ETERNA JUVENTUD. Cap5. Venganza.

La venganza es un plato que se sirve frío, quienes la padecen pueden sufrir, pero a quienes la llevan a cabo les parece muy dulce...

ETERNA JUVENTUD. CAPÍTULO 5: VENGANZA.

Como cada jueves, tocaba entrenamiento. En la cancha de fútbol del instituto había quince chavales sudados dando vueltas para calentar, y en el centro de todos ellos se encontraba Adrián, su entrenador, indicándoles en cada momento el tipo de ejercicio que les tocaba hacer. No era muy exigente con ellos, pero sí que le gustaba meterles caña para que no se fueran durmiendo en los laureles.

Al principio, Adrián no había podido evitar fijarse en todos y cada uno de los chicos que estaban a su disposición, y es que debía reconocer que todos estaban bastante buenos. Sin embargo, ahora ya solo tenía ojos para uno de ellos: Sergio. No pensó que su truco del masaje funcionara esta vez con él, pero se arriesgó y lo consiguió. Sólo esperaba que en esta ocasión no se repitiera lo mismo que lo de la otra vez… Rápidamente quitó estos recuerdos lejanos y dolorosos y de su cabeza y pasó a escrutar de arriba a abajo al chavalín que había conquistado. Le encantaba su cuerpo, era atlético y no estaba demasiado musculado, estaba fibrado como a él le gustaba. Evidentemente, le encantaba su polla, la cual había conseguido catar el otro día. Poco a poco fue poniéndose cachondo recordando cada uno de los detalles de su último encuentro sexual en su despacho, sin poder evitar que su polla se fuera despertando bajo su chándal. Durante estos tres días, cada noche se acostaba pensando en él. Le jodía, porque le estaba volviendo a pasar, se estaba volviendo a pillar de uno de sus chavales…

  • ¡Chicos, más rápido, parecéis tortugas! – les gritó Adrián tratando de alejar esos pensamientos de su cabeza.

A pesar de que la relación de los chicos con su entrenador era buena, le tenían respeto porque Adrián había sabido imponerse desde el primer momento. Sergio no podía evitar ruborizarse cada vez que levantaba la cabeza y veía que le estaba mirando. Y es que, siempre que le veía le recordaba de rodillas frente a él mamando su polla como si no hubiera un mañana… Fue la mejor mamada de su vida, sin duda alguna. Hace unas semanas Sergio estaría pendiente de alguna chica para poder camelársela y acabar follando, sin embargo ahora en su cabeza solo se encontraba Adrián, no había podido parar de pensar en él. Esto si que no le había pasado con ninguna chica, lo de las mariposas el estómago y el estar siempre con esa persona en la cabeza, y es que sin darse cuenta, Adrián había cambiado totalmente su vida.

Tras el duro calentamiento, Adrián pasó a ponerles a los chicos varios ejercicios por grupos para que fueran practicando diferentes destrezas que les vendrían bien para los partidos contra los equipos de los otros institutos. En cuanto dijo que se agruparan de seis en seis, Alberto y Sergio miraron a sus amigos dando por hecho que irían juntos, pero mientras Alex y Rodrigo acudieron junto a ellos, vieron como Marcos y Llorián se estaba poniendo con otros chavales del equipo.

  • Ey, ¿alguien sabe que les pasa a estos?- preguntó Alberto extrañado

  • No sé tío, pero llevan así toda la semana- respondió Sergio- Y con nosotros todavía han hablado algo pero a Alex y Rodrigo ni les miran… ¿Os peleasteis?

  • Que va, son ellos que se habrán cogido alguna perreta…- respondió Alex ocultando todo lo ocurrido tras la fiesta.

  • Sí, pasad de ellos, solo quieren llamar la atención, ya se les pasará- añadió Rodrigo

  • Bueno, sólo espero que si os ha pasado algo seáis lo suficientemente maduros como para arreglarlo, no os carguéis el grupo por una chorrada eh… - dijo Alberto sentenciando la conversación al mismo tiempo que empezaba a hacer los ejercicios que Adrián les había mandado.

