Eva

Mario se baja el pijama y su sexo emerge, duro y caliente, lo frota mojándose con la humedad entre sus piernas, ella lo atrapa y Mario empuja lentamente, nada lo había preparado para lo que sintió al notar como el sexo de Eva apretaba su sexo como un guante, la coge de las caderas y la penetra de un empujón,

Eva sale del trabajo de un humor de perros; por si fuera poco después de todas las complicaciones con las que tiene que lidiar desde que dos de los mayores proveedores de la tienda de telas para la que trabaja están en Francia y por lo tanto ello le obliga a desempolvar su maltrecho y escaso francés, ahora su jefa la manda como si fuera la chica de los recados a tomar medidas a casa de alguna de sus ricas amiguitas.

Con la dirección anotada coge un taxi en la puerta, mientras se dirigen a la dirección, comprueba que lleva el metro e intenta relajarse unos minutos. Cierra los ojos y recuerda la noche anterior en casa de Miguel, su novio. Últimamente no están en un buen momento. Se siente poco valorada por el que últimamente le presta poca atención. Apenas pasan tiempo juntos y cuando están juntos el casi siempre está cansado como ayer, nada más cenar se durmió en el sofá.

Entre esos pensamientos llegan a la dirección, paga el taxi y baja frente a un edificio antiguo situado a las afueras.

Entra y se dirige al potero, le dice que la esperan y este se comunica con alguien antes de llamar al ascensor. Mientras sube piensa en lo bien que viven algunas.

El ascensor se para en el último piso y Eva sale al descansillo, pulcramente enmoquetado y decorado. La puerta se abre y un señor la hace pasar.

-hola, buenas tardes. Soy Eva y ven o de parte de la señora Gutiérrez a tomar unas medidas.

-la estaba esperando

-usted?

-si señorita – comenta Mario algo divertido ante el desconcierto de la muchacha-

Eva esta desconcertada esperaba una de las amigas de su jefa, no esperaba a ese señor que pese a su edad, mantiene un porte erguido y distinguido.

-pase señorita, es por aquí.

Mario desde atrás se sorprende admirando el trasero de Eva y aun más al notar la dureza que le provoca la aceptación de su cuerpo, lo achaca al poco sexo de los últimos tiempos.

Eva se para y Mario aspira su perfume, esa chica huele a bollos  recién hechos, huele a vainilla.

Ella nota el aliento de Mario en la nuca y se le eriza el vello al sentir como el aspira, durante unos segundos ambos se quedan quietos tan solo conscientes de la electricidad que hay entre sus cuerpos.

Mario rompe el momento:

-perdón, es esa pared Eva. –y sin poder controlarlo se oye decir- hueles de maravilla chiquilla.

Eva solo consigue decir:

-gracias, pero no soy una chiquilla.

-si lo eres, a mi lado.

-tengo veintiséis años

-al lado de mis casi sesenta lo eres niña.

Mario de repente más serio que antes le acerca una pequeña escalera. Eva se sube con el metro digital en mano y empieza, toma medidas de los ventanales y también de la pared. Cuando termina se baja y Mario que la ha mirado desde lejos se acerca a ayudarla.

-pues esto ya está señor

-el señor se llama Mario –le dice agarrándole la mano-

De vuelta al trabajo Eva no deja de pensar en el calor de la mano de ese hombre, su voz grave y modulada pronunciando su nombre. El ultimo rato había vivido uno de los momentos más eróticos que había experimentado, el notar como la olía junto al calor de su aliento en la nuca le habían aflojado las piernas. Esta noche si o si iba a convencer a miguel para tener sexo, no era normal que se pusiera caliente porque un señor la oliera.

Mario solo en casa se preguntaba por qué el olor de esa chica lo excitaba de esa manera, sin darse cuenta empezó a masturbarse pensando en esa hermosa criatura que estaba fuera de su órbita, acelero con rabia hasta conseguir correrse con fuertes espasmos.

