ETERNA JUVENTUD. Cap6. Te quiero.

¿Cómo una persona puede expresar hacia otra todo lo que siente con tan solo dos palabras?

ETERNA JUVENTUD. CAPÍTULO 6: TE QUIERO

Miguel estaba esperando a Alberto en su sitio secreto, le había citado allí con un escueto sms porque tenía que decirle algo. Lo ocurrido en los últimos días tenía a Miguel completamente aturdido: estaba feliz porque su relación con Alberto parecía consolidarse día a día, pero sin embargo había perdido a su amigo Mario al rechazarle, y lo que era más grave es que había prometido que se vengaría. Alberto apareció entre los arbustos y su expresión no era la misma de siempre, algo en él le estaba consumiendo y le impedía lucir la sonrisa que siempre iluminaba su rostro.

  • Hola cariño- dijo Miguel mientras se acercaba para saludarle con un beso, sin esperarse que Alberto se apartara para no recibirlo- ¿Qué pasa?

  • Tenemos que hablar Miguel- dijo muy seriamente.

  • Tú dirás.

  • Esto no puede seguir así. No quiero continuar con este rollo que nos traemos, a mí me gustan las mujeres y esto solamente ha sido un juego para mí, una nueva experiencia pero ya no quiero seguir engañándome a mí mismo, no me gustas- dijo de repente Alberto con una frialdad extrema, sin poder mirar a la cara a Miguel

  • Pero, mi amor…

  • No me llames mi amor, ya no soy tu amor, olvídame. Haz como si esta semana nunca hubiera existido, bórrala de tu mente.

  • No entiendo nada Alberto- dijo Miguel compungido mientras sus ojos comenzaban a humedecerse- ¿Qué ha cambiado? Si ayer estábamos perfectamente, incluso me dijiste que me querías…

  • ¿Cómo te voy a querer yo a ti? Yo solamente quiero a Sofía, mi novia, tú no eres nada para mí, ni siquiera eres mi amigo. Has sido un entretenimiento esta semana, pero nada más…

  • Pero me lo dijiste. Me dijiste “te quiero”- suspiro Miguel sin poder evitar que las lágrimas comenzasen a caer por su rostro. Estaba totalmente desconcertado, no podía creerse que Alberto le estuviera diciendo todo esto. El dolor comenzaba a apoderarse de su corazón y le estaba matando por dentro. Le amaba tanto… y ahora estaba provocándole el mayor sufrimiento existente.

  • Te dije “te quiero” porque quería que me la chuparas, que pareces tonto. Hay que ser menos ingenuo en esta vida, Miguel, a mí de ti solamente me interesaba tu boquita para que te tragaras mi semen, que eso Sofía no lo hace…

  • ¿Y qué hay de los besos? En ellos se notaba amor, pasión… No pudieron ser una mentira, demostrabas que me querías cada vez que tus labios besaban los míos y nuestras lenguas chocaban en el interior de nuestras bocas…

  • ¿Finjo bien, eh? Miguel, por favor, abandona ya de una vez la fantasía que te has montado en tu cabeza y vuelve al mundo real: no te quiero- dijo Alberto con una dureza impecable, sus palabras eran como cuchillas que cortaban en pedacitos a Miguel, que ya no podía parar de llorar por el dolor causado, pero Alberto era incapaz de mirarle a la cara, desde que comenzaron la dolorosa conversación no había apartado su mirada de un punto fijo en el suelo.

  • No te creo, Alberto, no te creo, es imposible que no me quieras, parecías tan sincero cuando me besabas y cuando me lo dijiste… Tus ojos no me engañaban.

  • Que no te quiero joder, déjalo ya Miguel, no lo hagas más difícil…

  • No, no y no, hasta que no me mires a los ojos y me digas que no me quieres no te creo - NO TE QUIERO- dijo Alberto casi en un grito mirando fijamente los ojos vidriosos de Miguel, que en ese momento sintió como si el mundo se derrumbara sobre él…

Cuarenta y ocho horas antes

Todos los alumnos de 1ºA se sentaron inmediatamente en sus respectivos asientos cuando Francisco entró por la puerta del aula. Era viernes, y les había dicho que ese sería el día que traería corregidos los exámenes. El nerviosismo estaba presente en todos y cada uno de ellos, iban a saber la primera nota del curso, la primera nota de Bachillerato, que ya contaba para la media… Aunque era el primer examen, significaba mucho, sobre todo para los que querían acceder a carreras con nota de corte, que en su caso eran casi todos, ya que estaba en la modalidad de Ciencias de la salud y la mayoría de las carreras de esta rama tienen límite de plazas.

  • Como os dije, ya tengo los exámenes corregidos, y la verdad, no me esperaba este resultado. Son notas bajísimas, parece que nos habéis dado cuenta de donde estáis y de lo que os estáis jugando en cada examen: vuestro futuro. Espero que tras ver vuestra nota reaccionéis y os pongáis a trabajar en serio, porque espero mucho más de todos vosotros.

Y tras este breve discurso en el que se le notó más decepcionado que enfadado por los resultados, comenzó a repartir los exámenes. Todos esperaban una mala nota, aunque en el fondo tenían algo de esperanza en que no fuera así, por ello la decepción también se apoderaba de ellos cuando veían la calificación plasmada sobre el papel de su examen en rojo. El que más nervioso estaba de todos era Rodrigo y lo que dijo Francisco le puso aún más. Se arrepentía de no haber preparado mejor el examen, se arrepentía sobre todo de haberle pedido aquella paja a Alex la tarde anterior del examen en vez de haberse puesto directamente a estudiar… Pero ahora ya no había vuelta atrás, debía aceptar las consecuencias de sus actos. Cuando Francisco le entregó su examen, sintió como todo a su alrededor se derrumbaba y sus ojos se inundaron de lágrimas que luchaban por salir al exterior por toda la rabia contenida. No podía parar de mirar la nota, redondeada justo al lado de su nombre: 3,3. Nunca en su vida había suspendido un examen y la sensación de fracaso que sentía se apoderaba fuertemente de él. Miró al lado suyo y vio como Alex miraba también decepcionado su examen, su nota era mucho peor, un 1,7, pero la diferencia estaba en que Alex con un 5 se conformaba mientras que él no se permitía bajar del 9.

El resto de notas tampoco fueron demasiado altas. Iván y Varo aprobaron con un 5 justo, y Francisco les dejó caer que no volverían a tener la misma suerte en ningún otro examen. Ellos dos sabían perfectamente a lo que se refería, pero lo que importaba es que ya tenían un aprobado. Miguel se quedó a puntito de aprobar, con un 4,5. Estaba sentado solo, Mario no había ido a clase. Pensó que su amigo después de lo ocurrido ayer se limitaría a no dirigirle la palabra, pero no se imaginaba que llegara hasta el punto de quedarse en casa en vez de venir al instituto. Intentó mirar hacia el sitio de Alberto para poder ver su nota, y lo que vio le alegró muchísimo: ¡había sacado un 7,1! Seguramente sería la mayor nota de clase, estaba muy orgulloso de él. De hecho, se había puesto muy feliz a pesar de haber suspendido.

