Estudiando Kineosología 20
De como siguió la vida de Marcela, Rosario y Mina
Pasamos esos días maravillosamente bien. Como si estuviéramos de vacaciones, nos juntábamos con mis tías para salir a comer, fuimos al teatro, recorrimos sitios como si fuéramos turistas, y al volver hacíamos el amor de todas las formas imaginables.
Marce a veces se limitaba por mi estado, pero el latiguillo de madre feliz hijos felices, la convenció que hacerme feliz a mí, era lo mejor para la beba. Realmente se empeñaba y lo conseguía. Mis orgasmos eran tiernos, dulces, no era la explosión de la pasión, era el suave placer del amor. Ni hablar que yo le correspondía, y conseguía dejarla en un estado de éxtasis, donde se abandonaba a mis habilidades.
Fue pasando el tiempo y mi embarazo progresaba al ritmo de mi barriga, desde el casamiento, se había formado una especie de cofradía entre las que estábamos en estado de gracia, y las que nos envidiaban sanamente.
Lo que empezó con Susi, tenía visa de culminar en una epidemia, Marcela y Mónica, que eran las que iban todos los días a trabajar se enloquecían cuando veían al nene de Claudia.
A cada rato nos preguntaban cómo llevábamos el embarazo Elisa y yo, y se preocupaban por cualquier cosa que necesitáramos, como si con nosotras no alcanzara. Hasta a Mina se le dio por diseñar ropa para bebé.
Llegó el día que me tocó a mí. Por suerte fue todo programado, cuando empecé a sentir los síntomas, enseguida me interné, Marce estaba más nerviosa que yo, pero Elisa la calmaba. Había estado en el parto de Claudia, y veía que todo venía normal.
En el momento del parto, Marce que me tenía de la mano, creo que pujaba más que yo. Cuando salió la bebé estaba tan emocionada que se largó a llorar (algo que no era raro en ella) nos la mostraron y la llevaron a lavarla y hacerle la primera revisación. Cuando la volvieron a traer, ya estaba en la habitación que me correspondía, ansiosas las dos esperando que nos dijeran el estado de la bebé. Al poco la trajeron llorando, pero nos calmaron al decirnos que eran llantos que una teta podía calmar. Le pedí a Marce que me la tuviera mientras me ponía para darle de mamar. Quería que se sintiera partícipe en todo, después de todo, era su hija.
Estuve internada solamente ese día, había salido todo bien, y mejor que en casa, en ningún sitio. Recibí las visitas de las que casi éramos familia, y una sorpresa, Mina nos trajo un ajuar completo que había diseñado ella para la ocasión. Cuando le dejamos tenerla en brazos, casi llora de la emoción y nos dijo que aparte de lencería, iba a diseñar ropa para bebés.
Aparte de que las noches no eran tan tranquilas como antes, después de un tiempo de espera prudencial, nuestras noches de amor volvieron como antes, a veces interrumpidas por un llanto inoportuno, pero que no lamentábamos. Marce me la acercaba y se quedaba mirando embelesada mientras le daba la teta, después la tenía hasta que hiciera provechito, y luego de acostarla volvíamos a lo nuestro con más pasión.
Nuestra pequeña Natalia nos alegraba los días con sus monerías, crecía saludablemente y más felices no podíamos ser.
Iba todo bien, le llegó el momento a Elisa. No vale la pena contar todo el acontecimiento ya que sería más de lo mismo. Marce era la que la acompañaba así Claudia y yo podíamos trabajar tranquilas, para el cuidado de los bebés contratamos una cuidadora, aunque entre pacientes, una u otra íbamos a echarle una ojeada.
Nació la bebé de Elisa y todo era pura felicidad. Más contentas no podíamos estar, pero empecé a notar que el comportamiento de Marce iba cambiando. No es que no nos demostrara cariño, no, no era eso. A veces se quedaba mirando a la bebé en actitud soñadora, la acariciaba, la besaba, pero ya no la alzaba en brazos. Cuándo yo quería hacer el amor se disculpaba, me decía que me quería, pero no tenía ganas, que le tuviera paciencia que ya se le pasaría. Me tenía preocupada y porque no decirlo, necesitada. Le comenté a Claudia y le expliqué el comportamiento raro de un tiempo a esta parte.
¿Por qué no la llevas a un psicólogo? seguramente va a aconsejarlas mejor que yo
No va a querer ir, me va a decir que no está loca y eso.
Dile que al psicólogo no van los locos, van los que necesitan que les hagan ver las cosas de mejor manera, tú dile, cuanto mucho te va a decir que no – teníamos una paciente que era psicóloga, si aceptaba pensaba llevarla con ella, esa noche le dije.
Marce, cariño, ¿no quieres que vayamos a psicóloga para ver si te puede ayudar con esa falta de ganas – se lo dije con miedo pensando que me iba a mandar a la mierda.
Podía ser, si conoces alguna me dices, tendrías que acompañarme así te podría decir si es que puedes ayudarme. – no me podía creer con que animo lo tomó. Quizá yo también tenía culpa de lo que le estaba pasando.
Pedimos turno y allí fuimos, como era lógico paso ella sola, estuvo como media hora y cuándo salió me dijo que la licenciada quería hablar conmigo, pasé un poco nerviosa.
