Estudiando kinesioloía 18

Cuando se juntan el amor y el sexo, las sensaciones pueden ser sublimes

El viernes después de terminar de atender, preparamos todo para nuestra sesión de baraja. Generalmente jugábamos a la canasta divididas en dos equipos. Mónica había llegado, y notaba que estaba impaciente, casi esperando algo más.

Con mis tías sumábamos cinco, por lo tanto, o sobraba o faltaba una más. Estábamos sorteando quien esperaba otro juego cuando llegó Marta. Nos saludó a todas con beso sin demostrar ninguna diferencia cuando beso a Mónica.

Esa noche la pasamos chismorreando entre juego y juego sin nada especial, aunque se podía notar cómo las miradas cambiaban la intensidad cuando pensaban que nadie se daba cuenta. Así pasó la noche, divertida para nosotras y un poco tensa para ellas. Al irse Marta le ofreció arrimarla hasta la casa, pero Mónica había venido con su coche.

Cuando se fueron, quedamos comentando como se habían comportado. Marce las había estado observando y le parecía que el orgullo de Moni, si es que Marta hacía las cosas bien, tenía la fecha de caducidad no muy lejana.

Pasó otra semana sin saber nada de ellas, habíamos quedado para ese viernes hacer algo diferente. Fue Marce la promotora, se le ocurrió ir a un salón de bolos, donde había otros juegos de mesa, como pool, billar, tejo, nos gustó la idea y halla fuimos.

Sabíamos que Marce jugaba muy bien al pool, y pensamos que íbamos a jugar a eso, por eso fue mayúscula la impresión cuando nos retó a jugar a los bolos.

-Marce, yo no sé, pero y tú ¿vas a poder jugar?

  • Creo que sí, igual si pierdo esto no es un campeonato, juguemos las tres parejas, que Marta forme una con Mónica que son las únicas que no lo son – la idea para acercarlas era buena, pero yo tenía miedo por Marce, no sabía cómo iba hacer, si bien caminaba casi normalmente, de ahí a tirar las bolas tenía sus riesgos.

Fue ella la que preparó la planilla para anotar, tirábamos tres y tres, ella se dejó para lo último, todas tiramos con no mucha habilidad y sobre todo expectantes, cómo iba hacer para tirar. Agarró la bola, se acercó a la línea y apoyo una rodilla en el piso, así sin moverse la tiró, tiene mucha fuerza en los brazos, pero igual se le fue a la canaleta. Todas pusimos cara de pena, creo que deseábamos más que ella que le hubiese salido bien, se paró con una sonrisa.

-Uhm…le voy a tener que agarrar la mano, me vas a tener que llevar a remolque – me dijo, seguimos jugando y la verdad que nosotras tampoco tirábamos mucho, pero ella cada vez lo hacía mejor. Estaba entusiasmada y nos decía cómo teníamos que hacer, menos a Marta a la que miraba con recelo.

Íbamos casi todas parejo, nosotras un poco atrás pero ahora ya estaba tirando mejor y ya habíamos alcanzado a la pareja de Mónica y Marta que por cierto tiraba bastante mal. En un momento dado, Marce llamó a esta última aparte y se pusieron a discutir, me acerqué para ver que estaba pasando, no había notado nada raro.

  • ¿Qué pasa, porque discuten?

  • Pasa que yo vine a divertirme, no a que me tuvieran lastima

  • ¿Qué le hiciste? – la encaré a Marta

  • Nada, es que dice que tiro mal a propósito.

  • Te lo digo porque tiras mal a propósito, te crees que soy tonta, como agarras la bola ya se nota que sabes jugar, si estuviera jugando para ganar lo hago sola.

  • Bueno perdóname, no te quería desanimar, si quieres me voy.

  • No te digo para que te vayas, te digo que juegues bien nada más – se había acercado Mónica, cuando se enteró de cómo iba el cuento, trató de aplacar las cosas.

  • Marce, lo hizo con buena intención, no te lo tomes a mal, perdónala – yo también puse mi grano de arena para convencerla que no era por lastima, para eso Marta ya lagrimeaba. – seguimos jugando cuando le tocó tirar volteó ocho palos, se dio vuelta cómo pidiendo disculpas.

  • Mira, no lo hice a propósito, es que no cayeron

  • Ya sé que no lo hiciste a propósito, tampoco es que te pida que los tires todos, solo juega como sabes – le contestó con una sonrisa.

De ahí en más Marce cada vez tiraba mejor, ahora sí que se emparejaba el puntaje, mis tías no eran ¡puf que brutas! Pero siempre tiraban, Mónica no andaba muy bien, pero Marta tiraba lo que no tiraba ella, y Marce ya me arrastraba a mí, cada vez lo hacía mejor hasta llegar a hacer una chuza.

Aplaudimos todas era todo festejos hasta que una rubia que estaba jugando en otra fila (y que estaba muy bien la cabrona) se aproximó gritando.

  • Bien Marcela, vuelves al ruedo mi amor – y le plantó un beso en los labios como para sacarse el hipo. No quería hacer escándalo, pero tampoco me iba a quedar como si nada, me acerqué y tocándole el hombro le dije.

  • Oye, es mi novia así que si quieres besar a alguien por favor búscate a otra.

  • Uy perdona, como cambiaste Marcela, así que ahora con novia fija, quien te ha visto y quién te ve.

  • Con novia y dentro de poco, esposa, así que olvídate de la Marcela que conociste, que esa se murió en el accidente – se fue pidiendo disculpas, pero me dejó el veneno.

Luego de eso Marce cada vez jugaba mejor, creo que se le había pasado el enojo con Marta, pero ahora era yo la que estaba enojada con ella. Al fin decidimos marcharnos, era bastante tarde, sabía que el beso no lo había buscado ella, pero igual me había caído mal, no tenía nada que reprocharle, pero me sentía lastimada, supongo que a todas les pasaría igual en esa situación.

Nos fuimos todas, cada cual a su casa, Marce no paraba de hablar, según ella, estaba contenta porque había podido jugar a los bolos medianamente bien, pero se le notaba la conversación compulsiva.

No quería reprocharle nada, entre otras cosas porque no tenía nada para reprocharle, ella no había hecho nada de malo, sería muy de histérica de mi parte no dejarle disfrutar de sus logros por unos celos sin motivo, tampoco tenía el ánimo para acompañarla en su alegría.

Me acosté yo primero, al rato se acostó ella. Siempre nos dábamos un beso antes de dormir hubiésemos hecho el amor o no, los fines de semana generalmente el beso era para empezar, ese día se me habían ido las ganas, así que me acomodé para dormir. Se arrimó bien a mi lado y la deje hacer.

-Silvia, sabes que yo no tuve la culpa, nunca la hubiese dejado besarme si me hubiera dado cuenta que lo iba a hacer.

  • Lo sé Marce, no te reprocho nada, sé que no tengo por qué hacerlo, sé que son celos tontos, pero no puedo evitarlo, sabes que te quiero y se me van a pasar, mañana voy a estar bien, no te preocupes que no pasa nada.

  • Sí, te comprendo, ¿te acuerdas de cuando modelaste por primera vez con Rosario? yo también tuve esos celos y sabía que no tenía derecho a tenerlos, pero no podía evitarlo, y tú te sentías como yo ahora, culpable sin tener culpa.

  • ¿Qué fue esa chica para ti?

  • Fue muy importante, era la que más me peleaba los campeonatos, sabía que le tenía que ganar a ella, con las demás era más fácil, ella siempre llegaba a la final.

