Estreno como cornudo feliz-FINAL
Cada uno debe conocer sus limitaciones. Reconocer que una mujer aguanta mucho más que nosotros. Dejar de pensar que si un tío folla mucho por ahí es un crack y si lo hace una mujer es una puta. Hay que saber disfrutar de lo que tenemos y no se es menos hombre por compartir a su mujer. Puedo decir que hemos disfrutado mucho, nos hicimos más cómplices y esperamos seguir disfrutando. Que no fue como yo lo fantasee, cierto. Pero ha sido mucho mejor y espero que los pocos complejos que me quedan a este respecto desaparezcan pronto.
Esa mañana despertamos los dos a la vez y bastante entrada la mañana. Mi esposa me decía que tenía agujetas por todos los sitios, que el culito lo tenía destrozado y el chochito como escocido. Yo con mucha guasa le dije que eso le pasaba por ser tan putita. Ella me dio con una almohada y riéndose me dijo que no me pasara. Me alegraba que se hubiese despertado así. Pero a pesar de mis bromas, note como no quería profundizar en el tema. Decidimos ponernos el bañador para ir a aprovechar nuestro último día de playa, pero antes pasaríamos a desayunar. Durante el desayuno yo trataba una y otra vez de entrar en el tema de lo sucedido estos días, pero ella esquivaba el tema. No me quedo más remedio que desistir, pero no pensaba rendirme, esperaría mi oportunidad.
Esta oportunidad llego tumbados en la arena. Le pregunte directamente, diciéndole que necesita saber y que, seguro que sería bueno para los dos, el sincerarnos. Y ella acepto, pero me dijo que ya que había iniciado el tema, que empezara yo. Como no quería darle motivo para escabullirse otra vez, empecé yo.
Pues mira, tuve dudas de que fueras capaz el primer día, me gusto como que tomaras la iniciativa, pensé que me daría un ataque de celos, pero lo único que me lleve fue un calentón. En la playa sabía que te gustaba un mucho, estaba seguro de que estarías muy húmeda. Pero después de la primera vez te vi muy pensativa, muy dudosa, como si estuvieras arrepentida. Por eso pensé que ayer sería una simple cena y una copa. Aunque tal como te vestiste, tuve alguna duda, pero como luego no daba pie a que te entrara, lo único que conseguías era ponernos cachondos a los dos, llego un momento que estuve a punto de cortar la velada para irnos al hotel, necesitaba hacerte el amor como un loco. Cuando te despediste ayer, me dio la impresión que hubieras seguido con él, toda la noche, pero cuando marchaste para la entrada del hotel contoneando tu culo tan descaradamente y como lo miraba el, me puso cachondo. Mientras yo le contaba esto, ella escuchaba muy atentamente y cuando dije que de momento había acabado, pero que si me acordaba de algo más lo diría. Le dije que ahora le tocaba a ella.
Lo primero que salió de su boca, fue preguntarme si era verdad lo último que había dicho. Lo de que le miro el culo mientras iba hacia la puerta. Se lo confirme nuevamente y ella me dijo, pues que sepas que sí, que era una invitación para que viniera, pero luego me alegre de que no hubiera venido. El primer día estuve cabreada por que no llego cuando dijo, pero luego cuando lo vi, esa sonrisa, esa mirada y ese cuerpo pudieron conmigo. Me asustaba este nuevo paso que querías que diéramos, sobre todo por los posibles celos o porque no salieran las cosas como en tus fantasías, bueno las nuestras y te mosquearas. Paso lo que tenía que pasar y no se pareció en nada a lo que habíamos pensado, fue para mí mucho mejor. Luego cuando nos acostamos, estuve pensando en todo lo sucedido, no me lo podía creer. Ni estaba arrepentida ni nada. Mis temores se habían disipado y tenía ganas de volver a estar con él. Además, lo que creía que me daría mucha vergüenza, el que tú me vieras, resulto que me puso más caliente, el poder observar cómo me mirabas y como te tocabas, menuda calentura que pille. También me vino a la cabeza, tus primeras conversaciones sobre verme con otro, que no lo entendía, me costaba creer que un hombre quisiera ver a su mujer con otro, pero ya no le busco explicación, si tú lo pasaste bien y yo también, lo demás no importa. Pero, aun así, quería que el día de ayer fuera normal, no quería que Carlos pensase que chascando los dedos me tendría, pues no, por eso no quería. Pero según fue pasando la noche, pensaba en lo sucedido con él, en cómo me miraba con esos ojos de deseo, que me fui calentando y no sabes cómo. Luego bailando con los dos, que fueron muy descarados, notar como les crecía todo y como lo notaba, era una autentica tentación. Pero el remate vino cuando tú te fuiste y me apretaron bailando entre los dos, en ese momento supe lo que pasaría. Me trataron como a una puta y a fe que consiguieron hacerme sentir así, me gusto y me excito hasta cotas inalcanzables hasta ese momento y ya sabes el resto.
