Estudiando en Barcelona 4

Ya he acabado el instituto. Así que me voy a la ciudad, a Barcelona, a estudiar farmacia. (Cada capítulo puede leerse de manera individual respecto de la serie)

Me llamo Marta. Tengo 18 años recién cumplidos. Soy de una pequeña ciudad a unos cien kilómetros de Barcelona. Las notas me han fueron bien, y la selectividad también. Decidí estudiar farmacia en la Universidad de Barcelona. Con cuatro compañeras del instituto alquilamos un piso. Buen ambiente, buenas amigas en la facultat, .... un curso lleno de aventuras y experiencias.


Después del día en barca, hubo una cosa que me corroía la cabeza. La sensación que tuve es que Ester y Laura, mi compañera de clase, habían tenido algún lío entre ellas. Y eso me alegraba, ya que Laura era muy guapa y más después de haberla visto en bikini. Pero no lo tenía del todo claro. Y la verdad, no me atrevía a lanzarme hasta verlo claro. Teníamos un grupo muy majo en la facultad y no quería que se perdiera.

Laura seguía como siempre. Quizás hasta algo más simpática conmigo. Nos reíamos mucho juntas. Pero no era suficiente para sacar conclusiones. Tenía una piel clarita, muy blanquita, muy sensual. Un cabello oscuro y cortito. Y una forma de vestir que ocultaba sus curvas, las que había visto con el bikini.

Y también estaba Vanessa. Era un auténtico bombón. Rubia, cabello largo un poco ondulado, un cuerpo de vértigo. Muchas veces, en los descansos, tenía algún chico hablando con ella. Pero ya había dejado claro que tenía novio. Y yo me moría de ganas de poderla convertir al “lado oscuro”.

En el piso de estudiantes el ambiente era genial. Poco a poco todas nos íbamos acoplando. Todas cumplíamos con nuestras tareas, con lo que el piso siempre estaba en orden. Nos lo pasábamos muy bien en las cenas y luego en el sofá, .... Se respiraba muy buen rollo. Normalmente los jueves salíamos de fiesta. Como no todas teníamos el mismo gusto, íbamos cambiando de ambiente, lo que estaba muy bien. La que tenía mucho éxito era Lucia. Morena, cabello largo, ojos oscuros, naricita respingona, pero sobretodo un muy buen tipo, con unas curvas de vértigo. Y además cuando salíamos le gustaba lucirlo. Se ponía ropa ajustada, marcando. Y toda la noche con moscones a su alrededor. Parecía que le gustaba la situación. Una noche, la semana anterior, se lió con un chico y los dos desaparecieron.

Ese fin de semana decidí quedarme en el piso y no bajar al pueblo. Mi relación con mis padres no es del todo fina, así que me gustaba irme quedando algunos fines de semana. Y además tenía que estudiar. Siempre se quedaba alguna otra chica, con lo que lo pasábamos bien, a parte de trabajar. Ese fin de semana se quedó Lucia. Ella, estudiante de matemáticas, iba a lo suyo, con sus numeritos. Yo, de farmacia, con lo mío.

El sábado por la noche decidimos ir a dar una vuelta. No mucha cosa, pero si pasar un rato. Fuimos al centro y entramos en un bar. Era de los que tienen las mesas tipo taberna, con una gran banqueta a cada lado. Nos pedimos unos combinados. Al poco teníamos unos chicos sentados al lado y no tardamos en entablar conversación. La verdad es que nos reímos mucho. Eso si, todas las miradas y los ataques para Lucía. No es que me interesaran esos chicos, pero si que una tiene su orgullo y le gusta que le tiren los tejos, aunque sea para decir que no.

Estuvimos unas dos o tres horas, hablando, riendo, bebiendo. Una noche muy divertida. Y mi vista cada vez se iba más a los senos de Lucía. Eran espectaculares. Esa noche se había puesto unos tejanos ajustados y un top blanco muy apretado, que le marcaba muchísimo. Por mi parte llevaba un top rojo sin escote pero que marcaba un poquito, y unos tejanos ajustados. Por mi parte mido 1,71, delgadita pero no en exceso, pelo castaño, media melena, ojos marrones, carita dulce, que nunca ha roto un plato, labios fino el superior más grueso el inferior, talla 85 y un culito respingón. No soy espectacular pero me considero guapa.

