Eva al desnudo-3

Juan comienza el acoso a mi mujercita.

Esta semana  las cosas han vuelto a la normalidad, si es que puede llamarse normalidad a una situación en la que mi mujer me rehuía, molesta por el gatillazo. Pero hoy tuvimos comida, esta vez en el chalet de Juan, que presume siempre de que su barbacoa era la mejor de España. Me sorprendió que Eva eligiera su bikini rojo, un conjunto que dejaba ver mucho más de lo que ocultaba, con un tanguita de hilo dental, que casi hacía pensar que iba desnuda. Por encima un pareo abierto, que la hacía aún más apetecible.

Isabel estaba aún con fiebre, pero nos pidió que no estropeáramos la fiesta por ella, que si se recomponía bajaría a acompañarnos.

Nada más ver a mi esposa, a Juan se le iluminaron los ojos, y se le puso esa sonrisa de prepotencia  que me irritaba más cuanto más pensaba en la apuesta. Nos invitó a bañarnos en la piscina, y vi que prestaba más atención a la forma en que Eva se quitó el pareo que a la carne que estaba preparando. Frank, a su lado, le reía las gracias, pero yo fui a la piscina con las chicas.

El agua estaba fría, y a Eva se le marcaron de inmediato los pezones, pero no hizo nada por ocultarlos. Al contrario, empezó a nadar de espaldas, de manera que sus tetas se movían como masajeadas por el agua. Hasta Frank dejó de ayudar a Juan con la carne para mirarla, embobado, ante el enfado de su mujer,  a quien le tocaba esta vez sentirse desplazada.

Y Juan… Juan se la comía con los ojos, la miraba con descaro, con insolencia, con poderío, y cuando se cruzaron sus ojos bajo los suyos, como para mostrarle  a Eva el bulto que se le estaba formando en el bañador. Tardó menos de cinco minutos en tirarse al agua, y empezó de nuevo con sus jueguecitos:, en los que cada vez sobaba con más descaro a las dos mujeres, que parecían disputarse sus caricias.

Jugaban a la pelota y en una de esas, a Eva se le desajustó el sujetador del bikini, y asomó por completo uno de sus pezones, que se veía completamente incitante.

Juan le acomodó el bikini, muy lentamente, rozando su pezón con los nudillos, mirándola a los ojos mientras lo hacia. Eva se sonrojo, intentó apartarle, pero sin fuerzas, y finalmente se dejó hacer unos instantes, muy quieta, con los labios entreabiertos,  buscándome con la mirada mientras la magreaba.

Juan se sonrió de nuevo, y salió del agua para vigilar la barbacoa.

-          Frank, ve al agua que ahora me ayuda javi.

Nada más llegar a su lado me susurró entre sonrisas:

-          ¿Has visto a tu mujercita?, se ve que no le das lo que necesita

-          Tu deliras, le respondí, pero mi voz sonó dubitativa,

-          Quieres ver como hago que sienta a un macho cerca?, espera aquí

Y me dejó al frente de la carne para ir de nuevo al agua, a buscar otra carne más fresca.

-          Lo estás pasando bien, bonita?

Ese “bonita” sonó como si le estuviese llamando  putita, y más cuando acompañó las palabras con una caricia en la mejilla, dejando que su mano descendiera por la cara de Eva hasta su cuello.

Desde donde estaba pude notar como recorría un escalofrío a mi mujer, que bajo los ojos, sin capacidad de resistencia. Como una tontona.

Pero reaccionó, sentí una punzada de orgullo cuando vi que se apartaba para acercarse al borde de la piscina, como para salir del agua, en un intento de rebeldía, pero él fue mas rápido, y la retuvo de las caderas cuando intentaba salir del agua.

-          Te vas ya, bonita?

-          Si…tengo algo de frio…

Desde mi posición no podía ver las manos de Juan, pero si la expresión de Eva, congelada, dejándose retener, de tal manera que Juan se acomodó a su espalda. Muy pegado, no había duda de que le estaba apoyando,.

  • deja…me.., juan… quiero salir…

  • espera un poquito, nenita, ahora estamos muy bien. ¿Notas el calorcito?

