Estrenada por la asistenta.
Soraya es una chica independiente que para pagarse la carrera de enfermería trabaja como asistenta en varias casas, lo que no imagina es la situación que se le presenta con la hija de una de sus jefas
Soraya dejó la mochila con sus libros de la universidad sobre el sofá que estaba en medio de su apartamento, para rápidamente coger la bolsa de deporte en la que tenía su ropa de trabajo y salir corriendo con ella al hombro.
La muchacha, que como solía sucederla todos los martes iba pillada de tiempo, esperó en la parada del autobús dando saltitos ya que su centro de trabajo estaba bastante alejado del lugar en el que vivía y tan solo le quedaba un cuarto de hora para llegar a tiempo.
La chica sonrió cuando vio el transporte público acercarse y más aún cuando una vez dentro encontró un sitio donde sentarse.
Soraya aprovechó el tiempo del viaje en autobús para atusarse un poco su media melena de pelo rubio y liso y para asegurarse que no tenía ninguna mancha en su rostro de piel clara.
La chica bajó en su parada rápidamente y se encaminó hacia el bloque de pisos en el que estaba la vivienda que solía ir a limpiar un par de veces por semana, trabajo que le daba un sueldo, que sumado a otras dos casa que también visitaba con el mismo objetivo, le llegaba para sus estudios de enfermería y el alquiler y gastos de su casa.
- Lamento el retraso- dijo Soraya nada más entrar para si había alguien en casa se percatase de su presencia.
La joven fue directamente al cuarto de baño para cambiar su blusa y pantalones vaqueros de colores suaves por su falda oscura y su camisa blanca con la que solía hacer las faenas del hogar.
Soraya salió del baño perfectamente uniformada y pese a que a le pareció extraño que no hubiese nadie en la casa no holgazaneó y comenzó a poner todo en orden. La joven tenía pactado con le señora de la casa estar allí durante un par de horas o hasta que las tareas estuviesen hechas, lo que ocurriera primero.
La asistenta, que pese a que la situación era extraña ya se había dado en alguna ocasión, se dirigió a la cocina donde encontró la lista con las cosas que tenía que hacer. Una ligera sonrisa apareció en el rostro de la muchacha cuando vio que tan solo tenía tres tareas: Poner una lavadora y colgar la ropa, limpiar el baño y poner en orden la casa.
Soraya, que después de casi dos años desempeñando aquella clase de trabajo ya había aprendido a optimizar el tiempo, lo primero que hizo fue meter todo lo que había en el cesto de la ropa sucia en el lavadora, para que esta se encargase de lavar la ropa mientras se encargaba de las otras dos tareas.
La chica salió ligeramente resoplando del baño después de pasarse dentro de él casi media hora, sin duda aquella era la tarea que menos le gustaba, ya que no solo era la más agotadora, sino que también era en la que debía llevar más cuidado, ya que la señora que la tenía contratada la exigía una pulcritud elevada en aquella función.
Soraya se sorprendió cuando se encontró en el salón, con los pies sobre la mesa a la hija de la dueña de la casa, a la cual la había visto tan pocas veces que ni siquiera sabía su nombre. Se trataba de una chica joven, de piel clara, pelo largo, liso y rojizo y más o menos de su talla.
- ¡Vaya, no te había oído llegar!- dijo Soraya después de secarse un poco el sudor de la frente con la manga de su camisa.
- Sí acabo de llegar- dijo la chica con media sonrisa de dientes blancos- ¿te molesto aquí?
- No para nada, no te preocupes- dijo la limpiadora quitando importancia a la presencia de la chica y comenzando a quitar el polvo que había en una de las estanterías del salón.
Soraya, a la que si bien no le importaba que la joven hija de su jefa estuviese allí, prefería trabajar sin ser observada, se encargó de poner en orden el salón lo antes posible para poder ir a otras habitaciones donde pudiese desarrollar su trabajo sin sentirse vigilada.
