Eva II

¿Cómo pasa alguien de rebelarse y cometer faltas a propósito a ser una zorrita ejemplar después de nueve días?

21:25

"Eva, no me falles… Cinco minutos más y si no estás aquí, se acabó."

Había tenido once días para pensar. Que la chica no era una gatita dócil ya lo sabía, es como esperar que la capitana de las animadoras se achante frente a alguien. Eva… Eva… ¿qué pasa contigo? Sabes de sobras que podrías tener lo que quisieras… en el local nunca te faltaron los pretendientes. Pero siempre llegabas sola y marchabas sola. Nadie conseguía marchar contigo. No, nadie no… conmigo fue diferente. ¿Tal vez porque te hice callar? ¿Tal vez porque te gusté? ¿O quizá porque no babeé mientras te exhibías y hablabas de ti misma orgullosa y altiva?

No dudo que te gusta estar conmigo, noto tus nervios cuando te acaricio y tu rubor cuando te pido que te desnudes frente a mí. Te gusta, se nota. No lo finges. La primera vez que te azoté, te pude ver por el reflejo del espejo… y sonreías. No lo hacías para mí, no te lo pedí, ni siquiera sabías que te estaba observando. Pero sonreías… parecías tan feliz… Esa imagen ha dado mil vueltas en mi cabeza, no porque no crea que pueda gustarte… Es tan extraño, puedo entender que con el tiempo una sumisa agradezca unos azotes, que se sienta "feliz" por recibirlos, sobretodo si durante un tiempo la has castigado ignorándola. Pero era la primera vez que lo hacía… y era la primera vez que alguien te azotaba, tú misma lo dijiste.

¿Acaso me has mentido? No, no lo creo… Por suerte o por desgracia eres malísima mintiendo, creo que estás demasiado acostumbrada a ir por la vida diciendo lo que piensas… ¿Qué ocurre entonces? ¿Cómo una belleza como tú pasa de un par de relaciones esporádicas, a sentirse tan cómoda y contenta al ser azotada?

Se me ocurren tantas cosas… Quizá no me hayas mentido, pero tampoco creo que me lo hayas contado todo

Ding-Dong

"Las nueve veintiocho… te has salvado".


Abro la puerta y ahí está: guapísima… y nerviosa.

  • Pasa.

Entra sin decir nada. Creo que hoy va a vigilar cada una de sus palabras. ¡Ya es mala suerte! Justo hoy es cuando sí quiero que hable.

  • ¿Cómo estás? – le pregunto, sentándome en el sofá y observándola detenidamente.
  • Bueno… bien… - contesta moviendo las manos de un lado a otro - He estado unos días
  • Eva – digo, interrumpiéndola – No estamos charlando mientras tomamos un café. Dime realmente cómo estás, cómo te sientes.
  • Asustada – me dice, sincerándose – nerviosa… desconcertada…cachonda… pero contenta de estar aquí.

No puedo evitar sonreír. Quizá no esperaba que fuese tan sincera de buenas a primeras...

  • Dame tu teléfono y ponte de rodillas en el suelo.

Se acerca y me da el teléfono. " Bien hecho, preciosa, sin preguntas y sin peros". Me lo da y se pone de rodillas. "¿Qué te ha pasado estos días? No pareces la misma…" – pienso mientras la observo. Sin decir ni una palabra, espera.

Miro la agenda de teléfonos, quiero comprobar una cosa… Alberto, Arturo, Casa, Casa Papis, César, Daniel, Fernando, Javi… Una pregunta me estalla en la cabeza: ¿Dónde están las chicas? ¿Una pija sin cientos de amigas? ¿Una niña engreída y popular yendo sola al mismo local tres veces consecutivas?

  • ¿No tienes amigas? – pregunto sin levantar la vista del teléfono.
  • Em… sí. Las que iban conmigo al colegio, somos un grupito de cuatro
  • Dame nombres.
  • María, Vanesa, y Raquel.

Voy recorriendo toda la agenda de su móvil y en efecto, sólo están esas tres. No hay más chicas. Um… sigue pareciéndome extraño

  • ¿Y no sales de fiesta con ellas?
  • A veces sí, a veces no. Depende de
  • ¿De qué depende, Eva? – digo, con curiosidad.
  • Del local al que vaya… - contesta con un hilo de voz.
  • ¿Y qué tiene ése local que no vaya a gustarles…? – pregunto, levantando una ceja y esperando su respuesta con interés.