Alex y Rodrigo se miraron disimuladamente y cada uno pudo ver en los ojos del otro la culpa por lo que habían hecho a sus amigos. El entrenamiento se fue desarrollando con normalidad, sin incidentes reseñables. En un momento dado, cuando se encontraba descansando tras uno de los ejercicios, Alberto echó un vistazo a los alrededores de la cancha y para su sorpresa, vio a Miguel apoyado en la esquina del instituto por la cual se llegaba hasta la parte en la que se habían besado. Miguel, al ver que Alberto se había dado cuenta de que estaba allí, le lanzó una mirada cómplice y con la cabeza señaló el sitio que desde el otro día se había convertido en su lugar secreto. Alberto asintió a modo de aceptación y siguió haciendo los ejercicios sabiendo que Miguel le estaría esperando allí al acabar el entrenamiento. Desde el día del examen no habían tenido ocasión de volver a estar solas, y era algo que los dos ansiaban. Alberto seguía con Sofía, pero ahora era consciente de que su corazón pertenecía a Miguel. Era incapaz de entender como en tan poco tiempo había podido enamorarse, y es que lo que estaba sintiendo ahora por él no lo ha sentido en todo el tiempo que lleva saliendo con Sofía. A ella la quería por todo lo que habían vivido juntos, pero no estaba enamorado de ella, simplemente la quería como una buena amiga. Sin embargo, por el momento había decidido no romper con ello, algo que Miguel respeta, ya que él le basta con estar con él aunque a escondidas.

Y por fin, después de una larga hora y media, Adrián indicó que el entrenamiento había acabado. Todos fueron rápido hacia las duchas, ese día habían sudado más de lo normal y necesitaban urgentemente ponerse bajo el agua caliente de los vestuarios. Cuando Sergio, pasó al lado de Adrián, éste se acercó a él y le dijo al oído:

  • Encárgate de quedarte el último en el vestuario

Sergio no respondió nada y siguió su camino, pero ahora llevaba en su rostro una sonrisa de oreja a oreja.

Alberto entró el primero y se dio la ducha más rápida de su vida, y poniendo la vaga excusa de que tenía que comprar unas cosas, se fue sin esperar a sus amigos. Ninguno de ellos se imaginaba que se dirigía hacia la parte de atrás del instituto, donde Miguel, impaciente, le estaba esperando.

Atravesó los matorrales, asegurándose de que nadie la había seguido, y al llegar al mismo punto donde habían besado el otro día, vio como Miguel estaba apoyado contra la pared escuchando música con los auriculares puestos.

  • Míralo que mono, esperándome… - dijo Alberto al llegar a su lado mientras le miraba embobado.

  • Joder, sí que has tard… - empezó a quejarse Miguel sin poder acabar la frase, ya que antes de que lo hiciera Alberto le agarró de la cintura y le llevó hasta sus labios para darle un cálido beso.

  • ¿Ya estoy perdonado por haberte hecho esperar?- preguntó Alberto con cara de no haber roto nunca un plato.

  • Como no voy a perdonarte con esos ojazos…

  • Tú si que tien…

Y esta vez fue Miguel el que no le dejó acabar la frase interrumpiéndole como le había hecho él anteriormente. Estuvieron besándose durante un buen rato sin ser conscientes del tiempo que estaba pasando. Poco a poco, lo que empezó como un dulce beso, fue convirtiéndose en algo más pasional. Ninguno de los dos se avergonzaba ya a la hora de meter la lengua en la boca del otro, sintiéndose en la gloria cada vez que sus respectivas lenguas se rozaban. Al mismo tiempo que se besaban, las manos de ambos recorrían el cuerpo del otro, sin pudor. Alberto tenía las manos en el culo firme de Miguel, amasándoselo sensualmente, mientras que Miguel prefería recorrer la espalda de Alberto de arriba a abajo. Inevitablemente, debido a la sensualidad del morreo, se fueron poniendo cachondos, lo que significó que sus pollas empezaron a endurecerse debajo de sus pantalones. Estaban tan cerca el uno del otro que podían sentir perfectamente sus paquetes.