Tan pronto como terminó de limpiar el salón, la muchacha salió hacia la habitación para ir a la cocina y ver que le quedaba casi una hora a la lavadora, con lo que comenzó a limpiar la encimera y a continuación dar un fregado al suelo de la cocina.
- Perdona- dijo Soraya cuando caminando hacia atrás al tiempo que fregaba chocó con la hija de su jefa.
- No pasa nada, ha sido culpa mía- dijo la chica- ¿Podría comentarte una cosita?
- Sí claro, dime- dijo Soraya afable.
- El otro día, en un pub, me pareció verte besándote con otra chica- dijo la muchacha, haciendo que el gesto de Soraya se torciese.
- Es muy posible, me gustan las mujeres- dijo la asistenta con dureza, la joven se había dicho a si misma, el día que consiguió hacer que sus padres lo aceptasen, que no volvería a avergonzarse de lo que era, y desde luego con aquella muchacha no iba a hacer una excepción.
- Me parecía que eras tú, llevabas bastante maquillaje y no estaba segura.
- Bueno ¿y qué pasa con eso?- preguntó Soraya finalmente con un tono bastante severo.
- No nada- dijo la chica un poco intimidada- lo siento…- y sin decir más la chica se dio la vuelta para marcharse, pero no pudo ya que Soraya anduvo rápida y le agarró del brazo.
- Espera, perdona- dijo la asistenta al ver que había sido un poco brusca en sus palabras- he sido un poco borde, pero compréndeme, hay aún bastante gente intolerante que no soporta que a las mujeres nos gusten las mujeres y he tenido alguna mala experiencia.
- No, yo no quería echarte nada en cara- dijo la muchacha- solo que me gustaría hablar contigo sobre esto, es que creo que me estoy sintiendo atraída por una chica de mi clase- confesó la joven poniéndose roja de vergüenza por oírse diciéndolo en voz alta, provocando una reacción de culpabilidad en Soraya ya que se sentía mal por haber sido tan cortante al principio.
- Mira- dijo la asistenta sonriendo un poco- que te parece si me ayudas un poco a limpiar la casa y luego charlamos largo y tendido sobre lo que quiera.
- Sí gracias, por cierto, me llamo Ana- dijo la muchacha encantada de la oferta.
- Yo soy Soraya- dijo dando un par de besos en las mejillas de Ana.
Soraya que no quería aprovecharse de la situación tan solo la pidió a Ana que se encargase de limpiar un poco su propia habitación y barrer el pasillo mientras ella se ocupaba del dormitorio de los dueños de la casa, el salón y las otras dos habitaciones de invitados.
Una vez terminadas todas la faenas de la casa, Soraya se sentó en el salón frente a Ana para comenzar a charlar, contándola esta que desde hacía un par de meses tenía sueños en los que tenía relaciones sexuales con diferentes chicas habiendo sustituido estas en sus sueños eróticos a los chicos.
- Además hay una chica que me gusta en clase, pero me da miedo que me diga que no y que se sepa que no soy como la mayoría de chicas- explicó Ana mirando a la asistenta que había escuchado con atención todo lo que su interlocutora le había contado.
- ¿La chica que te gusta es amiga tuya?
- Por desgracia no.
- Vaya- dijo Soraya un poco desilusionada, aquello en su opinión hacía que las posibilidades de éxito descendiesen- entre amigas siempre es menos violento y si no quieren experimentar suelen ser mucho más comprensivas. ¿Conoces el carácter de la chica que te gusta?- preguntó deseando profundizar para darle un mejor consejo.
Ana le contó a Soraya todo lo que sabía mientras ambas se encargaban de colgar la ropa en la terraza. Tal y como esperaba la chica a la que deseaba Ana era una muchacha guapa, de buen cuerpo, sacaba unas notas normales en la facultad y a juzgar por la ropa que solía llevar parecía que sus padres estaban bastante bien económicamente.
- ¿Y cómo es que no te has acercado ya a ella?- preguntó Soraya mientras cogía el cubo en el que había llevado ya ropa, ya totalmente vacío.
- No quiero que note que me gusta, no sé, me da la sensación de que soy poca cosa para ella- dijo la chica con la cabeza un poco agachada.
