Eugenia y Delia (7 años después)

Al sacar su mano, la vi ligeramente húmeda, de sus propios flujos. Me pidió que cerrara los ojos y la obedecí. Creo que pasó su mano por mi nariz porque detecté ése olor de “fémina hambrienta de sexo”

Eugenia y Delia (7 años después)

Ésta historia es la continuación de mi anterior relato llamado "Bajo la lluvia por tí, Eugenia" basado en las mismas protagonistas, dos chicas que tuvieron su momento de pasión en una noche lluviosa. Así que, para entender mejor ésta segunda parte, mejor sería que leyerais la primera parte, para que nada se os escape.

Prólogo

Me gustaría deciros que Eugenia y yo desde aquella bonita noche, nos convertimos en pareja, sin tapujos y sin preocuparnos por los comentarios de la gente envidiosa. Que vivíamos juntas, cerquita la una de la otra, para así poder ver su rostro todos los días sin tener que usar mi imaginación como hacía antes, contemplar sus ojos negros cada minuto, para sentirme más feliz aún… hacerle el amor todas las noches para que ella y yo nos sintiéramos amadas, protegidas, deseadas… De verdad, me gustaría deciros esto pero… por desgracia no es así. Eugenia fué mía sólo ésa noche, aquella lluviosa noche única y especial para mí (creía que para ella también) Después de ése día… nada. No la volví a ver. Desapareció de mi vida tan pronto como vino.

No sé lo que pasó. Al día siguiente, al visitarla en su trabajo, Eugenia no estaba. Sus padres me dijeron que había vuelto a su pueblo y que, en su opinión, muy precipitadamente. No me creí ése cuento y rápidamente fuí en su busca yendo a su casa, a ésa casa en dónde ella y yo nos entregamos en cuerpo y alma, en dónde yo le ofrecí mi corazón y ella aceptó, y en dónde por primera vez me sentí la mujer más feliz del mundo. Llamé en incontables veces a su puerta y… nadie contestó. Sus padres no me mintieron; Eugenia había desaparecido de mi vida para siempre. ¡No me lo puedo creer! Si volvías a tu pueblo Eugenia… ¿por qué no me dijiste nada? ¿Por qué no me llevaste contigo? Tal vez huiste de mí… No te atreviste a dar la cara después de que tuviéramos ésa maravillosa noche juntas. ¿Por qué has desaparecido de mi vida así, con lo mucho que te quiero y con lo mucho que quería ofrecerte?

Aún así, la esperé todos los días al lado de su casa, a la misma hora que ella solía salir del curro, por si acaso aparecía por allí. La esperaba todos los días impaciente, esperanzada, deseosa de verla, de ver sus ojos negros, de oír su dulce voz, de contemplar con excitación y admiración su sensual cuerpo… Nada de esto ocurrió puesto que Eugenia… nunca volvió por allí, por su casa. Hasta incluso el negocio de sus padres cerró definitivamente. Ahora si que no hay esperanzas… ¡Me da lo mismo! La seguiré esperando, esperaré el tiempo que haga falta por tí.

7 años después

Ahora tengo 27 años, recién cumplidos jeje. ¡Que gran fiesta tuve hace unos días! ¡Que bien se lo pasó todo el mundo! Y lo bueno de todo es que nadie faltó; mis padres, mis amigos de la infancia (que todos me decía que me conservaba genial, como si todavía tuviera 20 años) viejos conocidos de mis padres, mi maravilloso novio… Aunque echaba en falta a alguien, no sé a quién, por más que trato de recordar, no recuerdo a quién. Mi corazón me gritaba un nombre, un nombre que no conseguía distinguir. ¡Bah! Serán tonterías mías, como siempre.

Mi vida había cambiado radicalmente durante estos años. Creí que nunca volvería a conocer el amor y bueno… ahora estoy muy enamorada, sólo que es un hombre. Sergio es un ser maravilloso, muy agradable, y divertido. Detallista, romántico… siempre con una sonrisa en su rostro y siempre dispuesto a hacerme feliz. Virtudes que hicieron que me enamorara perdidamente de él por como es, sin fijarme que era un hombre. Aparte de esto, era muy guapo a los ojos de las demás féminas que no hacia otra cosa que ir tras él; alto, pelo moreno y rizado, ojos verdes, con una poquita de barba en su rostro y de cuerpo fuerte. No fuí capaz de estar con otra mujer que no fuera ella… Ella… Ya ni recuerdo su nombre. Lo cierto es que en su momento… mi corazón sólo latía por ella y que en un solo momento, dejó de latir, menos mal que apareció con el tiempo Sergio, que hizo que bombeara con fuerza, con ilusión, con ánimos, con alegría… Y luego también estaba mi trabajo; de dependienta en una tienda de ropa. Un buen trabajo con un sueldo estable, con jefes muy amables y muy buenos conmigo, y ante todo, con futuro.

Un buen día, recibí una llamada en el móvil mientras estaba en el trabajo; era Sergio. Al ver su nombre en la pantalla, sonreí placidamente y contesté, a la vez que ponía precios a los tops veraniegos que eran recién traídos desde Madrid.

-¡¡Hola mi amor!! ¿Me echas de menos? Jeje, yo a tí muchísimo. Sí, ahora estoy un poco liada pero… ¡que coño! Me arriesgo jeje –dejé la pistola de precios a un lado para charlar largamente con mi novio- Hoy es Sábado ¿tienes pensado algo para hacer nosotros dos solitos ésta noche? Mmmmm… eso sería muy interesante pero… antes de eso ¿no es mejor que vayamos a alguna discoteca, para calentarnos? Perfecto, pues ésta noche me recoges a la misma hora en mi curro ¿vale?

-¡¡Delia!! –gritó mi jefa desde el mostrador.

-¡¡Huy!! Sergio, te tengo que dejar, que mi jefa me reclama. Quedamos en eso. Un beso. Ciao –al descolgar el móvil, me dirigí rápidamente a donde se encontraba mi jefa- Uff… mi madre, que no para de llamarme jeje.

-Ya, ya. Ha entrado una mujer morena que necesita que le ayuden. Ve a ver anda

-OK.

¡Oh! ¡Maldita mujer morena! Me había interrumpido la conversación con mi novio. Haber si la despacho pronto para volver a llamarlo y sentir su voz de nuevo en mis oídos, es que es tan dulce… La verdad es que la tienda es bastante grande, sobretodo por la cantidad de calles que había. A veces me quedaba hasta las tantas barriendo y fregando (la pega de éste trabajo desde luego) Di varios rodeos a la tienda y sólo visualicé a una mujer morena de espaldas, debía ser ella la que requería mi ayuda. De espaldas pude comprobar que la chica no debía estar nada mal, aunque hace tiempo ya que no me fijo en las mujeres… Llevaba puesto unos vaqueros y un top azul, de esos que se marcaban muy bien los pechos. Saqué mi móvil para mandarle un mini mensaje a Sergio diciéndole lo mucho que lo quiero ayy… a la vez que me acercaba a aquella mujer. A ver… eh… "Srgio, n paro d pnsar en ti… y t kiero…" Tecleaba en mi móvil para mandárselo y justo cuando iba a poner "muxo" le pregunté a la chica.

-¡Buenos días! ¿Deseas algo? –le pregunté, sin apartar la vista de mi móvil.

-Sí, buscaba algún top ajustado de color rosa.

-Oh, por supuesto que tenemos. Sígame por aquí, por favor.

