ETERNA JUVENTUD. Cap12. Deseos de cosas imposibles

Muchas cosas de las que deseamos son difíciles de cumplir, pero sólo quién se propone algo lo puede lograr...

ETERNA JUVENTUD. CAPÍTULO 12: DESEOS DE COSAS IMPOSIBLES.

Viernes, 2 de noviembre de 2012

A pesar de que este día los chicos no tenían clase por el puente de los difuntos, no iban a quedar sin verse, al menos la mayoría de ellos. Y es que esa noche, tenían una excursión organizada por la profesora de CMC (Ciencias para el Mundo Contemporáneo). El primer tema que habían dado en clase en esa asignatura era el de la Astronomía, y la profesora había decidido llevar a sus alumnos a un observatorio. Evidentemente, para poder contemplar las estrellas, los planetas y los demás cuerpos del universo, tenía que ser por la noche. Para todos ellos era la primera excursión que hacían con el instituto de noche, pero no todos iban a poder disfrutarla, porque otras personas tenían otros planes para ellos.

Francisco se levantó de la cama en la que su mujer aún seguía durmiendo. Sigilosamente, con cuidado de nos despertarla a ella y a sus hijos, fue hasta el salón, donde encendió su ordenador portátil. Desde que Rodrigo le dio sus contraseñas apenas había tenido tiempo para echarle un vistazo a toda la información sobre su putita contenida en sus cuentas en redes sociales. Lo que más le interesaba eran los privados del Tuenti. Ya había leído la mayoría, pero le quedaban algunos, los más actuales. La mayoría eran conversaciones sin importancia e incluso había algún que otro tonteo con alguna chica, pero fue un privado con Alex el que desató la ira del profesor. Rodrigo le había mentido, y tenía que pagar por ello para que aprenda la lección y se convierta en una buena zorra sumisa. Esa tarde, su mujer se iba con sus hijos al pueblo, y él había encontrado una excusa para quedarse. Por tanto, sería aquella misma noche cuando Rodrigo iría a su casa para recibir su castigo. Cogió su móvil y le escribió un mensaje para informarle de que esa noche iba a perderse la excursión.

Alex se miró de arriba a abajo en el espejo que tenía delante suyo. Esa misma noche iba a ser su “iniciación”, como lo había llamado Jony, es decir, su primera vez como prostituto en el Night Club. Esta semana le había valido para irlo asumiendo: iba a vender su cuerpo por dinero. Dicho así le parecía algo humillante, pero luego pensaba en la razón por la que lo iba a hacer y eso le daba fuerzas para continuar adelante. Haría lo que fuera para ayudar a su madre a hacer frente a todos los gatos. Se encontraba en el baño de su casa, y estaba completamente desnudo, preparado para hacer algo que jamás se le había pasado por la cabeza: depilarse. Exigencias de su trabajo. Había estado dándole vueltas a la forma en la que retiraría todo el vello que tenía en el cuerpo. Sobre todo, había pensando mucho en como se depilaría el vello púbico, es decir, el de sus genitales. En cuanto al culo no tenía problema, ya que casi no tenía.

Finalmente, tras reflexionar mucho y documentarse por Internet decidió no complicarse demasiado la vida y hacerlo primero con las tijeras para luego rematar con la cuchilla de afeitar. Le costó mucho dar el paso, ya que sentía que si se deshacía del pelo que le rodeaba la polla, perdería gran parte de su virilidad. Pronto se dio cuenta de que a estas alturas no podía detener a pensar en su hombría. “Esta noche la perderé completamente”, se dijo a si mismo bastante compungido. Así que alejó estos pensamientos de su cabeza y se lanzó a cortar todos y cada uno de los pelos que tenía alrededor de la polla. Tras haberlo rebajado un poco con las tijeras, cogió la espuma de afeitar y se embadurnó toda la zona para luego utilizar la cuchilla. Le parecía asqueroso usar la misma cuchilla para afeitarse la cara y la polla, pero no iba a detenerse a comprarse una especial para las zonas íntimas. Estuvo en buen rato trabajando en ello, tratando de que no quedara ni un solo pelo, y finalmente lo consiguió. Cuando decidió que ya había acabado, levantó la cabeza para mirarse al espejo, y se sintió muy raro al verse así. Aún así, se acabó viendo bastante atractivo.

Al haberse estado tocando la zona de la polla durante tanto rato, no había podido evitar que se le pusiera un poco dura. Movido por la curiosidad de ver como era la imagen de su polla empalmada sin ni un solo pelo alrededor, llevó su mano derecha a su rabo y se lo fue tocando como si fuera a empezar a hacerse una paja. De esta forma, su pene acabó poniéndose completamente erecto. Esta vez lo que vio en el espejo le agradó mucho: al estar depilado, su polla parecía mucho más grande de lo que en realidad era. Sin saber muy bien por qué, Alex continuó bajando y subiendo la piel de su miembro. Se había puesto bastante cachondo, y ahora necesitaba acabar aquella paja inesperada. Continuó de pie en medio del baño, con los ojos bien abiertos para seguir contemplándose en el espejo mientras se estaba dando placer. Su mano cada vez se movía a más velocidad, y esto hacía que su cara se contrajera del gusto que sentía. Verse de esta manera le estaba excitando mucho, de hecho cada vez estaba más caliente. La paja se prolongó durante unos minutos, y cuando Alex notó que se iba a correr, se sentó en el váter para que todo el semen que salió de sus huevos cayera sobre su pecho. Al eyacular, no pudo evitar soltar un gemido que denotaba lo mucho que había disfrutado masturbándose.

El joven se quedó sentado en el váter mirando al techo descansando tras el esfuerzo realidad. Cuando su vista se posó en su barriga, cubierta de lefa, una idea pasó por su cabeza: seguramente esa noche el cliente que pagara por él en la subasta iba a querer que se tragara su semen. Alex nunca lo había probado, y decidió que lo mejor sería llevarse ahora su propia corrida a la boca y ser la suya la primera que probara, para que esta noche no le pillara de sorpresa. Alex suspiró y, dejando la mente en blanco, cogió con sus dedos índice y pulgar una parte del semen que tenía sobre su cuerpo. Se metió los dedos en la boca y saboreó el líquido blanco que acababa de introducirse. El sabor no le pareció vomitivo, como se había imaginado en otras ocasiones que era, aunque si le pareció que estaba un poco fuerte. Aunque no le había resultado agradable, decidió repetir la operación tantas veces como fueron necesarias para tragarse hasta la última gota de lefa que había caído en su barriga. Cuando acabó, se puso en pie y se volvió a contemplar en el espejo. Se dio cuenta de que iba a ser la última vez que se vería como una persona digna, ya que a partir de esta noche no iba a poder evitar avergonzarse de sí mismo. Los nervios, la vergüenza e incluso el miedo iban ocupando cada vez más espacio en su interior, pero ya no había vuelta atrás.

Según se iban acercando las nueve de la noche, poco a poco los alumnos de 1º A de Bachillerato iban llegando a la estación de autobuses, lugar en el que la profesora les había dicho que deberían estar a dicha hora. Marcos, Llorián, Sergio y Alberto estaban en grupo, como de costumbre, hablando unos con otros, sorprendiéndose de que casualmente tanto Alex como Rodrigo se hubieran puesto malos justo ese día. Miguel y Mario esperaban a que fuera la hora de subirse al autobús sentados en un banco juntos. Como siempre, Mario hablaba sin parar de cualquier tema mientras Miguel le escuchaba atentamente, aunque no podía evitar que sus ojos fueran a parar a Alberto. Después de la confesión que el chico le había hecho en el ascensor Miguel estaba mucho más contento: ahora sabía que Alberto nunca le había dejado de querer y albergaba la esperanza de que en un futuro no muy lejano pudieran llegar a estar juntos. Sin embargo, por el momento Miguel tenía que conformarse con mirarle desde lejos mientras estaba con Mario. A pesar de que se habían besado el día después de la fiesta en el Ginger, aún no habían hablado respecto al tema. Ahora mismo él y Mario estaban en un punto que no sabían definir: los dos se encontraban muy a gusto estando juntos, y a pesar de que Mario hacía todos los esfuerzos por acercarse sentimentalmente a Miguel, éste no dejaba de verle como un amigo.