- Para nada, no sé como es la chica que te gusta, pero tú tienes un punto muy seductor.
- ¿De verdad?-preguntó la joven Ana un tanto alagada.
- Desde luego- aseguró la chica convencida mirando a Ana de arriba a bajo- tienes una talla media, unas curvas bastante interesantes, una carita de lo más agradable.
- Bésame entonces- dijo la chica al momento en un tono de urgencia que rápidamente se apresuró a suavizar- por favor.
- No creo que sea lo más adecuado- contestó Soraya dándose cuenta de que quizás había alagado demasiado a la hija de su jefa- podría meterme en problemas.
- Yo no se lo voy a decir a nadie si lo haces- dijo la chica acercándose a la asistenta- a no ser que no te parezca tan seductora como dices.
- Me lo pareces pero…
- Entonces no tengo motivo para sentirme rechazada- dijo la chica con media sonrisa y sin decir una sola palabra más agarrar las mejillas de Soraya y darla un beso en los labios.
El sentir la suave piel de Ana sobre la suya hizo que Soraya se dejase llevar y abrió ligeramente la boca para la muchacha pudiese introducir su lengua, aunque rápidamente la asistenta se dio cuenta de lo inexperta que era en aquel ámbito y no dudó en tomar la iniciativa, metiendo la lengua en la dulce boca de Ana durante unos segundos.
- Ves como no era ese el motivo- dijo Soraya una vez se separó de Ana, mientras veía como esta jadeaba y estaba bastante sonrojada.- es simplemente que no me parece una buena idea comenzar una relación con la hija de mi jefa.
- No será una relación si no quieres- dijo Ana buscando alternativas- tan solo me gustaría experimentar con una chica de tu experiencia, sexo sin compromiso.
Soraya que se sentía tentada por tener sexo con Ana lo pensó un poco, era muy fácil para la joven decir que deseaba tener sexo sin compromiso, pero Soraya en más de una ocasión había comenzando alguna relación con ese pretexto y había acabado con sus amantes tratando de convertirse en sus novias.
- Mi madre está fuera por viaje de negocios - dijo Ana deseando oír una respuesta afirmativa.
- De acuerdo, pero solo será sexo, no quiero que luego te enchoches conmigo- dijo Soraya tratando de sonar con un tono neutro para que Ana no notase como había comenzando a acalorarse ante la situación que se le estaba presentando.
Ana, contentísima de escuchar aquello agarró la muñeca de Soraya para guiarla a su habitación e insistirla que se sentase en la cama para estar más cómoda. Soraya sonrió, le gustó que pese a que era una chica sin una gota de experiencia tratase de llevar las riendas de la situación.
La anfitriona comenzó lentamente a quitarse la ropa al tiempo que su rostro se tornaba más y más rojo ante la atenta mirada de su invitada, que la examinó de pies a cabeza. La chica estaba un poquito gordita, tenía unos muslos un poco rollizos, pero de aparecía suave, un abdomen un poco hinchado y unos senos de lo más apetecibles, los cuales Soraya no soportó ver detrás del sujetador, con lo que la muchacha se levantó para agarrar con fuerza el sostén de Ana y bajárselo de golpe para que los pechos de esta quedasen por encima, asomando unos medianos pechos de piel clara, excepcionalmente suaves que con unos grandes pezones rosados que Soraya se apresuró a chupar para ponerlos duros rápidamente.
Soraya que era consciente de que Ana en aquel momento estaba el la gloria, pero que en cuanto se diese cuenta de que ella no se había quitado ni una sola prenda de ropa se sentiría incómoda, comenzó a quitarse su uniforme de trabajo quedando en ropa interior ante la mirada de su amante, la cual observaba el cuerpo de su asistenta impresionada.