Oh, de nuevo me ha tocado la típica cincuentona que sigue viviendo en la edad del "pavo" Que harta estoy de estas mujeres que siguen vistiéndose como adolescentes. Seguro que Ana Obregón es su "precedente" desde luego jeje. A decir verdad de espaldas no estaba nada mal, pero al verla de frente… se me removieron las tripas de una manera, que tuve que hacer un gran esfuerzo para no potarle encima el desayuno de ésta mañana; con tantas arrugas, excesivamente maquillada y con cara de estreñida… Solía atender a niñas monas… bueno, eran ellas las que preferían que yo las atendieran. No sé, al ver que yo era joven y vestía a la última, pensarían que yo era la más indicada para guiarles sobre que ponerse para cada ocasión. También era lógico; mi jefa tenia 45 años y que quieren que les diga… tiene la gracia de vestirse en el culo, porque en mi opinión era un poco antiguada. Porque a pesar de ser todavía joven, vestía con ropajes de una anciana de 60 años jeje.

Y hablando de ancianas… ésta tía me volvía loca con tanto paseíto por aquí y allá, sin saber que coño llevarse. "¡Joder! ¡Llévate todos!" pensaba yo en cada instante. Estaba tan liada con ésta tía, que ni siquiera me daba cuenta de que habían entrado uno pocos clientes que a lo mejor, requerían mi ayuda. A todos les decía lo mismo: "un segundito, por favor" Incluso hubo una tía que no paraba de darme palmaditas en el hombro, y yo sin mirarla directamente le respondía una y otra vez:

-Espere un segundo, por favor

-Deacuerdo. Sólo espero que después de esperarte tanto, no se ponga a llover, no quisiera empaparme Delia

No la escuché la verdad, estaba tan pendiente en los caprichos de la cincuentona, que ni siquiera le di importancia el hecho de que sabía cómo me llamaba. Aunque… sin ninguna explicación al respecto, ésa frase resonó en mi cabeza como un eco que no paraba de repetir lo mismo: "…después de esperarte tanto, no se ponga a llover… " ¿Qué significado tenía para mí estas palabras? ¿Por qué no paraba de darle vueltas una y otra vez? Y sobretodo ¿quién era ésa chica que conocía mi nombre?

¡Debía salir de dudas! Ignoré un momentillo a la vieja y me di la vuelta para ver quién era la que me daba golpecillos todo el rato en mi hombro. Al darme la vuelta, tuve ante mí a una chica morena, con unos ojos negros tan oscuros como la noche que me miraban, una sonrisa como la de un niño que me sonreía, y unas manos tan blancas como la leche que me acariciaron; ¡¡era Eugenia!! No puedo creerlo, después de tantos años… ha regresado así, tan precipitadamente a mi vida. De repente me vinieron a la mente recuerdos buenos y amargos del pasado, referidas a ella y a mí. Todo ocurrió de golpe, y de la impresión por su presencia, se me cayeron las camisetas que la vieja pensaba "comprarse" Ni siquiera me molesté en agacharme para recogerlas, porque yo seguía mirándola, con mi boca entreabierta del asombro, sin mover un músculo de mi cuerpo. Me limité a mirarla, sin decir nada. Seguía igual de preciosa, como cuando una vez me enamoré locamente de ella en mi juventud.

-Mejor espero a que termines de atender a ésta señora.

-¡¡Eh!! –exclamó la vieja- ¡Señorita!

-Oh, deacuerdo "señorita" –noté que lo dijo en un tono irónico- Te esperaré y te daré tiempo para que recuperes el habla.

¡Que alguien me pellizque! No me puedo creer lo que me estaba pasando. Tantas horas, tantos días, tantos meses deseando que volviera de su pueblo para volverla a ver y así de repente… se me cumplió mi deseo, después de 7 años. Y precisamente que tenía acomodada mi vida. Ni falta hace decir que su presencia me distrajo totalmente de mi trabajo, tanto que la vieja me mandó a tomar por culo porque, según ella "no la había tratado como merecía" ¿Qué esperaba? ¿Qué la hubiera tratado como una Victoria Beckham cualquiera?

Al marcharse el último cliente, inicié mi búsqueda por la tienda, para comprobar si Eugenia seguía allí. Recorrí cada calle como el que busca el Santo Grial; desesperadamente y con cierta excitación. Me la encontré de espaldas, contemplando algunas camisetas que teníamos por allí colgadas de oferta. Se me polarizaron las piernas así porque sí, sentí que me faltaba el aire y una mezcla de alegría y decepción que no podía manifestar en mi rostro. La miré, todavía de espaldas y sin percatarse de que la estaba observando en silencio, deleitándome con ese bello cuerpo que admiraba desde que era una chavala; tenía puesto unos vaqueros ajustados a su cuerpo (y lo bien que se le quedaba, lo cierto es que siempre lo he sabido) Una camisa blanca con las mangas por los antebrazos y nítidamente se le podía ver el color de su sujetador, a no ser que mi vista me engañara y en realidad no llevaba nada. Su pelo… tal vez se lo haya cortado varias veces en el transcurso de estos años pero… lo seguía teniendo por la altura de su cuello, tal y como la conocí. Eugenia se dió la vuelta y nos quedamos mirándonos. Por una parte quería correr hacia a ella y abrazarla fuertemente, sentirla entre mis brazos. Pero por otra parte también quería gritarla, pedirle explicaciones del porque había desaparecido de mi vida así, de repente, sin ninguna explicación. Opté mejor por acercarme a ella a secas, sin ningún tipo de titubeo, ni sonrisa, ni lamento… Ella al contrario que yo, me miró de arriba abajo, y al encontrarse nuestras miradas, me sonrió dulcemente, ésa sonrisa que una vez me enamoró y que ahora… no sé porqué, me gustó contemplar de nuevo.

-Sigues sin decir nada Delia –me dijo finalmente después de haberme revisado con su mirada todo mi cuerpo.

-Pero… ¿Cómo… ? ¿Dónde… ? ¿Por qué… ? –pregunté toda nerviosa.

-Tranquilízate mujer. Ve por partes mejor.

-Has… has vuelto, después de haber desaparecido de mi vida 7 años –le pude decir finalmente al salir de mi asombro.

-Sí… estuve en mi pueblo entonces

-¿Cómo supiste que trabajaba aquí?

-Tenemos amigas comunes en el MSN.

-Ya.

-Amigas… bolleras –me detalló más la información anterior.

-Já. ¿Ahora te da igual decir eso delante de la gente? Porque si no ¿Qué otra explicación hay para que huyeras así de mi?

-No huía de ti. Sólo necesitaba tiempo para reflexionar. Aquella época todo lo que me ocurrió por haber salido del armario… era nuevo para mí. Necesitaba huir de todo el mundo, de aquellas personas que me odiaban por ser como soy. Decidí comenzar una nueva vida lejos… pero cometí el error de no incluirte en mi vida, de dejarte aquí

-¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué no me llevaste contigo?

-Sé que fui muy egoísta y espero que… puedas perdonarme.

-Já, no me puedo creer hayas vuelto a aparecer a mi vida después de 7 años solo para decirme eso.

-Oye Delia, solo intento arreglar las cosas

-Pues haber venido años atrás cuando yo… cuando… todavía -no quise terminar la frase.

-¿Qué?

-Cuando seguía enamorada de tí –al decir esto, casi se me salían las lágrimas por el dolor del pasado.

-Lo dices como si

-Sí Eugenia, ahora tengo novio, y soy muy feliz con él.

-¿Novio? ¿Estás con un tío? –preguntó extrañada.

-Sí

-No puedes cambiar de orientación sexual así sin más, que esto no es como renovar el pasaporte.

-Te esperé durante mucho tiempo, creyendo que algún día volverías… Pero no regresaste. Nunca fui capaz de enamorarme de otra chica como… lo estuve de tí.

-Siento mucho que… hayas sufrido tanto por mi culpa durante estos años –su mano rozó mi cara, y lo seguía haciendo a la vez que me hablaba- Pero te puedo jurar, te puedo prometer, que ésa noche que pasamos juntas… no lo olvidé jamás. Fué la noche más bonita de toda mi vida.