A pesar de que ya eran casi las nueve, Varo e Iván aún se encontraban en casa del segundo. La razón por la que estaban allí todavía era que Iván intentaba convencer de todas las formas posibles a su hermano Edu para que se animara a ir a la excursión, pero el joven se negaba en rotundo. Desde el secuestro, Edu había dado un cambio radical: el chico extrovertido y simpático que era antes desapareció, y en su lugar ha quedado un joven apagado y triste. Solamente salía de casa para ir al instituto y se pasaba los días metido en la cama. Era incapaz de pensar en sexo, cualquier cosa relacionada con ello le repugnaba, ya que no paraban de venírsele a la cabeza imágenes de aquel fatídico día. Cada vez que cerraba los ojos veía a Jorge mirándole con esa cara de perturbado que ponía justo antes de colocarse encima suyo para violarle.

  • ¡Venga hermanito! – le intentaba animar Iván – Ya verás que bien te sienta la excursión, tienes que venir

  • Iván, no insistas… - dijo Edu con voz cansada, sin salir de la cama – Lo que menos me apetece en este mundo es salir en plena noche

  • ¿Para una excursión que tenemos y te la vas a perder? – insistió Iván

  • Sí, tío, y además luego la zorra de la profesora nos mandará un trabajo y no podrás hacerlo… - dijo Varo para intentar ayudar a convencerle

  • En serio chicos, no os esforcéis, por mucho que insistáis nada ni nadie va a sacarme de la cama esta noche.

  • No puedes permitir que el trauma te supere, Edu, sería como aceptar que Jorge te ha derrumbado – afirmó Iván mirando a su hermana con la mirada triste

  • Es que no sé si te das cuenta pero me ha derrumbado. Iván, yo ya no puedo salir a la calle sin tener que estar todo el rato mirando hacia los lados, vivo con miedo constante a que pueda volver a pasar… Por no hablar de que soy incapaz de hacerme una puta paja desde aquel día, ni siquiera me atrevo a tocarme la polla. Solo con pensar en el sexo me entran ganas de vomitar… Así que por favor, no me pidas que ahora me levante de esta cama para ir a esa excursión como si no hubiera pasado nada porque soy incapaz de fingir que mi sigo siendo el mismo de siempre.

Edu no pudo reprimir sus lágrimas mientras soltaba todo este discurso, y tras expresar por primera vez todo lo que estaba sintiendo por dentro, se tapó entero con las sábanas como si así estuviera protegido de cualquier peligro que le acechara. Iván le miró con pena y decidió no insistirle más. Simplemente le pasó una mano por encima de la cabeza para comunicarle que entendía por todo lo que estaba pasando.

  • Tío, siento interrumpir, pero tendríamos que irnos ya que sino no nos esperan – dijo Varo desde la puerta de la habitación

  • Sí, tienes razón, vamos – le respondió Iván. Mientras salía de la habitación dirigió una última mirada de compasión hacia su hermano

  • Me da muchísima pena tu hermano…

  • Estoy muy preocupado tío. Mi padre ya no sabe que hacer para que vuelva a ser el de antes

  • Supongo que una cosa así no se supera de la noche a la mañana, le llevará su tiempo

  • Ya… Puto violador de mierda. Le ha jodido la vida.

  • Es repugnante – le dio la razón Varo – Tío, escucha, igual a Edu le vendría bien hacerle una visita al psicólogo del instituto

  • Ya, si yo también lo he pensando, pero no sé yo si Edu estará dispuesto…

Los dos chicos salieron de casa y continuaron hablando del tema que tanto les preocupaba ambos durante todo el trayecto hasta la estación de autobuses. Pasaban 10 minutos de las nueve cuando llegaron allí y todos los demás compañeros ya estaban sentados en sus asientos en el bus, pero aún así no eran los últimos en llegar. Justo después de ellos apareció Adrián, que era uno de los profesores a los que les había tocado ir a la excursión para vigilar a los alumnos. Le habían avisado a última hora porque en principio iba a ir Francisco, pero llamó al instituto diciendo que le resultaba imposible ir. Sergio estaba apoyado en la ventana al lado de su asiento cuando le vio aparecer. No contaba con que Adrián fuera a la excursión, por lo que el corazón le dio un vuelco por la sorpresa. Adrián trató por todos los medios de evitar mirarle fijamente a los ojos. Era incapaz de hacerlo después de haberle rechazado a pesar de que le sigue queriendo, pero en su interior no paraba de repetirse que la decisión que había tomado había sido la más correcta.

Cuando la profesora de CMC entró al autobús, el jaleo que había era impresionante. Todos estaban gritando, hablando a voces y levantándose de sus asientos, por lo que no le quedó más remedio que ponerse seria:

  • ¡Se acabó! Este caos lo cortó yo en un segundo. Os vais a sentar como yo os diga y no quiero que os mováis en todo el viaje, ¿de acuerdo?

Todos se quedaron mirándole estupefactos esperando a que dijera donde debía sentarse cada uno de ellos. Intentó distribuir a los chicos de tal forma que ninguno se sentara con alguien con quien se llevara demasiado bien. El destino a veces tiene casualidades muy curiosas, y es que por azar, la profesora sentó a Alberto con Miguel, que disimularon la alegría que sentían en su interior y fingieron que la idea de ir sentados juntos en el autobús les repugnaba por lo mucho que se odiaban.

  • Joder, ¿en serio me va a tocar ir con ese pringao? – dijo Alberto bien alto para que Mario le oyera

  • Pues te jodes, gilipollas – respondió Miguel intentando mirarle con odio, aunque casi no pudo evitar sonreír al decir aquello.

A todo esto, Mario les observaba fijamente con una mirada gélida. Sin embargo, el chico pronto tuvo otro asunto por el que preocuparse: su compañero de viaje iba a ser Iván. A pesar de que solamente se tardaba media hora en llegar al observatorio, estaba claro que el trayecto no iba a dejar indiferente a nadie.

Rodrigo recibió el mensaje de Francisco de que esa noche no podía ir a la excursión, ya que debía acudir a su casa. Cuando leyó el sms, simplemente lo aceptó con resignación. Ya tenía asumido cual iba a ser su función a partir de ahora: cumplir con todos los deseos de su profesor, y esa noche le tocaba acudir allí para llevarlo a cabo. Suponía que simplemente tendría que chupársela y luego ponerse a 4 patas para que le follara el culito, como de costumbre.

  • Hola amo – dijo Rodrigo cuando Francisco le abrió la puerta

  • Me alegro de que hayas venido – dijo Francisco mirándole tenebrosamente

  • Ya sabe usted que yo siempre le hago ca…

Pero Rodrigo no pudo acabar la frase, ya que antes de pronunciar todas las palabras, Francisco le dio una bofetada en plena cara, con tanta fuerza que Rodrigo fue incapaz de sostenerse en pie. Cayó al suelo y desde allí abajo levantó la cabeza para mirar a su amo con desconcierto. Francisco no le dio oportunidad para protestar y le propinó una patada a su alumno en toda la barriga.