Esa noche Eva al lado de un miguel de nuevo dormido, metió la mano bajo su braga e hizo lo mismo que Mario horas antes, se masturbo pensando en ese hombre lamiendo su cuerpo, Eva apenas pudo contener los sonidos que pugnaban por salir cuando se corrió.

Unos días después Mario comiendo con sus amigos hablaba con la jefa de Eva sobre sus cortinas, su amiga le comento que iban un poco retrasadas por problemas burocráticos en la tienda, le conto que la barrera idiomática con los nuevos proveedores, les habían dado algún que otro problemilla con los pedidos, el marido de esta comenta a Mario:

-tu no viviste en Francia?

-sí, nueve años, por? –Contesta Mario-

-podrías echar una mano y te debería un favor enorme –le contesta ella-

-sabéis que con lo hosco que soy no sirvo para enseñar –contesta pesadamente Mario que odiaba relacionarse con la gente-

-venga Mario, solo deberías instruir a Eva un poco a modo conversación, solo para que fuera capaz de hablar medianamente con ellos por teléfono.

Cuando Mario oyó el nombre de Eva, la situación cambio en su mente y esta se llenó de imágenes eróticas de dos cuerpos desnudos, del instruyendo a Eva.

Tras hacerse derogar un poco, dio su brazo a torcer y esa misma tarde esperaba impaciente la visita de Eva.

Por su parte Eva no estaba nada convencida de pasar un par de horas al día con ese señor, pero al ser horas de trabajo tampoco no tenía ninguna excusa.

Mario descubrió que estaba nervioso al abrirle la puerta.

-hola Eva, quiero que sepas que esto no es lo mío, no me llevo nada bien con la gente, me encanta mi soledad, te pido que pongas atención y espero en un par de semanas terminar con esto.

-hare lo que este en mi mano.

-pasa

Ella volvía a andar ante él, a Mario le parecía muy erótica su manera de andar, despacio, pasos cortos y seguros; eso unido a su voluptuoso cuerpo hacia que Mario no dejara de pensar en sexo a su lado.

Esa tarde paso rápido, seriamente empezaron las clases, Eva era una esponja y el intento sobreponerse a su excitación diciéndose que además alguien como ella que posiblemente hasta tuviera un fornido novio, no se plantearía jamás nada con él.

Paso una semana y se vieron a diario, siempre seguían la misma rutina, ella llegaba iba al comedor y allí el intentaba enseñarle las cosas básicas, ella tenía alguna noción y eso lo hacía más fácil.

Una semana después, Mario había conseguido un equilibrio hasta que ese día Eva toco y al abrirle la puerta la vio completamente mojada y al buscar sus ojos vio una inmensa tristeza en ellos.

-que te ha pasado chiquilla?

-me ha caído toda la lluvia encima, decidí venir andando y de repente empezó a llover.

-pasa mujer, ahora te saco una toalla cogerás una pulmonía niña

Cuando regreso con la toalla y se la cedió esta empezó a secarse el pelo y de repente se puso a llorar.

-que pasa Eva?

-no quería agobiarle, lo siento ya se me pasa

-Eva no soy el ogro que a veces parezco, siento ser tan hosco. Cuéntame que te pasa.

Y sin darse cuenta Eva le conto todo, que había decidido ir andando, que a lo lejos vio a su novio y que mientras se acercaba a saludarle vio que no estaba solo, le vio reír y bromear feliz con una compañera, llevaba tiempo sin ser así con ella y eso la ponía triste sin entrar en si también le sería infiel.

Empezó a llorar más profusamente y a temblar Mario le dijo:

-chiquilla toma esta bata y quítate la ropa, la meteré en la secadora

Ella hipando coge la toalla y como un perrillo asustado se dirigió al baño, se quitó la falda, las medias y la camisa y se puso la bata sobre la ropa interior. Olía a Mario y se abrazó a si misma disfrutando de la calidez que sentía al envolverse con su bata. Salió del baño y al verle con una taza en la mano para ella, se derrumbó de nuevo y empezó a llorar sintiéndose liada.