Mientras me contaba todo eso, podía notar sus ojos de deseo y como sus pezones se endurecían. Le ponía cachonda lo que me estaba contando. Yo quise poner un poco de salsa al asunto y ver si cambiaba de opinión. Le conté que Carlos me había ofrecido ir a un pub de parejas liberales, aunque era mentira, no me había dicho nada. Ella me dijo no, sin dudar, sin titubear. Trate de convencerle diciéndole que allí no nos conocía nadie. Diciéndome nuevamente que no y añadió que, para ser la primera vez de incursión en ese mundo, ya había estado bien. Por ese lado no había nada que hacer, cambié y le propuse llamar a Carlos para tomar algo y despedirnos, ya que mañana nos íbamos. Ella rechazo otra vez la propuesta mía, diciéndome simplemente, que si quería le llamara y desayunábamos mañana antes de coger rumbo a nuestra casa.
No me reconocía, no estaba dispuesto a que esto se quedara así, la pondría a prueba. Mi esposa zanjo el tema y se puso los auriculares para escuchar música. Podía oír parte del sonido. Yo seguía dando vueltas a mi cabeza. Cogí mi móvil y le mande un wasap, donde le decía que, si en una hora podía estar en el hotel, pero sin que María le viera, que era para darle una sorpresa, que ya le explicaría. Estuve mirando con bastante nerviosismo el teléfono, hasta que por fin me contesto. La contestación fue un simple icono con un pulgar hacia arriba.
A la hora aproximada le dije a María que me iba para el hotel, que estaba achicharrado, que parecía un guiri. Renegando se levantó y se vino para el hotel. Durante el camino al hotel que estaba cerca, no paraba de mirar para ver si veía que estaba Carlos, pero no le vi. Esperaba que estuviera en la cafetería del hotel. Cuando entramos en el hall del hotel, me vibro en móvil. Lo ignore para que mi esposa no preguntara. Nada más entrar en la habitación, me dijo que me duchara yo primero, que ella tardaría más y no quería que luego le metiese prisa. Poniendo cara de sorpresa le dije que no se preocupara, que fuese ella primero a la ducha que yo bajaría por tabaco que no tenía. Nada más meterse en la ducha, yo en voz alta dije que en un rato volvía, abriendo y cerrando la puerta, pero sin salir. Con mucho cuidado me fui para la terraza, quedando a medio cubierto con parte de la cortina. Mande otro wasap, diciéndole que subiera muy rápido y que llamara insistentemente a la puerta. Solo me puso volando.
La verdad que no sabía dónde estaba esperando, pero en verdad tuvo que subir volando. Oí los primeros golpes a la puerta y eran flojos, así María no lo oiría, pero los siguientes parecía que querían tirar la puerta. Oí como María cerraba el grifo y salía envuelta en una toalla y diciendo en voz alta, que torpe eres siempre, no te bajaste la tarjeta para abrir. Yo la veía de espaldas, no pude ver su cara cuando abrió la puerta, pero oí perfectamente lo que dijo, no fue ni un hola, ni unos buenos días, ni nada parecido, simplemente dijo que cabrones que sois y le dejo pasar.
