ETERNA JUVENTUD. Cap10. Contra las cuerdas

En ocasiones, nos vemos envueltos en situaciones que nos ponen al límite, y es entonces cuando nos damos cuenta de nuestras debilidades...

ETERNA JUVENTUD. CAPÍTULO 10: CONTRA LAS CUERDAS.

Edu entreabrió los ojos, y en cuanto lo hizo, un agudo dolor invadió su cabeza, sintiendo como si se la hubiesen aplastado. Intentó levantarse creyendo que estaba en su cama y que llegaría tarde al instituto, pero de repente sintió una presión por todo su cuerpo que le impedía moverse. Abrió los ojos del todo y entonces vio la cruda realidad. Estaba atado a una cama que no era la suya, completamente desnudo, en una habitación que no conocía. Intentó hacer memoria y lo último que era capaz de recordar era que había follado con un desconocido en aquel bosque. ¿Le habría hecho algo ese hombre? Empezó a barajar esa posibilidad, pero la siguiente imagen que vislumbró en su cabeza era el rostro oscuro de Jorge mirándole. Lo único que le salió hacer en ese momento fue lanzar un grito ahogado pidiendo ayuda. De repente, sintió como la puerta que hasta ese momento había estado cerrado comenzaba a abrirse, y ante él apareció la figura de aquel joven de 19 años.

  • Veo que ya te has despertado – dijo fríamente

  • ¡Estás loco! ¡Suéltame cabrón! – le gritó Edu haciendo fuerza para tratar de aflojar las cuerdas. Esfuerzo que, evidentemente, resultó inútil.

  • Puedes gritar todo lo que quieras, nadie te va a escuchar, solamente yo.

  • ¿Me estás secuestrando solamente por negarme a follar contigo?

  • No soy una persona que acepte bien el rechazo, ¿sabes? –dijo Jorge sin cambiar la expresión de su cara – Y menos si viene por parte de una guarra como tú.

  • No soy ninguna guarra – dijo Edu entre dientes. Era la primera vez que negaba algo así, ya que siempre le había dado mucho morbo y le había funcionado a la hora de ligar. Ahora estaba pagando las consecuencias por esa actitud.

  • Claro que lo eres, pero ya ves hasta donde te ha traído tu promiscuidad. No todos somos tan bueno como el hombre que te folló ayer, que te dejó ir sabiendo que no te volvería a ver. Yo te dije en su día que quería repetir contigo, y aquí estamos, a punto de repetir…

  • Ni lo sueñes. No pienso poner nada de mi parte para que tú te corras, asqueroso. Y violar a un chico no es nada fácil.

  • Te aseguro que para mí lo será.

Y tras decir esto, Jorge, que hasta ese momento había tenido las manos cruzadas por detrás de la espalda, se abalanzó sobre Edu dejando ver que en su mano derecha tenía una jeringuilla. A Edu no le dio tiempo a reaccionar, y aunque le hubiese dado, no hubiera servido de nada ya que las cuerdas que le mantenían atado a la cama le impedían cualquier tipo de movimiento. Jorge clavó la jeringuilla en el brazo derecho de Edi, sin ningún cuidado, lo que provocó que de la garganta del chico saliese un grito ahogado. Jorge lo ignoró, y mantuvo la jeringuilla hasta que todo el líquido que había en su interior se vació en el cuerpo de Edu.

  • ¿Qué me has metido, cabrón?

  • Algo para hacerme la tarea más fácil… - le respondió Jorge esbozando una diabólica sonrisa.

  • No te va a dar tiempo. Antes de que haga efecto me encontrarán. Fijo que mi hermano y mi padre me estarán buscando al ver que no he pasado la noche en casa.

  • Me parece que me estás subestimando – rió Jorge al escuchar la amenaza del chico - ¿Quién te piensas que soy yo? ¿Un aficionado? Tengo todos los cabos bien atados, nene.

Jorge se agachó y del suelo cogió el pantalón que Edu se había puesto la tarde anterior. De él, sacó su móvil y se acercó hasta Edu para mostrarle un mensaje enviado desde él. “Duermo en casa de los abuelos”.

  • Hasta hoy por la tarde nadie empezará a alarmarse, así que, no te preocupes, que tenemos tiempo… - sonrió Jorge – Voy a desayunar. ¿Quieres que te traiga algo, princesa mía?

  • Me das asco – dijo Edu mirándole con odio.

  • Deberías comer algo, sino luego no vas a tener fuerzas suficientes.

  • Eso es lo que quiero.

  • Mira que eres cabezón. Pero bueno, a mí me da absolutamente igual que comas o no. Te voy a follar de todas maneras.

  • Ya lo veremos.

Jorge se rió escandalosamente al oír esa frase, y sin decir nada más, salió de la habitación cerrando la puerta con llave. Edu dio otro grito, esta vez provocado por la rabia acumulada. Después de ese grito, la rabia se convirtió en lágrimas que salían desde sus ojos y recorrían su rostro. No podía creerse que estuviera en una situación así, con tan solo 16 años. En solo un segundo, se arrepintió mil veces de la actitud que había estado llevando en este último año en relación al sexo. ¿Por qué cojones quedaría con tantos desconocidos por el chat? Estaba claro que de tantos con los que había follado, alguno estaría loco. También se dio asco a sí mismo por no haber tenido la suficiente fuerza de voluntad como para controlar sus impulsos sexuales. Si se hubiera quedado la tarde del lunes estudiando Matemáticas en vez de haber ido a esa puta zona cruising, ahora mismo no estaría atado a una cama esperando a que un desequilibrado le violase. Y además nadie en su casa se había preocupado por él anoche. De repente, un halo de esperanza le recorrió. Jorge no sabía que su hermano iba a su misma clase. Edu deseó con todas su fuerzas que Iván, al no verle en clase, comenzara a sospechar que algo extraño estaba ocurriendo. Su relación era pésima, pero estaba convencido de que se inquietaría y haría todo lo posible por localizarle. Mientras andaba dándole vueltas a todo esto, Edu no había parado de mover sus brazos y sus piernas para seguir ejerciendo presión contra las cuerdas, pero de repente, cada vez que intentaba mover alguna de sus extremidades, le resultaba imposible. Poco a poco, su cuerpo se fue inmovilizando hasta llegar al punto de estar totalmente quieto. Ahora ya sabía lo que contenía la jeringuilla que Jorge le había inyectado, y se dio cuenta de que la violación iba a ser inevitable. Nunca creyó que fuera a repudiar tener sexo.

