Estudiando en Barcelona 7

Ya he acabado el instituto. Así que me voy a la ciudad, a Barcelona, a estudiar farmacia. (Cada capítulo puede leerse de manera individual respecto de la serie)

Me llamo Marta. Tengo 18 años recién cumplidos. Soy de una pequeña ciudad a unos cien kilómetros de Barcelona. Las notas me han fueron bien, y la selectividad también. Decidí estudiar farmacia en la Universidad de Barcelona. Con cuatro compañeras del instituto alquilamos un piso. Buen ambiente, buenas amigas en la facultad, .... un curso lleno de aventuras y experiencias.


Y llegó el viernes. Por la mañana, después de las clases, nos quedamos a comer en la facultad. Luego, incitados por Sara, hicimos unas partidas de cartas, a la butifarra para ser más exactos. Sara era la que nos llevaba por el mal camino. Castaña, de mi altura, con un cuerpo con un poco más de curvas que yo. También estaban Laura, Eloisa y Julia.

Laura era la más mona. Era de la misma Barcelona. Un poco pijilla, siempre iba muy arreglada. La ropa no la llevaba muy ceñida, pero como había comprobado, tenía buenas curvas. Cabello oscuro pero cortito, como un chico. Ojos claritos, tez blanca y un buen culito (siempre he pensada que a las chicas que llevan el cabello corto les destaca más el culo). Era muy simpática y con muy buen sentido del humor. Siempre nos reíamos. Por su parte Eloisa, empezó muy tímida al principio, pero poco a poco se iba lanzando más. Sin exagerar, pero se iba lanzando. Tenía el cabello canela, muy ondulado sin ser muy rizado, un poco bajita y con buen tipito. Finalmente estaba Julia. Quizás era la más seria del grupo. Cuando Sara nos convencía, ella se quedaba y luego nos fotocopiábamos sus apuntes. Era muy maja, nunca nos ponía ninguna pega por ello. Morena, cabello liso, ojos oscuros. Normalmente usaba lentes, pero algún día que no se las había puesto, aparecía con unas gafas que le quedaban bastante mal. De hecho no tenía mucho gusto con la ropa.

Mientras hechábamos la partida nos íbamos hechando unas risas. La conversación era realmente divertida. Y al final Sara nos convenció de salir de fiesta esa noche.

Al salir del bar de la Facu nos cruzamos con Vanesa. Estaba tan preciosa como siempre. Rubia, cabello largo con alguna ondulación, ojos verdes y un tipo de vértigo. Me paré y le di un poco de conversación. Me siguió un rato el rollo, hasta que nos despedimos y cada una siguió su camino.

A la tarde hicimos el último día de prácticas de parasitología, con Almudena. Las dos tuvimos una relación normal, como si no hubiera pasado nada. Pero ese día Almudena iba con la bata desabrochada, con lo que pude volver a admirar sus bonitos senos, escondidos por una camisa bien ajustada.

Después de las prácticas me fui al piso, que compartía con otras cuatro chicas. Ese fin de semana tan sólo nos quedábamos Claudia y yo. Claudia era la pijita del piso. Rubia con ojos marrón clarito, un poco más alta que yo, delgadita y con un tipo con buenas curvas, un buen tipo. En un principio el fin de semana prometía. Pero en un principio, porque no sé si íbamos a coincidir mucho. En este momento ella no estaba en el piso. Y yo, después de arreglarme me iría de fiesta. Y mañana entre la resaca y que había quedado con Josefa no sé si nos veríamos mucho. Y el domingo ya volvían las otras, con lo que me fastidiarían cualquier plan. Así que mientras me duchaba y me vestía llegué a la conclusión de que si aquella noche caía alguien, no dudaría en aprovecharlo.

Una vez arreglada fui a la disco donde habíamos quedado. Ya empezaba a ser un poco tarde, una buena hora para empezar a bailar. Entramos en la disco. Muy bonita, muy moderna. Con una muy buena ambientación.

Al poco nos pedimos una bebida y empezamos a bailar. Esa noche las chicas estaban muy bonitas. Laura con buena ropa, de marca, pero no muy ajustada. Eloisa con unos tejanos y una bonita camisa. Julia, también con tejanos y un top ajustadito, marcándole los senos.