La chica, sabiéndose bella, colocó sus manos detrás de la cabeza y se dio una vuelta completa para que su anfitriona no solo pudiese ver sus medianos y firmes pechos detrás del pequeño sujetados blanco que había elegido aquella mañana, y su figura estilizada conseguida y mantenida gracias a la hora que dedicaba todos los días para hacer ejercicio, sino también para que la joven hija de su jefa pudiese ver sus firmes nalgas, que con el tanga que llevaba destacaban muchísimo, tanto que antes de lograr ponerse de cara a Ana, sintió las manos de esta sobre su trasero.
- Lo tienes durísimo- comentó la chica impresionada y envidiosa mientras besaba por detrás el cuello de piel bronceada de su amante.
Soraya, que consideró que estarían más cómodas tumbadas en la cama guió a la chica hasta el lecho, donde la tiró a ella primero con cuidado, para echarse sobre Ana después de quitarse el sujetador y lucir así sus pechos que no cayeron ni un centímetros pese a perder el sostén.
Ana, ansiosa de probar los senos de una mujer acercó sus labios a los duros pezones marrones de Soraya para metérselos en la boca, primero uno y después el otro, sintiendo como estos se volvían duros dentro de su boca.
Mientras Ana se centraba en lamer los senos de su amante, Soraya no paró de acariciar el cuerpo de la chica, comenzando por los pechos de esta para ir bajando poco a poco hasta las caderas y muslos, lugar en el que se entretuvo un largo rato hasta que finalmente se decidió a deslizar las braguitas de su anfitriona para dejar al descubierto el sexo rosado y depilado de su amante.
- Justo como me gustan, peladitos y mojaditos- dijo Soraya sonriendo después de meter un par de dedos en la vagina de Ana para a continuación llevarse estos a la boca, provocando la excitación de Ana que volvió a besarla con pasión.
- ¿Puedo comerme tu vagina?- preguntó la chica sobre excitada.
- No sé la verdad, soy muy exigente con mis lamedoras- dijo Soraya viendo el rostro de desilusión de Ana, para acabar soltando una risita- era una broma, cariño, no tienes que pedirme permiso para comerme, adelante hazlo- dijo Soraya apoyando su espalda sobre la cama y separando las piernas.
Ana, con las manos ligeramente temblorosas apartó el tanga hacia el lado derecho para ver el hermoso sexo de su asistenta, tenía unos labios grandes y rosados, un clítoris prominente con una tira de bello cuidadosamente recortado adornando su pubis. .
Soraya gimió de gusto cuando sintió la lengua de la joven sobre su sexo, moviéndose con rapidez deseando complacer a la receptora de la lamida. La asistenta, para que Ana supiese que lo estaba haciendo bien plantó su mano derecha sobre la cabeza de pelo pelirrojo de la chica para acariciarla con cariño mientras sentía que la temperatura de su cuerpo ascendía más y más.
Tras unos minutos Soraya comenzó a notar como la energía con la que Ana había comenzado se diluía, tomando la iniciativa de cambiar las tornar y ser ella la que lamiese durante unos minutos el suave y dulce sexo de su anfitriona, la cual gimió de una forma mucho más escandalosa que Soraya.
- ¡Para Soraya que estoy a punto!- exclamó Ana colocando sus manos sobre la frente de Soraya para que esta se alejase de ella.
- ¿Y que tiene eso de malo?- preguntó la chica mirándola con el rostro empapado por los fluidos de Ana.
- Quiero probar una cosa que compré- dijo la chica saliendo de la cama para encarar el armario empotrado que estaba en la derecha de la estancia.
Ana se estiró para sacar de la balda más alta una gran caja que apoyó sobre la cama y que se apresuró a abrir para que su invitada lo viese, se trataba de una serie de correas y una decena de consoladores de distintos anchos y medidas. La joven al ser inexperta le pidió a Soraya que fuese ella la que llevase las riendas, con lo que esta aceptó y no tardó en adaptar el dildo que más le gustaba a las correas para meterlo en su interior.
- Ahora elige tú el que más te guste- dijo Soraya quedando sorprendida cuando Ana al instante eligió el más grande de lo que había, un consolador de color azul, de unos 20 centímetros, muy grueso y con infinidad de pinchitos- Estás segura, no sé si para la primera vez es el mejor.