Cuando nos cansamos del bar, salimos a fuera con los chicos. Ellos querían ir a una discoteca. Nos apretaron para que fuéramos con ellos. Lucía y yo nos miramos. Era tarde y tampoco es que nos apeteciera mucho. Así que nos despedimos. A Lucía le pidieron el teléfono y vi como les apuntaba uno en un papel que era incorrecto.

Nos fuimos a casa con un autobús nocturno. A la media hora estábamos allí. Me fui a la cocina y me cogí un vaso de leche con un par de galletas María. Siempre me ha gustado tomarlas cuando llego de fiesta. Por su parte, Lucía, se sentó en el sofá y oí que encendía la tele. Cuando me hube preparado lo mío me fui para allá. En esos momentos por la tele daban esos programas que tienes que llamar y contestar una pregunta chorra y te dan un gran premio. Llamas, llamas, pero nunca te pasan al programa y mientras te cobran la llamada. Lucía iba haciendo záping. En alguno se paraba a oír las tonterías que decían. Yo me senté a su lado. Hasta que llegó a un canal donde daban una película porno. Era la escena lésbica que dan en muchas películas de estas. Estaban dos chicas, muy guapas, morreándose mientras se iban metiendo mano. Lucía se quedó mirándolas.

  • No sabía que te interesaran estas cosas. – Dije, para cortar el rollo, ya que desde que había puesto el canal porno nadie decía nada.

  • Bueno, yo nunca he hecho ni he intentado hacer nada por el estilo. Eso si, parece que se lo pasen bien.

  • La verdad es que está bastante bien. – Al final de decir eso pensé “tierra trágame. Pero que has dicho Marta”. A ver como lo arreglo.

  • ¿A si? – me miró con cara picarona. – Así que ya lo has probado, ¿no?

  • Bueno, alguna cosilla.

  • ¿Y que tal?

  • Bien. – y entonces pensé, y que diablos, de perdidos al río. – La ventaja de una chica es que sabe lo que te gusta y te hace lo que te gusta, no como un tío que va a lo que a él le gusta. Está muy bien.

  • Pues nunca lo había pensado.

  • Yo no es que haya hecho muchas cosas así, pero la experiencia es muy positiva. – Y mientras lo decía, me acabé el vaso de leche, lo dejé encima de la mesita y me sequé los labios con un pañuelo.

  • Ya veo, ya veo.

Entonces decidí ir a por todas. Sabía que a Lucía le gustaban mucho los chicos, pero a alguien con el cuerpo como tiene ella ..., valía la pena probarlo.

  • ¿Te gustaría probarlo? – le dije, mirándola a los ojos con cara picarona.

  • ¿Ahora? ¿Contigo? – respondió medio sorprendida.

  • ¿Porque no?

  • Ostras tia ..... no se ..... no me lo había planteado. – Se quedó un rato pensativa. - Bueno, vale, probémoslo.

Le sonreí y me empecé a acercar hacía ella. Mi cara se acercó a la suya, los labios a los suyos. Y empecé a besarla. Al principio ella respondió a mi beso, pero no muy bien. Era su primer beso a otra chica. Pero poco a poco empezó a entrar y nuestras lenguas jugaron un poquito. Después de este primer beso nuestros labios se separaron, aunque nuestras caras se seguían tocando por la frente.

  • ¿Qué tal?

  • Muy bien. La verdad es que me ha gustado. – Contestó.

Volví a besar sus labios, dulcemente, mientras mi mano derecha se ponía sobre su cuello, tocando levemente la nuca. Este segundo beso fue fantástico. Se notaba que tenía experiencia besando. Muy sensual. Y nuestras lenguas jugando entre ellas.