-Y la mía.

No pude evitar terminar mi frase con un suspiro por culpa de lo que sentía por notar su mano en mi cara. Una sensación maravillosa que ya eché de menos en ella porque si me hubiera vendado los ojos sin decirme que Eugenia estaba delante de mí, yo diría sin duda que era su mano cálida y suave la que tocaba mi rostro. Casi por impulso propio me aparté de ella, no podía estar cerca de ella sin hacer que mi corazón se saliera de mi pecho. Eugenia me miró decepcionada, tal vez esperaba otra reacción por mi parte. ¿Esperaba tal vez que cayera en sus redes? ¿Esperaba que lo dejara todo ahora mismo para irme con ella? No puedo creerlo, y encima con todo lo que había sufrido… No, no debo hacerlo. Sergio ha sido muy bueno conmigo, es una gran persona que no merecía si quiera le que hicieran una broma de mal gusto.

-Parece que… no te alegras de verme.

-Hace 7 años… tal vez sí, pero ahora

-También he de decirte que no sólo he venido a verte, sino a conocer a una chica del Chat, vive por aquí, y a visitar la antigua tienda de mis padres a recoger unas cosillas antes de venderla. ¿Te apetece que quedemos ésta noche?

-Lo siento, pero ya he quedado con mi novio, en la disco de aquí al lado.

-Bueno, otra vez será –de lejos ví a mi jefa que me vigilaba- ¿Qué pasa?

-Nada, mi jefa que… no le gusta que esté de parlique con los clientes –le susurré para que no me oyera.

-Tranquila, tú no me conoces eh… -cogió una camiseta- ¿Puedo probarme esto? Quiero tener un buen fondo de armario, como ya he salido de él… –finalizó sonriendo.

-Humor lésbico… Mmm, me gusta jeje. Sígueme.

Cuántas veces habré echo eso, lo de acompañar a un cliente hasta los probadores. Ahora a quién acompañaba era a Eugenia, que notaba como sus ojos se clavaban en mi espalda. No quise darme la vuelta para mirarla, sólo quería cumplir con mi trabajo para que mi jefa no me "gritara" después. Al llegar hasta los probadores (el típico sitio cerrado con un espejo dentro y tapado con una cortinita) Eugenia entró con la camiseta pero no cerró la cortina.

-Sé buena y quédate para darme tu opinión ¿vale?

-Eh… claro, cerraré esto… -pretendía cerrar la cortina.

-¿Para qué? Tampoco tengo nada que no hayas visto antes eh… Que en estos 7 años no me he operado.

-Es distinto

-Comprobarás que no Delia.

Eugenia ni quiso echar la cortina ni quiso que yo me marchara. Quería que yo me quedara a ver cómo le quedaba la camiseta y darle mi opinión. En su mirada vi claramente que decían: "Mírame si te atreves, que no me molestaré" Pero no quise caer en su juego y le di la espalda para no ver cómo se desnudaba. Detrás de mí oí cómo se quita alguna prenda con rapidez, oía el roce de su ropa con la piel y la verdad es que me tentaba mucho darme la vuelta para contemplar su espléndido cuerpo. Pero aguanté mis ganas y saqué mi móvil para oír mientras tanto alguna sintonía de Korn, mi grupo favorito. Eugenia no decía nada, ni yo tampoco, me limité a escuchar la música de mi móvil hasta que sus pantalones cayeron sobre mí. Yo me preguntaba, si se estaba probando una camiseta ¿cómo es que se había quitado sus pantalones?

Yo no me inmuté, sus pantalones seguían encima de mi hombro, y el móvil en mi mano. Ahora noté como otra prenda de Eugenia caía sobre mi otro hombro; era su ropa interior, de color azul claro. ¿Qué pretendía ésta mujer? ¿Qué la poseyera aquí mismo, en el probador? ¡Uyy Dios! ¡Que situación tan embarazosa! Allí me encontraba yo, parada, sin moverme, con un pantalón en hombro derecho y con unas bragas en mi hombro izquierdo y para rematar con el móvil en mi mano. Ya sería la hostia si mi jefa apareciera por allí. Me empezaba a poner nerviosa, sobretodo por ése silencio que existía entre nosotras. Sólo se podía oír mi respiración que empezaba a ser entrecortada. Sin darme la vuelta, me guardé el móvil y sostuve en mis manos el pantalón y sus braguitas. Ése olor que desprendían su ropa interior… me resultaba familiar, a la par que apetecible. Sííí… hacía tiempo que no sentía, que no olía, ni probaba el sexo de otra mujer. De hecho Eugenia fué la primera y la última mujer en mi vida.

No debo… no… no debo… El angelillo (vamos mi conciencia) me decía que no hiciera lo que pretendía, pero el demonio… ufff, ganó finalmente. Quería de nuevo sentir ése aroma, íntimo y personal de Eugenia. Cojí sus braguitas y las olí un poco así por encima, sin que ella supiera lo que estaba haciendo. Síííí… ése era su olor, lo reconocería enseguida en cualquier parte y en cualquier ocasión. Y mientras me deleitaba con ése aroma, se me pasó por la cabeza de repente la imagen de Sergio. ¡Oh! ¿Qué locura estaba haciendo? Aunque no puedo negar que ha sido malvadamente excitante.

-Dime tu opinión Delia –me habló después de un rato.

-Eh… ¿cómo dices? –contesté yo nerviosa sin querer darme la vuelta.

-Pues eso, que me mires y que me des tu opinión sobre como me queda la camiseta.

-Yo… -solté una risa nerviosa- Ahora mismo es… estás… desnuda de cintura para abajo

-Date la vuelta y mírame –yo no obedecí- ¡Mírame!

Ahora sé lo que pretendía Eugenia: ponerme cachonda gracias a ése bello cuerpo que Dios le dió y que yo admiraba tanto. Tal vez quería comprobar mi reacción al respecto, tal vez quería saber si todavía seguía nuestra llama de la pasión encendida.

¡Lucha Delia, lucha! No mires hacia atrás. No seas el títere de ella. No la obedezcas. Luchaba contra mis instintos, contra mis reflejos. Una parte de mí quería obedecer sus órdenes de darme la vuelta, pero la otra… me decía ¡¡tienes novio y lo quieres mucho!!

-¡¡Delia!! –gritó mi jefa desde el mostrador.

-¡Uyy! Mi jefa me llama. Te dejo esto aquí.

Por una vez en mi vida, me alegraba oír el despreciable grito de mi jefa requiriéndome. Rezaba porque me pasara algo de esto, para no tener que hacer… lo que ella quería que hiciese. Dejé su ropa a un lado, y salí pitando hasta llegar al mostrador. Pasó varios minutos cuando Eugenia se pasó por el mostrador, con los pantalones puestos y con la camiseta en sus manos. No tuve valor de mirarla a los ojos, me dejó tan cortada antes

-Gracias por tu opinión Delia. Eres una chica estupenda –me comentó, poniendo su mano sobre mi hombro- Me la pondré un día de estos. ¿Seguro que no quieres venir conmigo?

-Estoy segura.

-Que lástima, quería presentarme a mi amiga Cindy, igual hacíais buenas migas –finalizó con una sonrisa, ésa sonrisa de la que yo me quedé prendada.

-En otra ocasión tal vez.

-Gracias. Hasta otra Delia.

Eugenia se despidió de mí dándome un beso cerca de la comisura de mis labios. Claramente usó sus trucos de mujer conmigo, sé que intentó ligarme de nuevo (aunque no recuerdo que antes si lo hiciera) Después de que se fuera, tardé mucho en asimilar todo lo que me había pasado hoy y sólo deseaba que llegara ya la noche para poder salir con mi novio y pasarlo bien con él.