Note a Carlos un poco desconcertado en ese momento, pero María le dijo, por lo que veo mi marido quiere batir el record de llevar cuernos, mi cabeza y mi chocho, sobre todo este último, dicen que porque llevarle la contraria, me sorprendió oírla decir eso, con tanta soltura, pero más me sorprendió, como dejo caer la toalla quedándose completamente desnuda y como le decía, que su chochito y su culito le iban a echar de menos. Se debía de creer que yo me había ido, porque la veía totalmente diferente. Yo tenía pensado salir, pero viendo cómo se desarrollaba todo, me quedé en mi sitio, vi como ella se tumbaba en la cama y como se ofrecía, le decía mi toro por donde me la quiere meter primero por delante o por detrás. Veía como él se desnudaba y mientras lo hacía, más que pedirle le ordeno que mientras se tocara para él. Yo sabía que ella le mandaría a freír puñetas o algo así, pero que va, la muy puta se abrió de piernas y se tocaba para él. Eso se lo había pedido yo un montón de veces y me tachaba de enfermo cuando lo hacía.
Carlos se quedó en pelotas y con todo el rabo mirando para el techo, no me gustan los tíos, pero era una envidia ver semejante cosa. Ella con voz fogosa le decía, porque no vives donde nosotros si no te haría follarme todos los días. Menudo rabo que tienes y lo mejor lo bien que lo usas, ven aquí, le decía. Él se acercó y aunque solo miraba de vez en cuando para no ser descubierto, vi como tenía la cabeza metida entre las piernas de mi mujer y ella jadeando. Estaba desconocida, le oía decir a Carlos, que lengua tan buena y que bien la utilizaba, que era una máquina. María siempre era bastante conservadora en eso de hablar, de expresar lo que sentía cuando estábamos en faena, pero con él no tenía límites. Lo que en un principio me molesto, luego me fue gustando y excitando.
Ella decía que sui seguía así iba a llegar ya sin remedio y por lo que vi el no hizo nada de caso, porque empecé a oír los prolegómenos de la respiración de mi mujer antes de correrse. No me equivoque al momento se corría y diciéndole amor no te pares, no te pares, bébetelo todo. Que cachondo me ponía. Ella le dijo que se tumbase que prefería ponerse encima, que la notaba mas así, que parecía que le saldría por la boca. Ahora podría ver mejor, porque ella quedaba de espaladas a la terraza, bueno de medio lado para ser más precisos, de verme alguien solo podía hacerlo Carlos y el seguro que no diría nada.
Vi como ella se iba sentando, metiéndose todo el rabo hasta dentro, ella con un tono de voz cachondo, le decía que no podía describir lo que se sentía al tener todo eso dentro. Carlos le dijo que se tocara otra vez para él, ella puso voz como de niña pequeña, diciéndole que es lo que quería exactamente. El sin ningún signo de duda, le dijo que fuera como es ella y que le saldría. Ella con la misma voz le pregunto que como era ella y él le dijo, déjate de gilipolleces y saca lo puta que eres, déjate llevar, que no está el cornudo de tu marido. Vi como primero se tocó sus tetas, luego como se llevaba una a la boca y chupaba su propio pezón, él sonreía y le decía ves que fácil era. Ella seguía moviéndose y ahora se llevó una mano hacia su chocho, que, aunque yo no podía verlo bien, por la posición y los movimientos, estaba claro.
Mi pregunta era si el hacía con ella lo que quería o es que ella en el fondo era así. No lo sabía, pero me estaba gustando. Ahora vi como el agarraba su culo y como la daba empujones, clavándosela de una manera inhumana. Pero mi esposa en vez de quejarse le decía, que animal que era, pero que siguiera sin parar, él le respondió menudo putón que tiene tu marido en casa y mi mujer decía con la respiración muy entrecortada, él lo ha querido así, oí como se empezó a correr y yo lo hice también, dejando el cristal del ventanal todo manchado. Mientras me corría me di cuenta de que Carlos le tenía los dedos metidos en el culo.