Se queda callada. Piensa por un instante lo que va a decir, o cómo lo va a decir

  • Ése local …bueno, en Internet… mucha gente comenta que va allí buscando
  • Entiendo. Va gente como tú y como yo. Gente que no busca precisamente el amor ni va allí a bailar los temas del verano… - La miro y le sonrío - Fíjate, no sabía que ibas allí buscando…eso.
  • Yo no… bueno… sí. – dice, cambiando el tono de voz – No quería ir a unos de esos locales sadomasoquistas, ni nada… Pero cuando me enteré de que sin ser estrictamente de eso, venía gente con esos gustos
  • Fuiste a ver qué se cocía… y te dejaste a las amiguitas en casa.
  • Sí.

"Bien, Eva, bien… al menos estás siendo sincera". Puede que hoy saquemos algo en claro

  • ¿Sabes, preciosa? Estos días he estado pensando mucho en ti – al decir eso, ella sonríe – No porque te haya echado de menos, sino porque hay algo que no acabo de entender

Levanta la mirada, un tanto nerviosa. " Ay… esa actitud te está delatando… algo no me has contado, ¿verdad?" , pienso para mí.

  • Explícame por qué no tienes más amigas. ¿No te caen bien las chicas o qué pasa?
  • No suelo congeniar demasiado – dice secamente, mientras noto cómo evita mirarme a los ojos.
  • Bueno, tampoco es nada de lo que avergonzarse. – contesto con sarcasmo, al ver cómo me rehuye la mirada - Hay pijas con cientos de amiguitas… y hay pijas que no pueden evitar mirar por encima del hombro a las demás.

Vuelve a levantar la vista. ¿Acaso estoy entrando en un terreno incómodo para ella? Parece que sí… Empiezo a pensar, demasiadas cosas en la cabeza… Pero reconozco que Eva me sorprende comportándose perfectamente, sabe hacerlo. Y eso demuestra que si las las otras veces no lo ha hecho es porque no ha querido.

Me levanto y me acerco hasta ella. Cojo las palmas de sus manos y las toco. Mojadas "Vaya, vaya… estás nerviosa" ¿Por qué iba a estar tan nerviosa por nada? Al fin y al cabo, sólo estamos comentando su agenda de teléfonos y hablando un poco. Entendería que estuviese así si tuviese los ojos vendados y no supiera qué tramaba… o si estuviera enfadado. Pero no lo estoy. Estoy muy tranquilo… Pensativo, un tanto alertado, pero calmado. Entonces, ¿por qué está tan tensa?

Tengo muchas cosas en mente, pero sólo son suposiciones. No quiero formular una hipótesis frente a ella y fallar, porque entonces dejaría de sentirse acorralada. Y ahora mismo, quiero que se sienta así. Pero las miradas esquivas, las manos sudorosas y la tensión de su cuerpo me hacen sospechar… Y empiezo a no creerme eso de los dos "rolletes"

  • Ven aquí – le digo secamente.

Eva se acerca poco a poco… a gatas. ¡Curioso…! Una novata suele levantarse y acercarse andando. Pero ella se ha acercado a cuatro patitas, sin hacer ni siquiera el amago de levantarse del suelo

  • Quítate la camisa y la falda.

La observo, expectante. Ella me mira y sonríe, parece que eso la hace sentir cómoda. Lentamente, empieza a desabrocharse uno a uno los botones de la camisa, mientras me mira como una gatita juguetona. Se quita la camisa… no lleva sujetador.

No le dije nada de no llevar sujetador. Ni siquiera sabe si eso me gusta o no, nunca se lo he pedido

Incorporándose un poco, suelta el lazo de la falda y poniéndose de nuevo a cuatro patas, baja la cremallera muy lentamente, recreándose. Me sonríe pícaramente y yo le devuelvo la sonrisa, mientras no dejo de pensar que tampoco lleva nada debajo. Echa la falda a un lado y… efectivamente, Eva se ha plantado en mi casa sin ropa interior.

Está tan guapa… me encanta cuando el pelo le cubre la mayor parte de los pechos, que asoman entre sus mechones. Se nota que está menos nerviosa, se contonea moviendo ese precioso culo de un lado a otro.

Creo que está muy segura de que eso es lo que quiero ver, lo que quiero de ella. Y no estaría equivocada… si se lo hubiese pedido.

Pero no lo he hecho.

La cojo de la mano y la ayudo a ponerse de pie. Baja la cabeza y vuelve a sonreír. No me molesta que esté tan sonriente y contenta… es que empiezo a tener la sensación de no conocer a esta chica. Camino a su alrededor mientras mi cabeza va a cien por hora, intentando atar cabos, entender el por qué de su comportamiento. Desde que ha entrado por la puerta no se ha comportado como la pija estúpida que puede llegar a ser. Y eso me descoloca.