-Mira, -me dijo – el problema de ella, es común en estos casos, tú tuviste familia, tus tías también, tienen amigas que también tuvieron, y es lógico que se sienta un poco desplazada, te digo que ni te pienses que es porque las quiera menos a ti o a la bebita, dale su tiempo, y vas a ver que esto le pasa, te quiere, de eso estoy segura.
Bueno, no habíamos arreglado nada, pero me tranquilizó el saber que el cariño seguía intacto. Sería cuestión de esperar, no era la primera vez, cuando volvíamos a la normalidad todo volvía con más fuerza.
Así pasó como un mes, me dispensaba cariño, me acompañaba cuando le daba de mamar a Nati, si nos quedábamos mirando una película se tiraba en el sillón y apoyaba la cabeza en mis muslos, a mí tenerla tan cerca de donde tanto la necesitaba me ponía de los nervios.
Sentía que la irritación me ganaba, empezaba a dudar de cuanto era el cariño que me tenía,
Esa noche me acosté a darle de mamar a la niña, a pesar que al otro día no tenía que atender, no me quería quedar con ella viendo la tele, porque no iba a soportar el tipo de cariño de hermanitas que me estaba demostrando.
Estaba en eso, cuando salió del baño con el camisón puesto, se sentó en la cama viéndola mamar, llegó el momento que Nati se quedó dormida.
-Parece que termino, dámela que la acuesto – me quedé extrañada, tanto tiempo que no hacía eso, la acostó la tapó le dio un beso, y con tranquilidad se desató las prótesis, se acostó al lado mío y me preguntó - ¿te quedó algo?
¿Algo de qué?
De leche ¿de qué va ser?
Sí, todavía es muy pequeña para que se tome todo lo que hay.
Con tus tetas, tampoco la tendrá fácil, ¿entonces puedo?
Sí, si quieres, de aquí a que se despierte, ya se me llenan de vuelta, - algo había cambiado, aunque si era eso solo, el calentón que me iba a pillar me lo iba a tener que apagar en el baño, chupó hasta que no salió más.
Uhmm no sabía que era tan rica, sabes fui al médico a que me revisara, no te dije para no preocuparte.
¿Pero y cómo no me dijiste? ¿Qué te dijo?
Bah, no sé si es muy bueno, me parece que a todas le debe decir lo mismo
Pero ¿qué te dijo? – le pregunté preocupada.
Pues que tengo que hacer ejercicios para flexibilizar la pelvis y así poder tener una buena dilatación para cuando nazca el bebé, y que mi esposa me ayude, anda ponte – todavía tenía la boca abierta cuando me apoyó su coño en ella, la emoción fue muy fuerte, tenía un montón de cosas para preguntarle, pero tenía ese coñito al alcance de la lengua. A quien se le podía ocurrir andar preguntando ante semejante situación, por lo menos quería sacarle tanto jugo, como leche me había sacado de la teta. Tanto había extrañado ese sabor, Tanto había echado de menos esos temblores que me hacían temblar a mí, esos suspiros que parecían que salían de mis pulmones, poder volver a besar esos labios, abrirlos hasta encontrar el botón que hacía que como una vertiente sus fluidos pudieran calmar mi sed.
No tenía que preguntar nada, solamente tenía que llevarla al paroxismo, para que volcara todo su deseo en mí. Después ya habría tiempo.
El orgasmo fue brutal, seguramente todo ese tiempo de angustia, se estuvo aguantando el deseo como me lo tuve que aguantar yo, gimió como me gustaba escucharla, se entregó como me gustaba que se entregara, pude sentir como todo su cuerpo se abandonaba a una pasión renovada.
Salió de arriba mío, y vino a buscar en mi boca el sabor de la esencia que me había regalado con abundancia. Nos comimos a besos, hasta que me susurró.
-Mi amor, creo que tenemos que hacer lo otro que me recomendó el médico
¿Qué te recomendó?
Transmitirle el sabor de la madre, tanto el bebé como yo tenemos muchas ganas.
¿No me digas que el bebé es mío?
Y si, embriones míos no había más, así que tuve que pillar de los tuyos ¿no te enfadas verdad? Ahora estamos esperando de lo que nos des. - No podía creerlo, me devolvía con creces la alegría que le había dado yo en su día.
Si mi amor, yo te voy a dar todo lo que me pidas – dije emocionada, y caliente, porque negarlo, ahora fui yo la que le acerqué mi coño a su boca, y fue ella la que me llevo a dimensiones desconocidas. Parecía que cada vez que hacíamos el amor fuera la primera vez, y lo hacíamos con la voracidad de que fuera la última.
De ahí en más, con los lógicos cuidados a su estado, no nos privábamos de disfrutarnos.
Decidimos poner una guardería, la necesitábamos para poder trabajar, pero aparte en los otros negocios había tres empleadas que también tenían ese problema, cuando se enteró Teresa decidió traer el de ellas, no quería que le agarrara el síndrome del hijo único.
Los viernes seguíamos reuniéndonos, habíamos comprado más aparatos y el salón grande ya parecía un club. No pusimos la pista de bolos porque eso si iba a ocupar mucho lugar.