  • Parece que no recuerdas bien las cláusulas de nuestro contrato

  • No…. No sé de que… me habla amo… - dijo Rodrigo intentando recuperarse de los duros golpes que había recibido

  • Yo te recuerdo lo que has hecho  mal – dijo Francisco arrodillándose para agarrar a Rodrigo del pelo y acercarlo hacia él – ME HAS MENTIDO

  • ¡¿Qué?! Le… le juro que… no amo… de ver… dad… - le contestó Rodrigo a duras penas, ya que cada vez le estaba tirando más fuerte del pelo

  • Yo creo que sí, zorra de mierda

Francisco levantó a Rodrigo del pelo y sin soltarle, lo llevó hasta el salón. El joven no paraba de quejarse por el dolor que estaba sintiendo, pero cada vez que protestaba Francisco le tiraba más fuerte del pelo. Cuando llegaron al salón, el profesor sentó a su alumno en una silla delante del ordenador, y así fue como Rodrigo pudo ver lo que le había llevado a esta dolorosa situación. Ante sus ojos estaba una conversación por mensajes privados con Alex en la que hablaban de lo poco que les había gustado chuparles la polla a Llorián y Marcos.

  • Según me dijiste, la primera polla que chupaste fue la mía – le dijo Francisco intentando controlar su ira

  • Amo, todo esto es un malentendido, de verdad…

  • ¡QUE NO ME MIENTAS MÁS! – le gritó Francisco antes de darle otra ostia, la cual le tiró de la silla y le volvió a dejar en el suelo.

  • Lo… lo… sien… to… - trató de decir Rodrigo, aunque el dolor casi hasta le impedía hablar. Pocas veces desde que era adolescente había llorado, pero en esta ocasión le estaba resultando muy difícil contener las lágrimas por el dolor.

  • ¿Sabes? En realidad esto te va a venir bien. Vas a recibir tu castigo y aprenderás la lección. Te aseguro que después de esta noche no me volverás a mentir. Esto va a ser un paso más hacia convertirte en el sumiso perfecto.

Rodrigo levantó la cabeza para volver a mirar a su Amo, y en su rostro vio una expresión llena de ansia y perversión. Francisco le agarró del brazo con brusquedad y le llevó hasta la habitación. Una vez allí le tiró a la cama sin ningún cuidado, y entonces, Rodrigo se dio cuenta de que la noche iba a ser la más larga de su vida.

En el autobús, los chicos iban tan tranquilos debido a la distribución hecha por su profesora. Miguel y Alberto estaban el uno al lado del otro, callados y sin decirse nada, pero eso les bastaba. Se sentían cómodos estando al lado de la persona que querían sin que nadie les mirase raro. Alberto decidió sacar su iPod y le propuso a Miguel si le apetecía escuchar música junto a él, cosa que el chico aceptó. Alberto entró en la carpeta de música y le dio a la opción de reproducción aleatoria y los dos escucharon:

“No está demostrado que yo, tenga que morir…”

  • ¡Ay! ¡Es mi canción favorita! – dijo Miguel sorprendido de que justo hubiese sonado esa canción que significaba tanto para él.

Era “Jóvenes eternamente”, del grupo español Pol 3.14. Alberto, al ver lo mucho que le gustaba a Miguel subió el volumen de manera que los dos chicos se aislaron del resto del mundo y se dedicaron única y excluidamente a escuchar esa canción, que desde ese momento se convertiría en SU canción. Sin poderlo evitar, los dos chicos empezaron a recordar todos los momentos vividos juntos mientras la canción continuaba sonando. La fiesta en casa de Alberto que les acercó por primera vez. “Si tú quisieras vivir, conmigo para siempre…”. El apasionado beso que se dieron después del examen de Física y Química que confirmaba que estaban locos el uno por el otro. “Entonces tú serías diferente al resto de la gente”. Cuando se veían a escondidas en su lugar secreto. “Si me siento derrotado, tú me haces más fuerte…” .  La reconciliación en el ascensor. “Y yo, que no puedo estar sin ti, no he encontrado la manera de que no tengas que morir”. Llegados a ese punto, ninguno de los dos podía contener más la emoción que estaban sintiendo en ese momento. A pesar de que lo que más les apetecía en el mundo era besarse apasionadamente como si no hubiese un mañana, se conformaron con darse la mano por debajo de las chaquetas que las cubrían. Se apretaron fuertemente el uno al otro, siendo esta su particular forma de decirse “te quiero” justo en el mismo momento en el que la canción, o mejor dicho, su canción, llegaba a su punto álgido. “Y a mí me gustaría, que vivamos para siempre, y que seamos JÓVENES ETERNAMENTE”.

A escasos metros de ellos, Mario no les quitaba ojo. Le ponía muy nervioso que esos dos fueron sentados juntos, pero por lo que veía desde su asiento solamente escuchaban música, sin dirigirse la palabra en ni un solo momento. Otra cosa que le ponía muy nervioso en ese momento era ir sentado al lado de Iván. Desde los acontecimientos de la noche de Halloween de hace dos años no se habían vuelto a dirigir la palabra, y solo con estar cerca el uno del otro ya se sentía incómodos. Sin embargo, Iván parecía que no estaba por la labor de ir incómodos durante todo el viaje sin hablar, así que decidió intentar normalizar la situación entre ellos.

  • Vaya… que casualidades tiene la vida… - dijo Iván intentando iniciar una conversación

  • Ya – le respondió Mario borde y tajante.

  • Ya son dos años sin hablarnos eh, que se dice pronto… - continuó Iván

  • Pues que siga así, ¿vale?

  • Oye Mario, se que te dolió todo lo que pasó aquella noche, pero no fue culpa mía ¿vale?

  • Sí, sí que fue culpa tuya, porque tú no tuviste el valor suficiente de aceptar mi reto y continuar con nuestra relación – le espetó Mario soltando de sopetón todo lo que tenía guardado en su interior desde aquel día

  • Mario, ya te dije que no podía arriesgarme a que Alberto se lo contara a todo el mundo. ¿Y si salía mal, qué?

  • Ya pero, ¿y si salía bien?

  • Mario, de verdad…

  • No, es igual. Déjalo. Lo tuyo ya está superado desde hace mucho tiempo, porque nos haya tocado juntos en el autobús no tenemos porque poner a removernos la mierda del pasado. Así que vamos a continuar como hasta ahora, tú a lo tuyo y yo a lo mío, cada uno por su lado como si el otro no existiera. Y así, todos felices. ¿De acuerdo?

Iván asintió al darse cuenta de que había llegado a un punto muerto en la conversación. Mario le había dejado claro que nada de lo que le dijera iba a mejorar las cosas entre ellos. De repente, una idea fugaz pasó por la cabeza de Iván, que decidió intentar una medida desesperada.

  • Perdóname. ¿Capaz o incapaz?

Después de que Iván pronunciara esas palabras, Mario giró su cabeza hacia él y los dos chicos se quedaron mirando fijamente. Se mantuvieron callados durante unos minutos, y ambos sabían que en ese momento los dos estaban recordando todo lo vivido juntos. En lo más profundo de su interior, ambos deseaban volver a aquel verano de hace dos años. Finalmente, fue Mario el que rompió el silencio con un bufido.

  • No puedes ponerme ningún reto, todavía no has cumplido el que yo te puse aquella noche. Y además, no tienes la pelota.

Mario se volvió a dar la vuelta para continuar mirando hacia adelante y así evitar la mirada de Iván. El chico se dio cuenta de que Mario tenía razón, las reglas de su juego eran muy claras, y hasta que Iván no cumpliera el reto que Mario le puso, no podía proponerle otro. Y sin la pelota en su poder, menos aún. Por tanto, Iván dio un suspiro y se resignó a aceptar que no tenía nada que hacer para que Mario le perdonase. Se quedó mirando por la ventanilla contemplando el paisaje mientras los recuerdos no paraban de llegar hasta su cabeza.