  • Sí que está poniendo este beso eh… - dijo Alberto en un susurro

  • Tú no estás para hablar- le respondió Miguel

Y tras decir esta frase, inconscientemente Miguel llevó su mano derecha al bulto que Alberto tenía en sus pantalones para comenzar a sobárselo. Alberto soltó una risita y consciente de que iban a pasar a mayores, se apoyó contra la pared dejando que Miguel jugueteara a sus anchas. El chico no paró de tocárselo notando como se iba poniendo cada vez más duro y cuando por fin vio que estaba empalmado del todo, le desabrochó la bragueta para poder bajarle los pantalones hasta las rodillas. Alberto llevaba puesto un boxer de color blanco que a Miguel le pareció muy sensual, pero tenía tantas ganas de llegar hasta el premio gordo que dejó de fijarse en él y finalmente liberó la polla de Alberto que, completamente dura, peleaba por salir de su prisión. Ante sus ojos apareció un precioso pene, de unos 18 centímetros, más grande que la de Iván y la suya, que eran las únicas pollas que había visto empalmadas hasta ahora. Cerró su mano derecha rodeándola para poder empezar con la esperada paja. Alberto se mordía el labio para no gemir, ya que estaban en público y aunque se encontraban alejados, no podían arriesgarse a que les oyeran y les descubrieran. Miguel continuó pajeándole cada vez más rápido y en ese momento no sintió la necesidad de sacarse su polla y comenzar a masturbarse ya que solo con ver a Alberto disfrutar ya tenía suficiente.

  • ¿Quieres que te la chupe? – murmuró Miguel al oído de Alberto sin dejar de meneársela.

  • Yo quiero lo que tu quieras, amor… - dijo Alberto mientras entrecerraba los ojos por el placer que estaba sintiendo.

Sólo por esta respuesta, Miguel consideró que Alberto se merecía que le hiciera una mamada y todo lo que le pidiese. “Amor”. Le había llamado “amor”. Nunca nadie, salvo su madre, había utilizado un apelativo cariñoso con él, y que lo hiciera Alberto significaba tanto para él… Además, algo en su interior le decía que no se lo había llamado solamente por el calentón del momento, sino que estaba seguro de que sentía lo mismo que él. Miguel le contempló una vez más y se dio cuenta de que se estaba enamorando locamente. Tras esta última mirada, Miguel se arrodilló delante suyo, quedando la polla de Alberto a la altura de su boca. Comenzó a besarla sensualmente, para luego recorrerla con la lengua. Inevitablemente, al llevársela a la boca, le vino a la mente el recuerdo de cuando se la había chupado a Iván. Le dio mucha rabia ya que le jodía que ese cabrón le estropease la primera mamada que le hacía a Alberto, a quien quería de verdad, y por eso se concentró al máximo para no dedicarle ni un solo pensamiento a Iván mientras la estaba chupando. Para ello, abrió los ojos y miró hacia arriba para contemplar como se estaba manifestando en el rostro de Alberto el placer que estaba sintiendo. Quería que estuviera orgulloso de él y que disfrutara al máximo, por lo que se aplicó todo lo que pudo para hacerle la mejor mamada de su vida. La mamada estaba siendo completamente diferente a la que le había hecho Iván. Mientras que éste le folló la boca, con Alberto era muy diferente, ya que ni siquiera le puso las manos en la nuca para empujarle la cabeza y poder meterle más rabo en la boca. Estuvo durante un rato así, esforzándose en hacerlo lo mejor que podía, hasta que empezó a notar como los leves gemidos de Alberto se iban intensificando a la vez que sus piernas comenzaban a estirarse.

  • Cariño me… voy a… correr…

Sin embargo, a pesar del aviso de Alberto, Miguel no apartó la cabeza ni un centímetro y se quedó pegado a su polla. De este modo, cuando Alberto empezó a eyacular, todo su semen fue a parar a su boca. “Si se había tragado el semen de Iván, como le iba a hacer ascos al de Alberto”, pensó Miguel mientras la última gota de lefa caía sobre su garganta.

