenta de su sonrisa extraña. Por un momento me asustó, no pensé en los riesgos detrás de la calentura, que juntos, hacían de mis nervios un atole de emociones espesas. Sentí que me faltaba el airé y le pedí que abriera la ventanilla. Prendí un cigarrillo para relajarme y cambié de sintonía la mente. De pronto, Ever se detuvo en el acotamiento de terracería. - ¿Qué pasa, Ever? – Se prendió el testigo del motor, voy a bajar a revisar que és?. Bajó de auto y pasaron unos minutos. Miré alrededor afuera del auto y no había un alma. Estábamos tan alto que difícilmente pasaría un auto por ahí. Ever regresó por mi. –Voy a necesitar ayuda, señora. Reaccioné a ayudarlo sin pensarlo mucho, quería salir de ahí cuanto antes. – que necesitas? Pregunté al bajar – Que levante este chicote mientras enciendo el motor. Entonces tuve que agacharme y quedar en cuclillas para tal efecto. Las tetas se me salían del escote y Ever las miró directo cuando entro al auto, sin apartar la vista esta vez. Echo a andar el motor y regreso hasta donde yo estaba, quedando de pie a un costado, frente a mi. – Listo señora. Cuando levante la miradando levantl efecto. Echo a andar el motor y regreso hasta donde yo estaba, quedando de pie a un costado, frente a mi.e la mirada quede pasmada con el tremendo bulto que se le veía. Él noto mi reacción de sorpresa. – Perdón señora, pero usted me gusta mucho. –Me cayó como cubetada de agua fría, pensaba que responder cuando se bajo el cierre y saltó a la vista la verga más hermosa que haya visto en mi vida. Grande, casi el doble de mi marido sin contar lo gruesa y venosa. Una hebra de preseminal colgaba de la punta, generosa. Los huevos También colgaban redondos, plenos y resplandecientes sin nada de vello. – Por favor no se asuste, la he visto como me mira, pero si es un mal entendido, le ruego me disculpe, me retiro y aquí no paso nada. No supe que responder. Algo me llevó a él e hice un gran esfuerzo por meter toda la cabezota en mi boca y luego de no ahogarme. Mi lengua recorría sus huevos mientras le masturbaba ese mástil de 22 cms. Me levanto suavemente y luego me cargo hasta la parte trasera de la camioneta, donde me acostó de ladito y haciendo a un lado mis bragas, comenzó a comerme y dedearme. Pronto su dedos invadieron mi ano y mi vagina en un frenético saca mete mientras yo seguía masturbándole semejante verga. Me lanzó un escupitajo entre las nalgas y súbitamente me enterró todo su miembro hasta la pared del útero. Lancé un gemido de dolor y de placer y él comenzó a bombearme, apretando mis gran culo, primero lento, muy lento hasta que consiguió ver mis fluidos en su miembro y luego me bombeo más y mas fuerte. Sus enormes huevos golpeaban con ritmo mis nalgas y el dolor fue desapareciendo… Y ahí estaba yo, una “niña de casa” un mujer “fina” como me decía mi marido, bombeada como puta por el naco de su chofer. No lo podía creer, una fuerte corriente eléctrica desconocida por mi hasta ese momento, me llevó al primero de mis más grandes orgasmos y sentí que perdería el conocimiento cuando Ever no dejaba de bombearme en medio de mis súplicas, con todo su enorme miembro, cada vez más rápido y fuerte. Mis gemidos se convirtieron en gritos por todo el valle, y no recuerdo haber gritando nunca antes.
Solo estaba segura de dos cosas: Ese día había cumplido las fantasías de mi marido sin su permiso y descubrí lo que era un macho alfa por primera vez…
Continuara….