Durante lo que quedaba de clase, Francisco se dedicó a corregir el examen de arriba a abajo, pero era evidente que nadie estaba atendiendo a las explicaciones del profesor sobre los ejercicios. Todos tenían la cabeza en otro asunto, ya fuera en cómo se lo dirían a sus padres o calculando lo que tendrían que sacar en el próximo examen para poder compensar esta nota.

Finalmente el timbre sonó, y como si de un acto reflejo se tratara, todos se levantaron de sus asientos velozmente y fueron a devolverle el examen a Francisco para poder salir de clase cuanto antes. Ahora les tocaba recreo, lo que les daba un respiro antes de afrontar las horas restantes. Miguel, al ver que Alberto estaba recogiendo sus cosas solo, se acercó a él.

  • Enhorabuena, campeón- le dijo casi en un susurro

  • Gracias, tú te has quedado cerquita, ¿no?- le contestó Alberto, que tampoco había podido evitar echarle un vistazo a la nota de Miguel.

  • Bueno, pero es igual, estoy muy contento por ti, ¿habrá que celebrarlo no?

  • Esta tarde creo que voy a estar solo… Si quieres pásate

  • Nada me apetece más en este mundo- Y tras decir esto, Miguel se alejó al ver que Sofía volvía para estar con su novio. No podía mirarla a los ojos, a pesar de que casi no la conocía, se sentía mal por estar viéndose a espaldas de ella con su novio, nunca le había gustado ser “la otra”, pero solo con estar con Alberto tenía suficiente, le daba igual cuáles fueran las circunstancias.

  • ¿Qué hacías hablando con ese?- preguntó Sofía despectivamente

  • Ah, nada, solo vino a preguntarme la nota… - mintió Alberto

  • Qué cotilla. Oye cari, ¿esta tarde haces algo? Podías venirte a mi casa, que estoy solita y aburrida… - dijo Sofía sugerentemente mientras jugueteaba con la cremallera de la sudadera de Alberto.

  • Lo siento, pero me ha pedido mi madre que la ayude con unas cosas. Si eso mañana, ¿vale?- mintió Alberto, y para que su novia no se enfadara un mucho, le dio un beso en la boca a modo de consolación.

Iván y Varo tras salir de clase fueron directamente a los baños. Necesitaban fumar para poder desconectar un poco de las clases. Varo no estaba de acuerdo con la idea de su amigo de fumar en los baños a escondidas, ya que si les pillaba algún profesor les expulsaba directamente, pero cuando Iván se lo podía con cara de niño bueno no podía resistirse y siempre cedía. Cuando entraron al baño, se sorprendieron al ver que no estaba vacío. Allí se encontraba Rodrigo sentado en el suelo y tapándose la cara con las dos manos. Estaba llorando por el suspenso.

  • ¿Qué pasa Rodriguín, te ha dejado tu novio?- pregunto Iván acompañado de las risas de Varo

  • Vete a la mierda Iván, hoy no estoy para aguantar tus gilipolleces- le dijo Rodrigo mientras se levantaba bruscamente.

  • Tranquilito, eh, que si he sacado más nota que tú te aguantas y punto. Pero mira, hoy estoy generoso, tengo un regalito para ti- le dijo Iván mientras le enseñaba un porro ya liado.

  • ¿Pero qué dices tío? ¿Cómo voy a fumar en el instituto?

  • Uy, que miedo, como si alguien entrara en este baño asqueroso alguna vez. Venga, ¿lo quieres o no?

  • Pero, Iván, ese porro es el último que nos queda y era para fumárnoslo ahora tío- le dijo Varo. Aunque desaprobaba la acción de fumar en los baños, en realidad le encantaba compartir el porro con su amado, ya que sentía que era la única vez que de alguna forma estaban unidos.

  • Es que hoy me siento buena persona por el aprobado, y hay que ayudar a los que han suspendido a superar el bache- dijo Iván con un poco de burla- Además, tengo mucha más en casa, esta tarde te vienes que mi padre trabaja y nos fumamos unos cuantos.

  • Vale, tío, mola el plan, pues dáselo y bajemos anda

  • Tú dirás Rodri, ¿lo quieres o no?- preguntó por última vez Iván poniéndole el porro justo delante de la cara.

  • Para ti soy Rodrigo. Y sí, dámelo. Si quieres te lo puedo pagar.

  • No hombre Rodri, si los compañeros de clase tenemos que ayudarnos- dijo Iván mientras se lo entregaba- Ala, que los disfrutes. Vámonos Varo.

Y los dos amigos salieron del baño dejando a Rodrigo solo de nuevo, con el porro en la mano. Tras meterse en uno de los váteres cerrados, sacó su mechero y dio la primera calada que le supo a gloria. No era fumador, pero de vez en cuando sí que lo había probado con sus amigos en alguna noche de juerga, aunque debido al fútbol no podían hacerlo muy a menudo. En época de exámenes, se solía fumar alguno para relajarse, pero nunca había tenido que fumárselo para asumir un suspenso, esto era algo completamente nuevo para él. Conforme se iba consumiendo el porro debido a sus caladas, cada vez se sentía más relajado y a gusto consigo mismo, sintiendo una paz interior que creía perdida para siempre. Pero de repente, todas esas sensaciones se esfumaron de golpe, cuando la puerta del retrete en el que se encontraba se abrió y ante sus ojos apareció la figura imponente de Francisco.

  • ¿Qué, lo estás pasando bien, Rodrigo?

  • Eh… eh… puedo expli…carlo, en serio…- dijo Rodrigo totalmente bloqueado.

  • ¿Cómo se puede ser tan tonto para fumar en el instituto?- dijo Francisco mientras cogía el porro de sus manos y lo tiraba a la papelera del baño- Sígame.

Rodrigo, completamente cabizbajo, siguió a su profesor, que le llevó hasta el departamento de Física y Química. Ahora sí que había mandado a la mierda todo su futuro, una expulsión en su expediente será demoledora, y además empezar de cero en un nuevo instituto, por no hablar de la decepción y el cabreo que pillarían sus padres. Todo su mundo iba a cambiar a partir de ahora, pero no se imaginaba de qué manera.

  • ¿Sabes lo que hay que hacer según el reglamento con los alumnos que son pillados fumando en el instituto? – preguntó Francisco con el semblante completamente serio.