Unos asientos más atrás, se encontraba Varo sentando al lado de una chica de la clase. No tenían mucha relación entre ellos, por lo que ninguno de los dos trató de entablar conversación. Ella se puso los cascos para escuchar música y Varo se dispuso a hacer lo mismo cuando se dio cuenta de que tenía el móvil de Iván. Cuando la profesora se puso a asignar los sitios a cada uno de ellos, Iván le estaba enseñando a Varo una cosa en su móvil, y se le olvidó volver a pedírselo. Ante esta situación, Varo no pudo evitar ir directamente a las carpetas de imágenes de Iván y se puso a mirarlas todas y cada una de ellas. La mayoría eran de tías ligeritas de ropa o fotos de ellos dos. Varo era capaz de acordarse del momento exacto en el que se habían sacado cada foto así como de todo lo que habían hecho en su respectivo día. El chico continuó pasando fotos y mirándolas embobado y sin darse cuenta, se vio dos años enteros de fotos. Había llegado a las del 2010, y en ese año la mayoría de fotos que tenía Iván eran con Alberto, ya que era la época en la que eran mejores amigos. Varo no tenía muy buenos recuerdos de todo aquello, por lo que trató de pasar esas fotos lo más rápido que pudo. Sin embargo, de repente paró en seco. Ante él, apareció una foto que le dejó completamente bloqueado. En la pantalla del móvil se encontraba su amigo Iván dándose un beso en la boca con Mario. Varo miró la fecha de la foto y vio que era del verano de 2010, de los primeros días de julio. Intentó recordar sobre aquellos días pero en ese momento tenía la mente nublada, era incapaz de pensar con coherencia debido a la sorpresa de haber visto aquella imagen. Entonces, recordó que la profesora había colocado a Iván y Mario juntos, y como si de un acto reflejo se tratara, se levantó de su asiento para poder echar un vistazo hacia donde estaban ellos, pero se tranquilizó al ver que cada uno estaba a su bola. Pero él seguía estando en shock. ¿Qué significaba aquello? No entendía nada, y entonces decidió que lo mejor que podía hacer era preguntarle a su amigo sobre aquella fotografía. Corría el riesgo de se molestara por haber mirado en sus fotos, pero Varo necesitaba saber la verdad sobre todo eso.

Alex llegó al Night Club a la hora a la que Jony le había pedido que estuviera allí. Cuando entró, su jefe se encontraba en la barra y nada más le vio fue hasta la puerta para recibirle.

  • ¿Qué tal estás, chaval?

  • Bueno, un poco nervioso… - se sinceró Alex

  • Ya, es normal en tu primer día, pero ya verás que todo va a salir bien.

Alex miró a su alrededor y se sorprendió al ver carteles en los que se anunciaba su llegada al club, aunque iban sin foto. En ellos ponía “Viernes 2/11/12, al Night Club llega un culito virgen, ¿te vas a quedar sin luchar por ser el primero en entrar en él?”. Jony vio como Alex miraba fijamente los carteles y le pasó una mano por encima del hombro.

  • No es por ponerte más nervioso… Pero va a estar lleno. Hacía mucho que no contratábamos a un virgen.

  • ¿Todos los hombres que vengan van a querer follar conmigo?

  • Sí, pero solo uno lo conseguirá. Va a ser una puja increíble, ya verás cuanto dinero vamos a sacar hoy gracias a ti.

Alex asintió. Lo que le acababa de decir Jony le había puesto aún más nervioso, pero por otra parte se tranquilizaba pensando en el dinero que recibiría al final de la noche. Jony le pidió que le siguiera y le subió hasta la zona del club en la que se encontraban las habitaciones. Entraron en una que estaba pintada entera de rojo, a juego con la cama y las cortinas. Sin duda alguna el rojo le daba un aire a puticlub tremendo, pensó Alex. Era bastante grande y tenía baño en ella.

  • Bien, esta va a ser tu habitación para esta noche, la mejor que tenemos. La persona que pague tanto por tenerte se merece una buena habitación en la que desvirgarte – le explicó Jony – Bueno, encima de la cama tienes tu “uniforme”. Póntelo, aséate, relájate y haz lo que tengas que hacer, y dentro de una hora, baja. Hasta luego, estrella.

Cuando Jony salió de la habitación, Alex fue hasta la cama para ver cual iba a ser su uniforme, y no se sorprendió al ver solamente un slip negro sobre ella. Durante la hora de descanso que Jony le había dado, Alex no supo que hacer ya que ya se había duchado en casa. Cada vez se estaba poniendo más nervioso y lo único que quería era salir corriendo de allí. De repente, se acordó de que la vez que había hablado con Jony, éste la había pedido que se buscara un nombre artístico con el que presentarle. Alex se olvidó por completo de pensar en ello. Empezó a discurrir algún nombre pero todos los que se le ocurrían no eran lo suficientemente buenos. Le dio vueltas durante mucho rato y finalmente, recordando una parte de su pasado que casi ya tenía olvidada, dio con el nombre con el que quería ser conocido en el Night Club. Cuando su hora libre acabó, Jony abrió la puerta de la habitación y le hizo un gesto para que le siguiera. Antes de que llegaran a la zona del bar, le paró para que ninguno de los asistentes le viera todavía antes de que le presentara.

  • Dime el nombre que has pensando, por favor – le pidió Jony, y Alex se lo dijo sin titubear - Mmmm… Me gusta. Bueno, ahora voy a salir ahí y te voy a presentar. Cuando oigas tu nombre sal. Lo único que tienes que hacer es quedarte allí, ¿de acuerdo?

  • Sí – asintió Alex, aunque Jony ya se había dado la vuelta y se encontraba en la pequeña plataforma hablándole al público.

  • Señores, bienvenidos una noche más al Night Club. Como ya habréis visto en los carteles, hoy es un día especial, porque recibimos a un chico más en nuestro local. Pero no es un chico cualquiera, sino que es muy especial, porque es virgen. Hoy el que más dinero ofrezca por él tendrá la oportunidad de desvirgarle el culito. Sé que estáis deseando ver ya a nuestra joyita, así que no es hago esperar. Aquí tenéis a…

¡EVAN!

Al oír el nombre que había escogido, Alex salió de cara al público rodeado de aplausos de todos los hombres que estaban allí presentes. Se sorprendió al ver que estaba el local lleno y le abrumó la idea de que todos aquellos hombres estuvieran allí por verle a él. Caminó con paso firme y seguro de sí mismo hasta que llegó al borde de la plataforma y se paró en seco, quedándose quieto para que todos le contemplaran de arriba a abajo. Escuchó varios silbidos y varios gritos de alabanza hacia su físico, y no pudo evitar sonrojarse.

  • Como veis lo prometido es deuda: este es el nuevo bombón del club. Empezamos la puja en 100 euros y…

Alex no siguió escuchando lo que decía Jony, simplemente se limitó a quedarse allí de pie viendo como los hombres comprobaban el dinero que tenían para saber si podían pujar por él. Alex se sentía en esos momentos como un auténtico objeto. La puja ya iba por 200, y seguía subiendo hasta que un hombre ofreció 300. Alex se fijó en el hombre que ofreció aquella cantidad y se le cayó el alma al suelo: debía tener más de 50 años y era un hombre gordo y calvo. Alex rezó para que alguien más ofreciera una cantidad mayor, pero cuando ese hombre dijo lo de los 300 todos los demás se callaron, ya que no estaban dispuestos a pagar más de esa cantidad.

  • Parece que 300 es la cantidad máxima… ¿Alguien da más? – dijo Jony intentando animar a los demás hombres – Si nadie ofrece más nuestro joven se irá con el hombre de los 300… 300 a la 1… 300 a las 2…

  • 500.