  • ¿O sea que era tu competidora? Joder que te llevabas bien con tus adversarias.

  • Bueno, competíamos jugando a los bolos, en lo demás no teníamos por qué llevarnos mal.

  • Y por lo que veo te llevabas muy bien, ¿y eso de que no tenías novia fija cómo era? ¿Las cambiabas seguido?

  • No las cambiaba, nunca tuve novia antes que tú, todas eran como ella, cuando nos daba la gana, bien, pero sin compromiso.

  • O sea que con ella tuviste algo entonces.

  • Silvia, tuve lo que te dije que tuve, no llegaste tú y encontraste a la vestal que te estaba esperando, tampoco vino una virgen a rescatarme del limbo, o que te piensas ¿que no estuve más de dos años aguantando los celos sabiendo cual era tu trabajo?  Más de una vez me di cuenta que te habías pasado de la raya, y me dolía, pero sabía que no tenía derecho a pedirte más de lo que te daba, porque igual me dabas mucho, me dabas tu amor cuando más lo necesitaba, y eso es lo que te quiero dar yo, aunque no lo necesites. – me quedé mirando las lágrimas que corrían por sus mejillas, y me di cuenta lo tonta que era.

  • No vuelvas a decir que no necesito tu amor porque lo necesito más que nunca y siempre lo voy a necesitar, perdóname, te dije que no tenía que sentirme así y de verdad lo pienso, pero es que cuando te besó, sentí como si me quitara algo mío, sé que es una tontería, no te quiero hacer un drama, pero si tú lo sentiste alguna vez, sabes de lo que te hablo.

  • Sí que lo sé, por eso quiero sacarte esa sensación, la única forma que se me ocurre para demostrarte que no te sacó nada, que todo sigue siendo tuyo es esta – se echó sobre mí, sus labios se hicieron dueños de los míos, su lengua hizo una comunión con la mía, las manos se colaban bajo mi camisón adueñándose de mis senos, y sus besos se adueñaron de mi voluntad, en algún momento el camisón desapareció y su boca tuvo vía libre para adueñarse de mi cuerpo, y con esa rara habilidad que tenía, transformarlo en el juguete con que jugábamos las dos hasta quedar saciadas.

De golpe, los celos desaparecían, no es que estaba más segura de que era mía, estaba más segura de que era suya, de que me usaba de la mejor manera, que podía calmar sus ansiedades y las mías, transitando la ruta a su destino, llegando a donde todo empezaba, para buscar en mi vulva el oasis donde calmar su sed, sorbía mi clítoris con deleite buscando nuevos sabores, me penetraba con su lengua buscando dentro de mí la esencia del amor que le profesaba, sabía que iba a inventar miles de formas para llevarme al orgasmo con el que iba a alimentar su lujuria, y me usó como solo ella podía hacerlo, como una sanguijuela chupó hasta sacar la savia de mi placer. Eran esos momentos donde me perdía, y me abandonaba al goce que me provocaba saber que era ella, la que me llevaba a ese paraíso que era de nosotras dos nada más.

Volvió a mis labios buscando un nuevo comenzar - ¿estás bien? – me preguntó – ¿ya no piensas que te robaron algo?

-Uhm…no estoy segura – contesté – déjame que reviso si está todo en su sitio – se abandonó como me había abandonado yo momentos antes, mientras mis labios recorrían su cuello, mi mano buscaba la fuente de la vida, donde existía el edén antes de la manzana, y esta vez la manzana la iba a morder yo, Después de haberme extasiado en esos pechos,  alborotando esos pezones exquisitos que surgían con firmeza hacia mi boca, donde me entretuve  sin olvidarme que mi fin estaba más abajo, escuchaba sus suspiros y mientras me acariciaba me impelía a ir en busca de mi destino, al fin llegué, sus piernas abiertas me mostraban el lugar que estaba buscando, y ahí fui, recorrí ese canal con premura, mi lengua buscaba nuevos recovecos entre sus pliegues, seguramente eran los mismos, pero siempre me maravillaban como si fueran nuevos, metí dos dedos adentro en ese hueco rezumante mientras mordía con mis labios ese promontorio divino que sobresalía entre sus labios, podía pasarme la noche allí y sé que no me cansaría, pero los movimientos de pelvis que le provocaba, me anunciaban la venida de un orgasmo que no me quería perder, cuando sentí que apretaba mis dedos, los saqué dejando la lengua en su lugar para recoger la cosecha de lo que había sembrado. No sé si fue más, o menos que otras veces, para mí la última siempre es la mejor, degustar el elixir que brota de su coñito, es la sensación más sublime que puedo sentir.

Volvimos a abrazarnos con ganas de fundirnos en una, ya no me acordaba de lo que había pasado, pero ella sí.

-Cielo, si quieres no vamos más a jugar a los bolos.

  • ¿Y eso por qué? Supongo que ahora que sabe que eres mi novia se va a quedar en su lugar, mejor que no venga a babosearte porque la va llevar dura

  • Ella no, pero por ahí me agarra otra que no sabe, y total que me planta otro beso.

  • Oye ¿a ti te saludaban todas así? ¿a qué ibas, a jugar a los bolos o a buscar guerra?

  • Bueno, en esos tiempos las dos cosas, pero nunca nada serio, era para pasar el rato, éramos un poco liberales, pero de cariño nada.

  • Ya veo que mal no te la pasabas, pero como tú dices, el pasado pisado, pero a ver, si te llega a besar otra ¿me prometes que me vas a sacar los celos cómo hoy?

  • Cómo hoy, te los saco aunque no los tengas, y sin hacer falta que me besen.

Pero a mí sí, hacía falta que me besara, y besándonos nos fuimos quedando dormidas.

La siguiente semana la pasamos atareadas, Marta vino a pedirle disculpas por lo de los bolos, y Marce entendió que lo había hecho con buena intención. Al fin quedamos en reunirnos en casa para ir nuevamente a la bolera.

El viernes, Marta vino a supervisar su oficina ya preparada. Íbamos a esperar que llegara Mónica para ir todas juntas. El tiempo no estaba muy bonito que digamos, amenazaba tormenta, y enseguida que llegó Mónica, tormenta tuvimos. Llovía a Dios dar agua, tan así que decidimos quedarnos a jugar a las cartas.

Mientras jugábamos, empezamos a comentar que con semejante salón bien podíamos comprar una mesa de pool, Marce se entusiasmó.

-También podíamos traer una de tejo, o un futbolín, así jugábamos todas a la vez.

  • ¿Y será qué la vamos a usar mucho tiempo? - pregunté

  • Y bueno, cuando no la usemos nosotras ya la usaran los niños – contestó Claudia

  • ¿Qué niños, quien tiene niños?

  • Todavía no los tenemos, pero nosotras los vamos a tener.

  • ¿Quién los va a tener, tú o yo? – preguntó Elisa

  • La que sea, pero yo quiero niños en casa

  • Entonces tenemos que aprovechar para ir a los bolos antes que a mi tía se le llene el bombo – todas nos pusimos a reír, Marce enseguida quiso programar para que el próximo viernes, nos juntáramos todas para ir. Fue Mónica la que nos cortó.

  • Yo no voy a poder ir, la otra semana tengo finales y la voy a pasar estudiando, quiero salir con buenas notas para encontrar un buen trabajo.

  • Ah, ya tienes los finales – preguntó Marta – yo tengo los apuntes de cuando me recibí y me saqué sobresaliente, si quieres te ayudo.