  • Por favor, no me expulse… Sería lo peor que me podría pasar, por favor…

  • ¿Tú querías estudiar Medicina, no? Pues lo veo un poco complicado ya, además tu nota del primer examen deja bastante que desear…

  • Prometo que voy a estudiar a partir de ahora de verdad, pero no me expulse, se lo suplico…

  • ¿Tanto deseas entrar en esa carrera chaval?

  • Ser médico es mi sueño desde que era un crío…

  • Pues has sido un irresponsable no estudiando para el primer examen y por supuesto fumándote ese mísero porro en el baño.

  • Lo sé, y estoy muy arrepentido, de verdad, no me expulse… Haré lo que sea, lo que usted me pida, se lo prometo…

  • Mmmm… ¿harás lo que sea para que yo olvide este pequeño incidente? – dijo Francisco pensativo.

  • Se lo juro, lo que sea.

  • Se me ocurre una cosa que estaría muy bien, pero te aviso que es a largo plazo, durante todo el curso. Si aceptas ahora no podrás echarte atrás, pero te aseguro que si lo haces bien tendrás garantizada tu plaza en la carrera de Medicina.

  • Acepto- dijo Rodrigo impulsivamente

  • Pero si aún no sabes en qué consiste…

  • Me da igual, acepto- repitió Rodrigo pesando en que le tocaría hacer simplemente trabajo extra durante todo el curso.

  • Muy bien chaval, en unos días te avisaré para que te pases por mi casa y te explicaré detalladamente en qué consiste y todo lo que tendrás que hacer. Déjame la libreta y te apunto mi dirección.

  • Muchas gracias, Francisco, de verdad, le prometo que haré todo lo que me pida.

  • Eso espero, Rodrigo, eso espero- dijo Francisco, y una sonrisa siniestra se apoderó de su rostro.

Cuando sonó el timbre que puso fin a la semana lectiva y dio la bienvenida al fin de semana, Sergio encontró la manera de escabullirse de sus amigos e ir a hacerle una visitilla a Adrián.

  • Hola entrenador, tengo una pregunta que hacerle – dijo Sergio al abrir la puerta de su despacho.

  • Pase, pase- dijo Adrián desde dentro mientras le guiñaba un ojo

  • Qué ganas tenía de verte- dijo Sergio al mismo tiempo que se lanzaba a besarle tras cerrar la puerta.

  • Yo también- respondió Adrián- Tengo que hacerte una propuesta. ¿Te apetece que quedemos mañana?

  • Ufff, es que creo que ya he quedado con mis amigos…

  • Venga, porfa, que tengo una sorpresa para ti… - comenzó a susurrarle mientras le besaba el cuello- Además, sería la primera vez que quedásemos fuera del instituto, va a ser algo especial, ya verás…

  • Tú sí que sabes convencerme mmm- murmuró Sergio sin poderse resistir a esos besos en el cuello

  • Perfecto. Pues, ¿qué te parece si te recojo mañana con el coche en la entrada del instituto?

  • Genial, ¿y a dónde iremos?

  • No seas impaciente tonto, qué ya te dije que iba a ser una sorpresa- y tras esta frase de Adrián, se fundieron en un tierno beso.

Edu iba de regreso a casa acompañado de Alberto. Éste había decidido acompañarle para poder ver las grabaciones de la webcam que colocaron en la habitación de Iván, para ver si habían conseguido algo de interés.

  • ¿Hola?- preguntó Edu al abrir la puerta de casa para comprobar si su hermano había llegado ya- No hay nadie, vamos.

Los dos chicos se dirigieron a la habitación de Iván y fueron directos hacia donde estaba situada la webcam para después dirigirse con ella a la habitación de Edu. La conectaron a su ordenador portátil y lo que vieron les dejó estupefactos:

Iván y Varo entraron en la habitación de Iván y fueron directos a tumbarse en la cama, cansados tras el duro entrenamiento de esa tarde. Adrián les había metido más caña de la normal. Como de costumbre, después del entrenamiento se habían quedado un rato en el parque fumándose un porro que compartieron, por lo que estaban un poco idos. Todavía no se habían duchado ya que nunca se quedaban en el vestuario, por lo que aún estaban bastante sudados.

- Bua, lo que nos hace correr este tío no es normal- dijo Varo para sacar algún tema de conversación.

- Menos mal que ese porrito nos ha relajado eh… - murmuró Iván con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en la pared.

- Tío, deberíamos ducharnos, apestamos

- Tú si te quieres duchar vete a tu casa eh gorrón – bromeó Iván- Yo estoy demasiado cómodo aquí como para moverme…

- Ya, la verdad es que después del porro aquí tumbados se está en la gloria- dijo Varo, y aprovechando que su amigo estaba con los ojos cerrados se quedó mirándolo embobado. Era perfecto, y aunque tuviera todo su cuerpo sudado, le seguía pareciendo el tío más sexy que conocía. Para él la gloria no era haberse fumado un porro, sino simplemente estar tumbado al lado suyo.

- ¿Sabes cómo estaría yo en la gloria completamente? Con una mamadita… - gimoteó Iván mientras se sobaba el paquete, estaba empezando a ponerse bastante cachondo.

- Ya tío, pero no tenemos ninguna tía a la que llamar

- Pero te tengo a ti, Alvarito – dijo Iván mientras le tocaba la nuca a su amigo y en su rostro se dibujaba una sonrisa pícara

- ¿Qué dices, tío? Yo no te la chupo que no soy maricón… - dijo Varo sorprendido por la propuesta de su amigo, aunque en realidad era lo que más le apetecía en ese momento

- Nadie está hablando de maricones, solo de un amigo que le hace un favor a otro amigo. Si lo hizo Miguel y le encantó- rió Iván

- Venga vale… ¿Pero me prometes que no saldrá de aquí?- dijo Varo ocultando la felicidad que sentía en su interior en esos momentos. Estaba a punto de cumplir lo que más deseaba en este mundo.