Mario estaba esperando a Miguel en la esquina de todos los días para subir juntos al instituto. Cuando el chico llegó, Mario se inclinó hacia él para saludarle con un beso, pero Miguel se apartó velozmente.

  • Mario, yo… No estoy preparado para hacerlo público… Ya sabes, lo de salir del armario y tal – dijo Mario ruborizado

  • Ah bueno, perdón, pensé que no tenías problema con eso, pero como quieras – dijo Mario separándose un poco de él – Pero, ¿estamos juntos o no?

  • No lo sé Mario, necesito tiempo para pensar…

  • Lo siento, no te presionaré, de verdad – dijo Mario fingiendo una sonrisa

Los dos amigos empezaron a andar camino al instituto y Mario rápidamente sacó un nuevo tema de conversación para que no hubiera tensión entre ellos. Sabía que Miguel solía incomodarse con facilidad, y tras el beso fallido de antes, Mario no podía arriesgarse a que la persona con la que estaba intentando salir se pusiera nervioso estando con él. Ahora mismo, Mario sentía que cada vez estaba más cerca de conseguir  su objetivo, pero también era consciente de que hacía falta un último empujón, y ya no dependía de él. Esta vez, tenía que ser Alberto el que cumpliera su parte del trato. Justo cuando estaba pensando en él, lo vio venir a lo lejos junto a su novia Sofía, de la mano. Por el rabillo de ojo, Mario pudo ver como a Miguel se le iluminaba la cara al ver venir a Alberto, y entonces se dio cuenta de que el plan tenía que ponerse en marcha ya. Disimuladamente, fue colocando a Miguel justo en frente de Alberto, y al distraerle, consiguió que los dos chocaran cuando se cruzó su camino.

  • Ay, perdón, no te he visto – se disculpó Miguel

De la boca de Alberto estuvo a punto de salir un “no pasa nada, no te preocupes”, pero entonces el chico posó su mirada en Mario, que con la expresión que estaba poniendo le hizo entender lo que tenía que hacer a continuación.

  • Joder, a ver si tienes más cuidado, imbécil – dijo bruscamente Alberto

  • Ya te he pedido perdón, no te he visto, Alber… - le respondió Miguel desconcertado

  • Déjame en paz, maricón – sentenció Alberto.

Al pronunciar la palabra “maricón” utilizándola despectivamente contra Miguel sintió como si el corazón se le rompiera en mil pedazos, y más aún cuando vio como el rostro de Miguel se desencajaba al escuchar lo que había salido de la boca de Alberto. Mario sonrió sin que nadie le viera, satisfecho de cómo había salido este encuentro forzoso. Miguel miró fijamente a Alberto, intentando encontrar en sus profundos ojos azules alguna razón que explicara este comportamiento, pero Alberto se concentró en ocultar sus verdaderos sentimientos y continuar con su expresión dura e implacable. Tras unos incómodos segundos, Sofía cogió de la mano a Alberto para seguir caminando hacia el instituto, mientras Miguel los veía alejarse con la misma mirada que tenía un perro cuando era abandonado por sus dueños en una gasolinera. Mario le pasó el brazo por encima del hombro para tratar de consolar a su amigo.

  • No te pongas triste, Miguel, ese tío es un asqueroso

  • Pero no entiendo por que me ha dicho eso, Mario…

  • Siempre nos encontraremos a gente así, tíos heteros homófobos y retrógrados que utilizan la palabra “maricón” para insultar con mucha facilidad

  • Pero Alberto no es así…

  • Sí, claro que lo es, pero no tienes que preocuparte por lo que te diga, ignórale. Y si te afecta, me tienes a mí para consolarte… - le susurró Mario al oído. Al separarse, le dejó un tímido beso en la mejilla.

  • Gracias Mario, de verdad, tu apoyo es muy importante para mí – le respondió Miguel. En señal de afecto y agradecimiento, llevó su mano hasta la de Mario entrelazando sus dedos, y aunque apenas fueron unos segundos, para Mario significó una auténtica victoria.

En el instituto, la mañana se fue desarrollando con normalidad. Iván y Varo se saltaron las clases durante todo el día para quedarse fumando en el parque. Sin embargo, para la última hora decidieron volver. Los martes tenían Física y Química con Francisco para cerrar el día, y tenían que ir ya que se trataba de su tutor. Cuando sonó el timbre que daba por acabado el segundo recreo del día, los chicos volvieron a clase y se sentaron en sus respectivos sitios, quedando libre únicamente el de Edu. Iván lo miró extrañado y preguntó a otro compañero si su hermano había venido a las horas anteriores, y la respuesta que obtuvo fue negativa, por lo que se extrañó aún más.

  • Tío, ¿has oído? – le dijo Iván a Varo – Mi hermano lleva todo el día sin venir a clase.

  • ¿Y por la mañana le viste salir de casa?

  • Que va, si anoche se quedó a dormir en casa de mis abuelos, según le dijo a mi padre en un mensaje. Llevó sin verle desde ayer en la comida.

  • Igual se puso malo de noche estando allí… ¿Y por qué durmió allí? ¿No es raro que fuera entre semana?

  • Cuando éramos pequeños a veces solíamos ir allí a dormir fuera el día que fuera, pero la verdad es que llevábamos bastante sin hacerlo. Ayer no me extrañó, pero hoy lo estoy viendo muy raro, tío.

  • Si eso cuand…

  • Álvaro. Veo que domina la materia, porque sino no estaría hablando con su compañero, así que salga aquí y enséñenos como hacer este problema de disoluciones, ya que va tan sobrado.

Varo rechistó por lo bajo y fue hasta la pizarra, ya que cuando Francisco te elegía para salir a hacer un problema, no podías negarte. Iván fue incapaz de atender al problema que hizo su amigo en la pizarra, ya que no paraba de darle vueltas al asunto de su hermano, tratando de encontrar una explicación lógica a todo esto.

