Estrenando mi mayoría de edad

Mi primer relato de mi primera experiencia bisex en un cine X con un maduro.

Tras muchos años leyendo relatos de www.todorelatos.com he decido, por fin, relatar mis propias experiencias a lo largo de más de 35 años. En primer lugar he de decir que siempre he sido un gran amante del sexo en todas sus variedades y nunca he tenido una mala experiencia porque he sido cuidadoso a la hora de elegir las personas con las que he gozado inmensamente y por haber entendido siempre  que el morbo total y situaciones de máxima excitación nunca deben estar  reñidas con la buena educación y respeto absoluto.

Dicho esto, empiezo por contaros que ahora tengo 57 años y sigo siendo muy activo a la hora de seguir buscando personas que estén en la misma onda que yo respecto al sexo. Desde muy temprana edad ya hice mis pinitos bisex y  todo lo que cuente en adelante está basado en hechos reales. Si acaso cambiaré nombres para salvaguardar la privacidad de hombres y mujeres con las que he compartido experiencias sumamente excitantes y salvajes.

Mi primer relato va a ser la de mi primera experiencia en un cine X, nada más cumplir los 18 años, momento que ansiaba para tener una buena polla en mi boca, en cuanto estrenara  mi condición de adulto. A pesar de haber pasado tantos años de aquello, sigo guardando en mi retina la enorme excitación, los nervios y el morbo que me causó ese primer encuentro.

Hasta ese momento había estado con varias chicas, con algunas de las cuales ya había  buenos momentos de sexo, pero sentía la necesidad de conocer muchas más cosas, y una de ellas era comerme una buena polla, grande y gruesa, a ser posible de un tío maduro que fuera lo más guarro posible. Con 18 ya me sentía inmensamente vicioso y ansioso por gozar de situaciones diferentes al sexo tradicional.

Así pues, en medio de unos nervios terribles, a la vez que una calentura total, me fui a uno de los muchos cines X que había en Madrid a mediados de la década de los 80. Al sentarme en medio de la sala, nada más ver las escenas de mamadas brutales que se veían en la película, mi polla se puso a 100, o a mil, ya ni recuerdo. Tuve que hacer grandes esfuerzos para contenerme y no correrme directamente en los pantalones... mi objetivo era otro, que no era sino el de otear el horizonte de tíos que había a mi alrededor para meterme una buena polla en mi boca y mamarla sin parar.

A la hora de sentarme, elegí una butaca que no estuviera muy distante de la de algunos maduros, a lo sumo una butaca de separación. Y no pude hacer mejor elección... a mi lado vi a un tío mayor, con la polla saliendo de entre sus pantalones, tocándose sin parar y con una cara de vicio que no olvidaré jamás. No pude por menos que deslizar mi mano hacia su polla, entre el miedo a que me rechazara o pasara de mi. Era mi primera experiencia en un cine y no sabía si hacía lo correcto y si estaba siendo muy atrevido. Recuerdo que mi corazón latía a mil revoluciones, fruto de la ansiedad, el morbo, la novedad y el vicio incontrolado.

En medio de los nervios, al sentir la polla del tío entre mis manos, su reacción fue de dejarse hacer y de total receptividad por su parte ¡Qué polla tenía! Al tocársela en un primer momento la noté morcillona, pero en cuanto se la seguí tocando sentí cómo se iba poniendo dura y gorda en mi mano. No puedo describir el estado de excitación que me provocó. En especial recuerdo lo pringoso que tenía el capullo, lleno de líquido preseminal, lo cual me dejaba aún más extasiado.

En ese momento, con mis 18 añitos recién cumplidos, yo ya estaba dispuesto a todo.

No recuerdo el tiempo durante el cual estuve magreando la polla y los huevos de aquel maduro, que calculo que tendría la edad que tengo yo actualmente. Lo que sí recuerdo es que el tío me hizo gestos para salir de la sala... entendí perfectamente dónde quería que fuéramos. Sin más dilación nos levantamos y sin hablar nos fuimos directamente a los lavabos. Nos metimos en uno de los cuartos de inodoros cerrando la puerta. Sin articular palabra, se bajó los pantalones dejando entrelucir su polla, ya bien dura, que me apresuré a tocar con mis manos.

Casi de inmediato, me puse de rodillas para tener su pollón frente a mi boca, con la que empecé a hacerle una gran mamada, de las muchas que he mamado después a lo largo de todos estos años. Mi polla estaba a mil. Le lamí la polla y los huevos totalmente entregado mientras él   empujaba con sus manos mi cabeza para meterme su polla hasta el fondo de mi garganta hasta  conseguir mis primeras arcadas, de absoluto placer. Recuerdo su cipote pringoso de mi saliva y su líquido preseminal. No lo olvidaré jamás.

Para ese momento yo estaba en una nube, en la que lo único que deseaba era notar cómo reventaba su polla en mis labios y notar cómo se corría encima de mi. Le masturbé y le mamé su pollón mientras le acariciaba los huevos, con el único fin de notar su semen en mi boca. Y vaya si se corrió. Su verga explotó y soltó todo su esperma, espeso y abundante en mi lengua. Seguí chupándosela sin parar, pringosa, llena de leche, con mi boca empapada de su rico manjar. Tal fue mi excitacion que en el momento en que se corrió, yo me corrí a la vez. Le seguí lamiendo los huevos y la polla hasta que se le fue bajando mientras yo me terminaba de correr, con mi mano llena de mi propia leche.

Al poco de corrernos, el tío salió antes que yo, igual que como habíamos entrado, sin hablar. Salí a continuación, con la boca aún con restos de esperma y con el convencimiento de que esa no iba a ser la única experiencia, sino la primera de una larga lista que iré desgranando en próximos relatos.

Para cualquier comentario sobre mi primer relato, solo decir que contestaré a todos.

car42madrid@hotmail.com