Estudiante de fisioterápia: 4. Transformación

La carrera de fisioterapia no era fácil, requería ser constante, trabajador, practicar mucho,... pero a la vez te daba grandes conocimientos anatómicos de como utilizar las manos y otras partes del cuerpo...

  1. Transformación

Pablo se quedó sin palabras por el mensaje. No había sido un simple sueño húmedo el responsable de los restos de semen sino que su alumna le había mamado la polla mientras dormía. Había despertado algo en ella y no sabía hasta donde llegaría.

Lucía cruzó la puerta del piso y se dirigió hacia la nevera, no había comido nada desde el día anterior. Después de prepararse un sándwich y un café se dispuso a desayunar apoyada en la encimera de espaldas a la puerta.

Alan se levantó y entró en la cocina, no sabía si era un sueño o no, pero delante suyo tenía a una excitante mujer mostrándole sus magníficas piernas coronadas con un hermoso culo.

Se dirigió hacia ella dándole los buenos días.

¡Buenos días, Miriam! Sí que te has levantado excitada, qué culo te hace ese vestido

¿Tan poco te acuerdas de mi culo? Yo creí que ayer os habíais hecho íntimos

Alan dudó pero se cercioró de que esa voz procedía de su espalda. En ese momento Lucía se giró mostrando una sonrisa en su cara. Sus compañeros quedaron anonadados y la muchacha abandonó la cocina.

Cuando llegó casi a su habitación Miriam la alcanzó.

¿Qué pasa, Miriam? ¿Te jode que te quite el puesto de zorra? ¿O quizás estés celosa por no ser contigo con quien pasara la noche?

¿Pero qué dices?

Lucía acorraló contra la pared a Miriam bajo la atenta mirada de Alan.

Di, Miriam, ¿quién es ahora la estrecha?

Le plantó un beso en los labios y cuando su compañera fue a reaccionar le pasó un dedo entre sus labios vaginales y se dispuso a saborear su néctar.

Te he hecho caso y he aprendido a disfrutar de mi sexualidad.

Entró en su cuarto, cerró la puerta y dejó sin palabras a sus compañeros.

¿Quién es esa diosa y qué ha hecho con Lucía? Si esto es un sueño, no quiero despertar

Miriam lo miró, le cogió por el brazo y lo empujó contra la cama del dormitorio.

¡Cómeme el coño, ahora!

El muchacho no se atrevió a protestar y se puso manos a la obra.

Lucía se dispuso a bañarse, se despojó de la ropa y del vibrador y entró en el cuarto de baño. La invadió una nube de vapor y fue cuando se percató que su otra compañera estaba dentro.

Lo siento, Marta. Venía a ducharme pero no sabía que estabas tú. Vuelvo cuando acabes.

No pasa nada, Lucía, y no seas tonta. La ducha es bastante grande para las dos.

No querría molestarte mujer, no me importa esperar.

De verdad, pasa. No tendrás nada que yo desconozca del cuerpo de una mujer y míralo por el lado económico, ahorramos agua.

Tienes razón.

Marta era una chica muy independiente y liberal, desde el primer momento se había llevado bien. Estaba un poco entrada en carnes pero no era problema para ella, no tenía complejos y disfrutaba de su cuerpo. Lo que si que notó es que tenía varios piercings y tatuajes en puntos estratégicos de su anatomía: pezón, clítoris, monte de Venus… Le gustó y le resultó muy erótico.

¿No te duelen los piercings?

Te puedo asegurar que son una de mis mejores inversiones. Estoy acostumbrada y ni me acuerdo de que los llevo pero cuando les dan uso incrementa tu placer. ¿Por qué no te haces uno? Con esos pechos y esos pezones no te faltará quien los disfrute.

No sé

Por cierto, anoche tuviste sesión de sexo loco, ¿no?

¡¿Cómo?!

No sabía como se había enterado pero lo deduzco cuando su compañera le sacó del culo las bolas chinas.

No me acordaba de ellas

Ves, igual que un piercing. Algo de dolor al inicio, después te olvidas que lo tienes pero dan tanto placer

Marta, sin previo aviso, le dio un mordisco en el pezón a su compañera y esta soltó un leve gemido de placer.

¿Te gustó, no?

Lucía no contesto pero su mirada lasciva volvió a hablar por ella.

Marta, tienes que hacerme un favor. Acompañarme a comprar ahora.