Cuando los 55 minutos de clase acabaron, todos recogieron lo más rápido que pudieron para salir cuanto antes de allí. Rodrigo se dirigía hacia la puerta de la clase con sus amigos, cuando a su espalda oyó que Francisco le estaba llamando. Un escalofrío le recorrió, como cada vez que le veía. Le dijo a sus amigos que le esperaran abajo y se dio la vuelta para ir hasta la mesa de su profesor.

  • ¿Qué quiere, profe? – preguntó Rodrigo con desgana

  • Estamos solos, así que llámame por el nombre por el que debes hacerlo cuando solo estamos tú y yo.

  • Ah, sí, perdón. ¿Qué quiere, Amo?

  • Así mejor. Verás, creo que se nos ha olvidado, tanto a ti como a mí, una parte del contrato que firmaste.

-¿Cuál? – preguntó Rodrigo extrañado mientras intentaba repasar mentalmente el contrato. Cuando se dio cuenta de a lo que se estaba refiriendo Francisco, de nuevo un escalofrío le recorrió, y esta vez fue mucho más intenso.

  • Aquella parte que hacía referencia a todo eso de las redes sociales, ¿recuerdas?

  • Sí, Amo, me acuerdo.

  • Pues no vamos a tardar más en cumplirla. Apunta en este folio tu nombre de usuario y tu contraseña de tu correo, de tu Tuenti, de tu Facebook… Vamos, de todas las cuentas que tengas.

Rodrigo asintió y cogiendo un boli que había sobre la mesa empezó a anotar en el folio que le había tendido su profesor todo lo que le había pedido, intentando que no se le olvidara nada.

  • Aquí tiene, Amo – dijo Rodrigo devolviéndole el folio con toda su información - ¿Va a hacer algo desde alguna de mis cuentas?

  • Oh, no, de momento no. Solamente quiero conocerte bien a fondo, saber como es mi putita en la intimidad. Quiero saber todo de ti, y espero que estas contraseñas me proporcionan toda esa información que ansío.

  • Puede preguntarme cualquier cosa a mí…

  • Cállate. Aquí las cosas se hacen a mi manera, y punto.

  • Perdón, Amo.

  • No pasa nada. Pero ten por seguro que como descubra que me has mentido en algo, recibirás tu castigo.

  • Lo entiendo, Amo.

  • ¿Mañana tenéis el examen de Matemáticas, no?

  • Sí, Amo, voy a estar estudiando toda la tarde.

  • Toma, aquí lo tienes. Me ha sido más difícil conseguirlo pero creo que te lo mereces, después de lo bien que te portaste el fin de semana.

  • Muchísimas gracias, Amo – dijo Rodrigo cogiendo el papel en el que estaban los ejercicios que les iban a caer mañana. Esto suponía un gran alivio, ya que ahora solamente tenía que limitarse a hacer esos ejercicios en casa y comprobar que están bien para hacerlos idénticos al día siguiente. Su felicidad quedó manchada cuando recordó que para conseguirlo había tenido que chupar una polla y dejar que su culo fuera follado. Solamente había una palabra para definirle: puta.

  • Bueno, puedes irte ya nena, no hagas esperar más a tus amigos.

  • Hasta mañana, Amo, que pase una buena tarde – dijo Rodrigo con el tono más sumiso que pudo.

Rodrigo salió del aula y bajó las escaleras para encontrarse con sus amigos, que le estaba esperando. Faltaba Alberto, pero los demás le dijeron que había ido hasta el departamento de Biología para revisar el examen, ya que cree que estaba mal corregido. Así pues, los cinco amigos se dispusieron a regresar a sus casas juntos, y a pesar de al principio intentaron hablar sobre fútbol o sobre como llevaban el examen que tenían al día siguiente, ninguno de ellos tenía el ánimo suficiente como para mantener una conversación fluida. La mente de cada uno de ellos estaba inmersa en sus propios problemas personales: Sergio estaba haciendo lo imposible por tratar de olvidar a Adrián, pero le era inevitable pensar en él a todas horas, Rodrigo se sentía humillado y con la virilidad por los suelos, Alex cada vez se estaba planteando más en serio la idea de prostituirse para conseguir dinero para su madre y por último, Marcos y Llorián no paraban de darle vueltas a su beso del otro día. De este modo, fueron en silencio todo el camino hasta que uno a uno se fueron despidiendo cuando llegaba el momento de coger la dirección que llevaba a sus respectivas casas. Al final solo quedaron Marcos y Llorián, que eran los que más lejos vivían del instituto.

  • Vaya tenso que estaba hoy el ambiente eh – dijo Llorián en un intento desesperado por romper el incómodo silencio

  • Ya, supongo que cada uno estaría pensando en sus cosas… - respondió Marcos vagamente

  • ¿Y tú en qué pensabas?

  • Na… Estaba lamentándome de todo lo que me queda por estudiar de Mates… - disimuló Marcos - ¿Y tú?

  • Yo la verdad es que… - empezó a decir Llorián, antes de hacer una pausa para tragar saliva – Yo estaba pensando en nuestro beso del sábado.

  • Ah… - Marcos se quedó completamente sorprendido, no creía que su amigo se lo fuera a decir tan claramente - ¿Y qué pensabas sobre eso?

  • Que fue… extraño…

  • Sí. Supongo que extraño es la palabra para definirlo.

Los dos chicos se quedaron en silencio. Por suerte solo les quedaba cruzar un paso de cebra para llegar hasta el portal de Marcos, donde frecuentemente se paraban para despedirse. Esta vez llegaron allí y no se dijeron nada, solamente se quedaron mirando fijamente, hasta que Llorián volvió a romper el hielo.

  • ¿Te gustó? – preguntó Llorián directamente

  • Eh… Llorián yo… A mi me gustan las mujeres… - respondió Marcos balbuceando nervioso

  • No te he preguntado eso, Marcos. Te he preguntado si te gustó.

  • Te voy a ser sincero… Fue un buen beso, incluso mejor que el que me he dado con alguna chica.

  • Yo como no he besado a nadie más, no puedo comparar – dijo Llorián riéndose para intentar romper la tensión

  • Es un honor haber sido tu primer beso – le respondió Marcos siguiendo con la broma

Los dos chicos volvieron a quedarse en silencio y Marcos sacó las llaves de su bolsillo para abrir la puerta del portal. Justo cuando se dio la vuelta para entrar, Llorián le agarró del brazo y le volvió a poner en frente suyo. Antes de que Marcos pudiera reaccionar, Llorián junto sus labios con los de su amigo para besarle. Marcos al principio se quedó parado por la sorpresa, peor unos segundos después respondió al beso, que no duró demasiado rato por si venía alguien y les veía.

