ETERNA JUVENTUD. Cap15. Táctica y estrategia.

Tanto en el amor como en el fútbol, hay que tener claro que método seguir para conseguir el objetivo propuesto...

ETERNA JUVENTUD. CAPÍTULO 15: TÁCTICA Y ESTRATEGIA.

Como cada mañana de sábado, Adrián madrugó y se puso su chándal y sus playeros para salir a hacer footing. Guardó su móvil en su bolsillo y se puso los cascos para poder ir escuchando música mientras corría. Lo de correr por las mañanas era algo que llevaba haciendo desde que era un chaval y se había marcado el objetivo de conseguir un buen cuerpo para impresionar a las chicas de su edad. Con el paso de los años lo había conseguido, y ahora podía presumir de tener un cuerpo envidiado por todos los hombres. Ya llevaba más de media hora corriendo, pero no se sentía cansado. En la ruta que tenía marcada para hacer footing, tenía que pasar inevitablemente por el instituto en el que fue entrenador de un equipo de fútbol por primera vez. Al tenerlo delante de sus ojos, no pudo evitar que una parte de su cabeza se activara y empezara a recordar todo lo vivido en ese centro años atrás…

Hace dos años: septiembre de 2010

Adrián era un chaval de 20 años que acababa de empezar su tercer curso como estudiante de INEF (Educación Física) en la universidad. Durante todo el verano había estado trabajando como socorrista pero ahora que empezaba el curso y el mal tiempo, no podía continuar con ese trabajo. Por tanto, decidió empezar a buscar un nuevo curro relacionado con el deporte y tras ser rechazado de varios sitios por su poca experiencia y por no tener acabada la carrera, acabó siendo contratado para entrenar el equipo de fútbol de un instituto.

Dos semanas después de haber empezado, Adrián se sentía orgulloso de haber formado un equipo tan bueno. Era su primera vez como entrenador y la verdad es que se había puesto bastante nervioso antes de empezar. Él amaba el fútbol y el deporte por encima de todas las cosas, y desde que había empezado a jugar al fútbol siempre había soñado que acabaría entrenando a su propio equipo. Sin embargo, ahora que había llegado el momento, tenía miedo de que no estuviera a la altura de lo que se le exigía, que los jugadores no le respetaran o que su táctica no fuera la adecuada. Pero todos esos miedos desaparecieron en el primer contacto con el equipo. Había tenido que haber hecho una selección ya que eran muchos los chicos que querían jugar en el equipo, y a pesar de que le había costado bastante decidirse, finalmente creía haberse quedado con los mejores. Ahora, unas dos semanas después de haber empezado, estaba convencido de que no podía haber hecho mejor elección. Todos los jugadores se llevaban muy bien entre ellos y eso se notaba en el campo. Estaban hechos para jugar unos con otros. Ya se sabía el nombre de todos ellos y la posición en la que mejor jugaban, así como sus puntos fuertes y también los débiles.

Todos los chavales le parecían muy buenos, pero había uno que especialmente le llamaba atención: se llamaba Andrés, tenía 16 años y jugaba como delantero. Sin duda alguna, era un crack con el balón, rara vez fallaba algún tiro y además, no era el típico chupón que quería hacer todas las jugadas en solitario, sino que fomentaba el trabajo en equipo. Adrián estaba muy sorprendido con este chaval, pero no solamente en lo referente al fútbol. Había algo en ese adolescente que le hipnotizaba. No podía parar de mirarle mientras se suponía que debería estar observando a todos los jugadores, pero él era incapaz de apartar la mirada de él. Andrés era el típico chulito que podía presumir del buen cuerpo que tenía y que sobresalía sobre todos sus compañeros por lo bueno que estaba. Pero lo que más le sorprendía a Adrián de este chico era su culo. Nunca antes se había fijado en el culo de otro tío, pero el de Andrés era digno de observar. Desde el primer día que le vio, no había podido sacárselo de la cabeza. De hecho, desde que lo conoció, cada vez que se masturbaba en su cabeza aparecía la imagen de ese trasero de infarto y sentía unas enormes ganas de clavar su polla en él. Mientras se pajeaba, se imaginaba que se estaba follando a ese chico y gozaba como nunca. Cada vez que pensaba en eso para cascársela, las corridas eran muy abundantes. No obstante, después de acabar, no podía evitar sentirse mal.

Y es que Adrián tenía novia. Se llamaba Marta y era la chica con la que llevaba saliendo desde que tenían 15 años. Se conocieron en el instituto y desde el primer momento hubo un flechazo entre ellos. Con ella Adrián perdió la virginidad y es la única chica con la que ha mantenido relaciones sexuales en toda su vida. La quería con locura, pero últimamente su relación se había vuelto un poco monótona. Cuando cumplieron 18 años se fueron a vivir juntos a un piso que tenía el padre de ella, y la convivencia estaba matando lentamente aquella relación. Incluso sus encuentros sexuales resultaban aburridos y en estos últimos meses a Adrián hasta le costaba empalmarse. Pero desde que conoció a Andrés, ahora cada vez que hacía el amor con su novia se imaginaba que en vez de estar metiendo su rabo en un coño lo estaba metiendo en el culito apretado de su jugador favorito. Eso había hecho que la pareja volviera a ser pasional y fogosa, e incluso la convivencia iba mejor entre ellos, pero Adrián sentía como si estuviera engañando a su novia, aunque solo fuera de pensamiento.

Un día de entrenamiento, Adrián tenía que ducharse en las duchas del instituto, ya que en su casa la caldera estaba estropeada y ducharse con agua fría resultaba bastante incómodo. Por tanto, tras acabar el entrenamiento todos los chavales se fueron a los vestuarios como era habitual y él se quedó en su despacho esperando a que ellos acabaran. Podría haber ido cuando ellos al vestuario, pero no lo había hecho por dos razones: la primera porque podía resultar incómodo para ellos y la segunda y más importante porque temía que al ver a Andrés completamente desnudo se empalmara delante de todos. Pasado un rato desde que acabó el entrenamiento, Adrián fue viendo como los chavales iban saliendo del vestuario conforme iban acabando. Cuando creyó que ya habían salido todos y que no quedaba ninguno, cogió sus cosas y fue hasta el vestuario. Al entrar en él su sorpresa fue mayúscula al ver que Andrés estaba sentado en los bancos y tenia puesta aún la ropa que había usado para entrenador.

- ¿Pero qué haces tú aquí todavía? – le preguntó Adrián

- Es que aún no me he duchado – comenzó a explicar Andrés – Cuando acabó el entrenamiento me llamó alguien  por teléfono y estuvimos hablando hasta ahora.

- ¿Te llamó tu novia, no? – preguntó Adrián sonriendo a pesar de que en su interior deseaba recibir una respuesta negativa.

- ¿Novia? Que va tío, yo no tengo de eso, paso de movidas… - respondió Andrés riéndose – Bueno, ¿y tú a qué has venido aquí, a ver lo guarro que hemos dejado el vestuario?

- Eh… No, no, es que en mi casa la caldera está estropeada y me tengo que duchar aquí

- Ah mira de puta madre, así me haces compañía, que ducharse aquí solo es un auténtico coñazo – dijo Andrés con una sonrisa de oreja a oreja.

