Estudiando en Barcelona 3
Ya he acabado el instituto. Así que me voy a la ciudad, a Barcelona, a estudiar farmacia. (Cada capítulo puede leerse de manera individual respecto de la serie)
El curso fue avanzando por Setiembre. En el piso, la relación con Claudia fue de lo más normal, como si nada hubiera ocurrido. Yo lo agradecí mucho, y supongo que ella también. De todas las chicas del piso, Claudia tenía alguna cosa especial, algo que me atraía. Pero en estos momentos yo no quería ningún compromiso. Y estoy convencida que a ella tampoco le convencería salir conmigo. Siempre con chicos, una posición social en el pueblo, .... No, definitivamente no habría salido nada bueno. De las chicas del piso, la más mona era Lucía. Morena, ojos marrón oscuro, cabello largo con alguna ondulación. Pero sobretodo un buen cuerpo. Y lo sabía lucir. Aprovechaba los últimos días del calor veraniego para ponerse ropa que le marcaran los senos. Calculo que tenía una talla 100, con lo que volvía locos a todos los chicos. Los jueves aprovechábamos para salir de fiesta. Y allí los veías, enganchados a ella, como moscas a la miel. De hecho, de los jueves que llevábamos saliendo de fiesta, en uno se enrolló con un chaval. Lástima.
Yo, con mi 1,71, delgadita pero no en exceso, pelo castaño, media melena, ojos marrones, carita dulce, que nunca ha roto un plato, labios fino el superior más grueso el inferior, talla 85 y un culito respingón, no podía competir con Lucía.
En la facultad, las cosas también evolucionaron. Los grupos de amigos fueron evolucionando. Una de las cosas que más mal me supo es que finalmente Vanessa optó por ir con otro grupito. Ya me lo advirtió mi tía antes de ir a Barcelona. "Es fácil relacionarte con la gente, al final todo el mundo parte de la misma situación. Pero con los que te hagas al principio no serán con los que te hagas al final". Y en el caso de Vanessa era cierto. Era la chica más guapa con la que me había cruzado nunca. Y ahora me tenía que limitar a contemplarla en clase y hablar con ella en algún descanso. Pero yo era del todo incompatible con el grupo de chicas con el que iba. Sin saber su tendencia sexual, de momento no me compensaba ir con ellas.
Además, con el grupo con el que iba estábamos de puta madre. Laura, era la más mona. Era de la misma Barcelona. Un poco pijilla, siempre iba muy arreglada. Cabello oscuro pero cortito, como un chico. Ojos claritos, tez blanca y un buen culito (siempre he pensada que a las chicas que llevan el cabello corto les destaca más el culo). Era muy simpática y con muy buen sentido del humor. Siempre nos reíamos. Eloisa, muy tímida al principio, pero poco a poco se iba lanzando más. Sin exagerar, pero se iba lanzando. Tenía el cabello canela, muy ondulado sin ser muy rizado, un poco bajita y con buen tipito. Sara, que el primer día se había sentado delante del todo, se dio cuenta que no era lo suyo, con lo que vino con nosotras. De hecho era la que nos llevaba por el mal camino. Cuando una clase no le gustaba, nos empujaba a ir al bar. Castaña, de mi altura, con un cuerpo con un poco más de curvas que yo. También estaba Julia. Quizás era la más seria del grupo. Cuando Sara nos convencía, ella se quedaba y luego nos fotocopiábamos sus apuntes. Era muy maja, nunca nos ponía ninguna pega por ello. Morena, cabello liso, ojos oscuros. Normalmente usaba lentes, pero algún día que no se las había puesto, aparecía con unas gafas que le quedaban bastante mal. De hecho no tenía mucho gusto con la ropa. También había una chica, Rocío, que era un poco outsaider del grupo. Nunca se sentaba en el mismo sitio en la clase, con lo que iba un con muchos grupillos de la clase. Era un poco despistada e iba mucho a su aire. Cabello liso, rubio a mechas, la verdad que le quedaba muy bien. Ojos verdes, muy majos. Con gafas, pero que le quedaban bien, le daban un toque. Y con muy buen tipo, con muchas curvas. Un buen culito y unos senos muy majos.
