ETERNA JUVENTUD. Cap14. Juegos de niños.

"¿Un juego de niños? Tal vez, pero era nuestro juego"

ETERNA JUVENTUD. CAPÍTULO 14: JUEGOS DE NIÑOS.

Iván se despertó sobresaltado en medio de la noche. Se encontraba sin camiseta, ya que dormía solamente en ropa interior, y tenía todo el pecho empapado en sudor. Había vuelto a tener otra pesadilla. Hacía ya una semana y media desde que Varo le había pedido explicaciones sobre el tema de Mario, y desde entonces no había conseguido dormir ni una sola noche del tirón. Había sido incapaz de contarle a su mejor amigo la verdad, y por tanto, Varo ya no estaba con él, ni siquiera le dirigía la palabra. Iván le echaba de menos, se había acostumbrado a no separarse de él. En muchas ocasiones sentía ganas de ir hacia donde estaba él y contarle toda la historia, pero cuando llegaba la hora de la verdad, le fallaban las piernas y era incapaz de articular las palabras correctas. Había repasado tantas veces esa historia en su cabeza durante esta semana y media... Entonces, tumbado en la cama, los recuerdos llegaron a su mente y una vez más, volvió a trasladarse a aquel verano de hace dos años que le cambió la vida…

Hace dos años: Julio de 2010

Era 1 de julio de 2010. Iván se apeó del coche y junto a su padre se dirigió hacia la entrada del campamento en el que iba a pasar los 15 primeros días de julio. Desde que era tenía 7 años, había ido todos los veranos a este campamento, y cada año superaba al anterior. Este año tenía las expectativas muy altas, pero no se imaginaba todo lo que iba a vivir en estos 15 días de vacaciones. Tras despedirse de su padre, que le repitió por enésima vez que se portara bien y que no hiciera muchas gamberradas, Iván fue hasta la cabaña que el monitor le indicó. Era una cabaña que tendría que compartir con 3 chicos más de su edad. Iván estaba deseando conocerlos, ya que seguramente ellos serían sus aliados en estas dos semanas. En su cabeza ya estaba planeando todo lo que tenían que hacer por las noches cuando los monitores se acostaran: escapadas a las cabañas de las chicas, contar historias de miedo en medio del bosque, bromas pesadas a los demás compañeros… Eso era lo que habitualmente hacía Iván en el campamento pero este año ya tenía 15 años, y como chico adolescentes tenía las hormonas en plena efervescencia. Por tanto, además de todas aquellas cosas, Iván también tenía otros intereses en mente. El sexo ocupaba gran parte de sus pensamientos, pero de momento no había pasado de las pajillas. En varias ocasiones había estado a punto de hacerlo con alguna chica, pero por una razón o por otra siempre se había acabado chafando su plan de perder la virginidad. Por tanto, Iván tenía la esperanza de liarse con alguna chica en el campamento (como cada año), pero este verano quería ir más allá. Quería que alguna de estas cabañas que formaban el campamento fuera testigo de su primera vez.

Llegó hasta la cabaña que el monitor le había asignado y allí ya se encontraban dos de los que iban a ser sus compañeros de habitación. Se presentó saludándoles amistosamente y se pusieron hablar inmediatamente de fútbol, motos, baloncesto y demás deportes. De repente, vieron como la puerta se abría y como el monitor volvía a entrar seguido del cuarto integrante de la cabaña. Iván se sorprendió al darse cuenta de que conocía a ese chico: iba un curso por debajo de él y de hecho era compañero de clase de su mejor amigo, Alberto. Alguna que otra vez Alberto le había comentado que era un chico muy raro, que casi no se relacionaba con la gente de clase y que estaba todo el día en su mundo. Mario saludó con un gesto de cabeza a los tres chicos y sin decirles nada pasó a ocupar la única cama que quedaba vacía. Tras meter la maleta debajo de la cama, se tumbó sobre ella y se puso los cascos para escuchar música de su móvil. Iván y los otros dos chicos se quedaron mirándole sorprendidos de que no tratara de hablar con ellos, pero decidieron pasar de él y seguir a su rollo hablando de deportes.

Los días pasaban en el campamento e Iván ya había reunido a un buen grupo de chicos y chicas y él, evidentemente, era el líder de la pandilla. A pesar de que varios chicos trataban de relacionarse con Mario para que se integrara con ellos, éste seguía quedándose al margen yendo a su bola completamente, como si estuviera allí por obligación. Su única compañía era una pequeña pelota roja que se pasaba el día botando contra el suelo y que le acompañaba a todas partes, como si de un amuleto se tratara. Iván era el rey del campamento y de él salían todas las ideas para hacer bromas a los demás compañeros e incluso a los monitores, que ya le tenían en el punto de mira y estaban deseando pillarle con las manos en la masa. Y de hecho, lo hicieron. Un día a la comida, Iván revolucionó el comedor iniciando una pelea entre las mesas tirándose albóndigas. Uno de los monitores vio como el chico había sido el primero que había empezado a tirar comida, por lo que fue hasta él y pudo ponerle por fin el castigo deseado: tendría que limpiar todo el comedor y, además, esa noche se quedaría castigado en la cabaña mientras todos los demás iban a una discoteca al pueblo de al lado.

A Iván le jodió enormemente aquel castigo y a pesar de que intentó convencer durante toda la tarde al monitor para que le dejara ir a la discoteca, no consiguió que diera su brazo a torcer. Por tanto, a eso de las diez de la noche, cuando todos sus compañeros abandonaron el campamento para subirse al autobús que los llevaría hasta el pueblo, Iván tuvo que quedarse allí. Tras despedirse de sus amigos y desearles que lo pasaran bien, se dirigió hacia la cabaña. Cuando entró en ella, se llevó un buen susto al ver que no estaba solo, que había alguien más en esa habitación.

- ¿Pero tú que cojones aquí? – preguntó Iván recuperándose del susto.

- La pregunta no es esa, la pregunta es por qué no estás tú en la discoteca con todos los demás – le respondió Mario sin moverse de su cama en la que estaba tumbado tirando su pelota contra la pared de en frente.

- Me castigo el hijo de puta del monitor. ¿Y tú por qué no fuiste? ¿También te castigaron?

- Que va, si casi ni me conocen, creo que ni saben como me llamo…

- ¿Entonces?

- Antes me suicido que ir a ese antro con esta gentuza.

- Oye tío, no te pases… - le dijo Iván ofendido – A mí me parece que el raro eres tú, que

ni siquiera hablas con tus compañeros de habitación ni te relacionas con nadie.

- Es que no quiero relacionarme con nadie. De hecho, yo no quiero estar aquí, fueron mis padres los que me obligaron.

- Joder tío, con lo que molan los campamentos, deberías aprovecharlo un poco y hablar con nosotros y tal…

- En serio, no insistas, yo con mi pelota ya tengo distracción suficiente, no me hacéis falta para nada.

- Es verdad, te pasas todo el puto día con esa pelota, ¿tiene algo de especial o qué? – dijo Iván cogiendo al vuelo la pelota de la que rebotaba contra la pared.

- ¡Eh, tío! ¡Ni la toques! Dámela ahora mismo – le gritó Mario enfurecido.

- Bueno, bueno, relájate, si que es importante para ti esa pelota… - le respondió Iván sorprendido devolviéndole la pelota.

- Sí. Es la pelota de mi infancia, la pelota del juego…

- ¿Juego? ¿Qué juego?

- Olvídalo. Te parecerá una tontería.

- No tío, ahora me tienes con intriga, y además, ninguno de los dos tiene otra cosa mejor que hacer…

- Es un juego para dos personas, el juego de capaz o incapaz – le empezó a explicar Mario – Si yo tengo la pelota te tengo que poner un reto, y cuando lo cumplas, te tengo que dar la pelota para que seas tú el que me ponga el reto a mí. Y así sucesivamente…

- Mmm suena bien. A mí siempre me han gustado los retos.

- ¿Estás insinuando que quieres jugar?