Al finalizar el día, dió paso al fin la noche. Realmente tuve hoy un día extraño y asombroso al mismo tiempo. Había sido un día que desde que tenia 20 años esperaba con ansiedad que llegara; el día que Eugenia regresara a mi vida. Y hoy vi cumplido mi sueño, aunque un poco tarde. Todavía no me cabía en la cabeza que hoy viese a Eugenia después de tanto tiempo. Y que sensaciones tuve, cada vez que me acordaba de lo que pasó, volvía a revivir todo lo que sentí en ése momento. Y esperaba que hoy, me olvidase de todo aquello al lado de Sergio que, como todos los Viernes, vino a mi trabajo a recogerme y nos fuimos sin miramientos a la disco de al lado.

En ése lugar nos conocía todo el mundo. Siempre acudían las mismas personas, de hecho allí ambos hicimos amigos de toda ésa peña y ahora éramos grandes colegas. Pero el estar al lado de Sergio, ignoraba todo lo que pasaba a mí alrededor; la gente, la música… Él era mi mundo y me alegraba saber que yo pertenecía a ése mundo; solos él y yo.

Nos pusimos al lado de la barra, tomándonos unos buenos copazos de martinis a la vez que nos abrazábamos y nos susurramos cosillas picantes, cosillas que nos ponían muy a tono, como solíamos hacer. Aunque hoy yo, no estaba muy inspirada y puede que el motivo sea por lo que me pasó horas antes en el curro. Sergio era muy inteligente y notaba que algo me había pasado. La verdad es que nunca le hable de Eugenia, ni nada al respecto de que me gustaban las mujeres. No quería estropear ésta maravillosa relación que teníamos, quería que durase mucho, a ser posible para siempre.

Entre copa y copa, reuní un poco de valor para contarle en exclusiva lo que me pasó con Eugenia; en parte porque quería ponerle cachondo. Y justo cuando iba a decírselo, apareció ante nosotras dos chicas; una era Eugenia y la otra era una muchacha rubia, tal vez la "amiguita bollera" que me refirió al mediodía. Yo reí nerviosa al verla, y le di un buen sorbo a mi bebida.

-Así que aquí estás –comentó Eugenia, abrazando por la cintura a su otra acompañante.

-Sí, y como verás no estoy sola –por impulso le di un buen morreo a mi novio. Ella no se inmutó pero su amiga puso cara de asco.

-¡Wau Delia! –se sorprendió Sergio- ¿A qué venía eso?

-Tranqui Sergio –reí largamente- Será por los martinis.

-Delia, te presento a mi amiga Cindy, es la chica que conocí por el Chat.

-¡Hola! –nos saludó la chica.

¿Cindy? Jajaja, menudo nombre tan ridículo, de barbie diría yo. Su amiga nos saludó abiertamente mientras que yo sólo la sonreí por cortesía. No estaba nada mal Cindy; de pelo rubio por el cuello, liso y brillante, de piel rosada y muy delicada. De ojos azules y risueños. Llevaba puesto unos minis pantalones vaqueros que dejaba entrever sus piernas delgadas pero bien formadas y un top azul que marcaban sus pechos que… jejeje se notaban que eran operados. Ayy… cómo odio que algunas mujeres les guste la moda de la "silicona" Umm… pero aún así me gustaba, y que sonrisa más bonita. Y ¿qué decir de Eugenia? Nada comparado con su amiga, o con las otras féminas de aquella disco. Ella deslumbraba con luz propia, ésa belleza natural que Eugenia poseía fueron otras de las cosas que hicieron que me enamorase de ella. Y ahora deleitaba a mis ojos con aquella preciosidad. Tenía los mismos vaqueros sólo que la parte de arriba se puso algo más escotado, ya que allí dentro y fuera en la calle, hacia mucho calor. Jeje, el verde le sentaba de miedo, madre mía… no dejaba de contemplar su cuerpo de arriba abajo, y me daba lo mismo que estuviera a mi lado mi novio.

-¿Sois amigas? –pregunto Sergio refiriéndose a Eugenia y a mi.

-Eh… -no supe que contestar.

-Si, hace unos años, éramos buenas amigas, amigas íntimas. Conocíamos los secretos más profundos y… personales de las dos ¿verdad Delia? –me dijo, sabiendo que su comentario iba con doble sentido, que claramente yo entendería- ¿Tú eres su novio?

-Sí, sí –afirmó sonriente.

-Tienes suerte de tener en tu vida a una chica tan maravillosa e increíble como Delia. Y que por supuesto… que te quiera.

Eso sonó muy sincero de sus labios. Era una mezcla de alegría y tristeza al mismo tiempo. Como si le doliese que yo quisiera a Sergio pero se alegraba de que yo fuera feliz con él. Y ésa amiguita suya… anda que no manoseaba a Eugenia, y la verdad es que me estaba entrando una rabia

-Sí, al menos él nunca me abandonaría y se iría a su pueblo ¿verdad que no cariño? –le comenté a Eugenia, poniéndome mimosa con Sergio. Él ya empezaba a poner cara de no entender nada.

-Pero si él te quisiera de verdad, volvería de su pueblo para reunirse de nuevo contigo. ¿Entiendes lo que te quiero decir Delia? –yo no contesté, me quedé mirándola en silencio, mientras que la música de fondo seguía sonando- Bueno, os dejamos solitos, que debéis hablar de vuestras cosas. Hasta luego.

-Encantada de conocerte Delia –me dijo Cindy, con una sonrisa.

-¿Éstas dos no serán… pareja? –me preguntó después de que se marcharan.

-¡Me importa una mierda! –exclamé, para después seguir bebiendo.

Desde que apareció Eugenia por allí, se me habían quitado las ganas de crear aquellas cosas que pensaba hacer con mi novio. Sólo quería estar en la barra, poniéndome como una cuba para olvidar a aquella chica que regresó a mi vida así de repente. Y me era imposible porque… se encontraba allí, y para colmo con otra chica, que no paraba de manosearla todo el rato. ¡Eugenia es mía! ¡No permitiré que otra persona toque lo que me pertenece! ¡Dios! ¿Qué estaba pensando? ¿Por qué he pensado esto? La verdad es que verla con otra… que no era yo… Los celos me invadían en esos momentos en la que yo las observaba atentamente, y cada vez que Cindy tocaba alguna parte del cuerpo de Eugenia… bebía un trago para no ir hacia allí y propinarle un buen puñetazo en las napias de aquella rubita. Y como no hacían otra cosa que meterse mano pues… imaginaos como me encontraba yo.

Sergio no paraba de pedirme que saliéramos juntos a bailar cualquier tema, aunque sea una pegadita. Yo no podía, mi cuerpo no se encontraba en buen estado para darle muchos trotes. Todo me daba vueltas, parecía que yo me había metido en una batidora gigante, sin que hubiera nada que pudiera pararlo. Reconozco que bebí demasiado, pero es que si ella no se fuera encontrado allí… ¡¡Ohh!! ¡Necesito ir al baño!

-¡Delia! ¿Te encuentras bien? –me preguntó a la vez que yo iba de camino al baño corriendo.

Mi estómago empezaba a rechazar toda la bebida que había consumido. Nunca, en las veces que he ido a la disco, consumí tanta bebida alcohólica como hoy. La verdad es que hoy lo necesitaba. Entré al baño dando un portazo, y entré en el primer WC que encontré y… lo demás es hasta desagradable contarlo.

Al terminar, abrí el grifo para limpiarme mientras que dos tías tras de mí se marcharon riéndose a carcajadas, tal vez de mí… No había manera de que se me quitara éste asqueroso gusto a vómito de mi boca, así que seguí enjuagándome la boca una vez y otra… De nuevo tras de mí, oí abrirse la puerta. Alguien entró y se quedó parado. Al mirar el espejo, vi que a mis espaldas se encontraba Eugenia.