Quedándome tras ella, paso una mano por su espalda, recorriendo su columna y veo cómo se le eriza la piel. "Te gusta… eso no se finge…¿verdad, preciosa?" Bajo más y acaricio sus nalgas, tan suaves… Cómo me gusta ese culo, madre mía

Su respiración se agita y cierra los puños. "Vamos por buen camino... las zorritas cachondas piensan con más claridad" Paso una mano por delante y con un mechón de su cabello acaricio sus pechos. La oigo dar un pequeño suspiro. Sin dejar de jugar con su pelo, bajo la mano y la paso sutilmente por su coño. "Ay, ay, ay…Eva, siempre tan predispuesta…" Ella suelta un gemido. "No seas ansiosa…" – pienso, apartando de nuevo la mano – "¿Crees que después del numerito del último día hoy voy a hacer que te corras como una loca? Ni hablar. Lo primero es lo primero" .

Pongo una mano en su frente y tiro fuertemente de ella hacia mí, quedando con la cabeza inclinada hacia atrás. Con la otra mano la sujeto por la cintura, no vaya a ser que se me escape. Ella grita:

  • ¡Ay! ¡Me haces daño!
  • Vamos a ver Eva – dijo secamente, acercándome a su oreja – Me gustaría saber cómo es que una pija novata como tú sabe exactamente cómo comportarse
  • ¿Cómo…? – dice alterada – Pensé que tú querías
  • Cuando quiero algo, lo pido o directamente lo cojo – digo, aferrándome más a ella - ¿Qué te parece si volvemos a empezar?
  • ¿Qué? No entiendo qué quieres de
  • Es muy fácil, ya verás… Hola, me llamo Sergio – le digo sarcásticamente – Ahora tú
  • Hola… me llamo… me llamo Eva … - contesta, desconcertada.
  • Encantado Eva. Dime, ¿con cuántos tíos has estado antes que yo?
  • Ya te lo dije….
  • "Ya te lo dije" no es ningún número – contesto, irritado - ¿Con cuántos?
  • Con dos… - dice, con la respiración descontrolada – Por favor, suéltame… me estás haciendo

La lanzo sobre el sofá y me pongo sobre ella, inmovilizándola. Acerco mi cara a la suya y mirándola a los ojos, busco si realmente me está diciendo la verdad.

  • ¿Estás segura? – le susurro.
  • Sí… - responde nerviosa.
  • ¿Me lo prometes? – vuelvo a insistir, cogiéndola del mentón.
  • ¡Sí, joder! – contesta, mirandome a los ojos fijamente.

Permanecemos en silencio, mientras ella continua con la respiración agitada. La miro. Sé que algo hay… Ahora o nunca.

  • ¿Me estás diciendo en serio que tu vida sexual se reduce a dos esporádicos… y luego yo?

Sin dejar de mirarme, no contesta. "Me estoy acercando…"

  • ¿¡Tengo que creerme que una pijita salta de un par de polvos… a sonreir cuando la azotan!?

Su expresión cambia. Parece sorprendida. Eso confirma que realmente aquel día no se percató de que la estaba viendo. Y… eso confirma que algo esconde.

  • ¡Algo hay…! – digo alterado – ¡ Porque no me creo que con los únicos tíos que…!

Dejo la frase a medias. Se me enciende una bombilla. La vuelvo a mirar y sonrío.

  • Vaya… creo que he estado caminando hacia el lado equivocado

Ella me mira desconcertada. Frunce el ceño y sus mejillas se ponen coloradas. Vuelvo a sonreirle mientras recupero la tranquilidad.

  • ¿Por qué una chica como tú… sólo tiene tres chicas en la agenda? – pregunto, observando su reacción.

Aprieta la mandíbula. "Uy, uy, uy… caliente, caliente…"

  • Contesta… - insisto, sonriente.
  • Porque… porque
  • ¿Qué pasa? ¿No te caen bien? ¿Eres así de rara? ¿O es que no se quieren juntar contigo?
  • ¡¡¡Porque son todas unas…!!!

Le tapo la boca con la mano, evitando que termine la frase. Aparto mi cabeza unos centímetros de la suya y vuelvo a mirarla… Mira qué ojos, llenos de rabia… Manteniendo mi mano en su boca, acaricio su cabello con la otra

  • Claro… eso me pasa por impreciso… - le dije, tranquilizándome - Preciosa Eva… creo que por fin empiezo a entenderlo todo.

Ella intentó hablar, pero negué con la cabeza.

  • No quiero oirte, ni quiero escucharlo. Quiero verlo. Si es como pienso, no tienes por qué cortarte… Si no es lo que creo, entonces dejaré que me lo expliques, ¿entendido?

Eva asintió con la cabeza.

  • Anímate tonta… - le dije, volviendo a sonreirle – Piensa que a partir de ahora, vamos a entendernos mucho mejor