Esther y su Bebesote

De cómo un joven logra cogerse una madurita a través de llamadas telefónicas y su confesión de estar loco por ella...

Otra historia 100% real: Esto me sucedió cuando tenía aproximadamente 17 años de edad. A la vuelta de la casa de mis papás vivía una pareja de ancianos con su hija Esther, una señora de aproximadamente 40 años en ese entonces, no tenía hijos, ni marido, era divorciada. Es alta, blanca, bastante guapa, pelo negro, buen cuerpo, muy aseada, buenas tetas y buen culo, aparte de todo esto, tiene unos pies perfectos, los dedos bien cuidados y pintaditos (Soy pie-fetichista). No era una Miss Universo, pero sí una mujer bastante deseable, especialmente por ser sola y sin marido conocido. Tenían una pequeña tienda cuyo local era el garage ó zaguán de la casa, allí vendían artículos de primera necesidad, chucherías para los niños, sodas, cervezas, cigarros, etc. La puerta principal de la casa estaba a un lado del garage y enseguida una ventana; cuando estaba abierta la ventana se podía apreciar la sala con sus muebles, el TV, el estéreo, etc. De vez en cuando me gustaba por las tardes ir a tomarme una soda y me quedaba viendo pasar los carros ó algún culo por la calle.

En una ocasión como a las 7 de la noche decidí ir a la tienda a tomarme una soda y cuando pasé frente a la ventana no pude evitar ver hacia dentro pues estaba abierta y cual fue mi sorpresa que Esther estaba sentada en un sillón viendo la TV. Vestía shorts bastante cortos y una blusa que sólo le alcanzaba a tapar las tetas. Guau! Me dije! Esto sí está bueno! Me quedé allí como media hora, me hacía el loco y después volvía a ver el espectáculo sin que Esther se diera cuenta. Por supuesto, no le dije a nadie de mi descubrimiento, y todos los días hacía la misma rutina. A veces se estaba pintando las uñas de los pies, a veces sólo viendo la TV y enseñando todos sus encantos, por los shorts pegados al cuerpo tipo lycra, se le notaba la hermosa vulva. Después yo corría a mi casa a darme una buena paja a su nombre.

Cada vez que la miraba en la calle me la comía con la vista y la deseaba. Estaba obstinado en cogermela y no hallaba la manera de proceder. Un día me acordé que ella era bastante amiga con la vecina de al lado de mi casa y a través del hijo menor de la vecina pude obtener su número de teléfono y una noche decidí hablarle.

Me sentía nervioso, marqué su número y mi verga estaba que reventaba:

-Señora buenas noches! Cómo está?

-Bien gracias! Buenas noches! Con quién hablo?

-Usted no me conoce. Soy un gran admirador suyo. Me he atrevido a llamarla sencillamente por que ya no me podía aguantar. Usted es una mujer preciosa, muy bella y siempre que la veo siento que el corazón se me sale.

-Pero esto es una broma, verdad? contestó ella.

-No señora. Esto es en serio. Por qué piensa que es broma? Como ya le dije, usted está bien guapa, tiene buen cuerpo, está preciosa.

-Ja! Ja! Ja! Oigame señor: no tengo tiempo para estos juegos y por favor no vuelva a llamarme! Cómo consiguió mi número?

-Se da cuenta? Aunque usted no me crea soy su admirador secreto y me ingenié una forma de obtenerlo! No me aguantaba por hablarle y oír su voz. –A todo esto, ya me había sacado la verga del pantalón y me hacía una paja bien despacito- Créame, le repetí, sólo de verla me excito, me la imagino desnuda, me la imagino besándola toda, sus pies, sus piernas, sus pechos, toda, toda...

-Ja! Ja! Ja! No le creo! Sabe qué? Muchas gracias por los halagos. Pero yo a usted ni lo conozco. No sé quién es... cómo se llama? cuántos años tiene? Cómo me conoce usted a mí? Dónde vive? –Me preguntaba con interés y algo enojona-

-Eso no importa. De repente me voy a presentar ante usted. Para confirmarle que usted me trae loco, le voy a confesar que en este momento que estamos hablando me estoy masturbando! Me la imagino en la sala de su casa y yo mamándola toda, besándole desde los pies hasta la cabeza... Aaay! Aaaay! Qué rico!!! Aaaaaagh! Aaaaaagh! -Dí una acabada fenomenal que manché hasta la pared y el teléfono-

-Aló? Aló? Qué le pasa?