El ambiente entre nosotras era muy bueno. Enseguida cuajamos. Hicimos un buen grupillo. Algún día, después de las clases, nos íbamos a algún bar y pasábamos una velada fantástica.
Otra de las cosas que me pasó, fue conocer a Josefa. Tenía un año más que nosotras. Pelirroja, con alguna peca y muy buen cuerpo. Lástima que tuviera novio y que además fuera de la facultad. La verdad que con un 82% de chicas, había tenido suerte ligando en clase. Pues bien, Josefa era de mi pueblo. Era muy maja y enseguida nos llevamos bien. Y lo mejor de todo es que tenía exámenes de otros años, lo que te orientaba para saber que cosas preguntaban. Y apuntes de otros años, ampliados y pasados a limpio. Una joya. Acaparé tanto material como pude, ya que lo necesitaría para no tener que estudiar en verano.
Las clases, en general, iban bien. La más pesada era historia. El tema ya no da más de si, pero la profesora que lo hacía era un muermo. Para dormirse. Era normalmente la clase que nos saltábamos para ir al bar, mientras Julia tomaba apuntes. Por la mañana eran clases lectivas y por la tarde prácticas. Prácticas no teníamos todas las semanas, sólo algunas. Las primeras que hicimos eran las de Parasitología. Si las clases lectivas las daba un profesor, ya mayor, las prácticas las daba una chica, Almudena, de 25 años. Era muy simpática y agradable, daba gusto hacer las prácticas con ella. Además, era muy mona, unos bonitos ojos, cabello castaño liso, con media melena. Hasta que llegó el miércoles. Ese día iba un poco tarde para recoger los trastos del laboratorio. Almudena acabó antes, se quitó la bata, y pude ver su cuerpo escultural. Curvas de vértigo, con un top que marcaba mucho y una mini que dejaba ver unas piernas perfectas. Reconozco que el jueves y el viernes fui un poco lenta al recoger, y pude contemplar que el día que no llevaba una mini, llevaba un pantalón bien cortito. Realmente le gustaba provocar.
A la semana siguiente de las prácticas de Parásitos, al salir de clase, Laura nos preguntó.
Oíd chicas, ¿os apetecería dar una vuelta en barca este fin de semana?
¿Cómo dices tía? - inquirió Julia - ¿En barca?
Si, mi padre tiene una y aprovechando que son los últimos días de calor, podríamos dar una vuelta, ¿no?
Julia no parecía muy entusiasmada, pero yo si.
Ei, pues si, claro, estará genial - dije.
Muy bien!! Si queréis podemos quedar este sábado. Vendrán algunas amigas mías de Barcelona. Es muy probable que sea la última salida de este verano.
A todas nos pareció bien. Yo había salido tan sólo un par de veces en barca en mi vida, y me gustaba. Al llegar al piso, llamé a mis padres para decirles que este fin de semana no bajaría al pueblo. Me quedaría en Barcelona. El sábado por la mañana en barca y el resto del finde a estudiar un poco, que ya me empezaba a retrasar.
Llegó el sábado y fui para el puerto. Me había vestido para la ocasión. Gafas de sol, bolsa playera, tejanos muy cortitos, top blanco y debajo un bikini azul. Cuando llegué al muelle me quedé estupefacta. No era una barca sencilla, una motora o algo por el estilo. Era un pedazo barco. Un velero de dos palos. Si, Laura era un buen partido. Al llegar salió Laura. Vaya tipazo que tenía. Llevaba un bikini azul que le quedaba muy bien con su tono de piel, y sobretodo dejaba ver sus curvas. Tenía muy buen tipo, un tipo que no explotaba en la facultad. Poco a poco fueron llegando todas. Las amigas de la facultad, Eloisa, Sara y Julia y unas amigas suyas de Barcelona, Ester, Nadia y Marta (como yo). También había un chico, Jose, que era el marino del barco. Todas íbamos muy informales y veraniegas. De las amigas de Laura, me sorprendió Ester. Muy simpática y juvenil. Parecía que vivía en otro mundo. Cabello castaño claro, no muy largo pero con dos coleta en la nuca. Llevaba una camiseta blanca, que no daban idea de lo que había debajo y unos pantalones muy cortitos, que le dejaban ver unas piernas muy bellas.
