Estoy gozando de mi libertad

Un hombre aprovecha la ausencia de su esposa para tener una aventura, ocasión que se le presenta enseguida y la goza como nadie.

Mi esposa ha salido de viaje, es sábado por la tarde y me he quedado solo en la empresa después que se han retirado los empleados, me dispongo a cerrar la puerta y pienso ir a un bar. Al abordar mi camioneta veo a mi vecina del edificio de enfrente esperando taxi, le pregunto a dónde va, me dice que para el centro pues su auto esta en el taller. Le digo que la puedo llevar pues dispongo de toda la tarde libre ya que Magi anda de viaje, en el camino le comento que en realidad pensaba buscar un bar y tal vez una aventura para no dormir solo pues me da miedo la oscuridad, ella sonriendo me contesta que al parecer padecemos del mismo mal. Me dice que tiene cita con una amiga en un café pero que puede llamarle para que no la espere, yo atento le facilito mi celular y ella cancela su cita con la amiga.

Me sugiere que para aprovechar al máximo mi libertad mejor vayamos a mi casa pues brinda más intimidad, al llegar ella se instala cómodamente en un sofá se ha quitado las zapatillas y recogido los pies, yo llego con las copas y me siento a su lado, en un íntimo contacto puedo ver su pecho cómo se inflama y parece palpitar, en cada dilatación se esfuerza en hacer estallar el estrecho escote de su blusa, yo finjo no darme cuenta de ello le entrego su copa y brindamos por la dicha de vivir ese momento, después de algunos tragos más he cruzado mi brazo sobre su hombro e introduciendo mi mano en su escote la traigo hacia mí, y estallamos en un apretado beso restregando con ansia incontenible nuestras lenguas y succionando con tal fuerza como si cada cual tratara de extraer hasta la ultima gota del néctar de su pareja, mientras, mi mano derecha ha desabotonado su blusa sintiendo cómo cada botón al saltar va liberando aquellas carnes prisioneras, y se hinchan de alegría cantando su libertad, a la vez que mi otra mano se desliza con suavidad por sus piernas palpando cada tramo de piel recorrida y dando ligeros apretones como sopesando el calibre de aquellos muslos, ella deja escapar ahogados gemidos y sus manos que restregaban y arañaban de felicidad mi espalda han escapado para sacar mi pene que siento que revienta de ardor al contacto de sus manos el cual me recorre en un caluroso estremecimiento que sube y estalla muy dentro de mi cerebro nublándome la vista y la razón cuando ella empujando hacia abajo retira toda la piel que lo cubre, siento que con la otra mano me esculca los cabellos y empuja mi cabeza hacia abajo.

Obediente desciendo recorriendo su cuello con mis labios dejando un rastro de saliva, para al regresar por el camino andado lo encuentro lubricado y me deslizo incansablemente en aquella mezcla de baba, sudor y aroma de yegua en celo, mas al llegar a su pecho, me encuentro dos retantes colinas de un color moreno claro compactas y esponjosas que invitan a mi lengua a escalarlas encontrando en la cima de cada una de ellas mostrando al centro de un casquete rojo henchido de sangre el anhelado pezón color marrón que por su dulzura y dureza invitaban a hincarle el diente con delicadeza haciéndome recordar los dulces de grenetina, haciendo que en cada mordisco calculado para no hacerle daño, ella gimiera mientras mi mano presionaba con fuerza su plano abdomen habiendo pasado previamente por juguetear con los dedos bajo las bragas sus labios vaginales. Y acariciándole la cara pude palpar que sus ojos dejaban correr lagrimas de felicidad, el saber su gozo me produjo un derramamiento de fluido vital sobre el miembro produciéndome un ligero dolor agudo al no ser capaz de dilatarse más. En ese instante ambos sentimos el deseo imperioso de despojarnos de la ropa y sin expresar palabra alguna nos pusimos de pie, y con desesperación nos despojamos de ella, acomodándonos en la alfombra quedamos en la matemática posición del 69.

Yo podía aspirar el aroma que emanaba de aquella raja ardiente y deleitarme con las delicias de aquella miel que se derramaba mojando todo a su paso, mientras ella devoraba con ansia mi entumecido miembro sintiendo que en cada chupada se liberaba una profunda tensión contenida desde muy dentro y cuando yo enterraba desesperadamente mi nariz o mi lengua alcanzando su clítoris ella se convulsionaba dejando que mi verga se fuera hasta lo más profundo de su garganta, y en los estertores de la asfixia que le causaba el miembro color púrpura también empujaba violentamente su pelvis hacia delante haciendo que mi cara se enterrara toda en ella provocando que aquel liquido que de ella emanaba se me introdujera hasta la garganta y me obligara a tragarlo a la vez que también me inundaba la nariz produciéndome un enervante y vertiginoso deseo de continuar. Luego separándonos ella se colocó en la posición en que los perros cogen y yo me coloqué detrás de ella y tomándola con ambas manos de aquellas amplias caderas que proporcionaban un amplio paisaje de suaves líneas curvas, coloqué mi verga en su coño dejándola que se deslizara lentamente mientras ella se movía en pequeños círculos y yo sentía cómo aquel pequeño túnel abría paso gustoso al intruso, cuando hubo llegado al fondo sentí cómo se abría una nueva puerta para mi glande dejando escapar un pequeño quejido por parte de ella, entonces la comencé a retirar con la misma lentitud, haciendo que Ceila que era el nombre de mi amada me pidiera que continuara así ya que sentía que todo le daba vueltas, una vez sacada toda dejé la cabeza apoyada en la entrada y con un violento empujón la empalé hasta lo más profundo de su intimidad logrando que exclamara un ¡ay! de delicioso dolor para iniciar ambos un frenético bombeo y terminar, yo en un delicioso chorro de leche que me hizo ver puntos de luces de colores a la vez que sentí que aquel pistoneo me salpicaba las piernas. Y ella gritaba como loca haciendo que las contracciones provocadas por su orgasmo me exprimieran hasta la ultima gota de semen. Luego nos dormimos abrazados, yo con un pezón entre la boca, por la mañana nos levantamos, nos bañamos hicimos el amor rápidamente bajo la ducha, salimos a desayunar mariscos y la fui a dejar a su departamento, su amante que es quien paga la renta se estacionaba en ese momento, nosotros nos estacionamos al otro lado de la calle, ella se bajó corriendo a su encuentro y le comento que fuimos a dejar a la terminal de autobuses a una prima que pasó la noche en su departamento, él me agradeció la atención y abrazados se meten al edificio, Ceila voltea y me guiña un ojo.

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