-Aaay qué rico señora! Uuuf! Uuuf! –Dándome las últimas sacudidas a la verga- Le dije que me estaba masturbando en su honor! Queeé riiiico!

-Sabe qué? Muchas gracias por lo que me ha dicho, en verdad me halaga, Ja! Ja!, pero mejor no vuelva a llamarme. Gracias! y colgó el teléfono.

Qué bien –me dije- todavía limpiando todo el rastro de semen antes que llegaran mis papás a la casa. En la noche volvía a pajearmela pensando en ella. Voy por buen camino aseguré.

Al día siguiente fui a la tienda para ver si ya había regresado Esther del trabajo y efectivamente allí estaba: siempre con sus shorts y un top blanco. Pedí la soda para llevar y me fui directo a casa.

Le marqué y fue ella quien contestó:

-Aló! Buenas noches, señora, cómo está?

-Buenas! Con quién hablo?

-Cómo está? No me ha reconocido la voz todavía?

-Aaa! Es usted! Bien gracias! Oigame y hágame un favor: no vuelva a llamarme!

-Por qué señora? Ya le dije que estoy loco por usted, la deseo, no puedo quitármela de la cabeza!

-Pero y cómo es que usted me conoce? Lo he visto yo antes? Nos conocemos? Es que no creo que esto sea cierto! No me gustan estas bromas!

-Señora, óigame: Yo vivo aquí en la misma Colonia y desde que me acuerdo usted siempre me ha gustado. Me la he imaginado haciéndonos el amor, besándola, acariciándola toda. No se imagina cómo usted me gusta! Aparte de eso, a veces la espío cuando usted está en la sala de su casa viendo la TV!

-Ajá! Ajá! Así es que me espía? Bueeeno... pero hasta este momento todavía no creo. Pienso que es una broma. Pero,está bien. Hablemos. Cual es su nombre?

-Me llamo Eduardo.

-Eduardo. Cuántos años tiene?

-17.

-17? Pero sos un niño! No te creo que tengás 17 años! Tu voz se oye como de alguien más viejo! No creo que vos de 17 años te fijés en una vieja como yo! Aparte de eso yo no me meto con niños. Tus papás se pueden enojar!

-No se preocupe.

-Oíme una cosa: mejor dejemos esto hasta aquí.OK? Gracias por todo lo que me has dicho. De verdad me halaga, pero no quiero nada con niños. Mejor buscate una muchacha de tu edad. Te agradezco. Gracias, oístes?

-Bueno. Está bien. Pero cualquier día de estos me le presento para que me vea. Ojalá que pueda cambiar de opinión. Por favor.

-Bueno, está bien. Ji! Ji! Ji! Cuidate. Y colgó el teléfono. Yo me fui directo a mi cuarto a darme otra pajeada de antología.

El día siguiente, aunque con algo de temor por aquello que le fuera a decir a mis papás, decidí ir a la tienda como siempre. La ventana estaba abierta y la TV encendida. Pedí mi soda y comencé a tomármela en un lugar donde ella al asomarse a la ventana pudiera verme. Dicho y hecho! Como a los 10 minutos Esther se asomó a la ventana! Se me quedó viendo de pies a cabeza! Yo sentía que el corazón se me salía, en ese momento creo que la verga se me encogió de lo afligido que estaba.

-Buenas! Le dije.

-Buenas! Me respondió frunciendo las cejas pero con una sonrisa en los labios. Y cerró la ventana, no sin antes volver a verme.

Pensé varias veces en regresar a mi casa y llamarla, pero sentía temor. Son mierdas! Me fui a la casa y le marqué:

-Aló! Buenas noches! Señora cómo está?

-Bien gracias! Me imaginé que vos eras!

-No podía dejar de llamarle. Usted es la mujer de mis sueños.

-Ya empezás con esas cosas. Voy a creer que es cierto. Oíme y de verdad te masturbastes mientras hablabas conmigo?

-Usted piensa que es broma. Claro que sí. Bien rico a su salud!

-Ja! Ja! Ja! Si no me equivoco creo ya te conocí! Creo que ya sé quién sos! Oíme: por qué no venís a la casa y así hablamos cara a cara y nos conocemos? En lugar que me estés llamando, vení a la casa. No te preocupés no la voy a decir a nadie.

Yo sentía la verga a explotar. El pantalón lo tenía ya manchado. El corazón y la verga me palpitaban a morir.

-OK voy para allá. No se va a arrepentir! Colgué el teléfono, me peiné, me acomodé la verga y salí para su casa.

