Estreno como cornudo feliz.

Muchas personas, sobre todo hombres, no podrán, no sabrán o no querrán entenderme. Como sé que muchos tendrán esas fantasías, las misma que tenía yo y no se atreven, por miedo, por el que dirán o por una falsa moral a llevarlas a término. Yo me atreví, no me arrepiento, si he de arrepentirme de algo es de no haberlo hecho antes. Me he encontrado con no saber dónde clasificarlo, al final he decidido ponerlo en infidelidad, pero tampoco es muy correcto, porque son unos cuernos, si, CUERNOS consentidos y disfrutados. Que cuando son así dejan de serlos de una forma peyorativa.

Permitirme una pequeña introducción para explicar unas cosas que creo esenciales para entender mi relato. Tal vez primero y último. Yo me llamo Tomas (nombre ficticio) y mi mujer María (nombre ficticio), el resto de datos son verdaderos.  Yo tengo en estos momentos 39 años y mi mujer 42. Somos de un pueblo pequeñito de España. Nos conocemos desde niños. Físicamente soy alto (1,88), fuerte, pero como dice alguna gente un poco bobalicón. Como se dice en el pueblo yo me fui a estudiar a la capital, me vino bien porque me espabilé y como había pocos hombres jóvenes en el pueblo, fue como empecé a ronear con la que hoy es mi mujer. Era mayor que yo tres años, pero una preciosidad de mujer, alta (1,70), unas caderas prominentes, pero muy bonitas, morena, los pechos grandes y por la ley de la gravedad un poco caídos. Termine mi carrera y de lo bien que la saque, me ofertaron varios trabajos, después de seleccionar uno y hacer la entrevista me contrataron. El único problema que me tendría que ir a una ciudad muy grande.

Una vez que estuve allí, me costó adaptarme, pero no me quedo más remedio. A las tres semanas acudí al pueblo, noté como me presionaba tanto mi familia como la de ella, eran muy amigos, casi familia. Como tanto ella como yo estábamos de acuerdo decidimos casarnos y al poco tiempo, nos casamos. Ella tenía 26 años y yo 23. Una vez en la ciudad, que no diré el nombre. A ella le costó también adaptarse, sin amigos, sin familia, todo era nuevo para nosotros. Se me olvidaba decir que la noche de bodas fue un auténtico fiasco, pero con el tiempo el aspecto sexual mejoro y mucho.

Tuvimos rápidamente dos hijos seguidos. Ella se apuntó a un gimnasio para recuperar la figura, ya que sobre todo sus pechos quedaron más grandes y más caídos. Iba a un gimnasio que frecuentaban unas vecinas y tanto su aspecto como su ánimo se fueron recuperando, al coger una forma envidiable su cuerpo. Más tarde encontró un trabajo como administrativa, animándose aún más.

Recuerdo que desde que tengo conocimiento, sobre todo en el verano, me gustaba espiar a las parejas en cualquier sitio, me excitaba de una manera que no puedo describir, luego me pasaba todo el día haciéndome pajas. Cuento esto, porque después de casarme, los hijos, la vida familiar, es como si ya se me hubiese pasado y olvidado. Pero recuerdo que llego una pareja a vivir a la vivienda continua a la nuestra y empezaron las sesiones amatorias, como las paredes eran tan finas, se oía bastante bien, me excitaba más imaginar que los veía, que lo que se oía.

Nuestros encuentros sexuales no es que se hubieran distanciado, pero si habían perdido algo de chispa. Había una vecina que venía mucho a casa, físicamente normal, pero atraía, tenía mucha confianza con María y eran muy cómplices, me las imaginaba a las dos juntas en la cama y era entrarme unas ganas locas de follar.

Empecé a traer videos XXX, al principio fue un revulsivo, pero poco a poco empezó otra vez a decaer la cosa. Decidí ir introduciendo fantasías con terceras personas en nuestras relaciones. a ella al principio no le hacía mucha gracia, pero al final fue entrando. Hasta que toque el tema de los tríos, intercambios, etc. María muy seria me pidió que me explicara mejor, fue cuando le dije de hacer un trio con otra mujer. En ese momento puso el grito en el cielo, que a ella no le tocaba ninguna mujer, ni ella tocaría a ninguna. Pero no termino ahí su enfado, me pregunto si yo dejaría que me diera por culo otro hombre. No le respondí, pero era obvio que no me dejaría.

Pasaron unos años y mi cabeza seguía pensando cosas. Yo seguía jugando con ella, con fantasías, que ya se habían hecho habituales en nuestro matrimonio. De tal manera que un día le propuse hacer un trio con otro hombre. Ella como yo suponía, me dijo que no, porque luego me entrarían los celos, que se lo recriminaría y que no, acabando la conversación.

Pasados unos días, en nuestras relaciones sexuales, empecé a meter a hombres que ella conocía, como si nos lo hiciéramos los tres juntos, ella protestaba, pero yo notaba como ella se ponía bien caliente. Así fue como empezamos en una nueva faceta. Nos dábamos unas auténticas sesiones sexuales todos los días. Hasta que nuevamente le propuse lo del trio con otro hombre. Esta vez ya no fue un no, simplemente me decía que podía ser peligroso, que alguien se enterase, etc. Le dije que me lo dejara a mí.

