Esto me pasa por dormir desnudo (1)
Invito a unos amigos a casa aprovechando que tengo la casa para mí sólo y terminamos pasando unas divertidas vacaciones.
Todavía medio dormido, apreté los ojos y me los froté con las manos. Aunque la persiana estaba medio bajada, un rayo de luz se había colado entre los entresijos de ésta y me había dado directamente en la cara. Se oía un leve sonido de agua cayendo en la habitación de al lado, probablemente alguien se acababa de meter en la ducha justo cuando yo me desperté.
Mirando hacia el techo, estiré mis brazos por todo el ancho de la enorme cama en la que había dormido y noté el roce de las sábanas directamente sobre mi piel desnuda. Me asusté un poco cuando toqué un hombro claramente masculino, pero entonces recordé que la noche anterior no había dormido sólo (si es que dormí). Él chico estaba tumbado de lado y dándome la espalda, seguía completamente dormido, incluso roncaba un poco, aunque no de una manera desagradable. Por lo que las sábanas me dejaban ver, estaba completamente desnudo.
Recorrí su espalda y sus brazos con los dedos de mi mano izquierda, apreciando sus músculos ligeramente marcados y sonreí ligeramente cuando me erguí un poco y mis ojos se posaron en su barba. Proseguí con mis caricias por su cuerpo hasta llegar a su ingle, dejando que mis dedos rozasen su escaso vello púbico, aunque sin llegar a tocar sus genitales. Cerré los ojos y permanecí así durante unos minutos. Por la ventana entraba el sonido típico de la vida diaria de la ciudad a mediodía, pero yo estaba concentrado en el que provenía del baño de al lado. La ducha había parado, sin embargo, podía oírse a alguien acicalándose fuera de la habitación.
En ese momento, giré la cabeza bruscamente hacia los pies de la cama. Un cuerpo había comenzado a abrirse paso por debajo de las sábanas. En esta ocasión me asusté más que cuando minutos antes toqué al otro chico ¿Era el perro, que se había metido en la cama sin que me diera cuenta? Pronto saldría de mi error.
Las sábanas se levantaron unos centímetros más o menos a la altura de mi estómago, dejando ver a una chica pelirroja y con el rostro lleno de pecas que estaba dirigiéndome una sonrisa un tanto maliciosa. Se colocó de manera que dejaba al otro chico a su izquierda y a mí a su derecha, colocando el codo izquierdo sobre la cama y apoyando la cara sobre esa misma mano; en una postura que me invitaba a observar su pecho desnudo. Tenía los senos pequeños, aunque con una forma que los hacía irresistibles, con los pezones colocados como botoncitos justo en el centro de la aureola.
-Vaya Laura, buenos d…-un ligerísimo dolor me acalló a mitad de la frase, no me había dado cuenta de que Laura no había perdido un segundo y me estaba apretando el paquete con su mano libre. - ¿Ves lo que te has buscado por dormir en pelotas? – Laura acompañó sus palabras de un guiño y un movimiento de la mano que me había dado el apretón, destapándonos a ella misma y a mí, aunque dejando la sábana cubriendo a nuestro acompañante.
Se quedó completamente embobada durante un instante, colocada delante de mí de rodillas mientras le daba el mismo tipo de repaso visual a mi cuerpo que el que yo mismo les había dado a sus pechos momentos antes. Tengo una complexión más delgada que mi compañero de cama, por lo que sus ojos no se entretuvieron ni en mis abdominales ni en mis brazos, sino que se dirigieron directamente a mi pene, totalmente depilado.
Aprovechando su distracción, le pegué un tirón del brazo y la tumbé boca arriba sobre mí, de manera que su culo quedaba sobre mi ombligo y yo tenía acceso libre a todo su cuerpo. Su única queja fue un gritito ahogado, más de sorpresa que de desagrado.
-¿Crees que me puedes atacar por la mañana de esta manera sin que halla consecuencias?- Le dije al oído- Que sepas que esa no es forma de tratar a alguien recién levantado…
Sin esperar su respuesta, le mordisqueé el cuello suavemente mientras dirigía una mano a su pecho derecho. Mientras lo acariciaba, el único sonido que salía de su cuerpo era una respiración agitada. Con mi mano libre comencé un movimiento descendiente desde su cuello, rozando suavemente todas las partes de su cuerpo que encontraba en mi camino a su vagina. Cuando llegué al pubis, ella ya era completamente consciente de mis intenciones.
-Gonzalo, no seas malo, eso es tramp…-su respiración agitada interrumpió lo que fuese a decir. Al mismo tiempo que presionaba uno de sus pezones, separaba suavemente los labios de su vagina y comenzaba a jugar con mi dedo corazón entre ellos- que sepas que no pienso quedarme quieta- incluso con cierta indignación por haberla pillado desprevenida, agarró mi pene (que ya se encontraba casi en su máxima extensión) y sin mirarlo si quiera, me terminó de bajar el prepucio, mojando sus dedos de líquido preseminal.
Completamente desatados, masturbábamos casi con furia al otro. Yo variaba la atención de una de mis manos entre sus pechos, cuello y muslos; mientras con la otra no le daba cuartel a sus labios y clítoris; incluso introducía un poco la punta de mis dedos en su vagina. Ella hacía lo propio con mi pene, movía su mano derecha de arriba abajo mientras con la izquierda apretaba con fuerza la mano que yo tenía posada sobre sus pechos.
Ya era mía. Por ligeros movimientos de su cadera intuía que su orgasmo llegaría de un momento a otro, notaba como tenía apretados sus dientes aún con su boca cerrada. Sin embargo, esta vez se me adelantó. Concentrado como estaba en su inminente orgasmo, no pude impedir que su guerra contra mi falo continuase, aumentó la cadencia de su movimiento de muñeca, cubriendo y descubriendo mi glande por completo casi cada segundo.
Volví a clavarle los dientes en el cuello sin dejar de masturbarla cuando comencé a eyacular abundantemente, manchando su cuerpo y las sábanas a nuestro alrededor. Segundos después de que terminara mi orgasmo, comenzó el suyo. Con un temblor de piernas más que evidente y sus genitales cada vez más húmedos, su clímax alcanzó unos niveles que nunca había visto. Estuvimos casi un minuto recuperándonos, en la misma postura, hasta que ella se dio media vuelta y dejo caer sus senos sobre mi pecho mientras me besaba.
-Te dije que la próxima vez ganaría yo- mientras sonreía como una niña buena, colocaba sus brazos alrededor de mi cuello y me mordisqueaba el labio inferior- espero que sepas afrontar tu derrota- fue su último comentario antes de separarse de mí. -Pero no te vayas, si me concedes la revancha ya verás que… -Ja, buen intento, casi te funciona. Pero olvidas que también tengo que despertar a Marco- Laura le pegó un tirón a la sábana que cubría el cuerpo de nuestro amigo.
Algo decepcionado al perder sus atenciones, me puse de pie para dirigirme al baño. Sin embargo, antes de dar un paso, una figura claramente femenina, con una toalla enrollada alrededor de la cabeza y otra alrededor del cuerpo, entró en la habitación.
Casi me olvido de que éramos cuatro en casa esa semana…