Adrián asintió ya que no se le ocurrió ninguna excusa con la que poder evitar el momento que tanto había temido. Dejó sus cosas en el banco al lado de Andrés y los dos chicos empezaron a desvestirse mientras hablaban sobre fútbol, una conversación totalmente predecible entre entrenador y jugador. Adrián intentaba no mirar al cuerpo fibrado del chico y mucho menos a su culo, aquel que le volvía loco. Cuando se quitaron toda la ropa, bóxers incluidos, ambos se pusieron una toalla a la cintura para ir así hasta las duchas, y fue un movimiento rápido, por lo que ninguno de los dos vio aún el miembro del otro. Una vez en las duchas comunes, fue Andrés el primero en colgar la toalla y quedarse completamente desnudo. Entonces, Adrián ya no pudo desviar más su mirada del cuerpo de su alumno y le miró de arriba a abajo quedándose sorprendido de lo bueno que estaba. Su imaginación se había quedado corta, ya que el chico estaba mucho más bueno que en su mente. El entrenador detuvo su mirada en el pene flácido del jugador y pudo comprobar que tenía un buen instrumento, aquella polla en erección debía ser una gran arma. Andrés se dio la vuelta para dirigirse hacia la ducha y fue entonces cuando el cuerpo de Adrián se puso a 100, ya que por primera vez contempló desnudo aquel culo que en estas dos últimas semanas le había vuelto loco. Sin poderlo remediar, Adrián notó como su polla empezaba a despertar por debajo de la toalla que llevaba atada a la cintura.

- Venga tío, quítate la toalla, no seas marica – le animó Andrés riéndose

Adrián suspiró al escuchar aquellas palabras y sin detenerse a pensar las consecuencias decidió quitarse la toalla para finalmente quedarse desnudo delante de aquel chico, con la polla morcillona.

- Vaya… Si que te alegras de verme sí – bromeó Andrés sorprendido de ver como la polla de su entrenador estaba semierecta.

- Eh tío, no te pienses nada raro… - balbuceó Adrián empezando a ponerse nervioso por la incómoda situación.

- No hombre, si yo no pienso nada raro… Lo único que pienso es que le pongo la polla tiesa a mi entrenador… - dijo Andrés muy sugerente

- Oye, no te pases por que… - empezó a decir Adrián, pero paró en seco cuando vio como Andrés estiraba su mano derecha para posarla en su polla.

- No se preocupe entrenador, no es el único al que le van los rabos…

Tras decir esto, Andrés terminó de acercarse a su entrenador para empezar a besarle. Adrián se quedó petrificado y era Andrés el único que llevaba la iniciativa en aquel beso. El chico metía la lengua en la boca de su entrenador sin ningún tipo de vergüenza mientras mantenía su mano derecha en su polla, cada vez más dura. Adrián se estaba poniendo muy cachondo con la situación, y a pesar de que el sentido común le decía que lo más adecuado era parar aquel beso e irse del vestuario, su cuerpo no se movió de allí. Andrés continuaba besando a su entrenador apasionadamente y poco a poco, Adrián fue perdiendo la timidez y empezó a participar activamente en aquel morreo. Ahora las lenguas de ambos se entrecruzaban y recorrían sus bocas explorándolas deliberadamente. Al ver que Adrián continuaba con las manos paradas, Andrés se las cogió y se las llevó hasta su polla, para que comenzara a hacer con ella lo mismo que él estaba haciendo con la suya. Adrián al principio se sintió raro al tocar un pene que no era el suyo, era la primera vez que tenía en sus manos el rabo de otro tío. Pero movido por el morbo que le estaba dando aquella y lo bueno que estaba Andrés, empezó a mover su mano para masturbar ligeramente la polla del chaval, que ya estaba prácticamente erecta del todo. Ahora, los dos se encontraban de pie en medio de las duchas besándose mientras se masturbaban mutuamente.

Tras un rato así, Andrés decidió cambiar y empujó a Adrián contra la pared de la ducha que había dejado abierta, de manera que ahora el agua caía sobre ellos. El chico se arrodilló delante de su entrenador y sin más demora se llevó a la boca su rabo tieso, que ya soltaba varias gotas de precum debido a la paja previa. Adrián estaba sorprendido de la iniciativa que tenía el chico y cuando empezó a mamar, se sorprendió de lo bien que lo hacía. Al entrenador le quedó claro que para Andrés no era la primera polla que chupaba, porque se notaba que sabía lo que hacía, es decir, que tenía experiencia en lo de hacer mamadas. Se la estaba chupando incluso mejor que su novia. Andrés manejaba con maestría aquel rabo de unos 18 cm, se lo metía entero en la boca sin problemas, llegándole hasta la garganta y sin provocarle ninguna arcada. Adrián no puso las manos en la nuca del chaval así que dejó que fuera él quien marcara el ritmo de la mamada. Poco a poco, Andrés se la metía y se la sacaba cada vez más rápido de la boca, mientras el agua de la ducha seguía cayendo sobre ellos. Ambos se encontraban en el séptimo cielo en esos momentos, sintiendo un gran placer, olvidándose de todo. Adrián solía aguantar bastante, pero Andrés la mamaba tan bien que en cuestión de 10 minutos, Adrián sintió que ya no aguantaba más.

- Oye… Que me corro… - anunció Adrián entre gemidos.

Ante este aviso, Andrés se sacó la polla de la boca y sin levantarse del suelo agarró con una mano el rabo de Adrián, que estaba a punto de explotar. Entonces, le empezó a hacer una paja a un ritmo frenético para que comenzara a salir todo el semen contenido en los huevos de Adrián. La lefa emanaba de su polla como si de una fuente se tratase, y al encontrarse la cara de Andrés tan cerca de ella, varios trallazos fueron directos a su rostro. Adrián no era de los que gemía cuando se corrían, pero en esta ocasión no lo pudo evitar, ya que estaba teniendo el mayor orgasmo de su vida. Andrés no dejó de masturbarle hasta que hasta la última gota de semen hubo salido. El agua que caía de la ducha limpió los restos de corrida que había ido a parar a la cara de Andrés. El chico se incorporó para volver a besar a Adrián, un beso bajo el agua que el entrenador no pudo rechazar. La polla de Andrés seguía completamente tiesa, y Adrián, para compensarle por la gran mamada recibida, le masturbó mientras no paraban de besarse. En cuestión de un par de minutos, el semen de Andrés salió a borbotones de su rabo, deslizándose por las piernas de ambos, siendo limpiado por el agua de la ducha. Durante un rato siguieron besándose, como si no pudieran separarse el uno del otro. Pero pronto Andrés se dio cuenta de la hora y salió de la ducha para vestirse a toda la velocidad, ya que había quedado. Después de que el chico se despidiera de él, Adrián siguió en la ducha pensando en todo lo que acababa de pasar. Aún no se daba cuenta de que aquella mamada bajo la ducha no había sido nada más que el principio de todo…

Actualidad

Mientras recordaba, Adrián no se dio cuenta de que había acelerado el ritmo por lo que se sorprendió cuando llegó tan pronto a casa. Nada más llegar, fue directo a la ducha ya que estaba empapado de sudor. Tenía la polla durísima debido a todo lo que acababa de recordar, y al sentir el agua de la ducha cayendo sobre su cuerpo desnudo, no pudo evitar hacerse un pajote recordando aquella mamada inesperada en los vestuarios de su antiguo colegio. Solo que esta vez, en su imaginación no era Andrés el que estaba arrodillado delante suyo con su rabo en la boca, sino Sergio.