Después de hablar con Mario casi una hora en la cual le conto la frialdad de su relación, se quedó curiosamente relajada hasta tal punto que se quedó dormida, Mario al verla le subió las piernas al sofá y la tumbo cogió una manta y ella se removió abriéndosele la bata y dejando a la vista las piernas y muslos de esa chiquilla.

Su piel era blanca, con aspecto suave y terso, Mario tuvo que reprimir el deseo de tocarla, solo lo hizo ligeramente para colocarle la bata y taparla.

Desapareció de la estancia para controlar la agitada respiración y  el deseo que había provocado en él. Pero no lo hizo lo suficientemente rápido como para que Eva no viera el deseo en su mirada mientras la miraba, luego volvió a hundirse en un reparador sueño.

Mario paseaba por el balcón, viendo llover y apaciguando su viejo cuerpo que ya había casi olvidado esas sensaciones. Casi una hora después Eva despertó y tardo dos minutos en recordarlo todo, se dirigió hacia el sonido de pasos para excusar su comportamiento anterior y le vio de espaldas en el balcón.

-hola Mario, siento lo de antes y siento haberme quedado dormida

Se abrazó cuando el frio de la noche ya acaricio sus piernas desnudas, Mario se acercó a ella y froto sus brazos al notar que ella temblaba.

-no pasa nada niña, no te preocupes me alegro si te ha servido de algo

De repente sin saber que la movía a ello sintió la necesidad de acercarse más a él, de sentirle y pego su cuerpo al de él, Mario la abrazo estrechándola mas contra su pecho intentando consolarla y de repente el olor de su pelo, su proximidad, el calor de su cuerpo hizo que se excitara y su erección se apretó contra la cadera de Eva, esta al notarlo y tras un suspiro levanto la mirada y busco sus labios.

No estaba preparada para lo que despertó en ella sentir los labios suaves pero fuertes que reclamaban más, la obligo a abrir la boca e invadió su boca. La devoro lenta pero sin piedad. Eva gemía en su boca cuando las manos de él agarraron su trasero y la apretó aún más. Cuando ella temblaba de nuevo el aflojo el beso sin dejarla del todo lamio sus labios mientras ella gemía. De repente todo término, Mario rompió el contacto y se retiró.

-lo siento Eva, no sé qué me ha pasado

-he sido perdóname tu

-tú estabas mal, yo debí pararlo

Eva más liada que nunca se escondió en el baño, cogió su ropa y tras vestirse salió  del baño.

-siento todo esto

-no es tu culpa, eres tan solo una chiquilla vulnerable y yo debí parar esto. Será mejor que te vayas.

Ella salió dando un sonoro portazo, enfadada por lo que ha dicho.

Al día siguiente Mario es el primero en mover ficha, llama a su amiga y pone una excusa para cortar con las clases, cuando Eva se entera le sienta mal, se siente rechazada, eso solo alimenta el desconcierto en ella y en todo lo relacionado a ese hombre.

Pasan los días y Eva no se olvida de ese beso, de la reacción de su cuerpo. La relación con miguel va a peor y su frustración crece y crece, cuando un día comiendo cerca del trabajo ve a Mario, este educadamente la saluda solo con rozarse las manos saltan chispas de nuevo y él se aparta como si se hubiera quemado.

Se vuelven a ver de nuevo cuando el pasa a buscar unas cosas por la tiene y se sienten obligados a tomar un café juntos, de nuevo la atmosfera se caldea, su jefa no se da cuenta pero ellos dos sienten la electricidad en el ambiente.

Unos días después estando sola en casa pensando en Mario, toma una decisión harta de dar vueltas sola en su cama, se viste y pide un taxi. Se siente más cobarde cuando el taxi la deja en el portal de Mario a las doce de la noche, solo entonces sopesa su decisión, pero no lo piensa más y toca. Mario despierta sin saber que pasa, vuelve a sonar y maldice a los chavales cuando de nuevo suena el timbre este se asoma al balcón y se queda helado, ve a Eva abajo y le abre. Mientras la espera subir piensa en qué hacer. Suena el timbre, Mario abre y la deja pasar.

