Estreno como cornudo feliz-Parte 2
Mi mujer tímida en un principio y bastante recelosa, se va liberando de una manera impensable para mí, yo creía que tardaría más, pero le va tomando el gustillo.
Continuando el relato anterior ( ESTRENO COMO CORNUDO FELIZ), cuando yo le dije a nuestro nuevo amigo Carlos, que no sabía si María estaría en condiciones de salir por la noche como habíamos quedado, después de esa sesión de sexo inesperada y que mi esposa muy lanzada contesto que ella en media hora de descanso y otra ducha refrescante, estaría para cenar.
Pues bien, yo dejé a mi mujer tumbada en la cama y me fui a duchar, saliéndome luego a la terraza de la habitación para fumarme un cigarro y pensar en todo lo que había sucedido. Había sido inesperado, por lo menos para mí, ya que no es como lo habíamos hablado María y yo. Ella tomo la iniciativa sin consultar conmigo. No me importo, había estado mejor que nuestras fantasías, no me sentía culpable, ni con remordimientos, pero si algo descolocado.
Estaba abstraído mirando el mar, el horizonte, cuando me saco de ese momento tan especial, María que se había duchado y no me había enterado. Se sentó conmigo en la terraza y me cogió el cigarro que estaba fumando, dándole una intensa calada. Le pregunté que le pasaba y ella me decía que no sabía si era buena idea lo de cenar con Carlos, solo pude decirle que si quería le llamaba para des quedar, pero que no entendía ese cambio por parte de ella. Con lo lanzada y decidida que fue antes. Hasta que me confeso que le daba un poco de corte mirar a Carlos, que tal vez era vergüenza. Yo le hice saber que no me arrepentía de nada de lo que sucedió y que ir a cenar con él, no llevaba implícita ninguna obligación. Que si se sentía más tranquila le diría a Carlos, que de momento no queríamos más, que seguro que él lo entendía. Mi esposa sin yo esperármelo me dijo que fuera sincero con ella, que quería saber lo que pensaba y sobre todo lo que sentía.
Mira María yo me siento muy bien, fue mucho mejor de lo que me imagine, no tengo remordimientos ni me arrepiento, ha sido mejor de lo que yo esperaba y si fuera por mi repetiría, solo me ha molestado una cosa y es no poder haber respondido yo de la misma manera que Carlos. Vi como mi esposa miraba sin saber que decir, supuse que le sorprendió mi contundencia. Ella me decía que le costaba entender todavía como me podía gustar verla poseída por otro hombre, que era lo que me había gustado y porque decía que fue mejor de lo que había imaginado. Como quería que fuera sincero, le dije que no se ofendiera ni se enfadara por lo que iba a decir, pero que era mi verdad. Ella me juro que no se enfadaría. Me gusto verte como lograba ponerte cachonda como nunca te vi, como te insultaba, como le pedias más, tu vocabulario y eso que cuando te dabas cuenta de que estaba ahí te contenías, como saco la puta que llevas dentro, como te calo nada más verte, solo de pensarlo me pongo como un burro. Y yo le pregunte que ahora fuera ella la que fuera sincera. Se encendió otro cigarro y después de darle dos caladas profundas y sin mirarme directamente a los ojos, me conto que sí, que a ella le había gustado bastante, pero que también pudo ser la bebida la que influyera, que eso no era una disculpa. No me quedo más remedio que interrumpirle y recordar que tenía que ser sincera, que recordara que yo había estado presente, que la conocía muy bien.