Una voz misteriosa y sombría retumbó de repente en el Night Club. Alex se quedó estupefacto al oír esa cantidad de dinero e intentó buscar con la mirada al hombre que lo había dicho, pero no lograba localizarle. Jony también se sorprendió al escuchar aquella alta cantidad de dinero que iba a recibir por Alex.

  • Eso me gusta más – dijo Jony relamiéndose – Supongo que nadie ofrecerá más por lo que… ¡Adjudicado al hombre de los 500!

En ese momento, el hombre que había conseguido imponerse a los demás se levantó de la silla en la que se encontraba sentado y se fue acercando hasta la plataforma en la que estaba Alex, que continuaba completamente inmóvil. Fue entonces cuando el joven pudo examinar al hombre que le iba a desvirgar. Era mucho más joven que el hombre de los 300. Éste debía tener en torno a 30 años, y la verdad es que tenía buen cuerpo: era alto y fuerte, e incluso podría decirse que era deportista. Aquel chico llegó hasta la plataforma y tras estrecharle la mano a Jony, que le felicitó y le dio las gracias, se dirigió hacia Alex y le agarró del culo para acercarle a él.

  • Ya verás que bien lo pasamos tu y yo nene… - le susurró al oído

Alex fue incapaz de decirle nada y se limitó a sonreírle. El hombre también sonrió, aunque más bien lo hacía al pensar en la buena noche que iba a pasar con este joven virgen. Tras masajeárselo un poco por encima del slip, le soltó el culo y le agarró de la mano para dirigirse hacia la habitación que sería testigo de la primera vez de Alex como prostituto.

Rodrigo seguía tumbado en la cama de su amo y profesor, temiendo por conocer cual iba a ser su castigo por mentirle. En esos momentos se arrepentía enormemente de haberle ocultado que ya había chupado una polla, pero ya no había vuelta atrás.

  • Desnúdate – le ordenó Francisco con una frialdad extrema.

Rodrigo sabía que no le quedaba otra opción así que tan rápido como pudo se quitó toda la ropa que llevaba encima y se quedó completamente desnudo tirado en la cama. Entonces, vio como Francisco sacaba de la mesita unas esposas y sin decirle nada le agarró las dos manos para esposárselas. Tras hacerlo le agarró del cuello y le hizo bajarse de la cama. Una vez que el joven estuvo en el suelo, su profesor le volvió a propinar una bofetada que le cruzó la cara. Rodrigo se quedó completamente inmóvil esperando la llegada de un nuevo golpe, pero se sorprendió al ver que Francisco abandonaba la habitación. Aún así, el chico no se quedaba tranquilo, porque sabía que lo que vendría a continuación sería peor que una bofetada. Y no se equivocaba. Cuando Francisco volvió a entrar en la habitación, Rodrigo no daba crédito a lo que llevaba en sus manos: un látigo.

  • ¿Sabes qué nena? Ya sé cual ha sido mi problema. No me he dado cuenta de que cuando empezaste conmigo aún eras una animal salvaje, y todo el mundo sabe que los animales salvajes necesitan ser domesticados.

Una sonrisa diabólica se dibujó en su rostro y entonces pasó lo inevitable: le propinó un latigazo en todo el pecho. La impresión de recibir aquel latigazo hizo que Rodrigo no pudiera contener un grito de dolor. Ante esta manifestación del daño que le había hecho, lo único que hizo Francisco fue reírse. Dio una vuelta en torno a Rodrigo, hasta quedarse a sus espaldas, y entonces, le dio el segundo latigazo. Como la primera vez, el joven no pudo evitar gritar. Aquello dolía más de lo que imaginaba y lo peor era lo mucho que escocía después. Francisco estaba encontrando muy divertido todo esto de los latigazos, por lo que no dudó en continuar con ello. Rodrigo llegó a contar hasta doce latigazos. Al final, ya ni gritaba cuando recibía uno, y fue entonces cuando su profesor paró con aquello.

  • Vete hasta el baño, perra – le dijo Francisco dándole una patada en la espalda para que se moviera

Rodrigo obedeció pero cuando fue a levantarse para caminar hacia el baño, Francisco le agarró del hombro y con un empujón lo volvió a mandar al suelo. De la que caía, le dio una patada en la barriga.

  • Las perras van a gatas, no andando – dijo seriamente

Rodrigo asintió, y fue gateando como pudo hasta el baño, ya que tenía las manos esposadas en la espalda. Cuando llegó hasta al baño, intentó no mirarse en el espejo, pero Francisco adivinó sus intenciones y le agarró la cabeza para girársela hacia el espejo y que así viera en el estado en el que se encontraba ahora. Al verse de esta forma, Rodrigo sintió como la poca dignidad que le quedaba desaparecía por completo. Ahora mismo se sentía la persona más humillada del mundo. Junto con la humillación, en su interior también había otro sentimiento: el odio hacia su profesor. Al estar en el baño, Rodrigo ya se imaginaba lo que le iba a hacer, y una vez más, no se equivocó. Francisco, que aún seguía vestido, se bajó la bragueta y por ella sacó su polla, que aún no estaba erecta. Como Rodrigo predijo, su profesor empezó a mear apuntando hacia su cuerpo. Los latigazos aún estaban recientes, y el contacto con el pis hacía que le escocieran a más no poder. El chico se mordió el labio para no gritar, sabiendo que eso era lo que su profesor quería. Cuando acabó de mear, sin avisar, metió su polla por sorpresa en la boca de Rodrigo, que inmediatamente empezó con la mamada. Después de todo, aquello no era nada malo comparado con todo lo que le acababa de hacer. La polla del profesor estaba completamente blanda, de modo que poco a poco se fue despertando en la boca del chico. Cuando se puso dura del todo, Francisco no la sacó de su boca, por lo que llegaba hasta la campanilla de Rodrigo, provocándole una fuerte arcada que hubiera acabado en vómito si Francisco no hubiera sacado su polla en el último momento. Rodrigo tosió por la presión a la que se vio sometida su garganta y ante esto, su amo se rió. Al resultarle entretenido provocarle arcadas a su alumno, decidió hacerlo más veces: meter su polla entera en su boca hasta que ya no lo soportara más. Así estuvo varias veces, hasta que finalmente Rodrigo se fue acostumbrando y casi no tenía arcadas.

Entonces, Francisco le agarró de la oreja y le arrastró de nuevo hasta la habitación donde, tirando de la oreja, le levantó para tumbarle en la cama. En esos momentos Rodrigo era un ser prácticamente inmóvil, como un muñeco hinchable a la merced de su amo. Éste, tras desvestirse por completo, le dio la vuelta y le puso a cuatro patas. Se subió a la cama y se colocó detrás suyo, dispuesto a follarse a su alumno sin compasión. Y así fue. De un solo golpe, Francisco introdujo toda su polla en el ano sin dilatar de Rodrigo, que gritó como nunca antes había gritado en su vida. Francisco sonrió con satisfacción, ya que era eso exactamente lo que buscaba. Volvió a repetir la misma operación varias veces: la sacaba entera y la volvía a clavar de una sola vez. Cuando el culo de Rodrigo se acostumbró a sus acometidas, decidió empezar con la follada. Se la metía y se la sacaba tan rápido como podía, a una velocidad exagerada. Rodrigo se dejaba follar pero intentaba por todos los medios que de su boca no saliera ni un solo grito y mucho menos un gemido. En su interior deseaba con todas sus fuerzas que esa pesadilla acabara rápido y pudiera salir de esa maldita casa lo antes posible. Francisco siguió follándole tan rápido como podía. Rodrigo tuvo suerte, dentro de lo que cabe, ya que a ese ritmo, su profesor no tardó mucho en correrse, soltando todo su semen en el culito de su alumno.