Normalmente cuando se corría conmigo, luego se quedaba muy relajada, muy quietecita, pero ya no me asombre, cuando con voz de puta total, le dice a Carlos, sabes si hay algún voluntario que me quiera dar por culo y llenármelo bien. Carlos se levantó de la cama y le dijo que se apoyara en el borde, cuando lo hizo él fue metiendo su rabo, ella lo provocaba y el entraba al trapo de la provocación. Si tumbado le daba buenos empujones, en esa postura eran terroríficos por lo menos para mí, porque por lo que veía a mi esposa le encantaban. Carlos mientras seguía sin parar, le decía que a una puta como ella había que follarle como mínimo dos y ella decía, es una pena que no vinieras con tu amigo. Por el movimiento cada vez más acelerado de Carlos, imagine que estaba a punto de llenar de leche el culo de mi esposa y así fue. Cayendo los dos sobre la cama, pero sin desacoplarse. Mande un wasap a Carlos y cuando retumbo el sonido en la habitación, él se salió y lo miro. Le dijo a mi mujer que le decía que fuera bajando, que iba a subir. Ella lo único que fue capaz de decir fue, que coñazo, podía haber estado más tiempo por ahí. Se acercó a ella y le dijo no te preocupes que esto ha sido un aperitivo, la despedida si quieres esta noche, salvo que no quieras. Entonces no estarás cuando yo llegue. Pero si quieres, solo tienes que convencer a tu cornudo. Vi que ella no sabía que decir, pero el remato ya vestido, eso sí, nada de ropa interior, que me molesta mucho y lanzándole un beso se fue.
Yo esperaba que se fuera al baño a lavarse, pero vi algo que nunca vi hacer antes a mi esposa, se estaba masturbando y la muy guarra cuando llego al final, mientras se corría llamaba a Carlos. Nada más terminar se fue para el baño, espere a oír el agua de la ducha para salir. Hice como si acabara de llegar y fui para el baño, estaba metida en la bañera no en la ducha. Nada más entrar me miro y con una sonrisa ladina, me pregunto si ya me había quedado tranquilo. No conteste y pregunte que al final que había pasado, ella con la misma sonrisa me dijo, que tenía unas preguntas muy tontas. Me llego un wasap, era de Carlos y me decía si me había gustado lo que había visto y oído, me había visto. María me pregunto quién era y le dije que un compañero de trabajo. Ella me resumió lo que había sucedido, pero no me dijo nada de quedar esa noche. Aunque conociéndola, me di cuenta de que ella intentaba que fuera yo el que lo propusiera.
Comimos tranquilamente y en vez de irnos a tomar un helado a una de las terrazas junto a la playa, ella me dijo que quería echarse una siesta que estaba muy cansada, cosa que tampoco me extrañaba. Yo había esperado que durante la comida me hubiera dicho algo, pero estuvo poco habladora. Ella se acostó a dormir la siesta y yo me puse la televisión dejando el volumen muy bajito. Me di cuenta que no me enteraba de lo que ponían en la tele, porque mis pensamientos estaban en otro sitio. Tenía dudas por el cambio de mi mujer, pero también me intrigaba lo que podía tener preparado Carlos, imaginaba que sería con su amigo otra vez por lo que había dicho María. Era como deshojar una margarita, no sabía qué hacer. Hasta que llegue a la conclusión de que, aunque quería, dejaría que fuera mi esposa quien decidiese, sin tratar de hacerle cambiar de opinión.
Cuando ella despertó, la vi bastante eufórica y coloco una almohada en el cabecero apoyándose en ella y quedando medio sentada. Me pidió un cigarro y nos fumamos uno cada uno. Ella me pregunto si había pensado que hacer. Yo le dije que tomar algo por aquí cerca y venirnos para el hotel, que mañana tocaba viaje. Ella no decía nada, pero de la forma que apretaba el cigarro con sus labios, me di cuenta que ella se había esperado otra cosa. Notaba que quería decir algo, pero que dudaba. Mientras yo seguía viendo la televisión. Hasta que ella me dijo un poco alterada, porque no llamamos a Carlos y tomamos algo. Con mucha tranquilidad le dije, le mande un wasap quedando con el mañana al desayuno para despedirnos, ella con un poco más de nerviosismo quiso saber cuándo se lo mande y le dije mientras dormía. Replicándome que porque lo había hecho sin consultarle. Muy digno le dije lo que ella me dijo esta mañana, que no quería cenar con él porque no quería más historias. María con cara seria me dijo que eso no lo había pensado cuando le hice subir a la habitación. No me espere esa contestación.