Si es verdad me hizo disfrutar mucho y si, tuve unos orgasmos irreconocibles para mí. Ahora si estaba siendo sincera, como veía que yo estaba tranquilo se fue soltando más. No pensé que pudiera ser así, de pronto suave y de pronto como un animal, además sabe cuándo hacerlo, sabe el momento justo, es muy bueno. Insistí más, queriendo saber lo que más le gusto de Carlos. Mi esposa quiso escabullirse de la pregunta, preguntándome si antes o después de, yo le conteste que, de todas maneras. Le gusto cuando lo vio, que se le notaba un tío fuerte, con gusto en el vestir, sus ojos, pero sobre todo la sonrisa tan seductora que tiene. También la gracia y la chispa en sus conversaciones. En la otra faceta lo que me dijo antes, el saber la intensidad que tiene que usar en cada momento. El notar el potencial físico que tiene, ver en tensión ese cuerpo, como brilla sin llegar a ser un sudor molesto. Como besa, sobre todo eso, la pasión con que lo hace. No sabía si sería bueno preguntarle por su nabo o no, como tampoco sabía si preguntarle como hacia las cosas y como utilizaba su lengua, podía ser una pregunta que lo mismo no me gustase la respuesta y porque ya había visto yo lo que había visto. Pero la hice, me imagino que, por morbo, por masoquismo o por empezar a estar muy excitado.
Esta vez sí me miro directamente, note como me observaba, pienso que para saber mi reacción cuando le escuchara. Ya que lo quieres saber, su lengua es única, nunca nadie me comió de esa manera y cuando digo nadie es nadie. Sobre su pene que quieres que te diga que no hayas visto tú, no me podrás negar que no es una preciosidad, solo de vérselo me puse excitada como jamás lo estuve, depilada, morena, esas venas, pero lo mejor es su dureza y lo caliente que esta, es una sensación algo fuera de lo normal. Es como cuando yo veo a una mujer desnuda y ves que tiene los pechos bonitos, pues no me dirás que no te pareció preciosa, majestuosa. Y para que no te queden más dudas, ni nabo, ni rabo, ni polla, un ariete es lo que tiene y por esa dureza me pudo hacer el culo, que por cierto me lo dejo para el arrastre. En una cosa decía la verdad, tenía un cuerpo perfecto y ver toda su musculatura, no exagerada, como cogía a mi esposa y la manejaba, era algo que nunca apareció en mi fantasía y era un espectáculo excitante verlo, pero además era cierto lo que decía María, aunque trataras de evitarlo mis ojos se clavaron en ese ariete, que más de uno nos conformaríamos con la mitad, pero sobre todo con esa potencia.
Para terminar y sin darme tiempo a mas, mi esposa me dijo, pero a pesar de todo, esta noche no pasara nada, que me lo avisaba. Se levantó para irse a vestir y se acercó a darme un beso, fue cuando se dio cuenta de mi erección y me toco. Tocándome bien y moviendo la cabeza, me decía que no podía ser conmigo, que estaba excitado de saber que Carlos le había hecho de todo y mejor que yo, que para ella era sorprendente saber que me gustaba tanto el papel de cornudo, que teníamos que tener cuidado para que no se nos fuese de las manos. Que por eso esta noche nada de invitar a Carlos a la habitación, que así evitaríamos tentaciones, no por ella si no para que yo no insistiera, que ella se mantendría en lo que ha dicho, entre otras cosas porque hoy ya no estaba para trotes. Mientras ella se fue a vestir, yo lo hice también, fui rápido porque me puse un pantalón vaquero, una camisa de manga larga que remangue un poco y me calce, ya estaba. Me Sali nuevamente a la terraza mientras espera a María y me fumaba un cigarro cuando me sonó el móvil, era Carlos que me decía que estaba abajo, fue muy puntual. Se lo dije a María y me dijo desde el baño, que tranquilo, que ya casi estaba.
Cuando salió del baño no me lo podía creer, como iba.
Llevaba un vestido que se compró antes de salir de viaje, era elástico de color verde intenso, ajustado que destacaba sus curvas y sobre todo su pecho, que daba la sensación de ser más grande aun de lo que era. No llevaba sujetador y sus pezones eran perfectamente visibles, por cómo se marcaban. Y debía de llevar algún micro tanga porque no se notaban ninguna marca.
Y tú dices que esta noche no quieres nada. Es verdad, pero eso no quita que le deje cachondo. Sera muy divertido. Luego nos desquitaremos tu yo aquí. También llevaba unas botas negras, de tacón fino, se le veía más alta y le hacia el culo muy respingón.