Cuando Francisco se levantó de la cama, Rodrigo se dejó caer sobre ella completamente exhausto. Cerró los ojos, esperando que todo a su alrededor desapareciera. Entonces, sintió un “clic” que indicaba que Francisco le había soltado las esposas. La libertad que Rodrigo sintió en ese momento fue indescriptible, pero decidió no levantarse ya que sabía que no podía confiar en las intenciones de su profesor hasta que no recibiera una confirmación.

  • Bueno, creo que por hoy ha estado bien – le dijo Francisco – Ahora ya sabes lo que te va a esperar cada vez que me enfades. Esto ha sido solo la primera vez, como me vuelvas a mentir será mucho peor.

Rodrigo se quedó mirándole intentando disimular el desprecio infinito que sentía hacia él. Se levantó de la cama y se puso su ropa lo más rápido que pudo.

  • ¿Puedo irme ya, amo?

  • Mmmm sí perra, no hace falta que duermas aquí. Reflexiona esta noche en todo lo que ha pasado. Tengo muchas esperanzas puestas en ti, se que acabaré haciendo de ti una sumisa perfecta.

  • De acuerdo, amo, hasta otro día. Muchas gracias por todo – dijo Rodrigo antes de salir por la puerta de aquella casa que para él era peor que el infierno.

Cuando entró en el ascensor, no pudo aguantar más y estalló en un desconsolado llanto provocado por una mezcla de dolor y humillación. En una cosa tenía razón Francisco: había aprendido la lección y a partir de ahora se iba a convertir en el sumiso más obediente y leal que ese depravado haya conocido. Todo con tal de no repetir todo eso.

Tras un viaje que duró en torno a media hora, los chicos llegaron finalmente al bosque en el que se encontraba el observatorio. Se bajaron del autobús y una vez abajo cada uno se reunió con sus amigos olvidándose de la persona con la que le había tocado ir sentado por imposición de la profesora. Tuvieron que andar durante un rato para poder llegar hasta el observatorio, y a pesar de que era de noche distinguieron a unos pocos metros una bonita laguna oculta entre toda aquella densidad de árboles. En unos 10 minutos llegaron hasta el observatorio, donde dos hombres les estaban esperando. Se presentaron y les dijeron que ellos serían los que les explicaran todo lo que iban a ver desde allí. Entraron en el observatorio y se pusieron todos alrededor del telescopio y uno a uno, fueron poniéndose en el lugar indicado desde el que podían ver los diferentes cuerpos astronómicos. De esta manera, vieron los distintos planetas, la luna y otros satélites, algún que otro cometa y otros cuerpos celestes.

  • Y ahora quiero que todos vosotros miréis a esta estrella que os va a aparecer en la pantalla amplificadora – comenzó a explicar uno de los hombres – Como podéis ver, no es de un color concreto, sino que según como la miréis parece roja, naranja, rosa o incluso violeta. Bien, pues esta estrella es la que popularmente se conoce como la estrella de los deseos. Astronómicamente hablando es una estrella como otra cualquiera pero leyendas de distintos pueblos le otorgan un valor especial. Se dice que si tienes la suerte de encontrarla en el cielo, debes quedarte mirándola fijamente y concentrarte en ella con todas tus fuerzas. Entonces, debes pedir tu deseo, aquella cosa que anheles en lo más profundo de tu corazón. Si lo deseas de verdad, la estrella de los deseos te lo acabará concediendo. Muchos de vosotros pensaréis que es una auténtica chorrada esto que os estoy contando, pero hay gente a la que le ayuda creer en ello.

Todos los alumnos se quedaron mirándola fijamente, pero tuvieron la mala suerte de que comenzó a nublarse y la estrella quedó cubierta por varias nubes. En ese momento,  la profesora les comunicó que podían disfrutar de media hora libre antes de continuar escuchando las explicaciones de los astrónomos. Todos salieron del observatorio y como ya eran más de las once de la noche y estaban en pleno noviembre, hacía bastante frío. Todos se habían acordado de llevar chaqueta, salvo Sergio, que la olvidó en el autobús y en ese momento solamente llevaba una camiseta de manga corta por lo que se encontraba tiritando.

  • ¡Ay, Sergio! – dijo la profesora de CMC al verle - ¡Solo a ti se te ocurre venir sin chaqueta! Mira, Adrián tiene una chaqueta que le sobra, vete a pedírsela antes de que te congeles

  • Na profe no hace falta, si no tengo frío… - mintió Sergio para no tener que ir a hablar con Adrián.

  • ¡Venga eh, no seas tonto, si te estás muriendo de frío! Vete a pedírsela o voy yo, ¿eh? Que luego si te resfría la culpa va para mí…

  • Vale vale, ya voy yo… - dijo Sergio para no tener que seguir escuchándola

Adrián se encontraba mirando al cielo para intentar identificar los diferentes planetas y estrellas que habían visto por el telescopio, por lo que no vio como Sergio se acercaba hasta donde estaba él.

  • Adrián… - le llamó Sergio tímidamente cuando estuvo a su lado

  • Hola Sergio – le respondió Adrián con naturalidad tras la sorpresa inicial de que Sergio hubiera ido a hablarle.

  • Na a ver es que se me olvidó la chaqueta en el autobús y la pesada de CMC se ha empeñado en que te pida esa que tienes en la mano… Si no te molesta, claro… – dijo Sergio mirando al suelo, sintiéndose incapaz de mirar a su entrenador a los ojos.

  • Ah, no tranquilo si no me importa, no la necesito de verdad – le respondió Adrián mientras se la daba

Sergio se la puso y aunque le quedaba un poco larga ya que Adrián era un poco más alto que él, al ponérsela sintió un gran alivio ya que automáticamente el frío comenzó a desaparecer. Además, el hecho de que esa chaqueta fuera de Adrián le hacía sentirse mucho más cómodo, como si al tenerla puesta estuviera unido con él de alguna forma.

  • No te queda mal eh… - sonrió Adrián cuando Sergio se la puso

  • Gracias, la verdad es que la necesitaba

  • Ya sabes que yo haría cualquier cosa con tal de que tú no lo pasaras mal… - dijo Adrián con doble intención.

  • Ya he empezado a cumplir mi promesa…

  • ¿Qué promesa?

  • La que te hice en la nota. La de olvidarte. Pero me está costando más de lo que pensaba…

  • Sergio, por favor, te aseguro que era lo mejor que podía hacer para los, lo nuestro no tenía ninguna posibilidad de salir bien.

  • ¿Por qué no te atreviste a intentarlo? – dijo Sergio liberando los sentimientos que tenía encerrados en su interior – Bueno, a lo mejor fui tonto al pensar que tú estabas interesado en mí para algo más que para follarme…

  • NO Sergio, no te consiento que digas eso, no quiero que tengas esa imagen de mí. Para mí has sido una persona muy especial en mi vida, de hecho he llegado a quererte pero…

  • ¿Me quieres? – le cortó Sergio. Adrián asintió – Si dos personas se quieren todo lo demás no debería importar.

  • ¿Qué, Sergio? ¿Qué tal te sienta la chaqueta de tu entrenador? – dijo de repente la profesora de CMC a sus espaldas, haciendo que Sergio se asustara ya que no había sentido que se acercaba

  • Eh… bien bien… - dijo Sergio titubeante. Al ver que su profesora se ponía a hablar con Adrián se dio cuenta de que su conversación con él ya no podía continuar, por lo que decidió volverse con sus amigos, no sin antes echarle una última mirada desesperada a Adrián, con la que le quiso transmitir tantas cosas…

Miguel se había quedado escuchando una cosa que le estaba explicando el hombre del observatorio a tres o cuatro más compañeros, por lo que cuando salió del observatorio a donde estaban todos los demás, empezó a buscar con la mirada a Mario pero antes de que pudiera encontrarlo, metió la mano en su bolsillo y allí se sorprendió al encontrarse una nota de papel. La abrió para leerla con intriga, ya no tenía ni idea de lo que podía poner en ella.