- Sí, ¿por qué no?- aceptó Iván

- Te aseguro que una vez que te metas en el juego no te resultará fácil salir de él… - le alertó Mario, pero al ver que Iván asentía con la cabeza, decidió seguir adelante – Bueno, pues como tengo yo la pelota, tengo que ponerte el primer reto… Mmm… Saltarte el castigo e ir a la discoteca. ¿Capaz o incapaz?

Iván sonrió y sin pensarlo ni por un segundo cogió la pelota que Mario tenía en la mano en señal de que aceptaba el reto y que estaba dispuesto a cumplirlo. Y lo cumplió. De esta forma, empezó así el juego entre Iván y Mario, un juego que les cambiaría la vida y que, como Mario había dicho, les resultaría muy difícil salir de él.

Actualidad

Iván salió de su ensoñación bruscamente debido al sonido del despertador. Eran ya las siete y media, la hora a la que debía levantarse para ir a clase. Ir al instituto era lo que menos le apetecía en ese momento, pero era viernes, por lo que tenían clase de Lengua a primera hora, y la profesora no toleraba las faltas de asistencia, llegando hasta bajar puntos en la nota final si se enteraba de que pirabas. Iván iba bastante justito con la nota, con un cinco raspado, por lo que no podía permitirse que le quitara puntos y suspender la evaluación. Por tanto, fue a desayunar y se vistió con la primera ropa que pilló. Salió de casa pero un día más, Varo no estaba en el portal esperándole como antes y una vez más, le tocó subir solo al instituto.

Cuando llegó a clase, Beatriz, la profesora de Lengua, ya estaba dentro, pero afortunadamente le dejó pasar. Estaba comunicándoles a los alumnos en qué iba a consistir el trabajo de creación literaria de este primer trimestre.

  • Bueno chicos, como sabéis, todos los trimestres el 10% de vuestra nota está dedicado a la creación literaria. Esta evaluación, el trabajo sobre el que os voy a calificar va a ser la representación de una obra de teatro – les explicó Beatriz

  • ¿En serio profe? ¿Cómo si estuviéramos en primaria? – se quejó Sergio

  • No tenemos tiempo para ponernos a hacer eso… - protestó Rodrigo

  • Pues tendréis que sacar tiempo, porque os estáis jugando 1 punto entero de la nota final. Tomároslo como un examen más. Además, solo quedaremos tres o cuatro tardes para ensayar más el día de la representación. No os va a quitar tanto tiempo.

  • Estamos en el bachiller de ciencias, ¿de qué nos sirve hacer una obra de teatro? – argumentó Marcos

  • Pues para coger soltura hablando en público, por ejemplo. Que luego da pena ver como profesionales no saben expresarse correctamente ante una masa de gente.

  • ¿Y qué obra vamos a representar? – preguntó Alberto.

  • Todavía no lo he decidido, tengo que mirar alguna más. Pero el tema tiene que girar en torno a la tolerancia y el respeto por todas las personas, ya que la semana que nos toca representarla coincide con la semana de la tolerancia, y esta obra de teatro será la aportación de la clase de 1ºA de Bachillerato – les informó Beatriz – Así que esta tarde venid todos a las seis al instituto, que os comunicaré la obra que vamos a representar y procederemos al reparto de papeles. Y ahora venga, sacad los cuadernos que vamos a corregir las frases que os mandé ayer para analizar…

Las seis horas de clase fueron lentas y aburridas, como siempre. Sergio se pasó todo el día nervioso, ya que ese día por fin iba a descubrir si Adrián y Andrés, el chico del gimnasio, se conocían. Desde que vio aquella foto en la cartera de Andrés no ha podido pensar en otra cosa, y todas sus reflexiones le acababan llevando al mismo punto: estuvieron juntos. Ya no podía seguir más con esa incertidumbre por lo que llamó a Andrés y le pidió que le fuera a buscar a la salida al instituto. El plan de Sergio consistía en esperar dentro del instituto a que Adrián saliera de él y se encontrara irremediablemente con Andrés. Si le conocía de antes, Sergio lo descubriría al ver la reacción de su entrenador.

Adrián acabó de recoger su despacho dejándolo todo ordenado para el lunes, lo cerró con llave y salió del instituto con ganas de empezar por fin el fin de semana. Sin embargo, no fue capaz de empezarlo con buen pie, ya que nada más salir del instituto, un fantasma del pasado se encontraba delante suyo. Adrián se quedó completamente bloqueado, lo que menos se esperaba en ese momento era encontrarse a Andrés en la puerta de su nuevo trabajo.

  • ¡¿Pero qué tú haces aquí?! – preguntó Adrián sin salir de su asombro.

  • Perdona pero lo mismo te pregunto yo a ti

  • Te dejé claro la última vez que nos vimos que te olvidaras de mí, Andrés. Creo que los dos hemos sufrido bastante ya. Empieza a rehacer tu vida de una vez.

  • Eso estoy haciendo ahora Adrián, que yo no tenía ni puta idea de que ahora trabajabas aquí. He quedado con un amigo que viene a este instituto…

  • ¿Un amigo… especial?

  • ¿A ti que te importa? – le espetó Andrés bruscamente – Cada uno por su lado, tú mismo me lo dijiste.

  • Bueno pues… te deseo suerte

  • Gracias, espero que a ti te vaya muy bien todo y que ningún chaval inocente e ingenuo vuelva a caer en tus garras.

  • Oye, no te pases eh – se defendió Adrián ofendido – Me estás dejando como un pederasta y creo que yo en ningún momento abusé de ti.

  • No, hiciste algo peor. Conseguiste que me enamorara perdidamente de ti y me hiciste creer que tú también me querías… Para luego romperme el corazón sin ningún tipo de escrúpulo – dijo Andrés sin que le temblara la voz en ningún momento a pesar de estar recordando una etapa muy dura de su vida.

  • ¿Crees que para mí no fue difícil? Yo también te quería, ¿sabes? Pero aquello era imposible, y no hay día que no me arrepienta de no haber sabido pararlo antes.

  • Está bien saber que al menos tienes cargo de conciencia y que te acuerdas de mí todos los días…

  • Veo que te diga lo que te diga vas a seguir sin perdonarme así que mejor me voy ya y zanjamos este encuentro casual…

  • Sí. Será lo mejor. Y espero que no se vuelva a repetir. Ya le diré a mi amigo que no podemos quedar más aquí – le dijo Andrés a la defensiva

  • Bueno pues… adiós Andrés.

  • Hasta luego.

Adrián miró una última vez a Andrés, que mantuvo su expresión fría e impasible, y siguió su camino. Al entrenador ni se le pasaba por la cabeza que Sergio había escuchado todas y cada una de las palabras que se dijeron él y Andrés. El chico había estado escondido durante toda la conversación y estaba perplejo por lo que acababa de descubrir. Sin embargo, debía actuar con normalidad con Andrés, que éste no le notara nada raro. De momento quería empezar con buen pie lo que fuera que iba a tener con él, y ya si eso más adelante le sacaría el tema de Adrián. Por tanto, cuando se aseguró de que Adrián ya se encontraba bien lejos de ello, salió de su escondite y fue hacia donde estaba Andrés.

  • Hola tío – le saludó Sergio con un choque de manos

  • Ey Sergio, ¿qué tal las clases? – le preguntó Andrés intentando aparentar normalidad, a pesar de que la conversación con Adrián le había dejado un poco tocado.

  • Tan coñazo como siempre tío. ¿Oye y tú no vas al instituto?

  • Tío, que yo ya tengo 18 años, voy a la universidad – se rió Andrés

  • ¡Anda! ¿Y qué estás estudiando?

  • INEF

  • ¡Ey, que casualidad, yo también quiero hacer esa carrera! Parece que nos parecemos bastante eh…

  • Pues sí, somos bastante parecidos en gustos: a los dos nos encanta el deporte y una buena polla – bromeó Andrés

  • Calla tío, no lo digas muy alto que nadie sabe lo mío… - se preocupó Sergio mirando alrededor para asegurarse de que nadie lo había escuchado.

  • Ah vale de acuerdo, osea que en público tú y yo somos colegas y punto, ¿no?

  • Sí… Y luego ya en privado seremos más que colegas… - le dijo Sergio en voz baja guiñándole un ojo con complicidad.