El mundo internet seguro que me ayudaría. Me tiraba mucho tiempo leyendo sobre el tema que me interesaba. Descubrí páginas de todo tipo, desde contactos a las de relatos. Me di cuenta que todo era más normal de lo que yo pensaba. Algo que me tranquilizo. Pero, aunque leía mucho sobre el tema, siempre me quedaba como resquemor, si al final sería capaz, los celos, el sentirme menos hombre, el que le que hiciera el trio con nosotros pensara que yo era menos hombre, una autentica comedura de coco.

Después de mucho pensarlo, puse distintos anuncios en varias páginas de contactos. Yo esperaba una lluvia de correos lo que me llegara, peo poco llego. Me percaté de que todos ponían alguna foto. Tenía que convencer a María le dije, me dijo que de eso nada. Pero al final consintió, no fueron muy escandalosas, pero lo suficientemente explicitas. Las colgué por la noche, eso si la cara no se veía. La siguiente vez que me conecte, era un aluvión de mensajes. Llame a María y nos pusimos a verlos. Había de todo, pero una cosa en común que tenían todos, era en elogiar el cuerpazo de María, lo que evidentemente aumento su ego, al mismo ritmo que su gran calentura. Esa noche el polvo fue de otro planeta.

Yo ya lo veía todo dispuesto para unirnos a un tercero. Me sentía nervioso, excitado. Todo fue un espejismo, cuando fuimos seleccionando mensajes, fuimos descubriendo que no eran lo que decían. La decepción fue grande en María, que desde ese momento le hizo desconfiar de todo y de todos, yo que soy más positivo seguí buscando y ella solo me decía que era un iluso, que me engañaba todo el mundo.

En una cena de su trabajo, me encontré de nuevo con los dos golfos que se la comían con la mirada. Lo que paso en la cena es que uno de ellos estaba con su mujer y se distancio. No así el otro que estuvo toda la noche junto a nosotros. Cuando nos quedamos mi mujer y yo solos, muy discretamente le propuse invitarle a nuestra casa, la cara de María fue de incredulidad diciéndome un NO seco.

De vuelta a casa en el coche, María me decía si es que estaba loco, si había perdido el juicio. Yo iba conduciendo y no sabía que decir. Se fue tranquilizando y una vez en casa, cuando nos metimos en la cama, yo empecé a acariciarla y tocarla, le contaba como su compañero le miraba, como se le iban los ojos y así fue calentándose y follamos, imaginando que él estaba con nosotros, fue un polvo muy intenso. Al acabar, ella me hablo muy en serio y me dijo, que no compañeros de trabajo, ni vecinos, ni amigos, ni conocidos. Yo le propuse ir a algún local de intercambios que había en donde vivíamos, por cierto, había muchos. Su contestación fue taxativa, que tampoco correría el peligro de encontrarse en un sitio de esos con nadie conocido, que no y que no.

Ahora sí que me quede triste, desilusionado, apático. Nuestros polvos perdieron bastante morbo. Paso el tiempo y me enganche a la página de todorelatos. Me encontré entre los que publican relatos, una persona que en principio yo creía que podría ser el hombre ideal, pero no había manera de contactar con él, entre otras cosas porque yo no estaba dado de alta en la página. Así estuve durante un tiempo, pero cada relato que leía, me convencía más. Y ahora entrado en el momento presente.

Un día vi en los comentarios que había gente que contacto con él. Miré nuevamente su perfil y vi que había una dirección de correo. No me lo pensé y me di de alta en la página. Durante un tiempo estuve indeciso, pero al final le mandé un correo. Miraba a todas horas y no recibía contestación, pero un día leí en la contestación de sus comentarios, que pedía disculpas por la tardanza pero que esperaba contestar ese día todos los correos. Efectivamente, a última hora de la tarde recibí contestación, era muy amable y me contesto a lo que le pregunte. Lo que me dio pie, para iniciar con él un contacto más directo.

Lo que me llamo la atención, fue su disposición a aclarar todas mis dudas. Me entendía perfectamente me hizo ver, que desde el exterior se puede ver como una humillación, incluso como una perversión, pero que mientras uno supiera separar la fantasía de la realidad, la mayoría de las parejas que lo practicaban estaban muy satisfechas. Que ni se era más hombre, ni menos hombres. Varios días conversamos por chat de todo este mundo, lo que me relajo y me conforto. Sin que él me lo pidiera le mande dos fotos de mi mujer una de frente y otra de medio lado, casi de espaldas. Le encanto mi mujer.

Se lo conté a mi mujer y le hice leer los relatos. Le gustaron, pero dudaba de él, sin conocerle ni hablar con él. Me costaba hacer que confiara o por lo menos lo intentara. Empezamos poco a poco a hablar los tres. Mi mujer seguía recelando y mucho. El, tenía paciencia y no reclamaba nada, ni pedía nada. Hasta que después de bastantes días note que mi mujer se confiaba más. Durante unos días le di muchas vueltas a la cabeza y en este tiempo ya hablaban de todo, sin tapujos mi mujer y el, hasta el extremo que durante y después de sus tertulias follabamos como conejos de lo caliente que se quedaba María.

Así que no hace mucho, sin consultar a María, le pregunte a Carlos, que así se llama, aunque no diré su apodo en todorelatos, si fuéramos a donde él vive, si estaría dispuesto a conocernos, por parte de el no hubo ningún problema, es más, me añadió que, sin ninguna obligación de nada, que, si algunos d los tres decíamos no, que tan amigos, esa franqueza y esa predisposición me dejaron tranquilo, ahora era cuestión de proponérselo a María.