Mientras terminaba de darse un toque, así me dijo, me hizo bajar antes y dejar claro a Carlos que esa noche seria tranquila, que por hoy ya había habido suficiente. Cuando me encontré con Carlos se lo dije como pude y el muy comprensivo lo entendió. Pero cuando apareció María, note como los ojos de Carlos se clavaron sobre ella, eso me hizo poner cachondo y eso que traía un pañuelo sobre sus hombros, de tal manera que no se veían sus pezones marcados.
Se saludaron con toda normalidad y nos montamos en el coche de Carlos que nos llevó a cenar a un restaurante japonés. En ese momento no tenía ni idea de que pensaba María, a mí la verdad que no me atraía mucho, pero como él se había molestado en llevarnos, pues no dije nada. El ambiente del restaurante era de bastante fresco, lo que hizo que mi esposa no se quitara la pañoleta de los hombros. Era un fastidio porque quería ver la cara de Carlos. Cuando entramos pude darme cuenta de cómo miraban varios comensales a María, detecté miradas de deseo y de envidia. Eso me hacía sentirme como orgulloso. Tanto mi esposa como yo no teníamos ni idea de que pedir, Carlos se debió dar cuenta porque se ofreció si no nos importaba a elegir el, que era un asiduo del lugar y sabía muy bien de las especialidades, nos dejamos convencer y el pidió. Todo estaba buenísimo y eso que empezamos a cenar con reticencia, pero todo fue exquisito.
Durante la cena, Carlos fue todo un caballero, no hizo ninguna mención, ni la más mínima insinuación a lo ocurrido pocas horas antes. Hablábamos como si fuéramos amigos de toda la vida. Nos contábamos anécdotas de nuestras vidas. Me levante para ir al servicio y así lo hice, cuando salí me acerque a la persona que nos atendió y le dije que me cobrara a mí, pero me dijo que no podía hacer eso que D. Carlos se molestaría, insistí y no hubo manera. Una vez en la mesa se lo conté a Carlos y me dijo que éramos sus invitados, que no había nada que hacer. Lo agradecí, pero, aunque sé que no era su intención, me hizo sentir de menos. Para subsanar eso, le dije con firmeza que ahora les tocaba a ellos invitar a una copa, que, de no ser así, se marcharían para el hotel. Al final accedió, pero ahora venía el problema de que al no conocer yo la ciudad, no sabía cuál sería el sitio más indicado. Mientras no tomábamos un licor detalle de la casa, le pregunte por los sitios, él me dijo que, ya que fumábamos, sobre todo yo, había un sitio de confianza donde podríamos fumar. Eso fue lo suficiente para convencerme.
Cuando terminamos nos fuimos para el sitio, desde donde aparcamos hasta el sitio, había un poco de distancia, fuimos caminando tranquilamente, mi esposa iba agarrada de mi brazo en medio de los dos, no sé cómo lo hacía, pero tal como contaba algunas cosas Carlos era para desternillarse de risa, era un tío muy ameno y agradable. Y en las conversaciones más serias se veía que estaba empollado de todo y con respecto a la actualidad diaria esta al día.
Cuando llegamos al sitio, se veían varios pub y movimiento por la zona, imagino que otros días que no fueran domingo estaría lleno. Llegamos a un pub, que en la puerta había un musculitos, de estos de gimnasio, de músculos exagerados hasta decir basta. Cuando vio a Carlos lo saludo de tal manera, que era obvio que lo conocía mucho y le respetaba, entramos y había bastante gente, demasiada para estar tranquilos y poder continuar con una conversación normal. Antes de adentrarnos más en el pub, le dije a Carlos que era un sitio muy agobiante que buscáramos otro sitio, me miro, me guiño un ojo y siguió andando, puse a mi esposa detrás de él y yo detrás de ella, para evitar cualquier tontería.