-siento molestar a estas horas, podemos hablar?

-no

-estas ocupado?

-no

-no quieres hablar conmigo?

-no deberías estar aquí

-pero estoy

-estas segura que quieres estar?

-sí, segurísima

Mario quiere acobardarla, ponerla entre la espada y la pared y que salga huyendo, mira a esa hermosa chiquilla y le dice:

-desnúdate Eva

Ella abre mucho los ojos, desconcertada. Pero en contra a lo que pensaba Mario, ella se desabrocha el abrigo y lo tira sobre un sillón, saca su camisa de la falda y empieza a desabrocharse los botones, se abre la blusa dejando que el admire sus pechos tan solo cubiertos de un sujetador transparente, ve a través de la fina tela sus pezones, grandes, rosas... preciosos.

-sigue Eva

Sus manos desabrochan la falda y esta cae al suelo, lleva botas y se las saca con sus pies, esta arrebatadora en braguitas, sujetador y unos calcetines gordos.

-porque no huyes Eva?

-porque estoy cansada de huir quiero experimentar

Mario no aguanta más, se acerca a ella lentamente y la besa en el cuello, ella ladea la cabeza y la pasa la lengua por su cuello, baja por su escote y lame la carne que asoma, sin tocarla solo con su boca busca un pezón erecto, lo coge entre dos dientes y aprieta. Quiere castigarla por quedarse, quiere causarle dolor para que se largue… porque sabe que el ya no podrá echarla. Pero en cambio de su boca escapa un adorable jadeo y sus pezones se endurecen más, como un animal enjaulado la abraza y atrapa su boca, hunde su lengua sin miramientos, explora su boca mientras sus dedos castigan sus pezones anhelantes, le arranca casi el sujetador y los libera, agarra los pechos con las dos manos y los estruja, esta vez es más suave, profundiza aún más el beso hasta que ella tiembla. Se separa y la mira.

-eres adorable, aun estas a tiempo, si te quedas te devorare

-no voy a irme

La apoya detrás del sofá y le baja las bragas, se las quita y la sienta en el respaldo.

-voy a probarte, quiero saber si sabes tan bien como prometes niña

Hunde su cabeza entre sus piernas y el aroma a canela lo envuelve, esta dulce y salada y sobre todo caliente y mojadísima, lame casi con desesperación, mordisquea los labios de su sexo, lo abre con su lengua y profundiza buscando el verdadero sabor. Su erección aprieta tanto la tela de su pijama que siente que va a romperlo, jamás había probado nada tan bueno. Siente como su cuerpo se tensa y tiene un primer orgasmo. Todo su cuerpo se convulsiona contra su boca, Eva nota el placer atravesar su cuerpo.

Mario se levanta, la abre un poco más y se pone entre sus muslos, chupetea sus pechos de nuevo.

-estas buenísima Eva, me vuelve loco tu olor, tu sabor, tu cuerpo

-gracias –apenas puede hablar-

Mario se baja el pijama y su sexo emerge, duro y caliente, lo frota mojándose con la humedad entre sus piernas, ella lo atrapa y Mario empuja lentamente, nada lo había preparado para lo que sintió al notar como el sexo de Eva apretaba su sexo como un guante, la coge de las caderas y la penetra de un empujón, se queda quieto y la abraza. Empieza a entrar y salir lentamente mientras con el pulgar frota su clítoris y nota de nuevo como el orgasmo de ella humedece su sexo.

-nena estas ardiendo, que locura

Tiene que salir para no correrse y terminar ya. De nuevo siente rabia por perderse casi en ella.