Esa noche volvimos a contactar y cuando María se puso, me dio miedo, por si el comentaba algo de nuestra conversación, pero como siempre fue muy discreto y no menciono nada. Pude ver que hablaban de las playas nudista, del corte que le daría a ella, etc., pero él le tranquilizaba, hasta el punto que ella dijo que no le importaría probar que se siente, así desnuda en el mar. Cuando terminaron como siempre vino una buena sesión de sexo y esta vez metí en nuestras fantasías a Carlos, eso le puso más ardiente que nunca. Le llamaba y todo. Cuando terminamos y nos fumábamos un cigarrito, le conté mi idea y lo que Carlos me respondió. Ella no dijo nada y no descifraba lo que quería decir su cara, hasta que se volvió y mirándome, me pregunto si sería capaz, cuando se lo confirme con rotundidad, su única respuesta, era que como lo haríamos, porque los niños tienen colegio. Yo me encargaría de todo.

A la mañana quedamos en ver qué días podía pedir ella en el trabajo, lo mío no sería problema porque me debían muchos días. Llamé a mi suegra, le conté la milonga de que tenía un viaje por trabajo, que me quería llevar a María para tener unos días solos y que era una sorpresa que le quería dar, como yo esperaba, mi suegra encantada de la vida me dijo que si, que solo le tenía que decir cuándo y así quedamos.

Por fin logramos cuadrar los días necesarios y llame a mi suegra, lógicamente le conté a mi mujer lo de mi suegra para cuando ella llegara que se hiciera la sorprendida. Carlos nos dijo que nos esperaba y por fin pudimos ver su cara, se veía un tío majete y a María no le disgusto. Reservamos un hotel bueno, de una cadena conocida y pegado a la playa.

Nosotros llegaríamos el viernes a la hora de comer. El primer contacto seria esa misma noche en una cena. Pero a primera hora de la tarde, cuando María dormía la siesta me llamo Carlos, estaba de viaje y eso ya lo sabía yo, pero se suponía que llegaba a media tarde, pero me informo que imposible, se había retrasado todo y llegaría el sábado a mitad de la mañana. Y quedamos para el día siguiente, cuando se lo conté a María, se enfadó y dijo que nos había dejado tirados y empezó con sus paranoias y desconfianzas. Qué más da, pues disfrutemos estos días y ya está, le conteste en tono serio. Se complicaba todo un poco, el resto del día mi mujer estuvo tensa, medio enfadada, como disgustada conmigo. Pero la cena que la hicimos en un lugar del puerto, se volvió más que tensa, porque me reprocho que era un confiado, muy fácil de engañar, etc. Mi intención era irnos a tomar una copita por ahí, pero lo mejor era irse al hotel. Me salí al balcón del hotel a fumar un cigarro, viendo el mar y cuando me metí otra vez dentro de la habitación, ella estaba dormida, o como creía yo, haciéndose la dormida.

Nos levantamos a una hora normal, nos pusimos los bañadores y nos fuimos a desayunar, para luego irnos a la playa que la teníamos pegada al hotel, La veía un poco más tranquila que por la noche, pero no era mi María, ahora estaba en “modo-disgustada” pero se podía soportar. Nos fuimos y nos pusimos en un sitio no muy lleno de gente. María se puso alguna crema, que yo no sabía para que eran y se tumbó. Yo me fui directo al agua, me die un buen baño y regresé donde ella. Nos tumbamos y la conversación fue muy banal, tranquila, prácticamente con monosílabos, por parte de los dos. Yo lo único que hacía era pensar en Carlos, que apareciese, que no fuera un bluf, pero no sonaba el móvil.

Metí la mano en la bolsa para buscar el tabaco y ya de paso miré el móvil. Había un par de wasap y no había oído sonar el maldito teléfono. Miré y vi que era Carlos, por lo que se ve había ido al hotel y le habían dicho que habíamos salido. Me ponía que estaba en una cafetería que estaba en el mismo edificio que el hotel, en un extremo, que desde allí se veía toda la playa, de echo desde donde estábamos nosotros se veía la cafetería. Estuve a punto de chillar de la alegría. Pero me contuve, aparentando tranquilidad se lo dije a María, ella solo me pregunto que cuando lo había mandado, habían pasado 36 minutos. Ella me dijo ahora seguro que se habrá ido, yo le dije nos acercamos y de paso nos refrescamos, que hace bastante calor. De una manera, como si me estuviera haciendo un favor, ella me dijo que le llamara y quedara para esta tarde o esta noche, que con las pintas que llevaba ahora no se presentaría en ningún sitio, le llame y quedamos en una terraza de la playa al final de la tarde.

María no dijo nada, siguió tumbada como si nada, pero notaba su cara más relajada, me daba cuenta de que ya se había alegrado, aunque no quisiera reconocerlo. Comimos en el buffet del hotel y nos fuimos para nuestra habitación. Nos acostamos a echar la siesta y yo quise algo más, pero ella no se dejó. Cuando me desperté me encontré solo en la cama y María estaba dándose un baño de espuma. Se levantó un momento y pude darme cuenta de que se había arreglado los pelos del chochito. Ahora era cuestión de que todo se diese bien, de que nuestro amigo fuera lo que esperábamos y de que María no se viniese abajo. Porque yo creía que estaba decidido.