  • Mmm, suena bien eso – dijo Andrés mordiéndose el labio inferior – Bueno, ¿y a dónde te apetece que vayamos a comer?

  • No sé… ¿McDonalds? – propuso Sergio

  • Vaya, ¡que original! – se rió Andrés

  • Oye que quieres, somos estudiantes, tenemos que ir a sitios que sean económicos. Y además se come de puta madre

  • Tienes razón, tío. Venga vamos – sentenció Andrés dándole una palmada de colega a Sergio antes de que los dos “amigos” se pusieron a caminar rumbo al McDonalds.

A las seis de la tarde, la mayoría de alumnos de 1ºA se encontraban reunidos en el gimnasio del instituto, lugar en el que los había citado Beatriz.

  • Bueno chicos, tras mucho pensar ya he decidido la obra que vais a representar – les empezó a decir Beatriz – El tema con el que participaremos en la semana de la tolerancia es la homosexualidad. La obra escogida para abordar este tema es “El príncipe elige”. En ella, a un príncipe le llega la hora de casarse, pero él desde pequeño sabe que no le gustan las mujeres. Su madre le obliga a escoger una princesa con la que subir al trono, pero el joven va rechazando a todas sus pretendientes. Hasta que un día, llega una joven acompañada por su hermano, del que el príncipe se enamora perdidamente. El príncipe escoge a esa princesa para poder seguir viéndose con su hermano, y éste, a pesar de que al principio le rechaza, se acabará dando cuenta de que a él también le gustan los hombres y que está enamorado del príncipe. Finalmente, tras muchos esfuerzos y luchando contra infinidad de inconvenientes, el príncipe escapa con el hermano de su prometida, con la esperanza de ser felices para siempre.

Todos escucharon atentamente a Beatriz mientras contaba la historia, y una vez que acabó, se quedaron en silencio. A todos se les pasaba por la cabeza una única cosa: ¿qué dos chicos tendrían que representar a los dos hombres que se enamoran?

  • Con esta obra pretendemos hacer ver que uno no elige de quien se enamora y que, a pesar de que todo el mundo te intente convencer de que no es lo correcto, hay que hacer caso a tu corazón – concluyó Beatriz – Y bueno, a los chicos que quieran presentarse para hacer de los protagonistas, os tengo que informar que se tendrán que besar al final de la obra. Por tanto, me harán falta dos chicos con la suficiente personalidad como para hacerlo. Así que venga, os voy a repartir los guiones y vais a ir leyendo diferentes fragmentos para que yo pueda escoger al mejor príncipe y al mejor amante del príncipe.

Todos los chicos fueron subiéndose al escenario uno a uno con el guión de la obra en la mano para interpretar los diferentes textos o diálogos que Beatriz les mandaba. Muchos de ellos se notaba que lo hacían mal a propósito para que no les escogieran ya que no tenían el valor suficiente para interpretar a un homosexual y mucho menos para besarse en público con un chico. Beatriz fue viendo a todos y cada uno de los aspirantes al papel y fue tomando sus notas. Después de que todos los chicos de la clase pasaran por el escenario, les pidió que esperaran unos minutos mientras ella tomaba la decisión.

Miguel y Mario, como siempre, estaban sentados al lado.

  • ¿Te ha gustado como lo he hecho? – le preguntó Mario a su novio.

  • Sí, parece que se te da bien esto de interpretar – le respondió Miguel sin atreverse a darle una respuesta negativa a su novio, a pesar de que no le había gustado mucho como lo había hecho.

  • Es que el personaje me va como anillo al dedo – sonrió Mario – Tú también lo has hecho muy bien, molaría que nos escogieran a los dos.

  • Ya, estaría bien – respondió Miguel encogiéndose de hombros.

Alberto, Sergio, Marcos, Llorián y Alex se encontraban apartados de los demás hablando entre ellos.

  • Sergio, hoy a la salida desapareciste eh – le dijo Alberto

  • Ya, es que fui a comer con un colega del gimnasio

  • El que también desapareció fue Rodrigo, ¿alguien sabe donde está? – preguntó Llorián intrigado.

  • No, ni idea – respondieron todos.

Y es que ninguno de ellos se imaginaba donde se encontraba Rodrigo en esos momentos. Su amigo estaba en la cama de Francisco a cuatro patas, mientras su profesor le follaba por el culo sin piedad. Rodrigo había sido penetrado tantas veces por esa polla que ya ni si quiera le dolía que le enculara. Le molestaba un poco al principio ya que su amo se la clavaba directamente, sin dilatación alguna, pero pronto su ano se adaptaba a aquel trozo grande de carne. Ese día a la salida, Francisco se había acercado a hablar con él para decirle que se pasara esa tarde por su casa, y a pesar de que Rodrigo le dijo que la profesora de Lengua les había mandado estar en el instituto para empezar a preparar la obra de teatro, Francisco se negó en rotundo. Por tanto, ahí se encontraba Rodrigo, siendo follado como una perra mientras todos sus compañeros estaban en el instituto y seguramente notarían su ausencia. Y lo peor de todo: estaba perdiendo un punto entero en la evaluación de Lengua. “Ya puedo recompensarme este hijo de puta”, pensó Rodrigo para sus adentros mientras Francisco seguía a sus espaldas gimiendo y sudando como un cerdo. De repente, cuando Francisco estaba a punto de correrse, el ruido del telefonillo retumbó en toda la casa. El profesor sacó inmediatamente su rabo tieso del culo de su alumno y fue rápidamente a contestar al telefonillo. Rodrigo dio gracias a quien quiera que hubiera llamado, ya que así podía descansar un poco tumbado en la cama. Cuando Francisco volvió a la habitación, Rodrigo notó que tenía el rostro pálido.

  • Vístete YA, es mi hijo y está subiendo ahora mismo – le gritó Francisco mientras él mismo comenzaba a vestirse rápidamente.

Rodrigo comenzó a hacer lo mismo inmediatamente, aunque en el fondo hubiese querido que aquel chaval les hubiese pillado en pleno polvo. ¿Qué cara habría puesto Francisco si su hijo descubriera que es un depravado sexual que chantajea a sus alumnos para follárselo y tratarlos como putas? Sin embargo, no tuvo el valor suficiente para esperar desnudo a que el chico entrara en casa, así que se vistió todo lo rápido que pudo y siguió a Francisco hasta el salón. Una vez allí, su profesor puso sobre la mesa un libro, un par de libretas abiertas y unos cuantos bolis y ordenó a Rodrigo que se sentase en una de las sillas, como él mismo hizo. Esa fue la imagen que se encontró el hijo de Francisco cuando entró en su casa. Rodrigo se fijó en él y se sorprendió bastante, ya que no se parecía en nada a su profesor. Era alto y delgado, y tenía el pelo en media melena rubia que hacía contraste con su tez pálida. Rodrigo se sorprendió al darse cuenta de que estaba pensando en lo bueno que estaba aquel chico.

  • ¡Hombre Diego! ¡Qué pronto has vuelto hoy! – exclamó Francisco cuando vio entrar a su hijo. Rodrigo notó como la rabia le estaba consumiendo por dentro por no haber podido terminar la follada. De hecho, en el pantalón del profesor se marcaba una potente erección.

  • Es que el profesor de guitarra está malo y me dijeron que podía volver a casa – explicó vagamente Diego, para luego fijarse en Rodrigo - ¿Y este quién es?

  • Oh, es Rodrigo, uno de mis alumnos que va mal en la asignatura y le estoy dando unas clases particulares… - mintió Francisco.

  • Ah, pues encantado Rodrigo. Yo soy Diego, el hijo de tu profe – se presentó Diego amistosamente.

  • Encantado Diego – respondió cordialmente Rodrigo, aunque el joven notó como le fallaba la voz.

  • ¿Y qué, como es mi padre como profesor, muy cabrón? – bromeó Diego

  • Bueno pues…

  • Diego, no nos molestes y vete a tu cuarto anda – le ordenó Francisco a su hijo interrumpiendo a Rodrigo.

  • Bueno anda vale, vaya gruñón que estás papá – protestó Diego – Bueno Rodrigo, hasta luego, que te sea leve

  • Adiós, hasta otra – se despidió Rodrigo sin poder evitar fijarse en el culo de aquel chico cuando se dio la vuelta.