  • Eres maravilloso mi amor… - le dijo Alberto a Miguel mientras éste se incorporaba. Nunca ninguna chica se había tragado su semen y valoraba mucho que Miguel fuera capaz de hacerlo por él.

Miguel se quedó sentado en el suelo y se apoyó contra la pared. Alberto se subió los pantalones y tras abrochárselos, se sentó al lado suyo y empezó a pasarle una mano por la pierna.

  • Ahora te toca disfrutar a ti…

Alberto procedió a bajarle la bragueta del pantalón vaquero que Miguel llevaba puesto, y moviéndole el boxer hacia un lado, consiguió sacar su dura polla, ya que al estar sentados en el suelo no podía bajarle los pantalones. Alberto empezó a masturbarle con gran maestría para ser la primera polla ajena que tocaba, y mientras lo hacía, acercó su cara a la de Miguel para besarle. Sentía cierta adicción a los besos con él, ya que cuando se besaban sentía sensaciones en su interior que nunca antes había experimentado, emociones que no sería capaz de describir. Debido a lo caliente que estaba, Miguel no tardó mucho en correrse y antes de que su lefa comenzara a salir disparada, se levantó la camiseta hasta el cuello para que cayera sobre su piel y no le manchara la ropa. Mientras se corría, en ningún momento dejó de besarse con Alberto, y no pararon de hacerlo hasta un rato después.

  • Eres genial, ¿lo sabes?- dijo Alberto mientras le miraba embobado.

  • Lo que se es que tengo a mi lado al chico más perfecto del mundo- le contestó Miguel mientras se limpiaba con un clínex el semen que tenía por el cuerpo.

  • Ha estado muy bien, la chupas genial, mucho mejor que las tías. ¿Ya habías hecho más mamadas?

  • Eh, pues… - comenzó Miguel titubeante- Bueno yo…

  • No te preocupes, a mí puedes contármelo todo

  • Es que me da vergüenza que lo sepas…

  • Ay, que bobo eres, anda cuéntamelo…- le dijo Alberto intentando convencerle con un pequeño beso.

  • ¿Te acuerdas del vídeo que grabó Iván en la fiesta?- comenzó a contar Miguel. Alberto asintió. A él no podía mentirle, no quería ocultarle cosas.- Pues para conseguirlo… tuve que hacer cosas de las que… no me siento orgulloso…

  • ¡¿Qué?! ¿Ese hijo de puta te obligó a chupársela?

El rostro de Alberto comenzó a endurecerse, su expresión dulce y relajada había desparecido por completo y en sus ojos solamente se vislumbraba odio.

  • Sí, pero da igual, mereció la pena, no pudo hacerte daño- respondió Miguel intentando quitarle importancia al asunto.

  • No, tú no eres la puta de nadie, y menos de ese. No te preocupes mi amor, ya me encargaré yo de que ese cabrón reciba su merecido.

Alberto agarró la cara de Miguel y la llevo hacia sí para darle un beso en la frente y luego apoyarle en su pecho. Le estaba acariciando y esas caricias significaban “no te preocupes mi amor, yo estoy aquí para protegerte”, y es que entre ellos dos ya no hacían falta palabras para poder entenderse.

Ajenos a todo lo que estaba ocurriendo en esos momentos a pocos metros de distancia de ellos, el resto de chicos del equipo menos Iván y Varo, que siempre se iban a duchar a casa, continuaban en el vestuario. Marcos y Llorián se ducharon más rápido que nunca y se vistieron sin dirigirse la palabra con nadie, solamente se dijeron algunas frases entre ellos que nadie más pudo escuchar. Alex y Rodrigo ya habían desistido de intentar un acercamiento con ellos, eran conscientes del daño que les habían hecho y sus amigos no lo iban a olvidar de la noche a la mañana. Marcos y Llorián abandonaron el vestuario ante la atenta mirada de todos los demás, extrañados de que estuvieran tan aislados de sus amigos.

