Esto no es más que el comienzo

Laura es una joven que hace un encuentro en la red y este le da un nuevo giro a su vida.

Esto no es más que el comienzo

La noche está resultando aburrida. Una oscura y fría noche de invierno. La TV no da nada interesante y en el MSN nadie que valga la pena. Un Chat. ¿Por qué no? No es algo que me llame la atención especialmente, pero nunca se sabe, quizás encuentre a alguien con el que pueda charlar un rato. Me registro con mi verdadero nombre, Laura y al rato me llueven las ventanas con saludos. Las cierro según van llegando, tan solo me estoy fijando en la conversación que se desarrolla en el Chat general. Hasta que

  • ¡Hola zorra!

Por un momento me quedo mirando esa ventana, hasta que con un clic la hago desaparecer de mi vista.

  • ¡Zorra, contesta!

¿Pero qué se cree este tío? Vuelvo a cerrar la ventana, esta vez medio mosqueada por tanta grosería. ¡Vamos, lo que me faltaba! Que un tipo que no conozco venga en plan chulo insultarme gratuitamente.

  • Zorra de mierda ¿Vas a contestar?

  • (Ahí ya no pude evitarlo) ¿Pero de que vas por la vida tío? ¡Deja de molestarme de una puta vez!

  • ¡Veo que la putilla es respondona!

  • ¡Veo que tu eres gilipollas!

Si cree que me voy a dejar pisotear aunque sea desde detrás de un monitor va fresco. Pasan los segundos y no contesta. Creo que le quedó claro que conmigo pierde el tiempo.

  • ¿Sigues ahí zorrilla?

  • ¿Pero qué te pasa? ¿Por qué no me dejas en paz?

  • Puedo hacerte pasar un buen rato. ¿Por eso estas aquí, no?

  • Seguro. ¡Anda y que te den!

  • Me gustan los retos. No hay nada más gratificante que conseguir doblegar a una tigresa. ¿Cuánto crees que tardarás en suplicar lamer los pies de tu amo?

Que tío más exasperante. Mejor paso de él. Espero se aburra y me deje tranquila.

  • Zorra, sé que me estas leyendo. Si quisieras irte ya lo hubieras hecho. Si sigues aquí, es porque de una forma u otra he llamado tu atención. Si sigues aquí, es porque deseas que esta conversación se prolongue. Si sigues aquí, es porque quieres que te haga descubrir una parte de ti, que por lo que veo tienes dormida, pero que esta ahí. Seguro que mientras me lees tu cuerpo se estremece. ¿Me equivoco zorrita?

Joder, no puede ser. ¿Por qué mi cuerpo está reaccionando de esta manera, ante las palabras de este desconocido? Noto como a cada palabra mi piel se eriza. Como mis pezones luchan con mi sujetador buscando una caricia imaginaria. Como mi sexo… como mi sexo se humedece ante la expectativa de algo que ni yo puedo imaginar.

  • Dame tu MSN zorra

Como en un estado segundo, tecleo mi dirección. No entiendo porqué lo hice pero ahí está. Antes de darme cuenta ya me estoy describiendo. Soy una chica de 25 años. Tengo una larga cabellera rizada, negra como el azabache. Los ojos color esmeraldas y labios carnosos. A pesar de mi complexión delgada, tengo un buen par de tetas, bien erguidas y un culo prieto y respingón. Lo que llamó mi atención es que éramos de la misma ciudad.

Comienza a pedirme que me desnude. Cosa que aunque me parece increíble hago. Que me acaricie. Tímidamente sigo cada una de sus órdenes. Tócate aquí, pasa tu mano por allá. Nunca mi cuerpo había estado tan excitado y eso sin las caricias directas de un hombre. Termino corriéndome justo cuando mi perro pide a gritos su paseo nocturno. Un labrador de año y medio al que no puedo ignorar si no quiero atenerme a las consecuencias. Poco le importa fastidiarme haciendo sus necesidades en casa, si no lo complazco en tiempo y hora.

Los días pasan y mi cuerpo espera con ansia esos encuentros. Encuentros que cada vez se vuelven más fogosos, más calientes, con caricias cada vez más salvajes.

Donde antes era rozar los pezones ahora es apretar y retorcerlos fuertemente. Donde antes era acariciar despacio el clítoris e introducir un par de dedos en el sexo, ahora es pasar la mano por ese coño de furcia que tengo, chupar golosamente los dedos y follarme lo mas salvajemente que pueda.