  • ¿Qué me vas a ayudar si la que tengo que estudiar soy yo?

  • Yo siempre tuve buenas notas y no estudiaba sola, iba con otras chicas y aparte de leer comentábamos, cambiábamos opiniones y así no te lo olvidas más.

  • Nunca estudié así, pero si te recibiste con sobresaliente será que da resultado.

  • Pues quedamos así, si quieres el sábado temprano te paso a buscar y vamos.

  • ¿A dónde vamos?

  • A la casa de la aldea.

  • Te dije que tengo que estudiar, no ir de campamento

  • Pues ahí es donde estudiaba yo, y están todos mis apuntes, íbamos allí y sabíamos que nadie nos molestaba.

  • Así que nadie las molestaba, ¿y las otras también sacaron buenas notas?

  • Pues sí, todas sacaron buenas notas, cuando íbamos a estudiar, estudiábamos. – la miró con duda, pero quizá quiso probarla, y quedaron en ir.

MONICA

El sábado a la mañana estaba nerviosa, de verdad quería estudiar y sabía que ella me podía ayudar, ¿pero me habría invitado para eso? No era tan lejos, si no era cómo pensaba pedía un coche y me volvía.

A las ocho en punto estaba en mi puerta, nos saludamos con un beso en la mejilla, me abrió la puerta para subir al coche y salimos.

-Vamos a parar en el súper, compramos comida precocidas así no perdemos tiempo.

  • ¿Siempre compraban precocidas?

  • Sí, a decir verdad, cocinar no era lo nuestro – si todas cocinaban como ella razón tenían. Paramos a comprar, yo metí en el canasto algo de verdura y unas chuletas, aunque tardara un poco, prefería hacerme la comida yo. Cuando fuimos a pagar no me dejaba. – no deja que tú eres mi invitada.

  • ¿Invitada a estudiar?, deja que aunque sea pago lo que puse yo, que no estoy en la miseria. – creo que se asustó de que me ofendiera porque me dijo tartamudeando.

  • No, por favor no te ofendas, no es por eso, pero por favor déjame pagar, nunca se me ocurre que tengan que pagar cuando vienen a mi casa.

  • Esta bien, otro día te invito a la mía y tú no pagas nada.

Salimos apuradas, queríamos aprovechar el día, estábamos a menos de una hora, pero el tiempo corría.

La casa era una señora casa, era en aldea, pero bastante moderna, no era como las que conocía yo, tenía un jardín bien cuidado, atrás una piscina rodeada por un cerco alto que daba suficiente intimidad para andar como te diera la gana, y adentro sin mucho lujo, pero con todas las comodidades.

Nada más llegar me llevó a la que iba a ser mi habitación, que vino siendo la principal con el baño adentro. Me dijo que si me quería poner cómoda, que me pusiera lo que quisiera que allí no nos venía a molestar nadie.

Me puse un pantaloncito y un top, hacía calor y con eso sobraba. Salí a la sala en el momento que volvía ella, se había puesto un bikini negro que le quedaba de vicio, empecé a pensar que no se me iba a hacer fácil estudiar.

Trajo una caja enorme y empezó a poner apuntes sobre la mesa.

-Ven vamos a separarlos por materias, podemos empezar por la que más te guste y a medida que vayas leyendo, podemos comentar el significado que tú le das y vemos si va por ahí la cosa, vas a ver que después no te lo olvidas más – me parecía que el sistema estaba bueno, lo que no me parecía que pudiera poner atención estando ella como estaba.

  • Oye ¿Por qué no te das un chapuzón que hace calor? Yo puedo estudiar sola

  • No viniste para estudiar sola ¿con quién vas a comentar? – creo que vio cómo la miraba y se dio cuenta que así no me iba a ayudar mucho – ls verdad me iba a dar un chapuzón, pero mejor lo dejo para después – se fue a la habitación, y volvió con una bata que por lo menos tapaba lo más evidente.

Nos pusimos a estudiar, bueno una forma de decir, la que tenía que estudiar era yo, pero realmente ese sistema era bueno, si bien así conversando no me acordaba literalmente del texto, entendía perfectamente el fondo de la problemática.

Era una forma de estudiar bastante amena, hay que ver que a las dos nos gustaba lo que hacíamos, estuvimos así como dos horas y al terminar un artículo, se paró.

-Ahora si me voy a pegar el chapuzón ¿vienes?

  • No, voy a seguir estudiando

  • Mira, hazme caso si quieres, te aconsejo que te despejes un poco antes de empezar con otro tema, descansa sino vas a terminar saturándote, si no quieres ir a la pileta mira un poco la tele y en media hora seguimos.

Tenía desconfianza con lo de ir a bañarnos, por eso decidí preparar algo como para comer luego. Desde la ventana de la cocina podía ver como nadaba, y lo bien que estaba, me daba envidia, pero no de la buena, de la mala, deseaba estar ahí y si no lo hacía era culpa mía nada más. No estaba segura de que si venía por mí, sería capaz de pararla.

Pasada la media hora se metió en la ducha de afuera, se pasaba las manos por el cuerpo para sacarse el cloro, me daba ganas de estar yo sacándoselo con mis manos, con mi lengua o con lo que fuera, (que buena que estaba la cabrona). Se puso una salida de baño y se vino a la sala.

-Bueno, si quieres podemos seguir, creo que ya debes haber descansado las neuronas.

Le dije que sí, después de todo, las que usaba para estudiar habían descansado, las que se me habían alborotado mirándola, se la iban a tener que aguantar, vine a estudiar y eso es lo que iba a hacer.

Paramos para comer en el otro turno, yo comí liviano como para no amodorrarme y ella no salto la nota, tomamos un café y seguimos. Salimos afuera, hacía calor pero corría un airecillo reconfortante. Eran como las cinco cuando hicimos otra parada, se sacó la salida de baño y se tiró a la pileta. No era justo, ella nadando, se metía abajo del agua, parecía una sirena y yo mirándola cagada de calor ý no solo por la temperatura externa.

-Marta, ¿no tienes algo que me prestes para bañarme?

  • Revisa los cajones de abajo en mi habitación, algo vas a encontrar, y si no, puedes bañarte desnuda, aquí no te va a ver nadie.

  • Qué, ¿tú no eres nadie?

  • Eh mujer, que yo no cuento.

  • Tu no te contaras, pero yo si te cuento. – revisé los cajones hasta encontrar una colección de trajes de baño, me probé un conjunto colorado que me quedaba de lujo, me alegró el día ver la cara que puso. Me metí al agua y sentí como esta, acariciaba mi cuerpo, pensé que si yo fuera agua, podía estar acariciando el cuerpo de Marta metiéndome por los lados más sabrosos. Joder, tengo que dejarme de pensar esas cosas, tengo que estudiar, y aparte todavía no se me pasó el cabreo, que la quiero hacer sufrir un poco para que aprenda.

Fue ella que en lo mejor me anunció que ya era hora de volver a machacar con el estudio.

Así pasamos hasta la noche, cenamos una de esas comidas que había comprado ella, no estaban tan mal, y yo estaba bastante embotada para ponerme a cocinar, ya eran como las doce cuando me dejó en la habitación y se fue a acostar en la otra. Por un lado, le agradecía que no me molestara, estaba cansada en serio, pero por otra parte me frustraba que no haya procurado ningún avance. No tardé en caer en las garras del sueño.

A la mañana fue ella la que me despertó.