Francisco fingió estar explicándole un problema de disoluciones a Rodrigo hasta que oyó como Diego cerraba la puerta de su habitación.

  • Por culpa del niñato este me he quedado a medias, estoy a punto de explotar… - protestó Francisco señalando su abultado paquete – Ahora vamos a estar un rato haciendo el paripé de que te estoy explicando química y luego te largas a tu casa, porque con este crío aquí no podremos rematar el polvo.

  • Si, amo – asintió Rodrigo, que como siempre, aceptó lo que le dijo su amo sin rechistar. Sin embargo,  durante todo el tiempo que estuvo en aquella casa no pudo parar de pensar en Diego, sintiéndose por primera vez en su vida atraído por un chico.

Ajenos a todo lo que le estaba sucediendo a Rodrigo, sus compañeros de clase seguían en el gimnasio del instituto. Beatriz por fin había hecho el reparto de papeles, y ya les había comunicado quien interpretaría cada papel secundario que había en la obra. Ahora solamente quedaba conocer quien daría vida a los tres protagonistas de la historia: el príncipe, la princesa y su hermano.

  • A ver chicos, me ha costado bastante decantarme por los que interpretarán a los personajes principales pero ya lo tengo más o menos decidido. Miguel va a ser quien dé vida al príncipe protagonista, me parece que el papel le va a la perfección y a pesar de que es muy tímido creo que lo puede hacer muy bien y todo esto le servirá de mucho para perder un poco la vergüenza. La princesa será Sofía, me ha encantado el toque que le ha dado al personaje leyendo el guión y además, tiene mucha soltura interpretando. Y por último, con el papel del hermano de la princesa que acabará con el príncipe estuve dudando bastante entre varios, pero al final creo que el que mejor puede hacerlo es Alberto. Aunque evidentemente en esta obra lo más importante es que entre la pareja protagonista haya química, y por cosas que he visto en clase me parece que Alberto y Miguel no son demasiado amigos. Por tanto, me gustaría veros a los dos haciendo una de las escenas que tiene la pareja para saber si podéis quedar bien en el papel. Mirad, de hecho podéis hacer la del primer beso entre ellos.

Miguel se hubiera puesto a dar saltos de alegría de lo contento que se había puesto al escuchar la decisión de Beatriz. Sin embargo, guardó su emoción en su interior y se limitó a levantarse mientras mantenía la expresión impasible, como si interpretar al príncipe le diera exactamente igual. De la que se levantaba, miró de reojo a Mario, que se encontraba a su lado, y pudo ver como su  novio apretaba los puños con fuerza y se mordía el labio inferior por la rabia que sentía en ese momento. Le reconcomía por dentro no haber sido escogido para uno de los dos papeles principales, pero lo que más le fastidiaba es que la pareja protagonista pudiera ser Alberto y Miguel. Él sabía perfectamente lo que había entre ellos dos antes de que él interviniese para separarles, y a pesar de que parecía que Miguel estaba contento saliendo con él, temía que hacer esa obra junto a Alberto pudiera reavivar sus sentimientos de amor hacia el chico. Mario, asustado, intentó mirar fijamente a Alberto esperando que éste se fijase en él y poder advertirle con la mirada que interpretara mal a posta para que fueran rechazados como pareja. Sin embargo, por suerte o por desgracia, Alberto comenzó a caminar hacia donde estaban Beatriz y Miguel sin reparar en nadie más. Se sentía muy feliz por el hecho de que Miguel y él hubiesen sido escogidos, y lo que más ilusión le hacía era poder besar por fin en público a la persona a la que de verdad quería. Una vez que estuvieron los dos juntos, cogieron los guiones y Beatriz les indicó donde debían empezar a leer.

Alberto: Quiero ser sincero, y nada me gustaría más que tú también lo fueras.

Miguel: ¿Qué te preocupa? Dime.

Alberto: ¿Por qué estás tan triste?

Miguel: No es tristeza lo que tengo, no sé que me pasa. Cuando estoy contigo siento frío y calor al mismo tiempo, tengo ganas de reír y de llorar. Nunca me había sentido así.

Alberto: Pero eso que me estás diciendo no puede ser: te vas a casar con mi hermana y como bien sabes, el amor entre dos hombres es una anomalía.

Miguel: El amor entre dos personas nunca puede ser una anomalía. Yo no siento nada por tu hermana, y en cambio, me da un vuelco el corazón cada vez que te veo. Y por tu forma de mirarme puedo deducir que tú tienes los mismos sentimientos hacia mí.

En ese momento, Alberto se quedó parado, ya que vio que en el guión indicaba que era el momento del beso entre los dos protagonistas. Miguel estaba completamente quieto, ya que siguiendo la obra, era Alberto quien debía dar el paso hacia él para besarle. Sin embargo, el chico estaba bloqueado. Le encantaba besar a Miguel, pero nunca lo había hecho con tanta gente mirándoles, entre ellos su novia.

  • ¡Venga Alberto! – le animó Beatriz al ver como el chico no se terminaba de lanzar – Que sino voy a tener que coger a otro eh…

Ante la amenaza de la profesora de sustituirle, Alberto se auto-convenció a sí mismo de que tenía que hacerlo ya. Así que, se olvidó de todo lo que estaba alrededor suyo y concentró su mirada única y exclusivamente en Miguel. No fueron sus pies los que lo movieron hacia donde estaba Miguel, sino todo lo que sentía por él: le quería más que a nada en este mundo. Cuando estuvo casi pegado a él, no dudó ni un segundo más en juntar sus labios con los suyos para así poder darle un suave beso, sin lengua obviamente. Fueron apenas unos segundos, pero tanto como para Alberto como para Miguel, fueron unos segundos muy especiales. Cuando se separaron, sus compañeros de clase y la profesora comenzaron a aplaudir efusivamente.

  • ¡Madre mía, está claro que no me he equivocado con el cásting, lo habéis hecho genial chicos! – felicitó Beatriz a los dos chicos, que empezaban a sonrojarse ante los piropos de su profesora y los aplausos de sus compañeros.

Mario no aguantó más aquello y lleno de rabia se levantó y fue directo hacia la puerta del gimnasio para salir de allí cuanto antes. Recorrió el gimnasio sin mirar a nadie y chocó con bastantes compañeros, entre ellos Iván. Al chico, al sentir el roce de la piel de Mario, una oleada de recuerdos le volvió a venir a la mente. Recuerdos de cuando los roces entre su piel y la de Mario no eran casuales, sino que eran roces deseados que demostraban la pasión que sentían el uno por el otro… Y una vez más, Iván volvió a viajar con la mente a aquel verano, el verano en el que por fin perdió la virginidad con una persona que jamás hubiera imaginado, pero sobre todo, fue el verano en el que se enamoró por primera vez…

Hace dos años: julio de 2010

La noche en la que Iván se saltó el castigo de los monitores para colarse en la discoteca como Mario le había retado, el juego dio comienzo. Sin darse cuenta, los dos chicos se metieron de lleno en el juego. Siempre con la pelota roja de por medio y con la pregunta “¿Capaz o incapaz?” se fueron poniendo todo tipo de retos el uno al otro, para ver hasta donde llegaba cada uno.

Coger la ropa interior de las chicas y extenderla por todo el campamento. Tirar del mantel cuando están todos los platos sobre la mesa. Cambiar la sal por el azúcar. Sacar la ropa de la maleta de los otros dos chicos de la cabaña y mezclársela. Entrar a la habitación de las chicas y meterles todos los colchones en el baño.

Y para todos estos retos los dos chicos fueron capaces.

Pero evidentemente, el hacer todas estas cosas acabó teniendo sus consecuencias, ya que los monitores se dieron cuenta de que eran ellos dos los que estaban poniendo el campamento patas arriba. El monitor jefe les llamó a los dos y les empezó a echar una de las mayores broncas que ninguno de los dos hubiera recibido en su vida.

