Estudiando en Barcelona 8

Ya he acabado el instituto. Así que me voy a la ciudad, a Barcelona, a estudiar farmacia. (Cada capítulo puede leerse de manera individual respecto de la serie)

Me llamo Marta. Tengo 18 años recién cumplidos. Soy de una pequeña ciudad a unos cien kilómetros de Barcelona. Las notas me han fueron bien, y la selectividad también. Decidí estudiar farmacia en la Universidad de Barcelona. Con cuatro compañeras del instituto alquilamos un piso. Buen ambiente, buenas amigas en la facultad, .... un curso lleno de aventuras y experiencias.


Después de estar con Claudia me vestí. Tenía que ir a casa de Josefa, una amiga de la facultad que tenía un año más que yo. Eso me iba bien ya que tenía “material” de otros cursos que me pasaba. Eran exámenes, que te daba idea de que preguntaban, y apuntes de otros años, ampliados y en limpio. Un material que me iría muy bien para sacarme el curso.

Era de mi pueblo, ya la conocía de antes y tenía buen rollo con ella. Tenía un novio de hacía un buen tiempo, pero aún así me vestí un poco ajustadita. Pantalones tejanos cortitos y un top que me marcaba. No tengo unos grandes senos, mi talla es una 85, pero me gusta marcar. Mido 1,71, delgadita pero no en exceso, pelo castaño, media melena, ojos marrones, carita dulce, que nunca ha roto un plato, labios fino el superior más grueso el inferior y un culito respingón.

Llegué a su piso. Por el interfono me abrió con una voz muy dulce. Entré en su piso, un piso de estudiantes que compartía con otras chicas. En ese momento había un par en el sofá. Una de ellas muy mona. Castaña, un poco bajita, pero con buen tipo. Las saludé y me devolvieron el saludo. Fuimos a la habitación de Josefa.

Ya tenía los apuntes preparados. Me los fue dando a medida que me explicaba lo que era cada uno. Yo los iba cogiendo con una buena sonrisa, mientras me la miraba de arriba abajo. Piel blanquita, con algunas pecas, pelirroja y con unos senos prominentes. Vestía un poco tiradilla, tejanos y una camiseta con colores morados.

Cuando acabamos fuimos al comedor. Me invitaron a quedarme un rato y accedí. Me senté en una silla, de frente con las dos compañeras de Josefa. Ella se sentó en un sillón. Sus compañeras de piso eran muy majas. La más mona, en la que me había fijado, se llamaba Noemí. Nos cruzamos un par de miradas y un par de sonrisas en todo el rato que estuvimos todas hablando.

Cuando ya había pasado un buen rato me tocó irme. Me despedí de ellas y me fui a casa. En el rellano de la escalera, delante del ascensor había una chica esperándolo. Era un poco más alta que yo, pelo largo y rubio, piel clarita y voluptuosas curvas. Cuando llegó el ascensor entramos las dos y ella apretó el mismo piso que el mío. Y aproveché para romper el hielo.

  • Uy, yo también voy al mismo piso.

  • ¿A si? Que gracia. Así somos vecinas, - dijo con una sonrisa.

  • Que bien. – Le notaba un poco de acento. – Y, ¿de donde eres?

  • Soy noruega.

  • Ostras.

Sonrió. – Somos un piso de chicas de Erasmus.

  • Nosotros también somos un piso de estudiantes.

  • A muy bien.

El ascensor llegó a nuestro piso. Estuvimos aún un ratito hablando, alargando la conversación mientras iba aprovechando para hacerle alguna miradita a sus senos. Me comentó que harían alguna fiesta en el piso y que ya nos avisarían. Nos despedimos.

La semana transcurrió sin mucha historia. En el piso todo iba bien. Y en la facultad también. En algunos descansos procuraba hablar con Vanessa. Era una de las chicas más guapas con las que me había cruzado, pero nuestros grupos de amigas se iban distanciando. No quería perder el contacto con ella. Y me seguía mirando tanto a Claudia como a Laura. No buscaba ninguna relación seria, pero las dos tenían algo especial.