Entonces qué quieres hacer le pregunte. Ella sin cortarse un pelo me dijo, mira amor, lo de cenar me da igual, quiero ir a que me folle Carlos, lo de comer ya lo hare con él, que le comeré todo. Eso es lo que quiero. Si quieres tú te quedas a dormir para estar descansado, pero yo quiero lo que quiero. Espero que no te enfades y si me quiere llevar al sitio ese que me contaste que me lleve. Para una noche que queda quiero ser su putita.
Me dejo a cuadros oír todo eso y se me seco la boca de golpe, yo un hombre con salidas para todo, no sabía que decir. Hasta que se me ocurrió la tontería de decir, pues le mando un wasap para que nos recoja a las 11 de la noche y cenamos nosotros en el hotel. Me dio un beso en los labios y me dijo que era un buen maridin. Algo me recorrió todo el cuerpo, entre dulce y amargo, pero lo que fuera hizo que me empalmara. No quiso ni bajar a cenar, pedimos la cena en la habitación, fue bastante frugal. Yo estaba vestido y ella nada más cenar se metió en el baño y si no estuvo dos horas, poco le falto. Cuando la vi salir me dio hasta hipo. Me costaba creer que fuera capaz de salir así a la calle. Llevaba una camisa como de gasa que no era trasparente del todo, pero que, al llevar los pechos sin nada, los pezones se notaban perfectamente, algo exagerado. Pero ahí no acaba todo, se había puesto una falda, ella la llamaba así, que le hice dar la vuelta y prácticamente se le veía el culo, pero el remate fue que, subida a unos tacones grandísimos, se dio la vuelta y se agacho un poco, pudiendo ver que no llevaba nada puesto debajo. Me fue imposible contenerme, le dije que así no podía salir a la calle, ni a la calle ni al hall del hotel, que no se lo permitiría. Ella con total descaro y muy seria se acercó hasta donde estaba yo, me agarro mis partes y pegando su cara a la mía, me dijo si estas tan enfadado, porque tienes esta erección, era verdad estaba palote, palote. Me paso la lengua por mi cara y mis labios, se acercó a mi oído y me dijo, o salgo así o no salgo, tú decides. No supe que contestar, pero pensé algo que ayer mismo me dijeron por correo, un tal Oscar. Si una pareja es cómplice, porque las limitaciones que impone esta sociedad. También pensé deshacerme de los tapujos, de la falsa hombría y le dije a mi esposa, este tu ultima noche disfrutemos. Ella se acercó y me dio el mejor beso que nunca nos dimos, lleno de sensualidad y sexualidad.
Cuando llegamos al ascensor nos tocó esperar, bajaba una pareja de más de 50 años, pude ver como la mujer le daba un codazo al hombre y los dos no dejaron de mirar a María. Como esta vez no hicimos esperar a Carlos y al bajar a la hora, lo encontramos sentado en el coche oyendo música, cuando nos vio quiso bajarse a saludar, pero mi esposa dijo de ir delante y yo sin decir nada me puse detrás. Pensaba que iríamos al pub de su amigo, pero vi que íbamos en otra dirección. Yo me imaginaba que María pensaba lo mismo. Íbamos por la carretera de la playa, apenas había tráfico y desde atrás pude observar como estiro su mano derecha, empezando a tocar el muslo de mi mujer, ella como no, se dejó meter mano y al rato se le escapaban gemidos pequeños, por eso imagine que ya le estaba tocando su chochito.