  • Hay que hacer algo como sea para que nos perdonen- le dijo Rodrigo a Alex visiblemente preocupado.

  • Ya tío, ya has oído a Alberto… No podemos dejar que el grupo se rompa

  • Joder, es que tiene que haber algo que podamos hacer…- dijo Rodrigo mientras se quedaba pensativo- ¡Ya está! He tenido una idea. Vístete rápido que tenemos que hacerlo cuanto antes.

Alex se quedó asombrado por la rapidez con la que a Rodrigo se le había ocurrido el plan, estaba claro que tantas horas de estudio le acababan dando una gran agilidad mental. Además, Alex sabía que la idea de su amigo sería buena por lo inteligente que era y pondría fin a la tensa situación que habían creado con la maldita broma. Así, los dos amigos se vistieron todo lo rápido que pudieron y salieron del vestuario sin ni siquiera darse cuenta de que Sergio aún estaba dentro. El chico había intentado pasar desapercibido confiando en que sus amigos, que andaban pensando en sus cosas, no se acordaran de esperarlo. Y acertó. Ahora solamente le quedaba esperar a que todos los demás jugadores del equipo fueran saliendo.

Adrián se encontraba en la cancha recogiendo todo el material que habían utilizado para el entrenamiento de esta tarde. Eso sí, no quitaba ojo de la puerta del vestuario para ver como iban saliendo todos los chicos. Cuando salieron los dos últimos, los más rezagados, dejó lo que estaba haciendo y se dirigió hasta allí, sabiendo que su jugador preferido le estaría esperando. Cuando entró, allí estaba Sergio, esperándole sentado en uno de los bancos con la ropa de deporte que había utilizado para el entrenamiento aún puesta. Cerró la puerta con llave y se dirigió a él.

  • Vaya, si fuera un buen entrenador te reñiría por no haberte duchado nada más acabar de entrenar- dijo Adrián sonriente

  • Pero no lo va a hacer, ¿verdad señor entrenador?- dijo Sergio mientras se acercaba lentamente a Adrián.

  • Solo te perdonaré el castigo si te duchas ahora mismito…

Y Sergio entendiendo la indirecta comenzó a desvestirse sugerentemente justo delante de Adrián. Cuando estuvo completamente desnudo, empezó a besar a su entrenador al mismo tiempo que le quitaba a él la ropa. Así estaban, los dos desnudos, besándose apasionadamente en medio del vestuario. Fueron hasta las duchas y escogiendo una al azar, se situaron debajo de ella para abrirla y sentir como el agua caía sobre sus cuerpos fibrados y atléticos. La sensación de estar frotando sus cuerpos mojados hizo que sus pollas no tardaran mucho en levantarse, y al estar tan cerca, fue inevitable que se tocaran entre ellas, como si de un saludo se tratara.

  • Tu polla se está mojando pero parece que necesita un lavado a fondo- dijo Sergio mientras empezaba a pajear la polla de Adrián.

Tras decir eso, se arrodilló en el suelo de las duchas para quedar a la altura del erecto pene de su entrenador, y de este modo, el joven procedió a hacer la primera mamada de su vida, la primera polla que estaba en su boca, que pudo saborear hasta el final, hasta sentir la leche caliente de Adrián en su boca.

Alex y Rodrigo corrieron todo lo que pudieron para alcanzar a Marcos y Llorián antes de que éstos llegaran a sus casas, y consiguieron llegar hasta ellos a pesar de que salieron del vestuario bastante antes.

  • Tíos, tíos, ¡esperad!- gritó Rodrigo cuando los tuvo a la vista.

  • ¿No lo habéis pillado? No queremos saber nada de vosotros, hijos de puta- dijo Marcos visiblemente enfadado.

  • No, en serio, que a Rodrigo se le ha ocurrido una idea para que nos perdonéis

  • No hay nada que podáis hacer, os pasasteis mogollón- contestó Llorián

  • Escuchad joder. Mira, sabemos lo que os afecta a vosotros el tema de la virginidad, y para que la perdáis ya de una vez, Alex y yo hemos decidido pagaros unas putas, ¿qué os parece?