-Eh vamos dormilona, levántate que así terminamos temprano. – me levanté con pocas ganas, pero era yo la interesada, así que no hubo remedio. Me estaba esperando con té y unas galletas, me senté a tomarlo.

  • Creo que vamos bien, si hasta me parece que vamos a terminar temprano.

  • Es que quiero que terminemos temprano así nos vamos a casa.

  • Si tienes que hacer, no te preocupes, podemos irnos ahora, yo ya me voy a arreglar, que bastante me ayudaste.

  • No mujer, no es que tenga que hacer nada, pero una de las cosas que te pueden servir para sacarte un sobresaliente, es reafirmar lo que expones, con casos de jurisprudencia que se hayan dado y que no se encuentran en los libros, eso les demuestra que te ocupaste del tema, más de lo que te piden.

  • ¿Y de dónde quieres que saque esos fallos?

  • En el ordenador de casa los tengo, está en red con el estudio, solo tenemos que buscar los que nos sirven.

Y así se nos fue la mañana, a eso de la una terminamos con las materias, podíamos comer y después salir, pero me dijo que era mejor irnos y comíamos en su casa, que mientras yo preparaba algo, ella iba buscando diferentes fallos.

Juntamos todo y nos volvimos. Mientras se las arreglaba con el ordenador, hice las chuletas que habían quedado para tener una comida como la gente.

Después de comer elegimos los fallos que más acordes nos parecieron, y me los grabó en un peen drive para que los fuera estudiando a medida que los necesitara, no daba todas las materias el mismo día, así que podía memorizarlas a medida que las necesitara.

Cuando terminamos ya era tarde, me alcanzó a mi casa, me ayudó a bajar todos los apuntes, me pareció que después de tanta molestia con algo la tenía que invitar.

  • ¿Quieres tomar algo?

  • No, mira mejor que no, a ti te conviene descansar así estás bien para mañana, que estos días los vas a tener de punta, descansa bien y mucha suerte y si necesitas algo, no dudes en llamarme – me saludó de beso y se fue; se fue; así sin nada más, se fue. La madre que la parió, no es que yo quisiera que se tirara sobre mí, pero podía haber puesto un poco de aptitud, después de todo se supone que anda atrás mío ¿o será que no le importo y me la creí? Mejor que esta semana la haga desaparecer de mi mente y después veremos, a ver si todavía me pasé de vueltas cuando le tiré el dinero, pero también si será idiota, yo cuidándola con todo mi cariño y se le ocurre pagarme, mejor me olvido.

Me metí en la cama y me dormí

La semana siguiente no tuve tiempo para pensar en nada, la tensión de los exámenes, llegar a casa y repasar para el siguiente, no me daba para ocuparme de otra cosa.

Fueron tres días de locura, el miércoles a la noche me habló Marta preguntándome como me parecía que había salido, le contesté que seguro que bien, lo que no sabía si era con una nota decente, el viernes nos daban el resultado, si no iba a lo de las chicas es porque me había ido mal, me dijo que con lo que sabía era imposible. Me sacó bastante el miedo, pero las notas no las ponía ella.

El viernes a la mañana me las dieron, me quería morir pero de alegría. Tenía razón Marta aparte del sobresaliente mencionaron la disposición de buscar otras fuentes para apoyar mis conceptos. Con esas notas pensaba que se me iba a hacer más fácil encontrar trabajo.

A la tarde recibí su llamado para saber cómo había salido, le dije que más o menos, esa noche en lo de Silvia se las iba a mostrar. No me cabía la alegría en el cuerpo sabía que los consejos de Marta habían sido fundamentales y le iba a dar las gracias como pudiera.

Cuando llegué, me abrió la puerta Silvia, una torta decoraba la mesa y Marta vino hacía mí con los brazos extendidos.

-Felicidades a la nueva abogada – gritó, la emoción fue tan grande que sin reparar en nada me arrojé a sus brazos, me sujetó fuertemente mientras me susurraba al oído – felicidades chiquita, sabía que lo ibas a conseguir. – me di cuenta que me estaba poniendo en evidencia, me desasí y abracé a las demás para disimular.

  • ¿Y cómo estaban tan seguras que me había ido bien que hasta torta trajeron?

  • Si venías aquí, no iba a ser para llorar, pero muestra a ver que te sacaste. – cuando las mostré me volvieron a felicitar nuevamente. Marta aseguró que seguramente fui la mejor de la promoción. No se equivocó, si bien hubo otras buenas notas, la mención de honor me la dieron a mí sola.

El festejo era espectacular, sentir la alegría de todas por lo que había conseguido, me llenaba de emoción.

-Chicas – expresó Marta – creo que todo el esfuerzo de nuestra estudiante merece un festejo en grande ¿qué les parece si nos vamos este fin de semana a la casa de la aldea? – se miraron unas a las otras, y fue Marce la que contestó.

  • La verdad que con el calor que hace no estaría nada mal, ¿tienes lugar para todas?

  • Sí mujer, hay tres habitaciones, seguro que nos vamos arreglar.

  • Mira, vete tú con Mónica a la mañana, que nosotras por la tarde estamos por allí, ten preparada la pileta que te la vamos a gastar.

  • Bueno, Mónica me ayuda a comprar lo que vamos a necesitar y cuando lleguen la bebida ya va a estar fría. – quedamos todas así. No nos quedamos hasta muy tarde para despertarnos temprano para hacer las compras. Nos saludamos y quedé con Marta que me pasaba a buscar, no valía la pena ir con dos coches.

Me acosté contenta, quizá un poco achispada, no estaba acostumbrada a tomar bebidas con alcohol, pero también mucho tuvo que ver la alegría que me trasmitieron.

A la mañana pasó Marta a buscarme, se había puesto como para deslumbrarme. Bah a mí de un tiempo a esta parte, aún con el enfado a cuestas, se pusiera como se pusiera siempre me deslumbraba, creo que estaba bastante colada.

Hicimos las compras y salimos para la casa, pusimos música y me fue preguntando todo sobre los exámenes. Después de cómo había salido, era algo de lo que me gustaba hablar.

Llegamos y bajamos las cosas, Marta fue a revisar si estaba puesto el trasto que filtraba el agua, mientras yo preparaba unos emparedados, habíamos decidido picar algo y aprovechar la tarde para bañarnos y tomar sol mientras no llegaran las demás.

Estuvimos hablando de la profesión, cómo se había arreglado con quien le soplaba los datos y esas cosas. Se notaba como si estuviéramos hablando por compromiso, como si fuera de otra cosa que quisiéramos hablar, pero estábamos esperando que empezara la otra.

No sabía si esa era una sensación mía nada más, a lo mejor a ella no le interesaba lo que me interesaba a mí, me estaba reprochando esos arranques que no dominaba, después de todo quiso hacer lo que le pareció correcto. Bueno ahora estaba hecho, no ganaba nada con lamentarlo

Eran como las siete de la tarde, cuando nos avisaron que les había caído la familia de visita y no podían venir, así que íbamos a quedar las dos solas. Eso podía ser muy bueno o muy aburrido. No le veía la cara de muy bueno.

-Bueno, vamos a tener que hacernos la comida nosotras, voy a ver que preparo. – dije

  • No, deja que esta vez voy a cocinar yo, me traje una receta que ni te imaginas.

  • Pero si tú nunca cocinaste ¿qué vas a hacer?

  • Un pollo que te vas a chupar los dedos, sigue bañándote que aquí la agasajada eres tú.

  • Marta, por muy agasajada que sea no tienes que hacer las cosas tu sola.