Cuando Alex abrió los ojos le costó unos segundos darse cuenta de donde se encontraba. Estaba tumbado en el sofá de la casa a la que le habían llevado Fernando y Antonio, los dos clientes que le habían contratado para todo el fin de semana. Después de la primera follada en la gasolinera, Alex se dio cuenta de que estos dos no se andaban con chiquitas y que eran unos sementales en toda regla. De hecho, nada más llegar a la casa no tardaron ni un segundo en poner a Alex a cuatro patas y a darle rabo tanto por el culo como por la boca. Lo que más le sorprendía de estos dos es que parecía que no tenían límite. Solo ayer por la noche ya se habían corrido tres veces cada uno, todas ellas en alguna parte de su cuerpo. Como le habían prohibido limpiarse la lefa que eyacularan sobre él, ahora mismo Alex se encontraba pegajoso y se daba asco a sí mismo. No aguantaba más sin limpiarse todo aquello, necesitaba una ducha urgentemente. Se aseguró de que los dos hombres siguieran profundamente dormidos (algo que pudo comprobar por sus fuertes ronquidos) y decidió ir a darse aquella ansiada ducha.

Alex estaba ensimismado sintiendo como el agua recorría su cuerpo y hacía que los restos de lefa desaparecieran, cuando de repente oyó un fuerte carraspeo.

  • Vaya vaya… pero mira a quien tenemos aquí… a una putita desobediente… - dijo una voz a sus espaldas.

Alex se giró y contempló como en el cuarto de baño se encontraba Antonio, el más alto y dominante de los dos hombres. Llevaba puesto solamente un calzoncillo que marcaba una potente erección. Alex se sorprendió, no entendía como podía estar continuamente cachondo.

  • Bueno, ya que no has hecho caso a lo que dijimos ayer, no te importará que me meta en la ducha contigo, ¿no? – dijo Antonio mientras se desprendía de su calzoncillo y entraba en la ducha sin esperar la respuesta afirmativa de Alex.

Antonio agarró de la cintura a un tímido Alex para acercarle a él y comenzar a besar sus labios que al principio permanecían estáticos pero pronto, al acordarse de todo el dinero que le estaban pagando, Alex participó de forma más activa en el beso. Mientras el agua seguía cayendo por sus cuerpos, Antonio no perdía el tiempo y mientras estaban besándose deslizó su dedo índice por la raja del culo de Alex, y no le costó nada introducirlo, ya que después de las petadas que le habían hecho el día anterior, aún lo tenía bastante dilatado. En esta ocasión, Alex supo adelantarse a Antonio y antes de que se lo mandara se arrodilló y se dispuso a limpiarle el sable, en el que aún se notaban los restos de la corrida de anoche. Alex ya estaba acostumbrado al sabor de una polla después de tantos días trabajando en el Night Club e incluso le había dejado de resultar desagradable, pero todavía no había llegado al punto de ponerle cachondo. Antonio tenía la mano posada sobre la nuca del joven, le encantaba presionarle mientras se la estaba chupando, y a pesar de que estaba disfrutando enormemente de aquella mamada, se moría de ganas de que su polla volviera a entrar en aquel culito que tanto le había conquistado. Así que cogiéndole de la barbilla le separó de su polla y le indicó que se diera la vuelta y se pusiera a cuatro patas. De este modo, el chorro de la ducha caía directamente sobre la espalda de Alex, y sentía como el agua recorría su cuerpo desnudo. Antonio se arrodilló y sin esperar ni tan siquiera un segundo le insertó todo su rabo hasta el fondo. Se lo metió y se lo sacó frenéticamente, con ansia, como si llevara mucho tiempo sin follar, aunque tan solo habían pasado unas horas desde la última vez. Alex no podía evitar gemir ya que Antonio tenía un rabo increíblemente grande y le hacía daño al follarle, pero no le quedaba otra que aguantar mientras aquel hombre disfrutaba de aquel polvo bajo el agua de la ducha. Aquella follada estaba siendo muy rápida y brusca, y Alex notaba que estaba a punto de desfallecer, pero demostró su fortaleza aguantando como un campeón hasta que Antonio, a punto de correrse, le dio la vuelta y le hizo volver a mamarle la polla para que recibiera de pleno en la garganta toda su lefa. Alex se lo tragó sin rechistar y Antonio le ayudó a levantarse y juntos terminaron de ducharse.

  • Venga nene, sé una buena putita y ve a darle los buenos días a mi colega – le indicó Antonio mientras se secaba con una toalla.

Alex asintió y tras terminar de secarse se dirigió hacia la habitación en la que aún se encontraba Fernando durmiendo profundamente. Se quedó delante de la cama contemplándole, y pudo ver que bajo las mantas se vislumbraba una importante erección matutina. Alex suspiró y levantando el edredón se metió entre las piernas de Fernando y llevó su boca a su gran mástil para empezar a chuparlo de arriba abajo, aplicando diferentes técnicas que había aprendido como prostituto. Fernando no tardó en despertarse y al comprobar que estaba recibiendo una gran mamada de aquel joven sonrió enormemente y puso las manos detrás de su cabeza para disfrutarlo al máximo. Poco tiempo fue el que duró, y la boca de Alex se inundó una vez más de corrida. Cuando Fernando hubo eyaculado todo el semen contenido en sus cojones, cogió a Alex y le subió hasta su altura para poder besarle, como si aquel beso fuera un premio por el buen despertar que le había dado. Antonio, tras oír los fuertes gemidos que soltó su amigo supo que ya se había corrido así que fue hasta la habitación.

  • ¡Qué, tío, vaya bien que hemos escogido la puta esta vez eh! – le dijo Antonio desde la puerta de la habitación.

  • Vaya, vaya, esta vez hemos acertado de pleno – le contestó Fernando mientras su mano sobaba el pecho de Alex.

  • Una cosa chicos… - empezó a decir Alex tímidamente – Mañana tengo un partido de fútbol con mi equipo a las doce de la mañana y me gustaría poder jugarlo, así que me pudierais dejar libre para esa hora…

Fernando y Antonio se miraron mientras sopesaban la petición que les acababa de hacer Alex, y finalmente acabaron asintiéndose el uno al otro.

  • Bueno vale, podemos acceder a llevarte a esa hora porque de momento te estás portando muy bien… - le respondió Fernando tras esos momentos de duda.

  • Sí, vale, pero entonces tendremos que aprovechar al máximo el tiempo que nos queda… - secundó Antonio mientras se metía en la cama y llevaba su mano directamente al culito de Alex, que tanto les iba a hacer disfrutar a ambos el tiempo que quedaba de fin de semana.

Era sábado, y Edu había propuesto a Guille que fuera a su casa a ver alguna película, como llevaban haciendo desde la tarde en la que Iván contactó con Guille para animar a su hermano. Sin duda alguna, Edu había encontrado en Guille un gran apoyo, y gracias a su inestimable ayuda estaba recuperando la alegría  y el buen humor que le caracterizaba antes de todo lo ocurrido con Jorge. Sin embargo, el sexo continuaba siendo un tema tabú para él. De hecho, llevaba todo este tiempo sin hacerse una paja y con Guille aún no había mantenido ninguna conversación acerca del sexo. Le gustaba la amistad que había entablado con este chico que había pasado por su misma situación, pero en ningún momento había pensando en él como en algo más que eso, un amigo. A las cinco en punto, la hora a la que habían quedado, Guille picó en el timbre de la casa de Edu, y éste se dirigió todo lo veloz que pudo a abrirle.

  • Tan puntual como siempre – dijo Edu con una sonrisa de oreja a oreja.

  • Siempre que tengo una cita que me apetece soy puntual – respondió Guille sonriendo de igual manera.