Llegamos justo donde hay dos máquinas tragaperras, una máquina de tabaco, los aseos, un cuarto con el letreo de privado y unas escaleras, que tenían un cordón granate puesto para evitar que nadie subiera. Carlos golpeo de una manera desaforada la puerta que ponía privado, se abrió y salió un hombre de mi edad, con la cabeza totalmente rapada, alto como Carlos y más o menos igual de fuerte, se dieron un fuerte abrazo, le dirigió palabras fuertes a Carlos por llevar tanto tiempo si ir por ahí. Nos presentó como unos amigos que hacía tiempo que no veía y que queríamos un sitio tranquilo, el amigo que todo el mundo lo llamaba de una manera, pero Carlos le llamaba Duque y nos dijo que si éramos amigos de Carlos que le llamáramos igual. Le dijo a Carlos que era su casa que ya sabía que podía hacer lo que quisiera y llamo al que debía ser el hombre de confianza, encargado, lo que fuera. Y nos encaminamos todos hacia la escalera, quito el cordón y subimos todos, llegamos a la planta alta, que solo la abrían viernes, sábados. Vísperas de festivos y en verano. El resto del tiempo la tenían cerrada para ahorrarse personal. Pero lo mejor que había una puerta que daba a una terraza muy discreta, con mobiliario típico de jardín, que por lo que me comentaron era de resina, color antracita, pero para mí, gris oscuro de toda la vida. Las vistas eran espectaculares, un sitio que por lo que dijo el duque solo para los más amigos. Nos dijo que dentro también podíamos fumar, que a nuestro gusto. Lo único que la persona que nos acompañó, nos traería las primeras bebidas, pero las siguientes lee dijo a Carlos, que ya sabía había que bajar a pedirlas.
Cuando subieron las bebidas, Duque se disculpó por tenerse que ir, que si no se enrollaba mucho luego volvería. De pronto se puso a sonar una música tipos baladas, música distinta a la que había en la planta baja y también en una esquina se encendieron luces de pista de baile, por lo que se ve habían conectado todo para nosotros, todo eso para tres personas. Carlos nos contó que ahora su amigo se iría a supervisar varios locales más que tenía.
Justo en el momento que María se quitaba la pañoleta, apareció de nuevo el Duque, que se le había olvido el teléfono móvil, sus ojos y los de Carlos se clavaron en ella, la cara de golfos salidos que se les puso era indefinible. La desnudaban con la vista y yo imagino, que ella se dio cuenta como yo, el amigo carraspeo miro a Carlos levantando las cejas y se fue. Eso me puso cachondísimo. Yo creía que a mi esposa esa noche le habían crecido más los pezones, era una barbaridad lo que se le notaban. Vi como Carlos con mucha discreción se colocaba su paquete. Sentados como estábamos Carlos no podía evitar que su mirada fuera a los pezones de María y esta estaba en plan provocadora, porque veía como jugaba con su mano al agarrar el vaso de tubo de la bebida, muy suavemente y como si no pasara nada, movía lentamente dos dedos sobre el vaso como si estuviera haciendo una paja, o como jugaba de la misma manera con su lengua. A Carlos no sé si le pondría cachondo, pero a mí me tenía ardiendo ya.
Como se acabó la bebida Carlos bajo a pedir más. Tardo en subir, lo que me vino bien para hablar con mi esposa, le lleve mi mano a mi paquete para que viera como me tenía y ella me decía que me reservase para el hotel. Que ella también estaba igual. Metí mi mano por debajo de su vestido y la muy guarra iba sin nada, estaba totalmente mojada. Le dije que, si se lo quería tirar otra vez y ella muy seria me dijo que no, pero que me avisaba que ni se me ocurriera provocar la situación porque se enfadaría un montón, la vi tan seria como cuando luego se cabrea durante días conmigo, por eso me la creí.
Seguía el juego de mi mujer con Carlos, pero yo ya me imaginaba que se la follaba de cualquier manera allí mismo y hacia que mi calentura subiera cada vez más, parecía una olla a presión. Ya empezaron a hablar con más confianza, el la provoca con comentarios con doble sentido y ella en vez de achantarse le seguía el juego. Pero toda mi calentura se corta de golpe cuando aparece el Duque. Note que a mi mujer también, porque se puso más comedida.