  • Moni, de verdad quiero hacerte esto para ti, no te voy a envenenar vas a ver, podemos comer temprano y después vemos unas películas, ¿te parece?

  • Bueno, está bien, cualquier cosa me llamas. – me fui a aprovechar el poco de sol que quedaba, sabía lo poco que le gustaba cocinar, que lo hiciera para mí me llenaba de ternura.

Me quedé adormecida en la poltrona, cuando me despabilé el sol ya se hundía en el horizonte, hacía calor y una suave brisa volvía confortable estar así. No escuchaba ningún ruido, era raro, ya casi tendría que estar la comida, me paré y fui a ver si necesitaba algo.

Al entrar noté un cierto olor a quemado, corrí a la cocina y encontré la causa, el pollo estaba quemado arriba de la mesada, me fui a buscarla para ver si podíamos arreglar algo,

Entré en la sala y la encontré tirada en el sillón grande a los hipidos llorando

  • ¿Qué te pasa, porque lloras?

  • Lloro porque soy una inútil, todo lo que quiero hacer me sale mal.

  • ¿Y por eso lloras? ¿Por qué te salió mal un pollo piensas que eres una inútil?

  • Porque me salió mal el pollo, porque todo lo que hago me sale mal, porque quise agradecerte que me hayas cuidado y te cabreaste, porque cuando trate de que Marce no se sintiera mal fue peor, porque siempre que quiero quedar bien con alguien la cago, ¿ves porque soy una inútil?

  • No digas tonterías, tienes uno de los mejores estudios de la ciudad, será porque eres inútil, ojalá yo llegara a ser lo que eres tú.

  • Tú nunca vas a ser como yo.

  • Oye, oye, que pienso seguir estudiando hasta doctorarme.

  • Por más que te doctores no vas a ser como yo, tú sabes vivir, no necesitas estar forrada de dinero para vivir, sabes afrontar la vida como te viene, yo siempre tuve dinero, me junto con gente de dinero para escuchar cómo se meten los cuernos, cómo se envidian y se critican de atrás, con esas, con esas mierdas estoy yo ¿y sabes por qué? Porque yo soy igual que ellas, y cuando estoy con ustedes me doy cuenta que soy un sapo de otro pozo por eso hago todo mal.

  • Tú no tienes la culpa de no conocer lo que no te enseñaron, tampoco te creas que por no tener el dinero que tuviste tú, ya soy la gran cosa

  • No sé lo que serás, pero eres mejor que yo, tu no pagarías para que te dieran masajes.

  • Y tú, aunque no tuvieras dinero no cobrarías para darlos.

  • En eso tienes razón, seguramente iría a la más fácil, me metería de puta.

  • Marta, deja de decir esas tonterías porque te doy una hostia, ¿por un pollo de mierda te vas a poner así? Si te salió mal una vez, ya te saldrá mejor otra, ven, ven que tampoco quemaste Roma, - la agarré del brazo y tiré hasta que se levantó la llevé a la cocina. Como me había imaginado el horno estaba a todo vapor, y la piel del pollo estaba toda quemada, pero por adentro estaba crudo – a ver Marta, no conoces el horno y está muy fuerte, pero le sacamos la piel y un poquito donde estaba apoyado y vas a ver que rico sale.

– Había hecho una salsa según la receta la probé y estaba rica

  • Pruébala, ¿ves que no todo te sale mal? no te tienes que desanimar, no siempre que haces algo que a otro le parece mal, toda la culpa es tuya – eso lo dije por mí, me estaba dando cuenta que había estado un poco pesada con ella. Le sequé las lágrimas y me aguanté la pena que me daba. Le hice regular el horno y la dejé que lo cocinara ella – mójalo con un poco de salsa y vas a ver que te va a salir rico.

La receta que traía decía el tiempo de cocción, claro no decía a qué temperatura, pero ahora se podía guiar, salió bastante bien y con una botella de buen vino le cambió bastante el humor. Igual me costaba entenderla, parecía tan decidida, tan fuerte y parecía que tenía un complejo de inferioridad con nosotras, no lo demostraba, y seguramente con la gente de dinero no lo tenía, pero admiraba a las que podía vivir con menos.

Terminamos de comer y quiso lavar los platos, no quiso que la ayudara. Mientras tanto fui eligiendo una película para ver tranquilas antes de ir a dormir. A lo mejor se animaba a algo, pero me parecía que no era el momento.

Notaba que cuando le parecía que no me daba cuenta, me miraba más que a la película, este día la notaba muy vulnerable, pero si al día siguiente no se decidía, o me soltaba yo o me resignaba para siempre.

Terminó la película y dijimos de irnos a dormir, me llevó al dormitorio principal como la otra vez.

  • ¿Dónde vas a dormir tú?

  • En la otra habitación

  • Pero ahí no tienes baño, puedo dormir yo ahí

  • Es que se rompió el aire acondicionado, y si lo dices por el baño, conozco la casa mejor que tú, aparte eres visita y veníamos para celebrarte

  • No, aquí no hay agasajo que valga, tu eres la dueña de la casa y tienes que dormir aquí

  • Moni, no seas caprichosa, no podría dormir estando aquí lo más cómoda, sabiendo que te estás cagando de calor ahí al lado.

  • Pues yo tampoco podría dormir, así que, si no quieres que duerma allí, duerme tú también aquí y listo.

  • ¿Te parece, no te va a molestar?

  • No me va a molestar, tu no roncas, así que podemos dormir bien las dos. – tenía una cara de ansiedad que me animaba bastante, pero no dijo nada más. Ya nos habíamos duchado en la ducha de afuera, así que solamente quedaba cambiarnos, se metió en el baño para cambiarse como si nunca la hubiese visto desnuda, estaría en plan de timidez, pero cuando salió se me cruzaban los ojos, es que con lo que se puso, parecía más desnuda que cuando lo estaba, se metió en la cama y me fui a cambiar yo. No iba a darle mucha ventaja, sabía que tenía lo mío y sabía cómo hacerlo notar. Me puse la parte de arriba del pijama que apenas tapaba por la mitad unas braguitas apretadas que me hacían un culito respingón, me miré al espejo y me gusté.

Salí y me agaché para sacarme las sandalias, la cara de deseo que alcancé a verle, prometía. Me acosté como si tal cosa, dejó una tenue luz de noche por si teníamos que levantarnos, me quedé quieta esperando si se animaba, era la dueña de la casa, le tocaba a ella tomar la iniciativa, se daba vuelta, se movía, pero ahí se quedaba, estuvo así como diez minutos, algo tenía que hacer.

-Marta, ¿qué te pasa, estás incomoda porque yo esté aquí? dime

  • No, no es eso, pero si te digo lo que me pasa te va a parecer mal

  • Qué tendrás que decirme para que me parezca mal, dímelo y vemos

  • Me prometes que si no quieres no te vas a cabrear conmigo.

  • Sí, te prometo, dilo ya

  • Tengo muchas ganas de besarte

  • ¿Y si tienes tantas ganas porque te tardas tanto? ¿eres boba? – me miró sorprendida y se abalanzó sobre mí, esos labios que extrañaba tanto volví a sentirlos en mi boca, en mi cuello, morder con ellos mis orejas, bajar hasta mi garganta, su mano se posó sobre los botones de mi pijama - ¿puedo? Preguntó – si puedes – lo desabotonó y se adueñó de mis senos, hizo de mis pezones dos chupetes saltaba de uno a otro dibujando con la lengua mis areolas, chupaba, mordía, estaba como loca y me enloquecía a mí. Fue bajando la mano acariciando mi abdomen hasta llegar a mis bragas.