“Si tú quisieras vivir, conmigo para siempre... Te espero en la laguna, estoy deseando verte a solas.”

Tras leerla, un nombre le vino directamente a la mente a Miguel: ALBERTO. Tenía que ser él, justo en el autobús le había dicho que la canción de “Jóvenes eternamente” era su favorita, y ahora recibía una nota cuya primera frase pertenecía a dicha canción. “Tiene que ser él”, se repitió a sí mismo. Él también se moría de ganas de poder verle a solas, por lo que no tardó ni un segundo en echar a correr cuesta abajo para llegar cuanto antes a la laguna. Corrió más rápido que nunca y en cuestión de un par de minutos llegó hasta allí. Miró alrededor de la laguna esperando que sentando en una de las rocas estuviera esperándole Alberto, pero no era así, sino que de repente sintió como alguien le ponía las manos en los ojos para tapárselos.

  • Adivina quien soy – le susurro dicha persona al oído

Miguel le quitó las manos de sus ojos para poder darse la vuelta rápidamente y estar cara a cara con la persona ala que quería y darle un apasionado beso. Sin embargo, toda su emoción se rompió en mil pedazos cuando se dio la vuelta y vio en frente suyo a Mario en vez de a Alberto.

  • ¡Sorpresa! – le dijo Mario con una sonrisa de oreja a oreja

  • Eh… Vaya… Si que es toda una sorpresa, Mario… - dijo Miguel completamente decepcionado, tratando de que Mario no notase su desilusión.

  • Verás, te he citado aquí porque me ha parecido un lugar muy romántico para decirte lo que tengo pensado… - comenzó a hablar Mario – Hace unas semanas después de la fiesta del Ginger nos estuvimos besando en tu cama, y desde entonces no hemos hablado de aquello. Me gustaría dar un paso más, Miguel, me gustaría dejarte una vez más claros mis sentimientos por ti y saber si tu sientes lo mismo. Nuestra relación como amigos es inmejorable, pero yo te quiero muchísimo más que como un amigo. Creo que estoy enamorado de ti Miguel, eres lo primero en lo que pienso al levantarme y lo último en lo que pienso antes de acostarme y todo lo que hago, lo hago por ti.

  • Oh, Mario… - dijo Miguel intentando recuperarse del shock tras escuchar esa declaración – Es lo más bonito que me han dicho en mi vida y ¿sabes qué? Yo también te he cogido mucho cariño y no he sido capaz de darme cuenta hasta ahora de la persona tan especial que tengo como amigo… Creo que yo también te quiero, Mario.

Mario no pudo contener la felicidad que sintió al escuchar la respuesta de Miguel a su declaración, así que se acercó a él para poder besarle en los labios. Miguel se dejó besar, a pesar de que no se sentía del todo cómodo. Tenía claro que quería a Mario, pero no de la misma forma que le quería él. Sin embargo, decidió que se dejaría llevar. A pesar de que nada iba a cambiar lo que sentía por Alberto, él también necesitaba que le dieran cariño y no podía quedarse esperando eternamente por Alberto.

  • Entonces… ¿Estamos juntos? – preguntó Mario tras dejar de besarle

  • Mmmm… Sí. Estamos juntos – decidió finalmente Miguel – Pero una cosa, ¿cómo supiste que mi canción favorita era la de Jóvenes eternamente? Porque pusiste una frase de ella en la nota…

  • Oh, es que yo tengo mis fuentes… - dijo Mario con cierto aire misterioso antes de volver a abalanzarse sobre su nuevo novio para besarle radiante de felicidad

El hombre que había conseguido llevarse a Alex abrió la puerta de la habitación reservada para ellos, en la cual entraron los dos chicos. Se dirigieron hasta la cama y se sentaron en ella. Sin poder esperar ni un segundo más, aquel hombre comenzó a morrear a Alex. Fue la primera vez que el chico besaba a un hombre y la sensación le resultó extraña, era muy diferente a besar a una chica. Alex simplemente se dejó besar, sin participar activamente en el beso.

  • Te noto un poco tenso… Se nota que es la primera vez que haces esto – le susurró al oído – No tienes porque estar nervioso, ya verás como todo va genial y te vas a sacar una pasta conmigo, eh… Bueno, yo me llamo Gerard, encantado.

  • Encantado, Gerard, yo soy… Justin… - dijo Alex sin vencer su timidez

  • Bueno Justin pues tú relájate que esta va a ser una noche muy especial…

Tras decir eso Gerard empujó suavemente a Alex contra la cama para que se tumbara y ponerse él encima suyo. Se volvieron a besar en la boca durante un largo rato pero pronto Gerard comenzó a besar el cuello del chico. Alex se sentía como un ser inerte, y ya que ese hombre iba a pagar 500 euros por pasar una noche con él, decidió hacer bien su trabajo y ganarse el dinero justamente. De modo que Alex paró a Gerard y haciendo impulso consiguió darle la vuelta a la situación para quedar él encima suyo. Ahora era él el que le besaba el cuello a Gerard, mientras le ayudaba a deshacerse de la camisa. Cuando se la quitó, Alex recorrió su pecho con la lengua y se detuvo en los pezones, los cuales chupeteó intensamente. Gerard tenía sus manos posadas en el culo de Alex, el cual masajeaba y sobaba sin parar. Estuvieron durante un buen rato así mientras se restregaban las pollas aún cubiertas por la ropa. La de Gerard estaba completamente dura y se apretaba contra la de Alex, que aun no estaba erecta.

  • Venga nene, ahora a ver como usas esa boquita en mi instrumento – dijo Gerard morbosamente

Alex le miró y estuvo a punto de negarse pero se acordó de la situación en la que se encontraba. Se fue deslizando por la cama hasta que quedó a la altura del paquete de Gerard. Le desabrochó el cinturón para poder bajarle los pantalones y el calzoncillo hasta los tobillos para acabar quitándoselos del todo. Alex se alegró mucho al ver lo que apareció ante sus ojos: la polla de Gerard era mucho más pequeña de lo que se había esperado para un hombre de 30 años. De hecho, hasta le parecía que era como la suya más o menos. Pensó para sí mismo que esa noche no podía haber tenido más suerte. Movido por el entusiasmo se fue hasta la polla de su cliente y sin demorarse mucho se la metió entera en la boca, ya que le entró perfectamente. Se la chupó de arriba a abajo varias veces, metiéndosela y sacándosela de la boca. Gerard no hacía ningún movimiento de cadera, simplemente se limitaba a poner sus manos en la nuca de Alex para marcarle el ritmo así. Tras un rato con la mamada, Gerard le cogió de la cabeza y le llevó hasta sus huevos para que se los chupara también. Alex se quedó un poco parado al principio pero pronto reaccionó y sacó su lengua para chupárselos. Le dio bastante asco, ya que estaban sudados y peludos, pero Alex se limitó a seguir chupándolos mientras pensaba en otras cosas. Finalmente, Gerard acabó cansándose también de la comida de huevos y cogiendo a Alex de la cabeza le llevó otra vez hasta su boca para poder volver a besarse. Gerard colocó al joven de tal manera que su polla hacía presión contra el culo de Alex, aún cubierto por el slip negro. Alex notaba aquel rabo duro apretándole el culo mientras besaba a ese hombre desconocido: una situación en la que jamás habría imaginado que se vería envuelto.