  • Llorián, tío… - empezó a hablar Marcos sin saber muy bien lo que decir

  • No digas nada. Solamente necesitaba volver a besarte otra vez.

Sin decir nada más, Llorián se dio la vuelta y empezó a andar rumbo a su casa sin mirar atrás, por lo que no pudo ver como Marcos se quedó bloqueado contemplándole.

Al salir de clase, Miguel vio como Alberto se dirigía hacia el departamento de Biología y decidió que cuando saliera, sería el momento perfecto para hablar a solas con él y preguntarle de una vez el porqué de su comportamiento esa mañana. No había podido parar de pensar en ese encontronazo, en las duras palabras que Alberto le había dicho y la frialdad de su rostro. Estuvo esperando durante quince minutos, y finalmente, Alberto salió y se dirigió hacia al ascensor para bajar. Miguel fue todo lo rápido que pudo detrás de él y consiguió meterse en el ascensor antes de que las puertas se cerraran. Cuando estuvo dentro, antes de que a Alberto le diera tiempo a decirle nada, le dio al stop, deteniéndolo.

  • ¿Pero qué haces, tío? ¿Qué cojones te pasa? – dijo Alberto bruscamente intentando que el ascensor volviera a andar

  • No, Alberto, qué cojones te pasa a ti. Hoy por la mañana me llamaste maricón – le espetó Miguel armándose de valor.

  • Miguel, yo no quería llamarte eso, se me calentó la boca y punto, pero tampoco es como para montar un drama, ¿no?

  • Alberto, por favor, ahora no nos está viendo nadie, estamos tú y yo solos, sé por una vez honesto contigo mismo y dime lo que de verdad se te pasa por la cabeza.

  • Deja de montarte películas joder – dijo Alberto incapaz de sostener la mirada a Miguel

  • No, no me monto películas, porque sé que nunca me has dejado de querer, soy capaz de notarlo aunque tú te empeñes en ocultarlo.

  • ¿No te quedó claro la última vez? Yo estoy feliz con mi novia.

  • No estás feliz y lo sabes, porque no la quieres.

  • Me está cansando esta actitud que tienes, vas por ahí como si supieras los sentimientos de los demás y no tienes ni puta idea.

  • Alberto, desde que le di al stop no has sido capaz de mirarme a los ojos – dijo Miguel llevando su mano hasta la barbilla de Alberto y levantándole la cabeza para que le mirara. Por primera vez, ambos se miraron fijamente, y Alberto no pudo seguir manteniendo esa farsa.

  • Vale, sí, lo reconozco: TE QUIERO. Nunca te he dejado de querer. Desde nuestro primer beso he estado enamorado de ti. Pero eso no cambia nada, no podemos estar juntos, así que cada uno por su lado y punto.

  • ¿Cómo que no cambia nada? Nos queremos Alberto, y eso es suficiente. Puedo comprender que tú no quieras dar el paso de hacerlo público, de hecho yo tampoco me siento preparado, pero ya sabes que podemos ocultarlo, como hicimos hasta aquel maldito día.

  • Miguel, no lo entiendes, es muchísimo más complicado que todo eso… - dijo Alberto. En su voz se notaba una gran angustia.

  • ¿Complicado? Explícame porque tienes que actuar como si nunca hubiésemos hablado, puedo ser capaz de entenderlo.

  • Alguien descubrió lo nuestro, y me está haciendo chantaje para que me aleje de ti y te trate como a una mierda – se sinceró Alberto

  • ¿Cómo? – dijo Miguel estupefacto - ¿Quién? ¿Es Iván?

  • No, no es él, y tampoco puedo decirte quien es… Pero lo mejor por ahora es mantenernos alejados y hacer un poco el paripé, fingir que nos odiamos…

  • ¿Cómo voy a fingir que odio a la persona que más quiero?

  • Sé que es difícil, pero merece la pena, porque te prometo que esto no durará para siempre y que intentaré ponerle fin cuanto antes… Y entonces, tú y yo, podremos ser felices, juntos… - sentenció Alberto justo antes de acercarse a Miguel y darle un apasionado beso en los labios. Ese beso sabía distinto a todos los demás que ya se habían dado, ese beso fue el más especial de todos por todo lo que significaba. Significaba reconciliación, esperanza, sinceridad, y sobre todo, amor mutuo.

  • No hay nada que desee más en este mundo que estar junto a ti… - dijo Miguel cuando Alberto separó sus labios de los suyos.

  • Yo también, Miguel, pero hay que hacer un último esfuerzo para conseguirlo – dijo Alberto mientras se acercaba a Miguel para rodearle con sus brazos y poder susurrarle al oído – Y recuerda, cuando peor te trate, más te estaré queriendo…

Miguel sintió que le fallaban las piernas al oír esa frase, pero no tuvo miedo de desfallecer, porque ahí estaba Alberto, abrazándole fuertemente. Entre sus brazos se sentía protegido. Ambos se quedaron unidos durante un largo rato que les pareció un segundo, y es que al estar juntos, sentían como si el tiempo dejara de correr. En ese momento solamente importaban ellos dos en el mundo, abrazados en ese ascensor parado, amándose fuertemente.

Lo primero que hizo Iván al salir del instituto, fue intentar llamar a Edu varias veces, pero ninguna de ellas fue respondido. Lo siguiente que se le ocurrió fue llamar a su abuela y su sorpresa fue mayúscula cuando ésta le dijo que Edu no había pasado la noche allí, que ni siquiera había venido a visitarles. Iván cada vez tenía más claro que algo extraño estaba pasando y no podía quedarse de brazos cruzados sin conocer el paradero de su hermano.

  • Tío, tienes que ayudarme, hay que localizar a mi hermano como sea- le pidió Iván a Varo, sabiendo que su amigo aceptaría.

  • Claro que te voy a ayudar – le respondió Varo sin dudar ni un solo instante - ¿Le vas a decir algo a tu padre?

  • De momento no. Si cuando pase la tarde no conseguimos encontrarle, ya se lo diré, pero no lo voy a preocupar innecesariamente.