- Tranqui, tío, si no conté lo del pringado de Miguel, no voy a contar lo tuyo que eres mi mejor amigo…

Varo sonrió a su amigo y colocó su mano en la zona en la que hasta ahora había estado la mano de su amigo. Se dispuso a sobar el paquete de su amigo por encima del pantalón e inevitablemente la polla de Iván comenzó a despertar. Varo le abrió la bragueta y pudo ver como su bóxer blanco presentaba una mancha que seguramente sería precum o restos de corrida de alguna paja anterior. Apartó bruscamente el bóxer de su amigo, ansioso de poder ver su prominente rabo, y ante él se alzaron unos 17 centímetros de polla que estaba deseando probar. La rodeó con su mano, y como era de esperar, estaba pegajosa por el sudor, pero eso a Varo no le dio ningún asco. La pajeó ligeramente pero no aguantó mucho sin agachar la cabeza hacia la entrepierna de su amigo y poder probar ese pene erecto que era como un premio para él. Empezó lamiéndole el glande, para luego ir metiéndosela poco a poco en su boca. Iván no pudo aguantar más y agarrando a su amigo por la nuca, le empujó para que todo su rabo entrara en su boca, lo que le provocó a Varo una arcada. Le empezó a dar bastante morbo que su amigo estuviera desatado sexualmente, porque él se sentía exactamente igual, sin embargo, debía contener lo mucho que le estaba gustando chupársela a su amigo, para que no sospechara de él. Iván estaba completamente desatado, le encantaba que se la chupasen, aunque fuera un tío, y el porro que se había fumado antes le había desinhibido. Iván se estaba follando literalmente la boca de Varo, embistiéndole con toda la fuerza que su posición le permitía, y Varo recibía cada pollazo en su garganta con gusto y placer. Aguantaron un rato con este ritmo salvaje, la cama estaba casi cayéndose de la potencia que llevaban pero a ninguno de los dos parecía importarles. Casi en el suelo, Iván dio la embestida final en la boca de su amigo, y agarrándole la cabeza para que no se apartara, empezó a correrse notando como cada trallazo de lefa caliente que salía de su polla iba directo a la garganta de Varo. Éste  fingía que intentaba soltarse la mano de su amigo pero en realidad le estaba encantado tragarse el semen de la persona a la que tanto amaba, de su mejor amigo, del que estaba locamente enamorado.

- Sí que eres un gran colega, tío, muchas gracias- dijo Iván agotado tras el esfuerzo realizado- Bueno, te acompaño a la puerta, que yo me quiero duchar

- Na, ya me conozco el camino. Y por favor, que nada de lo que ha pasado aquí salga de esta habitación.

Y Varo fue hacia la puerta, contento porque por fin había cumplido una de sus fantasías más ocultas, pero en el fondo no podía evitar sentir como se le desgarraba el corazón al ser consciente de que para Iván no había significado absolutamente nada. Estaba tan lejos de sentir lo mismo que él, que a pesar del acercamiento sexual, nada iba a cambiar entre ellos dos.

Cuando la habitación se quedó vacía, Alberto paró el vídeo y miró a Edu con la boca abierta. Estaban los dos alucinados, lo que acababan de ver les había dejado completamente sorprendidos, era lo último que hubieran esperado encontrar en esa grabación.

  • Esto es perfecto- dijo Alberto sin haber salido aún de su asombro- Me tengo que ir ya, que tengo prisa tío, me llevo el vídeo en un USB, ¿vale?

  • De acuerdo. Te acompaño hasta abajo que voy a ir al trabajo de mi padre a hacerle una visita.

Los dos chicos bajaron por las escaleras y en el portal se despidieron, ya que cada uno se iba por un lado, no sin antes mantener una última charla sobre el vídeo.

  • Con esto Iván está acabado - dijo Alberto, que estaba encantado con la situación, solo le faltaba relamerse.

  • Es lo que se merece el cabrón de mi hermano. Ese vídeo le va a poner en su sitio, y al perrito faldero de Varo también.

  • Se van a quedar sin ganas de seguir molestándonos. Venga, hasta luego tío, gracias por toda la ayuda.

  • Adiós Alberto, gracias a ti por la idea.

Edu y Alberto se estrecharon la mano a modo de despedida y se fue cada uno por su lado, completamente ajenos a que alguien más había escuchado su conversación.

Tras unos quince minutos andando, Edu llegó hasta el edificio en el que trabajaba su padre, aunque la visita no venía a hacérsela a él. Era a Nacho al que venía a dar una sorpresa, ya que llevaban desde el domingo sin estar juntos, y no había podido parar de pensar en él durante esta larga semana de clases. Entró en el edificio y preguntó a unas chicas que se encontraban a la entrada si sabían cuál era el despacho de Nacho, y éstas le indicaron como llegar. Cuando estuvo delante del despacho, picó a la puerta y desde el interior oyó como la grave voz de su amante le invitaba a pasar, desconociendo aún de quien se trataba.

  • ¡Edu!- exclamó Nacho sorprendido- ¿Qué haces aquí?

  • Me apetecía hacerle una visita sorpresa a mi chico… - dijo Edu sugerentemente mientras cerraba la puerta del despacho.

  • ¿Tu  chico? ¿Desde cuándo soy tu chico?-  preguntó Nacho levantando su ceja derecha y sin quitar de su rostro una sonrisa ansiosa

  • Desde que me follaste salvajemente

Y sin aguantar más, Edu se acercó hasta la mesa y comenzó a besar apasionadamente a Nacho, que colocó en sus piernas a “su chico”. Tras estar un buen rato morreándose desatando toda la pasión que tenían contenida, Edu se bajó de las piernas de Nacho y se arrodilló en el suelo.

  • ¿Te he dicho ya que me encantas chaval?- dijo Nacho imaginándose lo que Edu iba a hacer a continuación.

  • Sí, alguna vez… - contestó Edu más provocativo que nunca.

El paquete de Nacho ya abultaba enormemente y Edu no se pudo resistir a liberar su enorme polla para llevársela directamente a la boca. Comenzó así una mamada fuerte ya que su boca estaba perfectamente acostumbrada a los 19 centímetros de rabo que tenía Nacho.

De repente, su pasión se vio interrumpida por la entrada del padre de Edu en el despacho de Nacho, cuyo rostro cambió por completo. Edu al encontrarse arrodillado, hundió más su cabeza contra la entrepierna de Nacho para que su padre no notara que había alguien ahí. Nacho trató de actuar con normalidad, pero no se dio cuenta de que la mesa no llegaba hasta el suelo, y que los pies de Edu quedaban al descubierto. La expresión de su padre cambió por completo al reconocer los playeros que le había regalado a su hijo pequeño las últimas Navidades.

  • ¿Eduardo?- preguntó creyendo que todo esto no podía ser real.

  • Papá, por favor, puedo explicarlo…- empezó a hablar Edu con la voz entrecortada mientras se levantaba del suelo e iba hacia su padre

  • Sal fuera. Luego hablaremos.

  • Pero papá…

  • SAL FUERA- Y tras el grito enfadado de su padre, Edu no dudó en hacer lo que le había ordenador.

  • Luis… - comenzó Nacho sin saber muy bien lo que decir

  • ¿Qué has hecho, Nacho? ¿Cómo se te ha podido ni siquiera pasar por la cabeza? ¿Es que no tienes sentido común? Porque ya no estamos hablando de que sea mi hijo o no, pero joder, que es menor.

  • Lo siento, no sé cómo se me ha podido ocurrir…

  • Está claro que no controlas tus impulsos. Edu es un niñato que no sabe lo que hace, pero ¿tú? Tú ya eres un hombre adulto que debería haber visto donde se encontraba la línea que no se debe cruzar. Estoy muy decepcionado, Nacho, está claro que me había hecho una impresión errónea de ti.