Marcos y Llorián, tras escuchar el plan de Rodrigo, se miraron el uno al otro bastante extrañados y se retiraron unos minutos a hablar sin que sus dos amigos los oyeran para después contarles su decisión.

  • Tu plan está bien tío, pero vosotros pagáis la pasta y no os afecta para nada, y nosotros lo que queremos es que sufráis una humillación semejante a la nuestra.- les explicó pausadamente Llorián

  • ¿Y qué propones?- preguntó Rodrigo intrigado

  • Que nos la chupéis- les espetó Marcos sin miramientos

  • ¡A vosotros se os ha ido la puta cabeza!- exclamó Alex asqueado

  • Es el precio que tenéis que pagar si os interesa recuperar nuestra amistad…

Rodrigo y Alex se miraron intentando decidir lo que hacer, y a pesar de las dudas por lo que implicaba aceptar el plan que les habían propuesto, finalmente fueron las palabras de Alberto sobre mantener el grupo unido lo que les decidió.

  • Venga, vale, pero esto queda entre nosotros, ¿eh?- dijo Rodrigo aceptando.

  • Sí sí, no te preocupes, ¿somos colegas, no?- dijo Marcos con una sonrisa maliciosa

  • ¿Y después de esto todo volverá a ser como antes?- preguntó Alex, que aún no estaba muy convencido.

  • Sí joder, esta es nuestra venganza y después de que la cumpláis nunca recordaremos nada de esto- sentenció Llorián.

Así, aprovechando que estaban casi al lado de casa de Marcos y que sus padres estaban trabajando, se fueron los cuatro allí. Nada más entrar Marcos y Llorián fueron directos a la habitación de los padres de Marcos, seguidos de Alex y Rodrigo que iban bastante cabizbajos pensando en lo que les esperaba. Tanto Marcos como Llorián se tumbaron en la cama mientras se desabrochaban los pantalones para poder sacar sus pollas que aún estaban flácidas, pero esperaban que se endurecieran al entrar en contacto con las bocas de sus dos amigos. Rodrigo y Alex se miraron por última vez y se hicieron un gesto de ánimo. Se arrodillaron en el suelo, Rodrigo delante de Llorián y Alex de Marcos. Ambos llevaron sus manos a la polla que tenían delante suyo para empezar a pajearla. Alex no pudo evitar recordar que hace tan sólo unos días había tenido en sus manos la polla de Rodrigo, esto de pajear a sus amigos empezaba a convertirse en costumbre. Pero esta vez la cosa no estaba solucionada con una simple pajilla, sino que tenían que ir más allá, tenían que hacer algo que nunca se les hubiera pasado por la cabeza.

  • Venga joder, que pajearnos sabemos nosotros- les dijo Llorián impaciente

  • Eso ostia, empezad a comer ya- dijo Marcos entre risas

Alex cerró los ojos y decidió llevar su boca hasta la polla de Marcos sin pensar, creyendo así que el mal rato pasaría más rápido. Al metérsela en la boca, un sabor fuerte le inundó el paladar, era una mezcla de sudor y precum. Nada más empezar a chupársela pudo notar como iba creciendo en su boca hasta acabar poniéndose dura por completo. Varias chicas se la habían chupado ya y, por supuesto, lo había visto en múltiples ocasiones en películas porno, por lo que la técnica no le era del todo desconocida, aunque si se notaba la escasa práctica, ya que en varias ocasiones Marcos se quejó de que le hacía daño con los dientes.