El tío no se cortaba, seguía con su mano por los bajos de mi mujer y veía como ella acariciaba su brazo, como siguiera de esa manera y tal como iba mi esposa, al final lograría que tuviera un orgasmo. Hasta que saco la mano y María protesto, se medió giro le acaricio la cara y con cara de perra le decía que no fuera malo que siguiese y el con toda parsimonia le dijo que todo llegaría. Llegamos a una zona que se veía bullicio, movimiento. Así rápido pude ver, una hamburguesería muy conocida, dos pubs, uno tipo irlandés, una bolera. Aparcamos allí mismo y cuando bajamos él lo hizo muy rápido y ayudo a María. Cuando quise reaccionar ya la llevaba agarrada por la cintura, como si fueran pareja y ella se deja llevar, se besaba apasionadamente con él, no era María me la habían cambiado. Fuimos andando un rato, que a mí se me hacía larguísimo el recorrido.
Llegamos a un sitio llamado El Malecón de… en la misma puerta saludaron a Carlos una mulata de forma muy efusiva, que le dijo que tenía que bailar con ella y él le dijo que hoy estaba difícil. Entramos y se acercó un negrito a saludarnos, lo de negrito es un eufemismo, porque menudo tío, era grandísimo, pero sin un gramo de grasa, pero debía de pesar como unos 120 kilos. Nos lo presento Dayron y este nos saludó como si fuéramos habituales, era una sala de baile, donde el baile principal era la salsa cubana, eso por lo menos ponía.
Dayron nos llevó hasta un rincón muy acogedor, que había una mesa y ponía reservado, cuando quito el letreo dijo aquí tienes hermano, con el acento típico cubano. Por todos los sitios había fotos de gente bailando, parecían de concursos, cuando me fije en una que era Carlos, por lo que se ve gano un premio. Ante nuestra curiosidad nos contó que le gustaba mucho bailar e iba a ese sitio y a otro mas mucho.
Nos trajeron bebida y fue la primera vez que vi que Carlos tomaba algo de alcohol, fue mínimo, como decía el para dar un toque. El sitio estaba muy bien, pero nos encontrábamos un poco fuera de lugar, se veía que era un sitio principalmente de cubanos, Carlos se saludaba con muchos. Volvió la mulatita e insistió a Carlos para bailar y este nos pidió disculpas saliendo a bailar. Si ya me había dado envidia en otras cosas Carlos, verle bailar me dio aún más, porque yo soy un patoso. Al baile se unió el tal Dayron con otra mujer y parecía de plastilina, como se movía, como se doblaba a pesar de su gran tamaño, era como si compitieran los dos, hasta que se paró la música y se abrazaron Carlos y el.
Yo veía a mi mujer que cada vez estaba más pendiente de él, en cierta manera celosilla, hasta que Carlos regreso, estuvimos hablando de le baile diciendo yo que a mí no me iba, pero a mi mujer si le gustaba. Carlos se levantó le dio la mano y quería llevarla a bailar, pero con ese tipo de baile yo sabía que se le vería todo. Mi esposa movió la cabeza dándome la razón, pero el insistió y mi mujer hizo lo que él quiso. Me levante con ellos y me quede a una distancia discreta de la pista, pero lo suficientemente cerca como para poder observar bien. Note un brazo por encima de mi hombro y era Dayron. Me quería llevar más cerca de la pista, pero rechace su ofrecimiento, se quedó conmigo, eso me apuro un poco. Cuando veo que está enseñando todo al bailar, pero los comentarios que me hacia este Dayron me dejaban sin respirar, el tío no se cortaba y yo no sabía que decir. Pero entre lo que veía, los comentarios que oía a gente por allí y los que me hacia Dayron, estaba como un burro. Después de tres canciones volvieron a la mesa. Ella venia casi desencajada y Carlos con cara de orgulloso. Por su cara sabía que María estaba muy excitada.