  • Tienes razón, tío. Venga va, vamos a tu casa, tenemos que empezar a mirar por la habitación de tu hermano, a ver si hay algo allí que nos ayude.

Los dos amigos se pusieron en marcha hacia casa de Iván, a la cual llegaron más rápido que cualquier otro día. Nada más abrir la puerta, fueron directos hacia el cuarto de Edu, que estaba exactamente igual que cuando él salió de casa ayer por la tarde. Iván y Varo rebuscaron por todos los sitios sin saber muy bien lo que esperaban encontrar. Cualquier cosa que les proporcionara una pista de a donde había podido ir Edu les servía. Después de ojear los ejercicios de Matemáticas que había estado haciendo para preparar el examen que tenían el miércoles, se dieron cuenta de que el portátil que estaba sobre la mesa no estaba apagado, sino en suspensión. Tuvieron suerte de que Edu no tenía su cuenta protegida con contraseña, ya que ese ordenador era solo para él. De ese modo, pudieron entrar perfectamente en él. Cuando la pantalla negra se desvaneció, la imagen que apareció ante ellos les dejó atónitos: era la de la zona crusing.

  • Creo que está claro a donde ha ido… - dijo Iván sin poder apartar la miada del ordenador.

  • No sabía que a tu hermano le fueran estas cosas – murmuró Varo, igual de sorprendido que su amigo.

  • Ni yo, ni si quiera sabía que no era virgen…

  • ¿Qué hacemos ahora?

  • ¿Tú que crees? Está claro que a mi hermano le ha pasado algo en ese sitio y vamos a ir hasta allí para traerlo de vuelta. Si no quieres venir conmigo lo entiendo, no creo que sea un sitio muy agradable.

  • ¿Te dije que te iba a ayudar, no? Pues voy contigo, no te dejaría ir solo a un sitio como ese – le dijo Varo tratando de que su amigo no notara el doble significado de sus palabras.

  • Muchas gracias, tío. Venga, vamos para allá cuanto antes – sentenció Iván antes de que los dos amigos se pusieran en marcha para tratar de encontrar a Edu.

Edu se encontraba completamente inmóvil en la cama a la que seguía atado. Sentía como el tiempo pasaba muy lentamente, las horas se le hacían eternas y no podía parar de pensar en lo que pasaría cuando Jorge volviera a entrar en aquella habitación. Finalmente, tras una espera que se le hizo eterna, el temido momento llegó. Jorge abrió la puerta y miró de arriba a abajo a su prisionero, sin poder evitar relamerse de las ganas que tenía de poder follárselo.

  • ¿Qué, pequeñín, me has echado de menos?

Edu le miró con un desprecio infinito y en vez de contestar a su pregunta lo único que hizo fue escupirle, con tanta potencia y odio que su saliva llegó hasta la camiseta de Jorge. Éste comenzó a reírse como un desequilibrado mientras se iba acercando poco a poco a la cama en la que estaba Edu. Cuando llegó a su lado, le dio una bofetada que le cruzó la cara.

  • Estás hecho todo un malote, ¿eh? Me da pena que todavía no te hayas dado cuenta de que todo lo que hagas contra mí vas a acabar sufriéndole tú…

Edu le miró fijamente y no dudó en volver a escupirle. Esta vez, al tenerlo tan cerca, le dio de lleno en la cara. Jorge esta vez no se rió, sino que su expresión se endureció, notándose que había perdido la paciencia que le quedaba.

  • Se acabaron los juegos, vas a aprender a respetarme, por la cuenta que te trae.

Jorge se levantó y se desvistió, quedándose completamente desnudo. Su polla ya estaba erecta, seguramente del morbo de tener a una persona atada en su cama esperando a ser violada. Jorge le puso el rabo en la boca a Edu, pero éste se negaba a separar sus labios, a pesar de lo que le gustaba hacer mamadas.

  • Abre la puta boca – dijo Jorge comenzando a enfadarse – Y como se te ocurra hacer algo, lo pagarás bien caro. Aún no sabes hasta donde estoy dispuesto a llegar.

Edu por primera vez sintió miedo al ver la expresión que Jorge había puesto para decir esa frase. Sin oponer más resistencia, abrió su boca ligeramente, lo justo para que la polla de Jorge entrara. Éste no tuvo reparo alguno en metérsela hasta la garganta de una sola vez. A cualquier persona le hubiese provocado una fuerte arcada, pero en cambio en Edu no tuvo ese efecto. Jorge no le dio al chico la oportunidad de que fuera él el que llevara el ritmo de la mamada, sino que directamente se puso a follarle la boca, con la mayor brusquedad con la que jamás se lo habían hecho a Edu. En ese momento, el papel de Edu era simplemente el de una muñeca hinchable: estaba completamente inerte sin poder moverse en una cama con la boca abierta para ser penetrado por ella. Jorge estuvo durante un buen rato metiendo y sacando su rabo de la boca de Edu y no tenía reparo alguno en reflejar el placer que sentía mediante gemidos fuertes y pasionales. Cuando sintió que ya le faltaba poco para correrse, Jorge sacó sin avisar su polla de la boca de Edu, que continuaba impasible a todo lo que estaba pasando.

  • Esto ha sido solo un aperitivo, nene, ahora llega la mejor parte…

Entonces, Jorge se dispuso a desatar las cuerdas que hasta ese momento habían mantenido a Edu atado a esa cama. Llegó un momento en el que Edu estuvo completamente libre, pero la inyección que le había puesto Jorge le impedía realizar cualquier movimiento, por lo que a pesar de estar desatada continuaba estando inmóvil. Jorge cogió a Edu en brazos para poder darle la vuelta, dejándole con la cara aplastada contra el colchón, y con el culito mirando hacia el techo. Por precaución, Jorge volvió a atarle por si el efecto de la inyección se pasaba. Tras ello, le propició una fuerte nalgada a Edu que provoco que el chico soltara un leve grito por el dolor. Lo repitió varias veces en ambas nalgas, hasta que las dos estuvieron rojas. Después, pasó un dedo por la raja del culito de Edu, sin introducirlo en el interior del ano.

  • ¿Cómo me dijiste aquella vez en mi coche? ¿Qué lo tenías muy abierto, no? Pues ahora lo vamos a comprobar.