  • Estoy muy avergonzado, Luis… - dijo Nacho casi suplicando. Toda la hombría y dominación que había demostrado en sus encuentros sexuales con Edu había desaparecido por completo, ahora sus actos le habían sobrepasado y le habían dejado humillado en la silla de su despacho.

  • Déjame acabar, por favor. ¿Sabías que a José le van a trasladar a la oficina central de Madrid?- dijo Luis con el semblante más calmado. Nacho asintió sin saber a qué venía sacar ese tema en un momento como éste- Voy a proponer que seas tú el que ocupe su plaza, así te irás a Madrid y dejarás esta ciudad. Debería ir a la policía, Nacho, pero te voy a dar la oportunidad de que desaparezcas y así no te volveremos a ver nunca más. No te quiero cerca de mi hijo.

Y tras emitir su veredicto final, Luis abandonó el despacho de Nacho dando un portazo, y fuera se encontró a su hijo pequeño sentado en una silla. Había escuchado toda la conversación y las lágrimas recorrían su rostro, completamente pálido.

  • Papá, lo siento… - dijo Edu con la voz entrecortada, sin acertar a pronunciar ninguna otra palabra.

  • Eduardo… ¿eres gay?

  • Sí, papá... Por favor no quiero que nada cam…

  • Edu, era algo que ya me había imaginado y ya me he estado haciendo la idea, a mi me da igual tú orientación sexual, eres mi hijo y te voy a querer siempre. Pero lo que no puedo entender es por qué con un hombre que te saca 16 años… ¿Acaso no hay chavales de tu edad?

  • Papá, pero…

  • No, Edu, no. No es admisible, y debes saber que si fuera tú hermano el que estuviera en esta misma situación con una mujer tan mayor también tomaría las mismas medidas. No le vas a volver a ver.

  • Papá, no me puedes hacer esto, me ha costado mucho encontrar alguien como él con el que me sienta tan a gusto…

  • Edu, la decisión está tomada, no hay nada más que discutir sobre este tema.

  • Déjame por lo menos despedirme de él… Por favor…

  • De acuerdo. Tienes cinco minutos, y después te llevaré a casa.

Tras el visto bueno de su padre, Edu entró en el despacho de Nacho y le miró directamente a los ojos. Tan sólo hace 10 minutos había entrado en ese mismo despacho, pero todo había cambiado entre ellos dos.

  • Ya he escuchado lo de tu traslado, lo siento de verdad, si no hubiera venido a verte nada de esto habría pasado- dijo Edu sin saber muy bien lo qué decir

  • No es culpa tuya, Edu. Estaba claro que esto que estábamos haciendo acabaría por explotarnos en la cara. Perdón por buscarte problemas con tu padre.

  • Quiero que sepas que no me arrepiento de nada, todas las veces que nos hemos visto han sido perfectas, desde aquella mamada furtiva en el parque…

  • Edu, déjalo ya. Has sido el mayor error de mi vida, no quiero recordar nada de lo ocurrido estas dos semanas, empezaré desde cero en Madrid. Y ahora, por favor, vete, quiero recoger mis cosas.

Edu no podía dar crédito a lo que estaba oyendo, pero debería haberse dado cuenta de que para Nacho solo había sido un juguete sexual todo este tiempo, y ahora que habían sido descubiertos no quería ni verlo. Se maldijo a sí mismo por haber sido tan tonto de haber desarrollado sentimientos hacia una persona que nunca ha visto en él más que una boca y un culo. Sin decir nada más, ni siquiera despedirse, salió del despacho y fue hacia su padre buscando unos brazos que le consolasen tras su primer desengaño amoroso.

Miguel se encontraba delante de la puerta de la casa de Alberto. Se había arreglado bastante para venir a verle, y había tenido que mentir a sus padres sobre la nota de Física y Química para que le dejasen salir esa tarde. Sin embargo, merecía la pena con tal de pasar una tarde entera en casa de Alberto, sin necesidad de tener que estar escondidos tras los arbustos en la parte trasera del instituto. Alberto le había dicho que sus padres iban a estar fuera, y se había mentalizado a lo que podían hacer juntos en una casa para ellos dos solos. Por tanto, cuando la madre de Alberto le abrió la puerta, su cara cambió por completo.

  • Hola, ¿tú debes de ser Miguel, no?- dijo una señora de unos 45 años que llevaba puesta una bata de andar por casa- Pasa, Alberto está en su habitación.

  • Gracias, señora- dijo Miguel bastante cortado. A continuación, entró en aquella casa que ya conocía bastante bien después de la fiesta del sábado pasado y se dirigió a la habitación de Alberto. Cuando estuvo delante de la puerta, antes de entrar, no pudo evitar acordarse de la paja que se habían hecho él y Mario en ese cuarto.

  • Hola Migui, tío lo siento, pensé que mi madre no iba a estar en casa… - dijo Alberto para luego acercarse a saludarle con un dulce beso.

  • Bueno, da igual amor, con estar contigo me basta

  • Oish, pero que mono es mi chico

  • Uy, que bien suena eso de “mi chico”- y sin poderlo evitar, Miguel y Alberto empezaron a besarse fogosamente.

  • ¡¡Chicos!! ¿Os apetece algo de merendar?- gritó la madre de Alberto desde el piso de abajo, cortándoles el rollo

  • Mi madre no nos va a dejar en paz en toda la tarde… - susurró Alberto con una sonrisa en su rostro.

  • Bueno, pues habrá que dejar que nos ponga algo de comer, ¿no?

  • Tú prefieres comer otra cosa, ¿eh pillín? – dijo Alberto mientras después empezaba a besarle el cuello a su chico.

  • ¡¡CHICOS!!- volvió a gritar desde abajo

  • Será mejor que bajemos, sino no se va a callar la pesada… - dijo Alberto un poco desesperado por no poder disfrutar todo lo que le hubiera gustado de Miguel- ¿Te apetece echar unas plays en el salón?

  • No te lo vas a creer, pero nunca he jugado a la play… - dijo Miguel notando como ya comenzaba a ruborizarse.

  • Ostia, eres el primer tío que conozco que nunca ha echado unas partidas- se sorprendió Alberto- Pero no te preocupes cari, yo te enseño.

Miguel y Alberto se sentaron el sofá que se encontraba en frente de la televisión, que era de plasma, obviamente, otra muestra más de lo adinerada que era la familia de Alberto. Al lado de todo el lujo que se veía en esa casa, el piso de Miguel quedaba bastante modesto. Mientras Alberto enchufaba todos los cables de la PlayStation, su madre puso sobre la mesa varias cosas para picar (patatas, aceitunas, frutos secos) y dos Coca-Colas para beber.