Mientras unas jugábamos con los juegos alguna se quedaba jugando con los críos, era gracioso, porque generalmente las que más jugaban con los niños eran las que no los tenían. Cada vez se iba agrandando el grupo. Aparte de que trabajábamos casi todas en el mismo lugar, el gimnasio era otro punto de encuentro, y viendo la buena disposición entre todas, ya se empezó a quedar Susi, Teresa y Marcela, que, con Mónica, eran las más babosas para jugar con los bebés.
Un día Marcela nos avisó que Rosario y Mina querían hablar con nosotras. Le dijimos que vinieran cuando quisieran, no había que pedir turno mientras no fuera en horario de trabajo.
El asunto era que querían poner un negocio de ventas de ropa de bebé, pero querían imponer la marca como un artículo de calidad, antes de masificarlo en sus tiendas. A pesar que en su vida particular parecía que no contaba, los negocios los seguía llevando Mina.
Quedamos que no teníamos inconvenientes, que el asunto de encontrar local era cosa de ellas, ya que estaban todos ocupados, pero claro, con el dinero que podían poner arriba de la mesa, no teníamos dudas que alguno le iba a ceder el sitio.
Después de terminar nuestra reunión, con la excusa de que esperaban a Marcela, se quedaron ellas también. Rosario jugaba como una descosida, nos hacía gracia, todos los juegos le iban bien. Mina se había tirado en el piso haciéndole monerías a los niños. Les gustó tanto que nos pidieron unirse al grupo, no se lo íbamos a negar, sobre todo ya estando Marcela con nosotras. En fin, nos pasábamos unas noches la mar de divertidas.
Como todo tiene que llegar, llegó Andresito con sus berridos, demostrando que a pulmones no le iban a ganar sus mamás.
Para mí, fue un momento maravilloso, poder ser yo la que le sujetara la mano, mientras ella hacía el trabajo de parto, y saber que era yo la mamá, era la emoción que había sentido ella cuando las cosas fueron inversas, pujaba ella para alumbrar el hijo que desde ese momento era de las dos.
Ahora eran dos para cuidar y alimentar, aunque Nati ya iba para el año y ya no tomaba la teta. También éramos dos para darle de comer, ya que la madre nunca dejó de chupar y se lo agradecía, porque ahora también tenía para amamantar al hijo y a la madre.
Como siempre en estos casos, ropa para el bebé, llovía, pero lo de Mina ya fue escandaloso. Le tuve que preguntar si es que estaba montando el negocio para que lo atendiera nuestro bebé. Gracias que la íbamos a poder cambiar allí mismo a medida que creciera.
Cuando Andresito chillaba por la comida, corríamos a ver quién le daba primero, cuando le daba yo Marce se hacía la que se enfadaba, ella tenía más leche que yo, pero después sabía que equilibraba las cargas, los días que no teníamos que levantarnos temprano, me pegaba cada desayuno que me dejaba pipona, aunque empezaba por arriba y terminaba por donde la dejaba pipona a ella.
Pasado un tiempo siguiendo nuestras reuniones, Marcela y compañía dejaron de venir, no sabíamos lo que les pasaba, y cuando le preguntaba me evadía conque tenían un problemilla, pero no era nada con nosotras.
Una noche de esas de perros, había venido Marta a buscar a Mónica justo en el momento que la tormenta azotaba más fuerte.
-No se van a ir con este tiempo, quédense hasta que amaine un poco, pedimos algo para comer en la cafetería, que la tenemos aquí y después se van. - Pedimos unas pizzas y con unas cervezas empezamos a matar el tiempo conversando. Entre tema y tema salió a luz lo de Marcela. – no sé lo que le pasa, pero algo le pasa, dicen que no es por nosotras, pero no sé, quizá algo les pareció mal.
- No, no es un problema con ustedes, el problema lo tienen entre ellas, nos pidieron consejo legal y le dijimos lo que nos pareció que sería lo mejor.
El problema como lo vivió Marcela.
Habíamos estado reunidas con las chicas, estábamos contentas, Mina siempre más ocupada con los niños que con los juegos. Cuando llegamos a casa, Rosario preguntó
-Mina, ¿por qué no juegas con todas en vez de estar siempre con los niños? Te vamos a poner un chupete para que estés contenta.
Me gustan los niños, aparte no creo que te importe mucho si estoy contenta, siempre follas con Marcela, a mí no me follas nunca, - sonoro bofetón le arreo Rosario
Follar, a la única que follo es a ti, a Marcela le hago el amor, y no quiero que vuelvas a repetir eso – consiguió que se pusiera a llorar con un sentimiento que me dio pena.
Rosario, no le pegues, está triste porque no la tienes en cuenta.
Mira bajo ningún punto de vista le voy a permitir que te falte el respeto.
Yo no le quiero faltar el respeto, pero yo soy la puta de la casa y ni para puta me usas, nunca quieres follarme y yo también tengo ganas – me daba pena la atraje contra mí.
¿Quieres que te folle yo? – miró a Rosario como pidiendo permiso
No sé si me va a dejar.
Si ella quiere, que te folle, después de todo es la que más odio te tenía, y esto te lo mereces.
Rosy, eso ya pasó, no es lo mismo que antes, no podemos vivir del odio pasado.
Bueno, si te preocupa más ella que yo, arréglate con ella y haz lo que quieras, después de todo ella es la dueña del dinero.