Después de las presentaciones subimos todas al barco. Jose levó el ancla y puso rumbo al mar. Mientras nosotras nos fuimos situando en la proa, la parte de delante. Nos fuimos quitando ropa, y en bikini fuimos tomando el sol. Esperaba que alguna hiciera top-less, en especial Laura, pero no hubo suerte. A las pocas horas me entraron ganas de ir al baño. No sabía como funcionaría en un barco así, con lo que le pregunté a Laura si había baño.
Si claro mujer. Justo cuando bajas al interior, la primera puerta a la izquierda.
Gracias - respondí, sin desperdiciar la oportunidad de darle un repasillo.
Bajé y lo encontré enseguida. Era un baño que estaba muy bien. Bien decorado, bonito, bastante amplio para ser un barco, ... Cuando salí me encontré con Ester. Aún iba vestida tal y como había llegado al puerto.
Hola - le dije.
Hola. Marta te llamabas, ¿no?
Si.
Muy bien. ¿Como va la travesía?
Muy bien, la verdad es que el barco es una pasada.
Sonrió. Tenía una sonrisa muy dulce. - ¿A que sí? Seguro que Laura no os había dicho nada.
Que va. Y luego llegas y te lo encuentras, de golpe y porrazo.
Si, si, siempre hace igual - y mientras nos reímos. La verdad es que Ester era una tía de puta madre. Y con esas coletas tenía una punta de picarona. - Oye, ¿y Laura te ha enseñado el barco por dentro?
No.
Sonrió. - Pues muy mal. Un barco tan bonito hay que lucirlo.
Laura es como es, y no le gusta fardar de lo que tiene.
Cierto, supongo que será uno de sus encantos. ¿Te apetece que te lo enseñe?
Asentí. La verdad es que me picaba mucho la curiosidad. El barco era precioso, con lo que no quería perder detalle.
- Bueno, el baño ya lo has visto. Ahora vamos a la sala principal.
Era una sala polivalente. Cocina con barra americana, una mesa para comer y unos sofás. Un barco a todo lujo. Luego fuimos a la habitación de invitados. Enmoquetada y con una litera con camas bastante anchas. Y al fondo el camarote principal. Moqueta verde, gran armario y cama de matrimonio bastante ancha.
Muy bonito, me ha gustado mucho - dije.
Si, si. Es vivir a todo lujo. Hacer una travesía con este barco es una pasada.
¿Lo has hecho?
Si. Este verano. Una pasada.
Allí fue cuando me di cuenta que Ester debería ser una de las mejores amigas de Laura. Y ya me imaginaba una travesía con un bombón como Laura. Yo no lo habría podido soportar.
Bueno Marta. Le voy a coger un bikini a Laura. ¿Te importa si me cambio aquí?
No, tranquila, no me molesta. - ¿Cómo me iba a molestar?, pensé, todo lo contrario.
Ester se acercó al armario. De espaldas a mi se quitó la camiseta. Se giró y lanzó la camiseta sobre la cama. Y yo pude contemplar sus senos. Puf, nunca habría dicho que había unos senos tan perfectos debajo de esa camiseta. Redondos, firmes, grandes. Se volvió a girar y empezó a hurgar por el armario. Sacó un bikini rojo y se volvió a girar.
¿Qué te parece?
Muy mono. Pienso que te quedará bien - dije, si poder dejar de mirarle sus senos, su carita dulce y sus coletas. La verdad es que esas coletas tenían su punto. Y ella demostraba que realmente era una picarona.
