Estoy en un Congreso

Estoy en un Congreso, más caliente que las áscuas de una parrilla y aparece un tipo con el que follaré a base de bien.

Estoy en un congreso, trabajando (como creo que ya dije, soy azafata de congresos). Hay mucha gente, la mayoría hombres, y ésto está siendo más pesado que de costumbre.

Entre tanta gente estas tú, vestido con un traje azul marino y camisa clara, me fijo en ti, porque me he dado cuenta de que has estado mirándome todo el rato, sin prestar mucha atención a lo demas.

Termina el trabajo, ya es muy tarde y todo el mundo se ha ido, estoy sóla en el edificio recogiendo mis cosas, cuando llaman a la puerta de mi despacho. Abro, algo asustada, pensando que no quedaba nadie y ahí estas tú, mirándome con ojos muy pícaros.

Me doy cuenta que estas mirándome el escote, y al bajar la vista me fijo que se me ha desabrochado la blusa, dejando al descubierto mi generoso escote.

Intento abrocharme el botón, pero no me dejas, me sujetas la mano y entras a mi despacho cerrando la puerta tras de nosotros.

  • Hola, me dices, me he fijado en ti durante toda la conferencia, tu faldita corta y tu blusa ajustada me atraían como un imán.

Me pongo un poco colorada, pero me gusta, yo también me he fijado en ti y me agrada notar tu mirada en mis tetas.

Te doy la espalda para ir hacia la mesa, noto tu mirada en mi culo, redondo, un poco respingón, apetecible... La faldita se me ajusta al trasero, notándose que llevo tan sólo un tanguita diminuto.

Mi ropa interior es gris perla, tanguita pequeño y sujetador muy ajustado a mis grandes tetas (como te dije gasto una talla 100) y con la blusa desabrochada, se me ven más de la cuenta.

Estas mirandome el culo, a mí me gusta, y me doy la vuelta sensualmente, dejando que admires mis enormes tetas. Los pezones se me han endurecido por la excitación del momento.

Te miro hacia la bragueta, notando que el pantalón está inflado.

  • Estás excitado, te digo, y eso me gusta.

Y me acerco a ti mirándote a los labios.

  • Tengo ganas de pasar mi lengua por tus labios, te comento.

Acerco mi lengua por fin, te desabrocho la camisa y paso mi lengua por tu pecho. Mientras me tocas el culo, meto mis dedos en la cintura de tu pantalón, y te atraigo hacia mí, llevandote hasta la mesa del despacho.

Para subirme en la mesa, tengo que levantarme un poco la falda. Me siento en la mesa, desabrocho tu pantalón y meto mi mano, tocandote la polla por encima del calzoncillo. Suspiras por el placer que te produce.

Bajo tu pantalón y tu calzoncillo y saco la polla, está caliente, humeda e inflamada por la excitación, saco mi lengua y chupo tu polla, te gusta y suspiras.

Primero el capullo, juego con él durante un rato, para luego bajar por tu pene hasta llegar a los huevos, donde me entretengo, mi lengua se pasea por tus huevos, produciendote un gran placer. Estas gimiendo, te gusta, mientras me dices que siga:

  • Lo haces muy bien, me dices, continua chupándomela.

Yo sigo, una y otra vez, arriba, por todo tu pene, me meto la polla en la boca, subiendo y bajando.

  • Sigue, me dices, te voy a poner en la mesa y a comerte toda, tus grandes tetas, tu coñito que debe estar completamente mojado.

Yo sigo con tu polla en la boca, mi lengua juega con tu capullo, me gusta el sabor de tu polla.

  • Sigue, eres una putita, sabes muy bien chuparla, mmmmm sigue así y me vas a hacer correr.

Tu polla esta dentro de mi boca, arriba y abajo, mientras mis manos acarician tus huevos:

Hmmmm, que ricos.

  • Sigue putilla, vas a hacerme correr y entonces te voy a dar lo que me estas pidiendo, te voy a arrancar la ropa y a comerte toda.

Saco la polla de mi boca y me meto tus huevos, con mis manos acariciandote el culo:

¡Que placer, hmmmmm!

Me metro otra vez la polla, subo y bajo la cabeza con tu enorme verga en mi boca:

  • Así, estoy a punto de correrme, no pares ahora, no seas puta, no pares.

Sigo arriba, abajo, mi lengua jugando con tu capullo, asi, mas, te chupo y succiono la polla, que gustazo.......y cuando estas a punto de correrte, saco la polla y la meneo delante de mis tetazas, una y otra vez hasta que salta toda la leche en ellas.