-No quiero que me veas así Eugenia.

-¿Cómo? ¿Así de guapa? –yo tosí- ¿Qué te pasa?

-Intento entender el porqué has vuelto –le hablaba mientras la miraba por el espejo.

-¿Crees que bebiendo lo vas a entender mejor? ¡Joder Delia! Ya te he dicho el porque he vuelto.

-¡Noooo! ¡No! ¡No! ¡No! –negaba, acercándome a ella tambaleándome- Has vuelto a ponerme cachonda de nuevo, porque sabes que todavía te deseo… como ésa noche… Que te quiero como el primer día en que te conocí. Me has hecho ver que lo que siento por mi novio es sólo una cortina de humo… Que la verdad es otra

-Déjalo ya Delia, estás bebida –se acercó a mí y me puso junto al lavabo- Sigue enjuagándote la cara.

-¡¡Vale, sí, lo estoy!! –grité, rechazando su ayuda- Pero no había otra manera de sacar la verdad que habitaba en mi corazón. No me hubiera atrevido a decírtelo

-Pero

-¡Ésa zorra a estado metiéndote mano durante toda la noche! ¿Crees que no me duele? Sé que no eres de piedra pero… coño, párale los pies

-Tú no eres nadie para decirme lo que debo o no debo hacer.

-Tienes razón, no soy nadie para decirte nada… y eso me entristece

Me acerqué a ella, con dificultad. No sabia lo que hacia, de hecho no sabia donde estaba pero… me abracé a ella, la necesitaba en esos momentos, necesitaba sentir el calor de su cuerpo junto al mío. Ella no me rechazó, también me abrazó de igual manera. Me llegó su olor, era el mismo olor, permanecía intacto después de tantos años; a Nenuco. Supe que en esos momentos estaba abrazando a la mujer seguía amando profundamente.

-Hueles igual… Mmmm, a niño pequeño –le dije, abrazada a ella.

-Delia, jamás me he olvidado de tí, ni de la noche que pasamos… -me comento, acariciando mi pelo.

-Me muero por repetir la experiencia contigo pero… mi novio… No quiero hacerle ésta putada.

-No hagas nada que no quieras… -me susurró.

Ése era el problema… ¡estaba deseando que Eugenia me poseyera! Que hiciera olvidarme de mi novio durante un buen rato. ¡Dios! Todo seguía dándome vueltas, sólo el estar abrazada ella era lo único que me mantenía en pie. Pero ajeno a todo aquello… me excité, como nunca lo había estado. Su abrazo, su olor, su aliento en mi oreja, su cuerpo pegado al mío… lo suficiente para sentirme muy excitada, con ganas de que me besara, me tocara, me lamiera… Pera ella, sólo ella, Eugenia. Pero me sentía tan a gusto en sus brazos que… me quedé dormida.

-¿Delia? ¿Te pasa algo? ¿Estás… dormida?

"Delia al final se quedó dormida en brazos de Eugenia. Por muy cachonda que se encontrara, fué vencida finalmente por el sueño gracias al señor J&B. Eugenia se preocupó por ella y la cogió de tal manera que aún dormida la obligó a andar. En parte también se decepcionó al no estar su amada en condiciones de hacerla disfrutar y gemir como nunca. Fué en busca de Sergio, para que la llevara a su casa y que allí descansara. Él no se encontraba sólo, la acompañaba Cindy, la amiga de Eugenia, que también se preguntaba que dónde coño se encontraba Eugenia. Consiguió la chica, sorteando a toda ésa peña de la disco, llegar hasta ellos, con algo de dificultad"

-¡Sergio! Llévate a Delia a su casa, no se encuentra bien.

-¡Delia! –se acercó a ella preocupado- ¿Te encuentras bien?

-Está dormida. Suerte que… estaba yo en el baño, la vi… sobando sobre el lavabo.

-Ohh Delia… te dije que no bebieras tanto –apartó de su cara parte de su pelo- Yo sólo no podré ¿Me ayudas a llevarla a su casa?

-Yo… es que… -quiso poner una excusa, pero no se le ocurría nada- Cindy, espero que no te moleste.

-No, para nada, ayúdala. Ya quedaremos otro día –pretendía besarla en sus labios, pero Eugenia se giró.

-Lo siento –se disculpó Eugenia con su amiga.

"Sin más remedio, Eugenia aceptó a ayudar a Sergio a llevar a Delia a su casa. Tampoco podría dejarla así, en parte es su responsabilidad. Entre los dos consiguieron hacer caminar a Delia, aunque ésta no fuera consciente de ello. Al salir de la disco, se encaminaron hacia su casa, mientras que Cindy maldijo (en voz baja) a Eugenia por haberla dejado plantada (en realidad fué por rechazar su beso)"

"Por suerte la casa de Delia no estaba muy lejos y por eso sólo tardaron 10 minutos en llegar. Durante el camino, Delia sólo berreaba palabras que, Sergio no entendía pero que Eugenia sabía más o menos por dónde iban los tiros. Ésta deseaba que llegasen de una vez para marcharse. Al entrar a la casa, ambos se dirigieron a la habitación de ella para tumbarla en la cama y que descansara en lo que quedara de noche"

-¡Animo Delia! Túmbate en la cama –Sergio y Eugenia ayudaron a Delia a tumbarse en la cama- Te agradezco mucho que me ayudarás.

-No hombre, haría cualquier cosa por ella –se acercó a Delia y le acarició su cara- Delia

-¡Mierda! Me está sonando el móvil –se sacó de su bolsillo el móvil- ¿Sí? Ah, dime Tony. ¿Ahora? Pero… estoy de descanso… y mi novia… ¡Me da igual que sea urgente! Ohh… está bien. Iré, pero sólo unos minutos. Adiós.

-¿Qué pasa? –preguntó la chica.

-Es del curro, que debo hacer una cosa. Si es que ésta gente no sabe hacer nada sin mí joder. Y… no quisiera dejar a Delia sola… -se quedó pensativo- Antes has dicho que harías cualquier cosa por ella ¿verdad? Quédate con Delia hasta que vuelva, por favor.

-¿Qué?

-Sólo serán… unas horas, te lo prometo.

-No es eso, es que… mañana vuelvo a mi pueblo y

-Te lo pido por favor –Sergio tomó las manos de ella.

-Ayy… está bien. Me quedaré con ella.

-Bien, muchas gracias. Eres una buena amiga. No entiendo el porque Delia nunca te ha nombrado.

-Sospecho que yo sí.

-No tardaré. Hasta luego.

"Sergio se despidió de Eugenia no sin antes pedirle ese gran favor; que cuidara de Delia en su ausencia. Eugenia dudaba ya que mañana volvería a su pueblo, algo que Delia ignoraba. Ésta seguía dormida profundamente, aunque de vez en cuando respiraba con dificultad, como si soñara algo… excitante. Eugenia se sentó al lado de ella, para contemplarla en lo que quedara de noche (o el tiempo que tardara Sergio en volver) Empezó a tocarla por encima de su ropa, bueno en realidad la acariciaba para no despertarla. Sólo quería sentirla una vez más, sentir que estaba tocando el cuerpo de la mujer que amaba, y por desdicha para Eugenia, por última vez. Posó su mano en el estómago, lo acariciaba dando círculos a la vez que Delia respiraba fuertemente. Estaba como dándole un masaje mientras que veía como su mano subía y bajaba por culpa de la manera que Delia respiraba."

"Siguió subiendo su mano, entró por una zona casi peligrosa; la zona de los pechos de Delia. Eugenia no tenía intención de tocárselas pero… no pudo resistir la tentación, aparte de que las echaba de menos. Reposó su mano en una de sus tetas y comenzó a amasarla lentamente, delicadamente… Le excitó mucho su contacto con ésa parte del cuerpo íntimo y personal de Delia. Deseaba que estuviera consciente para ver su cara de placer, de gozo, de felicidad… No hizo falta que la chica estuviera despierta porque a través de su ropa vió su pezón ligeramente sobresalido, queriendo ser liberado de su camiseta para ser devorado."