Se volvió a girar y se puso el bikini. Luego se quitó el pantaloncito y las braguitas, dejándome a la vista su culito. Era un culito respingón, que daba muchas ganas de coger. Puf, me estaba poniendo muy tonta. Se puso las bragas del bikini. Se volvió a girar, mirándome con esa mirada de picarona. Y me dijo:
¿Que tal me queda?.
No se, déjame ver. - Vi la posibilidad de meter un poco de mano. No sé si fue el calor del momento o que, pero me empecé a acercar hacía ella. Puse mis manos sobre el tirante del bikini, tirándolo un poco, mientras decía - No sé. Déjame ver. - Y bajé mis manos hacía sus senos y puse mis manos sobre ellos. Lo hice sin demostrar lujuria, iba jugando con ellos, como si mirara si la cosa quedaba mejor de una manera o de otra. Pero yo, para mi misma, era muy consciente de lo que hacía, y me iba subiendo el calor, me iba poniendo más tonta. Al poco quité mis manos y dije:
Te queda muy bien. De hecho tienes unos senos que difícilmente algo te quedaría mal.
Que va, me vas a poner roja. - dijo, medio sonriendo - Los tuyos si que están bien.
Y sin cortarse puso sus manos sobre los míos. Empezó a jugar con ellos, para acabar acariciándolos con el pulgar. Y si, ella lo hizo de una manera más lujuriosa.
Pero que dices Ester. Los míos son muy normalitos. En cambio los tuyos tienen una muy buena talla. - Y tras decir esto, me cogió la mano y me la volvió a poner sobre su seno. Me cogió por sorpresa, pero rápidamente me adapté a la situación. Notaba como ella me apretaba el seno izquierdo, mientras yo hacía lo propio con el suyo. La situación se iba calentando. De hecho ya nadie decía nada, cada una jugaba con la otra. Hasta que Ester, con cara picarona dijo.
Marta, no se tú, pero yo me he puesto muy tonta.
Yo también - dije. Nos miramos a los ojos, con ternura, y nos besamos en los labios. Fue un beso dulce, agradable, un buen beso. Mientras nuestras manos seguían jugando con nuestros senos. Noté como una de las de Ester bajaba y se posaba sobre mi culito. mmmm me encanta que me lo toquen. Después de unos cuantos besos nuestros labios se separaron y nos quedamos mirándonos, con las caras muy juntas, con la nariz pegada una con otra, mientras nos mirábamos a los ojos. Con nuestra cara demostrábamos que estábamos muy tontas. Y nos volvimos a besar. Noté como sus manos iban sobre mi espalda y me desabrochaban el suje. Le facilité las cosas, para que me lo pudiera quitar con facilidad. Y volví a sentir sus manos sobre ellos. Jugando, acariciándolos. Al poco empezó a tocarme los pezones. Y yo me ponía a mil. Me encanta que me toquen los pechos.
Me encantaba esta chica. Su forma de ser. En todo momento llevaba la iniciativa, cosa que aún no me había encontrado. Y me encantaba. Seguí con el juego, y mis manos fueron a sus espaldas. Le desabroché el suje y lo dejé caer en el suelo. Y mis manos empezaron a jugar con sus senos. Oh Dios, era fantástico. Tenía unos senos perfectos, redondos, grandes, erguidos, bien puestos. Estaba en el cielo. Puse mis pulgares sobre sus pezones y empecé a acariciarlos. Noté como Ester se ponía más caliente, como se iba acelerando.