  • Te voy a enseñar a jugar al Fifa- afirmó Alberto sonriente mientras se sentaba al lado de Miguel, tan cerca que sus piernas se rozaban inevitablemente.

  • Pero si a mi no me gusta el fútbol, Alberto…

  • ¿Pero te gusto yo, verdad?- dijo Alberto en voz muy baja para que su madre, que tenía puesta la oreja desde la cocina, no pudiera oírles.

  • Eso no hace falta ni preguntarlo… - respondió Miguel, resistiéndose las ganas de besar esos labios carnosos que le encantaban.

Y los dos chicos se pusieron a jugar al Fifa. Tras las primeras partidas en las que Alberto le dio claras palizas a Miguel, decidió bajar el ritmo y dejar a su chico ganar algunos partidos. Le enseñó los trucos que tanto le había costado aprender a él, y poco a poco Miguel fue aprendiendo las técnicas del juego. La tarde se les pasó volando, y en los últimos partidos, la cosa era más igualada. Sin embargo, a ninguno de los dos les importaba el resultado, sólo con haber estado juntos tanto tiempo, sin pensar en nada más, ya eran las personas más felices del mundo. Sin darse cuenta, ya eran las nueve, y a pesar de lo que les apetecía seguir estando juntos, Miguel se tuvo que ir.

  • Mamá, bajo a acompañar a Miguel afuera ¿vale?- dijo Alberto mientras salía por la puerta sonriendo pícaramente con su chico.

Alberto acompañó a Miguel hasta el final de la calle, y cuando por fin vieron que estaban solos, no pudieron aguantar más tiempo sin fusionarse en uno sólo, uniendo sus bocas hambrientas de los labios de la persona a la que amaban. No pudieron estar mucho rato,  porque pronto oyeron como se acercaba gente.

  • Gracias por la tarde, ha sido perfecta, aunque fuera jugando a la play- dijo Miguel sin poder evitar mirar embobado a Alberto

  • Gracias a ti por hacerme tan feliz, eras justo la persona que necesitaba en mi vida… - y en los ojos de Alberto, Miguel pudo ver sinceridad, sintiendo que las palabras que salían de su boca procedían de su corazón- Te quiero, Miguel…

  • Yo no te quiero... – murmuró Miguel con una pausa de tensión para después sentenciar- Yo te amo con locura

Y mirando alrededor para asegurarse de que volvían a estar completamente solos en la calle, se dieron otro romántico beso a modo de despedida. Ninguno de los dos dejaría de pensar en el otro durante toda la noche. Pero había alguien más que iba a pensar en ellos dos, y es que, a pesar de haber mirado bien si había alguien más en la calle, no se dieron cuenta de que alguien les había estado observando entre las sombras, alguien que sabría utilizar lo que acababa de descubrir en su beneficio propio…

Sergio se encontraba en el sitio que menos se había imaginado un sábado por la tarde: en la entrada del instituto. Era el lugar en el que había quedado con Adrián, que no tardó en llegar con su coche. Sin bajarse, el entrenador le abrió la puerta del copiloto para que el chico pudiera subir y saludarle con un beso en la boca.

  • ¿No me vas a decir aún a dónde vamos a ir?- preguntó Sergio impaciente por conocer cuál era el destino escogido.

  • No me seas impaciente eh, que ya te dije que iba a ser una sorpresa- le respondió Adrián, y para contentarle le volvió a dar otro beso antes de ponerse en marcha.

El viaje duró una media hora, pero sin embargo no pararon de hablar durante todo el trayecto. El principal tema de conversación era el fútbol, el deporte que les había unido, pero de vez en cuando también hablaban sobre sus impresiones tras sus primeros encuentros sexuales. Ambos coincidían en lo mucho que habían disfrutado y el morbo que habían sentido al hacerlo en el despacho de Adrián o en el vestuario.

Cuando por fin llegaron a su destino, Sergio pudo ver ante sus ojos una preciosa y grande casa de campo rodeada de una extensa vegetación, que le daban un toque mágico en medio de la naturaleza.

  • ¿Y esto?- preguntó Sergio con la cara iluminada por lo que tenía ante sus ojos

  • Era la casa de mis abuelos, y desde que murieron hace unos años se ha quedado vacía, y es una pena no darle un uso… - explicó Adrián mientras ambos se bajaban del coche.

  • Vamos, que la convertiste en tu picadero, ¿no?- sonrió Sergio

  • Yo la convierto en lo que tú quieres que sea- dijo Adrián abriendo la puerta de la casa y dejando que Sergio entrara primero.

Cuando los dos estuvieron en el interior de la casa, Adrián cerró la puerta y se colocó detrás de Sergio para empezar a mordisquearle la nuca sensualmente. Sus manos inconscientemente fueron hacia el culo del chaval y comenzó a sobárselo deleitándose con sus glúteos firmes y definidos. Sergio se dejó hacer, y después de un rato no pudo aguantar más y se dio la vuelta para poder besar de una vez a Adrián. Fue un beso apasionado, salvaje, fogoso, pero también romántico que permitió que ambos transmitieran todo lo que sentían por el otro. El tiempo se detuvo mientras sus labios estuvieron unidos, y durante ese rato mágico, nada más importaba. Solamente existían ellos dos, Sergio y Adrián, dos personas que se querían y se deseaban, disfrutando el uno del otro.

Sin parar de besarse, Adrián fue guiando a Sergio para llevarle hasta una habitación en la que había una cama de matrimonio, sobre la que se dejaron caer. Sergio se tumbó boca arriba y Adrián se puso sobre él, y dejó de besar sus labios para empezar a besarle el cuello. Le quitó la camiseta y su boca siguió el recorrido por el pecho definido del joven. Cuando llegó a los pezones, se detuvo en ellos, concentrándose un buen rato en chupetearlos como si esperara que saliera algo de ellos. A continuación, bajó hasta su tableta en la que destacaban sus abdominales duros por el deporte que llevaba practicando desde hacía años. Sergio estaba muy bueno, tenía un cuerpo 10, y ahora Adrián estaba disfrutando de él como si no hubiese un mañana. Llegó hasta su ombligo, y siguiendo el sendero de pelillos que partían de él y que llevaban hasta la zona preferida de su cuerpo, Adrián le bajó el pantalón y el bóxer al mismo tiempo, liberando así esa preciosa polla. Estaba completamente erecta debido a lo caliente que estaba Sergio. Adrián no dudó en llevársela a la boca sin titubear y le empezó a hacer una mamada frenética provocando que Sergio soltara unos gemidos sonorosos. Por fin podía gritar demostrando el placer que estaba sintiendo sin preocuparse por si alguien podía escucharles: estaban completamente solos en medio de un bosque.