"Con la yema de su dedo, Eugenia tocó ésa parte en concreto, ésa puntita que se distinguía de su camiseta. Delia daba pequeños suspiros, cortos gemidos que a ella le parecía una buena señal; su chica sentía todo lo que le estaba haciendo. Se recostó a su lado y se acercó a sus tetas. Por encima de su ropa empezó a chupar ese pezoncillo que seguía sobresalido. Lo lamió, le dió pequeños mordisquitos… tanto que dejó su camiseta empapada de su saliva. La mano de Delia empezó a moverse, como si quisiera tocar algo. Su cerebro no sabía el qué pero su instinto sí. Tocó la cabeza de Eugenia y la atrajo a sus tetas para que siguiera lamiendo. Ésta se asustó y se retiró. Comprobó que Delia seguía dormida pero su cuerpo se movía por impulso, en respuesta a todo lo que le hizo; estaba inconcientemente excitada, sin saber por qué. Sin darse cuenta Eugenia comprobó que ella también estaba muy caliente, sólo su chica podía calmar esa calentura pero… ahora no podía, solo debía conformarse con acariciar su cuerpo. No contenta con eso, se aprovecho de su situación y bajó hacia su sexo. Lo tocó por encima de sus pantalones y recordó que su plato favorito era el coñito de Delia. Deseaba comérselo, lo deseaba tanto que se excitó demasiado. Notaba como su propio sexo se había humedecido bastante, como nunca le pasó antes."

"Se conformó con lamérselo por encima de sus pantalones y produjo en Delia el mismo efecto como si estuviera liberada de toda prenda. A Eugenia le cautivó saber que el sexo de ella desprendía el típico olor de estar muy cachonda y por eso siguió lamiendo por encima de sus pantalones sin intención de despojárselos. Echaba de menos aquel olor, echaba de menos todo su ser… en fin, todo. Delia dirigió sus manos hacia la cabeza de Eugenia para que no parara de hacerle aquello y ésta hizo lo contrario. Paró en seco y aún tumbada sobre ella, se acercó al rostro de ella. La miró con sus brillantes y hermosos ojos negros, la siguió viendo dormida y al suspirar fuertemente, bajó hasta su cuello y empezó a besuquearlo. Delia abrió la boca, casi podría decirse que era consiente de lo que le estaba pasando porque… entreabrió sus ojos y la paró con sus manos. Cogió el rostro de Eugenia y se lo acercó al suyo. Parecía que iba a besarla, pero no"

-Por favor, Eugenia… -le susurró- Hazme el amor.

"Eugenia la miró y comprobó que Delia le dijo eso con una mirada perdida y medio dormidos. Le pareció hermoso que le pidiera eso y seguro que hubiera hecho que su deseo se hiciera realidad… pero había tantas cosas que se lo impedían… "

-No, así no –le dijo entre jadeos-…ni aquí

"Los actos de Eugenia no correspondía a sus palabras, seguía encima de ella, y deseando poseerla. Tímidamente rozó sus labios con los de ella, pero sin besarla. Se dirigió de nuevo a su cuello, mientras que Delia ya no suspiraba; gemía. Lo besaba tiernamente hasta que algo la detuvo; el sonido de una puerta. Precipitadamente se levantó de su cama e intentó calmarse. Era Sergio que vino después de haber estado fuera 25 minutos. Éste entró en la habitación de ella. Se encontró a su novia respirar con dificultad y a Eugenia que fingía estar preocupada"

-He venido lo antes posible –le comentó a Eugenia- ¿Está mejor?

-Eh… sí, sí –afirmó aun nerviosa- Sólo que… estará soñando con algo fuerte o

-¿Tendrá un sueño erótico tal vez?

-Seguro que es eso. Bueno… me tengo que ir ya. Tengo que volver mañana a mi pueblo pero no antes sin visitar la tienda de mis padres

-Claro, ya no te entretengo más. Gracias por todo Eugenia, estoy seguro de que Delia te estará muy agradecida.

-Sí… Despídela de mi parte.

"Antes de irse de su casa, remiró a Delia por ultima vez que seguía recostada, dormida. A ella le pareció un ángel durmiendo en un pedestal. Casi se le podía apreciar en su rostro una lagrimilla a punto de salir pero… se contuvo, y se despidió de Sergio, pidiéndole que por favor, la haga muy feliz"

"Al día siguiente, Delia despertó de su eterno sueño con Eugenia. Le costó asimilar que en dónde estaba era en su casa y que anoche se encontraba muy pedo para acordarse de lo que pasó. Creyó que todo lo que sintió anoche se trataba de un lindo y erótico sueño. Si supiera que todo fué verdad…"

¡Dios! Tenía un dolor de cabeza del copón. Creo que me pasé bebiendo anoche. Y estoy segura de que hice el ridículo con Eugenia. Aunque hablando de ella… recuerdo nítidamente un sueño que tuve anoche, con ella de protagonista. Es curioso porque incluso me pareció muy real, sus caricias, sus besos… Uf… todavía recuerdo esas sensaciones tan maravillosas, tan placenteras… Recordé como era hacer el amor con ella, a pesar de que sólo haya sido una vez. Pero ésa vez… fué muy especial, como la chica de la que me enamoré, y ahora me he dado cuenta de que… ¡la sigo queriendo! Ohh ¿Qué debo hacer? ¿Dejo de lado los impulsos de mi corazón? O ¿voy tras ella y le grito "¡te quiero!" en medio de la calle? Joder ¿Qué locura estoy pensando? ¿Y Sergio? No puedo hacerle esto, no quiero hacerle daño. Le quiero mucho pero… de quién estoy realmente enamorada es de Eugenia. No puedo vivir una mentira mientras que mi vida pasa de largo, como el que pierde el tren.

-¡Bueno días, mi vida! –dijo entrando en mi habitación, dándome un beso en mis labios- ¿Qué tal te encuentras?

-Pufff… me duele tela la cabeza… -me quejé, tocándome la cabeza- ¿Qué me ha pasado?

-¿Qué te pasó? Anoche bebiste más de la cuenta, como una desgraciada –me explicó- ¿Por qué Delia? No sueles pasarte con la bebida.

-Es muy largo de explicar Sergio. Y Eugenia

-Me ayudó anoche a traerte aquí. Fué muy amable y

-Me refiero a dónde está –le corté.

-Me dijo ayer que hoy volvía a su pueblo.

-¿¡QUÉ!?

Mi corazón se partió en dos; Eugenia volvía a su pueblo, y sin saber que yo la sigo queriendo y que quisiera estar con ella para siempre, como deseé a la edad de 20 años. Necesitaba llorar, pero me aguanté, no quise preocupar a Sergio. Me levanté de la cama, para asimilar lo que me estaba pasando. Pero con éste dolor de cabeza… Ahora si que no tenía esperanza de volverla a ver.

-Aunque también me contó que antes de irse, visitaría la antigua tienda de sus padres para

-¿La tienda de sus padres? –me quedé callada unos minutos, pensativa, y me asomé a la ventana para que el aire fresquito de la mañana aclarara mis ideas- Debo… debo ir tras ella, tal vez esté a tiempo

-¿Dices algo?

-Sergio –me acerqué a él- Tal vez gracias a tí, cambie mi vida por completo, por haberme dicho eso.

-¿Lo de que Eugenia irá a visitar la tienda de sus padres?

-Sí, te lo agradeceré siempre -me despedí de él con un beso.