Ese nenita si sonó claramente como zorrita y el gesto de Juan fue de dominio.  Sus hombros –lo único que podía ver yo- se movían como si estuviese haciendo algo con las manos. Eva  se quedó muy quieta, con las mejillas rojas, respirando de forma desacompensada, con las tetas moviéndose en cada inspiración.

Me miraba, y sus ojos me recordaron los de aquella vez en el cine, cuando no supe si me pedía ayuda o perdón. La vi jadeante, rígida, sin moverse, como sintiéndole. Pero lo peor era la mirada que me dirigía Juan, como diciéndome “todo lo que me apetezca y cuando me apetezca”.  Le dijo algo al oído, desde atrás, Y Eva asintió, muy seria,  y hasta me pareció que suspiraba mientras lo hacía, Juan le habló al oído, sin dejar de mirarme,  y antes de separarse vi cómo le soplaba en la orejita, incitándola.

Vino de nuevo a la barbacoa, “a ver si la carne está ya suficientemente hecha”.

-          Creo que a esa perrita no le das lo que merece, v a ser más fácil de lo que pensaba..

Bajé los ojos, sin saber cómo contestar, y se envalentonó. Se acariciaba el bulto mientras me hablaba, sin dejar de mirarla.

-          Uff, mira como me ha puesto con solo pellizcarle un poquito los pezones.

Lo hice, y me quede clavado como un imbécil, el bulto en el bañador era…magnifico, todos habíamos presumido alguna vez de paquete en alguna ocasión, pero lo de Juan era descomunal. Se había puesto una camiseta, pero estoy seguro de que si no la llevara habría visto su capullo.

Se pasó las mano varias veces por encima, lentamente, mirándome

-          Esto es lo que voy a meterle a tu mujercita hasta la garganta, me dijo mientras me cogía la mano y me obligaba a tocarla.

Sin saber como, mi mano se quedó ahí,  pegada a ese pedazo de carne duro. Ra la primera vez que tocaba una polla que no fuese la mía y confieso que sentí un escalofrío, una sensación extraña. Fueron dos segundos más de lo que hubiese sido decoroso y hasta note la rugosidad de sus venas a través de la fina tela.

-          A ver si voy a tener que daros rabo a los dos… se rio, separándose.

Ese comentario me hizo recuperarme completamente avergonzado,, y más cuando noté que mi pollita reaccionaba también, empalmándose, justo a tiempo, porque Eva se estaba acercando, seria. Pero no pude dejar de pensar en ese pollón perforandola mientras nos decía que iba a tomar el sol en la hamaca. Allí estaban ya Frank y Angie, adormilados.

Juan la miró acercarse a ellos, los ojos fijos en el movimiento del culito. Entonces miró a  Angie, que estaba haciendo top less.

-          Esa zorrita se corrió tras veces el otro día, presumió el muy cabrón. Tenías que ver como me pedía que la empalara, jajaja.

-          Y tu mujercita llegó caliente a casa?, tómatelo como un obsequio, me gusta que lo deseen a muerte antes de darles mi regalo.

-          Mira, vamos a dejar esto…lo de la apuesta fue una tontería, balbuceé.

Pero Juan me cogió de nuevo la mano y la llevó de nuevo a su rabo, noté una nueva palpitación en el mío, que creció de forma incontrolable y no aparté la mano. Dejé que me moviera a su antojo, como masturbándole.

-          Hazme una paja, maricón, quiero que me la haga mientras miro lo que me voy a comer.

-          Pero qué dices?, tú estás loco¡¡, le respondí, pero mi mano actuaba de forma independiente, moviéndose a lo largo de todo su palo.

-          Eva nos saludó con la mano y yo la contesté con la que tenía libre, pero sin soltar ese pollón, que creció aún más.

-          - Más despacio, cornudín, más despacio, no te entusiasmes, vas a colocármela en el culito de tu mujer?.., pero mira como tienes la pollita… que te excita más tocármela o imaginar lo que voy a hacerle a tu zorrita con ella?

Yo movía la mano al ritmo que me marcaba, apretándosela, sumiso, hipnotizado por el morbo. Notaba sus palpitaciones mientras la aferraba,  y la recorría entra, acariciando sus venas, lubricándome la manos con el líquido preseminal  para masajearla. Mire el capullo, más sonrosado, y se me secó la garganta cuando empecé a agacharme.