Jorge agarró de la cintura a Edu para elevarle el culo levemente y poder ponerlo en pompa, ya que si estuviera completamente tumbado hubiera sido imposible meterle la polla. Una vez así, Jorge se subió a la cama y se colocó de tal forma que su rabo quedó apuntando hacia el ojete de Edu, que en esta posición ya se notaba un poco abierto, pero no lo suficiente como para ser penetrado directamente sin dilatación previa. Jorge no pudo esperar más, así que sin más demora, hizo un brusco movimiento de cadera para conseguir introducir su miembro en aquel culito que tan cachondo le estaba poniendo. De un solo empujón, la mitad de la polla de Jorge entró en él, y por primera vez desde hacía mucho tiempo, Edu soltó un grito al ser penetrado. La tensión de la situación le provocaba que los músculos de su culo no estuvieran lo suficientemente relajados para ser penetrado, por lo que le dolió bastante al sentir ese trozo de carne abriéndose paso para entrar en su cuerpo. Jorge la sacó y volvió a hacer el mismo proceso varias veces. Cada vez entraba más polla, hasta que finalmente consiguió meterla toda. Edu estaba mordiendo la almohada para evitar gritar, ya que era consciente de que cada grito o gemido que soltaba, ponía más cachondo a Jorge. Lo que no podía evitar era que las lágrimas se le escaparan de los ojos. Estaba haciendo lo que nunca se había imaginado que haría: llorar mientras era follado. Evidentemente, tampoco se había imaginado nunca que se vería en una situación así: en una violación. Le estaba doliendo mucho, ni siquiera en su primera vez le dolió tanto, y le estaba dando realmente asco sentir esa polla en su interior. Pero más asco le daba notar a Jorge gimiendo y sudando detrás suyo, disfrutando como nunca.

Durante un buen rato Jorge estuvo follándole con una velocidad cada vez mayor, hasta que sintió que la corrida estaba cerca. Entonces, sacó definitivamente su rabo del culo de Edu. Al sacarlo, pudo ver como le había hecho sangre, y eso le puso aún más cachondo. Se bajó al suelo y se movió para colocarse delante de la cama, justo con la polla apuntando a Edu. Éste tenía la cara hundida en la almohada, por lo que Jorge tuvo que agarrarle del pelo y levantársela, pudiendo ver como su cara estaba llena de lágrimas. Al ver esa escena, lejos de sentir compasión por el chico, Jorge soltó una gran carcajada. Tras ello, puso su polla lo más cerca posible de la cara de Edu y comenzó a masturbarse frenéticamente, hasta que el semen comenzó a salir disparado hacia la cara del chico, cubriéndosela casi entera y mezclándose con sus lágrimas. El gemido de Jorge fue atronador, y cuando hubo acabado de eyacular, soltó el pelo de Edu de manera que su cabeza cayó hacia la almohada como si fuera un peso muerto.

  • ¿Ha estado bien, eh? Mucho mejor que el polvo que echamos en el coche. Bueno, me voy a reponer fuerzas para el segundo asalto, nos vemos dentro de un rato – dijo Jorge antes de abandonar la habitación.

Edu estaba completamente inmóvil, pero no era por la inyección o por las cuerdas, sino porque era incapaz de reaccionar, estaba completamente bloqueado. Lo único que sentía en aquel momento era un dolor muy agudo e intenso en su culo, como si se lo hubiera desgarrado.

Alex fue como un zombie hasta la dirección que estaba apuntada en la tarjeta que Jony le dio. Cuando llegó al lugar indicado, ante él se vislumbró el Night Club. Nunca antes había estado en esa calle, situada en un barrio bastante apartado de la ciudad, pero que no llegaba a ser marginal, simplemente era una parte poco habitada. Durante varios minutos Alex estuvo completamente inmóvil contemplando la entrada de aquel bar de alterne, con miedo a entrar por lo que podría encontrarse de dentro. En su interior, también tenía miedo a cruzar esa puerta y entrar en un mundo oscuro del que luego no iba a poder salir. Sin embargo, se volvió a repetir a sí mismo que no tenía elección, esa era la única solución. La decisión estaba tomada, así que cogió aire y dejando la mente en blanco empujó la puerta y se introdujo en el Night Club.

Lo que vio le pareció bastante soso. Era como un bar normal, solo que las luces eran rojas y no había ni una sola mujer como camarera. Todo eran chicos jóvenes (aunque no tanto como él, todos parecían mayores de 20) que solamente llevaban puesto un slip negro. En la barra había un par de hombres cuarentones tomando una copa de algo que parecía whisky. También vio que al lado de las paredes había unos tres chicos completamente quietos, como si fuera maniquís. Miró la hora, y se dio cuenta de que solamente eran las 7 de la tarde, y estaba claro que el auge de un sitio como éste se producía por la noche. Estuvo durante unos minutos parado contemplando el local. Desde que entró, nadie se había fijado en él y nadie le preguntó el motivo por el que estaba allí. De repente, una puerta se abrió y de ella salió Jony, cuya expresión cambió por completo al ver a Alex allí.

  • Hombre, ¡qué sorpresa! Ya pensé que no ibas a venir nunca. Me alegro de que por fin te hayas decidido – le dijo Jony con una sonrisa de oreja a oreja – Ven a mi despacho, allí estaremos más tranquilos para hablar. Porque supongo que habrás venido a por trabajo, ¿no?

  • Sí – dijo simplemente Alex, incapaz de articular más palabras.

  • Perfecto, pues sígueme.

Jony se puso a andar y volvió a entrar por la puerta por la que había salido, pero esta vez llevaba a Alex detrás suyo. Cuando el chico entró allí, pudo ver que se trataba de un despacho normal y corriente, como el de cualquier persona. Jony se sentó en su silla pero cuando Alex iba a hacer lo mismo en otra de las sillas que había en la sala, Jony le frenó.

  • No te sientes aún, primero tendrás que convencerme para trabajar aquí

  • ¿Perdón? – preguntó Alex desconcertado

  • A ver, estás muy bueno y sería genial tenerte con nosotros, pero aún no te he visto desnudo y eso en un trabajo como éste es indispensable. Así que, ya sabes.