Gracias a ésa información, podría quizás reencontrarme con Eugenia. Pero tal vez ya sea tarde, igual ya ha ido a la tienda de sus padres y ya esté de camino a su pueblo… Tengo que intentarlo, no quiero quedarme con ésa duda para siempre. Me mojé la cara para despejarme del todo y tal y como estaba corrí en busca de ella.

Eran las 11:15 de la mañana y ahí me encontraba yo; corriendo por las calles como una loca, sin pararme un segundo para respirar. El tiempo es oro y no quería desaprovecharlo. ¡Que paliza le estaba dando a mi corazón! Bombeaba a mil por hora. Cada paso que daba, disminuía mis esperanzas de verla pero aumentaba mi cansancio. De lejos ya podía visualizar la antigua tienda de alimentación, en donde la conocí. ¡No puedo creerlo! Las persianas estaban medias subidas ¡Eugenia todavía se encontraba allí! El destino me daba una segunda oportunidad.

Paré un segundo para tomar aire y recuperar el aliento justo delante de la tienda. Intentaba imaginar la cara de mi niña preciosa al verme allí. Tal vez se sorprenda (eso seguro) y se alegre además. O… quizás prefiera no verme después de lo de anoche. ¡Basta! Lo que debo hacer es entrar de una puta vez y soltarle todo lo que siento en mi interior.

Pasé por debajo de las persianas y entré en silencio, para que ella no se diera cuenta de que alguien entró. Allí estaba Eugenia, de espaldas, apoyada en una mesa, revisando unos papeles en silencio. Se la veía muy concentrada, tal vez por eso no se dió cuenta de que yo entré. La tienda estaba completamente vacía; en las estanterías no había nada y estaban llenas de polvo. Bueno, había alguna que otras cosillas comestibles pero seguro que pasado de fecha. Me acerqué a ella despacito y era consciente de que mi respiración todavía acelerada me delataría. Y así fué, Eugenia se dió rápidamente la vuelta y me miró seria y asombrada a la vez.

-¡Delia! –exclamó- ¿Cómo… cómo sabías que estaba aquí?

-Tenemos amigas comunes en el MSN –le contesté lo mismo que me dijo ella justo cuando le pregunté lo mismo ayer- Mi nov… bueno, Sergio me dijo que estarías aquí y… he corrido para pillarte aquí.

-Ayer me lo dejaste muy claro ¿sabes? Tú quieres a tu novio y no quieres hacerle una putada

-¡A la que quiero es a ti Eugenia! –le grité- ¿No te das cuenta?

-No, de lo que me doy cuenta es de que no te aclaras –dejó a un lado sus papeles para ponerse frente a mí- Lo que no puede ser es que ayer me dijeras que quieres tu novio y que ahora me digas que me quieres a mí.

-Estoy dispuesta a dejarlo todo por ti, y eso incluye a mi novio. Estoy tan enamorada de ti que haría ésta locura, sin pensar en nada ni en nadie, sólo en… ser feliz y hacerte feliz –le dije acariciando su cara.

-¿De verdad harías eso? –preguntó casi susurrante.

-Sí. Es curioso… -me acerqué tanto a ella que mi cara quedó casi cerca de su rostro- Anoche soñé que acariciabas todo mi cuerpo, que besabas mi cuello, que me comías todo mi coñito… Me excitaron todas y cada de tus caricias Eugenia. Me hubiera gustado que fuera sido real

Eugenia desvió su mirada sin decir nada y me dió la espalda, apoyándose en la mesa. ¿Qué le pasaba? ¿No le agradó oír eso? O tal vez… no fué un sueño precisamente. ¡Claro! Por eso me pareció tan real. Sus caricias, sus besos… fueron reales. Rodeé su cintura con mis manos, sin que nuestros cuerpos perdieran el contacto.

-No fué un sueño ¿verdad Eugenia? Tú me hiciste todas esas cosas cuando estaba pedo

-Lo siento pero… -se dió la vuelta y me miró a los ojos- …no pude resistirme. Tienes un cuerpo que me vuelve loca; unos labios que nunca me cansaría de besar, unas tetas que devoraría todas las noches y un conejito rico y sabroso que podría ser mi única fuente de alimento.

-Pues… has esperado mucho tiempo para decirme eso, mi niña

Yo sonreía, nunca en mi vida había sido tan feliz como ahora; estaba junto a la chica que amaba profundamente y ahora nuevamente podría demostrárselo. Esas sugerentes palabras que salieron de su boca, me encendieron mucho, y me produjo mucho morbo que estuviéramos en la tienda de sus padres totalmente solas, enamoradas y cachondas.

Nos abrazamos fuertemente, como el que tiene frío y necesitara taparse. Noté como sus manos bajaban por mi espalda, lentamente. Haciéndome cosquillas y excitándome al mismo tiempo. No podía adivinar dónde llegarían sus manos, las bajaba y las subía… Con las mías acariciaba su pelo moreno que olía como ella; a niño pequeño. Sus manos se posaron finalmente en mi trasero. A lo primero sólo lo tocaba, dándole formas imposibles, pero luego… empezó a darle azotes (sin llegar a hacerme daño) Uff… no es que fuera una sadomasoquista pero, aquello me encantaba, que Eugenia me pegara así me gustaba mucho. Consiguió que con sus palmadas en mi trasero, mi concha se mojara lo suficiente. Sé que ella no se conformará con eso, quiere en mí un gran festín para ella.

Yo no me quedé quieta, ni mucho menos. Quería de nuevo descubrir su sensual cuerpo que tanto me había y me sigue enloqueciendo. Manoseé por encima de su ropa sus pechos, esos pechos que tanto echaba de menos, los primeros y los últimos que probé en una mujer… Nunca quise estar con otra mujer que no fuera ella. No es que fuera por falta de pretendientas pero… nunca quise borrar de mi mente ése dulce momento de amor que mantuvimos Eugenia y yo con otros "encuentros espontáneos" que no llegaban a ninguna parte. Metí mis manos por debajo de su camiseta para sentir la calidez de sus tetas. Mmmm, sus pezones estaban duritos, es buena señal; estaba tan excitada como yo. Tomé sus manos e hice que ella misma se tocara su propio cuerpo; sus pechos, su vientre… hasta más abajo.

-Sí Eugenia… imagínate que soy yo.

La obligué a que metiera sus manos dentro de sus pantalones, quería ver como se tocaba su conejito, mojado, jugosito… Ella misma se empezó a masturbar y por como entornaba los ojos, le estaba dando gustito y sin mi ayuda. Al sacar su mano, la vi ligeramente húmeda, de sus propios flujos. Me pidió que cerrara los ojos y la obedecí. Creo que pasó su mano por mi nariz porque detecté ése olor de "fémina hambrienta de sexo"

-Mmmmm ¿Qué es ése olor?

-Soy yo. Tú me has puesto así.

Eugenia estaba muy excitada y yo tenía que hacer algo al respecto. No puedo dejar a mi niña preciosa con ése calentón tan reservado durante tantos años. La senté en la mesa y me coloqué de tal manera, que nuestros sexos se rozaran. Nos besamos, sin dejar de tocarnos. No quise dejar de hacer ninguna de las dos cosas, la necesitaba en todos los aspectos. La he necesitado tanto durante estos 7 años… Aquella situación me recordó nuestra primera vez; increíble, maravilloso, precioso, tal vez también imprevisible porque nunca sabes que hará la otra persona con sus manos, con su lengua… con cualquier parte de su cuerpo.