Mira, a mí no me hables así que yo no soy Mina, y no estoy aquí por el puto dinero. No sé porque empecé a quererte. Nunca me creí lesbiana, pero contigo no me importó serlo, pero no te creas que mi cariño aguanta el mal trato – se quedó sorprendida, temerosa
No, no quiero tratarte mal, perdóname, pero por un momento pensé que te importaba más Mina que yo.
Rosario, yo no ando por el mundo sin ver lo que pasa alrededor. Y lo que veo, es que todos a su manera están formando una familia, unos de una manera otros de otra, pero piensan para adelante, nosotras quieras que no, si queremos un futuro tenemos que pensar cómo hacerlo. Sé que esto es raro, que no es lo más normal, pero Mina también tiene que ser parte o directamente nos tenemos que ir y dejarla que se arregle, tiene con qué.
Sabes que te quiero, y tampoco me preguntes porque, pero nosotras también hicimos mucho por arreglarle la vida, si no fuera por nosotras seguiría siendo lo que era.
El asunto es que ya no es lo que era, y no le cambiamos la vida para hacérsela peor, yo no quiero convivir con una esclava, si seguimos quiero que este como persona y no como un trapo de piso, el dinero no me importa, me lo se ganar sin joder a nadie – Mina lloraba, pedía que no la abandonáramos.
Y entonces que tengo que hacer, ¿fallármela todos los días para que esté contenta?
No te digo eso, solamente te pido tratarla como la gente, tú mismo dijiste que te enamoró su talento, no lo perdió, tú ves que lo sigue teniendo, quiere un poco de cariño y tiene sus necesidades como nosotras, entre las dos también podemos satisfacerlas, quizá todavía sea más entretenido de lo que piensas. – Mina se acercó a mí, sollozando
Gracias, por favor no me dejen, yo voy a hacer los que ustedes quieran.
Ven, no llores más tonta, esta noche te follo yo. Rosario ¿ves? Tiene disposición, quizá entre las tres podamos formar una familia, un poco diferente, pero familia al fin. Quiero que tú también estés, esto va a ser cosa de tres. Anda Mina, date una ducha arréglate y ponte linda. – le di un cachete en el culo y salió contenta secándose las lágrimas y meneándose, nos quedamos solas.
Marcela, yo te quiero, si a ti te parece que puede funcionar de esta manera yo voy a hacer todo lo posible ¿pero te parece que esto puede ser una familia?
No lo sé, ¿pero te parece que tratándola así puede serlo? No puedes vivir sometiendo a una persona, quizá lo de ella sea diferente, pero si siembras odio alguna vez va a germinar y vas a recoger lo que sembraste.
Vamos, a ti te digo que te desarregles que cuando termine con Mina, te arreglo a ti. – fuimos a la habitación principal, a la de la cama grande donde sacamos las fotos para los catálogos.
Me metí en la ducha mientras pensaba que podía hacer, terminé y fui a revisar la caja donde estaban todos los implementos que usaba Mina en su otra vida, encontré un arnés donde se podía encastrar diferentes tamaños de dildos. Podía preguntarle a Rosario que usaba, pero lo dejé a lo que me parecía, después de todo ya lo había hecho la primera vez que fui a esa casa.
Me calcé todo el aparato y me puse un camisón de los que no transparentan, el cacharro ese me colgaba, entonces parecía que no tenía nada, cuando entre Rosario me hizo notar
-Cariño, podías ponerte algo más sexi – le di un beso
Después me lo pongo para ti, Mina – grité - ¿todavía no estás lista –
Si ya voy – se apareció, estaba espectacular, llevaba una camisola que le llegaba hasta la mitad del culo, un culito paradito (seguramente gracias a la cirugía, que el dinero hace milagros) se asomaban dos tetas, que también sus buenos euros le deben haber costado, pero que hacían un conjunto que era para admirar.
Cuando se sacó la camisola quedó con una fajita que le ayudaba a disimular la polla y lo hacía bastante bien. la agarré por atrás mientras la sujetaba de las tetas, no sé si con tantas siliconas sentiría algo, pero suspiraba como que sí. Me saqué el camisón y Rosario me vio con la tranca colgando
¿Eso le vas a poner? La va a llevar dura.
¿Te parece que es mucho?
Y no sé, antes le gustaba que le doliera, pero eso creo que ya se le pasó
Marcela si quieres yo aguanto – me avisó Mina – si me duele mucho ¿vas a parar?
Si mujer, que estoy aquí para follarte no para romperte el culo.
Bueno entonces dale, cualquier cosa te aviso – Rosario trajo un tarro con algo para lubricar, lo pasó bien por el aparato y después le pasó por el culo, se había preparado y estaba limpia por dentro, le metió un dedo con la crema y mina se estremeció toda, enseguida fueron dos, la miraba con ganas, creo que se arrepentía de no haberlo hecho ella, cuando fue a meterle el tercero la paré con un beso
Déjame a mí que para eso me puse este trasto, ayúdame a metérselo – lo agarró con una mano mientras me ayudaba a abrirle el cachete, lo apunto justo en el agujero – empuja me dijo, y empuje. Mina soltó un grito, pero le cabezota ya había entrado.
Mina ¿te duele mucho? Mira que si quieres te lo saco.
No quédate un poquito quieta para que se me pase un poco – Rosario miraba la parte que todavía no había entrado y se le caía la baba mientras se frotaba la vagina con ganas.