Tanta prisa… ¿qué es tan urgente?

Liberarme, sacar a la nueva Lucía.

Eso suena muy excitante

Entre risas ambas acabaron de ducharse, se arreglaron y se dispusieron a coger el coche.

Lucía, ¿y este coche?

Te lo contaré por el camino.

Rumbo al centro comercial Lucía le relató lo ocurrido a Marta sabiendo que no contaría nada.

Joder, Lucía, yo creía que era más recatada y que el juego duro no te iba. Me has dejado muy cachonda.

Por eso necesito que me ayudes, necesito elegir bien para ganar.

Tranquila, has hecho bien. Despídete de Lucía la mojigata y saluda a Lucía la perra. Empezaremos por la ropa interior.

Entraron con paso decidido en la tienda y Marta se fue directa hacia lo que buscaba. Después arrastró a Lucía hasta el probador y empezó el vaivén de ropa. Todo lo escogido por Marta eran tangas minúsculos y sujetadores, algunos con encaje, que realzaban aún más el pecho de Lucía.

Marta, ¿tú crees que hago bien?

Lucía, cariño, ya va siendo hora de que te olvides de todos tus complejos, te sueltes la melena y disfrutes.

Pero no sé… esto no es mi estilo, esta ropa no va conmigo

¡Pero qué dices! Ésta ropa esta diseñada para ti, te sienta fenomenal y te juro que cualquiera que se cruce contigo se asegurará de guardar tu imagen en su retina. Tu cuerpo está hecho para disfrutar y debes demostrarlo.

La convenció, necesitaba romper con sus tabúes y disfrutar la vida. Compraron varios conjuntos seductores y algún que otro sugerente corpiño.

Próxima parada: cambiar tu estilo de ropa exterior. Se acabaron los hábitos de monja y realzaremos aún más tu figura.

Tampoco te pases, no dispongo de tanto dinero

¡Déjate de estupideces! Tómatelo como mi regalo de cumpleaños. Mi padre pagará como siempre la factura y, además, me resulta una buena inversión. Así que, prepárate, vamos a renovar por completo tu armario.

Arrasaron en varias tiendas saliendo cargadas de bolsas con ajustados pantalones, faldas extremadamente cortas, sugerentes tops y camisetas, sexys vestidos y el calzado apropiado para cada ocasión.

Lucía pensaba en su nuevo look y lo encontraba morboso, a partir de ahora luciría su cuerpo y lo mostraría al mundo.

Aún quedan unos cuantos detalles. Te he pedido hora en la peluquería pero tenemos tiempo de comer antes. Ves hacia el restaurante y ves pidiendo, hago un pequeño recado y me reúno enseguida contigo.

Se separaron 10 minutos escasos, Lucía aprovechó para dejar las compras en el coche y fue al restaurante. Justo cuando llegó Marta les traían sus paltos. Y entre risas y confesiones pasaron el rato.

Tras los cafés se dirigieron a la peluquería.

Luis, ¿Cómo estás?

Hola Marta, ¿qué te hago hoy?

A mi nada, hoy le toca a Lucía, mi amiga.

Hola encanto, mucho gusto.

Igualmente.

Bien Luis, hechas las presentaciones, necesito que la atiendas tú personalmente.

Vaya, veo que es un asunto importante.

Así es, bien, necesito un cambio radical de imagen, debe

Marta terminó la frase susurrándosela a Luis en la oreja, el sonrió pícaramente y condujo a Lucía hacia el sillón.

Bien querida, nos pondremos a trabajar pues hay mucho que hacer

Lucía, voy a realizar unas compras y después te paso a recoger, te dejo en buenas manos.

Pasaron más o menos un par de horas largas pero el resultado mereció la espera. Le escaló el pelo respetando su larga melena, le hizo reflejos rojizos y se lo rizó dándole un aspecto felino y seductor. También le realizó un tratamiento facial, le retocó las cejas y finalizó con un maquillaje sencillo y sexy resaltando sus ojos y un leve toque de brillo en los labios.

Se notaba que Luis era un gran profesional pues la había transformado completamente.

Nena, tu chico se va a a caer de culo. Eres una mis mejores obras.

Guau, Lucía, estás… ¡estás impresionante! Me dan ganas de follarte ahora mismo.

Lucía veía su reflejo en el espejo y estaba satisfecha, era exactamente lo que buscaba. Por su mente empezaron a crearse pensamientos obscenos y su cuerpo empezaba a calentarse.