- ¡Sois los dos un par de sinvergüenzas! En todos los veranos que he estado como monitor de este campamento nunca había visto una conducta así. Habéis superado el número de gamberradas que ha sufrido este campamento en tiempo récord. No entiendo por  qué habéis venido aquí, si queráis fastidiar a gente podíais haberos quedado en casa…

El monitor siguió hablando a voces riñendo a los dos chicos, pero ambos dejaron de prestarle atención. No les importaba lo que les dijera aquel tío. Había dejado de importarles todo lo que estuviera a su alrededor, ahora solo pensaban el uno en el otro y en el siguiente reto que se iban a poner. De hecho, en ese mismo momento, Mario tenía la pelota en la mano, y le tocaba a él poner el reto. Movido por ver si Iván estaba dispuesto a absolutamente todo, dejó caer la pelota al suelo, que rodó suavemente por el suelo hasta que llegó a los pies de Iván. Éste, al notarla, miró hacia Mario, que tenía una sonrisa de oreja a oreja. El chico tuvo que esperar a que el monitor se diera la vuelta para ponerle el reto.

- Sácate la polla delante del monitor. ¿Capaz o incapaz? – le susurró Mario.

Iván se quedó bloqueado durante un segundo al escuchar el reto que Mario le había puesto, pero pronto sonrió pícaramente. Cuando el monitor se dio la vuelta, Iván se llevó las manos a su pantalón de chándal y agarrando también el bóxer se los bajó hasta la altura de la rodilla dejando al aire su polla flácida. Mario no pudo evitar reírse al ver que Iván había sido capaz. Sin embargo, la reacción del monitor no fue tan amistosa.

- ¡Pero bueno! ¡Esto es ya lo que me faltaba! No tenéis nada de educación. Pero no os preocupéis que esto lo vais a pagar caro. Los días que quedan de campamento os los vais a pasar trabajando durante el día y encerrados en la habitación por la noche, mientras los demás se divierten, lo pasan bien y…

Ninguno de los dos chicos se molestó en seguir escuchándole. Iván, una vez cumplido el reto, se subió los pantalones, pero antes se agachó para recoger la pelota que aún seguía en el suelo. Esa misma noche, los dos jóvenes empezaron a cumplir su castigo. Mientras el resto de sus compañeros volvieron a ir a la discoteca, ellos tuvieron que quedarse solos en la cabaña. Y además, para asegurarse de que no hacían ninguna de las suyas, el monitor les cerró por fuera con llave. No obstante, ninguno de los dos estaba dispuesto a quedarse sin jugar a su juego esa noche.

- ¿Viste que fui capaz, eh? – dijo Iván cuando él y Mario se quedaron solos en la cabaña.

- Ya lo vi, ya. Vaya huevos que tuviste… Literalmente – se rió Mario

- Anda chaval menos mal que no me empalmé porque sino no cabíamos todos allí – siguió Iván con la broma.

- Uy uy, pero que creído es el chaval…

- Soy creído porque puedo serlo – rió Iván – Bueno, ahora tengo yo la pelota así que me toca ponerte reto… Y creo que ya sé lo que te voy a decir. Tú me has visto la polla a mí pero yo a ti, así que para estar en igual de condiciones… Sácate el rabo. ¿Capaz o incapaz?

Mario sonrió con picardía y sin apenas pensárselo bajó su pantalón y su calzoncillo, dejándolos caer hasta los tobillos. Iván pudo ver así por primera vez la polla de su amigo, que se notaba que era más pequeña que la suya, pero era bastante gorda.

- Pues no estás mal dotado… Aunque la mía es más grande obviamente - dijo Iván mientras le entregaba la pelota por haber sido capaz de hacer el reto.

- Bueno, ahora me toca a mí… Quítate toda la ropa. ¿Capaz o incapaz?

- Pero tío… ¿Para qué quieres que haga eso?

- Es mi reto. Si quieres ganarte la pelota tienes que cumplirlo. Pero mira, como yo soy muy bueno, para que no te sientas incómodo me voy a deshacer yo primero de todo lo que llevo puesto.

Dicho eso, Mario se desvistió y efectivamente se deshizo de toda su ropa hasta quedarse completamente desnudo. Iván le miró sin quitarle ojo y se sorprendió al ver la naturalidad con la que Mario se había quedado desnudo delante suyo. Visto que a su amigo no le importaba que le viera como Dios lo trajo el mundo, Iván no podía ser menos. Además, tenía que hacerlo si quería que la pelota volviera a él. Por tanto, cuando Mario acabó, fue él el que empezó a sacarse la ropa, empezando por la camiseta y acabando por los pantalones y los bóxers. Por segunda vez en esa idea, el rabo de Iván se quedó al aire ante Mario. En esos momentos, los dos chicos se encontraban totalmente desnudos en medio de la habitación, y no se cortaban en mirarse el uno al otro de arriba a abajo. Era curioso, ya que ninguno de los dos se sentía incómodo en aquella situación. Después de contemplar cada punto de su cuerpo, Mario entregó la pelota a Iván

- Parece que estando aquí encerrados solo podemos hacer retos que involucren a nuestro cuerpo…- murmuró Iván pensativamente – Hazme una paja. ¿Capaz o incapaz?

Las palabras salieron de la boca de Iván casi sin pensar. Hacía algunos días que no se masturbaba y como no se le ocurría ningún reto que ponerle a Mario, decidió ir un paso más allá. Supuso que Mario le miraría raro y que incluso había posibilidades de que se negase ya que pedirle eso a un colega era bastante raro. Sin embargo, la reacción de Mario fue toda una sorpresa para él. Al oír el resto puesto por Iván, simplemente sonrió, y sin decir nada se fue acercando hasta estar a escasos centímetros del cuerpo desnudo de Iván. Sin dejar de mirarle a la cara, Mario posó su mano derecha en el miembro de su amigo. Se limitó a abarcarlo con la palma de su mano ya que aún estaba en reposo. De este modo, fue notando como aquella polla iba despertando poco a poco al sentir el tacto de una mano sobre ella. Iván tragó saliva, ya que se estaba poniendo muy cachondo y le sorprendía ver como Mario permanecía impasible. Cuando el rabo de Iván se irguió por completo, Mario empezó a descapullárselo jugueteando con su glande. Pronto empezó a subir y bajar la piel de esa polla dura. Lo hacía con calma y suavemente, como si tuvieran todo el tiempo del mundo para llevar a cabo esa paja. Mario no pajeaba a Iván con toda la palma cerrada sobre su polla, sino que formó un círculo con sus dedos pulgar e índice y hacía que el pene de Iván se fuera introduciendo en ese agujero, como si se estuviera follando la mano. Iván estaba inmóvil y conforme Mario iba aumentando la velocidad de la paja, su respiración se iba entrecortando e incluso, de vez en cuando, se le escapa algún gemido involuntario provocado por el pacer que Mario le estaba haciendo sentir. Iván se fijó en la polla de su amigo y pudo comprobar que también estaba completamente tiesa, por lo que dedujo que estaba disfrutando tanto como él de aquel reto. En una situación normal, Iván nunca hubiera llegado hasta ese punto con un tío, ya que él se consideraba heterosexual, pero había algo en ese juego y en Mario que le estaba cambiando. Mario seguía con la paja, y su mano cada vez se movía más rápido. Como hacía bastante que no se corría, Iván pronto empezó a notar el cosquilleo en las piernas que anunciaba la salida del semen, pero instintivamente, agarró la mano de Mario para frenarle, ya que en su interior algo le hacía desear no correrse todavía ya que intuía que la noche iba a ser muy larga…

- Para ya – le indicó Iván mientras le posaba la pelota en la mano con la que le había estando masturbando – Yo creo que te la has ganado…

- Ha sido todo un placer cumplir este reto… - dijo Mario mientras en su cabeza daba vueltas a lo siguiente que le iba a pedir a Iván. Iba a ser la prueba definitiva. Si aceptaba aquel reto era la señal de que el juego le había atrapado por completo – Bésame. ¿Capaz o incapaz?