Alex asintió y con la mente totalmente en blanco se fue deshaciendo de la ropa hasta que se quedó en bóxer. El chico pudo ver como la cara de Jony era positiva, y cuando se paró de desvestir, éste le hizo un gesto para que se quitara el bóxer y se quedara completamente desnudo ante él. Alex respiró hondo y se bajó el boxer, permitiéndole ver a su futuro jefe su polla que aún estaba flácida.

  • Mmmm, desnudo estás todavía mejor que vestido… Pero necesito ver esa polla en acción. Ponla dura.

Alex llevó su mano derecha a su polla y comenzó a sobársela como cuando quería excitarse para hacerse una paja. Cerró los ojos ya que le era imposible empalmarse viendo a un tío mirándole con cara de vicioso. Le costó más de lo habitual, pero al ser un adolescente las hormonas hicieron su trabajo y la erección acabó llegando. Cuando sintió que ya la tenía dura del todo abrió los ojos y pudo ver como Jony asentía mientras se la miraba fijamente.

  • De rabo vas bien. Pero lo más importante en un puto no es su polla.

  • ¿Cómo?

  • Verás, los hombres que suelen venir al Night Club buscan a un chico que les ponga el culo para poder metérsela y que se la chupe, en lo que menos se van a fijar de ti es en la polla. Aunque evidentemente es importante, no es lo primordial. Así que, date la vuelta e inclínate.

Alex hizo lo que Jony le ordenó y se dio la vuelta. Apoyándose contra la pared, se echó hacia adelante dejando libre su culo. La vergüenza de estar en esa posición cada vez le iba invadiendo más, pero en vez de huir de allí se limitó a tragar saliva y a resignarse.

  • Está claro que eres virgen… Eso es un punto a tu favor para tu primera noche, se van a matar por ti. Bien, puedes vestirte y sentarte, evidentemente estás contratado – dijo Jony. Alex se vistió todo lo rápido que pudo y se sentó en frente de su nuevo jefe – Bueno, querrás saber tus horarios y las tarifas, ¿no?

  • Sí, por favor – dijo Alex muy interesado

  • Entiendo que eres un adolescente y todavía vas al instituto por lo que no podremos disfrutar de ti todo lo que me gustaría. Por tanto, de momento te vas a limitar a venir viernes y sábado, desde las nueve de la noche hasta que amanezca.

  • ¿No voy a tener ningún día libre para salir?

  • Podrías llegar a tenerlo siempre y cuando vinieras otro día entre semana para recuperar el día perdido.

  • De acuerdo. ¿Y cuánto ganaré?

  • Por cada hora con un cliente cobrarás 100 euros. Da igual lo que hagáis euros. De esos 100 la mitad irán para mí y la otra mitad para ti. Eso para empezar, luego ya iremos viendo como te va con los clientes y las propinas que te dejen., como si estáis toda la hora hablando o toda la hora follando, tú le vas a cobrar 100

  • Me parece bien. ¿Cuándo empezaría?

  • ¿Qué te parece si pongo tu iniciación para el viernes 2 de noviembre?

  • ¿Iniciación?

  • Sí, al ser virgen en tu primera vez no se sigue lo de los 100 euros. Haremos una fiesta en tu honor para presentarte a los clientes que estén esa noche, y el que más ofrezca por ti será el que tenga el honor de desvirgarte.

  • ¿Cómo una subasta?

  • Sí, más o menos. Te aseguro que ese día vas a ganar mucho, estás muy bueno y encima eres virgen, si pudiera yo mismo te pagaría una millonada.

  • ¿Tengo que dilatarme el culo o algo?

  • No, no, de verdad, no hace falta. No sabes las ganas que tienen los hombres que vienen aquí de un culito bien apretado. Eso sí, cuida la higiene y lo mejor será que vengas depiladito. Ah, y en cuanto puedas hazte un análisis de sangre y me traes los resultados, para comprobar que estés limpio.

  • Vale. ¿Las habitaciones que están en la parte de arriba?

  • Ah, sí. Hay unas escaleras que conducen hasta ellas. En la parte de abajo estáis los chicos de los que los clientes pueden disfrutar. Según van llegando escogen al afortunado en el que quieren invertir su dinero.

  • Como maniquís… - dijo Alex con el rostro sombrío

  • No lo veas como algo sucio, Alex, esto es una forma de ganarse la vida como otra cualquiera. Te va a costar al principio, pero acabarás adaptándote a esto, ya lo verás – le tranquilizó Jony – Ah, se me olvidaba, hay que pensar un nombre artístico para ti

  • ¿Nombre artístico? ¿En serio?

  • Sí, te da más misterio, no te vamos a presentar como Alex, un nombre tan normal y corriente… - sonrió Jony

  • Pues no sé… No se me ocurre ninguno ahora…

  • Bueno, tú piénsalo y ya me lo dirás. Y ahora, si no tienes ninguna pregunta más que hacerme…

  • No, gracias. Me voy ya que tengo un examen de Mates que preparar.

  • Pues mucha suerte – rió Jony – Bueno, pues a lo largo de esta semana tráeme el análisis y luego ya nos vemos el viernes 2. Hasta luego.

  • Adiós – dijo Alex saliendo del despacho.

Fue hasta la puerta lo más rápido que pudo y una vez que estuvo fuera del Night Club se quedó apoyado contra la pared. La cabeza le daba vueltas, y poco a poco fue procesando toda la información que le había dado Jony sobre su nuevo trabajo.

Iván y Varo estuvieron toda la tarde en la zona cruising enseñándoles a los hombres que había allí una foto de Alex y preguntándoles si le habían visto la pasada noche por allí. La respuesta de la mayoría de ellos fue negativa, pero Iván y Varo no perdían la esperanza. En varias ocasiones, se les acercó algún que otro hombre para preguntarles si alguno le interesaba follar, y a pesar de que al principio Iván se ofendía, luego comprendió que estaban una zona pensada para eso, por lo que después simplemente se limitaba a negar con la cabeza. Sin embargo, dos chicos como ellos eran dos exquisitos manjares en una zona así, por lo que a Iván se le ocurrió la idea de coger de la mano a Varo y simular que estaban juntos para que no se les acercaran. Varo se puso nervioso, ya que ir de la mano de Iván era su mayor sueño. El pecho se le hinchó de orgullo cuando un cuarentón se les acercó e Iván le dijo “somos novios”. Varo recordaría para siempre ese momento. Durante un par de horas siguieron enseñando la foto de Edu, y a pesar de que nadie le reconocía, Iván no perdía la esperanza. Por fin, encontraron a un hombre que respondió a su pregunta asintiendo.