Llegué a su casa. La puerta estaba abierta. Ella me estaba esperando. Se había puesto un vestido de florcitas. Bien preciosa!

-Pasá adelante, me dijo. Sentate. –Me senté en el sofá grande, algo temeroso de su reacción.

-Así es que vos sos el que me ha estado llamando? -me preguntó. Pero es que no creo que vos te fijés en una vieja como yo! Y se sentó a mi lado, algo cerca, con una pierna doblada y la otra en el suelo, y con un brazo sobre el respaldo del sofá. Yo a vos también te había visto. Y me agarró de la boca, riéndose y me la apretaba. No le contesté, sino que me acerqué a ella y comenzamos a besarnos. Nos besamos bien rico, sentía su lengua en todo mi paladar. Le agarraba las tetas y le sobaba las piernas. La acerqué a mí y le acariciaba la espalda y la apretaba. Ella hacía lo mismo conmigo.

-Qué rico mi papasito! –me decía. Venite, vamos allá adentro! Y salimos de la sala para su cuarto donde una gran cama nos esperaba. Tan solo entramos, comenzamos otra vez a besarnos como locos y empezó a desvestirme y yo a ella. No podía creerlo. Mi diosa estaba ante mí y a mi entera disposición. Las tetas blancas con sus aureolas rosadas y sus pezones bien duros. Vestía un calzón tipo tanga blanco que dejaba ver la gran pelusada de su monte de venus y muchos pelitos que se le salían por las orillas. Mi verga estaba que reventaba. Le mamaba las tetas y le metía el dedo en la cuca, que ya estaba bien mojada, turnándome con el respectivo masaje a las nalgas. Ella solo gemía y se dejaba hacer. Luego me bajó el slip y comenzó a darme una gran mamada. Me lamía toda la verga y se la volvía a meter. Me chupaba la cabecita y seguía lamiéndola. –Papasito! Ahora esto es mío mi amor! De repente sentí que me venía y le dije: -Me veeeeeeengo! Me veeeeengo!

-Correte mi amor! me decía. Correte! Correte mi cosita rica! Y dí una acabada bárbara que a Esther le cayó en la cara y la boca. No dejaba de pajeármela y lamerla, comiéndose todo mi semen.

–Qué rica la lechita de mi bebé! me decía. Quiero que conmigo te hagás hombre! Sos mi papasote rico! Mi bebé delicioso!

Nos tiramos a la cama y comencé a besarle los pies. Todavía yo no salía de mi asombro y ella solo gemía. Le chupaba los dedos de los pies y le metía dos dedos en su concha y ella de repente sólo alcanzó a dar un largo aaaaaaah! Y estiraba todo su cuerpo sintiendo un gran orgasmo. Le quité la tanga ya toda empapada y me lancé a mamarle la cuca. Percibía el olor y sabor a su sexo. Sentía mi boca llena de sus líquidos y de sus vellos púbicos, de su sudor, le mordisqueaba el clítoris ya bastante rojo de las mamadas. Me bajaba a sus piernas y entre pierna, en los pliegues de las rodillas. Le doblaba las piernas y se las besaba como poseído mientras miraba estupefacto toda su concha llena de pelos frente a mí.

-Metémela bebé, me suplicaba. Aay! Aaay! Bebé, dame, dame ya! Dame yaaaa!

Subí sus piernas a mis hombros y comencé a metérsela y gritaba de emoción. Se la metía y se la sacaba. Se la metía y se la sacaba! -Qué rico mi amor!! Ay! Ay! Ay! Repetía cada vez que se la metía hasta el fondo.

-Acuéstese mi bebesote! me dijo. Y comenzó a cabalgarme, haciendo remolinos y metiéndosela hasta el tope. De repente sentí otra ola de sus líquidos y comenzó a estremecerse y me cabalgaba como loca –Bebé! Bebé! Aaaay, bebesote rico! y sentía otro orgasmo. Qué riiico mi amor! Aaaaaaah! decía complacida. Después yo le seguía empujando la verga, -me voy a correeer! Qué rico, ay, me cooorro! le decía yo.

-Terminá adentro! Echame la lechita, mi amor, qué riiiiiico! Aaaay, bebesote! y juntos terminamos en otro orgasmo. Se quedó encima mío, sudada, cansada, satisfecha y yo la abrazaba no queriendo que aquello terminara. Después de un rato sólo nos vimos, se puso a reír y empezamos a besarnos otra vez, de una manera calmada.

Este fue el incio de una relación que continuó durante mucho tiempo....

Autor: El pie-fetichista.