Estrenando coche.
Iba a ser una mamada para estrenar el coche de mi amigo, pero se convirtió en algo más y terminé con el culo abierto y chorreando semen.
Miércoles noche, preparándome la cena y de repente me entra un whatsapp de mi amigo Javier, oye, ¿tienes media horita libre ahora? Me conozco el ritual y su forma de proceder: anda caliente por casa, le entran ganas de pajearse pero de repente se acuerda que tiene su amigo Jorge y que tiene vía libre y plena disposición para follárselo cuando quiera. Tal cual, le respondo que sí, que tengo media e incluso una hora entera, que me estaba acabando de preparar la cena pero puede esperar. Ok, pues te paso a buscar ahora mismo, es que me he comprado un coche nuevo y me apetece estrenarlo con una mamada de las tuyas. Guay, de todos mis folla amigos el que más me pone es Javier, tiene un pollón de 23 centímetros y me trata como si fuera su puta pero sin el como. Así que recogí mis bártulos y a los diez minutos ya estaba esperándome abajo con su nuevo y flamante BMW.
Vaya coche, colega.
Ya ves, no te digo lo que me ha costado porqué te vas a caer de espaldas.
Tranqui, a mí mientras me dejes chupártela como si te quieres comprar tres cada día.
Sube, que te la vas a tragar entera.
Me subí en el asiento del copiloto y me abalancé a su entrepierna, pero me apartó la cabeza con una mano. Tendrás que tener un poco de paciencia, no quiero que sea una mamada cualquiera. Pensaba que haríamos lo que hemos hecho tantas veces, dar vueltas por la ciudad mientras yo se la chupaba, y una vez estaba deslechado me volvía a dejar a donde me había recogido. Pero esta vez nos dirigíamos a la parte alta de la ciudad. Estaba escureciendo y el seguía con su misterio, hasta que llegamos en un monte que suele ser una zona de cruising muy común, siempre se suelen ver coches aparcados y hombres correteando alrededor. Pero hoy, quizá porque era entre semana, no se veía un alma. Aparcó a un par de metros de un leve precipicio, protegido, eso sí, por una valla de metro y medio, y a través del qual se podía observar todo el skyline de la ciudad. Desde el coche la vista era preciosa. Ahora sí, quiero que me la comas de esa manera que tú solo sabes. Quiero que la primera mamada en este coche sea con una mamona como tú y con estas vistas. Así que empieza. Se bajó los pantalones y el bóxer a la vez y su pene ya medio morcillón dio un respingón, aliviado de la opresión de las prendas de ropa. Lo cogí con una mano, le masturbé hasta que se puso completamente erecto, y ahora sí, por fin me pude abalanzar sobre él sin que nadie me apartara la cabeza. Empecé lamiéndole el capullo, primero muy lentamente, me lo metía en la boca y me lo sacaba, le escupía, jugaba con él. Le lamía el tronco recogiendo mi saliva, le volvía a escupir. Él susurraba pequeños oh, oh, sí, y yo me entretenía en ensalivarle bien ensalivado su miembro, hasta que no pude aguantarme más y me la metí hasta el fondo. Metía y sacaba y metía y sacaba y lo que antes eran susurros ahora eran gritos de puro placer y comentarios cada vez más subidos de tono. Oh, sí, no hay nadie que la chupe como tú en toda la provincia. Qué puta eres, Jorge. Se animó y me cogió del pelo y ahora era él quien llevaba las riendas de la felación, apretaba mi cabeza hasta el fondo, casi me daban arcadas y hilos de saliva inundaban todo su falo. Parecía que se estaba a punto de correr hasta que de pronto dijo: bájate y ponte delante del coche. ¿ Perdona?, dije yo. No preguntes y hazlo.
Me bajé del coche, él bajó su ventanilla y encendió las luces delanteras, me iluminaban y no veía nada, pero escuché su voz que dijo: desnúdate y túmbate en el capot boca abajo. Me desnudé, dejé mi ropa a un lado y me tumbé en el capot tal y como me había dicho. El motor estaba todavía un poco caliente y era una sensación muy agradable. Abrió la puerta, bajó del coche, pasó por mi lado y se colocó detrás de mío. Me cogió del pelo, tiró hacia atrás y con la otra mano empezó a azotarme a lo bestia. Me estaba sometiendo a su placer y a mi me encantaba, de golpe y sin decir nada paró, noté como me habría los cachetes del culo y me escupió varias veces en el ojete. Me puso un dedo y solté un leve gemido, estuvo un rato hurgando y yo me moría del placer y de las ganas de que me la metiera ya. Dicho (en este caso pensado) y hecho, sacó el dedo, se bajó el pantalón hasta la mitad y me la metió de un golpe.
Me agarró de las caderas y me embistió como si le fuera la vida en ello, notaba como su pedazo de carne me llegaba hasta las mismas entrañas. Me soltaba para darme algún azote en el culo, ahora a un lado ahora en otro, mientras seguía con la brutal estocada. Tenía mi culo expuesto a su placer, tumbado en el capot de su coche nuevo, el invitado de honor en esta fiesta. Intensificó la potencia de la penetración, me daba golpes con las rodillas en la parte delantera del automóvil debido a su fuerza, hasta que, ahora sí, venía la corrida más abundante que yo recuerde. Tenía la sensación que litros y litros de leche me inundaban, si no era un multiorgasmo lo que estaba teniendo Javier poco le faltaba para que lo fuese. Cuando parecía que ya se había quedado seco, me la sacó de un golpe, se subió los pantalones y me dijo vístete, que tienes que terminar de prepararte la cena. Vamos, que te levo a casa. Me vestí, aún con el culo chorreando semen, y me volvió de vuelta a mi casa. Y esta fue, la primera de las muchas veces que me folló en su coche.