A escaso metros de Alex, se encontraba Rodrigo haciendo exactamente lo mismo, pero había una gran diferencia entre los tamaños de los miembros de Llorián y Marcos. Mientras que el de Marcos apenas llegaba a la garganta de Alex, el de Llorián le ocupaba toda la boca a Rodrigo e incluso en ocasiones le dieron arcadas cuando intentaba metérsela entera. Además del enorme tamaño, el sabor de la polla de Llorián era muy fuerte, como si no se hubiese duchado en meses, lo que provocaba también arcadas a Rodrigo por el asco que le estaba dando. En esa habitación había un claro contraste entre lo mal que lo estaban pasando Rodrigo y Alex y el placer que estaban sintiendo Marcos y Llorián, que a pesar de que sus dos amigos eran completamente inexpertos en eso de las mamadas, era la primera vez que se la chupaban y gozaban como nunca.

Estuvieron un rato chupándosela sin parar, incluso a veces les pajeaban a toda velocidad para ver si así se corrían antes. El primero en correrse fue Marcos, que cuando sintió que ya iba a eyacular agarró la cabeza de Alex para que no le diera tiempo a soltarse y así poder lanzar todos los trallazos de lefa que salían de su polla en su garganta. No le dejó separarse de su miembro hasta que no hubo acabado del todo, y así se aseguró de que se lo tragaba. Unos minutos después, fue Llorián el que se corrió, e hizo lo mismo que su amigo para que Rodrigo también recibiera su ración de leche. Sin embargo, Rodrigo consiguió separarse y escupirlo todo en el suelo.

Sin decir nada, tanto Rodrigo como Alex se levantaron del suelo y tras despedirse de sus amigos salieron de esa casa esperando que al cerrar la puerta todo lo que había ocurrido quedara encerrado allí y no saliera a la luz nunca. Marcos y Llorián se quedaron tumbados en la cama asimilando que por fin habían conseguido que se la chuparan, aunque hubieran sido sus amigos.

  • Qué dulce es la venganza… - dijo Llorián feliz

  • Bueno, en este caso para ellos no, que creo que el semen es salado- Y tras la broma de Marcos los dos amigos estallaron en una carcajada, riendo como no lo habían hecho desde hacía días.

Tras despedirse de Miguel, Alberto esperó un rato hasta que vio que el chico ya no podía verle, y en vez de ir a su casa tomó una dirección diferente. En esos momentos, el odio se había apoderado de Alberto, no podía soportar que Iván le hubiera hecho eso a Miguel, la persona por la que estaba empezando a sentir algo más que amistad. No podía permitir que su enemigo se fuera de rositas tras haber sometido a Miguel a semejante humillación. Tenía que vengarse de él, humillarle, hacerle pasar la mayor vergüenza de su vida. Pero no podía conseguirlo solo, para ello necesitaba la ayuda de un infiltrado en la casa enemiga: Edu. Paso por una tienda de informática y compró una webcam para luego dirigirse a casa de los dos hermanos, esperando que Iván no estuviera aún allí.

  • ¡Hombre Alberto! ¿Qué haces aquí?- preguntó Edu sorprendido al abrir la puerta

  • Hola Edu. Necesito que me ayudes. Quiero vengarme de tu hermano.

  • Uy, suena interesante… Tú dirás, tío

  • He comprado una webcam que tú vas a colocar en su habitación. Estará grabando las veinticuatro horas del día, así conseguiremos pillarle mientras hace sus intimidades.

  • Ostia, ¿y qué vas a hacer con el vídeo?

  • Eso ya es cosa mía, ¿me vas a ayudar?

  • Te aseguro que el primero que quiere joder a mi hermano soy yo, claro que te voy a ayudar.

Se dieron la mano como si estuvieran sellando un pacto, y tras ello Alberto le entregó la webcam a su nuevo cómplice Edu para que la colocara en el mejor sitio de la habitación de su hermano.

Miguel estaba como en una nube. Desde que había empezado a verse escondidas con Alberto, era más feliz que nunca. Por fin había vuelto a enamorarse después de todo lo ocurrido con Juan... Rápidamente alejó los recuerdos del primer chico que le robó el corazón, no podía ponerse a pensar en eso ahora, no quería manchar la felicidad que estaba sintiendo en esos momentos. Y es que era la primera vez que su amor era correspondido, la primera vez que se quería mutuamente con otro chico, aunque tuviera que ser a escondidas, eso le daba igual.

