Estoy muerto Capítulo 1-Decisión 1.
Decidiste no hacer el amor con Cely, todo acto en la vida tiene un pro y un contra; toda decisión unas consecuencias y unas ventajas, vuestra relación cambia con cada acto que hagáis. Vais dejando atrás el hogar, viendo que la situación se complica por momentos; es hora de tomar una segunda decisión
Estoy muerto
Capítulo 1: Sin sexo
Cuando se me permite entrar en la casa para dormir, me encuentro con otra situación incómoda en la que ni siquiera había pensado que me encontraría en ella; Cely comienza a desnudarse, tratando de ser erótica.
La sigo observando unos instantes, dándome cuenta de que cuando se quita toda la ropa y toda esa roña; es bien hermosa, pero no me despierta sentimiento alguno…salvo el de mi virilidad y no me parece bien usarla como hombre, cuando ella me ama; como mi esposa.
— Cely
Digo con un hilo de voz, ella me mira al escuchar su nombre.
— ¿si, Asher?
Se acaricia el pelo, siendo un poco más seductora.
— No quiero hacerlo contigo.
Ella frunce el ceño, como si no pudiera entender o encajar esas palabras.
— ¿co-como dices?
— No puedo hacerlo contigo, hasta que te recuerde.
— Pero si estas duro.
Señala la única parte de mí, que no controlo.
— El piensa por si mismo, pero no está bien.
— Es que llevo 3 días sin hacerlo contigo, ya pensaba que no volvería a hacerlo y; y, y tengo muchas ganas.
— Yo lo siento, pero sería como engañarte o algo peor; utilizarte, no quiero hacer eso.
— Hazlo, no me importa.
— No, no me sentiría bien; conmigo mismo.
Ella se pone bastante seria, queda unos instantes así; observándome entero, intentando tragar la nueva información recibida por mi parte.
— ¿vas a abandonarme?
Dice al cabo de un rato.
— No, eres lo único que tengo aquí y ahora.
Ella sigue observándome un poco más, al poco recoge su ropa de mala gana y comienza a vestirse; pero mas que enfadada, parece aliviada. Poco después se acuesta en la cama, trato de abrazarla para consolarla; pero ella se retuerce cabreada, me mira mal y me grita.
— No se te ocurra tocarme, duérmete.
— Buenas noches.
Le digo pero espero un rato a ver si me contesta y no hay respuesta, simplemente me pone el culo en el pito; imagino que como castigo, la calentura hace que me cueste dormir y sin embargo ella se duerme del tirón. A la mañana siguiente ambos nos despertamos con los primeros rayos de sol, de echo ella un poco antes; ya que me da el olor del desayuno, aun en el lecho no conyugal.
Me levanto y todo me duele menos que ayer, parece que estoy recuperándome; incluso veo las vendas de ayer, llenas de sangre en el tocador de su alcoba y parece que me puso unas nuevas. Voy a la cocina, ella que parecía contenta y cantando; al verme cambia completamente su actitud, me tira un plato a la mesa.
— Come rápido, que nos vamos.
Dice sin volver a mirarme.
— Come conmigo, ¿no?
— No.
Se niega, dada la tensión que se podría cortar con un cuchillo entre nosotros; decido no insistir, prefiero que este así a demasiado cariñosa y es que me hace sentir raro.
Como en silencio, mientras ella revisa todo los que nos vamos a llevar; añade algunas cosas que considera importantes, que yo no y tras terminar de comer yo.
— Vámonos, date prisa.
Todo el brillo que le veía ayer ha desaparecido, ahora mismo su cara y sus actos reflejan el sentimiento que tiene una piedra; quizás es mejor así, probablemente me lamente luego y es que quizás, la recuerde.
Nos ponemos en marcha, tras coger el equipaje que no cabe en el carro; dejamos muchas cosas detrás, por mi lado no miro atrás ya que es una vida que no recuerdo y por lo tanto no lamento perder. Ella si mira repetidas veces, incluso alguna mirada de soslayo hacia mí; cuando trato de consolarla al verla llorar, se vuelve a retorcer furiosamente.
— ¡Déjame!
Grita bien fuerte, vuelvo a soltarla; da un par de pasos apresurados y luego sigue caminando en silencio, llorando.
Así comienza nuestro viaje, con el único sonido del caballo; de la carreta y del llanto de una mujer que lo pierde todo. No recuerdo nada, pero hasta a mí me está agobiando; la situación actual, tan solo quiero vivir y no complicarme la vida…pero todo esto me supera, no recuerdo nada sobre mi aparte de un nombre; imágenes borrosas, recuerdos que Cely ha mencionado y a la propia mujer que camina delante sin mirarme; ni hablarme, supongo que ya se le pasara y solo puedo suspirar.
En el tiempo que ando mirando los hermosos paisajes que nos rodean, que nos esperan a unos pasos de cruzarlos; hemos pasado un par de granjas, en la primera saludaron a mi mujer y me miraron como si hubieran visto un fantasma. En la segunda, iban a saludar a mi mujer; hasta que me vieron a mí, su amago de saludo fue cambiado por un sinfín de cuchicheos.
— ¿Qué les pasa?
Pregunta Cely, parece preocupada; viendo la reacción de sus vecinos y probablemente sus conocidos de toda la vida, por mi parte no me extraña y no me fio de ellos.
Total, no los conozco.
— Probablemente, ya hayan oído que estaba muerto o que soy un criminal; que estamos huyendo, de la justicia.
— ¿Crees que debería explicarles?
— No gastes saliva, hablar con un ciego; no hace que te vea.
Ella me mira dolida.
— ¿crees que nos van a vender?
— …
— Dímelo.
— ¿estas segura, de que quieres saberlo?
— …
— Eso pensaba.
El silencio se adueña otra vez de nuestro camino, hasta que escuchamos el llanto de un bebe; ambos nos miramos, dudando que hacer.
— ¿deberíamos ir?
Es hora de comer, por lo que también podríamos parar aquí.
Decisión:
— Ir a ver (lee el
Capítulo 4)
— Seguir nuestro camino (salta directamente al
Capítulo 5)
— Paremos aquí. (ve al
capítulo 6)