  • Adrián, para, que me voy a correr…- dijo Sergio entre gemidos

Adrián paró al instante, no quería que Sergio se corriera todavía, así que dejó de hacerle la felación y subió hasta su boca para volver a besarle. En medio de toda esa pasión desenfrenada, Adrián comenzó a desprenderse de su ropa y la tiró hacia el mismo sitio en el que estaba la de Sergio.

  • Quiero que me folles- dijo Sergio de repente totalmente cachondo y entregado a los besos que le daba Adrián por todo su cuerpo.

Adrián asintió y se separó de él unos segundos para abrir uno de los cajones de la mesita que había al lado de la cama, y sacó de él un condón. Sergio se incorporó y se dio la vuelta para colocarse en la mejor posición para una primera vez: a cuatro patas y con el culo en pompa.

  • ¿Me dolerá?- preguntó Sergio nervioso

  • No te preocupes, nene, no te dolerá nada, sólo sentirás placer… - le susurró Adrián al oído para que se sintiera seguro.

Adrián se acercó hacia el culito de Sergio, prácticamente sin vello. Le besó dulcemente las dos nalgas tras haberlas masajeado durante un buen rato. Luego se dirigió hacia su ano, el que también besó, y al hacerlo, un escalofrío recorrió todo el cuerpo de Sergio y le hizo dar un respingo, ya que era la primera vez que alguien se acercaba hacia esa parte de su cuerpo. Adrián notó como Sergio cada vez estaba más tenso debido a los nervios que en ese momento sentía.

  • Si no te relajas va a ser imposible… - susurró Adrián mientras se acercaba a su mejilla para darle un beso tranquilizador

  • Lo siento, pero es que estoy bastante nervioso

  • ¿Estás seguro de que quieres que lo hagamos? Yo no te quiero presionar, Sergio- dijo Adrián con un tono comprensivo al mismo tiempo que le masajeaba los hombros para intentar relajarle.

  • Sí, quiero entregarme a ti, Adrián, porque te quiero

Sergio pronunció esas palabras inconscientemente. No era la primera vez que le decía alguien “te quiero”, pero si era la primera vez que lo decía porque lo sentía de verdad, y es que su corazón se agitaba cada vez que tenía a Adrián cerca, no podía parar de pensar en él y lo que más deseaba era estar junto a él. Adrián se sorprendió ante las románticas palabras de Sergio, y para demostrarle que le correspondía, le dio un profundo beso en la boca, con el que de alguna manera, le devolvió el “te quiero”.

  • Yo también te quiero, Sergio, y voy a intentar que disfrutes al máximo…

Inmediatamente después de decirle eso, Adrián volvió a la posición en la que se encontraba antes, situado en frente del culo de su amante, y llevó su lengua a su ano. Lo recorrió despacio de arriba a abajo, e intentaba meterla suavemente en el agujero, que poco a poco iba cediendo ante la saliva que Adrián iba depositando en él. Durante un rato estuvo solamente metiendo su lengua en él, disfrutando ambos de ese momento tan sensual. Cuando Adrián notó que ya se iba dilatando, introdujo su dedo índice, que debido a la saliva entró fácilmente. Al meter dos dedos, Sergio notó un poco más de presión, pero poco a poco Adrián consiguió meterlos y sacarlos varias veces, haciendo gemir ligeramente al chico.

  • Voy a por el tercero- avisó Adrián

Y a pesar de la resistencia que al principio presentó el ano del chaval, Adrián hizo gala de su habilidad para dilatar culitos vírgenes, y con maestría coló los tres dedos. Sergio ya no podía reprimir los gemidos que salían de su interior en ese momento, y es que nunca hubiera imaginado que unos dedos entrando y saliendo de su culo le fueran a proporcionar placer. Pero evidentemente, esto solamente era un anticipo de lo que vendría después: el pene de Adrián. Después de un rato haciéndole dedos, Adrián se colocó en la posición indicada para introducir su miembro completamente erecto en el ya dilato culo del chico.

  • ¿Estás listo? – preguntó Adrián cautelosamente.

  • Métemela ya – respondió Sergio casi suplicando.

Adrián sonrió ante el ansia que mostraba Sergio por ser follado, y dispuesto a satisfacer sus deseos, comenzó a introducirle despacio su polla tras haberse puesto el condón que antes había sacado del cajón. La cabeza entró perfectamente gracias a la dilatación previa, pero cada vez fue costando más. Aún así, Adrián la estaba metiendo con tanto cuidado y dulzura que Sergio apenas notaba el dolor, y aunque lo sintiera, intentaba reprimirlo. Adrián continuó penetrándole suavemente hasta que finalmente consiguió que sus 18 centímetros estuvieran en el interior del chico. Se quedaron un rato así, unidos, fundidos en uno sólo, con la intención de que el culo de Sergio se fuera acostumbrando a la polla de Adrián. Éste, pasado un rato, ya no pudo aguantarse más, y comenzó a sacar parte de su polla para luego volver a meterla entera. El movimiento fue lento y casi imperceptible para Sergio, así que volvió a sacarla pero ésta segunda vez la metió más rápido que antes. De este modo, comenzó a follarle, aumentando progresivamente el ritmo. A los pocos minutos, Sergio ya no pudo continuar callado y fuertes gemidos salieron de su boca, aunque en ellos solamente se percibía placer, nada de dolor. Estaba disfrutando como nunca hubiera imaginado: siendo follado. Adrián estaba concentrado en follarle bien, pero tampoco pudo reprimir sus gemidos debido al placer que sentía. La presión que ejercía el culo de Sergio en su polla le estaba haciendo gozar enormemente, y es que siempre había sentido debilidad por los culitos vírgenes. Los dos jóvenes estaban totalmente entregados al acto sexual que tanto estaban disfrutando, sus gemidos se fundían en uno sólo, como ellos dos ahora mismo. Adrián cada vez aumentaba más el ritmo y la follada comenzó a ser frenética, así como el placer que ambos estaban sintiendo.

Mientras seguían con el polvo, Sergio no pudo evitar llevar su mano hasta su polla para pajearse, pero Adrián al verle se la apartó y fue él el que le empezó a hacer la paja. Solamente necesitó hacer un círculo con sus dedos pulgar e índice y dejarlo colocado delante de la polla de Sergio. El movimiento que llevaban en ese momento debido a la follada hizo que la polla de Sergio se fuera introduciendo en los dedos de Adrián, como si se los estuviera follando. Estuvieron un buen rato así, hasta que Adrián empezó a sentir como ya no aguantaba más, iba a correrse en breves, pero no quería hacerlo en el condón, así que sacó la polla definitivamente del culo de Sergio, ante las quejas de éste, que deseaba continuar con la follada. Adrián le dio la vuelta tumbándole en la cama boca arriba y él se puso al lado suyo. Cada uno agarró la polla del otro, las dos estaban a punto de soltar todo el semen contenido en sus cargados huevos, así que tras pajearse durante apenas un minuto, se corrieron lanzando enormes trallazos sobre sus respectivas barrigas y pechos, acompañados de los gemidos más fuertes que jamás hubieron soltado. Exhaustos, estaban tirados sobre la cama, y cuando Adrián iba a alargar la mano para alcanzar uno de los clínex que estaban sobre la mesita, Sergio le frenó y sacando su lengua, lamió hasta la última gota de semen que había caído sobre el cuerpo perfecto de Adrián. Cuando acabó, Adrián hizo lo mismo con la lefa que Sergio tenía sobre él, para finalmente fundirse en un beso largo y romántico.