Rosi, si estás caliente ¿Por qué no aprovechas que te haga una comida de coño? Sabes que le gusta mucho y la hace muy bien. – se sacó la camisola.
Cariño, mamita te va a prestar el coñito para que se lo chupes todo – se acostó poniéndole el coño en la boca – chupa corazón que mamita tiene muchas ganas – Mina no se acordaba que la trataran tan bien y le empezó a dar lengua como para que tuviera – amor métesela toda que la está deseando – me dijo, y se la metí hasta el fondo, soltaron una especie de rugido las dos, a mina seguramente porque le dolió el culo y habrá metido la lengua llenando toda la vagina de Rosario. Se empezaron a menear las dos como si estuvieran en un concurso hípico, me dio morbo; sí señor, mucho morbo y empecé a meter y sacar el pollón ese con ímpetu. Se ve que le gustaba porque cada vez se apretaba más a Rosario que se había corrido como tres veces. De pronto Mina soltó un gemido largo, y quedo como muerta. Yo parada ahí atrás sin saber que había pasado, no sabía que hacer.
Mina ¿qué te pasa, estás bien?
Sí, estoy bien, nunca en la vida estuve tan bien, si quieres follarme de nuevo déjame descansar un poco.
Esta bien mujer descansa lo que quieras, ¿y tú Rosario que tienes?
¿Qué tengo? Que a esta le hiciste crecer la lengua tú, creo que cuando le metiste ese trasto me hizo el Papanicolaou de paso, ¡qué bonita! Si quieres le puedes sacar eso del culo que ya está. – ni cuenta me había dado que quedé ahí atrás como una estatua, después de desocupar a Mina, me acosté al lado de ellas.
Ustedes la habrán pasado bien, pero yo, en ayunas.
Tienes que probar como te lo hace Mina, te come el coño como nadie.
Oye, ¿y tú qué? ¿para ti no cuento?
Marcelita, como no vas a contar si sabes cuánto te quiero, pero vas a ver, ahora me la follo yo y que te coma a ti. Mina ¿estás preparada?
Espera que me voy a lavar que me manché toda con la corrida – se levantó y salió corriendo al baño – nos quedamos besándonos mientras esperábamos.
Sabes, ver como la empollabas me daba una calentura terrible.
Sí, pero tú te aliviaste ¿pero y yo? Ver como se corrían, ¿te imaginas la calentura que tengo?
Pues ahora vas a ver cómo te la quitamos. Mina – gritó - ¿qué estás haciendo? Apúrate.
Estoy buscando otra fajita para que no se vea esta cosa.
Que esta cosa ni esta cosa, ya sabemos que la tienes, vente que Marcela está apurada – vino apurada con el colgajo sacudiéndole las piernas, se fue a poner en cuatro, pero Rosario no la dejó.
Vamos a hacer diferente, ponte boca arriba y encoge las piernas – como una maestra de ceremonias nos iba indicando, yo estaba deseando que terminara con las explicaciones – a ver cariño, ponle el coño en la boca que yo la tranco de aquí mientras te como a besos. Quedamos de frente, con ella dale que te dale con el pollón a Mina, está haciendo malabarismos con la lengua en mi coño, mientras yo me besaba y magreaba con Rosario. Tardé muy poquito en correrme, me separé un poco para tomar aire, en ese momento miramos para abajo y la polla de Mina apuntaba al firmamento – yo esto no me lo pierdo – se salió sin importarle los reproches de esta – espera que ahora te atiendo – se fue a buscar en la caja hasta que encontró un vibrador, le metió las pilas reguló la intensidad y se lo ensarto en el culo. Mina deliraba, y más deliró cuando Rosario se sentó sobre ella metiéndose la polla hasta el fondo.
Eso fue un pandemónium, Rosario mientras se movía como loca, se torcía toda para chuparme las tetas, con una mano me frotaba el clítoris, y yo me dejaba chupar por arriba y por abajo, la segunda vez que me corrí, Mina me corrió un poco para adelante y me empezó a lamer el culo, eso me desarmó. Rosario que se dio cuenta, rellenó el hueco que había quedado con dos dedos mientras que el pulgar seguía mimando mi botoncito.
Sentí cuando se corrieron, pero no me importó, me tenían a las puertas de otro orgasmo y no me iba a quedar así. Rosario ahora se apoyaba en mí mientras seguía masturbándome, pero ya no podía más con su alma, Mina a pesar de su cansancio seguía lamiendo todo lo que pillaba hasta que me llegó, y cuando Rosario sacó los dedos y se los llevó a la boca, se adueñó de mi abertura hasta sacarle todo el jugo.
Quedamos las tres tiradas como si hubiésemos corrido una maratón, la única que se la pasaba gimiendo era Mina.
-Pero ¿qué te pasa mujer, todavía tienes ganas?
No, es que el culo me está matando – fue el zumbido lo que nos alertó, Rosario se levantó apurada.
Ay, me olvidé de que lo tenías puesto, perdona – se lo sacó y soltó un suspiro de alivio – si no me doy cuenta le hago desaparecer la próstata – puff, tengo que ir a sacarme esta mermelada, entre lo que largó esta y lo que solté yo, creo que me llegó hasta las rodillas
¿Quieres que te lo limpie yo – Preguntó Mina
Que ¿todavía te quedaron ganas? Anda vale, después podías seguir con Marcela que quedó muy cansada – es muy hacendosa, nos dejó como nuevas, después de todo eso, habíamos quedado como para dormir. Mina iba a ir a su cama, pero la llamé.