Pero el colmo de los colmos fue cuando vino Dayron y se sentó con nosotros, cogió un asiento y se metió entre mi esposa y yo, de tal manera que María quedo entre los dos. Ella quedo un poco cortada, pero como Carlos no dijo nada, allí que nos callamos los dos. Empezaron elogiando como baila mi esposa y ella se ruborizaba. Luego Dayron empezó a elogiar el cuerpo de mi mujer en general. Para continuar detallando lo bobita que tenía las piernas, el culito y más cosas. Ella no decía nada, pero oyendo lo que decía Dayron, Carlos que le daba la razón, ella debía de estar chorreando. Aunque siempre me había dicho que los negros no le gustaban.
Todo empezó a tomar un cariz algo inesperado. Empezó a decir que, si mi esposa se movía siempre así, que jodiendo seria magnifica. Ella se rio y saco un poco la lengua, añadiendo Dayron que con esa lengüita también seguro que lo hacía bien. Yo la tenía durísima a reventar, pero cuando se me puso ya fuera de sí, fue cuando Carlos le dice que María no es que folle bien, dice que es una maestra. Me quede perplejo, pero más me quede cuando vi la cara de mi mujer, que es como si no prestara atención a lo que hablaban o estaba en otro universo. Estaba como ida y ellos seguían habla que te habla, hasta que miro bien y veo que el Dayron tiene una mano entre las piernas de mi mujer y Carlos igual.
La cara de ella iba cambiando por segundos, yo la miraba fijamente y ella estaba en el limbo, hasta que me mira, con mirada perdida, se muerde los labios y me hace un gesto de estar en éxtasis. Dayron se pone de pies y nos dice de ir a un sitio mejor, Carlos ayuda a mi esposa y yo detrás sin saber que decir. Llegamos a una puerta, Dayron saca un llavero y con una de las llaves abre la puerta. Es un despacho muy grande, una mesa de cristal con un ordenador, una mesa redonda con sillas, una máquina de pin ball, una barra pequeña de bar muy luminosa de cristal y en un esquinazo un sillón grande alargado y una mesita baja.
Dayron se va a la barra pone unas bebidas, baja la intensidad de la luz y nos vamos para el sillón. Mi esposa esta en medio de ellos, la noto nerviosa, pero ansiosa. Empiezan como mucha suavidad a acariciarla. Ella se va relajando y Carlos le quita el vaso que tenía en su mano, para que no se caída, una vez que no tiene nada en las manos, se deja caer en el respaldo y allí despareció la suavidad. La desnudaron en milésimas de segundos, tampoco hacía mucha falta, solo llevaba dos prendas. Ella tampoco se quedaba corta, les tocaba sus partes por encima de los pantalones. Carlos se puso de pie y se desnudó rápido. Ella al verlo desnudo se acercó y se metió su rabo en la boca, en plan glotona. Mientras Dayron se desnudó también y si el rabo de Carlos ya me parecía muy grande el del negrito era descomunal. Mi esposa cuando lo viera saldría corriendo.
Se acercó a ellos y mi esposa cuando lo vio, dejo de mamar el rabo de Carlos y sus ojos se clavaron en el rabo de Dayron, yo esperaba su reacción y ella me miro con ojos de alucine. Se acercó a él lo cogió con las dos manos y sin dejar de mirarme se lo llevo a la boca. Si seguía así se le desencajaría la mandíbula, pero ella era persistente. Mientras Carlos se agacho y empezó a comer su chochito, ella abrió bien sus piernas para facilitarle la labor.
María se corrió, pero no fue lo escandalosa que yo esperaba. Carlos se sentó en el sillón y ella se sentó sobre Carlos, era muy excitante ver como ese rabo entraba en ella y desaparecía. Pero lo que fue impactante y morboso, fue ver como ese negrazo se puso detrás y empezó a penetrar el culito de mi mujer, cambié de posición porque quise ver la cara de la puta de mi mujer. Ella me miro, abría los ojos y ponía la boca como si estuviera dando un beso, pero lo que hacía era expulsar el aire, me recordó cuando dio a luz, por la forma que lo hacía. Pero se le veía una cara de felicidad plena. Me acerque a ella, se giró un poco, lo suficiente para que yo pudiera acercar mi rabo, que se lo llevo a la boca, era un placer verla rellena en sus tres agujeros. Solo se oían sus gemidos, cada vez más fuertes. Cuando se fue a correr nuevamente, se sacó mi rabo de la boca, se abrazó bien a Carlos y grito como una salvaje, lo que no había gritado antes, lo hizo también ahora.