  • ¿Te ha gustado, precioso?- preguntó Adrián mirando embelesado a Sergio.

  • No, no me ha gustado, me ha encantado. Ha sido genial- contestó Sergio diciendo la mayor verdad de toda su vida.

  • Lo mejor del sexo es cuando lo haces con la persona a la que quieres…

  • ¿Me quieres?- preguntó Sergio un poco sorprendido

  • Claro que sí. ¿Tú a mi no?

  • Más que a nada, has cambiado mi vida entera y todos mis pensamientos, pero no puedo evitar sentir lo que siento por ti.

  • Eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo, Sergio.

Los dos chicos se estuvieron besando todo lo que pudieron hasta que finalmente, el cansancio por todas las emociones experimentadas ese día y por el ejercicio realizado, se quedaron dormidos abrazados en la cama que había sido testigo de su primera vez juntos. Y no solo de la primera vez que follaron, sino también de la primera vez que se dijeron lo que sentían el uno por el otro.

Domingo por la mañana. Alberto se puso un chándal viejo  salió a correr. Lo primero que hacía los fines de semana nada más despertarse era ir a hacer footing por el barrio, porque le relajaba y le ayudaba a mantenerse en forma. Iba escuchando música distraídamente cuando al final de su calle, vio una cara que le resultó familiar, y al acercarse un poco más pudo reconocerle: era Mario. Su intención era saludarle simplemente con un movimiento de cabeza, pero éste le puso la mano delante frenándole para que no le quedara otro remedio que pararse.

  • ¿A dónde vas tan rápido? – preguntó Mario completamente serio y con una expresión impenetrable.

  • Estoy haciendo footing, tío- contestó Alberto dubitativo sin saber a qué venía esa pregunta.

  • Muy sano, sí señor. Na, te lo preguntaba porque se me pasó por la cabeza que igual ibas a hacerle una visita a tu novio.

  • ¿Novio?- dijo Alberto arqueando una ceja- Querrás decir novia, ¿no?

  • No. Quiero decir novio. Me refiero a Miguel.

  • ¡¿Qué?!- exclamó Alberto sorprendido. La afirmación de Mario le cambió por completo el rostro y empezó a palidecer- ¿Qué dices, tío? Tú estás mal eh…

  • Mira Albertito, a mí no me hagas quedar como un tonto eh, que yo siempre me cubro las espaldas.

Y tras decir esto, Mario levantó su mano en la que tenía su móvil, y Alberto miró la pantalla, donde pudo ver una foto en la que salían él y Miguel besándose. Era del pasado viernes cuando le acompañó tras haber estado en su casa. Alberto tragó saliva, el momento que tanto temía había llegado: les habían descubierto.

  • ¿Qué quieres a cambio de cerrar la puta boca?

  • Eh, eh, majete, a mí me tratas con respeto, que ahora tu vida social depende de mí. Pero mira, has acertado, quiero algo a cambio de mi silencio. Para empezar, vas a borrar ese vídeo con el que tenías pensando hundir a Iván.

  • ¿Cómo sabes eso?

  • Deberías dejar de hablar en la calle, nunca se sabe quién puede estar escuchando a la vuelta de la esquina. Así que ya sabes, como me entere yo de que haces algo con ese vídeo, iré a hacerle una visita a Sofía para ponerle al día sobre tu vida amorosa.

  • Está bien, yo me olvido de ese vídeo y tú te callas. Trato hecho.

  • Mmmm, eso sería demasiado fácil para ti. Y además haciendo eso al único que ayudo es a Iván, yo también tendré que sacar algo de provecho, ¿no?

  • ¿Qué más quieres?- preguntó Alberto cansado ya de esta conversación.

-  Quiero que dejes a Miguel. Quiero que le digas que no le quieres para que pueda olvidarse de ti. Contigo nunca va a poder ser feliz, Alberto, tú solo le vas a traer dolor y él necesita alguien que no se avergüence de él, y pueda besarle en público. Déjale libre, atándose a ti solo va a sufrimiento.

  • Eres un hijo de puta… - masculló Alberto mientras sus ojos se encharcaban y las lágrimas luchaban por salir al exterior.

  • No, no soy un hijo de puta, simplemente juego mis cartas para conseguir lo que quiero. Venga, mándale un mensaje ahora y queda con él para esta tarde, cuanto antes se lo digas, antes empezará a olvidarse de ti.

  • Algún día recibirás tu merecido, cabrón… - le dijo Alberto mientras escribía el mensaje a Miguel en su móvil.

  • Tú lo estás recibiendo hoy. ¿O acaso no recuerdas que hiciste exactamente lo mismo hace unos dos años?

  • No saques ese tema, asqueroso.

  • Tú insúltame lo que quieras, me da igual. Bueno, yo me voy ya, espero que cumplas con tu misión y mañana Miguel te odie tanto que no tenga más remedio que acudir a mí para que le consuele.

Y sin dar opción a Alberto a que le volviera a insultar, Mario se dio la vuelta con una sonrisa diabólica en su rostro. Alberto se quedó completamente hundido, no podía imaginarse lo que le iba a decir a Miguel, todo lo contrario a lo que sentía por él. Pero en parte se dio cuenta de que Mario tenía razón: Miguel con él nunca podría ser feliz porque él no se sentía preparado para dejar a Sofía y comenzar a salir públicamente con él, en esos momentos no podía dar un cambio tan radical a su vida. Además, la mentalidad religiosa de sus padres haría que ellos nunca lo aceptasen y le obligaran a separarse de Miguel. Por tanto, llegó a la conclusión de que lo mejor era acabar ahora con esta relación secreta antes de que lo que sentían el uno por el otro se hiciera más fuerte.

Por tanto, esa misma tarde…

Miguel estaba esperando a Alberto en su sitio secreto, le había citado allí con un escueto sms porque tenía que decirle algo.

(…)

- NO TE QUIERO- dijo Alberto casi en un grito mirando fijamente los ojos vidriosos de Miguel, que en ese momento sintió como si el mundo se derrumbara sobre él…

CONTINUARÁ