Estúpida adolescencia: el Sueño 1
Esta es la primera parte de una colección de relatos. En esta se muestra el sueño que complicó más las cosas.
-Esa zorra nos las va a pagar!-gritó Izar cabreado.
-Joder, tío calmate, no es para tanto…-intenté calmarlo, pero no causó ningún efecto.
-Ricardito, chaval, tu que res tan listo, aquí con tus gafitas, repeinado, camisita, y todo planchadito a lo mejor te la trae floja o es que eres mucho más corto de lo que pareces, que no ves que se nos va a caer el pelo?-dijo con voz aparentemente clamada y sarcástica Izar, mientras el resto de mis amigos asentía.
-Si que sé que la hemos cagado, pero joder, que coño quieres hacer, es más ella tiene razón, joder! La cagamos! – intenté defender un poco mi opino sobre el asunto.
-No, nene, no, la cagaste tu. Fuiste tú el señor imbécil que se dejó pillar vendiendo la maría. Y por tu puta cagada la señorita A, la perfecta delegada nos ha puesto la soga en el cuello, ole tu!
-Vale, si lo siento, y que queréis hacer?, estamos jodidos igual, eso ya no se puede cambiar!
-No se puede cambiar, pero quiero joderla a ella.
-Jajajaja, estarás de coña no?
-No, estoy hasta los huevos de la niña esa. La vamos a joder, pero bien.
-Cual es tu brillante idea?
-Te la vas a follar.
-Qué? Ni de coña! Estas mal de la cabeza?
-Tu te la follas, nosotros lo grabamos, y humillación publica.
-Y porque cojones tengo que hacerlo yo? Es follar, eso mola, lo puede hacer cualquiera!
-Tu la cagaste, y además, dicen que le gustas…
-Ya, y por eso me putea?
-No, se tío, la nenas son difíciles, jajajajajaja.- dijo Izar, y de golpe cambió el tono de voz- tiratela, en serio, follas y la puteamos, además seguro que es virgen… te lo pasarás bien, ya lo verás.
-Yo no le veo muy claro…
-Tu harás lo que te diga, ostia ya! Mira, este es el plan; mañana, tu la llevas a la biblioteca, le dices cuatro mariconadas y cuando esté cachonda perdida te la tiras encima de una mesa, lo grabamos y le jodemos la vida.
-Pero, es que joder es pasarse…
-Que se joda, que no fuera tan hija de puta!
Mis colegas se empezaron a marchar uno detrás del otro. Al final acabé sentado solo en un banco delante del instituto. Todo eso era una verdadera mierda. No se porque cojones teníamos que meternos con ella. Al fin y al cabo era culpa nuestra. Fuimos nosotros quienes vendíamos la hierba y ella solo hizo lo que tenia que hacer. Estaba bien jodido. Yo no soy un mal tío, y menos de los que hacen esta clase de cosas. Y bueno la chica no creo que se mereciera eso.
Esa noche casi no pude dormir. Estaba nervioso y extrañamente excitado, de hecho si que me apetecía follar con Andie, no se, el hecho de hacerlo con alguien a quien le tienes un amor odio supongo que siempre es estimulante.
En ese momento me acordé de cuando llego al instituto: Hola, me llamo Andie Andrews, lo sé es un nombre un poco raro, jejeje, mi padre es de San Francisco, en California.
Lo pronuncié en voz alta, mucho más alto de lo que me gustaría, con una voz de sorna, pero en ese preciso instante no pude evitar sonreír, no se porque, supongo que... no sé, supongo que porque soy imbécil!
Cuando al fin logré borrar de mi cara esa sonrisa ridícula, me dio por pensar en ella. Rubia, no llevaba el pelo muy largo, solo le llegaba solo un poco por debajo de la nuca. Tenia la piel muy clara. Una nariz aguileña y unos labios finos. Era de mediana estatura, puede que un poco más alta que yo incluso (nunca he sido muy alto), estaba delgada. Tenia el pecho pequeño, pero era atractiva. Supongo que físicamente era mucho mas atractiva, pero sus ropas dificultaban la visión de su belleza.
