Eva al desnudo-4
Mi mujer se sincera
- Para, para, mariquita, que no quiero correrme todavía.
Se acercó a Eva, lentamente, dejándole ver su erección. Ella le miraba aproximarse, con los ojos como platos.
- Quieres que te eche mi crema…bonita?
Esa pausa antes de decir bonita recalcó lo que quería que supiese que pensaba de ella. Y Eva me sorprendió, cuando pensaba que iba a echarle con cajas destempladas se dio la vuelta, el culito ligeramente elevado.
- Sí, por favor, un poquito en la espalda
Angie estaba dormida, pero Frank, a solo dos metros se recostó mejor para ver a Juan colocarse sobre Eva, sentado en su culito, mientras se echaba crema protectora a borbotones en las manos. Juan le guiñó un ojo mientras se inclinaba, empezando por el cuello, moviéndolas lentamente, recorriendo cada centímetro de la espalda de mi mujercita. Al hacerlo movía la pelvis, haciéndola sentir todo su bulto en el culito.
Ella le miró, muy seria, pero en sus ojos había algo turbio, y se movió ligeramente, dejando que el palo de Juan se acomodara entre sus nalgas. El se afanaba ahora en los costados, recorriendo el comienzo de sus pechos por el lateral. Buscando sus pezones. Yo miraba y no pude evitar correrme al escuchar un gemidito de mi esposa.
- Ya vale...Juan… no sigas…mmmm…es…suficiente.
- ¿Seguro que esto es suficiente para ti?, con qué poco te conformas…
Cuando se levantó Juan noté una humedad sospechosa las braguitas de Eva, que echó el culito hacia atrás un instante, como para mantener el contacto. Frank se tocaba mientras miraba y respondió con otro guiño a la sonrisa del chulo, que se acomodó la polla en el bañador, con la mano por dentro, a escasos centímetros de la cara de mi amada.
No sé qué hubiera pasado, pero apareció Isabel en el jardín, y rompió el hechizo. Juan se tiró al agua, para disimular la calentura, mientras Eva apenas conseguía balbucear unas palabras de saludo.
La comida fue tensa, Eva apenas contestaba a los comentarios de Angie con monosílabos, la mirada escondida en todo momento. Pero cuando pegó un respingo y casi deja caer su vaso de vino no me hizo falta ver la mano para saber que Juan la estaba tocando por debajo de la mesa.
- Por qué no vais a casa a cambiaros y salimos a tomar una copa?, sugirió el cerdo, que no quería que se le escapara la presa.
- No.., no.., estoy muy cansada, respondió Eva, sonrojada
Juan movió la mano, subiendo por los muslos, pero sin llegar a rozar su coñito, mientras insistía
- Nada, no hay más que hablar… hacía mucho que no lo pasaba tan bien –pero no era una sugerencia, sino una orden, y Eva aceptó, asintiendo con la cabeza, pero mordiéndose el labio inferior, como si quisiera reprimir un gemido.
- Estas bien, mi vida?, le pregunté al llegar al coche.
- No..si..no te preocupes, me acarició la mano, con cariño, es Juan…
- -Qué?
- Me ha tocado mientras comíamos.
- Juan?, le repregunté disimulando.
- Creo que intenta seducirme
- Juan?,- me reí, nervioso-. ese apunta a todo lo que se mueve… y tú estabas hoy especialmente sexy.
- Pero…no te importa que intente abusar de mi?
- Claro que me importa, porque quiero que estés siempre a gusto. No has estado bien hoy?
- Bueno, sí, pero….
- No des a las cosas más importancia de la que tienen. Además no te vi muy incómoda cuando te echaba crema.
- Celoso?, se rió
- Para nada, ya sabes que me gusta verte disfrutar.
- -Aunque sea con otro tío?, me preguntó sorprendida.
- Bueno, si tiene que ser con otro, al menos Juan es de confianza.
No contestó, se quedó muy callada, mirando al frente, pero su manita seguía acariciando mis dedos y me sentí feliz con ese gesto