  • Uy, cita… ¡Qué serio suena eso! – rió Edu – Bueno pasa, que ya tengo el salón preparado, solo falta que escojamos la peli…

  • Escucha Edu, lo de las pelis en tu salón me encanta pero, ¿no te apetece que la peli la veamos hoy en el cine? Hace mucho que no voy y me apetece ir contigo…

  • Eh… Bueno… - balbuceó Edu un poco sorprendido del nuevo plan que le acababa de proponer Guille –Ay... Sabía que llegaría el momento en el que no podría seguir escondiéndome en casa…

  • Si no te sientes preparado podemos dejarlo para más adelante eh

  • No, no, es algo que necesito hacer y es mejor no alargarlo más, no puedo seguir saliendo de casa solamente para ir clase, tengo que intentar recuperar la vida que llevaba antes de lo que pasó… Y una buena manera de empezar es ir al cine, y qué mejor que hacerlo acompañado de ti

  • Me parece genial, Edu, me alegro mucho – sonrió Guille contento de haber conseguido su objetivo.

  • Espera cinco minutos a que me ponga una ropa decente y estoy listo – dijo Edu mientras se dirigía hacia su habitación.

Guille se quedó en el pasillo, pero Edu dejó la puerta de su habitación abierta mientras se cambiaba para poder seguir hablando con su amigo, que no pudo evitar echar alguna que otra ojeada al buen cuerpo de Edu. No podía negar que no se sintiera atraído por él, e incluso podía decirse que había empezado a gustarle, pero todos esos pensamientos tenía que guardárselos para sí mismo, ya que era demasiado pronto para empezar a compartirlos con él. Cuando Edu estuvo listo, los dos amigos salieron de casa y pusieron rumbo al cine. Guille trataba de mantener la conversación durante todo el camino para que Edu no pensara en que algo malo pudiera ocurrirle, pero de vez en cuando su rostro se tensaba al escuchar algún ruido extraño o al notar como algún hombre extraño se les acercaba demasiado, pero evidentemente todo eran imaginaciones suyas.

Cuando llegaron al cine, se dispusieron a escoger la película y Guille no pudo proponer otra más adecuada para la situación: “El lado bueno de las cosas”. A Edu le pareció bien así que pagaron sus entradas, cogieron palomitas y Coca-Colas y se sentaron en las butacas que se les habían asignado. Había bastante gente en la sala, peor casualmente en su fila solamente estaban ellos dos. Ambos disfrutaron de la peli, les estaba gustando mucho ya que era una historia bonita que además tenía sus puntos graciosos. El propio título indicaba la reflexión que se iba a hacer a lo largo de la película: por muy difícil que se te pongan las cosas, siempre hay que tratar de buscarle el lado bueno a la vida y salir adelante. Edu sintió como si fuera el propio Guille el que le estuviera mandando ese mensaje y se dio cuenta de que su reciente amigo le había ayudado más de lo que creía y por fin pudo reconocer en su interior los verdaderos sentimientos que sentía hacia él. Inconscientemente, Edu posó su mano sobre la de Guille, y éste la abrió para poder entrelazarlas. Todo lo que quedaba de película se mantuvieron así, cogidos de la mano, y en el momento final, el del beso entre la pareja protagonista, como si de un acto reflejo se tratara, ambos giraron suavemente sus cabezas para mirarse el uno al otro. Guille sentía que era el momento perfecto para besarle, pero titubeó ya que igual podía ser demasiado pronto par Edu, pero en sus ojos pudo percibir como éste le animaba a hacerlo. Por tanto, muy despacio Guille fue disminuyendo la distancia que había entre su cara y la de Edu hasta que sus labios se juntaron y los dos se fundieron en un romántico beso. Fue un beso dulce, suave, lento, mágico. El mejor de su vida. Tardaron bastante en separarse y cuando lo hicieron se dieron cuenta de que ya no quedaba nadie en la sala. Se levantaron entre risas y salieron a la calle para emprender el camino de regreso a casa de Edu, sin soltarse la mano en ningún momento hasta que llegaron al portal.

  • Gracias por la tarde hoy – le dijo Edu con cierta timidez

  • Gracias a ti, ha sido genial – le respondió Guille sin poder dejar de mirarle

  • Bueno… espero que nos volvamos a ver pronto… - sonrió Edu

Guille asintió y antes de darse la vuelta para irse, volvió a besar los labios de Edu, a modo de cierre de aquella tarde perfecta para ambos.

En cuanto la madre de Marcos se despidió de él y Llorián, los dos chicos no pudieron aguantar más sin besarse. Se encontraban en casa de Marcos, supuestamente estudiando, pero en realidad los dos sabían perfectamente por qué estaban juntos esa tarde: habían decido que ya había llegado el momento de dar un paso más. Ya no podían aguantar más sin follar, sin perder la virginidad. Los jóvenes abandonaron las sillas en las que estaban sentados y se tiraron en la cama mientras no paraban de besarse frenéticamente. Se iban quitando la ropa el uno al otro y la tiraban por el aire sin preocuparse de donde caía. Cuando los dos estuvieron en boxer, se hizo evidente lo cachondos que estaban por sus abultados paquetes. Se lo empezaron a sobar el uno al otro, pero no pudieron aguantar mucho más tiempo sin deshacerse de aquella prenda que les impedía dejar en libertad sus rabos en erección. En cuanto quedaron al aire, la mano de cada uno de ellos fue a parar al rabo del otro para empezar a pajeárselo mutuamente. Perdieron la noción del tiempo y estuvieron durante mucho rato así, disfrutando el uno del otro, y pronto Marcos empezó a notar que ya no iba a aguantar mucho más sin correrse, así que frenó la frenética mano de Llorián.

  • Tío para, ¿no querrás que me corra ya, no? – dijo Marcos mientras gemía sofocado.

  • No, no, claro que no, hoy estamos aquí para otra cosa… - susurró Llorián mientras llevaba su mano al culo de su amigo.

  • Eh, tío… - empezó a decir Marcos mientras apartaba la mano de Llorián de su nalga – Creo que aquí vamos a tener un problema, porque yo no quiero ser el pasivo y me parece que tú ya lo estás dando por hecho…

  • Pues sí, tío, porque yo si que me niego en rotundo a que me la metas, así que ya daba por hecho que ibas a ser tú porque sino…

  • Va a ser que yo también me niego en rotundo así que… - dijo Marcos mientras se encogía de hombros.

  • Entonces llegamos a un punto muerto. No podremos perder la virginidad juntos, está claro – sentenció Llorián.

  • ¿Y como hacemos? Porque yo ya no aguanto más las ganas de meterla

  • Y yo tampoco, ni te imaginas la de veces que me he imaginado el momento en el que te la clavaba… - dijo Llorián mientras se mordía el labio inferior – Pues me da a mí que tendremos que buscarnos la vida por nuestra cuenta

  • ¿Sabes? He oído hablar de bares gay, en los que es muy fácil ligar y llevarse a uno en la cama, rollos de una noche que luego quedan olvidados… - propuso Marcos tímidamente temiendo a que a Llorián le pareciera rara la idea.

  • Ey, pues me parece guay tío, ¿te apetece que algún día vayamos juntos a uno de esos?

  • Genial, pero ya lo dejamos para otro día, hoy acabemos la faena aquí… - dijo Marcos mientras volvía a besar los labios de Llorián.

Los dos amigos se entrelazaron mientras retomaban aquellos besos frenéticos y las pajas mutuas. La conversación que habían mantenido no les había bajado la erección a ninguno así que no tardaron en empapar de semen sus piernas y la cama de Marcos.