-date la vuelta –le espeta con voz seca-

Lejos de amilanarla, la excita y ella se baja, se da la vuelta y le ofrece de nuevo su cuerpo, el la sorprende y para tranquilizarse baja de nuevo lamiendo su espalda, mordisqueando su culito lleno, amasándolo y abriéndola un poco busca de nuevo su rajita mojada, pasa por ella la lengua y ella se abre más facilitándole las cosas, el la moja aún más con su saliva, no se para en su culo y hace círculos con su lengua bordeando su ano, su lengua intenta entrar, nunca nadie le había lamido así. Moja bien la zona antes de levantarse y agarrarla de las caderas para volverla a penetrar como un salvaje, empuja bien adentro de su sexo y de nuevo se siente enloquecer, con un dedo busca la entrada trasera y empuja un poco, ella se tensa

-relájate golfilla, te voy a dar bien lo que has venido a buscar

Mario la folla con la propia rabia que le causa el verse rendido a ella, le da tan fuerte que a cada empujón la empotra más, golpeándola contra el sofá, su dedo hurga en su interior y une otro, entra y sale furiosamente hasta que ella jadea y le aprieta la polla.

-Eva no te muevas o no poder parar

-no pares Mario por favor

Ambos jadeaban como poseídos, Eva nunca se había sentido doblemente penetrada y le encantaba, no podía dejar de jadear hasta que noto que iba a correrse, apretó la polla que tanto placer le daba y se corrió, al momento noto como Mario la inundaba.

Mario intenta calmar su respiración y de nuevo se enfada al verla apoyada expuesta en el sofá, ha perdido la noción de todo lo que no fuera fundirse con su cuerpo.

-te quedas, o te vas?

-puedo quedarme?

La rabia cede ante la ternura de sus ojos, le coge la mano, la lleva al baño y ambos se lavan. La coge de la mano y la lleva a su cama, ella se tumba y el tira del edredón tapándolos a los dos.

Mario despierta primero y busca su sexo bajo el edredón, sin más busca la entrada entre sus piernas, ella medio dormida separa más los muslos, y de nuevo siente el calor de su cuerpo enloquecedor, entra y sale con tres dedos, cuando la oye jadear los saca, quita el edredón y separa más sus piernas.

-tienes el coñito más bonito, caliente, estrecho y mojado que he visto jamás Eva.

Ella sonríe medio dormida cuando la lengua de él se pasea por su sexo hasta llevarla al límite, la gira de nuevo y vuelve a lamer su culo, vuelve a penetrarla con dos dedos y a dilatarla olvidando su vagina hambrienta ya, la quiere así, muy caliente.

Eva jadea se retuerce y muerde las sabanas cuando el penetra su culito inexplorado, siente como chorrea entre las piernas cuando Mario la abre, tira de sus caderas y saco los dedos para sustituirlos por su hinchado sexo.

-me duele –lloriquea Eva-

-lo se princesa, solo es un momento. Necesito follarte así nena

Empuja un poco más y Eva lloriquea pero se deja hacer, un poco más y ya está medio dentro, es aún más estrecha, es aún más suave y caliente que su sexo, su pene se endurece como nunca.

-mi niña que placer, quieres que pare?

-no

-te duele?

-si

-eso me excita aún más princesa

-lo se

Empuja de un golpe y la penetra completamente, Eva muerde las sabanas tras un grito y Mario se queda quieto, mete la mano debajo de su cuerpo y busca su rajita, frota su clítoris y cuando nota que se relaja empieza a moverse en su culo lentamente mientras sus dedos frotan y su boca muerde su hombro

-Eva nena

Y pellizca levemente su clítoris, mientras se corre en su culito del que ya es esclavo, nota como ella también tiene un orgasmo y ambos caen en la cama. Mario se aparta lentamente para no dañarla más y se levanta regresa con una toallita y la limpia con ternura y suavidad, ella ronronea y Mario se tumba a su lado.

Justo antes de dormirse una sonrisa asoma al rostro saciado de Eva y una idea cruza la mente de Mario. Sabe que hará lo que sea para tener mil veces más lo que acaba de vivir.