Quise saber que ropa se pondría, pero ella decía que todavía no lo había decidido. Mientras estaba ya fuera de la bañera con el albornoz puesto, mientras se ponía una toalla en su cabeza, se le ocurrió la idea de que llamara a Carlos, para decirle que mejor quedábamos en la cafetería del hotel, porque si no le gustaba, diría que no se encontraba bien, quedándome yo a solas con él y despidiéndome. Pero también me aviso, de que yo bajaría antes y me encontraría con él, que, si no era lo que esperábamos, la avisara y no bajaría, que yo la excusara.

No me hizo nada de gracia, pero no me quedo más remedio que aceptar. Cuando hable con el no puso ningún impedimento, yo creo que hasta lo encontró normal. A la hora acordada, me vestí con unos pantalones vaqueros y una camisa de manga larga y bajé a la cafetería. Iba más nervioso que nunca, en la vida me había visto en otra igual, se suponía que iba a conocer al hombre que se tiraría a mi mujer y con mi consentimiento. Casi entro en pánico, que era lo que estaba haciendo, pero mis pensamientos se interrumpieron con la apertura de las puertas del ascensor y el típico timbrazo que dan. Respire hondo y me encamine a la cafetería, antes de entrar tuve que pasarme las manos por los pantalones, me estaban sudando, las piernas eran como si me fallaran y la tripa esta como revolucionada.

La luz era poco intensa, había gente que pasaba de los 50, muchos parecían extranjeros, hasta que veo uno que me alza la mano, me dirigí para él, traté de que no se me notara el nerviosismo y como si fuera un hombre que estaba de vuelta de todo. Era un tío que aparentaba ser más joven de la edad que dijo tener, llevaba una camisa de manga larga abierta y debajo una camiseta blanca, que marcaban perfectamente sus pectorales y aunque no se veía bien, se notaban unos brazos fuertes y musculosos. Su pelo era largo, pero no en exceso y llevaba unos pantalones vaqueros, de esos que se venden ya como desgastados. Yo soy alto, pero no con un cuerpo tan trabajado, pero él era un poco más alto que yo.

Nos dimos la mano, un fuerte apretón me dio, una sonrisa que dejaban ver una boca muy bien cuidada. En ese momento me hizo sentir como si fuéramos amigos de toda la vida. Ese primer contacto y ver que era un tío de buena planta, me relajaron un poco. Al rato de estar hablando los dos, prácticamente de tontería, mi relajación fue en aumento, me empezaba a caer muy bien, se notaba que no era su primera vez y eso me trasmitía confianza. Ahora ya solo quedaba ver que decía María.

Antes de bajar, habíamos preparado unas señales María y yo para saber si le gustaba, si le caía bien. Según ella me señalase las cosas irían de una manera u otra. Por fin apareció María, se había puesto un vestido discreto, pero a la vez sexy y provocativo. Me fije en la cara de los dos cuando se dieron un par de besos como saludo y la reacción que tenían. La de él no pude darme cuenta, tampoco lo conocía lo bastante, pero la de ella me dijo mucho, ya la conocía, sabía que la primera impresión había sido buena.

La conversación la llevábamos los dos hombres, porque María observaba y de vez en cuando asentía, yo miraba para ver si hacia alguna señal de las acordadas, pero a excepción de alguna vez que Carlos se “metía” con María y esta se reía, poco más podía ver. Cuando veo que Carlos me guiña un ojo y dice que va a al servicio, me di cuenta de que nos había dejado solos para que habláramos lo que tuviéramos que hablar, este tío si sabía, me lo había puesto más fácil.

Pregunte a María, yo sabía que a ella se le estaba pasando por la cabecita, nuestras fantasías perversas de nuestros encuentros sexuales, pero ahora era el momento de decidir, de pasar de la fantasía a la realidad o abandonar. Me contesto que era muy majo, muy agradable, que estaba muy bien, etc., pero estaba divagando, mas seriamente y para que no siguiera divagando, le pregunte si se acostaría con él o no, si le gustaba o no. Ella con un poco de atoramiento, me confeso, que, con esa sonrisa, con esa mirada y con ese cuerpo como no le iba a gustar y que si, que claro que se lo llevaría a la cama o a una esquina, pero que no se trataba de eso, se trataba de si yo lo tenía seguro en primer lugar, ya que una vez que pasara ya no había marcha atrás, pero que también había que saber si ella le gustaba a él. Le dije que eso no había ni que preguntarlo, que la llevaba desnudando con la vista desde que la vio. María se hizo como la sorprendida y sin que se lo esperase, metí mi mano por debajo del vestido y estaba húmeda. Su respuesta a parte de decirme “guarro” fue que cuando el viniese, ella se iría al baño, para que yo me enterase si le gustaba. Llego él y mi mujer se fue, antes de que pudiese decir nada él me dijo, para que no te violentes y estés pensando cómo decírmelo, a mí me ha gustado mucho tu mujer, como eso lo tenemos claro ya, solo dime si continuamos o preferís para del tema, que de ser así no pasa nada. Me lo puso tan fácil, que le conteste que sí, que por nosotros seguíamos.