Mina, ven aquí que cabemos las tres de sobra – no se lo quería creer –
¿De verdad puedo?
Si, si Marcela te dice que puedes no tienes que preguntar más – no quise discutir, lo que menos me gusta es ponerme en dominadora (menos en dominada) se acostó del lado mío, y así nos quedamos dormidas.
Esa situación cambio profundamente nuestras vidas. Yo me había volcado al lesbianismo por un problema de necesidad, aunque después me enamoré. Rosario sí, había tenido sus prácticas con otras mujeres, pero era de las que le iba bien las dos cosas. Se Podía decir que éramos bisexuales, y ahora entre nosotras podíamos disfrutar de las dos versiones.
Mina ya no era más la sometida, a pesar que no pretendía nada, le dábamos la importancia que se merecía y la usábamos todo lo que podíamos, ella loca de contenta.
Era muy capaz, creó un taller de diseño y los negocios del centro comercial vendían todo lo de su marca, a medida que iba renovando los modelos, lo anterior lo pasaba a vender en la cadena de tiendas.
Lo de hacer el amor de a tres, cada vez nos gustaba más, nos sentíamos plenas, y gozábamos como unas puercas.
Cada vez le tomaba más cariño a Mina, y me daba que pensar que mal la debió pasar cuando tenía que ser lo que realmente no era. No es que me olvidaba lo hijo de puta que había sido, pero de alguna manera comprendía su resentimiento.
Todo iba bien, éramos algo así como una pareja de tres, y nos complementábamos bien, el trato había cambiado y era todo beneficio, empezamos a sentirnos en familia, una familia peculiar, pero la llevábamos bien. Hasta podía decir, muy bien.
Y como dije todo iba bien, hasta que llegaron los problemas. Fue culpa nuestra, no podíamos echarle la culpa a nadie.
Todo empezó cuando Rosario me dijo que se le había atrasado la menstruación. Vivíamos en babia porque la mía ya ni me acordaba cuando la había tenido. Total, que compramos el test de embarazo, y sí, estábamos embarazadas.
Cuando Mina lo supo saltaba por las paredes de alegría, Rosario tenía un poco de miedo por la edad, pero en esta época cuarenta y tres años no es para nada riesgoso aunque sea primeriza, ¿pero y yo qué era? Ellas estaban casadas, a pesar de que después del cambio de sexo no lo habían reafirmado, lo estaban, pero mi hijo legalmente iba a tener una madre y nada más. Expuse mis miedos, Rosario me aseguró que para ella iban a ser iguales, eran hermanos y se iba a sentir madre de los dos. Todo parecía bien, pero yo no estaba tan segura. Pensé en abortar y lo dije. Mina me ofrecía lo que quisiera para que lo tuviera. Ella lo iba a cuidar, me pondría a la gente que quisiera para ayudarme. La tuve que convencer que el problema no era de trabajo ni de cariño. El problema era legal, iban a ser dos hermanos, pero legalmente uno iba a ser más hermano que el otro.
Al fin quedamos en consultarlo con mi hermana y Marta, eso es lo bueno de tener abogados de confianza en la familia.
Una noche nos juntamos las tres en casa, y le expuse mis miedos, más a Mónica que era la que más conocía como sentía las cosas.
- Mira tú sabes como soy contigo, somos hermanas y lo que te pasa a ti, es como si me pasara a mí, y así me parece que deben ser los hermanos, pero yo veo que en este caso no va a ser así, por lo menos legalmente.
No te preocupes tanto por lo que sea legalmente – dijo Marta – eso se puede arreglar, pero no te puedo negar que para la gente uno va a ser más el hijo dé, que el otro.
Bueno eso es lo que no quiero yo, no es que vaya a tener celos del que tenga Rosario, porque los querría lo mismo, pero quisiera que para los demás también fueran iguales.
Yo también quisiera que los dos sean iguales, yo siento que ella es mi mujer y yo lo soy de ella, y nuestros hijos tenga quien los tenga son nuestros – señaló Rosario
También son míos, parece que nadie me tiene en cuenta – señaló Mina
Te tenemos en cuenta, los hijos también son tuyos, pero el problema es nuestro, la diferencia la hacemos nosotras.
Mira, creo que en Marruecos se podría casar con las dos y si no es ahí, hay otros países – comentó Mónica
Ese casamiento aquí no serviría, y donde sí hay poligamia no se permite entre mujeres. – contestó Marta. Fue Mina la que dio una solución.
Si los niños no van a ser iguales por no estar casada con las dos, van a ser iguales si no estoy casada con ninguna.
¿Qué quieres decir? – preguntó Rosario
Cambie de sexo, pero no reafirmamos el matrimonio, creo que divorciarnos va a ser fácil, yo voy a reconocer a mis hijos, y les voy a reconocer todos los derechos como madres, no me importa si legalmente tengo que pasarles la parte que les corresponde como esposas, quiero a mis hijos y las quiero a ustedes – nos quedamos mudas, fue Mónica la que nos sacó del trance.