Las charlas se terminan siempre yo corriéndome rápidamente, para luego atender al malcriado que tengo en casa por mascota.

Estos últimos días la rabia me puede, me hubiera gustado quedarme más tiempo. Mi cuerpo queda frustrado, necesita más. ¿Más qué? No lo sé muy bien, pero algo le falta.

  • Espera zorra. Hoy quiero que me complazcas de una manera especial. Quiero que me demuestres que no pierdo el tiempo contigo. Quiero que hoy te conviertas de una vez por todas en mi zorra, en mi perra… en mi puta. Que dejemos estas chiquilladas y admitas quien eres y lo que soy yo para ti. Tu Amo, tu Dueño. ¿Estás dispuesta zorra?

Me quedo callada. No sé que decir, que contestar.

  • Bueno, dependiendo de lo que hagas esta noche, será la continuación de nuestra relación. He sido paciente, pero yo necesito más que una conversación medio caliente por el MSN. Necesito que te entregues en cuerpo y alma a mí. Hoy la noche no está muy fría, asíque cuando salgas con el perro de paseo, tan solo llevarás una gabardina o abrigo. Si tienes unas botas altas de tacón, sería perfecto para acompañar.

Sigo sin mediar palabra

  • No te digo mas nada zorra. Tú decides la marcha a seguir.

Se ha desconectado. Sigo sentada mirando el monitor. "Tú decides" Yo decido. ¿Qué decido? ¿Perder la poca dignidad que me queda? ¡Laura, despierta ya! No puedes dejar que te humillen así, que un desconocido disponga así de tu voluntad. ¡No!

Con mi cuerpo totalmente desnudo me dirijo con paso firme hacia la habitación. El pantalón y el Jersey están donde los dejé, sobre la cama. Saco del cajón un juego de ropa interior y me visto rápidamente. Con el perro en mis talones, salgo de casa y llamo el ascensor. Cuando se abre la puerta, me veo reflejada en el espejo y mi cuerpo se estremece negándose a dar un solo paso. Dejo que la puerta se cierre y como una autómata vuelvo sobre mis pasos, sin importarme las protestas del perro. En la habitación me desnudo, dejando caer en el suelo toda mi ropa. Frente al espejo, veo mi cuerpo totalmente desnudo y… y excitado. Mi corazón se acelera. Agarro una gabardina negra que me llega por encima de la rodilla y unas botas altas negras y con tacón. Me suelto la melena que tengo recogida en una coleta y la alboroto. Lista. No hay vuelta atrás.

Siento el frío de la noche rozar mi piel. Lejos de molestarme, me excita sobremanera. El ruido de mis pasos sobre el asfalto rompe el silencio de la noche. La calle está solitaria a estas horas tardías de la noche. Kaiser, mi perro, juguetea alegremente corriendo hacia un pequeño parque que hay aquí al lado. Saco la cajetilla de tabaco y enciendo un cigarrillo, mientras me siento en un banco a la tenue luz de una farola. Cierro los ojos y revivo la imagen de mi cuerpo desnudo frente al espejo. Respiro hondo.

  • Buenas noches zorrita.

Mi cuerpo se sobresalta y un grito se ahoga en mi garganta.

  • Veo que has tomado una decisión.

Mi corazón bombea tan fuerte, que parece que en cualquier momento se me sale del pecho. ¡Es Él! Kaiser se acerca, lo acaricio con una mano temblorosa y dándose cuenta que no estoy en peligro sigue a lo suyo. No me he movido, sé que está justo detrás de mí pero no me he movido. Unas manos fuertes de hombre, se ponen sobre mis hombros haciendo una ligera presión. Bajan por el escote de la gabardina, abriéndola. Dejando mis pechos al descubierto los aprieta fuertemente. Mi espalda se arquea y un gemido se escapa de mis labios.

De pronto la silueta de un hombre se pone en mi campo de visión. La treintena, moreno con el pelo rizo y algo de melena. Una pequeña barba cubre su rostro, dándole un aire de pirata. ¡Es Él! ¿Mi Amo? Agarrando la solapa de mi gabardina hace que me ponga de pie. Es más alto que yo, 1,80 aproximadamente.