  • ¿Puedo?

  • Marta, ya eres grande, ¿me vas a pedir permiso para todo? – metió la cabeza entre mis piernas besando mis húmedas bragas, las fue retirando mirándome a los ojos, las sacó y tomando mi pie se lo metió en la boca, pasaba la lengua entre los dedos y me daba cosquillas, le acaricie la cara con el otro pie y cambió haciendo lo mismo con este, seguía sin apartar los ojos de los míos cuando empezó el camino descendente. Besaba mis piernas, mis muslos, sabía bien el camino que la llevaba adonde quería. Yo solamente quería que llegara, mis piernas completamente abiertas le daban la bienvenida y ahí se hundió. Su lengua hacía garabatos en mi vagina y creo que también en mi alma, porque los sentía como si fuera la primera vez – sí, así –  le decía casi en un susurro, sentía que me faltaba poco para correrme – siii, sigue así mi amor – fue como si le hubiese metido un pinche en el culo, se vino arriba mío.

  • ¿Soy tu amor, de verdad soy tu amor? Yo te amo Moni, te amo como no amé nunca.

  • Pero Marta, me dejas así para decirme eso ¿no podías haber esperado a terminar y me lo decías tranquila? ¿mira cómo estoy?

  • Uy sí, perdóname. – y ahora sí se dedicó a calmar mi ansiedad, ¡y que bien que lo hacía! Sorbía de mi pititorro de una manera que me hacía delirar.

  • Sí… mi vida, ssiii, te quiero, pero si te sales de ahí te mato, sigue mi amor, ¿tú quieres que me corra verdad? Me voy a correr para ti, me viene mi amor, me viene, sigue corazón sigue, aahhh, me corro mi vida, me corro, ahhh. – Quizá haya sido por tanto tiempo deseándolo, que este orgasmo me pareció el mejor de mi vida, sentía con que dulzura recogía todos mis jugos, ahora era yo la que miraba sus ojos mientras la acariciaba y veía con que devoción juntaba los restos de mi corrida.

  • Ven amor, dime otra vez eso de que me amas, quiero escuchártelo – se subió a mi lado

  • Sí Moni, te quiero, te amo, te necesito, tú eres la que puede ayudarme a cambiar mi mundo, quiero que me enseñes a vivir en el tuyo.

  • Yo también te quiero, pero no te creas que mi mundo es tan bueno como te lo piensas.

  • No me importa como sea mientras me des un lugar en el – sus besos con gusto a mí, me hacían recordar que lo que me había hecho vivir, ella no lo había vivido

  • Dices que todo te sale mal, te diría que lo que me hiciste sentir recién, es de alguien que de esto hace una ciencia

  • Y lo que me haces sentir tú, sin hacerme nada, es de alguien que de esto hace un arte – me eché a reír

  • Que rebuscadas que estamos, ¿a ver cuánto de arte es lo que te hago sentir? – metí la mano por debajo de sus bragas, eso era un charco, sabía que le gustaba el sexo duro, pero me había hecho sufrir demasiado, la iba a hacer correr como se me diera la gana. Le bajé las bragas hasta debajo de las rodillas y se las dejé ahí, volví a su vagina a pasar mis dedos suavemente por todo el camino que se extendía entre su ano y el nacimiento del clítoris, los llevaba lentamente y al llegar a este, retraía el capuchón haciendo que saliera exultante, lo rodeaba con su baba y cobraba vida, sentía los latidos como si fuera otro corazón diferente al que notaba en el pezón que magreaba con mi boca.

Se desesperaba, movía las piernas tratando de desprenderse de las bragas, quería abrirse para atraer mi mano adentro y cuando rodeaba la entrada de su cuevita aguantaba la respiración esperando la penetración que no llegaba.

-Por favor Moni, hazlo ya, quiero correrme, necesito correrme, no aguanto más.

  • Ya llega mi amor, te vas a correr vas a ver, siente cómo viene, viene diferente, pero viene, ¿lo sientes? – notaba los músculos de su estómago tensarse, sus tetas hinchadas a reventar, se agarró las piernas por atrás de las rodillas dejando su sexo expuesto, ahora estaba usando toda la mano, así como estaba podía abrir sus labios y acariciarle desde una punta a la otra, no la penetraba por ningún lado, pero cada vez que pasaba mis dedos sentía los latidos en su culo en su coño y en su clítoris.

Podía haber bajado a ayudarle con mi boca, pero no quería, sabía que así podía, sus mismas ganas la iban a hacer poder. Moví la mano con más rapidez, le mordí la teta con suavidad, no sé si lo noto.

-Moni, que me haces mi amor, llévame, llévame ya, me voy mi vida, me voy, sigue así, sigue así, ay amoooor, me corro – saltaba sobre su culo y sus flujos rebalsaban de su coño mientras se corría a gusto. Tampoco es que iba a desperdiciar eso, bastante había esperado degustar esa bebida de los dioses, la fui recogiendo con la lengua. Era raro, se había quedado como trabada agarrándose las piernas, la almeja boqueando para arriba soltando el caldo que yo estaba buscando. La dejé limpiecita y seguía estando en esa posición.

  • Marta ¿Qué te pasa, te acalambraste? – fue soltando las piernas hasta tomar la posición natural, me tomó la cara para acercarla a sus labios, me beso con una pasión desconocida.

  • ¿Ves? Eso fue arte, y del bueno, nunca pensé que me pudieran hacer gozar así. – apoyó su cabeza contra mi pecho y me gustó, ella que estaba acostumbrada a ir por la vida con firmeza, ahora se entregaba tiernamente a mis caprichos, la acaricie mientras se iba quedando dormida acompañando mi sueño.

Me desperté a la mañana y no estaba, en eso llega con una sonrisa, me da un beso.

-Hola mi linda chica, ¿quieres desayunar en la cama?

  • ¿Hiciste tú el desayuno?

  • Pues sí, a tu lado ya estoy aprendiendo a no ser tan inútil.

  • Me alegra, pero deja que voy al baño, me pongo algo y desayudamos en la cocina. – dicho u hecho, me puse un bikini y fui a acompañarla en el desayuno. Había hecho unas tostadas con mermelada, (que con la tostadora que tenía no era la gran cosa), estaba orgullosa, y yo no le iba a matar el orgullo.  Cuando terminamos salimos a tomar sol, que a esa hora no estaba tan fuerte, cuando empezaba a picar nos dimos un chapuzón antes de prepararnos para comer.

Estaba viendo que nos gustaban bastantes cosas parecidas, y una de esas, era besarnos. No eran de esos besos apasionados, más bien eran juguetones, y me encantaba cuando  me mordía los labios con los suyos, cosa que yo también se lo hacía a ella.

No quería preparar la comida con el bikini mojado, lo saqué para que se secara y me puse una camiseta larga que encontré, me llegaba a la mitad de los muslos. No valía la pena ponerme nada más, total estábamos nosotras solas. Ella se había puesto una bata, de la cual sospechaba que era lo único que llevaba puesto.

Estábamos conscientes que lo de la noche había sido algo importante, pero había muchas cosas de lo que hablar para que dejara de ser un simple acostón.

Cuando terminamos de comer, fregamos todo y quiso hacer un café, era instantáneo, pero bueno, tampoco era tan delicada. Nos sentamos en el sillón de la sala, hablábamos de cualquier cosa, pero sabíamos lo que teníamos pendiente. Llevé los pocillos al lavadero, cuando volví me agarró y me hizo sentar a horcajadas sobre sus piernas.