Al día siguiente

Ya era domingo, lo que significaba que el día del partido había llegado. Era un partido importante, ya que jugaban contra uno de sus mayores rivales y uno de los mejores equipos de su categoría. El partido empezaba a las doce, por lo que a las once todos los jugadores estuvieron en el campo para calentar. Tan solo quedaban cinco minutos para que tuvieran que salir al campo y los chicos estaban recibiendo los últimos consejos de su entrenador

  • Venga, chavales, tenéis que salir a por todas – les animaba Adrián – No olvidéis que sois un equipo, y que tenéis que trabajar todos juntos para poder vencer. El trabajo por individual aquí no vale, tenéis que estar todos unidos para alcanzar la victoria.

Tras unas palabras en las que les recordaba la táctica que debían seguir en este partido, los once chavales que iban a disputar el partido salieron al campo seguidos de su entrenador, que se dirigió al banquillo junto con los chicos que de momento no iban a salir al campo, entre los que estaba Sergio. Adrián había preferido guardárselo para más adelante, como sustituto de alguno de los delanteros. El árbitro pitó el inicio del partido y el balón empezó a rodar mientras los jugadores de ambos equipos trataban de hacerse con él. Adrián permanecía atento a todas las jugadas, pero de repente algo le distrajo. Por el rabillo del ojo vio como Sergio saludaba con la mano a alguien que se encontraba en las gradas. Inconscientemente echó un vistazo hacia al público y allí sentado vio a la persona que menos se hubiera esperado: Andrés. Se quedó petrificado, y más aún cuando Andrés se dio cuenta de que le había visto y le hizo un gesto con la cabeza para saludarle mientras una sonrisa irónica se dibujaba en su rostro. Esto hizo que la cabeza de Adrián dejara de estar concentrada en el partido y empezara a volar hacia un tiempo pasado…

Hace dos años: noviembre de 2010

Ya hacía dos meses que Adrián y Andrés llevaban viéndose y se encontraban en su mejor momento. Siempre que tenían una tarde libre aprovechaban y quedaban. Solían hacerlo en casa de alguno de los dos si tenían la suerte de que estaba libre y sino siempre tenían otra opción: la casa rural de los abuelos de Adrián. Aquel día habían tenido que haber ido hasta allí ya que las casas de ambos iba a haber gente toda la tarde, y no aguantaban más tiempo sin estar juntos.

En cuanto atravesaron la puerta se besaron como solían hacerlo: frenéticamente. Fueron así hasta la habitación en la que se encontraba la cama de matrimonio, y no necesitaron dejar de besarse en ningún momento ya que se sabían el camino de memoria. Llegaron hasta la cama y Adrián se tumbó boca arriba en ella, quedando Andrés encima suyo. Ambos estaban sedientos el uno del otro, tenían ganas de volver a fundirse en uno solo ya que llevaban desde la fiesta de Halloween sin hacerlo, y para colmo había sido un polvo interrumpido que no pudieron acabar. En cuestión de segundos los dos se hicieron de su ropa y estuvieron completamente desnudos sintiendo como sus duras pollas chocaban entre sí.

- ¿Te la chupo? – preguntó Andrés mientras posaba una mano en el potente rabo de su querido entrenador.

- No, necesito metértela ya, no aguanto más sin follarte – dijo Adrián desesperadamente entre gemidos

- Yo tampoco puedo esperar más a volver a sentir tu pollón dentro de mí... Pétame ya por favor – le pidió Andrés casi suplicando.

Adrián no se hizo de rogar y estiró el brazo para abrir el cajón de la mesita pero su sorpresa fue mayúscula al ver que no quedaban condones.

- Andrés… Se han acabado los condones, ya no hay – le anunció Adrián con el semblante preocupado

- Joder, que putada… - espetó Andrés con fastidio

- Hagámoslo a pelo, ¿Qué más da? – propuso Adrián

- No, Adrián, ya te dije que eso no… Mientras estés con tu novia no quiero que me lo hagas sin condón…

- Venga Andrés, sabes que no pasa nada… Además no me digas que no te mueres de ganas… - dijo Adrián mientras le empezaba a hacer unos dedos para intentar convencerle.

- Te estás aprovechando de mí, no es justo… Sabes que estando así de cachondo no seré capaz de decirte que no… - murmuró Andrés tratando de mantenerse firme en su postura.

- Venga chico guapo… - le dijo Andrés mientras se incorporaba para empezar a darle besitos por el cuello – Demuéstrale al entrenador que eres el mejor jugador del equipo…

Adrián le besó el cuello sabiendo que ese era uno de los puntos débiles del joven y a pesar de que Andrés trataba de seguir negándose, no pudo resistirse a aquello y acabó cediendo. El joven se incorporó encima de su entrenador para poder colocarse bien de tal manera que quedara justo encima de su dura polla, y así sentarse encima de ella y poder ser follado. A pesar de que no habían hecho dilatación previa del ano de Andrés, no hizo falta ya que su agujero y la polla de Adrián parecía que estaban hechos el uno para el otro: encajaban perfectamente. Andrés fue bajando poco a poco por aquel mástil que se erguía entre las piernas de Adrián e iba sintiendo como, centímetro a centímetro se iba introduciendo en su interior. Para los dos estaba siendo un momento único, ya que era la primera vez que estaban completamente unidos sus dos cuerpos, sin una gomita de por medio. Finalmente. Andrés acabó sentado encima de Adrián, lo que significaba que toda la polla del entrenador estaba dentro suyo. Se quedó durante un rato así, completamente quieto, disfrutando de la situación. En ese momento los dos se encontraban en el paraíso. Entonces, Andrés ya no pudo aguantar más las ganas de ser follado, y haciendo fuerza con las piernas empezó a subir lentamente, pero sin llegar a sacar toda la polla de Adrián de su culo. Se deslizaba lentamente por aquel trozo de carne, con un vaivén de caderas dulce y armonioso que estaba haciendo disfrutar enormemente a Adrián, que permanecía tumbado inmóvil encima de la cama, dejando que fuera su jugador favorito el que llevara a cabo la follada. A los dos les estaba encantando este ritmo lento, pero pronto Andrés decidió que había llegado el momento de pasar a la acción. Fue aumentando progresivamente la velocidad de sus subidas y bajadas, metiendo y sacándose completamente la polla de su entrenador. Se incorporaba hacia arriba para luego dejarse caer otra vez como un peso muerto, para sentir como aquel rabo llegaba hasta lo más profundo de su ano. Sin poderlo remediar, empezó a gemir con gritos sonoros y desenfrenados, a sabiendas de que, estando en el medio de la nada, no podrían ser escuchados. Adrián también se dejó llevar por la pasión y por el placer que estaba sintiendo y acompañó los gemidos de su chico. De vez en cuando, en medio de la frenética follada Andrés se acercaba hasta la cara de Adrián para poder besarle desenfrenadamente, pero sin parar en ningún momento de botar encima de su rabo. Estuvieron durante un buen rato así, pero pronto sintieron que estaban casi a punto de correrse.