- Seguro que sabrás metérmelo bien- dijo la chica acuclillándose delante de su amante para ajustar el consolador de su elección al arnés que Soraya se había enfundado.
Deseosa de saber lo que se sentía al ser penetrada por otra mujer Ana se colocó en cuatro patas sobre su cama, con las piernas bien separadas para que Soraya pudiese ver perfectamente el mojado y rosado sexo de la chica.
La portadora del arnés, que sabía del entusiasmo que se sentía en la primera vez se acercó lentamente a Ana para apoyar la punta del consolador con el que la iba a penetrar en la entrada de la vagina.
Ana fue deshaciéndose de placer a medida que el grueso dildo comenzaba a ser tragado poco a poco por su húmedo sexo, mientras que Soraya disfrutaba separando las nalgas de su amante para juguetear con el pequeño ano de esta, cosa que habría dejado de hacer si no hubiese sido porque el disfrute de Ana parecía verse multiplicado.
Soraya no comenzó a mover sus caderas hasta haber logrado introducir por completo su arnés en la vagina de Ana, aunque no fue necesario moverse demasiado, ya que la penetrada no tardó en comenzar a buscar el placer por si misma moviendo su trasero hacia delante y hacia atrás.
Viendo que Ana podía apañarse ella sola para dar placer a ambas, la chica más experimentada continuó acariciando el pequeño ano de la anfitriona, el cual después de cada caricia estaba más y más receptivo, hasta el punto que Soraya quedó sorprendida cuando después de escupir un poco de saliva sobre el trasero de su amante su dedo índice se introdujo sin ninguna dificultad, acompañándolo un largo gemido de placer de la penetrada.
Entusiasmada de encontrar una chica que gozaba tanto de los placeres anales Soraya comenzó a meter y sacar el dedo con mayor rapidez, al tiempo que Ana trataba de que su sexo no se viese desatendido.
Así estuvieron durante unos minutos hasta que Soraya decidió cambiar sus expertos dedos por el vibrador más pequeño que tenía a mano, de unos 10 centímetros y un poco más grueso que dos de sus dedos juntos: ideal para el sexo anal.
Ana gimió de placer en cuanto notó la vibración en su interior y comenzó a jadear cuando las manos de Soraya la agarraron con firmeza las caderas y esta comenzó a embestirla con fuerza.
La anfitriona, que veía que había gastado muy pronto sus fuerzas y que sabía que su asistenta no tardaría en llevarla al orgasmo se dejó hacer y lo único que hizo fue notar como su cuerpo se iba calentando poco a poco al tiempo que gemía de placer para que su amante supiese que estaba gozando mucho de la experiencia.
Como era lógico, Ana, que estaba menos acostumbrada a aquella clase de sexo, no tardó en correrse, sintiendo Soraya entre sus manos el como el cuerpo de la joven se estremecía entre sus manos al tiempo que esta gemía mucho más alto que lo que lo había hecho hasta el momento.
La penetradora, que no deseaba tardar mucho más que su amante para que esta no pensase que había aguantado poco, comenzó a penetrar con mucha más rapidez, no tardando el alcanzar el orgasmo, para acabar soltando un largo gemido de placer, sacar el arnés del cuerpo de Ana y dejarse caer, apoyando sus senos sobre la pálida espalda que tenía delante y besar con dulzura el suave cuello de Ana.
- Ha estado increíble- comentó Ana satisfecha- ¿Yo lo he hecho bien?- preguntó la chica haciendo sonreír a Soraya.
- Estupenda, si no me hubieses dicho que era tu primera vez ni me lo habría imaginado- dijo haciendo que Ana se sintiese orgullosa.
- Tendré que pedir a mi madre que vengas a limpiar con más regularidad, para repetir esto- comenzó la chica sonriendo dándose la vuelta para quedar cara a cara con su amante, Soraya le devolvió la sonrisa.
- Estas son las horas extras que más me gustan.
Agradeceré comentarios y críticas tanto por aquí como por mi correo fantasias1987@hotmail.com