  • Me encantas chaval, quiero follarte ya, me muero de ganas…

Alex sonrió muy forzadamente antes de que Gerard le cogiera de las caderas para levantarle de encima suyo y dejarle tumbado en la cama mientras le quitaba el slip. Gerard se levantó para ir hasta su pantalón, de donde sacó un condón. Se lo puso en su polla completamente erecta y luego se dirigió otra vez a la cama. Le levantó las piernas a Alex haciendo que estas llegaran a tocar la pared, de manera que el ojete del chaval quedaba perfectamente visible y abierto, dentro de lo que cabe para un virgen. Alex se asustó al ver que Gerard tenía intención de metérsela directamente, sin ninguna dilatación previa.

  • Tío, que no me va a entrar – dijo Alex poniéndole la mano en la polla para frenarle

  • No te preocupes chaval, que yo se lo que hago. Estos condones son de lubricación extra, con ellos una polla entra hasta en el culo más cerrado. Ya veras que bien van… - le explicó Gerard para tranquilizarle.

Alex asintió tímidamente aunque no estaba del todo convencido. En ese momento sentía miedo porque estaba convencido de que le iba a doler muchísimo. Gerard se acercó hasta su boca para darle otro beso para tranquilizarle. Luego, se volvió a colocar en la posición en la que se encontraba antes de que Alex le parara y, levantándole aún más las piernas comenzó a acercar su polla al ano de Alex. Cuando la punta de su pene llegó hasta la abertura, Alex notó como poco a poco intentaba abrirse paso entre sus nalgas cerradas. Se sorprendió al ver como aquel rabo se iba deslizando con facilidad en su interior a pesar de que le estaba doliendo igualmente. Gerard continuó introduciendo su pene en el culito de Alex lentamente y aunque el joven comenzaba a quejarse, no paró. Poco a poco su polla iba entrando gracias a la inestimable ayuda de la lubricación extra del condón. Alex tenía los ojos cerrados y se mordía el labio inferior para intentar no gemir de dolor. Sentía como aquella polla le estaba partiendo en dos, era como si le estuvieran taladrando el culo. Una lágrima salió de sus ojos debido al esfuerzo que estaba haciendo para disimular el dolor. Gerard parecía ajeno a todo aquello, ya que él seguía concentrado en que toda su polla estuviera dentro de aquel joven. Finalmente, tras varios intento, consiguió meterla entera. Entonces se detuvo, y durante unos segundos estuvieron así, para que el culo de Alex se fuera acostumbrando a la presencia de aquel rabo.

  • Venga chico, lo estás haciendo muy bien… - le animó Gerard, aunque no esperaba respuesta alguna por parte de Alex – Vamos a ver como va esa follada…

Y justo al acabar de decir esa frase, Gerard sacó la mitad de su polla del culo de Alex y la volvió a meter a la misma velocidad. Alex fue incapaz de contenerse más y soltó un grito. Gerard le pasó la mano por la cara dándole una caricia para tranquilizarle antes de volver a hacer el mete-saca. Tras hacerlo, se volvía a quedar parado y esperaba un rato antes de repetirlo. Poco a poco, iba aumentando la frecuencia con la que se la metía y se la sacaba. Durante las primeras veces los gritos de Alex demostraban todo el dolor que estaba sintiendo pero poco a poco fueron disminuyendo, a medida que su culo se iba acostumbrando a aquello. Cuando Gerard notó que el chico ya estaba listo, comenzó a follarle. Movía las caderas rítmicamente y metía su polla entera, hasta que sus huevos chocaban con las nalgas de Alex. Gerard gemía por el gusto que estaba sintiendo, ya que aquel culito virgen le apretaba la polla por todas partes y eso le proporcionaba un placer indescriptible. Para él, follarse un culo cerrado era de lo mejor que había, ya que a pesar de que costaba meterle, el esfuerzo merecía la pena por todo lo que se sentía al follárselo. Continuó metiéndola y sacándola al mismo ritmo durante un buen rato.  Intentó acercarse hasta la boca de Alex para besarle mientras le follaba, pero al intentar hacer aquello Alex no aguantaba el dolor ya que la polla se clavaba más adentro. Por tanto, Gerard acabó desistiendo y se limitó a continuar follándole, aumentando el ritmo progresivamente. Alex, que antes se había alegrado del poco tamaño de la polla de su cliente, ahora se lamentaba del gran aguante que tenía. Calculaba que llevaba media hora follándole sin parar. Alex no sentía ningún placer al ser penetrado, simplemente se conformaba con que el dolor no fuera excesivo. Finalmente, tras una follada que se le hizo eterna, llegó el momento que Alex tanto anhelaba. En el rostro de Gerard pudo notar que la corrida estaba cerca. El hombre aumentó increíblemente el ritmo justo antes de lanzar un fortísimo gemido mientras se paraba en seco, dejando su polla metida en el culo de Alex, qua agradeció enormemente la presencia del condón, ya que no sabía si hubiera soportado sentir como el semen de aquel desconocido le inundaba por dentro.

Durante un rato, Gerard se quedó inmóvil en aquella postura, intentando recuperarse tras el esfuerzo realizado. Alex continuaba con las piernas en alto y con aquella polla metida en su interior. Finalmente, Gerard reaccionó y se la sacó para tumbarse a su lado y darle un largo beso.

  • ¿Tú no te corres? – le preguntó Gerard

Alex se encogió de hombros. Le daba igual correrse o no, el tenía claro que no estaba allí para eso. Su polla, inevitablemente, se había puesto morcillona, aunque no estaba erecta del todo. Antes de que pudiera contestarle, Gerard llevó su mano derecha a la polla del chico y comenzó a masturbarle mientras seguía besándole. Alex se dio cuenta que se la estaba cascando bastante bien, se notaba que tenía experiencia masturbando pollas que no fueran la suya, En cuestión de segundo se empalmó del todo y Gerard aumentó la velocidad de la paja sin parar de besarle. Alex trató de pensar en tías desnudas para tratar de correrse lo antes posible ya que no quería alargar más esta situación. Tardó un rato, pero finalmente el semen empezó a salir de su polla, aunque no fue una gran cantidad debido a que se había hecho una paja ese mismo día en el baño.

  • Has estado bien nene, la verdad es que te mereces esos 500 euros.

  • Gracias… señor… - contestó Alex con timidez dejándose besar

  • No me llames señor, llámame Gerard por favor. Me da a mí que a partir de ahora vamos a vernos bastante – le dijo Gerard mientras le besaba el cuello – ¿Sabes que me apetece ahora? Darnos una duchita juntos…

Alex iba a responder pero antes de que dijera algo, Gerard le volvió a besar en la boca. Luego, se levantó de la cama y cogió en brazos a Alex, como si fuera su bebé, para dirigirse hacia el baño juntos.

Pasaba de las doce de la noche cuando la visita al observatorio llegó a su fin. Los astrónomos se despidieron de los alumnos, que con la profesora de CMC a la cabeza se dispusieron a caminar hacia donde estaba el autobús aparcado.

  • ¡Eh, eh, mirad que bien se ve ahora la estrella de los deseos! – gritó una chica de la clase.

Todos miraron al cielo y pudieron observar a la llamada estrella de los deseos en todo su esplendor. Ninguno de ellos era supersticioso, pero algo en su interior les llevó a pedir con todas sus fuerzas lo que más anhelaban en el mundo, es decir, su deseo más fuerte. Marcos, Sergio, Alberto, Llorián, Miguel, Mario, Iván, Varo. Todos ellos se concentraron en la estrella por si su deseo podía acabar haciéndose realidad. Las cosas que pidieron eran diferentes unas de otras, pero en el fondo, todos y cada uno de ellos acababan llegando al mismo deseo:

Un final feliz.

CONTINUARÁ