El jueves había quedado para salir con las chicas de clase. La semana pasada Sara había vestido de forma espectacular. Así que esta vez yo no quise ser menos. Me puse un vestidito negro cortito y ajustado. Habíamos quedado directamente en la disco. Nos encontramos Laura, Julia, Eloisa y sobretodo Sara. Todas con camisa o top, más o menos ajustadas. Pero Sara estaba para comérsela. Con una bonita mini y un top bien ajustado que le marcaba las curvas. Morena, cabello liso y ojos oscuros.

La noche fue muy divertida, nos lo pasamos muy bien. Y esta semana apreté un poco más a Sara. Hablando en la barra, más miraditas que la semana anterior, con algún bailoteo más. De esos bailoteos un tanto pegaditos, donde se rozaban un poco nuestras curvas. Pero no vi que eso fuera a más de allí, así que no hice nada más.

De madrugada volvimos a casa y yo otra vez sin comerme una rosca. Me tomé mi vasito de leche con galletas maría y me fui a la cama. Y a la mañana siguiente, con un poco de resaca aún, a clase.

Las clases fueron como la de otros viernes, donde se palpaba ambiente de fin de semana. Ya se decía que los viernes no buscaras un profesor en su despacho, no encontrarías a nadie. Y en clase el ambiente muchas veces se contagiaba. Estuve con las compañeras. Me miré de vez en cuando a Sara, que vestía normal y pensaba en la diferencia que tenía la chica con el día y la noche.

Estaba sentada al lado de Laura. Y cuando acabamos con las clases me comentó con la voz un poco baja.

  • ¿Harás algo esta tarde?

  • No

  • ¿Y vas para el pueblo o te quedas en Barcelona?

  • Este finde me quedo. El siguiente si que bajaré.

  • Oye, pues si quieres hoy nos tomaremos el último baño en la piscina de casa, que ya se acerca el invierno. ¿Te quieres venir?

  • A pues si – respondí. Por como lo decía habría más gente, pero siempre podía suceder algo.

  • Muy bien – dijo con una sonrisa. – Ester también vendrá.

Le devolví la sonrisa, quedamos en la hora y me fui para el piso a comer. Mientras pensaba en la situación, con Laura, que tenía un mejor cuerpo del que se le podía ver con la ropa que siempre llevaba un poco ancha, y con Ester, con sus par de coletas picaronas.

Después de comer me puse un bikini azul y encima una camiseta larga y ancha y unos tejanos muy muy cortitos. Llegué a su casa y me abrió Laura. Ojitos claros, tez blanca, esbozó una agradable sonrisa. Cabello oscuro y cortito, como un chico, y con un bikini verde que le iba un tanto pequeño para aquel par de senos. Me saludó. Me dio un piquito y una sonrisa. Entre tras de ella, admirando su bonito culito respingón.

En el sofá estaba Ester, castaña con el pelo no muy largo y con el mismo par de coletas en la nuca de la última vez que la vi. Llevaba un bikini rojo que tapaban sus curvas de vértigo. Me saludó y le devolví el saludo. Laura me pidió que quería beber y fue a buscarlo.

Mientras esperaba me senté en el mismo sofá que Ester y empezamos a hablar. Laura llegó con la bebida y nos dijo de ir a tomar el baño en la piscina. Le contestamos que si, y fuimos las tres a fuera, a la piscina. La piscina era una pasada. Rodeada de hierba, grande y con una cascada. Entré en el agua poco a poco. Fui nadando hacia la cascada mientras ellas también se metían en el agua.

Me fui nadando si poner la cabeza dentro del agua. Poco a poco, Me paré al lado de la cascada. Me giré y Laura y Ester también estaban viniendo. Al llegar les comenté que la cascada me gustaba y Ester me animó a que me metiera debajo.