La seguí besando, apoyándome sobre ella en la misma mesa. ¡Que dulce momento estábamos viviendo! Tan pegadas las dos, como el velcro. Eugenia me quitó la camiseta, dejando mis tetas al descubierto. Ella las miró con admiración, con ganas de comérselas, pero todavía no se lo permitiría. Quise ser la primera en hacerle el amor. Le quité la parte de arriba y saboreé después de 7 años sus pechos apetecibles. Sus pezones esperaban impacientes que mi lengua pasara por ellas. Primero una luego la otra, a la vez que las masajeaba con delicadeza. Eugenia jadeaba de gusto y ni siquiera había llegado el momento de lo bueno. Ésa visión me excitaba aún más… no creo que yo pudiera aguantar tanto. Descendí mi lengua por su estómago, haciendo dibujillos sobre su cálida piel. Ésta vez Eugenia reía, de gozo, de felicidad. Yo también era feliz de verla así. Le quité sus vaqueros hasta dejarla en ropa interior. Sólo esa minúscula prenda impedía ver el cuerpo integro de mi niña. Y antes de despojárselos, visualicé sus braguitas blancas, tan mojadas que parecían recién sacadas de la lavadora.

No pude evitar tocarle su conejito por encima de su ropa interior para ver la cara que ponía Eugenia. Mmm, me esperaba una comida muy caliente, y ella me miraba con ojillos de "que burra me has puesto Delia" Mi lengua sería la solución a ése problema. Le quité sus braguitas y apareció ante mi la visión de su coñito, tal y como recordaba; peludito y tan oscuro como sus ojos y brillante por estar mojado. Me arrodillé para estar a la altura de su toto y así poder comérmelo a gusto a la par que cómoda. Ella abrió sus piernas y me ofreció ése manjar de los Dioses. Chupé mi dedo índice para tocar su clítoris hinchadito y muy sensible. Movía por reflejo propio sus piernas cada vez que le tocaba su botoncito. Ése olor que desprendía me volvió loca de deseo, de excitación… y no quise hacerla esperar más.

Abrí bien su coñito para acertar a la primera jeje. Le día al blanco en seguido, el que esté hinchadito facilitó la puntería con mi lengua. Lento a lo primero, quería que me pidiera, que me exigiera, que me gritara MÁS, MÁS y MÁS. Uff… la de tiempo que no le hago el sexo oral a alguien, ni siquiera a mi novio; me daba asco aquello. Pero esto era diferente; estaba comiéndome el coñito a la persona que amaba. Y por ella haría cualquier cosa por hacerle feliz. ¡Menuda mamada le estaba haciendo! Ella me cogia del pelo, atrayéndome hacia su sexo. Quería que aquello durase mucho tiempo, ése rico cardito que lamía sin cesar me encantaba. Pero el cuerpo de Eugenia no creo que aguantase mucho tiempo aquella situación. Su respiración era cada vez más acelerada, entre gemidos y gritos podía oír cosas como "no pares" "tu lengua es una delicia" "cuanto te quiero" Yo no decía nada, sólo la miraba a los ojos mientras me comía todo su conejito, chupaba su clítoris con mis labios, que casi podía morderlo. Deseaba que me hiciera lo mismo a mí… Tanto que yo misma me masturbaba hasta que me llegara el momento, sin dejar de lamer. No quise correrme, quería que ella me hiciera tocar el cielo con las manos con su lengua.

Pero la que iba a alcanzar el cielo ahora era Eugenia, al notar unos pequeños tirones en mi pelo y que respiraba con dificultad. Aceleré mis constantes movimientos con mi lengua sobre su botoncito para que tuviera un orgasmo prolongado y maravilloso. ¡De que manera Eugenia agitaba su cuerpo y su melena! Estaba teniendo el mejor orgasmo de su vida. En toda la solitaria tienda solo se podía oír sus gritos de placer y yo me alegré mucho de haberlo conseguido. Su cuerpo todavía temblaba por las contracciones, y se quedó tumbada en la mesa con los brazos extendidos y con sus ojitos medios dormidos. Me tumbé encima de ella y nos besamos, por mi parte con mucha avidez y ella con cansancio y la verdad es que la entiendo jeje. Que hermosa la veía, sus ojos brillaban más que antes y en ningún momento se le borró ésa sonrisa "extraña" de su cara.

Suspiró por última vez, hizo que me quitara de encima de ella para ponerse en la situación que estaba yo antes. Era yo la que estaba sentada en la mesa y ella de pie, con todo mi cuerpo a su disposición. Mis tetas no tenia protección de ningún tipo ya que antes me despojó la camiseta. Hizo que me tumbara en la mesa para estar más cómoda y… ¡se lanzó a devorarme los pechos! Umm, de que manera saciaba su gran apetito sexual. Como me gustaba saber que tenía hambre de mí, y que no dejaría de probarme hasta que yo acabara explotando de placer. A pesar de haberla dejado agotada apenas hace dos minutos, lamía y succionaba mis pezones con mucha efusividad, como una verdadera maquina sexual. Ésas manos suyas tan cálidas sobre mi cuerpo… sus pechos rozando levemente los míos… sus ojos negros mirándome… ¡todo me parecía un sueño! Aunque la realidad es otra, y es mucho mejor que un sueño; Eugenia era real y estábamos haciendo el amor de la manera más dulce que se pueda imaginar.

Su lengua descendió por mi estomago, haciendo que mi vello se pusiera de punta y sentía muchos escalofríos por todo mi cuerpo. Eugenia mató dos pájaros de un tiro; me quitó los pantalones y mi ropa interior al mismo tiempo, parecía que no podía esperar más siendo yo la que estaba impaciente. Se encontró con la visión de mi sexo sutilmente depilado, ya que estaba reservado para otra persona… ¡Que demonios! ¡La estaba esperando a ella! Masajeó delicadamente mi conejito, llenándose la mano de mi propia humedad vaginal.

-La comida está hecha ¿verdad Delia? –me susurró- Aunque todavía le falta algo.

Pues claro que le falta algo, mi niña, tu lengüita. Captó mi mensaje sin decirle nada, noté la calidez de su lengua en el interior de mi sexo, y me pareció algo tan desconocido, que di un pequeño brinco. ¡Joder, es fantástico! La velocidad de su lengua es la misma que los latidos de mi corazón; rápida, a veces lento. Mi botoncito estaba siendo atacado sin parar con ése pequeño músculo de su boca. Eugenia todavía recordaba como hacerme disfrutar. A veces miraba lo que me hacía, pero sentía tanto placer, que sólo podía entornar los ojos. Ya veía próximo mi orgasmo… me faltaba el aire de una manera increíble, y Eugenia aceleraba más su ritmo, sin dejar de masajear mis tetas con sus manos.

-¡Me corro Eugenia! –grité eufórica- ¡Ahhh!

Sólo le bastó unos minutos para hacerme llegar al clímax total. Eugenia es la mejor amante que se puede tener. Hice lo mismo que ella; quedarme quieta, con los brazos extendidos, y sintiendo las maravillosas contracciones de mi orgasmo. Ella se me acercó y me besó. Yo le correspondí muy agradecida y satisfecha. Pero todavía me quedaban fuerzas para correrme varias veces más. Eugenia, después de besarme, se levantó y se paseó por la tienda desnuda, como si buscara algo. Yo me levanté y me quedé sentada en la mesa mientras la observaba. No me puedo creer que ése cuerpo de piel blanca y adornada con algunos lunarcillos haya sido mío, sólo mío. Me mordí mi labio inferior porque deseaba comerme de nuevo aquel cuerpo que mis ojos visualizaba. Ella regresó a mi lado, con algo en sus manos.

-Todavía está bien de fecha –me enseñó un bote de leche condensada, y seguidamente me besó- ¿Cómo sabrá tu coñito con esto echado por encima?

-¿Quieres comprobarlo? –le susurré sonriendo.

FIN

Aquí os dejo mi regalo de navidad, éste relato que será, de momento, el último que haga. Os agradeceré mucho vuestros comentarios aquí y en mi correo electrónico. Muchas gracias y ¡Feliz Navidad!