  • Sí, estuve con él anoche – dijo el hombre – El mejor polvo en mucho tiempo, fue un…

  • Vale, no des detalles, tío – le cortó Iván - ¿Después de estar con él viste a donde se fue?

  • Mmmm – pensó el hombre intentando hacer memoria – Después de estar conmigo vi a lo lejos como otro chico le hablaba, que se enfadó cuando le rechazó, pero luego me fui sin ver nada más…

  • Joder – dijo Iván entre dientes – Muchas gracias

  • De nada, chaval – respondió el hombre, que tras ello se fue, sabiendo que no iba a conseguir follar con ninguno de los dos chicos.

  • ¿Y ahora qué hacemos ostia? – le dijo Iván a Varo con una expresión muy preocupada.

  • No sé Iván, esto no pinta nada bien… ¿Seguimos preguntando a ver si alguno vio algo más?

  • Que remedio…

Cuando se iban a poner a seguir con la búsqueda, a sus espaldas oyeron una tímida voz que les llamaba. Al girarse, vieron a un chico que debía tener su edad.

  • Perdón, creo que yo puedo ayudaros…

  • ¿Tú viste lo que pasó? – preguntó Iván esperanzado

  • Veréis, creo que sé lo que le ha pasado a vuestro amigo… Por aquí hay un tío que liga con los jóvenes que venimos aquí, pero lleva bastante mal el rechazo… Por lo que dijo ese hombre, puede ser que se haya topado con él…

  • Ostia puta – dijo Iván derrumbándose

  • No te preocupes, si estoy en lo cierto puedo llevaros hasta donde lo tiene…

  • ¿Cómo lo sabes? – preguntó Varo extrañado

  • Porque a mí me pasó – dijo el chico tímidamente mientras bajaba la mirada – Seguidme y puede que le encontremos.

Iván y Varo asintieron, y se dispusieron a seguirle sin hacerle más preguntas. No anduvieron mucho hasta que llegaron a un edificio normal y corriente cuya puerta del portal estaba abierta. El chico les llevó hasta el piso que era y los tres se quedaron contemplando la puerta tras la cual había muchas posibilidades de que estuviera Edu.

  • Si no nos abre la puerta a la primera, creo que puedo conseguir que lo haga… - les dijo el chico justo antes de picar.

Al otro lado de la puerta se oyeron pasos y por suerte, Jorge, les abrió la puerta confiando que no sería nadie que podría amenazarle. Cuando estuvieron cara a cara, el chico asintió e Iván, tomándolo como la confirmación que estaba esperando, le dio un puñetazo a Jorge haciendo gala de su fuerza, ya que le tiró al suelo del golpe. Iván se introdujo en la casa corriendo, y antes de que Jorge pudiera reaccionar, Varo se abalanzó sobre él y le inmovilizó dándole otros dos puñetazos. Iván recorrió la casa abriendo todas las puertas hasta que por fin llegó a la habitación en la que estaba encerrado su hermano. La imagen que vio le derrumbó: ante él se encontraba Edu, su hermano pequeño, atado a una cama boca abajo con sangre en el culo. Se lanzó sobre él y se dispuso a desatarle todo lo rápido que pudo.

  • Edu, no te preocupes, ya estoy aquí, todo ha pasado

  • Iván, Iván, socorro, sácame de aquí por favor – dijo Edu sin poder evitar romper en un profundo llanto

Cuando por fin terminó de desatarle, Iván envolvió a Edu en sus brazos y éste se acurrucó en él como si se tratara de un bebé pequeño e indefenso. Era la primera vez en mucho tiempo que los dos hermanos se fundían en un abrazo. Iván consolaba a su hermano pequeño diciéndole que ya no tenía nada que temer. Después de un rato, Iván consiguió calmar a Edu, y lentamente le fue ayudando a vestirse.

  • Iván, sácame de aquí, por favor – dijo Edu entre sollozos cuando por fin estuvo vestido del todo.

  • No vas a pasar ni un minuto más en esta puta casa, y ahora mismo llamaremos a la policía para que ese monstruo no vuelva a hacerle a ningún chico más lo que te hizo a ti…

  • Gracias Iván, muchas gracias por buscarme y encontrarme – dijo Edu apoyándose en el hombro de su hermano sin parar de llorar

  • Soy tu hermano mayor, ¿recuerdas? Por muy mal que nos llevemos siempre te protegeré…

Los dos hermanos salieron de la habitación y fueron hacia la entrada, donde Varo tenía atado a Jorge.

  • Edu, ¿estás bien? – preguntó Varo al verle. Edu simplemente asintió sin soltar a su hermano. – No te preocupes, la policía ya está avisada, vendrán en unos minutos… Tendrás que contar todo lo que te ha hecho, ¿estás preparado?

  • Sí, les diré todo con tal de que le encierren – dijo Edu sin poder mirar a Jorge. En cambio, posó su mirada en el chico que estaba en la puerta - ¿Y tú quien eres?

  • Es el chico que nos ha traído hasta aquí, un tío de puta madre – respondió Iván por él

  • Era lo que tenía que hacer – respondió el chico quitándose mérito – Por cierto, me llamo Guillermo. ¿Tú eres Edu, no?

  • Sí, encantado. Gracias por todo – dijo Edu sonriendo por primera vez desde que le liberaron.

Los cuatro chicos se quedaron allí hasta que llegó la policía. Al ser Edu un menor, tuvieron que llamar a su padre, que no daba crédito cuando se enteró de todo lo que había pasado. Jorge fue llevado a comisaría y encerrado de inmediato en prisión por violación y pederastia. Tras una tarde-noche que se hizo eterna, Edu por fin llegó a su casa. Nunca había tenido tantas ganas de meterse en su cama y una vez dentro de ella, se durmió al instante por el cansancio acumulado. Sin embargo, sería la última noche que podría conciliar el sueño con normalidad, ya que en su cabeza se estaba formando un trauma provocado por toda esta terrible situación.

CONTINUARÁ