Cuando llego María, él dijo que iba a sacar el coche del parking, que nos recogía en la puerta, que nos llevaría a un sitio a cenar y luego donde quisiéramos. Nos volvimos a quedar solos mi mujer y yo, ella tenía mucha curiosidad por saber que había dicho, ahí lancé mi imaginación, porque además de decirle que le había gustado mucho, añadí cosas de mi imaginación, que estaba loco por comerla, por follarla, que tenía mucha curiosidad por saber si ese magnífico culo ya lo habían follado, que tenía cara de angelita, pero que seguro que dentro tenía un cuerpo de “puta”. María quiso saber si había utilizado esas expresiones tal como yo lo decía, me asusté un poco, lo mismo me había pasado, porque una cosa era que yo alguna vez se lo hubiese insinuado en el fragor sexual entre nosotros y otra muy distinta que lo hiciera alguien de fuera y con términos tan explícitos, cuando moví la cabeza para confirmárselo, le dio la risa tonta.

Nos fuimos a cenar a un sitio muy cool, pequeño, pero con todos los detalles del mundo, había bastante gente esperando para tener mesa, pero a todos les decían que sin reserva era difícil. Nada más vernos a él le saludaron muy efusivamente, estaba claro que le conocían bien. Cenamos estupendamente. Durante la cena hablamos todos, tocando diversos temas, entre ellos el del sexo, el todo lo veía natural, pero lo más fascinante era la normalidad que le daba. Saliendo lo de las playas nudista, fue también el tema que María, quería ir al día siguiente a una. Diciendo Carlos que no había ningún problema, que él nos recogería para llevarnos y que comeríamos cerca de allí un arroz muy bueno. Nos propuso ir a tomar una copa, a alguna terraza, a un sitio de baile de salsa, a un latino, etc. mi mujer que le gusta bailar eligió el sitio de salsa, pero antes quiso saber si el bailaba, como dijo que si, ya estaba todo dicho.

Efectivamente, bailaban los dos de maravilla, daba gusto verlos. Yo era un zote para eso del baile. Yo estaba satisfecho porque por fin nuestra fantasía se haría realidad, bueno más mi fantasía que la de ella. Pero tanto movimiento y tanto bebió ella, que no es que se emborrachase, pero no estaba acostumbrada a tanto alcohol, que se indispuso y vomito. Nos tuvimos que ir para el hotel, con las ventanillas bajadas y dándole el aire en la cara, parecía que se iba recuperando, pero yo sabía que esa noche ya se había acabado. Me disculpe un montón de veces y Carlos me tranquilizaba a mí, pero quedamos a las 10 y media de la mañana, que el pasaría por nosotros.

Cuando estábamos en la habitación María ya estaba bastante recuperada, pero llena de vergüenza por el numerito que había organizado. Se dio una ducha rápida y se vino a la cama, estaba apenada, ahora era a mí al que le tocaba tranquilizarla, me puse a hablar con ella del baile, de si se había empalmado, ella decía que no sabía bien, pero que algunas veces si noto algo muy duro en su culo. El caso que al final a costa del pegamos un polvazo de antología, diciéndome mi mujer que era una pena que fuera hombre de un solo polvo. Era verdad tardaba mucho en correrme, pero cuando lo hacía se acabó.

Nos despertamos tarde y tuvimos que ir a la carrea para estar a la hora. Ella tuvo una pelea con el bikini que se tenía que poner, cosa que era una tontería porque al final se quedaría desnuda. Pero le dio igual, se los probo, hasta que eligió el más descarado. Poniéndose luego un blusón playero encima. Cuando bajábamos en el ascensor recordó lo de la noche y le dio un poco de vergüenza.

Allí estaba esperándonos, bajo del coche, nos saludó. Iba con un bañador azul oscuro, tipo pantalón corto y una camiseta de manga corta, que ahora sí que dejaban ver los músculos de los brazos y se veía que era brazos muy fuertes. Durante el viaje, que no me acuerdo el nombre del sitio a donde fuimos, el no toco en ningún momento nada sobre la noche. Como si no hubiera ocurrido, eso a María le hizo sentirse mejor.

Cuando llegamos al sitio había gente, no mucha, no sé si por ser domingo y no ser todavía verano. Caminamos un rato hasta que el eligió un sitio. Estando los tres de pies, como si fuera un guía turístico, nos explicó las zonas del lugar, donde había mirones, unas dunas donde se metían parejas o más gente para hacer sus cosas, donde se practicaba cancaneo, dogging y más cosas. Me extraño y le dije que como podían hacer

jogging por ahí, él se sonrió por no partirse de risa, cuando me explico que era cada cosa, por eso me acuerdo de los nombres. La que si se partió de risa fue mi mujer cuando oyó su explicación. El para consolarme, me dijo que nadie nace aprendiendo y que a el también se lo tuvieron que explicar.

Llego el momento de la verdad, el como si fuera lo más normal del mundo, se quitó la camiseta, que ya me impacto verlo, sus músculos, la tableta como dice mi mujer. Luego se sacó el bañador y llevaba uno más cortito de bajo, que hacía presagiar por el bulto que se notaba, que lo que escondía era algo importante, seguro que María estaría mirando de reojo. Se lo quito al final y lo que le colgaba no estando en erección, era de un tamaño importante. Pero lo que más me llamo la atención, era que no tenía ni un solo pelo.

María muy decidida se desnudó también de forma rápida. El ultimo fui yo. Me dio un poco de corte, yo era grande, pero no tan cuidado como el, tenía un poco de tripita, que no sé porque la metí para adentro y luego no estaba igual de dotado que él, pero por lo que vi por allí, exceptuando a otro tío, todos los demás la tenían como la mía, normalita.