Pero ahora sentado los cuatro y como la devoraban con sus miradas, volví a ponerme de nuevo muy cachondo y más cuando empecé a fantasear con los dos follándosela, pero me decía que no podía ser. Según los oía hablar a los tres de sexo bromeando, necesitaba hablar con mi mujer a solas, quería proponerla algo nuevo. Así que le dije de bailar y nos fuimos para el otro lado, ella una vez que estábamos abrazados bailando, se me pegaba mucho, conociéndola como la conocía sabía que estaba caliente y le pregunté si estaba mucho y su única contestación fue un UF, tanto apretarse hizo que mi nabo se pusiera durísimo. Le insinué lo que se me pasaba por la cabeza, pero de una manera muy sutil o eso creía yo, porque su contestación en mi oído me dejo planchado. Como es que eres tan cerdo, quieres verme liada con los dos, es que no tienes medida, por lo menos se sincero, no andes con rodeos. Todo lo dijo con voz firme y apretándose contra mí. No me quedo más remedio que decirle que no era del todo así, pero que algo si había, que lo mismo el alcohol, me hacía perder el oremus. Mi única salida para no quedar muy mal fue decirle de irnos al hotel que no aguantaba más y que si seguía moviéndose así no respondía. Mientras decía esto tanto ella como yo veíamos que ellos nos miraban y murmuraban algo, seguro que de ella. Pero cuando María me iba a contestar mi pregunta sobre irnos al hotel, se acercó el Duque y me pidió permiso para bailar con mi mujer, ella me miro y yo encogí mis hombros, se pusieron a bailar y el desde el primer momento se apretó bien a ella, que no hizo ademan de quitarse. Me imaginaba el todo empalmado y ella notándolo y no puedo mentir me los imaginaba ya follando. Mientras bailaron no los vi hablar para nada. Ahora fue Carlos el que se acercó y se puso a bailar con María, se notaba que había más confianza, vi que el si le hablaba y ella sonreía de vez en cuando, viendo cómo se movían también sus labios. Una de las veces me dio la sensación de que Carlos llego a besar su cuello, pero no lo podría jurar. Estaba loco por saber de qué habían hablado, por lo que me acerque a bailar yo ahora.
Por su respiración note que estaba cachonda como una perra, pero ella lo quería disimular. Antes de que pudiera preguntar, ella me dijo que nos teníamos que ir o no respondía y que no quería ir a más, que estábamos cerca de cruzar una línea peligrosa. En vez de asustarme me puso al límite de mi calentura, me apretaba más a ella y me movía mas. Ella insistió en irnos a desahogar los dos solos al hotel. Le pregunte que antes me dijera que había pasado. Si cortarse me dijo, que le habían pegado sus pollas bien duras con total descaro, que no se cortaron, que le habían tocado el culo cuando yo no podía verlo y que Carlos le había pellizcado los pezones de tal manera que estuvo cerca del orgasmo. Entre lo que me contaba y como nos movíamos, provoco que me corriera en mis pantalones, quise disimularlo, pero ella se dio cuenta y me lo pregunto, cuando se lo confirme, muy enfadad me dijo que ya podía hacer lo que fuese para estar en plena forma en el hotel.
Era necesario que fuera al aseo a limpiarme porque estaba totalmente manchado, pringado. Con la excusa de ir por bebida, aunque el Duque se ofreció a ir por ella, yo insistí para estirar las piernas y de paso ir al aseo. Mientras bajaba pensé además de en limpiarme, pagar, subir la bebida, tomárnosla rápida y excusarnos e irnos al hotel. Sé que entre limpiarme que tarde un poco, pedir la bebida y subirla tarde más de la cuenta, pero ya iba pensando en la disculpa para irnos. Cuando llego y veo a mi esposa totalmente desnuda, solo le quedaron las botas, siendo follada por Carlos, desde atrás, ella inclinada chupando la polla del amigo de Carlos, que estaba sentado en un taburete. La imagen me impacto, pero en vez de enfadarme me puso cachondo. No hice nada de ruido, deje todo en el suelo y seguí mirando. No sabía cómo habían llegado a eso. Pero imagine que mi esposa tampoco puso mucho impedimento. Ella mamaba con ganas, con ansia y no dejaba de mover su culo disfrutando de la penetración de Carlos, de ella solo se oían sonidos guturales de pasión y mucha excitación. De ellos lo único que se oía era como le decían a ella, lo bien que la mamaba, lo bien que movía el culo, lo puta que era y más cosas que yo sabía que le tenían que estar poniendo muy cachonda a mi esposa. Tal como se puso tensa sabía que se estaba corriendo sin sacarse la polla que tenía en la boca. Pero acto seguido ya estaba otra vez como en trance.