Das un grito de placer y me levantas de la mesa.

Ahora veras, gritas mientras me arrancas la blusa.

No se si hemos cerrado con llave, te digo, pero nos da igual.

Has arrancado mi blusa y ves mis tetas por primera vez sin ropa....................

¡Fantásticas!- comento al ver salir tus tetas botando de su prisión. Me gusta que una mujer tenga los pezones en punta después de que le hayan dado una buena ración de polla y le hayan regado las tetas con una buena cantidad de lefa.

Mi comentario hace que tu calentura aumente, ya alta de por si después de mi corrida, por lo que mojas tus dedos en el semen caliente y, tal y como estás abierta de piernas subida en la mesa, comienzas a darte con los dedos en tu clítoris hinchado mientras me miras con cara de zorra, lamiendote los labios.

Tu cuerpo se retuerce de placer, tu boca lanza gemidos y bravuconadas como: - ¿Te gusta cómo utilizo tu leche para hacerme una paja? Hmmmm, estoy muy cachonda

y necesito alguien que me apague este calor.

Recordé entonces que había recibido esa mañana un paquete con mi última adquisición: un consolador anal que compré para usarlo con mi mujer.

Lo desenvolví mientras seguías pajeando tu coño y tu cara no se perdía ninguno de mis movimientos. - Lo tenía que estrenar mi mujer pero creo que le gustará más si otra lo prueba antes - te

dije mientras me acercaba nuevamente a tu cuerpo anhelante.

Mojé el consolador en mi semen y te lo di para que lo mamases con el fin de lubricarlo, mientras me encargaba de tocarte el coño por tí.

El consolador salió casi derretido de tu boca porque no es lo mismo hacerte una paja a que te la hagan y la sensación del toque suave de mi mano en tu chocho, te hizo casi correrte al instante. Tras un par de minutos, te lo quité, muy a tu pesar porque estabas completamente metida en el papel de mamadora y te obligué a tumbarte en la mesa, cosa que hiciste con movimientos lentos y sensuales abriendo muchísimo las piernas y separando tus labios vaginales para poder ver tu sexo palpitante en todo su esplendor. - ¡Qué ganas tengo de que me folles, esa polla tuya me vuelve loca de deseo!- dijiste con

un gran suspiro entre medias de la frase. - Tranquila putita que todo llega. Y comencé a introducirte el consolador en el culo mientras movías en círculos tus caderas adaptando el aparato a una cavidad que nadie antes había vistado. Cuando estuvo totalmente metido, y cuando te ví relajada de la tensión del "inicio" anal, conecté el vibrador que lleva este tipo de aparatos e inmediatamente llegaste a tu primer orgasmo, largo, tensando tus piernas y tus abdominales, apretando el consolador con tus muslos y nalgas. En ese momento, te metí de una sóla vez mi polla en tu vagina y empecé a moverme al ritmo que me marcaban las vibraciones del consolador al otro lado de la pared que separa vagina y ano. Lentamente, con mis dos manos apoyadas y estrujando tus tetas talla 100, que se movían al compás de mis sacudidas de caderas para meterte mi verga cada vez más adentro de tus entrañas, te follaba como nunca antes te lo habían hecho. Este tratamiento hizo que tu calentura no disminuyese pese al orgasmo disfrutado y que encadenases otro seguido de mayor intensidad pero menor duración, que me hizo cesar en mis embestidas mientras duraba. - ¡Diosss, me encanta cómo me follas! No me equivoqué cuando te eché el ojo entre todos los ejecutivos de la Feria. - Pues te queda el último acto, y seguidamente, te volteé y te dejé apoyada en la mesa con el culo en pompa. Te metí mi polla hasta los huevos, puesto que ya estaba tu esfinter dado de sí por el consolador, y comencé a metertela mientras sujetaba tus caderas y te magreaba las tetas. Si alguna vez unas tetas se habían movido con ritmo, esta vez lo mejoraste porque parecían péndulos que recibían cuerda cada vez que mi polla salía y volvía a entrar en tu culo. Al final, ese roce, esa deliciosa quemazón, hizo que nos corriesemos en un orgasmo conjunto que nos dejó exhaustos en la posición habitual de los perros para follar, hasta que pudimos reaccionar y sentarnos en la silla de Director, esas negras de respaldo alto, abrazados y besándonos lentamente.