Esther, mi mujer, es una puta 8 San Valentín

En el prostíbulo el matrimonio sufre su destino empezando a no encontrar una salida.

Un rato después entró el Señor Omar en la habitación, encendió la luz y me vió, en mi humillante postura. Lo peor de todo, hacía unos minutos que, contra mi voluntad, me había corrido. La vibración dentro de mi ano y el calentón que había pasado durante el tiempo con mi esposa y Tomás, habían hecho inevitable que el vibrador consiguiera vaciar mis testículos, por otro lado llenos al máximo. Chorreones de semen recorrían mi cara y mi pecho, junto con el rastro de la saliva de ese cerdo al escupirme en la cara.

  • Vaya vaya vaya...la maricona no ha podido evitar correrse con el culo abierto, no? de verdad que es triste...no te das asco a ti mismo? mientras tu mujercita está ya en el salón haciendo ganar dinero a Don Arturo e intentando pagar vuestras deudas, tu aquí corriendote como una perra en celo, si al final será cierto lo que comentan los camareros y las compañeras putas de tu mujer, que a ti esto en realidad te gusta...es así o no?

Callado, con mi culo vibrando sin poder parar y mi semen resbalando por mi cuerpo, no fuí capaz ni de moverme. De un golpe el moro me sacó el aparato dejando mi ano abierto, libre, entraba el aire dentro y por fin podía dejar de moverse todo mi cuerpo al reflejo de esa máquina infernal. Fué hasta el armario donde se guardan los juguetes, le pasó un trapo y lo dejó en su lugar, volviendo mientras se colocaba dos guantes azules de látex, como los de quirofano, sonriendo.

  • A ver a ver...me apetece hacerte una colonoscopia, sabes? aprovechando esta abertura, ni te vas a enterar, jajaja.

No podía moverme de la posición humillante en la que estaba, y reconozco que el tamaño de mi ano era enorme y que un cerdo como él iba a disfrutar de ese momento.

Se frotó aceite del que usan las putas normalmente cuando tienen el coño reseco y mientras los dedos de una mano iban rellenando mi agujero la otra mano se centraba en agarrar mis testículos, estirarlos hacia arriba y retorcerlos, provocandome mucho dolor, más aún estando vacios tras la copiosa corrida.

  • Tanguita, quiero oirte decir lo feliz que eres con esta vida, quiero que aceptes cual es tu lugar de una puta vezzzzz, dijo introduciendo toda su mano en mi ano mientras yo aullaba de dolor, no sabiendo si bien era por ese agujero dado al máximo o por mis huevecitos a punto de arrancarse de mi cuerpo.

  • ahgggggg, soy feliz, soy feliz, Señor Omar, me gusta esta vida, me gusta ser un cornudo cabrónnnnnnn, por favor, pare, pareeeeee.

Omar sonreía, sin dejar de hacerme sufrir, entreteniendose hasta que su mano ya entraba y salía suavemente de mi ano.

  • Maricona, como te sientes con un moro metiendo su mano en tu asqueroso culo? dime que sientes, maricon de mierda!!!

El dolor era insoportable, lo que hacía con su mano era golpear dentro de mi entrando y saliendo de mi lastimado agujero. Creía que me iba a partir en dos y que mis huevos iban a acabar en su mano, dejándome castrado. Comencé a chillar como un crio.

  • Dimeló, cabron, dime lo que quiero oir o te arranco los putos huevos y te dejo el culo así para siempre, repitió gritando airado, sabiendo que me iba a rendir pronto.

  • Soy un maricón, un mierda, un cerdo asquerosooo, Señor Omar, por favor, soy muy feliz siendo un miserable cornudo, y disfruto viendo a la zorra de mi mujer convertida en una puta al servicio de Don Arturo, la puerca de mi esposa solo vale para eso, para ser una asquerosa puta abriéndose el coño y el culo y ofreciéndoselo a cualquiera por unos euros, Señor omar, muchas gracias por destrozarme el culo y dejarme ser un maricónnnnnnnn!!!!!

  • sigue, maricón, aún no te he oido suficiente!! jajaja.

  • Gracias, Señor Omar, continué diciendo notando mis huevos estirados al máximo, jamás quise a mi mujer, siempre desee verla usada como una vulgar cerda, reventada por pollas , siempre me pajee imaginándola follada por nuestros amigos, usted lo ha hecho realidad, en verdad soy una maricona miserable y soy muy feliz con esta vida que gracias a Don Arturo llevo ahoraaaaaaaa!!. En ese momento soltó mis huevos.

No pude verlo por la posición en la que me encontraba, pero todo esto lo dije con Esther, mi mujer, en la puerta, de la mano de un señor gordo y calvo de unos sesenta años con el que subía a hacer un nuevo servicio. Se quedó helada, el hombre, a su lado, no sabía que hacer.

El Señor omar, que sí había notado su presencia, disfrutaba sonriendo ante la situación.