- Nene, estoy a punto… si quieres sácatela y me corro fuera – le avisó Adrián sin poder parar de gemir y suspirar

- No – dijo rotundamente Andrés mientras seguía botando encima suyo – Ya que lo hemos hecho así quiero llegar hasta el final, quiero sentir como te corres dentro de mí y somos uno solo…

Adrián se mordió el labio inferior en muestra de lo gozosa que le parecía aquella idea, y empezó él también a colaborar en la follado, moviendo sus caderas para insertar su polla más dentro en el cuerpo de Andrés. Adrián ya sentía que no iba a aguantar más, pero justo en ese momento se desencadenó la tragedia. En la puerta de la habitación apareció Marta, la novia de Adrián, con el rostro invadido por el pánico y el asco. Adrián palideció pero no pudo reaccionar a tiempo y empezó a correrse abundantemente en el culo de Andrés, que de espaldas a la puerta, no se había enterado de lo que acaba de ver Adrián. El entrenador había echado el mejor polvo de su vida, pero sabía que a partir de ese momento iba a empezar una etapa muy difícil en la que iba a sufrir mucho…

Actualidad

El pitido del árbitro sacó a Adrián de su ensoñación y le hizo recordar que ya no se encontraba hace dos años sino que estaba en el partido de fútbol de su equipo y no podía permitirse estar pensando en sus recuerdos mientras los chavales se estaban dejando la piel por ganar. Por tanto, intentó hacer como que Andrés no se encontraba allí en ese momento y puso toda su atención en el partido que se estaba disputando.

Alberto lo estaba dando todo para conseguir marcar gol, pero el rival era duro de pelar y no le estaba resultando nada fácil. Estaba concentrado al máximo en el campo de juego, hasta que algo en las gradas llamó su atención: allí sentando viendo el partido estaba Miguel. Alberto se sorprendió gratamente de ver a su amor allí, ya que era el primer partido al que iba a verle. Miguel se percató de que Alberto ya se había dado cuenta de su presencia y le hizo un gesto con la cabeza para saludarlo, que Alberto respondió disimuladamente con una sonrisa de oreja a oreja. Sin embargo, esa sonrisa se esfumó de su rostro cuando vio que Mario se acercaba a Miguel para sentarse al lado suyo y le saludaba con un suave beso en los labios que Miguel correspondió muy a su pesar. A partir de entonces, Alberto fue incapaz de dejar de estar pendiente de la pareja y no podía evitar echar un vistazo cada poco. Mario, consciente de la situación, se dedicó a estar lo más cariñoso posible con Miguel, que estaba extrañado de la actitud de su novio, que a pesar de que no se escondían en público, nunca se había mostrado así. Mario no paraba de agarrarle de la mano, pasarle el brazo por encima del hombro o incluso besarle en la boca repetidamente. Todo esto no hacía otra cosa que aumentar la ira de Alberto, celoso de no poder ser él el que estuviera besando a Miguel y furioso por tener que resignarse a que Mario presumiera de su triunfo delante de él. Alberto no fue capaz de contener la rabia y lo pagó con los jugadores del equipo contrario de forma evidente, aunque sin llegar a dañarles de verdad ni como para conseguir que el arbitro le sacara una tarjeta.

  • Alberto se está pasando, no sabe jugar sin hacerles faltas a los del otro equipo… - dejó caer Mario

  • Pobre – le defendió Miguel – Le está costando mucho marcar y le da rabia no poder ganar

  • Ya, ya, seguro – se puso Mario a la defensiva al ver como Miguel defendía a Alberto – Aquí queda claro una vez más que Alberto es un cavernícola sin cabeza que lo único que sabe es agredir físicamente

  • Tampoco te pases, ¿no? – le respondió Miguel claramente ofendido

  • Tranquilo, cariño, que no estoy diciendo nada contra ti, vaya como le defiendes… ¿No tendré que ponerme celoso, no? – dejó caer Mario

  • No es eso tonto – replicó Miguel intentando guardar la compostura a pesar de que el comentario de Mario le había puesto nervioso – Es que a mí Alberto me cae bien y no tienes porque insultarle tan gratuitamente

  • Bueno, vale – dijo Mario sin querer alargar más aquella conversación – Me está entrando hambre, voy a ir a por unas patatas y una cerveza, ¿quieres que te traiga algo cariño?

  • No, gracias, estoy bien – contestó Miguel con una sonrisa

  • Vale, pues guárdame el móvil mientras voy a por ello porfa – le pidió Mario para después despedirse de él con un beso en los labios más largo que los anteriores para que Alberto pudiera verlo bien.

Miguel se volvió a quedar solo en las gradas un poco aliviado por que Mario se haya separado de él, ya que estaba empezando a agobiarle. A él el fútbol no le interesaba lo más mínimo, pero sabía lo importante que era ese partido para Alberto y había decidido ir a verlo para apoyarle, aunque ahora se daba cuenta de que lo único que estaba consiguiendo era distraerle por haber ido con Mario. Miguel intentaba seguir el partido, pero le aburría demasiado, así que empezó a juguetear con el móvil de Mario. Estuvo tentado de mirarle el WhatsApp pero decidió no actuar como un novio paranoico y celoso, así que se limitó solamente a verle las fotos. La mayoría de ella eran de ellos dos juntos, que Mario se empeñaba en sacarse aunque a Miguel no le hacía especial ilusión. Siguió pasando las fotos hasta que de repente llegó a una que le dejó petrificado: en la pantalla del móvil de Mario estaba él, pero en esta foto su acompañante era Alberto. Aparecían besándose en la esquina de la calle de Alberto. Miguel se acordaba perfectamente del día que era: ese beso se lo habían dado después de que Miguel hubiera pasado la tarde  en casa de Alberto. Justo la tarde antes de que Alberto le hubiera dicho que no podían seguir viéndose, que ya no le quería. La cabeza de Miguel empezó a funcionar a la velocidad de la luz y a relacionar conceptos y recuerdos como nunca antes lo había hecho. Le vino a la mente el día en el que se quedaron encerrados en el ascensor y Alberto le contó la verdad: alguien estaba chantajeándole con sacar la verdad a la luz si seguía viéndose con él. Miguel en ningún momento había pensado que esa persona pudiera ser Mario, pero ahora todo encajaba: Mario había descubierto su relación con Alberto y al estar enamorado de él había amenazo a Alberto para que se alejara y poder tener vía libre. Y su plan había funcionado. Miguel estaba ahora mismo muy enfadado: se sentía utilizado, engañado y manipulado. Mario nunca le había dado buena espina pero no le creía capaz de hacer algo así. Le había hecho sufrir lo insufrible obligando a Alberto a hacerle creer que no le quería. Miguel miró a su todavía novio que se encontraba cogiendo las patatas y se vio incapaz de seguir allí con él, así que dejó el móvil de Mario en el asiento y se fue. Además, de este modo dejaría de distraer a Alberto en el partido. Tenía que hablar con él cuanto antes, ya no aguantaba más en este situación. Cuando Mario volvió con las patatas se quedó muy sorprendido de no ver a Miguel allí. Cogió su móvil y se puso a llamarle sin parar, pero su novio no se lo cogía. Mario cada vez estaba más extrañado, así que decidió salir también de allí con la esperanza de encontrar a Miguel y poder preguntarle por qué se había ido así.

Cuando Alberto vio que la pareja que tanto le había estado distrayendo ya no estaba, su capacidad de concentración empezó a mejorar enormemente. Ya era el Alberto de siempre, jugando limpiamente y con una táctica buena. El gol no tardó en llegar por lo que consiguieron acabar la primera parte con el marcador a su favor.

El árbitro pitó el final del primer tiempo y todos los jugadores se retiraron al vestuario para descansar y para recibir la típica charla del entrenador comentando los errores del primer tiempo y las cosas que debían mejorar de cara a la segunda parte para tratar de mantener el resultado. Sergio consiguió escabullirse sin que Adrián se diera cuenta y fue hasta las gradas para saludar a Andrés, a quien le había dicho que viniera a verle.