Cuando al fin logré conciliar el sueño un seguido de imágenes invadieron mi mente. En ellas me veía en una aula del instituto.
Yo estaba detrás de Andie y de una forma salvaje y furtiva le arrancaba la camiseta. Dejando libres sus senos. Los cuales tenían los pezones completamente duros. Con mi mano derecha le cazaba un pecho, y me dedicaba a acariciarle el pezón mientras ella estremecía. Yo le besaba el cuello con furia y mi mano izquierda se abría paso entre sus bragas y su piel. Cuando al final lograba mi propósito empezaba a acariciarle el sexo. Cada vez estaba más mojada. Finalmente le quitaba su falda y sus bragas dejándola bellamente desnuda ante mi. La cogía a fuerza de brazos y la apoyaba en una mesa. Veía su cuerpo tembloroso. Sus pechos moviéndose al ritmo de una respiración acelerada. Sus manos decididas acercándose a mi, con la única finalidad de liberar mi pene de su cárcel vaquera. Me desataba vacilante el cinturón, luego el botón y la bragueta. Mis pantalones caían al suelo. Nuestras miradas se cruzaban. No había un ápice de miedo o duda en su mirada. Era pura excitación y deseo. Esta vez era yo quien hacía el trabajo. Mis calzoncillos bajaron igual que los vaqueros. Mi miembro estaba completamente erecto, mucho más grande que ninguna otra vez en mi vida. Yo me acercaba hacia ella y le introducía mi falo en su estrecha vagina. Notaba como desgarraba algo en su interior. Andie temblaba, en su cara había una expresión de dolor. Me abalancé sobre ella buscando sus labios, ella se abrazó a mi dorso. Con ese beso logramos acallar los gemidos. Yo seguía con el movimiento de vaivén. Mientras ella gritaba cada vez más fuerte o mordía mi labio inferior. Los movimientos continuaron durante un buen rato, hasta que decidí sentarme en la mesa y ella encima mío. Tenía la cabeza tirada hacia atrás mientras seguía cabalgándome. Su rubio cabello le caía por un lado y sus dientes mordían su labio inferior cada vez más rojo. Finalmente echo la cabeza hacia adelante, en su mirada no había un ápice de inocencia. Su pelo ya no era de un rubio angelical, ni sus ojos desprendian ternura, de hecho la mujer que estaba encima mío ya no era Andie. Era Adriana. Sé que no os he hablado de ella, ya lo haré en un futuro, cuando os cuente mi primera vez. La mujer que ahora penetraba era ahora una belleza de cabello oscuro, cuatro años más que yo y una preciosa piel morena. Adriana fijo sus ojos en los míos, eran tan extremadamente pasionales y fríos a la vez... al ver mi cara de sorpresa despegó sus labios rojos para dar paso a una horrible carcajada.
Con el sonido de esa risa desperté en mi cama empapado en sudor. Jadeaba. Diversas gotas de sudor frió caían por mi frente adolescente. Tenia la camiseta pegada a mi cuerpo y una erección bestial que me empujaba los gayumbos.
Mañana será un nuevo día, no, mañana será el día, pensé. Tenía ganas que llegara y pasara lo que tuviera que pasar y mi vida siguiese. No quería tener que actuar, no quería tener que hacer nada, siempre en casos parecidos me siento en un lugar y dejo que pase el tiempo, que pase la vida sin interceder. De hecho hago como si avanzara a película de mi vida. Pero esta vez si no intercedía Izar me partiría la cabeza, encima ahora en mi mente también volvía estar Adriana. MIERDA. Ese puto sueño aún había liado más la cosas.
Finalmente decidí hacerme una paja. Relajado, decidí dormir. Saqué mi MP4 y puse la música. Sonaba Solid Air, de John Martyn. Entré en un trance profundo, me escondí entre acordes y letras cantadas por esa profunda voz. Mañana ya vería que hacer, o ya lo decidiría el tiempo.