Iván se quedó helado al oír las palabras de Mario. Él mismo sabía que si aceptaba aquello, además de un reto estaba aceptando muchas más cosas. Lo que hubiera hecho Iván si cualquier tío le hubiera pedido eso sería largarse ofendido e incluso insultarle llamándole maricón. Pero Mario no era cualquier tío… Un impulso en su interior hizo que Iván moviera la cabeza para recorrer la distancia que separaban sus labios de los de Mario, y así los dos chicos se dieron su primer beso. Fue un beso tímido, discreto, sin lengua. Solamente fue un choque entre sus labios. Tras ese primer contacto, se quedaron mirándose durante unos segundos, que fueron los segundos en los que tardó en explotar la pasión entre ellos. Ambos, en un acto reflejo volvieron a abalanzarse el uno sobre el otro para besarse de nuevo. Pero esta vez el beso fue totalmente distinto. Esta vez se besaron con la boca abierta, de modo que sus lenguas juguetearon entre sí mientras se devoraban el uno al otro. Las manos de cada uno recorrían el cuerpo del otro y al estar tan unidos, sus pollas chocaban entre sí, ambas tan duras que podía decirse que iban a explotar de un momento a otro. No podían separar sus bocas, era como si una fuerza superior se lo impidiese. Sin dejar de besarse, Mario fue llevando a Iván hasta una de las camas para tumbarlo en ella y colocarse él encima. Sus labios no se separaron en ningún momento, era como si estuvieran sedientos el uno del otro y para poder sobrevivir necesitaban que sus bocas estuvieran unidas. Mario aún tenía la pelota en una de sus manos, y en medio de aquella pasión desmedida, la soltó y cayó al suelo. Sin embargo, Iván no la dejó escapar, consciente de que le tocaba a él retar.

- Chúpamela. ¿Capaz o…

Mario no dejó que  Iván acabara de formular la típica pregunta ya que le cerró la boca con un nuevo beso, el último antes de empezar a deslizarse por la cama para que su cabeza acabara quedando a la altura del mástil que Iván tenía por rabo. Se moría de ganas de probar aquella polla cuya cabeza ya estaba húmeda a causa del precum. Por tanto, lo primero hizo Mario fue absorber aquel líquido preseminal que le supo a gloria. Era la primera polla que chupaba pero había visto el suficiente porno para saber como tenía que proceder para practicar una buena felación. Primero utilizó solamente la lengua para lamer de arriba a abajo aquellos 15 cm de carne caliente. Lo siguiente que hizo fue llevar su lengua hasta los huevos de Iván, que tanto le apetecía probar. Era verano, por lo que estaban sudados, pero no tenían demasiado vello púbico cubriéndolos. Mario los chupeteó y jugó con ellos: primero se metía uno en la boca y lo succionaba con gusto y luego hacía lo mismo con el otro. Finalmente, acabó metiéndose los dos cojones de Iván en la boca, disfrutando de ellos al máximo, como si los estuviera exprimiendo. Iván ya no podía evitar gemir con fuerza, ya que aquello le estaba volviendo loco. Después de esa comida de huevos, Mario volvió a la polla y comenzó a meterse poco a poco ese rabo en la boca, concentrándose en succionar cada punto del mismo. Iván prefirió dejar que fuera Mario el que llevara el ritmo de la mamada por lo que en vez de presionarle la cabeza con sus manos prefirió dejarlas quietas. Además, en una de sus manos tenía la pelota causante de toda esta situación. Mario consiguió finalmente que la polla de Iván le entrara entera en la boca y a pesar de que si se la metía muy adentro le daban arcadas, se fue acostumbrando a la presencia de ese falo en su boca. Se la metía y se la sacaba con rapidez, disfrutando del sabor salado que inundaba su boca mientras Iván continuaba gimiendo sin vergüenza alguna. Pronto llegó el momento en el que Iván notó que ya no aguantaba más sin correrse, pero una vez más detuvo la eyaculación apartando a Mario de su rabo y haciéndole subir hasta su boca para volver a besarle.

- Quiero que me folles, Iván – pidió ansiosamente Mario

- Las cosas no se piden así… Hay que respetar las reglas del juego… - le susurró Iván posándole la pelota en la mano.

- FÓLLAME. ¿CAPAZ O INCAPAZ? – le espetó Mario un poco desesperado

- Más capaz que nunca.

Los besos pasaron a ser salvajes y desenfrenados. Ya no había nada que pudiese detenerlos. Estaban más cachondos de lo que nunca habían estado en su vida y ahora solo les quedaba culminar aquella noche de pasión ilimitada. Mario se levantó de la cama a pesar de que deseaba, o mejor dicho necesitaba, seguir besando a Iván. Pero al razón por la que se levantaba merecía la pena: fue hasta su maleta y de ella sacó un bote de lubricante.

- Yo tengo condones, si quieres… - propuso Iván al ver que Mario no tenía.

- Iván, quiero que me folles a pelo, quiero sentir como nuestros cuerpos se juntan sin una gomita de por medio.

Aquella fue razón suficiente para convencer a Iván, que agarró a Mario del brazo para volver a llevarlo hasta la cama y poder besarle de nuevo. Con la otra mano cogió el bote de lubricante que Mario había sacado de la maleta y se echó un chorro generoso en la mano. Luego, fue hasta el culo de Mario, y empezó a extender todo ese lubricante por el ano del chico. Era la primera vez que Iván tocaba un culo de esta manera, nunca se imaginó que fuera a meter la mano en el sitio por donde cagaba un tío. Pero lejos de darle asco, todo aquello le estaba poniendo cachondo a más no poder. Con la ayuda del lubricante, fue intentando meter todos los dedos posibles para ir abriendo el paso. Los dos primeros fueron muy fáciles de meter por la ayuda inestimable del lubricante y además, porque Iván ya tenía experiencia haciéndoles dedos a tías, y aquello no dejaba de ser muy parecido. El tercero costó un poco más, pero con cuidado acabó entrando junto a los otros dos. Iván los metió y los sacó varias veces hasta que decidió que aquel culito ya estaba lo suficientemente dilatado para ser follado.

- ¿Cómo te pones para que entre bien? ¿A cuatro patas? – le preguntó Iván, ya que era un auténtico novato en el sexo con hombres, algo que no había visto nunca en su vida.

- Iván, yo quiero verte la cara mientras me desvirgas, quiero seguir besándote mientras me haces el amor…

Una vez más, Iván no pudo negarse a lo que Mario le pedía. Se incorporó un poco en la cama hasta quedarse sentado, mientras Mario seguía sobre él y su culo iba llegando poco a poco hasta la polla que le iba a follar. Iván se echó un buen chorro de lubricante por todo su rabo que se mezcló con la saliva que había dejado Mario en él al chupárselo, y confió que aquel mejunje fuera suficiente para poder meterla sin grandes problemas. Iván levantó un poco a Mario con los brazos y le colocó justo encima de su polla. De esta forma, Mario fue sentándose sobre ella, y poco a poco se iba introduciendo en su interior. El principio fue lo más difícil, ya que la cabeza de la polla era siempre lo que peor entraba. Tuvieron que colocarse varias veces para que el rabo de Iván pudiera ir abriéndose paso entre las nalgas de Mario. Al chico le estaba doliendo un poco, pero se olvidaba del dolor besando a Iván, aquello era como su medicina. Finalmente, la gran cantidad de lubricante que habían echado hizo efecto y el pene de Iván acabó entrando entero en el culo de Mario, provocando que ambos gimieran por el inmenso placer producido. Se quedaron inmóviles durante unos segundos, sintiéndose unidos, como si fueran un único ser. Tras este momento, Mario comenzó a subir y bajar para que esa polla comenzara a follarle. Iván también ayudó moviendo la cadera y con el movimiento de ambos consiguieron coger un buen ritmo. En ningún momento los dos chicos dejaron de besarse, y sus gemidos de placer infinito se ahogaban en sus bocas mientras se abrazaban fuertemente el uno al otro. Iván se encontraba fuera de sí. Al principio le había dolido un poco la polla porque al meterla en el culo de Mario le había tirado demasiado de la piel hacia abajo, pero ahora solamente sentía placer notando como las paredes del ano de Mario le apretaba la polla por todas partes. Sabía que follar daba gusto, pero no se podía imaginar hasta qué punto. Mario se encontraba exactamente igual, aunque veces le molestaba un poco cuando el rabo de Iván se clavaba muy adentro. Se podía decir que ambos estaban en la gloria, viviendo el momento más placentero de toda su vida. Aguantaron casi media hora así, hasta que Iván volvió a notar por tercera vez esa noche el cosquilleo en sus piernas y supo que la corrida era inminente.