Aquí se quieren todas, pero casadas solamente pueden ser dos, que se divorcie Rosario y si quiere que se case con mi hermana, la patria potestad va a ser compartida con Mina por los vínculos sanguíneos, y con ustedes por el matrimonio ¿qué dices Mina?
Por mi parte estoy de acuerdo. Marcela quiere tener una familia, esta será rara, pero es la única que puedo tener, y voy a hacer cualquier cosa para tenerla.
Seguimos puliendo la idea. Entre Marta y Mónica dispusieron como tendríamos que hacer. Si podíamos, queríamos sacar el divorcio y casarnos antes de dar a luz.
Esa noche después que se fueron marta y mi hermana, nos acostamos las tres para hacer el amor, con más amor que sexo, creo que estábamos aprendiendo que nos complementábamos.
MARTA
Volvimos a casa, dejando las cosas medianamente arregladas, el problema era más afectivo que económico, la solución era buena pero un poco tortuosa y se lo dije a Mónica.
-Encontraste una solución rara para un problema que no lo era tanto.
¿Te pareció mal?
No, no es eso, es que sin tanto lio, se podían hacer los papeles como para que se repartieran en forma equitativa.
Si, pero uno a la vista de todos, iba a ser el legítimo, el otro un agregado, y la madre una cualquiera.
En este momento son madres todas, no creo que a los hijos les importe mucho.
Por las dudas, mejor no darles motivo para pelearse en el futuro, las peleas entre hermanos deben ser horribles.
Le das mucha importancia a eso, te quieres mucho con tu hermana ¿verdad?
Claro, es mi familia, cuando mis padres me echaron, ella con lo poco que tenía me acogió, atrasó su carrera para que pudiera estudiar yo, desde chica me dio el cariño que no supieron darme mis padres. Y ahora me va a dar un sobrino, ¿te das cuenta? Como no la voy a querer
Terminamos de cenar preparamos unos tragos y nos sentamos en el sillón, Mónica encima de mis rodillas como siempre. Seguimos hablando
Yo no tuve hermanos, de mis padres no me puedo quejar, son abogados, me dieron un buen estudio, no les importó mucho el que me gustaran las mujeres, y me dejaron dinero, tampoco es para pedirles cariño. Ahora viven en Alemania, de vez en cuando hablamos, un día les voy a decir que formé una familia.
Supongo que lo dirás por mí,
Que ¿ves otra a la vista? O todavía no somos familia. – me dio un beso
Todavía poco numerosa, pero si lo somos.
Si fuera como Mina quizá podíamos empezar a ser más – se echó a reír
Te prefiero como eres, aunque los niños los tengamos que hacer de otra manera.
Pues yo si tuviera lo que tiene ella, estoy segura que te iba a gustar que lo usara.
A lo mejor sí, no me imagino como se las arreglan entre las tres.
Eso te pasa porque nunca probaste con una polla.
No me lo digas así, que me vas a hacer dar ganas
Epa, epa, que si quieres tengo algo para quitarte el gusto, no te creas que a veces no me da ganas de follarte con uno de esos juguetes.
¿Con los mismos que te gustaba que te follaran a ti?
Con esos; y que tú no quisiste que usara más
¿Te arrepientes?
No, pero a veces los extraño, te imagino fallándome con uno de esos y me corro sola.
Eres una boba, parece que te gustan más tus juguetes que yo, entonces arréglate con ellos y pásala bien, yo me voy a duchar – se levantó de mi regazo y se fue enfadada.
Moni, no seas así, fue una broma, sabes que no hay nada que pueda ser mejor que hacer el amor contigo. – no hubo caso, se fue y se metió en el baño. Cuando se cabreaba podía pasarse una hora adentro hasta que creía que estaba dormida. Fui al otro baño, me di una ducha y me acosté. Ya se le pasaría. Pensaba hacerme la dormida, sabía que en cuanto la empezara a mimar se le pasaba el enojo. Me había acostado desnuda, y la proximidad de mi cuerpo la podía. La sentí meterse bajo las sabanas y me di vuelta para abrazarla.
¿Así que te gustan los juguetes? Pues vamos a jugar, - me dijo, sentí una cosa dura meterse en mi coño – esto es lo que querías, pues aquí lo tienes – sentí como me lo introducía hasta el fondo - ¿así que querías que te follara? Pues te voy a follar – había agarrado un consolador doble, se subió arriba mío y se empezó a meter la otra punta, gimió un poco pero no paró hasta que nuestros pubis se tocaron.
Amor, no te hará daño, no estás acostumbrada.
Me parece que no, y si me duele me la aguanto, pero hoy te vas bien follada – quedamos las dos abrazadas besándonos. Empezó a mover las caderas en círculos, se ve que nuestros clítoris salieron a buscar compañía y la encontraron. No hacía un movimiento de mete y saca, frotaba todo su cuerpo con el mío sin despegar nuestras almejas que parecían que tenían vida propia. Quizá al estar llenos nuestros agujeros, hacían que nuestros botones brotaran buscándose entre ellos, nuestras tetas se rozaban, era como si estuviéramos haciendo el amor con todo el cuerpo, sus pezones contra los míos me producían una electricidad deliciosa, notaba las convulsiones que anunciaban el final esperado.