Estaba tan despistado que no me entere bien, pero él había elogiado sobre todo el culo de mi mujer, que hizo que se turbase, pero sabía que le había gustado mucho, seguro que si tocara su chochito lo tendría mojado. Habíamos puesto las toallas, quedando mi mujer en medio de los dos, estábamos muy pegados. Yo en el momento que pude me hice el dormido, eso sí, dejándome las gafas de sol puestas, para que se me notase menos.

El sol empezaba a pegar bien, mi mujer se sentó sobre la toalla y se empezó a ponerse protección solar, pero solo podía por la parte de delante, pero le dijo a Carlos si le podía poner en la espalda. El muy diligente se puso de rodillas, sentando en sus talones y cogiendo el frasco, le echo varios chorros en la espalda, inicio un masaje suave, recorría con sus manazas la espalda una y otra vez, la cara de María era de felicidad, debía de estar en la gloria, su cara lo decía todo. Sobre todo, cuando pasaba las manos por los costados, sobando bien sus pechos, por los lados.

Paro de su masaje en la espalda y echo ahora varios chorros en las piernas de mi mujer. Por cierto, que las tenía pegadas. Primero se entretuvo con las plantas de los pies y sus tobillos, pero según vi que cogía confianza, fue subiendo. Ahora untaba bien sus nalgas, pero desde la posición en la que yo estaba me parecía, que una de sus manos se metía entre las piernas de mi mujer, como si estuviera masajeando el chochito, pero no lo sabía seguro, porque ahora mi mujer tenía la cara para el otro lado, pero la volvió a girar y pude ver sus gestos, ella sabía que yo la miraba, porque tenía sus ojos bien abiertos mirándome, me sacaba la lengua de forma excitada. Pero lo mejor vino cunado dijo ya está y se tumbó boca abajo. La cara de mi mujer era de querer matarlo.

Pasado un poco de tiempo me incorpore como si me hubiera despertado. Había menos gente y de los moscones que tuvimos merodeando no quedaban ninguno. Carlos me dijo que era la hora de comer y muchos se abrían ido, pero que luego seguro que aparecían más. Dijo que se iba a dar un baño, María se levando de un golpe y dijo que ella también. Yo estaba dispuesto a ir con ellos, pero mi mujer dijo que alguien se tenía que quedar al cuidado de las cosas, Carlos se ofreció a quedarse el, que nos bañáramos nosotros, pero María me miro con cara de furor, por lo que me ofrecí a quedarme yo.

Vi como él se metía decidido al agua, pero María al tocarle el agua, noté como puso reparos. Él le animaba a meterse y al final lo hizo. Yo podía verles, ver sus gestos, pero no les podía oír. Estaba sentado en la toalla sin perder de vista lo que hacían. Al principio estaban separados, pero poco a poco se fueron pegando. Me daba la sensación de que se estaban tocando, pero no podía asegurarlo, no fuera que mi mente me estuviera juagando una mala pasada.

Yo veía que miraban hacia un sitio en concreto y hablaban, era evidente que algo habían visto, pero yo desde donde estaba miraba para el sitio y no podía ver nada, pero veía como María con una sonrisa movía su cabeza diciendo que no. Mi mujer se salió del agua, pero se quedó en la orilla mirándole, el nado durante un rato y regreso donde estaba ella. Cuando estuvieron conmigo, mi mujer me miraba maliciosamente, me moría por saber el motivo. Se secaron y nos fuimos a comer.

En la comida María no quiso beber alcohol y bebió lo mismo que él, cerveza sin alcohol. No hubo mucha conversación, pero si note más complicidad. Carlos se fue al servicio y ya no aguante más, pregunte a mi mujer que había pasado. Ella bajando el tono de su voz, me conto lo que fue evidente, que le toco cuando le puso el protector, que fue muy descarado. Quise saber cuándo y ella otra vez turbada me dijo, que le rozo con el canto de la mano por todo su chochito, mire extrañado, porque me pareció que fue algo más y entonces me confeso, que le había metido un dedo en el culito, que al tener el dedo con tanta crema, entro más fácil de lo que ella había pensado. Eso me puso muy cachondo. Pero no se había quedado allí todo, ella al darse cuenta de mi situación, me conto que le había tocado su aparato y que su mano no daba para agarrarlo bien, que era fuera de lo normal, aunque solo lo había notado, ya que no lo había visto. Que le señalo un sitio en las dunas donde ir para hacer algo, pero que ella no quiso. Se lo reproche y mi mujer me dijo que no se fiaba de que alguien con un móvil pudiera grabarla, que no y que no.

Reconozco que era razonable lo que dijo, tenía más cabeza que yo. Pero quise saber cómo haríamos y ella me dijo que esa noche seguro. Una vez comimos nos volvimos para el hotel. El viaje de vuelta era distinto, yo iba hablando, pero me di cuenta de que no me hacían mucho caso, él iba mirando contantemente al retrovisor, sabía que miraba a mi mujer e imaginaba que ella le seguía el rollo. Menuda noche nos esperaba.

Llegamos al hotel. Nos bajamos los tres y hablábamos de como quedar por la noche. Yo saque un cigarro para fumármelo y como era el último, me acerque a una papelera a tirar el paquete, pude ver cómo le decía algo al oído de mi mujer, puso una sonrisa grande, se sonrosaron sus mejillas y movió la cabeza como diciendo no.