Pero era Sara quien estaba realmente espectacular. Con un vestidito negro, bien ajustado, que le marcaba bien las curvas. Sobretodo su culito, que daban muchas ganas de posar las manos. Y yo también me había puesto sexy, con un vestido azul corto hasta las rodillas.

La verdad es que esa noche me costaba quitarme de encima la idea de estar con Sara. Así que fui probando, a ver si caía. Cuando estábamos en la barra tener una buena conversación con ella, ir intercambiando alguna mirada, … Pero lo más excitante fue tener algún bailoteo con ella. Bailábamos todas en grupo, pero de vez en cuando me acercaba, me arrimaba a ella y nos pegábamos unos buenos bailoteos. Con su vestido ceñido, rozando de vez en cuando con sus curvas, acercándome mucho a ella, …. Pero no pasó de ahí.

Con Laura nos habíamos pegado un par de bailoteos, pero también estaba claro que aquella noche no quería tema. No se si o porqué estaban las otras chicas o por si simplemente, esa noche no tenia ganas.

Así que a las tantas de la madrugada me volví para el piso, sin haberme comido una sola rosca. Eso si, el alcohol me había perjudicado bastante. Cuando llegué al piso me entró un primer pensamiento de colarme en la habitación de Claudia. Pero mi estado etílico me aconsejó descartarlo. Me tomé un par de galletas Maria con un poco de leche. Tan sólo un par, el alcohol me impedía comer nada más. Me puse mi pijamita y me fui directamente a la cama.

Cuando me desperté ya era la hora de comer. A media tarde había quedado con Josefa, que me pasaría unos apuntes. Me levanté y me fui a la cocina. En principio no tenía mucho sentido desayunar así que abrí la nevera para ver que me podía hacer para comer.

Entonces entró Claudia a la cocina. Iba en albornoz, un albornoz suave y delicado. Un poco entreabierto dejando ver un poco el inicio de sus voluptuosos senos. Y el cabello rubio que le caía con delicadeza por su espalda.

  • Buenos días Marta

  • Hola Claudia, - le dije, quedándome mirándola como una tonta, perdiendo el hilo de lo que estaba haciendo.

  • ¿Cómo fue la noche?

  • Muy bien. El problema es la resaca del día siguiente – le dije, esbozando una sonrisa. - ¿Y tu?

  • Fuimos a cenar con unas amigas, pero volvimos pronto. – Y mientras lo decía se fue a la mesa de la cocina y se sentó.

  • ¿Y donde fuisteis? – Inquirí. Cerré la puerta de la nevera y me senté. Allí la podía ver mejor. Y además tuve la sensación que ella también estaba pendiente de mi cuerpo.

  • Al Patito Feo.

  • No lo conozco. ¿Qué tal se come?

  • Pues la verdad que bien. Y bien de precio. Fue un buen descubrimiento.

  • Pues me lo apuntaré, - respondí, esbozando una sonrisa, que me fue devuelta.

  • Y hoy, ¿qué planes tienes?

  • La verdad que poca cosa. A media tarde he quedado con Josefa. Una amiga de la facultad. Es un año mayor que nosotras y me pasa apuntes y exámenes de otros años.

  • Ostras, esto está muy bien.

  • Si, sobretodo porqué dicen que los exámenes que ponen son muy parecidos de un año para otro. Así que me irá muy bien para estudiar.

  • La verdad es que si. Bueno, yo te tengo que dejar. Me he preparado la bañera y no quiero que se enfríe.

  • Muy bien, - dije con voz entrecortada, imaginándomela desnuda en la bañera.

  • ¿Te quieres venir?

Asentí con la cabeza.

Ella se levantó antes y se fue hacia el baño. Yo iba detrás de ella, siguiéndola con deseo. Al cruzar el umbral de la puerta ella ya estaba al lado de la bañera, mientras su albornoz caía por los suelos. Pude contemplar su bonito culo, mientras entraba delicadamente en el agua. Se sentó y se me quedó mirando. Me puse cerca de la bañera, sin perder ojo de sus grandes senos. Me quité la camisetilla. Debajo no llevaba suje, duermo sin ropa interior, con lo que enseguida quedaron mis senos al aire. Hice lo mismo con el pantaloncito, que dejó mostrar mi sexo, totalmente rasurado y que quedaba a la altura de su cara.

