Eva al desnudo-11- emputecida

Mi mujercita se entrega a nuestros amigos

Eva echo una manita hacia atrás, para apoyarla en su muñeca, como para detenerle, pero sin fuerzas, y la mantuvo muy quieta en su mano cuando sintió el roce de la polla. Entonces empezó a mover el culito, mostrándole su deseo.

Se mordía el labio mientras me miraba.

-          Va a empalarme, mi amor….mmmmmmmmm…

-          me entraaaaaammmmmm.

-          Me abre…mmmmmmm. Que no siga…ahhhh…,

Sus protestas, claramente fingidas, no hacían más que aumentar el morbo. Juan la sujetaba de las caderas con una mano, y movía la otra entre su vientre y sus tetas. A mi me quería reventar cuando la besé en los labios, y noté su aliento cálido. Ella me respondió, como intentando esconder sus jadeos en mi lengua.

-          Me..llena…mi vida….aahhmmmmm es enorme mmmmmmmmm

En ese momento sonó el timbre de la puerta.

Eva gimió, frustrada, pero Juan se rió.

-          Éste debe ser Frank, que inoportuno, jajaja

Se apartó de Eva tras darle una palmada en las nalgas.

-          Ahora no puede ser, perrita. Os espero en la piscina.

Mi esposa suspiró frustrada,

-          Mi amor…es muy fuerte…, no puedo resistirme a ese cerdo. Me domina.

Ya estaba hecho. El cabrón de Juan había entrado en mi mujer, yo estaba excitado, pero también sentía el comezón de los celos y, sobre todo, un miedo atroz a perderla. Salimos de la mano a la piscina, y al llegar se hizo un silencio sospechoso, como si estuvieran hablando d enosotros.

Frank se levantó y se acercó a Eva. Dos besos, y unas palabras al oído

-          Me habría gustado terminar anoche lo que empezamos.

Cómo han cambiado las cosas en pocos días –pensé- mi nena fiel se ha dejado hacer de todo por el primero que se le ha acercado.  Tengo que encontrar la manera de parar ese descenso a la perversión antes de que fuera demasiado tarde.

Pero no era ese el momento. Eva ese dejaba halagar por nuestros amigos, que me dejaron de lado para piropearla. A un lado Frank, que le rozaba las tetas con la excusa de acomodarle el pareo mientras juan, exultante por su triunfo, tenía una mano en el muslo de mi mujercita mientras susurraba a su oído. Ella asintió, sonriendo y entonces se volvió hacia a mí.

-           Javi, anda, ¿por qué no te portas como un buen chico y nos traes una copita?

Le mire con desgana, irritado por su condescendencia chulesca, pero Eva insistió:

-          Anda, por favor, un gin-tonic para mí.

Tenía la mirada pícara y los pezones  duros, pidiendo guerra descaradamente, pero intenté no ponérselo tan fácil.

-          ¿Me ayudas, mi vida?

-          Cariño…estoy muy cansada.., no puedes ir tu solo? –me eludió con su mejor sonrisa, y la mano de Juan casi escondida en el pareo, aprovechando la abertura lateral- por favor…

-          ¿Habrá ginebra suficiente?, le pregunté a Juan

-          - No sé, si ves que hacemos corto puedes coger el coche para buscarla en el bar .

Y claro, no había. Me asomé a la ventana para decirles que iba al bar y se me encogió el estómago, aunque me creció la polla cuando vi desde lejos a Eva rodeada, con un brazo de Frank colgando hacia delante desde su espalda y las dos manos de Juan escondidas, moviéndose agitadas bajo el pareo. Mi mujer tenía la cara ladeada, mirando a Juan, pero el otro mantenía la suya pegada a su orejita.

Asentía con la cabecita a lo que le fuese que le estaba diciendo, y se le notaba la respiración entrecortada. Me acerqué, escondido, entonces vi su carita, desencajada por el deseo, los ojos cerrados, la boca abierta en un suspiro interminable, las piernas cerradas en torno a la mano de Juan, que la movía, entrando y saliendo cada vez con más fuerza.

Frank no le estaba diciendo nada…la lamía la oreja mientras le sobaba las tetas a dos manos. Mi esposa echó la cabeza hacia atrás, dejándose hacer, pero sus manos se movían en las dos pollas, acariciándolas con un movimiento frenético.

Frank se agachó entonces,  y metió la cabeza entre sus piernas. Mi esposa se la sujetaba entre unos jadeos cada vez más ruidosos, arqueando la pelvis, ofreciéndose entre convulsiones

-          Ahhhhh, assíiiii…mmmmm…dios. ¡qué gusto!

-          Córrete golfa –le decía Frank, que trataba sus pezones con dureza, estirándoselos con un gesto sádico en la cara.

Eva movía la cabeza de un lado a otro, pero sin soltar la polla de Frank.

-          Así, zorra, ordéñame.

-          Ahhhhh…me corrooooo, siiiiii. asi, asi. mas, ahhhhhhhhhhh

Frank se corrió también en ese instante, y vi como caía un chorro de semen en el suelo. Entonces la sujetó de la nuca y le puso el pollón en los labios, manchándolos con el último borbotón de leche espesa. Mi esposa, aún temblorosa,  los recogió con la lengua y se metió todo el palo en la boca.

Juan se incorporó entonces, sonrió, y palmoteó su cabeza, humillándola

-          Buena perrita, comete todo.

-          ¿Y tú? –le preguntó Frank,

-          Yo prefiero esperar a dale polla cuando llegue el cornudo, para que vea la zorra que tiene en casa. –para continuar mirando a Eva- ¿De quién eres, perrita?

La respuesta me martilleó el cerebro mientras escapaba, con el mismo sigilo cobarde con que les había estado observando.

-          Yo soy…. tu putita.