Eva al desnudo-1
Eva es morena, con culito respingon, los pechos grandes y unos pezones muy sensibles. pequeñita, 1,57 y muy manejable, y siempre me sorprendió que ella se fijara en mi, el más inexperto de los compañeros d ela facultad.
Eva es morena, con un culito respingón que atrae las miradas como un imán, y unos pechos duros, grandes, que enmarcan unos pezones sonrosados y muy, muy sensibles. Pero lo que más me impactó de ella cuando la conocí fueron esos ojos miel, grandes y expresivos, y su sonrisa candorosa en una cara de ángel. De una dulzura encantadora. Teníamos ella 21 y yo 23 años y tardamos solo dos en casarnos. Dos años de noviazgo en los que nuestras relaciones se limitaron a escarceos en un parque y algún episódico sobeteo en un cine, donde pude comprobar que esos pezones que se le endurecían nada más entrar eran su punto débil.
Estudiamos juntos en la facultad, y yo era la envidia de todos mis amigos. Nunca entendí por qué me eligió a mi entre todos los compañeros de clase, ni como conseguí enamorarla, pese a mi evidente torpeza en materia sexual. De hecho era el único de la pandilla que llegó virgen al matrimonio, una situación frustrante, que se agrandaba por los comentarios sobre las hazañas de Juan, mi mejor amigo, y su hermano Javier, que no dudaban en restregarme a la cara su facilidad para llevarse a toda aquella que se propusieran a la cama.
Pero Eva era punto y aparte, Juan fue el padrino de la boda, y todas sus insinuaciones, sus bromas de doble sentido, sus miradas provocativas cayeron siempre en saco roto en ella, que le sonreía con candor, pero sabía parar sus proposiciones con firmeza. También fue el padrino de nuestro hijo, y nosotros fuimos testigos de su boda con Luisa, una de las mejores amigas de mi mujer.
Dos meses después de casarnos, conseguí convencerla para ir a ver una peli porno en uno de esos locales X donde había sesión continua. Fuimos como si se tratara de una aventura especial, no se quien estaba más nervioso de los dos. Pagamos la entrada sin soltarnos la mano, y mi mujer dudó antes de pasar. El cine era de barrio, cutre, tan viejo como el taquillero, que la miró con cara de pervertido.
Cometí un primer error, la deje sola en el barucho, apenas una barra para ir al servicio. Fueron dos minutos, pero suficientes para que dos tipos la devoraran con la mirada mientras tomaba su coca cola. Eran dos hombres de unos 40años, grandes, fuertes. Uno calvo, el otro con barba, se les veía muy acostumbrados a ese tipo de sitios. Cuando entramos en la sala, casi vacía, nos siguieron, y uno de ellos, el barbudo, un tipo con cara de cerdo, se sentó a su lado.
Cambiamos el sitio, pero el tipo no se cortó. Me miró con una sonrisa de prepotencia, se levantó y se acomodó de nuevo al lado de Eva, que miraba la pantalla, casi sin respirar. Esa noche llevaba unos vaqueros y una camisa de botones, cerrada casi hasta el cuello, pero no llevaba sujetador-casi nunca lo usa- y sus pezones se marcaban e la blusa.
Fue muy rápido- Eva me apretó fuerte la mano. Noté que temblaba.
- Mi amor –me dijo- me… está tocando…
Entonces cometí el segundo error. En lugar de salir de estampida del cine nos levantamos y fuimos a otras butacas, unas filas mas atrás. El cerdo nos siguió –la siguió a ella- con la mirada y al ver que nos acomodábamos se incorporó y volvió a colocarse al lado de Eva. En la pantalla se veía como dos tipos usaban a una recién casada, aun con el vestido de novia. Yo notaba que las butacas temblaban, crei que por los nervios de mi esposa.
La miré, tenía la respiración agitada, los ojos clavados en la pantalla y estaba muy erguida, rígida.
- estas bien, mi vida?
Cuando me miró, tenía los ojos brillantes, los labios húmedos, la boquita entreabierta. Vi que el tipo a su lado estaba con los bazos cruzados, pero lo que no logré entrever es que la mano que estaba al lado de Eva estaba extendida, sus dedos rozándole las tetas, pellizcándole el pezón. Se le escapó un gemidito, muy suave.
- Me..,mmm…me toca…
El cabrón me miraba sonriendo y descruzó los brazos, pero su mano izquierda seguía engolfada en el pezón de Eva, que me miraba como pidiéndome ayuda…o perdón. Vi entonces como la pasaba por delante, buscando su otro pecho, rozándole el pezón con los nudillos.
- Por favor…mmm... por favor… susurraba Eva, no siga..mmmm
Pero la otra mano ya estaba en su muslo, sobre el vaquero, subiendo,. No reaccioné entonces, y tampoco cuando vi cómo le desabrochaba el cinturón, el botón del pantalón, y bajaba la cremallera, lentamente, como recreándose. Era todo muy lento, muy pausado, y yo estaba como hipnotizado viendo esa manaza entrar dentro del pantalón, aunque Eva intentaba detenerle, sin fuerzas, con una de sus manitas en su muñeca.
- El tipo se relamió: está putita esta mojada, me dijo. Es tu novia?
- No… es ninguna,,, putita, es mi esposa, le contesté intentando aparentar firmeza, pero mi voz sonó indecisa, y más cuando vi como Eva levantaba la pelvis, rígida, entre gemidos.
El cogió la manita de Eva y la puso sobre su paquete, que era ya una tienda de campaña evidente. Vi como se la restregaba mientras movía la otra dentro de las braguitas de mi esposa cada vez con más fuerza.
Entonces escuhé un ruido y vi que varios tipos del cine se habían levantado ocupando butacas más próximas a nosotros. Reaccionépor fin, me levanté e intenté tirar de Eva, pero noté que se resistía.
- No pue…do… ahora…
La butaca temblaba, pero tiré de ella bajando losojos ante la mirada socarrona del tipo y se incorporó por fin,. La llevé en volandas a la salida del cine. Noté que nos seguían y cogimos un taxi para eludirlos.
Eva fue callada todo el viaje en el coche, sonrojada, muy nerviosa,.
- Te gustó lo que te hacía ese?, le pregunté, muy mosqueado.
- No, no, me dio asco, era un cerdo, me respondió, aunque noté que aún tenía los pezones empitonados.
Esa noche discutimos, Eva me advirtió que nuca más dejaría que la tratasen como una golfa, que se había sentido como una puta fácil cuando el tipo la sobaba, y nunca má hablamos del tema, aunque confieso que la imagen de esa manaza entrando en mi mujer protagonizó muchas de mis pajas.