Estudiante de psicología

Esta es la historia cómo comenzó mi viaje de auto exploración y descubrimiento... Aún falta mucho por entender y por explorar y explotar! La situación pasó de ser delirante y llena de espectativas a ser preocupante y llena de incertidumbres: El cupo a la beca que ya era casi mío estaba a punto...

HISTORIA 100% REAL. ALGUNOS NOMBRES SE HAN CAMBIADO Y LOS DIALOGOS PUEDEN SER O NO EXACTOS, PERO TRATO DE RECREAR LO MEJOR POSIBLE MIS EXPERIENCIAS.

La situación pasó de ser delirante y llena de espectativas a ser preocupante y llena de incertidumbres: El cupo a la beca que ya era casi mío estaba a punto de perderse:

Como debe ser, comenzaré por describirme: me llamo maria Camila, actualmente vivo en Inglaterra, en donde realizo cursos de intercambio y de inglés. Soy colombiana (de una ciudad intermedia cuyo nombre me reservaré por obvias razones). Tengo 22 años, hija única y estudio psicología. No voy a decirles que soy una super modelo, como he leído algunas aquí describirse, pero me considero atractiva. Soy blanca y delgada. Mido 1.64. Tengo senos relativamente pequeños, aunque acordes con el resto de mi cuerpo y una cola redonda y también acorde. He sido una alumna modelo, desde el jardin infantil hasta la universidad. Tanto, que el año pasado me postulé para media beca en un importante centro universitario de Inglaterra. MI padre, que es docente de la misma universidad en la que estudio, estaba pletórico y más orgulloso que nunca de los logros de su hija futura psicóloga. Tengo una relación hace dos años con mi novio, que está en mi ciudad (en Colombia). Le he sido infiel de varias maneras que pasaré a contar.

Noviembre 25 de 2011. 2 PM:

Todo iba de acuerdo con lo planeado, hasta que, a finales del mes, se comenzaron a publicar las notas de mis materias. Uno de los requisitos de la media beca era sostener un promedio de 4.5 sobre 5.0 durante toda la carrera, lo cual había logrado hasta el semestre anterior. Pero una terrible sorpresa me llegó cuando vi la nota de una de mis materias publicada en uno de los corredores de la facultad. 3.9 no era suficiente para obtener el promedio, por lo cual debí ir a hablar con el profesor, entre otras cosas, a preguntarle el motivo de la nota. YO estaba trnaquila, a pesar de la situación, pues este docente era buen amigo de mi papá y pensé que tal vez sería sólo cuestión de explicarle. Estaba en su oficina. Su respuesta fue clara: el trabajo final no le parecía convincente y mi nota fue de 3.0, por lo cual el promedio de la materia bajó muchísimo. Le solicité colaboración, explicándole lo apremiante de la situación, además de mi buen rendimiento en durante todo el semestre y en semestres anteriores, pero su negativa fue rotunda. Me dijo, finalmente, que la nota ya estaba en el sistema y que no se podía cambiar. Yo sabía que eso no era cierto, pues mi papá me explicó que se pueden cambiar, aún después de ingresarlas, pero sabía también que esa información no la podía usar. Entonces le dije que por favor me colaborara con algún examen o con otro trabajo extra, para subir el promedio final. Se quedó viéndome a los ojos unos segundos y me lanzó la propuesta más obscena y descarada que me habían hecho hasta ese momento:

  • Si me das una buena chupada, te pongo la nota que necesitas.

  • Usted está loco o qué? le respondí de un grito. Cómo se le ocurre?

Aquel profesor, de unos 38 años, había pasado la raya que no se puede pasar. Eso era acoso sexual y del más burdo. Esa situación no se podía quedar así. Salí inmediatamente de su oficina y me fui a buscar a mi papá para contarle lo sucedido. Cuando iba en el corredor, el tipejo me llamó. Cuando giré se me acercó y me dijo en tono absolutamente tranquilo:

  • Si quieres, yo mismo le digo a tu papá que no te alcanza el promedio para irte a Inglaterra, para que que venda los pasajes.

Entonces todo fue claro. Juan Carlos (que es el nombre que le pondré, por ahora) sabía perfectamente lo que pasaba. Di media vuelta y me fui hacia la cafetería a tomar algo.

Noviembre 25 de 2011 7 PM.

Estuve en la cafeterría toda la tarde, dandole vueltas en mi cabeza a la terrible situación que enfrentaba. 5 minutos después, me levanté de mi silla y me fui para la oficina de Juan Carlos. Toqué la puerta.

  • Adelante!

Abrí y le encontré sentado revisando unos trabajos.

Entré y ceré la puerta con seguro a mi espalda.

  • Qué hermosa sorpresa! dijo el muy descarado.

Yo llevaba unos jeans ajustados y una blusa en straple. Me acerqué a su silla y, sin mediar palabra, me arrodillé enfrente suyo y le desabroché el pantalón. Saqué su pene de la cueva en que lo tenía encerrado y comencé a mamarlo sin mas preámbulos. Juan Carlos era el segundo hombre al que le entregaba mi boca, en ese placer. El primero y único hasta ese momento, había sido mi actual novio, con quien había tenido unas relaciones normales.

No pasaron 15 segundos y su trozo de carne estaba inflamado y lleno de vida. Debo confesar que antes de tocar la puerta de la oficina, me fallaron las fuerzas. Sentía una increible sensación de morbo, que nunca antes había experimentado. Estaba excitada. Después de darle muchas vueltas a la situación durante toda la tarde, la idea me había resultado placentera (en mi mente) y comencé a experimentar algo que, hasta ese momento, era totalmente desconocido para mí: Morbo mezclado con miedo de lo prohibido. Sensación que cambió mi vida.

Sería una mentira total decir que la mamada que le di fue fría y por cumplir. En realidad me dediqué a disfrut de su verga en mi boca de una manera que nunca había disfrutado la de mi novio. Eran tales mi excitación y mi morbo, que me lo metía hasta la garganta y permití que me tomara de la cabeza y literalmente me follara la boca. Después me la sacó y comenzó a golpearme la cara con su verga, lo que me hizo sentir como una puta. Me encantó. Después de algo más de 10 minutos de mamarselo sin parar, llegó lo inesperado: Toda su leche en mi boca y mi absurda desorientación, tragándomela toda y limpiando hasta el ultimo centímetro de su verga con mi lengua. Era simplemente alucinante.

  • Espero que cumplas tu parte, Juan Carlos- le dije después de ponerme en pie.

Aquella noche no fui capaz de darle la cara a mi novio y me fui directo para mi casa a darme una ducha. Una vez en la cama, me masturbé en repetidas ocasiones, como loca, recordando la experiencia. Era la primera vez que había sido infiel en toda mi vida. Pero mientras apretaba la almohada entre mis piernas, sentía que no iba a ser la última.