Nos damos la mano Carlos y yo para despedirnos hasta la noche, cuando mi mujer nos sorprende con que quiere tomar una copa en ese momento, no eran ni las cinco de la tarde. Carlos se disculpa, ya que después de la playa le gusta ducharse para quitarse toda la sal y que no va vestido adecuadamente para una cafetería. Yo lo entendí, pero María insistió y se le ocurrió la brillante idea, de subir a tomar algo a la habitación y que me podía duchar allí. Yo al final cedi y Carlos también. Se fue a aparcar el coche y mientras volvía le pregunte a María que a que se debía ese cambio. Ella me dijo que lo quería calentar y dejarlo así hasta la noche, como hizo el en la playa y por lo bruto que era.

Quise saber porque decía lo de bruto y me dijo que le acababa de decir, que tenía ganas de “romperme” el culo, que tenía una auténtica joya. Sin necesidad de volver a preguntar me dijo que le había dicho que por ahí no entro nunca nada y que menos lo que el tenia, que ni lo soñara. Yo sabía que mi mujer había medio mentido, porque si metí algún artilugio muy pequeño en su culo y alguna vez intentamos hacerlo por ahí, pero como le dolía, jamás logré meter ni la puntita. Pero me confeso que se le veía tan educado, tan respetuoso, que luego oírle tan bruto la excitaba de una manera que no lo podía evitar. Pero que ahora ella sería la que lo calentaría. Oír lo que me contaba me puso excitado a mí también, pero deje claro que el culo seria mío primero, que era innegociable, que haríamos como teníamos pensado en nuestras fantasías, una doble penetración, pero siendo yo el que el daba por detrás, ella me dijo que eso lo tenía claro, pero que luego le dejaría a él, por lo menos intentarlo, en eso quedamos conformes.

Nos subimos los tres para la habitación. María se fue a duchar y yo me quede hablando con él. Prepare dos

whiskys

uno para mi mujer y otro para mí, mientras Carlos tomaba un refresco. María apareció en bikini, uno blanco que tiene, que se trasparenta todo y se notan sus pezones oscuros mucho. Y se había colocado la braga del bikini de tal manera, que la raja de su chochito se marcaba de forma escandalosa.

Luego haciendo que buscaba algo en la maleta, nos dio la espalda y dejando las piernas bien estiradas se agacho, dejando el culo de forma provocadora, yo tenía claro que lo hacía para calentar a Carlos, no sé si lo conseguiría, pero con quien si lo consiguió fue conmigo. Yo estaba sin tabaco, pero no me atrevía a bajar a la cafetería a por un paquete, pero me hubiera fumado en ese momento un cartón de lo nervioso que estaba. María le dijo que podía usar cualquiera de las dos toallas que había grandes, que estaban limpias. Se fue a duchar y cerró la puerta, por poco que tardase me daría tiempo a comprar el tabaco.

Avise a mi mujer que sin estar yo nada de tonterías y ella me dijo que ya lo sabía. Baje a toda velocidad, cuando llegue a la máquina del tabaco, solo admitía el precio exacto, no daba cambio. Fui a la barra para que me cambiaran y saque el tabaco a toda velocidad. Llegué a la habitación. Lo que oí me helo la sangre, oía gemidos. En la cama no había nadie, pero miré en el baño y lo que vi, me trajo a la mente alguna situación que el narraba en sus relatos. Mi mujer apoyada en el lavabo, mirando al espejo, desnuda y el detrás follándosela. Ni se habían enterado de mi presencia.

De momento mi mujer ya había incumplido dos condiciones de las muchas que habíamos acordado. Había empezado sin estar yo y encima por lo que podía ver se la estaban follando sin protección. Pero en vez de disgustarme, verlos así me hizo tener una erección descomunal. En unos de sus movimientos, María me vio, pero ni se inmuto y mucho menos cuando me vio tocándome. Lo único que musito fue, Tomas, Tomas, lo siento no quería, pero ha sucedido, es una bestia, como me está jodiendo, es bárbaro.

Me volví a sorprender a mí mismo, cuando de mi boca salió, no te preocupes eso es lo que yo quería, verte así, con un pollón llenándote bien. Carlos no se quedó callado y me dijo, menuda puta que tienes, venia buscando polla y se la estoy dando, que es lo que quería. Yo le dije, si fóllate bien a esta zorra que nos quería poner cachondos, reviéntala, métesela hasta los cojones. Alucinaba de mi vocabulario.

María con voz muy excitada, se animó a pedirle que fuera más fuerte y que le apretara bien los pezones como hacia a otras. Se notaba que se le había quedado bien grabado en su mente lo que había leído de él. Qué manera de coger sus pechos y que locura como apretaba sus pezones. Pude ver su cara y sabía que no aguantaría mucho más, conocía a mi mujer, note como se corría, agitaba su cabeza para un lado y para el otro, apretando sus labios, hasta que hace como siempre, gritar. Pero esta vez sus gritos fueron desproporcionados. Pero Carlos le agarro de la mano y se la llevo hacia la cama, cuando paso junto a mí, me acaricio la cara y me dijo que era mejor que en sus fantasías, que le quería y se dieron un beso tierno, para luego ponerse el debajo y ella arriba, él comía su chochito y ella ese pollón bestial.