No sé quién se empezó a correr primero, sé que apreté su culito para sentir con más fuerza su contacto en ese momento, porque yo ya no aguantaba más, sentí como me iba yo y como los jugos de ella se mezclaban con los míos. Se quedó como adormecida recuperando la respiración, pasaba los labios por mi cuello y me hacía temblar, escuche su voz decirme con ternura
Amor, me hubiera gustado que fallándote así pudiéramos tener un bebé, – desde que la veía como se ponía cuando estaba con los niños en lo de las chicas, ya lo estaba esperando, a decir verdad, yo ya me había contagiado y me parecía el momento justo
Así me parece que no vas a poder, a pesar que me gusta mucho, pero si quieres, hay otras maneras
Claro que quiero, quisiera tener dos por lo menos, estaba esperando convencerte a ti.
Moni, tú ya me tienes convencida de todo lo que se te ocurra – me abrazaba con fuerza
¿Sabes? Si quieres los tengo yo, así tú no te incomodas.
No, el primero lo voy a tener yo que soy la mayor, después te toca a ti – se le salían las lágrimas, no se lo podía creer – lo que me gustaría es hacer como Silvia y Marce, yo tener el tuyo y tú el mío. – me miró seria con los ojos como platos
Sí, así tenemos que hacer, tú el mío yo el tuyo y los dos van a ser de las dos.
Entonces la semana que viene averiguamos bien, así empezamos el tratamiento
¿Ya? Me vas a matar de alegría; te quiero, te quiero, cada vez te quiero más – se quedó con la cara pegadita a la mía, escuchaba su respiración más acelerada, y eso hacía que la mía le siguiera el ritmo, eso y la razón por la que me dijo al oído – amor me están dando muchas ganas – comenzó a moverse nuevamente.
Cariño, quedó el aparato puesto
¡Sí! te digo que no está nada mal; casi te diría que se siente muy bien, ¿no te molesta si me muevo más verdad? – para eso ya estaba haciendo que nuestras vaginas sacaran chispas, el consolador hacía su parte, lo demás lo hacíamos nosotras
¡No! Muévete, muévete que lo estás haciendo muy bien, así cariño, así mi vida, ahhh mi amor, no pares que me corro, no pares ahhhh, asiiii…. No se quedó atrás, sus gemidos si viviéramos en un departamento serían motivo de expulsión- quedamos exhaustas.
Creo que va a ser mejor que nos saquemos este chirimbolo, sino va a terminar con nosotras – lo sacó sin salir de arriba mío y lo dejo al lado de la cama. Era una delicia tenerla así, tan tierna, tan dulce, y sin embargo saber el temperamento que tenía para defender nuestro amor. Estuvimos un rato largo gozándonos quietas
Chiquita, eres un regalo del cielo, algo debo haber hecho bien para tener la suerte de que me quieras.
No digas así, te quiero porque eres…bueno, no sé lo que eres, pero te quiero ¿estás bien?
Claro que estoy bien, aunque podía estar mejor.
¿Qué es lo que te falta para estar mejor?
Qué mi muñequita me ponga el coñito en la boca así me puedo dormir con ese sabor.
¿No te da vergüenza decirme esas cosas tan cursis? Tú, toda una mujer
Mientras me des el coñito, no me da ninguna vergüenza.
¿Sabes? eres una golosa
Y tú mi golosina
Eres un caso, mira las tonterías que dices, lo que pasa es que te gusta hacerte la mimosa – se montó sobre mi boca – no sé porque te mimo tanto – era un vicio mío; sentir como me acariciaba el pelo, sus ojos mirándome con un cariño que solamente en ella encontré, escucharla decirme despacito, que siempre iba a estar para mí, que no importaba que le dijera esas cosas de telenovela, que siempre iba a tener su sabor cuando lo quisiera. Todo eso, y después sentirla correrse dulcemente como si estuviera alimentando una bebita. Eso me daba una paz, que nadie podría darme más que ella.
Cuándo terminamos se acostó a mi lado metiendo su cara entre mis pechos, ahora era ella la que me pedía que la mimara (éramos unas empalagosas) y me encantaba hacerlo, le ponía el pezón en la boca y lo chupaba mientras me miraba a los ojos sonriendo, ahora era yo la que le acariciaba el pelo, estaba un rato y de golpe se venía a mi boca a buscar parte de su sabor en un beso, y el placer me duraba hasta el otro día.
-A dormir, que mañana tenemos que trabajar – se apretaba contra mí, y así se quedaba dormida, después de noche se daba vuelta, pero cuándo lo notaba me apretaba contra ella formando una cucharita, y su culito en mi pubis, me daba dulces sueños.
En lo de Silvia, ya se había formado un club de madres, la guardería cada vez tenía más niños para cuidar y casi todos eran propios.
Aparte de los cuatro de ellas, y el de Susi con Teresa, el trio Marcela, Rosario y Mina, aportaron dos que eran hermanas, y nacieron con quince días de diferencia. Para mellizas no daba.
Después cuando vinieron los de Marta y Mónica, ya fue cartón lleno.
No vale la pena seguir con esta historia. Que si es cierto que la población de España va decreciendo, por eso no vamos a pretender superpoblarla nosotras.
La extensión de esta saga, va dedicada para quienes me pidieron saber algo de la vida de Marcela y compañía, lo hice lo mejor que pude, si no salió muy bien pido perdón, pero no me fue nada fácil encontrarle un motivo, y gracias por leerme.