Cuando lo hice, noté como el agua me caía sobre la cabeza y bajaba recorriendo todo mi cuerpo. Me tiré el pelo hacia atrás y cuando volví a abrir los ojos, Ester se había puesto frente a mi. Me besó en la boca y yo la correspondí. Puse mis manos sobre su cintura mientras ella rodeaba mi cuello con sus brazos. Nos seguimos besando mientras noté que otros labios recorrían mi cuello, Laura. Las manos de Laura empezaron a recorrer mi espalda y desabrocharon mi sujetador. Sus manos se fueron hacia delante y cogieron con fuerza mis senos mientras notaba los suyos a mi espalda, y nos seguíamos besando con Ester. Esta última soltó una de sus manos y sentí como bajaba por mi cuerpo. Se metió dentro de mis braguitas y empezó a acariciar mi sexo. No pude más y empecé a gemir de auténtico placer.

Al rato de estar jugando conmigo, Ester dejó de besarme y buscó los labios de Laura. Me aparté un poco mientras le deshacía el sujetador a Ester. Tenía unas buenas curvas y unos grandes senos. Acerqué mi boca y me los empecé a comer. Después hice lo propio con los de Laura. Grandes, con la piel blanquita, disfruté mucho con ellos.

Ester me cogió de la mano y me empezó a llevar al borde de la piscina. Yo también cogí la de Laura. Al llegar, me besó mientras se quitaba las braguitas. Se sentó encima del bordillo, con su sexo bien cerca del agua. La miré, con ese par de coletas que me ponían cachonda, y con ese cuerpazo con un par de bonitos senos. Me puse entre sus piernas, acariciándolas, besándolas, mientras me iba acercando a su chocho. Mientras sentí a Laura detrás de mí, con sus senos encima de mi espalda. Su mano se puso dentro de mis braguitas, y empezó a jugar. Mi lengua llegó a la raja de Ester. La recorrí, lamí y sorbí un poco su clítoris. Ester empezó a gemir suavemente mientras le seguía lamiendo. Mis manos subieron hacia sus senos. Empecé a acariciarlos, suavemente. Hasta que con las manos pellizqué suavemente sus pezones.

Laura no dejaba de jugar conmigo. Besando mi cuello. Con sus senos sobre mi espalda. Y su mano jugando dentro de mis braguitas. Gemí de placer, sin dejar de lamer a Ester.

Ester se levantó, quedando fuera de la piscina. Tanto Laura como yo la seguimos, saliendo del agua. Nos fuimos a la hierba que rodeaba la piscina. Mientras nos íbamos besando nos quitamos las braguitas entre nosotras, quedando totalmente desnudas. Fuimos bajando, sentándonos, sin dejar de besarnos entre nosotras.

Laura se acercó a mi, besando mi cuerpo. Lentamente fue bajando, lamiendo mis senos. Siguió bajando, hasta llegar a mi sexo. Me tumbé, disfrutando mientras Laura me comía. Ester se acercó a mi, y puso su sexo en mi cara. Lo empecé a lamer, a disfrutar de él. Y vi que Ester se acercaba al sexo de Laura y también lo empezó a comer, haciendo un triángulo entre las tres. Yo seguí con Ester, recorriendo su raja con mi lengua, lamiendo, acariciando su clítoris con mi lengua y sorbiéndolo suavemente.

Seguimos jugando entre nosotras hasta que nos corrimos. Nos quedamos un rato tumbadas, charlando entre nosotras, hasta que Ester nos dijo que se tenía que ir. A mi también se me hacía tarde, así que me empecé a despedirme. Laura me besó en los labios y me preguntó si me había gustado. Le respondí que si. Vi que le gustaba a Laura. A mi también. De hecho en otras circunstancias habría dudado entre ella y Claudia. Pero en ese momento no tenía interés en ningún tipo de compromiso.