  • Ey tío, gracias por venir – le saludó Sergio amistosamente chocando las manos

  • No hay de qué, aunque todavía no te he visto jugar eh…

  • Es que las estrellas salimos en la segunda parte tío, de toda la vida – presumió Sergio bormenado

  • Menos lobos Caperucita – continuó Andrés con la broma de su amigo – El que si es que una estrella es el Alberto ese eh… y además está buenísimo…

  • Tú siempre fijándote en lo mismo – rió Sergio –

  • No lo puedo evitar – se encogió Andrés de hombros mientras reía

¿Y qué te parece el entrenador, también está bueno, eh? – dejó caer Sergio estratégicamente para ver la reacción de Andrés

  • ¿Eh? ¿Quién? – respondió sorprendido Andrés empezando a ponerse nervioso – Sí bueno… Está pasable…

  • Bueno, pero mejor estoy yo, ¿a qué si? – le cortó Sergio viendo que se estaba incomodando

  • Hombre vaya, eso ni se duda – respondió Andrés aliviado

  • Pues luego cuando se vaya todos, podrías pasarte por el vestuario a hacerme una visita y a recordar cuando nos conocimos en aquel gimnasio…

  • Me encantaría

  • Perfecto – exclamó satisfecho Sergio – Bueno y ahora me piro, que mi equipo me necesita

  • ¡A por todas campeón! – le animó Andrés

Con un nuevo pitido el árbitro indicó el comienzo de la segunda parte del partido. Los jugadores de ambos equipos salieron dispuestos a darlo todo y a mejorar el juego que habían hecho en la primera parte. Sin embargo, no todos se encontraban al cien por cien de sus capacidades, por motivos tanto físicos como psicológicos. Alex se encontraba agotado ya que se había pasado el fin de semana satisfaciendo las necesidades sexuales de sus dos clientes, que le habían dejado exhausto y sin energía. A pesar de todo, trató de estar a la altura y dar lo mejor de sí, aunque le costaba no desvanecerse en medio del campo. En una situación similar estaba Rodrigo, que aunque él ese fin de semana no había tenido que ser la putita de su profesor, estaba despistado por otro asunto. Desde que el viernes había conocido a Diego, el hijo de Francisco, no había podido quitárselo de la cabeza. No sabía lo que era, pero había algo en ese chico que la atraía sobremanera y que hacía que no pudiera parar de pensar en él: en su cuerpo atlético, su tez pálida, su media melena rubia… Nunca se había sentido atraído por un chico y trataba por todos los medios alejar de su mente la palabra “gay”, pero evidentemente era posible que después de tantas veces siendo follado por un hombre algo en él hubiera cambiado. Mientras reflexionaba, se le escaparon varias ocasiones de atrapar el balón y tuvo que aguantar los gritos de Adrián, que le decía que se centrara de una puta vez. Rodrigo asintió compungido y trató de alejar de su mente a Diego y poner toda su atención en el partido, pero le resultaba más difícil de lo que creía.

No solo eran ellos dos los que tenían la mente en otro parte, sino también Alberto (aún tocado por los besos de Miguel y Mario y su repentina marcha), Iván (que había decidido que después del partido hablaría con Varo), Varo (que estaba llevando fatal no seguir siendo amigo de Iván) y Marcos y Llorián (que se habían pasado buena parte de la noche dándose placer y ahora les estaba pasando factura). El único que parecía estar a tope era Sergio, motivado por la presencia entre el público de Andrés. Se sentía feliz y deseoso por impresionarle, a pesar de que en algunas ocasiones le había sorprendido mirando de reojo a Adrián. El empeño de Sergio no fue suficiente, y finalmente el equipo contrario acabó imponiéndose con rotundidad y le dio la vuelta al marcador ganando 2-1, lo que causó el enfado de Adrián y la frustración en todos los jugadores del equipo, conscientes de que habían dejado que su vida personal trastocara su juego, tirando por la borda las posibilidades de ganar el partido.

En el vestuario, los chicos aguantaron una vez más la bronca de Adrián, que estuvo durante un buen rato echándoles la charla. Cuando por fin les dejó libres para poder ducharse, Varo, como de costumbre, abandonó el vestuario. Iván le vio y salió detrás de él para pararle y poder hablar.

  • ¡Eh, Varo, espera! – le gritó Iván a su amigo para que aminorara la velocidad.

  • ¿Qué quieres ahora? – dijo Varo secamente parando de caminar pero sin darse la vuelta para mirarle cara a cara.

  • Hace unas semanas me preguntaste por algo de mi pasado… - empezó a hablar Iván sin saber muy bien cómo abordar el espinoso asunto – Y yo te contesté fatal… Y creo que te mereces una explicación…

  • ¿En serio? – preguntó Varo muy sorprendido, mientras sus ojos se iluminaban por la esperanza.

  • Sí, eres mi mejor amigo y no quiero perderte por esto. Verás…

Iván se remontó a julio de 2010 y se dispuso a contarle el principio de su historia con Mario, sin escatimar en detalles y diciendo absolutamente toda la verdad. Le habló del campamento, del juego de capaz o incapaz, de la pelota roja y, finalmente, de la noche en la que culminó la tensión sexual con aquel maravilloso polvo. El resto de la historia lo resumió bastante, sin mencionar en ningún momento que todo se había acabado porque Alberto les descubrió. Cuando acabó de hablar, Varo estaba completamente en shock. Se había esperado que Iván se lo contase por encima, pero no que lo contara con pelos y señales. En su interior estaba radiante de felicidad. ¿Quería decir eso que el chico del que llevaba enamorado en secreto prácticamente toda la vida también era gay? Se había mentalizado durante mucho tiempo que no tenía ni la más remota posibilidad con Iván, pero tras escuchar su historia con Mario se dio cuenta de que no estaba todo perdido.

  • Bueno, tío… Ya sé que estarás flipando pero puedes decir algo… - dijo Iván al ver que Varo no reaccionaba.

  • Eh… - balbuceó Varo – Sí, es que estoy flipando mucho…

  • Espero que nuestra relación no cambie ahora que sabes mi mayor secreto, te lo cuento para que no haya más distancia entre nosotros dos, que eres mi mejor colega, joder, y te quiero mucho.

Varo sintió que se desvanecía cuando oyó lo que Iván le acababa de decir. Era la primera vez que su amigo le decía “te quiero”, y aunque fuera como amigo, para Varo significaba muchísimo.

  • Entonces… ¿Eres gay o bi o…? – se atrevió Varo finalmente a preguntar.

  • No, tío – le espetó Iván algo contrariado – No has entendido la historia. A mí no me gustan los tíos, a mi me siguen poniendo las tías como al que más. Pero digamos que Mario es mi debilidad, no sé que me pasó con ese tío que me atrapó de una manera que no puedo explicar… Pero te aseguro que salvó él ningún chaval ha conseguido ponérmela dura. Sigo siendo hetero.

En ese momento, Varo sintió como en su interior su corazón se hacía añicos. La sensación que experimentó era la misma que si le hubieran subido a la montaña más alta del mundo y le hubieran dejado caer al vacío, sin paracaídas ni nada. Tenía ganas de gritar y de llorar por haber sido tan estúpido de haber creído que tenía alguna posibilidad con Iván. Pero en ese momento solamente le salió sonreír a su amigo y asentir compungidamente tratando de evitar que notara que le acababa de destrozar por completo.