-Moni, tenemos que hablar, ayer pasó mucho como para que dejarlo pasar por alto, para mí fue muy importante y no quiero que quede así, quiero mucho más de ti.

  • ¿Y qué es lo que quieres de mí?

  • Quiero saber cuándo vas a dejar eso de los masajes

  • Cuando consiga trabajo

  • No digas eso, sabes que en mi estudio trabajo tienes.

  • Marta, yo estudie para abogada no para amante de nadie, voy a buscar trabajo donde me lo den por lo que me merezco, por lo que sé.

  • Con las calificaciones que tienes cualquiera sabe lo que te mereces, y no veo porque no puedo ser yo.

  • Porque tú, por más que lo niegues no puedes ser objetiva, voy a trabajar en otro lado, y cuando no haya duda de lo que soy capaz hablamos.

  • A mí, me parece completamente injusto, no dudo de tu capacidad, pero esas notas si no te hubiese ayudado yo, no te las sacabas.

  • Qué ¿ahora me lo vas a echar en cara?

  • Pues sí que te lo hecho en cara, no es justo que después que te ayudé, ahora todo eso lo vaya a aprovechar la competencia.

  • ¿Qué competencia se lo va a aprovechar?

  • A cualquier lado que vayas con esas calificaciones te van a tomar, y más pronto que tarde vas a estar defendiendo una causa en contra mía, y yo que necesito cubrir el puesto del que me andaba filtrando información, me tengo que contentar con alguien que sabe mucho menos que tú. – me quedé mirándola, parecía sincera, como lo exponía tenía que reconocer que tenía razón, si tenía esas notas es porque me había ayudado, pero no me parecía que tuviera tanto mérito.

  • Oye, ¿pero es cierto qué te crees que estoy capacitada para hacer las cosas bien?

  • Pues claro que lo creo, dime ¿Cuántos sacaron las notas como tú?

  • No, bueno, yo me saqué las mejores, pero había otras que también salieron bastante bien

  • Claro, y me tengo que conformar con los que salieron bastante bien, porque la mejor no quiere trabajar conmigo, y te parece que eso sí es justo.

  • Como lo pones tienes razón, pero ¿te parece que podamos trabajar juntas?

  • No vamos a estar juntas, necesito alguien de confianza para atender en las oficinas del centro comercial, estamos agarrando casos de los comercios de ahí, y quiero alguien capaz, y en quien pueda confiar.

  • Por lo que se, ahí vas los viernes, así que en la semana no nos vamos a ver.

  • ¿Cómo que no nos vamos a ver? Qué ¿piensas dormir en la oficina? A la noche vendrás a dormir a casa – las manos que primero estaban agarrando mi cintura de a poco fueron bajando y ya estaban agarrando mi culo.

  • ¿Y porque voy a dormir a tu casa? Tengo la mía´

  • Bueno, si quieres voy yo a dormir a la tuya, pero la mía es más grande y no tenemos que dejar los coches en la calle.

  • Yo no te dije que vinieras a dormir a mi casa, y dime ¿Por qué no sacas las manos de mi culo, no tienes un sitio mejor para ponerlas?

  • La verdad que no, si tú tienes un sitio mejor para ponerlas me lo dices y las pongo ahí

  • Está bien, déjalas. Marta necesito unos quince días para deshacerme del asunto de los masajes antes de ir a vivir contigo.

  • Espera, vamos por parte, ¿entonces aceptas trabajar conmigo?

  • Como me lo pusiste, si no lo hiciera parecería la persona más ingrata del mundo.

  • Y lo serías, pero por eso te mereces un beso – el beso que me dio fue un señor beso, cuando paró para respirar, me pregunto - ¿y cómo es eso de que necesitas quince días, no puedes decirles que no trabajas más y ya está?

  • No cariño, así no se hacen las cosas, mira cómo hizo Silvia conmigo y mira que bien que salió, yo quiero hacer lo mismo, quiero dejarle el móvil a una chica que aprecio y que le va a venir muy bien, pero tengo que presentarle a las clientes.

  • ¿Estas liada con ella?

  • No Marta, no seas boba, es una chica que recién empieza y no le sobra nada, me hace acordar a mi cuando vine, yo por lo menos tenía a mi hermana, ella no tiene a nadie, y estoy segura que si no le cae esto, va a terminar por prostituirse con tal de terminar la carrera, aparte no se lo regalo, le doy mi coche que es viejecito y que me compre uno nuevo que con lo que va a sacar le sobra.

  • Sabes, puedes presentarles a todas las clientes, aunque vivas en casa.

  • Marta, me parece mejor que termine con eso y borrón y cuenta nueva – las caricias en mi trasero ya me estaban poniendo boba. Me movía haciéndome frotar contra sus piernas, no tenía un buen contacto, pero servía para ponerme frenética – amor ¿Por qué no cruzas las piernas? – me levantó un poco y las cruzó, ahora sí al ser una pierna sola, mi vulva se apoyaba contra su muslo y la fricción me estimulaba de una manera brutal

  • Moni, ¿qué te parece si vamos a discutir eso en la cama?

  • Tú todo lo quieres arreglar en la cama – no me contestó, me levantó la camiseta y comenzó a besarme las tetas, era algo que estaba deseando, no precisaba que me moviera ella, ahora era yo la que me frotaba contra su muslo, tenía ganas de correrme y ese era un buen sitio. A ella no le pareció igual. Me levantó y me acostó sobre la mesa de cristal.

  • Marta, se me está enfriando el culo – no sé si la mesa estaba muy fría, o mi culo estaba muy caliente, pero de verdad la notaba muy fría

  • No te preocupes que yo te lo caliento – metió las manos por abajo separándolo de la superficie, y vaya que me lo calentó, enterró la cabeza entre mis piernas y no fue solo el culo lo que me calentó, su lengua no discriminaba y se lo agradecía porque estaba tan caliente, que me parecía que de mi coño salía vapor. Me dejé llevar, y me abandone a un orgasmo cómo solo ella podía llevarme, se separó para decirme – viste que también puedo arreglar cosas en otro sitio y mejor que tú – me dijo mientras se subía arriba mío para besarme.

  • Me estas aplastando cariño, quítate un poco – me pidió perdón y en cuanto nos levantamos de la mesa le metí un empujón haciéndola caer en el sillón. Quedó acostada con los pies sobre el posabrazos, quedó un lugar entre este y su cuerpo como para meter mi cabeza, y la metí. Como su fuera a hacer un 69 me puse al revés nada más que yo quedé al costado del sillón con las rodillas apoyadas en el piso, le subí una pierna arriba del respaldo y con los codos le trabé las dos. tampoco es que ella hiciera mucha fuerza para evitarlo, pero así como estaba, me daba facilidad para hacerle lo que me viniera en ganas, las mismas ganas que tenía ella. ¿Le gustaba el sexo duro? Sexo duro le iba a dar; tres dedos se perdieron en su vagina al compás de sus gemidos, mi boca se adueñó de su promontorio y lo chupaba como si fuera la última vez, me había agarrado de la cadera y la aproximaba a su boca

  • Moni, no me tengas así, súbete por favor, dame tu coñito también – no le hice caso, sentía como refregaba su cara contra mi cachete, redoblé la apuesta, le hundí dos dedos en el culo y se los empecé a meter y sacar mientras mi boca no se desprendía de su clítoris.