- Estoy a punto Mario… - dijo Iván entre gemidos

- Córrete dentro, por favor, lo necesito – le pidió Mario casi suplicando

- Quiero que nos corramos a la vez

Entonces, Iván paró de follarle y dejó la polla quieta en su culo para aguantar un poco más sin correrse. Lo siguiente que hizo fue llevar su mano derecha hasta la polla de Mario que estaba durísima y le empezó a pajear a una velocidad frenética. Era la primera vez que Iván tocaba un pene que no fuera el suyo, pero ni siquiera se paró a pensarlo. Lo único que le importaba en ese momento fue conseguir que Mario tuviera la mejor paja de su vida. Debido a lo cachondo que estaba, Mario no tardó ni un minuto en notar que ya no aguantaba más.

- Iván… Me voy a… Correr… - intentó decir Mario a pesar de que los fuertes gemidos entrecortaban sus palabras.

En cuando Iván oyó aquello, volvió a retomar la follada a una velocidad salvaje al mismo tiempo que no paró de masturbar la polla de Mario. Por tanto, en cuestión de segundos, los dos chicos comenzaron a correrse como nunca en su vida. Mario sintió como su culo se llenaba de la lefa caliente de Iván que salió disparada en unos cuantos trallazos que le inundaron por dentro. Al mismo tiempo, de su polla empezó a salir un manantial de semen que fue a parar toda ella al pecho de Iván. Todo esto fue acompañado de dos fortísimos gemidos de ambos que de no ser porque estaba solos en el campamento hubieran despertado a todos los que estuvieran allí. Los dos chicos se quedaron besándose en esa posición durante unos cuantos minutos mientras la polla de Iván fue poniéndose blanda en el interior de Mario. Finalmente, Mario reaccionó y se incorporó para tumbarse al lado del chico que le acababa de follar. Contempló que le pecho de Iván aún estaba cubierto de su lefa, por lo que fue hasta él y sacó la lengua para lamerle hasta la último gota de semen que quedaba en él. Luego, se abrazó a él y se apoyó en su hombro, sintiéndose ambos mejor que nunca. En la cama, al lado de ellos, seguía la pelota roja, y Mario se estiró para alcanzarla.

- Quiéreme. ¿Capaz o incapaz?

- Mario, tío… - empezó a decirle Iván – Que me toca a mí poner el reto

- Ah es verdad, perdón – se disculpó Mario mientras le entregaba la pelota. Temía que la pregunta hubiera incomodado a su amigo ya que podía que Iván no sintiera aún lo mismo que él.

- Quiéreme. ¿Capaz o incapaz? – le retó finalmente Iván tras una dramática pausa.

Mario sonrió más feliz que nunca al comprobar que sus dudas sobre los sentimientos de Iván hacia él eran infundadas y se acercó hasta su boca para darle un romántico beso que sirvió como aceptación del reto más difícil que se habían puesto, ya que lo habían hecho mutuamente: quererse.

Actualidad

Iván volvió en sí cuando varios compañeros suyos chocaron contra él porque ya se estaban dirigiendo hacia la puerta del gimnasio. Sin que él se diera cuenta, Beatriz ya había anunciado que por ese día habían terminado. Fue a coger su mochila, que casualmente estaba al lado de la de Varo, pero su amigo la cogió rápidamente para no darle la oportunidad de hablar con él. Iván le miró alejarse con tristeza y finalmente tomó una decisión: tenía que contarle a Varo toda la verdad. Necesitaba que volviera a ser su amigo, necesitaba a su mejor amigo.

Alex se fue todo lo rápido que pudo del ensayo, ya que eran casi las ocho y tenía que entrar a trabajar en el Night Club a esa hora. Llegó un poco tarde, y nada más entrar por la puerta vio como Jony, su jefe, le hacía señas para que fuera hasta donde se encontraba él. Alex le hizo caso y caminó hacia él, esperando que no le fuera a reñir por llegar con unos minutos de retraso.

  • Hombre Evan, a ti te estaba esperando yo – le saludó Jony llamándole por su nombre artístico como acostumbraba a hacer.

  • Perdón por el retraso Jony, es que tuvimos que ir al instituto por una cosa de… - se intentó disculpar Alex

  • Oh, no te preocupes. Con todo el dinero que estamos ganando gracias a ti puedes permitirte llegar un poco tarde algún día – le dijo Jony quitándole importancia – Verás, hoy tengo un trabajito especial para ti…

  • ¿De qué se trata? – preguntó Alex intrigado

  • Mira, desde hace unos años dos chicos vienen siempre una vez al mes para escoger al mejor chico y llevárselo con ellos durante todo un fin de semana a una casa rural. Llevan viniendo varios días para ver a los chicos que tenemos y en cuanto te vieron supieron que eras tú el que debía ir con ellos. Yo les dije que apenas llevabas 15 días en el Night, pero insistieron tanto que me convencieron para que te preguntara…

  • ¿Un fin de semana entero?

  • Sí. Si aceptaras te irías ahora mismo con ellos y te traerían de vuelta el domingo por la mañana.

  • ¿Y qué excusa le pongo a mi madre? Además el domingo tengo partido con mi equipo de fútbol…

  • Sabía que al principio te echarías para atrás, pero en cuanto te diga lo que están dispuesto a pagar por estar contigo vas a aceptar sin dudarlo. Con ese dinero muchos de tus problemas inmediatos quedarán resueltos.

  • ¿Cuánto voy a ganar?

Jony se acercó a él y se lo dijo al oído. En cuanto Alex oyó aquella cifra, se quedó pálido. No podía imaginarse que alguien pudiera pagar semejante cantidad de dinero por él. Jony tenía razón: aceptaba. A su madre le diría que se iba al pueblo de Rodrigo a pasar el fin de semana y asunto resuelto.

  • De acuerdo, acepto – dijo Alex con firmeza

  • ¡Ese es mi Evan! – exclamó Jony entusiasmado – Pues mira, te explico… Son dos chicos de unos 25 años, heterosexuales con novia, pero que hace un tiempo descubrieron que los nenes pueden ofrecerles cosas que sus novias no. Son clientes fijos desde hace unos años, y tienen mucha pasta porque provienen de buena familia, y además tienen buenos trabajos. No les duele gastar el dinero aquí, porque saben que es dinero bien gastado. No me gusta que mis chicos salgan del Club, pero con ellos hago la excepción. Mira, son estos dos de ahí, te los voy a presentar…

Alex miró hacia donde Jony le había señalado y sentados en una mesa vio a dos hombres que aparentaban más o menos la edad que Jony le había dicho que tenían. Uno era muy alto, debía medir 1’90 y se le veía bastante robusto. Tenía pinta de ser todo un macho, al igual que su amigo, que era bastante más bajo que él. Sin embargo, al segundo se le veía que estaba muchísimo más fuerte. Su poca estatura la suplía con su buen cuerpo mazado en el gimnasio y unos brazos potentes.

  • Chicos, aquí os traigo al chico que me habéis pedido, Evan – les dijo  Jony al llegar hasta donde estaban ellos – Os aseguro que nos os vais a arrepentir de haberle escogido, es de lo mejor que tenemos actualmente en el Night Club.

  • Que ganas tenía de conocerte chaval, se me hacía la boca agua viéndote por aquí – le saludó el alto mirándole de arriba a abajo – Yo soy Antonio, y éste mi colega Fernando

  • Encantado – respondió Alex un poco intimidado por Antonio

  • Ya verás que pedazo de fin de semana pasamos los tres juntos… - le sonrió Fernando mientras le cogía del hombro.