  • Perdona, Esther, no sabía que estabas aquí con un cliente, y nosotros ocupando la habitación, hay que ver...dijo mientras sonriendo sacaba la mano de mi ano totalmente dado y se levantaba sacandose los guantes de latex. La cara de Esther era un poema, desencajada, cogida de la mano de aquel viejo, me miraba con unos ojos brillantes, llorosos, sin poder creerse lo que acababa de oir, malinterpretando algo que era difícil de rebatir.

El Señor Omar se acercó a ella, pasando su mano por encima del hombro, abrazándola, el viejo se hizo un poco a un lado, tambíen mirándome con cara de sorprendido, supongo que imaginando que igual era hasta un cliente de esos enfermos, viciosos, y que esto era algo así como un servicio más del club.

  • Esther, Esther...ya ves en lo que se ha convertido tu marido, no?

los ojos del cliente se abrieron como platos al oir eso, pero permanecía en silencio, asistiendo a algo que creo que jamás habría imaginado vivir.

  • Si te parece bien, ves otra habitación. Aún tardaré un rato en desatarlo y conseguir que pueda andar, y luego tocará limpiar todo esto. Creo que la de enfrente esta vacia ahora.

  • No, no...en ésta hay dos camas, y la verdad, no me importa que él siga ahí.

La voz de mi mujer era dura, solamente expresaba rabia, odio, su mirada hacia mi situación era como si no me conociera, o peor aún, como si disfrutara de verme así.

Cogió al cliente de la mano y lo llevo a la cama que estaba al lado de la que yo ocupaba, lo hizo sentarse. El Señor Omar, desde la puerta miraba la escena.

  • Necesitas algo? o me puedo ir?

  • No, no, dijo ella comenzando a sacarse el picardias que llevaba.

  • Lo único, si puede ser, ponle a éste - refiriéndose a mi- una de las mordazas con bola, por favor, no quiero oirle mientras trabajo.

El Señor Omar se acercó al armario, sacó uno de esos aparatos y me lo colocó rodeando mi cara, una gran bola que obligaba a mi mandíbula a estar totalmente abierta, metiéndose en mi boca y no permitiéndome hablar, en todo caso emitir sonidos mientras la saliva salía por los costados babeando como un cerdo.

Una vez finalizó su tarea, dió un azote en mi culo que en esa posición seguía expuesto totalmente , y se fué del cuarto, cerrando la puerta. Giré la cara, para no violentar a mi esposa mientras realizaba su trabajo, pero noté como se acercaba a mí, y como sus manos cogían mi cara y la giraban hacia la otra cama.

  • No, no, de eso nada, tu vas a ver como trabajo , si tanto te gusta, y como se te ocurra cerrar los ojos o volver a girar la cara te meto el consolador más grande del armario por el culo, está claro?

Asentí con la cabeza, mientras me caía una lagrima por mi cara, destrozado, toda ella emanaba odio hacia mi.

Durante casi una hora pude ver como ella se exhibía ante aquel abuelo, primero incómodo por mi presencia, despues indiferente, centrado en disfrutar del espectáculo que aquella puta, que parecía totalmente salida y excitada realmente, le estaba dando.

Mi mujer comenzó por desnudarse lentamente, por mostrarle todo su cuerpo, abriéndose ante él, sobándose las tetas, el culo, acariciando su coño, estirando los labios mostrándole la elasticidad que tenían. Morreándose con él, algo que jamás hacía con los clientes, y desnudándolo besando todo su cuerpo a medida que retiraba su ropa. Aquel señor no podía creerse que un servicio de prostituta fuera como estaba siendo, pero su cara de estar en el cielo dejaba claro que era el mejor día de su vida.

Ni condón ni nada, mi mujer le hizo una mamada directamente, lamiendo sus huevos, frotándo aquella polla que no era nada del otro mundo por sus tetas, por su cara, mientras le miraba como si fuera el único hombre del mundo que podía hacerla feliz. Cuando se la puso bien dura, que ni él mismo creería tenerla asi, le colocó el preservativo y se subió encima, en cuclillas, clavándose aquella polla sin parar, mirándome fijamente a los ojos, agarrándose las tetas, mientras las meneaba para todas partes, y yo veía al viejo loco de excitación. Aullaba de placer, con mi esposa empalándose en su polla, controlando que no se corriera, y cuando el viejo casi no podía más, paró de botar sobre él y se levantó de la cama, acercándose a mi. Apoyándose en mis rodillas, que en mi posición era lo más alto de mi cuerpo, ofrecía cu culo puesto en pompa al abuelo, abriendo bien sus piernas.

  • Ven, follamé, follamé aquí, que el maricón de mi maridito vea como se follán a su mujercita los hombres de verdad.

El cliente no se hizo esperar, saltó de la cama como si tuviera 20 años y agarrándose a las caderas de Esther la metió hasta el fondo, comenzando a entrar y salir de ella ritmicamente, entre jadeos y expresiones que no acertaba a entender. Esther fue bajando su cara, hasta colocarla justo frente a la mía.