Mientras nuestros labios iban jugando, puse mi mano izquierda sobre su seno derecho, por encima del top. Era inmenso. Mi mano no lo podía abarcar en su totalidad. Noté como su pezón se iba endureciendo. Estaba disfrutando. Ella puso sus manos sobre mis piernas, acariciándolas.

Me senté sobre sus rodillas, sin que nuestros labios se separaran. Ella se apoyó bien en el respaldo del sofá, empujada por mis labios. Mis manos empezaron a jugar con sus senos, por encima del top. Mientras ella ponía sus manos sobre mi culito. Mi boca empezó a moverse, dirección hacia el cuello, mientras mis manos empezaron a bajar hasta llegar al borde del top. Lo levanté y se lo quité. Fue el único momento que mis labios se separaron de su cuerpo, y me permitió contemplar sus senos. Inmediatamente volví a lo mío. Mis labios se volvieron a juntar con los suyos. Se los mordí mientras mis manos empezaron a recorrer su espalda. Lucía la arqueó para facilitarme el trabajo. Desabroché su suje y lo dejé caer al suelo. Tenía unos senos espectaculares y esa noche eran míos.

Antes de que pudiera hacer nada más, ella empezó a recorrer mi cuerpo con sus manos. Empezó por el cuello y fue bajando. Luego jugó con mis senos, acariciándolos, apretándolos. Siguió bajando por mi barriga, para poderme quitar el top. Lo dejó caer en el suelo. Con sus manos recorrió mi espalda, hasta llegar al encaje del suje. Lo deshizo, dejando mis senos al aire. Los acerqué a su cara, para que pudiera jugar con su boca. Y así lo hizo. Empezó a besarlos, a recorrerlos con la lengua. Hasta llegar a mi aureola, donde jugó con mi pezón. Y después de un seno, el otro. Cuando hubo acabado, empecé a bajar mi cara, hasta llegar a la suya. La besé con pasión. Mis labios fueron bajando, recorriéndola, disfrutándola, mientras mis manos jugaban con sus senos. Mi boca llegó a ellos y empecé a recorrerlos. No podía acabármelos. Mi lengua llegó a su pezón. Jugué con él, lamiéndolo. Luego lo sorbí un poco para después morderlo con suavidad. Lucía gimió. Pasé al otro seno y repetí la operación, arrancando un nuevo gemido.

Pasamos a los pantalones. La una quitó el de la otra. Y luego las braguitas. Pude ver su sexo. Estaba muy bien depiladito, como el mío. Hice que se tumbara en el sofá y yo me situé entre sus piernas. Besé su vientre, bajando poco a poco a su sexo. Pero no me dirigí directamente, fui besando sus ingles, poco a poco, y ella lo iba disfrutando. Finalmente mi boca se posó sobre su coñito y mi lengua lo empezó a recorrer. Separé un poco sus labios y empecé a besar su clítoris. Mi lengua no dejaba de jugar con él, y Lucía no dejaba de contornearse. Lo sorbí un poco y Lucía dio un fuerte gemido. Introduje un dedito, mientras mi boca seguía con lo suyo. Mi dedo recorrió su interior, primero poco a poco. Luego más deprisa. Lucía no paraba de suspirar, de gemir. Añadí un segundo dedo, y sus sonidos se hicieron más fuertes. Hasta que se corrió.

Se incorporó y me dejó sitio para que me yo me tumbara. Lo hice y ella pasó a ocupar mi posición. Su boca me empezó a besar, a recorrer. Con dulzura. Cerré los ojos para disfrutarlo más. A mi mente me venía la imagen de sus senos. Su lengua llegó a mi sexo y empezó a jugar con él. La sentía con gran fuerza. Llegó a mi clítoris y yo a un gran placer. Su boca jugaba con él. También introdujo un dedo y empezó a recorrerme. Empecé a gemir de placer mientras no paraba de sentirla. Y me corrí.

Nos sentamos en el sofá, extasiadas. Lucía me confesó que había sido una nueva experiencia para ella y que le había gustado mucho. Al rato nos fuimos a la cama. Y dormimos la mar de bien.