La notaba desesperada, me besaba la nalga y se movía en busca de ellos, sentía que el orgasmo le llegaba y aceleré más mis movimientos, y le llegó. Tensó las piernas y lanzó su pubis contra mi boca mientras me mordía el culo, sentía la fuerza que hacía para apretar mis dedos por ambos lados, saqué los de su coño y lo fui bebiendo mientras seguía moviendo los otros dos, se retorció de gusto hasta que fue calmándose a medida que el orgasmo pasaba. Me salí de ella y la corrí un poco para sentarme a su lado.

-Yo también puedo arreglar las cosas en otro lado ¿pero porque me mordiste, te crees que soy una vaca para marcarme así?

  • Moni, por favor perdóname, pero es que tenía muchas ganas de tener tu coñito en mi boca y tú no quisiste, y no me pude aguantar.

  • Pero si recién me lo habías comido ¿Por qué eres tan golosa?

  • Tú no entiendes, cuando te tengo así te siento, siento como te estremeces, tu cuerpo vibra, te abandonas al placer y es como si pasaras a otra dimensión, cuando te corres me llevas contigo, me das tu esencia, y algo de ti me transmites, es como que de a poco tus jugos van a traspasarme todo lo bueno que tienes.

  • Mi amor, no soy tan buena como te lo crees. – le acariciaba la cara con ternura

  • Sí que lo eres ¿Quién va a estar diez días cuidando a alguien sin esperar recompensa?

  • Es que verte bien ya era suficiente recompensa – me miró mientras una lágrima corría por su mejilla.

  • ¿Ves porque deseo tanto que me des todo eso que tienes adentro? – parecía una cachorrita necesitada de cariño, me partía el alma y sentía que lo que me pedía era mucho más que sexo.

  • ¿Todavía tienes ganas?

  • Siempre voy a tener ganas, por mucho que me des, nunca voy a dejar de querer más – no le dije nada tomé un almohadón y se lo puse bajo la cabeza.

  • Hazlo despacito ¿Quieres?

  • Lo hago como tú me pidas – me subí arriba y le apoyé el coño en la boca. Cerré los ojos quería usar los sentidos para sentirla, iba metiendo la lengua entre mis labios con delicadeza, no es que fuera algo apasionado, era como un calorcito que se iba expandiendo por todo mi cuerpo, lo sentía en mi cerebro, en mi cara, en mis tetas, en mi vientre y de a poco iba llegando a donde estaba esperando ella. No fue una corrida tumultuosa, fue algo lento, dulce, era como si por ahí se me estuviera escapando algo importante, algo que quería que solo lo aprovechara ella, sentía como me bebía y cada vez me daba más ganas de ser yo la única que calmara su sed, me agarró de los glúteos y me fue corriendo hacia adelante su lengua mimaba mi perineo hasta llegar a mi ano, ahí se encaprichó en dibujar el redondel con la puntita, produciéndome un hormigueo que me hacía desvariar, era un placer diferente, ella me pasaba la lengua por ahí pero las cuerdas que tocaba sonaban en todo mi cuerpo, si quería sentirme vibrar lo estaba consiguiendo, parecía mentira que después de los dos orgasmos que me había arrancado, mi cuerpo estuviera expectante esperando más. Abrí los ojos para mirarla y ella los tenía cerrados como en trance, libando en esa colmena que en ese momento era mi vulva.

De pronto se desató, y comenzó a lamerme con frenesí, con hambre, con las ansias y la sed de tomar todo lo que de allí saliera, y consiguió que saliera bastante porque todos mis diques se rompieron, haciendo que todo mi placer se escurriera en su boca.

Quedé derrumbada, me temblaba el cuerpo, las piernas no me tenían, me levantó en sus brazos y me llevó a la cama.

  • ¿Estás bien? – me preguntó

  • Sí, lo que dejaste de mí está bien, casi terminas conmigo

  • No seas exagerada, ¡tienes tanto para darme ¡

  • ¿Y tú no me piensas dar nada?

  • Te doy todo lo que me pidas ¿quieres?

  • No, ahora no, solamente quiero que me tengas entre tus brazos. – nos quedamos dormitando, cuando nos despejamos ya era la media tarde. Marta me sugirió volver antes que se hiciera de noche, me pareció lo mejor y emprendimos el regreso.

  • Vamos a casa, te quedas y mañana le puedes echar una mirada al estudio para que vayas tomando nota – le dije que sí pero no me sentía del todo bien, cuando estábamos llegando le pedí.

  • Marta, mejor me dejas en mi casa que no me siento bien.

  • ¿Qué te pasa, estas descompuesta quieres que vayamos a urgencias?

  • No, no es nada que no me pase todos los meses, lo que pasa que con tantas emociones hasta se me pasó por alto.

  • Pero si es por eso también puedes venir a casa, hay de todo lo que necesites, a mí también me pasa, igual si te hace falta algo te lo busco y mañana te quedas en la cama.

  • No me hace falta nada, pero no sé qué gusto te va a dar dormir conmigo.

  • Siempre me va a dar gusto dormir contigo, no te preocupes. – llegamos, no quiso que bajara nada, me preguntó si me quería acostar, pero me negué, no eran días tan complicados, solamente estaba un poco molesta. Cenamos de lo que habíamos traído y después de un rato nos fuimos a acostar.

  • Justo me vino ahora, no soy muy oportuna.

  • Un día u otro te iba a venir, así que es lo mismo

  • ¿No te cae mal, seguro que pensaste pasarla mejor?

  • Cielo, si estas al lado mío nada me puede caer mal, ¿Te sientes bien o quieres algún comprimido para esto?

  • No, si estoy bien, un poco inflamada nada más.

  • Espera que te paso una crema – se levantó y enseguida volvió con un pote – vas a ver que esto te va a aliviar – me empezó a pasar por el vientre unos masajes suaves a la altura de los ovarios. No sé si la crema realmente era efectiva, o lo efectivo es que me los diera ella, pero me fue calmando el malestar - ¿te pasa?

  • Uhm sí, pero deja ya y duerme que no es cuestión que te pases la noche cuidándome.

  • Si me tengo que pasar la noche me la paso, te voy a cuidar esta y las noches que sean – me acerque más a ella, me rodeó por el cuello y me dio un beso fugaz – duerme que hasta que no te vea dormida no me voy a dormir yo

  • Esta bien, pero me tienes que dar un beso como la gente

  • Te doy todos los besos que quieras, pero quiero verte descansar – me besó con un beso de cariño, me besó los ojos para que los cerrara, y me puso el hombro para que apoyara la cabeza. No me dormí enseguida, pero mantuve los ojos cerrados.

Me quedé pensando si no éramos dos atontadas, felices pero atontadas. Ella que era una ejecutiva acostumbrada a decidir, de pronto parecía una niñita abandonada que necesitaba que la llevaran de la mano, pero en cuanto me veía un poco mal se desvivía por cuidarme, y tomaba la iniciativa. Y yo, no sé, pero era algo parecido, me pelearía con cualquiera que le quisiera hacer daño, pero ahora que estaba un poco vulnerable, me abandonaba en sus brazos y me sentía segura, sabía que no iba a dejar que me pasara nada. Ahora que mi hermana había hecho su vida, volvía a sentir que alguien me protegía y que tenía a alguien a quien proteger, éramos una para la otra, dos atontadas enamoradas.

Agradecería que quien subió el ultimo relato en otra página al otro día de haberloeditado, por lo menos tuviera la amabilidad de avisarme.

Y a los lectores gracias por prestarme su atención.