Me acerqué y me puse en un costado, ellos me vieron, pero ni se inmutaron, bueno Carlos me guiño un ojo. Ella seguía recibiendo metidas, por todos los sitios, ni se enteró de que estaba allí. Hasta que el Duque me dio la enhorabuena por tener una mujer tan buena mamadora. En ese mismo instante ella paro la mamada y mirándome quiso decirme algo, pero con la follada que le estaba dando Carlos, solo le salió un hilillo de voz pidiéndome perdón y diciéndome que ahora no podía parar. Su cara era de felicidad, pero cuando le di un beso en la boca, que por cierto sabia raro, fue completa esa felicidad. Entonces el duque aprovecho y se sentó en uno de los asientos grandes que había y les dijo que se acercaran, pude ver que su nabo era más grande que el mío, pero no como el de Carlos, lo único que tenía un capullo como una seta gigante, hizo a María sentarse encima de él y ella no tardo en meterse esa polla dentro. Carlos se acercó y en una posición que hacía que sus músculos, se marcaran mucho más, tanto los de las piernas por la posición que tomo, como los de sus brazos, mientras el amigo devoraba los pezones de María, él se fue colocando por detrás y mi esposa, con voz frágil por la calentura y para mí con poco convencimiento, le dijo a Carlos que por ahí otra vez no podía ser, que lo tenía fatal, pero Carlos continuo a lo suyo y fue metiendo su nabo por su culito, ella lo único que hizo fue ir adoptando una postura más cómoda, mientras se besaba apasionadamente y descontroladamente con el otro.
Yo no lo pude evitar mientras lo hacían me pajeaba como un mono, era fantástico ver esa coordinación que tenían esos dos con la penetración. Ella solo decía que no parasen y me decía a mí con voz de cachonda que era increíble, que menudo dos bicharracos, pero la muy cara me miraba y me decía que era por mí, corriéndose al rato. Los dos aguantaban como fieras, eran un portento, yo había perdido las veces que se había corrido María, por lo menos desde que yo llegue. Mi esposa ya pidió una tregua estaba que no podía más, se sentó sobre el sillón y ahora se puso a comer los dos nabos de forma alternativa. A María nunca le hizo mucha gracia lo de que me corriera en su boca, pocas veces y la mayoría por no haber avisado yo, escupiéndolo al acto. Pero esa vez Carlos aviso de que se iba a correr y en vez de quitarse, se la metió lo que pudo en la boca y por la expresión de Carlos pude notar como se corría dentro, además de no escupirlo se lo trago todo y se la dejo bien limpia, para luego pasar a el Duque y hacer lo mismo.
Carlos nos llevó para el hotel y María fue todo el camino callada en la parte de atrás. Le dije a Carlos que no se molestara en bajar, pero no me hizo caso y bajo. Abrió la puerta a María y cuando está bajo se dedicaron una sonrisa mutua, pude ver como se despedían con dos besos, que se los dieron prácticamente en la boca.
Ya en la habitación se fue a la ducha y antes de meterse le pregunte que como podía haber pasado todo eso. Ella se acercó y me dio un buen beso, metiéndome la lengua en mi boca, le sabia a corrida, pero no me importo. Le insistí y ella me contesto, que lo haría pero que no se enfadase.
Por lo que se ve, cuando yo me baje, Carlos volvió a bailar con ella y le dijo al oído, ¿sabes que, aunque tu marido h dicho que no querías nada, esta noche mi amigo y yo te vamos a follar por todos los sitios? Eso por estar provocándonos, que en ese momento se acercó el amigo y se pegó detrás de ella bailando los tres, que notar esas dos pollas duras, la debilito tanto, que cuando Carlos me pregunto si quería que la follaran, no supo cómo salió de su boca, pues no habléis tanto, que lo llevo esperando toda la noche, además mi marido también quiere, pues démosle el gusto. Quise saber si al día siguiente quedaríamos con Carlos y ella me dijo que necesitaba un día de relax.