Ester empezó a empujarme a moverme hacia la cama, mientras nuestras lenguas y nuestras manos seguían jugando, las mías no podían separarse de esos senos. Cuando estuvimos cerca de la cama vi lo que pasaría, que me empujaría a ella. Pero a mi me gusta más estar arriba, así me pueden tocar más fácilmente, me encanta que me toquen. Así que al final de todo, la giré, se quedó ella al borde de la cama, y la empujé para que se sentara. Me senté sobre sus rodillas. Nos seguíamos besando, con locura con pasión, mientras sentía como sus manos recorrían todo mi cuerpo. Mis pechos, mi vientre, mi espalda, mi culito, mis piernas. Era una locura. estaba en el séptimo paraíso. Y cuando abría los ojos veía a esa diosa.
Nos seguimos besando, mi boca empezó a moverse, por su mejilla, por su cuello, bajando, bajando hasta llegar a sus senos. Mis labios empezaron a jugar con ellos, a disfrutar. Que senos más dulces tenía. Mi boca hacía círculos, lamía, hasta llegar a su pezón. Lo empecé a sorber, suavemente y luego lo mordí un poquito. Noté el gemido de Ester. Luego pasé al otro pecho, jugando, lamiendo, disfrutando. Cuando llegué a su pezón, también lo mordisqueé con suavidad.
Empuje con cariño a Ester para que se tumbara, mientras yo le quitaba sus braguitas. Tenía su sexo completamente depilado. Primero fui acariciando su entrepierna con las manos, mientras veía que estaba totalmente húmeda. Mis labios se acercaron y le empezaron a besar, recorriendo su sexo con mi lengua. Llegué a su clítoris y empecé a jugar con él. Ester gemía de placer. Mi lengua lo recorría. Le introduje un dedo mientras mi boca seguía jugando. Ester empezó a acelerar sus gemidos. Estaba disfrutando. Yo también. Introduje un segundo dedo. La recorría toda, entrando y saliendo, mientras mi boca seguía con su trabajo. Hasta que noté que se corría.
Una vez le hubo pasado el clímax del placer, me hizo señas para que me tumbara. Me puse a su lado, tumbada en la cama boca arriba. Y con muchas ganas de que jugara conmigo. estaba realmente excitada. Ella se puso encima mío, besando mis labios, mientras sus manos recorrían todo mi cuerpo. Estaba en el paraíso. Su boca empezó a bajar por mi cuello, lentamente, hasta llegar a mis senos. Su boca empezó a jugar con ellos. Y a mi me encantaba. Estaba disfrutando mucho con su boca, su lengua. Jugaba con mi seno derecho, mientras su mano jugaba con el izquierdo. Su lengua llegó a mi pezón. Lo besó, lamió, sorbió y mordió suavemente. Gemí de placer. Nunca me lo habían hecho y era fantástico. Su boca fue al otro seno y yo ya me moría de ganas que llegara al pezón. Pero primero quería jugar con el pecho, recorrerlo, besarlo, lamerlo. Hasta que llegó al pezón. Jugó, como con el otro, y también lo mordió, un pelín más fuerte. Que placer.
Su boca fue bajando por el vientre, mientras sus manos empezaban a quitarme las braguitas. Doblé las rodillas para facilitarle el trabajo, y que su boca no se separa mucho de mí. Aún así lo hizo, para contemplar mi sexo. Estaba bien depilado, a punto. Y muy húmedo. Estaba a cien. Empezó acariciándolo con la mano. Que gusto. Luego bajó la boca, que empezó a recorrer mi coño. Su lengua no paraba. Se notaba que tenía mucha práctica. Me hacía disfrutar muchísimo. Llegó al clítoris, y su lengua empezó a jugar con él. Era fantástico. Ella iba jugando, sin prisas, mientras yo ya no podía parar de gemir. Introdujo un dedo en mi vagina, mientras su lengua no paraba. Entrando y saliendo. Me encontraba en el séptimo cielo. Cada vez iba más deprisa. Hasta que introdujo el segundo. Yo ya no podía más. Que placer. Mis caderas se tambaleaban. Hasta que me corrí.
Me quedé un rato extasiada en la cama. Ella estaba sentada a mi lado. Cuando me hube recuperado, nos pusimos los bikinis y subimos arriba, a tomar el sol con las otras.