Cuando estaba llegando a su casa, vio como en el portal le estaba esperando la persona que menos se imaginaba en ese momento: Mario.

  • Por fin tío, ¿dónde te metías?

  • ¿Qué haces aquí Mario? – preguntó Miguel extrañado.

  • Nada tío que me aburría en casa y vine a hacerte una visita para ver si te apetecía dar una vuelta, pero me dijo tu madre que no estabas en casa y te esperé aquí.

  • Es que fui hasta la biblioteca a hacer deberes, que me concentro mejor… - mintió Miguel, y a pesar de que no llevaba la mochila de clase, Mario no puso ninguna objeción por alguna razón extraña.

  • Bueno, ¿entonces damos una vuelta? Podemos ir hasta el centro.

Como supuestamente ya había estado haciendo los deberes en la biblioteca, Miguel no pudo ponerle ninguna excusa y aceptó la propuesta de Mario. Fueron paseando hasta el centro de la ciudad y como siempre, era Mario el que lo hablaba todo mientras Miguel se limitaba a escuchar. Le hablaba de todos los temas habidos y por haber, pero de un modo u otro se encontraba hablando en todo momento. Aún hacía calor así que decidieron comprarse un helado y dar un paseo por el parque. Eran casi las ocho y ya casi no había nadie. Miguel cada vez se encontraba más cómodo estando con Mario, la verdad era que lo pasaba bastante bien con él, se estaba riendo mucho.

  • Ala bobo, no te rías tanto que te estás manchando la camiseta- dijo Mario entre risas

  • ¿Y tú qué? Mírate la cara, la tienes llena de chocolate- dijo Miguel mientras acercaba un dedo a la cara de su amigo para limpiarle la mancha

Cuando su dedo estuvo en la zona de sus labios, Mario abrió la boca y sacando la lengua, comenzó a chuparle el dedo a Miguel ante su sorpresa. En esos momentos, el chico no supo qué decir y solamente se limitó a apartar el dedo. Sin embargo, Mario se lanzó y le dio un beso en la boca a Miguel, que no cabía en sí de su asombro. Reaccionó lo antes que pudo y se apartó lo menos bruscamente que pudo.

  • Mario… que yo no… - balbuceó Miguel

  • ¿Qué? ¿Me vas a decir que no eres gay? A mi no me engañas, en dos semanas ya te he calado. Solo me faltó ver como me miraste la polla cuando me la casqué en la fiesta de Alberto…

  • A ver, no es eso, sí soy gay pero… - dijo Miguel titubeante- Es que estoy empezando algo con otra persona, estoy enamorado, Mario….

  • ¿Y acaso yo no estoy enamorado de ti Miguel? Desde el primer día que te vi no he podido parar de pensar en ti, y pensé que el sentimiento era recíproco…

  • Lo siento Mario, no puede ser, te quiero como amigo, pero mi corazón es de otro…

  • ¿Y quién es ese otro, si se puede saber? Fijo que es de clase y le conozco- dijo Mario adoptando una actitud más amenazadora

  • No, no te lo puedo decir…

  • Pues los amigos se cuentan esas cosas, tú no me quieres como amigo ni como nada. Pensé que eras diferente al resto de tíos, pero veo que sólo me has utilizado para no estar solito en el instituto… No te acerques a mí nunca más, te quiero muchísimo pero voy a alejarme de ti… Y ten por seguro que acabaré descubriendo quien es ese tío que me impide estar contigo, y cuando lo haga, descubriréis al verdadero Mario…

Y tras este alegato amenazador, se dio la vuelta y se fue sin despedirse de Miguel, que estaba sorprendido a más no poder. Mario se ha enamorado de él… pero ahora también le odia por no ser correspondido… Y Miguel de repente empezó a tener miedo, miedo de que descubriera que la persona de la que se había enamorado era Alberto, miedo de que pudiera hacerle daño a él. Y era normal que tuviese miedo, porque un corazón roto es lo más peligroso que puede llegar a haber…

CONTINUARÁ