  • Ah, vale… Entonces perfecto… - consiguió decir Varo conteniendo las lágrimas – Bueno me voy ya que tengo prisa tío…

  • ¿Vamos juntos a casa y nos fumamos el porrito de la amistad? – le sonrió Iván

  • No puedo… Tengo que ir a comer a casa de mis abuelos, si eso nos lo fumamos mañana, ¿vale? – se inventó Varo

  • Vale tío, de puta madre, pues nos vemos mañana

Iván le agarró y le dio un abrazo fraternal, de colegas, como símbolo de haber recuperado su amistad. Ese abrazo destrozó aún más a Varo, al sentirle tan cerca suyo y no poder hacer nada, más que corresponderle ese abrazo como si solo quisiera ser su amigo. Se despidieron un choque de manos y Varo se fue por el camino por el que supuestamente estaba la casa de sus abuelos. Cuando dobló la esquina y se aseguró de que Iván ya no podía verle, no pudo aguantar más y de sus ojos brotaron las lágrimas que llevaba conteniendo durante toda la conversación. Se sentía peor que nunca en su vida, porque a pesar de que ya tenía asumido que Iván y él nunca estarían juntos, la cosa era muy distinta sabiendo que Iván había estado con un tío, pero que él no le atraía ni lo más mínimo. Pasó al lado de una pared y extendió su puño, raspándose la piel contra ella, notando como empezaba a sangrar. Sin embargo, Varo no sentía ningún dolor en su mano, porque todo el daño estaba concentrado en su roto corazón.

Sergio consiguió una vez más su objetivo: quedarse el último en las duchas sin que sus compañeros se dieran cuenta de lo que pretendía. Les dijo a sus amigos que no le esperaran y que se marcharan sin él, y de este modo todos se fueron siendo él el único que quedaba en el vestuario. Andrés no tardaría en entrar, y Sergio se quedó esperándole en los bancos. No pudo evitar que esta situación le recordara a cuando hacía esto mismo pero para esperar a Adrián después de cada entrenamiento, y por un momento, deseó que el que entrara por la puerta del vestuario para liarse con él fuera Adrián, pero se volvió a repetir a sí mismo que esa historia estaba acabada y que ahora debía centrarse en Andrés, que era un buen chaval. A pesar de que se sentía atraído por él y le encantaban sus encuentros sexuales, en su interior Sergio reconocía que se estaba acercando tanto a este chico para acabar descubriendo si había tenido algo con Adrián y qué les había pasado, una duda que le llevaba reconcomiendo por dentro desde que vio aquella foto en la cartera de Andrés. Tras unos minutos esperando, Andrés por fin entró al vestuario y sonrió al ver que Sergio le estaba esperando como había dicho.

  • Vaya, veo que cumples tu palabra – le dijo Andrés

  • Hombre vaya, y más aún con chicos tan guapos como tú – le dijo Sergio mientras se acercaba hasta él y le posaba una mano en el culo.

  • No te has duchado, guarro – rió Andrés al olerle de cerca – Apestas a sudor

  • ¿Y eso es problema? – sonrió Sergio irónicamente

  • Para nada… - le contestó Andrés mordiéndose el labio – De hecho, me está poniendo muy cachondo tu peste a macho

  • Pues vas a ver lo macho que puedo llegar a ser

Sergio no esperó más y besó salvajemente a Andrés, desatando ambos la pasión que habían estado conteniendo. Se quitaron la ropa el uno al otro allí mismo, y cuando Sergio estuvo desnudo, Andrés no pudo resistirse a pasar la lengua por las partes por las que el chico estaba sudado. Se estaban poniendo los dos como una moto por lo guarro de la situación y ni siquiera se molestaron en meterse a las duchas sino que se quedaron en medio del vestuario sobándose y lamiéndose como si no hubiera un mañana. Se deshicieron de sus calzoncillos y Andrés se arrodilló para ir directo a sus huevos, encontrándose con que era la parte del cuerpo que Sergio tenía más sudada. Andrés aspiró profundamente ese olor a hombre antes de pasar a chupetearlos frenéticamente. La polla de Sergio no tardó ni cinco segundos en ponerse a tope y Andrés se relamió antes de proceder a chupar aquel mástil que se erguía delante de él. Sergio gimió sin cortarse un pelo, y aunque estaba disfrutando mucho aquella mamada, él también estaba deseoso de usar su boca, así que indicó a Andrés que se tumbara en el suelo de lado, para colocarse junto a él y poder hacer un 69. Se encajaron como un puzle, metiendo cada uno su polla en la boca del otro para poder chupar y ser chupados a la vez. Estaban tan cachondos y ambos la mamaban tan bien que pronto los dos jóvenes notaron como sus pollas estaban a punto de explotar. Sergio se dio cuenta y decidió darse la vuelta para que ahora fueran sus bocas las que quedaran juntas. Empezaron a besarse mientras agarraban con la mano la polla del otro y a un ritmo frenético se pajeaban. En cuestión de segundos, de aquellos dos rabos empezaron a emanar grandes cantidades de lefa caliente y espesa que se derramó sobre sus barrigas. Ninguno de los dos paró de agitar la polla del otro hasta que la última gota de semen hubiera salido. Cuando acabaron, se quedaron exhaustos tirados en el suelo besándose.

  • Bueno, ahora sí que habrá que ir a ducharse… - dijo Sergio al darse cuenta de lo guarros que estaban ambos.

  • Uy, qué peligro, ducharnos juntos… - dijo pícaramente Andrés

Los dos chicos se levantaron del suelo y se dirigieron hacia las duchas pellizcándose el uno al otro en el culo, entre risas. Abrieron el agua y se metieron dentro, dejándose llevar. Ninguno de los dos se dio cuenta de que habían tenido un espectador a su encuentro sexual en el suelo, alguien que conocía perfectamente el cuerpo desnudo de ambos y sus preferencias sexuales: Adrián. Había oído ruidos en el vestuario y se asomó para ver si aún quedaba alguien cuando se encontró con aquella escena. Su primer impulso fue irse de allí, pero no puedo evitar que sus ojos se quedaran pegados a la escena mientras notaba como dentro de su pantalón su pene se iba despertando. Sigilosamente, sin que ninguno de los dos se hubiera dado cuenta, se la sacó para poder machacársela mientras veía como sus dos chicos favoritos se la mamaban el uno al otro. Al ver como se corrían ambos el uno sobre el otro, Adrián no pudo aguantar más, y mordiéndose el labio para contener el gemido empezó a correrse, dejando caer su semen en el suelo. Tras aquella paja a escondidas, salió del vestuario y se paró a reflexionar sobre lo que acababa de ver. La vida tenía casualidades muy curiosas y había querido que los caminos de esos dos chicos se cruzaran. La cabeza le decía a Adrián que debía estar feliz por ellos, ya que él les había hecho daño dejándoles por su bien, tenía que ser una alegría que ahora pudieran consolarse juntos. Pero en el fondo, lo que sentía eran celos. Celos de no ser él el que estuviera con Sergio. Y es que en ese momento se dio cuenta de que estaba enamorado de aquel chaval, y se daba cuenta de que lo que había sentido por Andrés en su día había sido solamente una atracción sexual muy fuerte. Tenía ganas de ir con Sergio y besarle, decirle que había sido un error separarse de él, que le necesitaba en su vida. Pero entonces la imagen de Andrés aparecía y los recuerdos de todo el sufrimiento que habían pasado después de haber sido descubiertos le invadían la cabeza. No podía volver a pasar por aquello, y mucho menos hacérselo pasar a Sergio. Por tanto, ahora que había encontrado a alguien, debía dejar que rehiciera su vida lejos de él, a pesar de aquello le desgarrara el corazón.

CONTINUARÁ