  • Uff, venga vámonos ya, que tengo muchísimas ganas de empezar con este nene, se me hace la boca agua – ordenó Antonio

  • Bueno Jony, nos vemos el domingo – se despidió Fernando del jefe del Night Club estrechándole la mano – Te lo devolveremos de cuerpo entero…

  • Eso espero chicos – rió Jony – Pasadlo bien. Y Evan, pórtate bien

  • Más le vale – dijo Antonio riéndose escandalosamente mientras agarraba a Alex por la cintura sin cuidado alguno

Los dos hombres salieron del Night Club escoltando a Alex, que iba en medio de los dos. Una vez fuera, le indicaron que se metiera en el coche que estaba aparcado justo delante de la puerta del Club. Al ver el cochazo que tenían, Alex comprobó que era cierto lo que le había dicho Jony de que tenían mucha pasta.

  • Venga nene, tú ponte atrás con Fernando que yo conduzco – le indicó Antonio haciéndole un gesto con la cabeza.

Alex obedeció a lo que le dijo y sin decir nada se colocó donde le ordenó. Fernando se sentó al lado de una de las puertas, pero no dejó a Alex que se pusiera en la otra puerta, sino que le indicó que pusiera al lado suyo, en el medio de los tres asientos. Antonio se puso adelante y arrancó el coche.

  • A ver, vamos a explicarte un par de cosillas que te tienen que quedar claras – empezó a decir Antonio – Tú este fin de semana vas a ser nuestra puta. Nosotros tenemos novia, pero somos un par de cerdos del sexo y ellas son un poco flojas para nosotros por lo que de vez en cuando necesitamos descargar los cojones con un buen putito. Vas a tener que estar disponible siempre que nosotros necesitemos meter la polla en algún sitio, ya sea en tu boca o en tu culo. En caso de que te niegues alguna vez, perderás el dinero. ¿Te ha quedado claro?

  • Sí, todo entendido – asintió Alex

  • Bueno, pues vamos a comprobarlo… - le dijo Fernando, mientras se sobaba el paquete por encima del pantalón

Alex le miró de reojo sin saber muy bien qué hacer, pero pronto Fernando le sacó de dudas. Se bajó el pantalón y el bóxer hasta las rodillas y le puso la mano sobre la nuca y haciendo presión sobre él para bajarle la cabeza hasta su polla desnuda. Alex abrió su boca y sin darle tiempo a nada, Fernando hizo un movimiento de cadera con el que le metió todo su rabo en la boca. Aún estaba morcillona pero conforme Alex la iba chupando se iba endureciendo. Alex se sorprendió de lo sudada que estaba. Sus clientes solían ir lavados al Club, por lo que era la primera polla que probaba con un sabor tan fuerte. Le daba la impresión de que aquellos tíos, por mucho dinero que tuvieran, no cuidaban mucho la higiene. Se concentró en chupar aquella polla que tenía en su boca que cada vez era más grande y acabó siendo de un tamaño impresionante. Alex se la sacó de la boca para contemplarla y pudo comprobar que era de las más grandes que había visto nunca. Fernando no le dejó que se tomara un respiro y le volvió a empujar la cabeza para que se la tragara entera. Como consecuencia del tamaño de ese rabo tieso, a Alex le dio una fuerte arcada, que no hizo más que excitar todavía más a Fernando. Desde adelante, Antonio les miraba por el espejo retrovisor y no pudo evitar ponerse cachondo al ver a ese crío haciéndole esa mamada a su colega. Su polla se iba agrandando en su pantalón y empezaba a molestarle, por lo que decidió sacársela para ir más cómodo.

  • Uff tío, que envidia me estás dando – le dijo Antonio a su amigo

  • Para en alguna gasolinera y rematamos la faena – le contestó Fernando sin quitar la mano de la cabeza de Alex para que éste no parara de chuparle el rabo.

Dicho y hecho, en cuando Antonio avistó una gasolinera, aparcó y se bajaron los tres del coche. Una vez más, caminó Alex en medio de ellos dos, que se veía claramente que estaban empalmados como caballos y ni siquiera trataban de disimularlo. Entraron en el área de servicio y fueron directamente al baño de hombres. Una vez dentro, Antonio atrancó la puerta para que nadie les molestara.

  • Venga, ahora te toca chupar una polla de verdad – le dijo Antonio mientras le agarraba del brazo bruscamente para que se arrodillara en el suelo delante suyo.

Alex le bajó el pantalón y el bóxer y una enorme polla le chocó contra la cara. Aquel rabo era aún más grande que el de Fernando, e intuía que medía más de 20 cm con facilidad. Casi sin darle tiempo a mirarlo, Antonio le empujó la cabeza con brusquedad ya que no aguantaba más el calentón que llevaba encima. Alex le hizo exactamente lo mismo que le había hecho en el coche a su amigo Fernando, solo que esta vez las arcadas eran mucho mayores y a Antonio parecía que le gustaba llevar el ritmo de la mamada. Movía las caderas con velocidad y literalmente le estaba follando la boca. Alex solo tenía que mantenerla abierta mientras recibía rabo. Si la de Fernando le había parecido que tenía un sabor fuerte, la de Antonio era aún peor.

Alex vio por el rabillo del ojo como Fernando se estaba masturbando con velocidad justo al lado suyo. Sin embargo, pronto se cansó de jugar solo y decidió explorar la parte trasera de aquella putita que habían contratado. Se arrodilló en el suelo detrás de Alex y le desabrochó los pantalones para bajárselos. Alex, sin dejar de mamar la polla de Antonio, notó como Fernando empezaba a hacerle dedos anales sin ningún cuidado alguno. Se metía los dedos en la boca para empaparlos en saliva y luego los metía en el cada vez más abierto culo de Alex. De vez en cuando también se acercaba hasta sus nalgas y escupía en el medio de ellas. Cuando Fernando consideró que aquel culito ya estaba suficientemente abierto como para recibir su rabo, se puso un condón y se colocó en el sitio adecuado para que al hacer un simple movimiento de cadera, la mitad de su polla se colase dentro de Alex. El chico no pudo evitar dar un grito de dolor, que fue ahogado por el trozo de carne que tenía en la boca. Fernando fue metiendo y sacando su polla lentamente para que el culo de Alex se fuera acostumbrando a tener todo eso en su interior. Cuando los huevos de Fernando chocaron contra las nalgas de Alex, comenzó a follárselo. Lo hacía muy rápido y con brusquedad, como si le fuese la vida en penetrar a aquel chaval que estaba a cuatro patas en el suelo del baño de aquella gasolinera. Era la primera vez que Alex estaba con dos hombres a la vez. En esos momentos, tenía los dos agujeros de su cuerpo completamente invadidos por las dos pollas más grandes y gordas que había visto en su vida. Alex se puso nervioso en varias ocasiones ya que vio como el manillar de la puerta se doblaba y de no haber sido porque Antonio la había atrancado, algún hombre que fuera mear al baño de aquella gasolinera les hubiera pillado en aquella situación. Sin embargo, ni a Antonio ni a Fernando les importaba, solo querían seguir follando a aquel chaval que recibía sus dos pollas a la vez. Alex se sorprendió al ver el gran aguante que tenían aquellos dos hombres. Tras un buen rato petándole el culo con fuerza, Fernando fue el primero en correrse. Cuando sintió que todo su semen iba a salir, paró en secó y clavó su polla hasta el fondo. De no haber sido por el condón que tenía puesto, toda su lefa hubiera invadido el interior de Alex. Fernando se la sacó, tiró el condón a la papelera y se puso a observar como su colega terminaba de follarle la boca al nene que se acababa de follar. Pasaron unos minutos, hasta que Antonio le sacó la polla de la boca a Alex y se puso a pajearse delante suyo. De esta forma, cuando se corrió, todos los trallazos que salieron de su rabo fueron disparados a la cara de Alex, que quedó completamente cubierta de aquel líquido blanco, e incluso alguna gota fue a parar a su boca. Antonio se subió el pantalón y fue hasta donde estaba su amigo para chocar la mano con él en señal de triunfo. Antes de salir del baño, Alex cogió papel higiénico para limpiarse todo el semen que tenía en la cara. Los tres fueron hasta el coche aparentando normalidad y se colocaron al revés que antes: Fernando conducía y Antonio se sentó atrás con Alex. El chico pudo ver que las pollas de aquellos dos hombres volvían a estar duras, y entonces supo que le esperaba un fin de semana muy largo.

CONTINUARÁ