Me acerque a la cama para verlo mejor, había parado de hacerme la paja, porque casi que me corro y quería esperar para follarla entre los dos. Estuve un rato viendo como María se comía semejante trabuco, mientras lo hacía me miraba, sus ojos se iluminaban, para ponerme más cachondo, pasaba su lengua por todo su pollón sin dejar de mirarme, es indescriptible explicar lo cachondo que me ponía.

Me puso de tal manera que me corrí sin poder evitarlo, la corrida fue bastante más que otras veces, a Carlos le cayó un poco en sus piernas, pero ni se inmuto seguía a lo que estaba, mi mujer, con una sonrisa pecaminosa me miro y meneo la cabeza. Yo la veía otra vez en situación de correrse. Me cambié de sitio y quise ver chochito, como se lo comían. Al mirar me que estupefacto por dos cosas, La lengua larga de Carlos y que tenía tres dedos metidos en el culo de mi mujer. Era grandioso ver como se movía mi mujer, pero más grandioso fue ver cómo, cuándo se corría, echo el culo para atrás, entrando más los dedos y como aplastaba la boca de Carlos, meneándose como si le hubiera dado una descarga eléctrica.

Carlos la hizo sentarse encima de él, fue cachondísimo ver como su chochito engullía sin compasión ese pollón. Me tenían hipnotizado. Yo seguía pajeándome, pero no lograba una erección completa, ya me estaba desesperando. Carlos me dijo que le comiera el culo a mi mujer para ir preparándoselo. Me dio un poco de apuro, ella se agacho y se besaban, yo me acerqué y se lo comía con mucho cuidado de no rozar a Carlos. Mi mujer se quejó de que no lo hacía bien y entonces Carlos me dijo que cogiera cualquier crema hidratante que tuviera mi mujer. Lo hice y fui llenándole bien el culo. Mis dedos entraban bastante bien, que unido a la calentura de María, ella me dijo que se la metiera ya. Lo intente una y otra vez, pero al no conseguir la dureza necesaria, no había manera de que entrara. Y la desesperación me hizo que me pusiera peor.

Ella se giraba y me miraba como indignada, nuestra gran fantasía no se cumpliría, por lo menos en ese momento. Ella estaba cansada de esa posición, porque además a ella le gustaba estilo perrito, que decía que al notaba más. Por lo que le pidió a Carlos de cambiar de postura y este acepto enseguida. No tardaron nada en estar otra vez acoplados. Cuando vi como azotaba el culo de María y esta no decía nada, solo gemía, me quedé más cachondo todavía, estaba que me corría, pero sin llegar a estar empalmado del todo.

Veía también como le metía los dedos por el culo, que yo creo que me había pasado con la crema que le había puesto, pero ella no protestaba, ni su cara decía que le doliese o que tuviese alguna molestia, todo lo contrario, su cara era de completa felicidad. Quería quitar de mi cabeza el pollón de Carlos, no quiero que nadie se confunda soy muy hombre, pero no es el motivo de la atracción que tenía ver semejante cosa entrando y saliendo dl interior de mi mujer, todo brillante y venoso, era algo que me remordía.

Sin esperarlo vi cómo le sacaba todo y mirándome Carlos, se la agarro y la dirigió al culo de María, como esperando por si yo decía algo, quise decir que parara, pero no me salía, lo que si me salió fue decirle, rómpele el culo a esa puta viciosa, mi mujer giro su cabeza de golpe y me miro, una leve sonrisa ilumino su rostro y le dijo a Carlos, es todo tuyo, ya has oído a mi marido. Carlos ya no me miro más, agarro bien sus caderas y fue clavándosela hasta el fondo, lo hizo de una manera que a mí me pareció eterna, pero después de tomarse su tiempo, pude ver como la tenía empalada hasta el fondo.

Me acerque a ella, que ya no hablaba solo gemía y nos besamos pasionalmente. A cada metida profunda de él, notaba su lengua más caliente dentro de mi boca. Me decía entre susurros que estaba otra vez a punto, que era una bestia follando, que gracias, que me pidiera que le llenara el culo con su corrida. Yo le dije a Carlos que le llenara bien con su leche y a mi mujer le dije acariciándole la cara, vamos putita mía, ordeña a este semental con tu culito. Note como eso les excito más, sobre todo a mi mujer. Era mucho más de lo que había leído, menuda máquina que era. Qué envidia.

Mi mujer otra vez se empezó a correr y que manera más bestial de correrse tuvo Carlos, menudos empujones dio en el culo de mi mujer. Como grito, como le llamo puta, cachonda, que culo más bueno tenia y más cosas fuertes que ahora mismo no recuero. Pero lo que si recuerdo fue lo cachonda y cerda que se puso mi mujer oyéndolas mientras se corrían los dos.

No tardo mucho Carlos en levantarse vestirse y decir que se iba, que nos dejaba a los dos, que seguro que teníamos mucho que hablar y que en principio él nos vendría a recoger a la hora que habíamos quedado antes para cenar, salvo que cambiáramos de opinión. María se quedó tumbada boca abajo, como si se hubiera quedado sin fuerzas, le dije a Carlos que no sabía si María estaría con fuerzas, pero mi mujer dijo acto seguido, que ella en media hora de descanso y otra ducha refrescante, estaría para cenar.

La continuación de los tres días y noches que continuamos, si ha gustado lo contare y si no, gracias por leer este relato y disculparme por los errores gramaticales o faltas de ortografía que pudiera haber cometido. La benevolencia es sana.