Vamos Lucía, tenemos una última parada.

Dicho esto le tapo los ojos con un antifaz y la condujo a otro establecimiento más pequeño y silencioso. La recostó en una camilla y le levantó la camiseta.

Lucía no veía nada pero estaba tremendamente excitada. Sintió que algo húmedo le empezó a recorrer sus pechos.

Tranquila, cariño, verás como me lo agradecerás

Marta volvió a su labor y Lucía empezó a emitir suaves gemidos. Se dejó hacer y llegó a un estado tal de placer que era como si flotase. A lo lejos oía una voz masculina.

Como va a disfrutar, tiene pinta de ser una buena zorra.

Ella seguía absorta en su nirvana personal y apenas notó los pinchazos. Se quedó dormida y el juego de su lengua con otra fue lo que la despertó.

Lucía, ¿Qué tal cariño, como te sientes?

Bien… sorprendentemente bien

Lucía tenía una sonrisa dibujada en su cara y cuando observó su cuerpo totalmente desnudó empezó a recordar lo que había sucedido. Marta la levantó y la colocó delante de un espejo.

¿Qué te parecen tus nuevos… accesorios?

Mientras decía esto le acariciaba los pezones que respondían a cualquier roce proporcionándole olas de placer por todo el cuerpo. Javi, el dueño de la tienda y íntimo amigo de Marta, le separó los labios vaginales y le mostró el otro piercing que por petición de su amiga le colocó. Lucía se empezaba a ver realmente como una puta.

Javi se arrodilló y le empezó a demostrar como debían utilizar su nuevo juguete. La muchacha estaba en una nube: su compañera trabajándole los pechos y él chupándole el coño. No tardó en llegarle el orgasmo y comprobar los efectos.

La dejaron descansar y, mientras se vestía, fue pensando en qué se pondría.

Marta, debo devolver el coche. ¿Te acerco?

Mejor te acompaño a clase pero llévate mi moto, yo llevaré el coche.

¿Por qué tengo la sensación de que tramas algo?

¿Cómo puedes pensar eso de mí? Yo sólo, como niña buena que soy, le devolveré las llaves y el coche a su dueño… El papel de niña mala te lo cedo a ti para que lo sorprendas en su casa

Marta realmente era otra perra que sabía como utilizar a los tíos a su antojo, Lucía debía tomar nota.

Marta la esperó en el coche mientras Lucía subía a casa a dejar los paquetes y cambiarse. Su elección fue rápida: se enfundó en unos pantalones de cuero negro arrapados como una segunda piel, un corpiño negro y transparente (excepto los pechos) y una chupa de cuero negra. Se calzó unos botines lilas y bajó a la calle con paso decidido.

Cuando Marta la vio supo que iba a dar mucha guerra y ella iba a enseñarle el arte de ser puta. Dándole las llaves de la moto se despidieron pero antes le dio un pequeño paquete.

Diviértete y úsalo.

Juntas pero en ambos vehículos se dirigieron hacia la universidad. Una vez allí Marta bajó del coche y saludó con la mano a su compañera pero ella permaneció sobre la moto.

Marta subió las escaleras y entró en clase, no quedaba mucho para finalizar. Cuando acabó se acercó a la mesa del profesor y depositó las llaves.

Pablo se giró y vio a la muchacha.

Disculpa ¿cómo es que tú tienes las llaves de mi coche?

Yo no soy a quien debes pedir respuestas, soy una simple mensajera.

Dicho esto se marchó y lo dejó pensando. Pablo recogió sus cosas y se marchó a casa. Su mujer no iba a estar y podría disfrutar de la casa para él solo pero, ahora que tenía la oportunidad, no estaba motivado. Había tenido un mal día y solo quería que terminara.

De camino a casa tenía la extraña sensación de que alguien le observaba, lo que él no sabía es que realmente lo seguían.

Tomó otro camino para llegar a casa y respiró tranquilo cuando cruzó la puerta de su hogar. Se dejó caer rendida en el sofá y entrecerró los ojos quedando medio dormido.

Unos pasos le alertaron y empezó a mirar con recelo cada rincón de la casa. Se levantó e inspeccionó el piso. Cuando regresaba hacia el salón algo le sorprendió.

Hola, Pablo.

Una figura femenina yacía en el sofá con sus pies sobre la mesa.

Continuará

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