Entre en el agua con suavidad. Me iba a quedar de cara a ella, pero me giró. – Venga, que te fregaré la espalda, - me dijo. Obedecí y empecé a sentir mis manos recorriéndola. Se puso jabón en las manos, y siguió recorriendo mi espalda. Subió a mis hombros, que acarició con suavidad. Empezó a bajar por mi pecho, sin llegar a mis senos, apoyando los suyos sobre mi espalda. Sentía su duro pezón y me empecé a excitar. Gemí un poco. Ladeé un poco mi cabeza y Claudia lo supo interpretar. Empezó a besar mi cuello, a recorrerlo con la lengua, mientras sus manos cogieron mis senos. Empezaron a jugar con ellos, a apretarlos y a pellizcarme un poco mis pezones. Seguí gimiendo.

  • Ahora le toca a mi espalda. – Me susurró al odio, mientras sus manos dejaban mis senos. Me giré hacia ella, pero cuando ella también se iba a girar para quedar de espaldas a mi, la cogí por la cintura y la detuve. Yo estaba muy excitada y tenia ganas de estar frente ella.

Hice que sus piernas pasaran sobre las mías, quedando nuestros sexos bastante cerca. Me puse jabón en las manos y poniendo mis manos sobre su espalda, la acerqué hacia mi. Estábamos muy juntitas. Nuestros senos se tocaban. Y empecé a besarla con pasión. Acariciando su espalda, jugando con nuestras lenguas y sintiendo sus senos sobre los míos.

Fui acariciando su espalda, con suavidad. Luego bajé a su culito, que acaricié y recorrí. Finalmente mis manos se pusieron sobre sus hombros. Luego fueron bajando por su pecho, hasta llegar a sus senos. Empecé a acariciarlos, a jugar con ellos, mientras seguíamos besándonos con pasión. Con dos dedos cogí sus pezones y los pellizque con suavidad. Gimió. Puso sus manos sobre mis senos y me los empezó a apretar con la mano.

Ya estábamos más que a punto, así que le susurré, apoyando mi frente sobre la suya, - ¿vamos a la habitación? – Claudia asintió con la cabeza, sin poder mediar palabra. Nos levantamos, sin poder dejar de besarnos. Salimos de la bañera y salimos al pasillo. Íbamos muy poco a poco, ya que nuestras bocas no se podían separar.

Abrió la puerta de su habitación. Pero le susurré, - vamos a la mía, que la cama es más grande. – Entramos. La empujé sobre mi cama. Aunque mojadas pondríamos las sábanas perdidas me daba igual. Es de esos momentos que no miras nada.

Se tumbó sobre la cama. Me subí, poniendo mi sexo sobre su pierna izquierda, mientras la iba recorriendo. Nuestros sexos y nuestras piernas se entrelazaron. Y nos empezamos a mover, la pierna de una sobre el sexo de la otra. Ella debajo y yo encima. Y sus manos empezaron a manosear mis senos.

Después me bajé y me tumbé a su lado. Nos volvimos a besar con pasión, mientras nuestras manos empezaron a recorrer los labios genitales de la otra. Las dos estábamos muy húmedas, así que cuando empezamos a poner los dedos dentro de la vagina, estos fluyeron con facilidad. Nuestros labios se separaron, pero no nuestras caras, mientras las dos gemíamos de placer.

Nos corrimos. Nos besamos con mucha dulzura, mientras nuestros ojos no dejaban de mirarse. Realmente me gustaba esta chica. Pero tenía ganas de más. Así que levante y con mi boca fui a buscar a su sexo y dejé el mío sobre su boca. Ella también tenía ganas, así que nuestras lenguas empezaron a jugar, haciendo un gran 69.

Una vez vueltas a correr, me giré, quedándome de cara a ella. Nos volvimos a besar con dulzura. Sin dejar de mirarnos. Al rato empezamos a susurrarnos tonterías y acabamos hablando y riendo. Estuvimos así un buen rato, hasta que me tuve que ir para ver a Josefa.