  • Cabrón, esto es lo que quieres?? aggghhh, mira, mira como disfruto, mira a la puta de tu mujer como es follada, noto la polla de este tio dentro de mi, en un sitio donde tu pollita jamás volverá a estar, entiendes? no quiero que una maricona como tú, que disfruta viendo a su mujer convertida en una puta, vuelva jamás a meter nada dentro de mí, a partir de ahora te vas a comportar como lo que eres, cerdoooo maricónnnnn!!!!

Lo peor es que mientras me decía eso, ella misma tuvo un orgasmo, jadeaba, excitada, y su mano fue hasta mi culo, donde se introdujo unos segundos, los justos para que el viejo, que estaba contemplando toda la escena, no pudiera evitar correrse aún sin creerse todo lo que había vivido.

Cayó sentado en la cama de al lado, con el condón puesto en su polla aún dura, mirando la escena, Esther no se movía de su posición, sobre mi, con su mano en mi culo , la otra junto a mi cabeza, su cara frente a la mía, notaba su respiración en mi cara, jadeando, tras haberse corrido con aquel viejo. Sacando la mano de mi interior, se sentó al lado del viejo, también agotada, los dos me miraban, yo intentaba aguantar esas miradas, pero eran tan duras que solamente lo hacía por no hacer que Esther se enfadara aún más si retiraba la vista de ellos.

  • Pues si, dijo ella señalandome, sin mirar al viejo, éste es mi marido, sabes? hace unos meses parecía todo un hombre, hoy, ya ves...esto es lo que es, tú mismo lo has oido cuando entrabamos en la habitación. Has visto su ano? cabe una mano sin problemas, y el tio ni se entera, al muy cabrón, que le dolían hasta los supositorios, y miraló, jajaja.

El viejo puso una mano en su pierna, acariciándola, mientras ella giraba su cara hacia él y lo besaba en los labios.

  • Gracias, dijo ella, me has dado más placer en este rato que este maricón en años, y ahora se lo que debo hacer. Quieres alguna cosa más? invita la casa.

El hombre, balbuceando, aún sin creer su suerte, no dudó en decirle a Esther uno de sus morbos.

  • Me gustaría verte orinar, si puede ser, mi mujer jamás me deja mirarla, miro muchos videos en internet, pero me encanta ver a una mujer orinar, te parezco enfermo?

  • Nooo, para nada, faltaría más, no me importa, si es lo que te gusta, genial, y además, para que veas, voy a hacerlo sobre éste, sobre mi marido, te parece bien?

El viejo asintio, preparado para un espectáculo único, mientras mi esposa retiraba la bola de mi boca y se ponía sobre la cama en la que yo estaba atado y en aquella postura infernal, con sus pies en los costados de mi cuerpo, mirando hacia mi ano y mi polla, se inclinó hasta casi colocarse en cuclillas sobre mi cara.

  • Abre la boquita, cariño, que el señor quiere ver como tragas meado, a las mariconas como tú les gusta tragar de todo, no? pues venga, que te voy a hacer feliz.

Yo me resistía, pero la mano de Esther agarrando mis huevos como antes lo hacía el Señor Omar, estirándolos y retorciéndolos, me hizo ver que mejor era no resistirme.

El cliente se levantó de la cama y se puso justo a mi lado, cuando el chorrito de orina de Esther comenzó a salir, poco a poco, directo a mi boca, salpicando ligeramente por mi cuerpo, a escasos centimetros de la cara de aquel viejo que miraba extasiado.

  • Te gusta así? preguntó Esther al abuelo.

  • siiii, siii, dijo él mientras con dos dedos acariciaba los alrededores del coño de mi mujer mojándolos un poco en la orina y llevándoselos a la nariz para olerlos.

Se oyó un pedo, saliendo del ano dado de mi mujer, que fué aplaudido por el señor, y tras eso, el fin del chorro, que ya empapaba toda mi cara y la cama.

  • Que mujer tienes, no te la mereces, salió de los labios del abuelo junto a mi cara, viendo mi boca llena de meados.

Esther soltó mis huevos, bajándose de la cama, y dándole otro beso en la boca al señor, le dijo que se fuera vistiendo, que ya era hora de irse.

Mientras él obedientemente se vestía, Esther volvió al armario de los juguetes, regresando con un consolador enorme, que introdujo en mi ano, y con varias pinzas, que puso por mis pezones, mis huevos y mi lengua.

  • Me voy, cariño, a trabajar, al menos uno de los dos lo tiene que hacer,- dijo pasando dos dedos por mi pene dolorido-. Le voy a decir al Señor Omar que te deje aquí el resto de la noche, tranquilito, quien sabe, igual consigo algún cliente más y puedo volver a hacerte feliz viendo como soy la mejor de las putas del club. Si no es así, y no regreso en toda la noche, espero que hayas disfrutado del día, a mi al menos me ha servido para saber la clase de persona con la que me casé y lo que tengo que hacer a partir de ahora, sabiendo que mi marido no es más que una maricona despreciable.....ahh, sabes que día es hoy, no? No me había dado cuenta, la verdad, pero me lo recordó Tomás , cuando bajabamos de nuevo al salón, tras usarme , agarrado a mi culo..... pues si...feliz San Valentín!!!!