Con el dorso de la mano acaricia mi mejilla mientras sonríe. Suelta el cinturón de la gabardina y hace que esta se deslice hasta el suelo, dejándome tan solo con las botas. Desabrocha su pantalón y lo abre. Lo suficiente para dejar al descubierto una polla medio dura. Su tamaño ya es considerable y aun le falta para estar totalmente erecta. Paso la lengua humedeciendo los labios, como preparándolos para lo que espero va pasar. Sin esperar más, me pongo de cuclillas quedando mi cara a la altura de ese cálido sexo. Golpea mi cara con ese pedazo de carne y yo intento desesperadamente rozarlo con la lengua. Cuando por fin consigo tenerla entre mis labios, un escalofrío de placer recorre mi cuerpo. Con movimientos firmes y seguros poco a poco esa polla crece de manera que difícilmente entra en mi boca. Siento sus manos haciendo presión en mi cabeza para que entre mas profundo a pesar de su tamaño. Intento escapar de esa intrusión, pero no me deja. Él marca el ritmo. Un ritmo rápido, donde la polla entra completamente en mi boca, en mi garganta. Toco los pelos de su sexo, sus huevos, con los labios, cada vez que empuja con furia mi cabeza.

  • No me equivoqué contigo zorra.

Tira de mi pelo hacia atrás, puedo ver su cara. Se inclina, me va a besar. Cierro los ojos y entreabro los labios, esperando el roce con los suyos. ¡No! Lo único se siento, es un copioso escupitajo en la boca, en la cara. Intento levantarme. ¡Hasta aquí llego la comedia! Pero me tiene agarrada firmemente por los pelos.

  • ¡Déjame!

De un empujón pierdo el equilibrio y caigo de culo en el suelo.

  • ¿Quieres irte perra? ¿No vas a complacer a tu Amo?

Mis ojos comienzan a humedecerse de la rabia. Por un lado pienso... ¿Qué se cree este patán? y por el otro… deseo que continúe, necesito esa polla dentro de mí. Lo miro desafiante, sin saber muy bien que hacer. No tarda en soltar una ruidosa carcajada. Una carcajada que me exaspera. ¿Por qué se ríe el capullo? Me levanto de un salto, dispuesta a borrarle esa risa de una bofetada. Pero no me dio tiempo. Agarra mi mano al vuelo, deteniéndola a 2 cm de su rostro. Me empuja, hasta que mi espalda pega contra la superficie rugosa de una corteza de árbol. Sus manos acarician brutalmente mi cuerpo. Me retuerce los pezones hasta que se me escapa un grito de dolor. Toca mi sexo. Mi coño, que por voluntad propia está mojado, caliente, deseoso y agradecido de que se ocupen de él. Lleva los dedos húmedos a mi boca. Nuestras miradas son desafiantes. Por un momento aprieto mis dientes sobre esos dedos que me provocan. Pero… cierro mis ojos y comienzo a lamerlos golosamente, mientras mi cuerpo lascivo busca el contacto de ese otro cuerpo.

  • Quiero que me lo pidas perra. Si lo quieres debes pedirlo.

Se perfectamente a que se refiere. Lo miro como tanteando hasta que punto habla en serio. Sus ojos, su mirada es implacable. Corre Laura, estás a tiempo. No te humilles más. Vuelve a tu casa y olvida lo que acaba de pasar. Olvida la sensación de sus manos en tu piel. Olvida el sabor de su sexo en tu boca. Olvida… Sin embargo.

  • Quiero que me folles. (Ni se inmuta) Por favor, fóllame. (Nada) ¿Amo, puedes follarme? (¡Joder!) Esta perra te ruega que la folles Amo. (Dije entre dientes)

  • No te escucho zorra.

  • (¡Capullo!) Esta perra te ruega que la folles Amo (Dije alto y claro)

Sin mediar palabra me da la vuelta, inclinando mi cuerpo de manera a dejar mi culo en pompa. Apoyo mis manos contra el árbol para mantener mi equilibrio. Siento un par de manotazos en mis nalgas y su dura polla entrando en mi coño. Las embestidas son rápidas y fuertes. Gimo cada vez más alto, sin pensar que alguien puede oírme o lo que es peor, verme. Sus manos aprietan mis nalgas mientras no para de follarme.

  • ¡Me corro! ¡Me corro!

Grito, mientras mi cuerpo explota en un orgasmo con una intensidad que nunca había alcanzado.

Saca su polla de mi sexo para meterla en mi boca. La folla tal cual estaba follándome el coño segundos antes. Cuando está por correrse la saca y explota pringándome con su leche la cara, el pelo, los pechos… Con mi lengua limpio ese instrumento que me dio tanto placer y hasta donde puedo alcanzar en mi cara.

  • Esto no es más que el comienzo zorra.

Y dando media vuelta se aleja en la oscuridad de la noche, dejándome ahí tirada, confundida, pero satisfecha.