Según se corría ella, me corrí yo también y sin poder evitarlo, lo hice sobre el brazo de Dayton, que me lanzo una mirada fulminante. Rápido cogí unas servilletas de papel y le limpié. Menudos viajes le estaban dando esos dos tíos, era exagerado y ella que yo creía que no podría, les animaba a que no parasen. Carlos aviso de que se corría y María le empezó a dar un beso con lengua exagerado, Dayron también empezó a correrse y ella cuando los sintió volvió a correrse. Se quedaron casi quietos, con un movimiento muy ralentizado y lo que me llamo poderosamente la atención, fue que Dayron giro la cabeza de mi esposa e intento besarle, pero ella no se dejó y se fue a besar a Carlos. Cuando mi esposa se levantó, que sus piernas temblaron un poco, era acojonante la cantidad de corrida que le salía por todos los sitios, quedando el suelo que era oscuro, lleno de goterones. Le di servilletas y se limpió, dejando bastantes servilletas totalmente pringadas.
Tomamos una copa más y una vez vestidos todos, como teníamos que madrugar que yo tenía que conducir, nos despedimos de Dayron y nos fuimos hacia el hotel. En el coche íbamos callados yo no sabía que decir, mi mujer atrás callada.
Cuando llegamos al hotel me despedí de Carlos y entonces mi esposa dijo, que subiera a tomar algo antes de despedirnos. Cuando llegamos a la habitación, María se fue a duchar, salió con una toalla a la cintura y me pidió que le encendiera un cigarro. Se lo encendí y cuando se lo fui a dar, Carlos dijo que necesitaba ir al aseo. Cuando cerró la puerta mi mujer, con voz muy dulce, algo que hacia cuando quería conseguir algo de mí me dijo, que quería estar un poco más con Carlos y como un ingenuo le pregunte que como lo hacíamos y ella que tenía respuesta para todo me dijo que el sillón era muy grande, cogí los cascos me puse música y me tumbe en el sillón. María apago las luces, cuando Carlos salió ella completamente desnuda le invito a quedarse, él no se lo pensó. Yo me puse música y traté de dormir. Aunque estábamos a oscuras con luz que entraba por el ventanal, que no era mucha, se podían ver los dos cuerpos en el fragor de una batalla sexual. Era excitante verlos. Fue cuando entendí que, igual que hay bajos, altos, gorditos, delgados. Hay gente con condiciones físicas superiores a otros. Este era el caso. De hecho, me quede dormido y cuando desperté, los pille dale que te pego en la ducha.
Cuando acabaron Carlos y yo nos bajamos a desayunar mientras mi esposa terminaba de preparar la maleta. Su despedida fue muy ardiente. En la cafetería hable con Carlos de todo, con total franqueza y le dije que si pasaba por donde nosotros vivíamos que me avisara, él me dijo, cosa que yo imaginaba ya, que el visitaba mucho nuestra ciudad. Me informo de que pronto tenía un viaje largo, pero que a la vuelta haría escala en mi ciudad, que si quedábamos la alargaría 24 horas por lo menos. No le prometí nada, pero yo por lo menos si tengo ganas.
Durante el viaje de regreso, estuve tanteando a mi mujer, pero se quedó dormida casi todo el trayecto. Faltándonos 100 km. Para llegar, pare a repostar, aunque no me hacía falta. Lo hice para que se despertara y poder hablar tranquilamente antes de llegar. Hablamos de lo sucedido, hable yo más, quería saber que pensaba ella y no se ando con rodeos. Me pregunto que si lo que quería saber si estaba arrepentida, yo le dije que sí y ella me dijo, mira lo arrepentida que estoy, que no me importaría que nos escapásemos una vez al mes a visitar a Carlos, aunque la gente no lo entienda me dio un subidón.